En el libro de “LAS FUENTES DE CÓRDOBA”, en su página 111, al hablar de
la fuente de San Rafael, se nos dice: “La austera y serenísima fuente de este
evocador rincón cordobés junto a la monumental fachada de la Iglesia del
Juramento, donde se venera la imagen del Arcángel Custodio de la ciudad, logró,
con su indemne presencia mantener sobre el tiempo el viejo encanto urbano de la
Plazuela pese a las modernas edificaciones que la rodean”.
La construcción de la fuente data de 1809 y tiene como base un grueso
pilón rectangular de mármol negro respaldado por un esbelto pilar adosado al
muro. Dicho pilar ostenta en su frontispicio el escudo de la ciudad de Córdoba,
esculpido en mármol blanco.
Esta fuente tenía una parte de la “paja de agua” del venero llamado de
la Palma que el Ayuntamiento había concedido a la Iglesia del Juramento en 22
de mayo de 1801 a
condición de alimentarla.
La fuente de San Rafael en aquellos tiempos
(1950-1970), constituía “La radio información local” de aquella época. Allí
mientras llegaba la hora de llenar tus cántaros, se hablaba de lo divino y de
lo humano, (como ahora ocurre en las tertulias de TV), y se le tomaba el pulso
al barrio en cuanto a muertes, nacimientos, enfermedades y toques de fortuna
que se producían. Lo normal era que las mujeres fueran a la fuente a llenar sus
cántaros y otros recipientes. En aquella Plaza había tres mujeres con nombre
propio, tal era el caso de: Teresa Caballero Candelario, “La Relojera”, en cuya casa
había un taller de costura, y unos buenos balcones para dominar la plaza. Una
de sus hijas, Trinidad Fernández, cuando era aún una niña, nos obsequiaba con
sus actuaciones en RADIO CHUPETE, que tenían lugar los jueves por la
tarde-noche, en programa que emitía La Emisora EAJ-24, Radio Córdoba,
y que era patrocinado por CARAMELOS
HISPANIA, de la Avenida de Cervantes, muy cerca de donde estaban entonces las cocheras
de los autobuses públicos, y en la misma acera por donde estaba la Casa de “Manolete”.
Luego estaba Josefa Repullo García, “La Repulla”, que durante
mucho tiempo y a la caída de la tarde, repartía casa por casa, la poca leche
que se consumía por aquellos tiempos y que vendía Natalia, y esto le hacía
conocer de cerca como estaban las exiguas despensas de las casas. Su hija
Rafaela, fue la autora material de la mayonesa MUSA, producto que lanzó al
mercado los Almacenes María Auxiliadora, de Moreno S.A, que estaban ubicados
cerca de lo que se llamaba los “Santos Pintados”, junto a la fábrica de
Carburos Metálicos y el cementerio de los protestantes.
La fábrica de Carburos Metálicos, que fue
fundada en 1929, protagonizó en abril de 1977, una serie de explosiones que
asustaron a todo el barrio de VALDEOLLEROS. A eso del mediodía, un incendio
fortuito, hizo que bastantes botellas de acetileno subieran como auténticos
cohetes hacia las alturas. todo ello
entre el ruido aparatoso de multitud de bombonas de gases que explotaban. La
gente como es natural se mantenía a distancia, y era el BAR SIBONEY, el
observatorio ideal para verlo todo. Incluso el Parque de Automovilismo, nunca
mejor dicho se puso en GUARDIA, pues temían que cualquier “proyectil” de
aquellos, cayera en sus instalaciones, donde había bastantes vehículos que
podían arder.
Y al final completaba el trío de mujeres de
aquella Plaza de San Rafael, Socorro Mayor Polo “La Sacristana”, que sabía
de las necesidades y problemas del barrio, ya que sus vecinos solían entrar por
la puerta de la Casa-Sacristía, y que a modo de “Confesionario” todo el mundo
le contaba sus necesidades, y la razón por la que iban a rezarle a San Rafael. Estas
tres mujeres eran de sobra conocidas, pues eran tres referencias de la
antigüedad y la convivencia de la Plaza. Otra que estaba cerca de allí era Pepa “La
gorda” como se le llamaba familiarmente a esta mujer, que por su carácter algo
huraño, le dejaban el protagonismo de ser “La guardiana de la Fuente”, ya que al vivir
muy cerca de ella, le hacía sentirse como si ella fuera la dueña. Cuando surgía
alguna discusión en torno a quien le tocaba la vez para llenar el cántaro, salía
ella y con su autoridad imponía un orden que todo el mundo estaba de acuerdo en
aceptar.
Después de haber descansado hablando de la fuente de San Rafael, cogeremos
el padrón de 1808, y veremos que al mencionar al vecino de la Calle de la Peña, Luís Gabriel, se dice:
“Cochero, casado con Francisca Gálvez, de 48 años de edad y dos hijos. Se
ignoran los nombres de los hijos por haberse evadido de esta ciudad sus padres
y ellos poco antes de la entrada y los desmanes de los franceses.”
El portero del Convento de Santa María de Gracia en 1808, un joven de 47
años, llamado Luís Díaz, pidió de forma acalorada ayuda para evitar que un
piquete de franceses lograra entrar en el Convento. Allí acudió un grupo de vecinos
de la Plaza de
San Rafael, y con toda seguridad pudieron observar lo asustada que estaba la
hermana novicia Maria del Pilar Casas, de 25 años, que intentaban pedir ayuda al
portero. Pero a pesar de todo no pudieron evitar que los franceses, hicieran lo
que quisieron. El desorden era total e incluso la oficialidad francesa se
aterró del abuso que estaban cometiendo sus tropas.
Y es que durante nueve días, el ejército francés se dispersó por la
ciudad derribando puertas y saqueando todas las casas. De entre los conventos
sólo medio se libró el Hospital de Jesús Nazareno, en donde el hermano Juan
Montilla, con toda probabilidad acompañado de la hermana Maria Aurora Hoyo, les
enseñaron a los invasores los enfermos del hospital que superaban en aquellos tiempos,
más de setenta personas entre ancianos y
ancianas.
Igual suerte de disgusto se llevarían las monjas Sor Mercedes Basallo,
del convento del Corpus Christi, Sor Josefa Jiménez, del convento de Santa
Clara, Sor Rosalía Cristo, del Convento de Santa Ana, Sor María Cañete y Sor
Rosario López, del Convento de la Encarnación. También en el Convento de las
Jerónimas de Santa Marta, Sor Catalina Cobos, Sor Teresa Merino y Sor María
Castillo, vivieron momentos muy difíciles. En los demás conventos se correría
la misma suerte.
En 1951, y después de la Semana Santa,
acompañé a Pablo García Baena, que como hermano de la Hermandad de Animas, fue
a hablar con las monjas de Santa María de Gracia, para poder guardar allí
algunos enseres de la Hermandad. Nos
atendió en el torno una monja muy agradable que me parece que el la llamó como
Sor Esperanza. Esta monja nos abrió la
puerta después de sentirse varios cerrojos y una tranca que aseguraban la
puerta. Entramos por una galería y salió a nuestro encuentro una monja algo
mayor (70 años), y que al parecer tenía un pequeño defecto en el pie izquierdo.
Pablo y la superiora iban un poco por delante de mi. Nos dirigimos a un patio
antiguo que había al fondo y que por los capiteles de las columnas debía de ser
Medieval. En todo momento nos acompañó
el sonido del “tilín-tilín” de su campanilla, que tocaba ella para que las
monjas guardaran su clausura. En el primer patio, se sorprendió Pablo, de que
había unos enormes macetones de cerámica, todos lañados, y sin escuchar lo que
Pablo le preguntara, si oí lo que la superiora le contestó: “¡¡ Los franceses,
los franceses !!” y es que le diría que los franceses hasta rompieron las
macetas.
Cuando salimos, de allí Pablo García Baena, se despidió de la monja
diciendo: “Gracias Madre Caridad” y entregándole lo que fuera en un sobre se
despidió. Ya camino de casa del poeta, que por entonces vivía en la Calle Hermanos López Diéguez,
en una casa que quedaba enfrente de donde luego estuvo el ambulatorio “18 de
Julio”. Entró en su casa para soltar un libro y realizado esto continuamos para
San Lorenzo.
EL AMOR QUE HUYE
Al pasar por la puerta de San Andrés, en ese momento se cruzó con una
señora alta de buen tipo y con el pelo gris-plateado, cogido en un moño. El dio
la impresión de que la conocía, pues la saludó con una inclinación de cabeza. Ella
se montó en su coche de caballos que la estaba esperando, y salió en dirección
para San Lorenzo.
En ese momento empezó a llover y no llevábamos ni paraguas ni nada, por
ello nos cobijamos en la puerta de lo que eran “LAS BODEGAS DIEGUEZ”, pero
viendo que nos seguía cayendo AGUA, optamos por meternos en “CASA LUCAS”, una
taberna que estaba en lo que hoy, es la Farmacia del Realejo, allí llegó Joaquín Ruíz Baena, y ambos se pusieron
hablar. Por esta conversación y mientras llovía bastante AGUA, me enteré que
aquella señora, del pelo “gris-plateado” era María de los Ángeles López de
Alvear, hija de los dueños de la Banca Pedro
López, y que casi semanalmente acudía a la Iglesia de María Auxiliadora, pues era
cooperadora salesiana.
Como seguía cayendo agua y no teníamos paraguas, permanecimos allí un
buen rato, y mientras Joaquín y Pablo, seguían hablando.
Comentaron que esta mujer se había casado en 1913, con el Conde de
Cañete de las Torres, don Antonio Velasco López-Zapata. La boda se celebró en la Iglesia de Santa Victoria,
colegio del que ella había sido antigua alumna. De casada se fue a vivir a la Calle Pedregosa, en una
casa-palacio, que hoy ocupan las monjas “Las Siervas de María”. Esta mujer en
1920, volvió a vivir en su casa de San Andrés, con su madre y sus hermanos. Al
parecer se había separado.
Fue Lucas, el tabernero, el que intervino en la conversación, añadiendo
que a esta mujer se le conocía por el apodo “El Amor que Huye”. Unos decían de que él novio la seguía a todas
partes con su coche detrás del suyo, pero fue Joaquín, el que dijo: “Lo del Amor que Huye”, se lo pusieron porque
en Córdoba se estrenó una obra de teatro que tenía ese titulo y que hablaba de
ciertas infidelidades.
Parece que dejaba por momentos de caer AGUA, y yo me atreví a salir
corriendo para mi casa, y ponerme allí a
buen recaudo.
Pasado el tiempo nos enteramos de que esta mujer era buena benefactora
en el Colegio Salesiano, pues ella era una de las personas que ayudaba a
costear la ropa que se le entregaba por Navidad a los alumnos más necesitados.
También en época de don José María Campoy, como encargado de las Escuelas
Populares, costeó varios años unas comidas que se daban a la gente necesitada del
barrio. Quien sabe de esto, era la persona que ayudaba a repartirla, que no era
otro que José Carmona, alias “El Cebollita”.
Luego en casa de Alfonso González Román, “El Droguero de San Lorenzo”,
nos enteramos de que la Banca Pedro
López, fue adquirida por el Banco Popular Español, en 1956. El padre del
“Droguero”, Antonio González, al que en la Banca Pedro López, apodaban
como “El Séneca de los números”, fue la persona encargada por la familia de los
López de Alvear, para cuadrar los números finales de la operación de venta.
Después de dejar la Banca,
éste hombre, siguió llevando los asuntos económicos de los Pedro López.
Hay que decir que los López de Alvear, eran los dueños de los dos
mejores casinos que había en Córdoba. Uno era el Circulo de Labradores, y cuya
propiedad se extendía hasta la esquina del Gran Teatro. El otro era el Circulo
Mercantil. También esta familia fue la que urbanizó la mayoría del terreno en
el que se construyó “LA
CIUDAD JARDÍN”, que conocimos. Como detalle anecdótico tenemos
que decir de que esta familia mantuvo una cuneta corriente en el Banco de
Andalucía, con el nombre de ALBENIZ.
El Banco Popular tras la compra en el 1956, inicialmente continuaron en
las mismas instalaciones de la Calle
Carreteras, luego se trasladaron al edificio que construyó
Federico Valera Espinosa, en la Calle Cruz
Conde. En la esquina de la Calle Pastores,
se instaló el nuevo Banco, en la otra esquina de Conde de Robledo, se
instalaría “CALZADOS SEGARRA”, que a decir de Ignacio Nocete, fueron los que
cambiaron el mercado de los zapatos. En el centro del Edificio, se habilitó un
moderno local para Sala de Fiestas o similar, y fue dotado de las primeras
escaleras eléctricas que se instalaron en Córdoba.
El Conde de Cañete de las Torres, fallece en febrero de 1954, el año en
que cayo una nevada importante en Córdoba. Don Antonio Velasco López-Zapata,
disfrutaba en la Capilla
de la Natividad
de la Virgen,
de la Catedral
de enterramiento comprado por su madre en 1901. Murió a los 64 años de edad.
María de los Ángeles López de Alvear, murió en abril de 1969, y fue
enterrada en el panteón familiar del Cementerio de la Salud. Murió a los 74 años. Un
día don José María Izquierdo, encargado de los gratuitos de los salesianos, nos
comentó que esta mujer costeó las distintas fuentes de chorros múltiples con
cabeza de leones, que sustituyeron a aquellos penosos y casi siempre grifos
rotos que había en los patios del Colegio.
Mientras esta mujer moría en Córdoba; en el Parador de Jaén, escribía
sus memorias un retirado general Charles De Gaulle, que había perdido la
confianza de su pueblo y se puede decir que fue arrastrado por aquella enorme
“OLA DE AGUA”, que supuso el Mayo del 68.
El 8 de agosto de 1981, Gregorio Marañón Moya, recordaba en el “DIARIO
EL PAIS”, la visita que en 1970, hizo a España el General Charles De Gaulle.
Entre otras cosas, quería conocer el Museo del Prado, y algunos lugares en
donde los guerrilleros españoles y el
general Wellington derrotaron a los franceses en nuestra guerra de independencia.
También visitó algunos pantanos de la cuenca del Guadalquivir. Finalmente tuvo
la cortesía de visitar al general Franco, al que quería conocer en persona. Cumplido
éste trámite, quiso retirarse a descansar en la Finca “EL Cigarral Los Dolores”,
propiedad de la madre de don Gregorio. Fue el ministro Alberto Castiella el que
le pidió a Marañón que fuera al “Cigarral los Dolores”.
La familia de los Pedro López como banqueros, eran enjuiciados criticados
por los usuarios como un tipo de banca dura,
al estilo del que se nos presenta en la película ”MARI POPINS”, estrenada en
1964. Allí te cobraban al parecer hasta el agua del botijo, que llevaban
rotulados con el nombre de la banca. Y en cuanto a su movilidad para los
negocios, el servicio de autobuses constituía para ellos el vehículo básico que
utilizaban para sus desplazamientos, pues la mayoría de los hermanos no tenían
ni tan siquiera carnet de conducir ni coche.
Siguiendo con los franceses diremos que del saqueo que llevaron a cabo
no se salvó a nadie, pues hasta el obispo de la ciudad Pedro Antonio de
Trevilla (1805-1832), tuvo que salir huyendo saltando por la tapia posterior de
su palacio. Pero cuando se creía a salvo, fue apresado y maltratado. A pesar de
ello, a éste obispo se le acusó de “afrancesado” por varias circunstancias: Por
una famosa “pastoral”, en la que llegó a pedir Cortes a favor de José Bonaparte
y creer que no se identificó con las Cortes de Cádiz.
Actualmente se está elaborando una tesis doctoral de estudio sobre el
posterior “afrancesamiento” de este
obispo, y la autora, a base de mucha investigación y arduo trabajo intenta
demostrar toda la verdad sobre este hecho. Por cierto a este obispo cuando se
le pasó el disgusto de los franceses, se le ocurrió instalar en el desierto de
Belén (Las Ermitas), un sillón de piedra mirando hacia Córdoba y que los novios
tienen por costumbre meter su dedo anular en una hendidura que tiene a ras del
asiento, como augurio de una buena boda.
En España, la
única ciudad que desde primera hora contó con la dotación de un ejército
organizado fue la ciudad de Cádiz, la “Tacita de Plata”, se destacó en esta
contienda por muchas cosas. En primer lugar evitó que el general inglés
Welliton, la ocupara después de su interesado ofrecimiento. Efectivamente el
general inglés le pidió al general Castaño, que ellos ocuparan la ciudad de
Cádiz, mientras el ejército español salía a combatir a los franceses. Con esta
negativa ante el ofrecimiento del general inglés, posiblemente se evitó la
posibilidad de “otro Gibraltar” dentro de la misma España.
El día del
Corpus de 1808, el general Dupont ordenó la evacuación de Córdoba. Los
soldados, temerosos de la reacción del pueblo, huyeron a toda prisa, agarrados
al enorme botín que habían obtenido en la ciudad. Los cordobeses corrían tras
ellos y se unieron al general Castaños, en busca de venganza. En Bailen el
ejército francés, que avanzaba con cierta dificultad por la caravana de carros
que arrastraba, fue derrotado por el general Castaños y ahí empezó a forjarse
nuestra guerra de independencia.
Como hemos
dicho, las autoridades cordobesas quisieron celebrar la marcha de los franceses
de Córdoba, inaugurando una preciosa fuente en la Plaza de San Rafael en 1809.
Antes hemos dicho que lo único que los franceses no se llevaron fue el AGUA,
pero viendo la fuente de San Rafael, da la impresión de que si se la llevaron.
Es curiosa la comparación del agua que fluye por las “FUENTES CORTINAS” del
Paseo del Vial Norte, y el agua que ni se ve caer en el pequeño caño de la Fuente de San Rafael. Le
pedimos al Ayuntamiento que por favor la única fuente que hay en el barrio,
eche al menos agua que se pueda beber, pues tiene un pobre chorro que no cae,
sino que lame la pared.
Y a los que
hicieron la edición del libro “LAS FUENTES DE CORDOBA”, le recordamos la
palabras del eminente arqueólogo MICHELE PICCIRILLO, en el sentido de que “Si a
un mosaico antiguo, le quitamos un trozo, le hurtamos un pedazo de la historia,
que nos quiere reflejar dicho mosaico”.
A este respeto tenemos que lamentar que en el citado libro de la “Fuentes
de Córdoba”, se ha omitido la fuente de pilón negro que fue testigo fiel de
todo lo que aconteció en la
Plaza de San Lorenzo desde 1734 a 1963. El libro está
muy bien adornado con poesías y frases muy bonitas, pero tiene omisiones
lamentables como es el no citar para nada a José López Amo, el hombre que puso
en orden los papeles del agua de Córdoba dentro del Ayuntamiento.
OTRAS COSAS DE AGUA
Su
cuerpo bonachón, siempre imbuido en un mono azul a tirantes, lo delataba, más
que su enorme y gran estatura, estamos hablando de Félix Merino Merino, el hombre que empezó
trabajando en las obras de la Universidad Laboral de Córdoba y terminó siendo
el empleado responsable de la estación depuradora de agua. Esta bombeaba todos
los días del canal del pantano del Guadalmellato, el agua necesaria para las
tres mil personas que allí pudo haber, incluyendo, piscinas, servicios, riegos
y todo lo necesario para que unas instalaciones modernas pudieran funcionar con
calidad de vida. El agua que diariamente se trataba en aquellas instalaciones,
hubiera llenado unas pocas veces el Aljibe del Patio de los Naranjos, que
tienen una capacidad de 700.000 litros.
Afortunadamente,
nunca que se sepa, pasó nada en orden a la salud por el tema del agua, y eso,
da una nota muy buena al señor Merino,
Ya
que hemos hablado del Patio de los Naranjos tenemos que decir que en el 2005, y
en una tarde lluviosa, cayó una tormenta de mucha intensidad que inundó la zona
de paseo del citado Patio de los Naranjos. Dicho paseo en toda su extensión
acumuló AGUA al modo de una piscina con una altura de 0.35 metros. de altura.
El AGUA de esta piscina que se formó en el Patio de forma circunstancial, hubiera
llenado varias veces el Aljibe del Patio del citado Patio.
Hay
que tener en cuenta que a poco que llueva en Córdoba, y con una precipitación
de 10 L/m2 de forma instantánea, el AGUA
que se vierte al Patio de los Naranjos, es del orden de los 60 litros por segundo.
EL AGUA EN CENEMESA
Eran
los años de 1964, y a la fábrica Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica,
se entraba por la misma puerta de SECEM. Sólo al final de aquella carretera
muchas veces atravesada por un tren lleno de “Catados” y “Ánodos” de cobre, que
venían del yacimiento de Riotinto-Huelva,
y que se veían rebosar por el borde de los vagones.
Al
llegar al final de la carretera jalonada de frondosos plátanos orientales, se abría un fichero a la derecha, a donde
había colgadas unas 3.000 fichas metálicas y redondas, que se correspondían con
el número de trabajadores que había en le Electro Mecánicas. Anexo a este
fichero estaba el botiquín en el que don Luís Gala, ejercía como médico de
empresa. Éste don Luís era el padre de Antonio Gala, el autor que escribió la
serie “SI LAS PIEDRAS HABLARAN”, serie cultural de TVE, que debutó en la
pequeña pantalla el 30 de octubre de 1972. Este programa fue presentado por
Natalia Figueroa.
Uno
de los programas que más gustó era el que mencionaba a la Fuente de la Piedra Escrita, sus piedras,
sus leones, fueron protagonistas en aquel programa. Si las fuentes hablaran,
estas dirían todo lo que ocurrió en torno a ellas.
Por
las tardes noches acudían allí muchos hombres en edad de trabajar que esperaban
charlando y fumando a que llegaran los “cortijeros” para contratarlos. Aquello
era como una bolsa de trabajo casi a diario.
Se
dice que cada león de esta fuente recibía el agua de distintos lugares. Uno, el
“Caño Bueno” era alimentado desde el venero de la Fuensantilla, el otro
el “Caño malo” era alimentado por las aguas potables. Este león hubo de ser
restaurado por Rafael García Rueda, en octubre del 1982. Los arrieros y los
piconeros que entraban por la
Puerta el Campo, saciaban la sed en esta histórica la fuente.
Allí se colocaba la cartelera del Cine
Florida.
Y
siguiendo con el Fichero de la Electro Mecánicas, diremos que a su izquierda se
encontraba el fichero de CENEMESA, empresa que sería fundada en terrenos
propiedad de la propia Electro Mecánicas, el 18 de junio de 1930. El Consejo de
administración de la
Electro Mecánicas, vio una gran posibilidad de negocio en la
reparación y fabricación de motores, en una nave que ellos tenían al sur de sus
instalaciones y junto a la vía de Málaga.
Nada
más entrar al Fichero de CENEMESA, con lo primero que te tropezabas en aquellos
tiempos de 1964, era con Miguel Vázquez, el estoico jefe de los guardas jurados
y listeros, y al Listero Antonio Madueño, el
que por su estrecha relación con la Hermandad de los Dolores, había colocado en el
fondo del fichero, el cartel de la
coronación canónica de la
Virgen de los Dolores que se iba a celebrar el 9 de mayo de
1965.
Este
detalle hubiera sido impensable en la actual ABB, pues cuando llegó a Córdoba,
lo primero que hizo fue suprimir hasta el crucifijo, que siempre hubo en el antiguo
botiquín.
Nada
más entrar a la fábrica se oía perfectamente EL AGUA, del caudaloso pozo con el
que contaba la fábrica. Este pozo tenía un caudal de 6 litros por segundo y se
bastaba y sobraba para las necesidades de las instalaciones.
EL AGUA APAGA EL FUEGO
Pero
hablando de AGUA, en un día de el año 1964, se declaró un incendio en la zona
llamada de la “Chatarra”, lugar próximo a donde estaban en espera para su expedición,
equipos y embalajes de algunos transformadores. Igualmente se almacenaban allí unos
300 bidones de aceite para los transformadores, además de otro material
combustible; tales como ácidos, pinturas y lacas. Aquel fuego fue espectacular
y el director de fábrica, tan orgulloso siempre, quiso valerse de sus propios
“bomberos” que a las órdenes de Miguel Vázquez, solían practicar durante todos
los domingos del año. Por ello se empecinó en no llamar a los servicios
públicos y municipales.
Como
director de “operaciones” se podía ver por allí a don Tomás López Mezquita, que
por aquellos tiempos había sido elevado al cargo de subdirector. También un
joven Jefe de Personal, que acababa de sustituir al legendario Manuel Jaén
Lacalle, se dejó notar en medio del fuego. De igual manera hubo bastantes
trabajadores que se destacaron en atajar este incendio. José Luís Muñoz Baena,
hizo una simpática caricatura de José Roldán Moreno, “El Chatillo”, gran
profesional y mejor persona, al que se
le nombró cariñosamente como bombero del año.
Al
final, personas como Pedro Reina Ramírez y su inseparable “Bartolo”, que
conocían la fábrica por los cuatro costados, hicieron ver a la gente, que por
medio de la fábrica pasaba el canal de riego; que desde los Olivos Borrachos, y
viniendo parejo a la vía de Málaga, cruzaba la fábrica para acceder a las
fincas de regadío colindantes con ella. Aquella palabra mágica de ¡¡AGUA, AGUA!!,
expresada por “Bartolo”, fue suficiente para que todo el mundo con cubos y
recipientes apagaran el fuego. Otra vez el AGUA, era protagonista.
Luego
el eficiente y fugaz ingeniero Pascual Gañan, como responsable de fabricación,
eliminó el almacenamiento de bidones, habilitando para ello unos grandes
depósitos de plástico duro, que varias veces intentaron sabotearlos con falsas
aviso de bomba en los mismos depósitos. Este hombre realizó buenas cosas en
fábrica de transformadores, contando para ello con un equipo formado por
Enrique Repullo, Morillo Velarde y Manuel Aranda. Al final el señor Gañan, se
marchó a la empresa Calmante Vitaminado, que por aquellos tiempos prometía
mucho.
LAS CRISTALERAS
Los
que pudieron presenciar perfectamente el incendio fueron los delineantes de
transformadores, desde los ventanales de su Estudio, que estaban perfectamente
orientados hacia aquella zona posterior de fábrica. Obviamente al lado de la
enorme cristalera estaban los puestos de trabajo de: Benito Castilla, Morillo
Velarde, Rubio Jaraba, Martínez Pérez, José Murillo, Luís Salazar, Leiva Prats,
etc. etc. Todos ellos grandes profesionales.
Aunque
lo suyo eran los motores, en el Estudio de Transformadores, tuvo su mesa de
Jefe de Sección, don Manuel Ocaña Jiménez. Aquella mesa, aparte de resolver las
consultas técnicas que el personal le planteara, era un “AULA PERMANENTE”, para
todo aquel que quería saber algo de Córdoba.
Todo el que se acercaba a aquella mesa, aprendía algo. En una ocasión y
hablando con Andrés Muñoz Fuentes, al
que apreciaba mucho, le oí una frase que es para enmarcarla:
“LOS ÁRABES CONQUISTARON CORDOBA, POR SU
RIQUEZA EN AGUA, Y POR QUE TENÍAN UN PUENTE PARA HUIR”,
Y
luego matizó lo del puente diciendo, de que en la
Edad Media, desde la desembocadura del río
Guadalquivir, éste puente de Córdoba, era el único que había. En cuanto a la
abundancia de agua, nos refirió que viajeros árabes, sin organización, que ya
mercadeaban por aquí en los últimos tiempos de los visigodos, había tomado
buena cuenta de ésta circunstancia. Ellos ya hablaban de que encima de la Sierra había un gran
yacimiento de agua.
Con
don Manuel Ocaña, tuvimos la suerte de realizar algunos viajes con el Grupo de
Empresa; recuerdo uno que hicimos a la Alhambra de Granada, fue colosal, y completísima
sobre todo al hablar del AGUA, del Monumento. Luego en el plano anecdótico nos
indicó que el “MARJAL” medida agraria que se empleaba por la vega de Granada,
equivale a la superficie del Patio de los Leones. También nos indicó que a los
Hermanos García Rueda, le habían encargado unos leones para sustituir a los
originales que iban a ser restaurados. Era el año 1969.
Y hablando
de lo que fue Córdoba, solía decir: “Mientras Madrid era un simple arrabal,
Córdoba ya era una de las ciudades más importantes del mundo”.
LA PARABOLA
DEL DEPOSITO DE AGUA
Dejamos
a los delineantes y al señor Ocaña Jiménez, y nos vamos al taller de
Aparellaje y a su Sección de Mecanizado,
era el año 1964, y por el taller apareció un periódico de la Juventud Obrera,
que alguien había repartido por la sección. Aquel periódico traía en su segunda
página y con dibujo incluido, “LA PARABOLA DEL DEPÓSITO DE AGUA”, Este trabajo de critica social fue escrito
por E. Bellamy, y en sus comentarios criticaba la dinámica del Capitalismo, que
con el achaque del Mercado, estafaba al trabajador de forma permanente.
Efectivamente
en la parábola se relata la forma de trabajar de un obrero que se tira todo el
día transportando “CUBOS DE AGUA” para llenar el depósito de la empresa, por lo
que recibía una soldada de VEINTE PESETAS. Luego cuando el trabajador necesita
el agua para beber y vivir, resulta que se la tiene que comprar a la empresa
dueña del depósito, al precio de DIEZ PESETAS el vaso. Esta enorme
desproporción entre “LO QUE TE PAGABAN Y LO QUE TE COBRABAN”, es el motivo
central de la citada critica.
Aquí
vemos que el agua de “AQUEL DEPOSITO” se empleó para encender a la gente que
llegó a leer aquel periódico. Porque aún no estaba todavía desarrollada la máquina
copiadora (Xeros), que si no, todo el mundo tiene una copia de dicha parábola. Pero
a pesar de esta circunstancia fue mucha la gente que leyó este periódico.
COMISIONES OBRERAS
Ya
lo he dicho varias veces, pero en aquella época correspondió a Balmón Castell y
Luís Rodríguez, fundar la primera célula de Comisiones Obreras en Córdoba, que
no se adjudique nadie ese invento. Esto ocurrió en la taberna-sacristía de la
Iglesia de Santiago.
A
este respecto en una ocasión Antonio Núñez Magaña, que para mi fue una de las
personas más honradas que ha habido en fábrica, nos decía sobre este asunto:
“En
un principio, el objetivo del partido
comunista no era otro que aprovecharse de la misma estructura de los Sindicatos
Verticales, y solamente darle el giro político, que al partido le interesaba. Para
ello, se proponían dominar los Consejos de Trabajadores. En Córdoba, éste labor la llevarían a cabo el
compañero Balmón Castell, en la Electro Mecánica y Manolo Rubia, en la Westinghouse. Ellos
eran los encargados de llevar a cabo esta transformación. Luego se nos adelantó
la buena iniciativa de Comisiones, y el partido comunista nos ordenó que
fuéramos a por ella, y nos metiéramos hasta en sus alacenas.”.
El
17 de octubre de 1976, les cayó una lluvia de palos a los que disfrazados de
aficionados del Córdoba, llegaron a Jaén, incluso con camisetas del Córdoba.
Eran unos 200 autocares enarbolando
banderas del Córdoba. Pero la lluvia de
palos, carreras, y tropezones, empezó cuando los “falsos aficionados”, abrieron
sus banderas rojas del partido comunista, e incluso unas pancartas en las que
podía leer: “DOLORES Y CARRILLO A MADRID”.
Entre la feria de San Marcos, el partido de fútbol, y la manifestación,
se formó un caos. Hasta Ignacio Gallego fue detenido y eso que fueron todos a
recibirlo.
EL ESPECTACULO DE AGUA Y LUZ
Tuvimos
la oportunidad de poder contemplar el programa de “AGUA y LUZ” que se realizó
sobre los restos del templo romano. Era impresionante escuchar a Paco de Lucia
sobre impresionado en el fondo mágico y
único que aportaban columnas y capiteles romanos. Al son de la guitarra, el haz de luz ascendía
de forma rítmica por las columnas y llegaban hasta el capitel, buscando quizás la
libertad del cielo siempre al encuentro con el gran maestro de Algeciras.
Bonito,
espectacular, pero bueno sería recordar también aquí, que al igual que a don Félix
Hernández, a García Bellido y Samuel de los Santos, artífices y descubridores
del hallazgo arqueológico, también hubo unos sencillos canteros como Pepillo,
Flores, Enrique Pareja y Pedro Pareja, que realizaron el trabajo de poner en
planta aquellas columnas, labrándole las mediacañas que a lo largo de toda la
columna llevan estas columnas de réplica.
Efectivamente,
las columnas originales estaban cuarteadas a pedazos, como por ejemplo los
trozos que hay en el jardín de las Doblas, y en otros lugares. Para reconstruir
y poner en exposición el yacimiento, se llamó a Rafael Morita, para que hiciera
los moldes adecuados de las columnas, y luego se hicieron de un hormigón
ligero. Pero los surcos o mediacaña que corren de arriba abajo de la columna,
fueron realizados en su mayoría por estos tres canteros, los cuales tuvieron
necesidad de montar los correspondientes andamios. Se dice que el yacimiento fue descubierto en
1951, pero yo tengo que decir que mi hermano solía ir al Ayuntamiento todos los
meses, acompañando a mi abuelo allá por los años (1945-1947), para cobrar una
especie de subsidio que le pagaban y ya vio él por aquellos tiempos a Pedro
Pareja y otros canteros, trabajar allí dando golpes con su cincel.
Me contaba Perico Pareja, el hijo de Pedro
Pareja, que para darle sentido de antigüedad a las columnas y a las ranuras media-caña,
lo hacían con un barniz muy especial. En una lata cualquiera echaban un puñado
abundante de clavos y allí se orinaban y completaban el resto con agua. A la
semana tenían un barniz que simulaba perfectamente la antigüedad.
Precisamente
el más bajito de los canteros, a Pedro Pareja, estuvo a punto de arrollarle el
Lic. Valverde, dueño de la entonces
farmacia de San Pablo, que cuando el cantero se iba para su casa y se
acercó a beber en la
Fuente-Farola que había enfrente de la Iglesia de San Pablo, el
citado farmacéutico montado en su flamante SEAT 600, le dio por “gatear” por la Farola-Fuente. Del encontronazo, el agua
empezó a fluir por San Pablo para abajo y llegó hasta “LA COCINA ECONOMICA”,
que estaba ubicada al lado de Máquinas Sigma, la inicial tienda de Mónico
Carrasco.
Los
esparteros hermanos Estévez, fueron testigos de todo esto, y de algunas cosas
más. Por cierto a ellos por poco y en una de sus tiendas, no se le mete el
autobús que al dar la vuelta, para encarar San Pablo para abajo, se metió en la
confitería que hubo en el local en donde ahora se halla una compañía de
seguros. Luís Castillejo, el relojero, que estaba en el local de más abajo,
notó incluso como los relojes se le pararon del golpe. El autobús que se
empotró en la confitería, llevaba en su parte posterior una pancarta con el
anuncio de “REBECA”, película que se estrenaba por aquellos días en el PALACIO
DEL CINE.
HELICOPTERO AL AGUA (1954)
No
se trata del avión que de forma misteriosa pasa todas las noches a eso de las
12. No, se trató de un helicóptero, que con 3 americanos a bordo, realizó un
aterrizaje de emergencia junto a los Peñones de San Julián, muy cerca del AGUA. Aquello se cundió por Córdoba y sobre todo la
gente de los barrios cercanos acudimos allí para presenciar aquel “aterrizaje”.
Los americanos, ataviados con unos extraños trajes, que para nosotros eran
totalmente desconocidos. La prensa se
hizo eco de aquello y la gente joven disfrutamos de estar a la orilla del río, incluso
llegamos algunos a meternos en el AGUA,
a la altura de las corrientes.
Los
que no se alteraban por la gente ni por nada, eran los inquilinos del Puente de
Santa Matilde, que a plena luz del día y con muchos que pasaban por allí, ellos
se entregaban a sus caricias y a todo lo que les daba la gana.
Estando
allí con aquella novedad, vimos una humareda por encima del Puente y pudimos
ver como hacían carbón con los troncos de los tarajes que allí abundaban, allí
pude ver a una persona que conocía y se trataba del abuelo paterno de la dueña
del Bar los “CINCO PUNTALES” que vivía en la Calle El Cristo, otrora comunicada
con la Calle Roelas. De vuelta para San Lorenzo, nos paramos en el almacén de
materiales de construcción de Sebastián Cuevas, que tenía a espaldas de los
pisos de la Lastra. Luego
nos llegamos por el venero que había hacia la zona posterior a la Ermita de Los Mártires, y
al que se accedía por un agujero que había practicado en la pequeña muralla que
cerraba la zona de la Ermita
hasta el Molino de Martos.
SE ACABO HASTA EL GUA
En el año 1984, se
celebró en el patio verde del Colegio Salesiano, un magno festival flamenco
organizado por la PEÑA
CAMPO DE LA
VERDAD, en ese festival actuaron muy buenos cantaores, pero
destacó de forma especial la actuación de “CAMARON DE LA ISLA”, el lleno fue
impresionante, con el cartel de: “NO HAY BILLETES”, incluso hubo entradas falsificadas.
Con un clima
espectacular, era el mes de Agosto, la gente acudía al ambigú que se instaló en
el fondo opuesto al escenario. Y según el encargado de dicho mostrador que era
atendido por 6 personas, se había acabado todo incluso hasta el AGUA.
Recuerdo que
comentándole dicho festival a Manolo Flamil Cañete, este me opinó sobre el
cante de Camarón:
“Los demás cantaores ponen en escena su arte y su maestría, pero Camarón
cada vez que canta, es como el torrente de AGUA de un río nuevo que va abriendo,
surcos inéditos e inesperados”.
EL AGUA EN LA MILI
En
el reemplazo de 1965, nos tocó ir para Cerro Muriano, que entonces se llamaba
CIR Nº 5, recuerdo que después de pasar no se cuantas veces listas en la Zona de Reclutamiento, nos
llevaron al Cuartel de Infantería de Lepanto, para pasar la primera noche.
Pasada
la noche como pudimos en aquella compañía del Cuartel, nos llevaron a la cocina
en donde nos dieron un café del tipo “Mete y Saca”. Era el mes de marzo, y
llovía con fuerza y ganas. Tengo que decir que nos llamó la atención aquel
campo central con su albero perfectamente limpio y conservado. Por aquellos
pórticos anduvimos toda la mañana de un lado para otro recogiendo la ropa
reglamentaria. Una vez con ella dentro del macuto, no nos separamos de él ni
para comer. Al mediodía nos llevaron al
comedor para hacer la comida del mediodía que estuvo muy aceptable.
Sin
apenas darnos tiempo de hacer la digestión llegó un cabo que se llamaba “Corvillo”
que al estar lloviendo nos formó en una de las galerías del patio. Ya que
estábamos formados, el teniente se permitió una broma con la lluvia. “Como no hay paraguas para todos, tendremos
que ir todos sin él”.
Lloviendo
todo lo que podía y más, nos dirigimos a la Estación de Cercadillas. Al llegar a la Estación en medio del
aguacero, entramos apresuradamente en aquel tren, sin mirar apenas los vagones,
una vez dentro, empezamos a sospechar de que aquel tren, debió ser pionero en
la época del “CARRETA. Como pudimos, nos acomodamos en aquellos asientos de
madera, mientras seguía lloviendo a cantaros. De un coche se bajó un empleado
de RENFE, que por el uniforme que llevaba, tendría un cargo similar al de Jefe
de Estación, y después de recibir un sobre con documentos del teniente, le dio
la salida al tren.
Arrancó
el tren y sólo nos despidieron algunas “inquilinas” de Cercadillas, que con
unos impermeables muy vistosos, miraban como aquel tren cargado de reclutas
partía para el Campamento CIR nº 5. Al
pasar por la zona del Brillante, vimos la cola de coches que se había formado
en el Paso a Nivel, que cruzaba la misma carretera y también nos hicieron
sonoras palmas. Nos adentramos ya por el
campo, en lo que hoy es la
Avenida del Escultor Fernández Márquez, y que por aquellos
tiempos era “LA
PARILLA ELECTRICA”, de allí pasamos por el Puente de Hierro
de la Palomera,
y pudimos presenciar como algunos arroyos vertían sus aguas en el arroyo de
Pedroches, que venía bastante crecido.
Cuando
la vía se empinaba, la marcha de aquel tren era lenta de desesperación.
Seguramente, porque estaba lloviendo mucho, sino, seguro que nos ordenan
bajarnos para empujarle. Uno de los maquinistas con un capote amarillo sobre
los hombros, empezó a echar una especie de arena a las ruedas de aquella
máquina. Con cuatro horas de recorrido,
llegó la máquina a la
Estación del Muriano, y seguía lloviendo.
Nos
mandó el teniente formar, y bajo la lluvia, pasó una rápida lista, y enseguida
nos dirigimos para el campamento. Atravesamos la carretera y cogimos un camino
que empezaba en donde había una pequeña Iglesia abandonada que fue construida
en 1911, para atender a la colonia minera que allí surgió. Cogimos una senda en
donde se apreciaban algunas minas de cobre abandonadas. Después de pasar por
multitud de charcos y riachuelos, llegamos al “Cortijo”, que era la entrada del
Campamento. Allí nos recibió un comandante al que le colgaba un brazo de forma
flácida, y que después de hablar con el teniente en una especie de despacho que
allí tenía, salió el teniente y ordenó de nuevo la marcha. Allí nos enteramos
de que íbamos al primer Batallón.
Cruzamos
todo el campamento y cerca de una edificaciones muy provisionales, estaba
nuestra compañía. Allí se volvió a pasar otra vez lista, y bajo una tremenda
lluvia, nos iban adjudicando “Chabola”.
Nos
tocó la primera compañía, de la que era capitán un tal Giraldez, luego el
teniente de la sección era José Villalonga, y el cabo 1º, era un tal Pilo Sanz.
En realidad el cabo 1º, fue el mando que
más bregó con nosotros. La compañía al estar en pendiente, bajaba por medio de
ella un acelerado riachuelo de AGUA.
En aquellas chabolas se
juntaban doce jóvenes, cada uno de su padre y de su madre y para colmo cada uno
de su barrio. Había 6 literas dobles, en donde dormían 11 soldados reclutas y
un cabo veterano, que estaba al mando del grupo. El primer cabo que tuvimos en
aquellos meses se llamaba “Horrillo” que tenía una obsesión enfermiza por la
vela, ya que era la única luz que teníamos para alumbrarnos de noche. Quizás
por falta de carácter para tratar al grupo, fue sustituido por uno que le
decían “El Carloto”. Este cabo tenía obsesión por la marcialidad y las voces de
mando.
EN LA CHABOLA:
En la primera litera
de la izquierda, la ocupaban: Ángel Márquez, de Villanueva del Duque, y
Bernardo Moreno, de Córdoba. En la segunda, Rafael González y Antonio Martínez,
ambos plateros y de Córdoba En la tercera, Joaquín Martos y José Luís Thous,
ambos de Córdoba; estos se puede decir que eran los auténticos señores de la chabola. En la cuarta, Miguel
Mújica y el cabo Horrillo, uno de Espejo y otro de Castuera. (Badajoz) En la
quinta, José Mendoza y Rafael Mendieta, ambos de Córdoba y del Campo de la Verdad. En la sexta, M. Estévez
y Juan Membríves, de Córdoba y la
Rambla respectivamente.
En la primera clase
de instrucción que nos dieron, se nos presentó a los dos cabos primeros que íbamos a tener. Uno era Pilo Sanz
y el otro era Sánchez Puebla. Pero sobre todo fue el tal Pilo Sanz, el que
asumió el “mando” de la compañía En realidad en los campamentos y en la
instrucción militar de aquellos tiempos, correspondía a los Cabos primero, todo
el poder y el mando. Los sargentos apenas si los vimos. Para cualquier recluta
un cabo primero en el Campamento, se nos antoja un general, ya que tenían sobre nosotros el mando total
En
la compañía había chabolas con distinto nivel escolar y profesional y abundaban
algunas con jóvenes jornaleros del campo.
Lo
primero que se nos enseñaban era el conocimiento del mosquetón, en todos sus
elementos básicos, y la verdad que a algunos reclutas, por nervios, no eran
capaces ni de articular palabras para explicar el dichoso mosquetón. Tal era el
caso de José Trassierra González, que siendo una excelente persona para todo,
no era capaz ni tan siquiera, de articular palabra en referencia al mosquetón.
Eso le costaba todos los días, el irse arrestado para cortar leña a la
panificadora. Incluso él se adelanta y solía decir; “Me voy a la panificadora”. En este aspecto el
Cabo primero, no tuvo ningún tacto, ni comprensión con este compañero. También
la falta de experiencia del propio cabo primero, le hacía comportarse como un
ser totalmente impenitente en esta reiteración.
En
el campamento cada dos por tres, se hacían ensayos generales de todos los
batallones e incluso tocaba la música de “Ya está aquí el pájaro…………” que era una música que anunciaba la llegada
del general que iba a presidir la ceremonia.
El
Campo de la Parada
Militar, era mimado por los militares e incluso había un
comandante que era el responsable de su cuidado y mantenimiento. En aquel año
de 1965, el responsable era el comandante Sevilla.
A
mediados del mes de mayo, era viernes y todos los cerros que nos rodeaban
amenazaban tormenta, cosa muy frecuente a decir de los veteranos. Ya por la
mañana habíamos estado ensayando un simulacro de Parada Militar, pues el sábado
nos visitaba un general de brigada y había que hacerle los honores. Nada más
terminar de comer empezó a sonar una tormenta algo aparatosa, y al momento cayó
una tromba de agua impresionante, el campamento estaba rodeado de arroyuelos
que de inmediato empezaban a parecerse a ríos de verdad. De pronto llega el teniente Márquez, y pide
voluntarios para proteger de la inundación el Campo de la Gran Parada, que para
los militares era como el Gran Salón de su casa. Allí acudimos un montón de
soldados, pero ya había bastantes más, que con piedras y sacos terreros, estaban
subiendo el margen izquierdo de un arroyo que pasaba junto al Campo y amenazaba
con desbordarse. Entre truenos y relámpagos, la tormenta estaba descargando
prácticamente encima del campamento, y daba hasta miedo. Allí estaba el comandante Sevilla, muy
alterado, dando órdenes sin parar, pues el Campo estaba a punto de inundarse.
El agua bajaba por aquel torrente arrastrando ramas y toda clase de objetos
abandonados por los soldados. De forma sorprendente y cuando más arreciaba la
tormenta, el caudal del torrente empezó a bajar y todos sorprendidos empezamos
a mirar para arriba sin explicarnos lo que estaba pasando.
Entonces,
todos extrañados, nos dio por mirar cerro-arriba, y vimos bajar a un recluta,
con un pernil del pantalón arremangado, la camisa fuera, sin gorro y con una
azada al hombro, y empezó a gritar:
¡Ya
está arreglado, ya está todo arreglado! , no hay que preocuparse.
El
comandante Sevilla, principal interesado en el asunto, le preguntó:
¿Qué ha hecho usted?
-Nada,
le contestó el soldado, eso lo he hecho muchas veces en mi campo. Cuando llueve
mucho y hay peligro de correntía, nos vamos a la cresta de la cuesta, y allí
hacemos un hoyo muy grande, y de golpe rompemos la pared de dicho hoyo, y el
agua hace un remolino y se desvía la mayor parte para otra pendiente.
Al
comandante Sevilla, le faltó poco para darle un beso a aquel sencillo recluta
de un pueblo de Extremadura, al que casi todos los días de instrucción, el cabo
1º Pilo, le arrestaba a cortar leña para la PANIFICADORA. Se trataba de José
Trassierra González.
El
sábado por la mañana amaneció un día precioso y los militares lucían todos sus
mejores uniformes para la Gran Parada. Allí en
aquel campo estaban los 5 batallones formados, con sus comandantes al frente.
Se estaba esperando a que llegara “El pájaro” que era el general que iba a
visitar el campamento. Poco antes de que sonara el “Ya está aquí el pájaro, ya
está aquí el pájaro….” En ese momento, el comandante Navarro Mancebo, enterado
de la buena acción de este soldado, sin alterar la formación preguntó en voz
alta:
¡¡QUÉ
TRASSIERRA , SALE EL MOSQUETÓN!!
A
lo que el recluta con toda la naturalidad del mundo le contestó:
-¡¡CLARO
QUE SI MI COMANDANTE, POCO A POCO, LE VA LLEGANDO EL GUSTO A LA BURRA!!
En
medio del AGUA de aquellos días, esta fue la anécdota, de un recluta de una
aldea cercana al pueblo extremeño de CASTUERA,
que paradójicamente era casi todos los días castigado por no saberse el
mosquetón, y sin embargo fue el recluta que salvó el campo de instrucción de
una inundación. En aquel campamento después de la Jura de Bandera, nos hicieron
un examen psicotécnico de cara a los destinos. Recuerdo que en Mayoría aquel
soldado le permitieron el destino que el quiso.
Cuando
llegamos a Córdoba, a la Base
y Talleres de Automovilismo, disfrutamos de ver la cantidad de AGUA que había
en aquella compañía. Llegar del Cerro Muriano, en donde había tanta necesidad
de AGUA, con la mitad de los pozos, o secos o contaminados, y llegar a la Base, fue como llegar al cielo
del AGUA. En Medio de la
Compañía había un recodo en tubo de dos pulgadas que cada vez
que le dabas a la llave salía AGUA en abundancia. Márquez, el que fuera jugador
de la Electro Mecánicas y tapicero en el Parque, nos comentó que cuando el
entró en los talleres de la Base,
junto a la vía del tren había “UN LLENA MÁQUINAS” , de aquellos trenes de
vapor, y con ello nos demostraba la abundancia de agua que había en toda
aquella zona.
Hablando
de VENEROS y AGUA, hay que pronuncias con mucho respeto a la saga de los
Bonilla, cañeros oficiales del Ayuntamiento. Luego hay que hacer justicia con
don José López Amo, el hombre que catalogó toda la información que sobre AGUAS,
existía en el Archivo del Ayuntamiento. Pero hay que hacer justicia a don Ángel Martos
de La Casa, que
gracias a él, a su dedicación muchas veces no comprendida en EMACSA, por
recuperar y poner a buen recaudo estos documentos. También hay que dar las
gracias, a “Pancho” a Paco Muñoz, a Juan Galán, a “Laurentino”, porque ellos
también se han preocupado por estos temas.
Como
dato curioso y referido al AGUA, tenemos que decir que en El Patio de los
Naranjos, la Fuente
del Olivo, la Fuente del Cinamomo, la
Fuente de Santa Catalina, la Fuente del Caño Gordo, y
las Cuatro fuentes que a ras del suelo y en una pileta redonda hay en el Patio
de los Naranjos, se nutrían del agua llamada “DE LA CATEDRAL” que son la
confluencia de dos veneros. Uno nace debajo de la
Santa Cruz y otro viene de la Zona de la Albaida, ambos parecen que
confluyen en un pozo muy antiguo, que hay al norte de de la “GLORIETA AMADORA”,
pero hay aún otros cuatro pozos más, que quedan al norte de esta posición, y
que traen agua desconociéndose el origen del nacimiento. Parece ser que se
descubrió que aquí existían unas conducciones romanas, y Alhaken II, a partir
del Pozo de “GLORIETA AMADORA”, hizo unas conducciones que llegaban a la Calle Gómez Bravo, que es el
registro al que llaman de las “MARGARITAS”, de allí pasando por la antigua “PORCELANA”,
llegará al Paseo de la Victoria junto a la Puerta de Almodóvar, de
allí llegará a la “CASA DEL AGUA”, y debidamente entubada para darle presión,
pasará AL DEPOSITO DE LA
PUERTA DEL PERDÓN, y de allí llegará a fuentes y a casas
privadas. Este suministro cambió al
principio de los años 1940, conectándose el Patio de los Naranjos a la red
pública de AGUA.
Antonio
Fernández Grilo (1845-1906), en su poema LAS ERMITAS DE CORDOBA, en una de sus
estrofas dice: “……/Tu monte brota
agua…../, con toda seguridad se refería a este venero. Subiendo por la CUESTA DEL REVENTÓN, y
hacia la izquierda en una hondonada que hay, existe una fuente, puede que este
venero tenga algo que ver con toda esta AGUA. Con toda probabilidad todo esta AGUA
viene de los cerros de la zona de la
Sierra e incluso de
Trassierra, donde debe de haber un gran embalse subterráneo de agua
procedente de las lluvias, y que al encontrar un nivel de “MARGA”, le sirve de
conducción hasta las faldas de la
Sierra.
M. Estévez