jueves, 29 de noviembre de 2018

RECORDANDO EL PEROL CORDOBÉS

Escenas del Perol


Y CANTABAN ASTURIAS PATRIA QUERIDA...


Es el perol la comida entre familiares y amigos, generalmente fuera del casco urbano de la ciudad, en el campo bajo techo o al aire libre, Y ese detalle de ir de perol fue desde siempre una cosa consustancial con los cordobeses y con la ciudad de Córdoba. No fue el perol una idea de universitarios, ni de gente ilustrada, fue el perol cosa de la gente sencilla, amable, y bien avenida y que disfrutaban de cualquier oportunidad, para disfrutar del campo, bebiendo y   comiendo juntos. Posiblemente el mejor filosofo que tuvo el perol cordobés fuera el popular Margas, que supo describir como nadie en sus paisajes expuestos en las antiguas tabernas. El sentido y toda la sensibilidad de este apacible "cuadro de convivencia al aire libre" que se puede decir constituyó históricamente el hecho del "perol cordobés".

La palabra ir de perol, significaba estar un día pasándolo bien entre los familiares, los compañeros y los amigos, comiendo, bebiendo y opinando incluso de cosas que estaban calladas. Allí en el campo y en el escenario del perol todo el mundo, cantaba, bailaba y hasta hacía sus pequeñas pantomimas, y es que el vino bien moderado todo lo simplificaba y lo enaltecía.

Había peroles que tenían lugar en las distintas fincas de Córdoba como; La Chiribía, los Tasqueros, la Ballesta, Pedrajas, el Cerro del Trigo, El Negrete, el Melgarejo, Las Cuevas, El Soldado, la Porra, la Gorgoja, y otras fincas cercanas a Córdoba, pero el sabor de los "Peroles de Verdad" eran al campo libre y a poder ser junto al Arroyo, por lo que más libertad imposible. Quizás el Perol, era una forma de sentirse totalmente libres sin saberlo. 

Antes, y en los preparativos del perol, se repasaban todos los avíos y cacharros que se fueran a necesitar en la jornada campestre. Existían como tres elementos que se podían considerar, como algo imprescindibles, tales como "El Perol" la "Damajuana del vino" y como no, "EL Jarrillo de lata". El primero lógicamente para guisar el arroz, el segundo para llevar el vino que se iba a beber. y el tercero y más sencillo qué servía para repartir el vino "chupito" a "chupito", entre otras cosas, para que el vino cundiera y tampoco nadie se pasara. Estos "Jarrillos de lata" se solían hacer de los botes vacíos de la Leche "Condensada la Lechera", por lo que tener un "Jarrillo" de aquellos era poco menos que tener algo muy importante.

A los peroles se solían llevar los pollos, los conejos, y algunas carnes por preparar. Los animales vivos, se solían matar "in situ" y esa era una labor adecuada para la ordenada y sensata labor de las mujeres del perol. Pero en honor a la verdad muchas veces la comida era lo de menos, y lo importante era la buena disposición a pasar un buen día al aire libre con los familiares o con los amigos. En un perol podía faltar por error el pan, las aceitunas, o cualquier otra cosa, pero se consideraba imperdonable el hecho de que se olvidase el vino o éste viniera escaso. Menos mal que por suerte y nada más pasar el Puente de Pedroches, estaba la "Venta de Pedroches", en donde te vendían el vino de "peleón" o de 24 que necesitaras.

Normalmente en invierno los peroles de la gente que vivíamos del "Realejo para abajo",  solíamos celebrarlo en la zona de Pedroches, junto al arroyo del mismo nombre. Desde el Puente y la zona del "Sombrero del Rey" hasta el llamado Puente de Hierro, eran los lugares escogidos por todos los que iban de perol. Eran normal que se adelantaran los más jóvenes, ellas y ellos, y tendiendo sus mantas en el suelo, delimitaran sus mejores sitios para disfrutar del perol y articulaban incluso la colocación del columpio..La Fuente del Majano, y las Terrazas de piedra Pizarra cercanas al Puente de Hierro eran los lugares más solicitados.

En cambio los que vivían por la zona "más allá del Realejo", sus lugares elegidos para los peroles eran la Huerta del Alcázar, y la Alameda del Obispo.

Eso si, a los peroles había que ir preparados y no dejar nada a la improvisación. Algo de esto nos ocurrió un día que fuimos de "perol" cerca del llamado "Arroyo de los Locos", que en Alcolea recibe el nombre de "Guadalbarbo". Recuerdo que a aquél "perol", fuimos un grupo de amigos, entre los que quiero recordar al "Cojo Palanca", "Paco Rubiano", Miguel Expósito, Luis Hernández, Francisco Luque, Rafael Vázquez, Pepe Zamora "El Cebollita" Ángel González "El Calvi", Rafael Vázquez, y unos cuantos más entre los que se encontraba un hijo del "Carriles" de San Agustín. El tema del vino estaba resuelto pues se llevaba vino en cantidad abundante. No fue así el tema de la carne, pues todo iba en función de las "bogas" que se pescaran en aquél Arroyo que en el mes de abril era todo un "hervidero" de bogas..

Y la verdad que la cosa parecía que estaba resuelta en el tema de la carne pues nos acompañaban por lo menos 6 cañas de pescar, en manos de buenos y expertos pescadores en el tema de las "bogas". Se trataba de preparar un perol a base de pedazos de "boga" convenientemente fritos y crujientes, y después de fritos, se introducía cada "fritada" en una especie de "Mete y Saca" en el aquél dornajo de "Adobo" que con su sabor a orégano y todo, había preparado Ángel González Tapia "El Calvi". por lo que teníamos casi asegurado un exquisito manjar.

Pero desgraciadamente aquello no fue así, y sólo se quedó en un posible "manjar", y es que  quizás fuera por el sentido del aire, la orientación del sol. o la mala suerte;. la verdad es que allí nadie pescó nada. Y menos mal que no se hizo caso de un interno del cercano Hospital Psiquiátrico, que al percatarse de que los peces no picaban, se presentó con un "carburo" poco menos que para echarlo sobre el Arroyo, porque de esta forma y según decía su abuelo, "reventaba" el Arroyo y los peces salían a flote todos. Nos costó bastante trabajo disuadir a aquél enfermo mental de nombre Blas, de que se alejara con el dichoso "carburo" y las ideas tan tremendas de su "abuelo". Ante esta situación algunos optaron por marcharse del perol, y se acercaron al cercano Bar Carmona de Alcolea a comer algo, pero los que nos quedamos conseguimos algunas patatas en el chozo de una finca de al lado. Sería Pepe Zamora "El Cebollita" el que se encargó de freír unas patatas con los tomates previstos del picadillo, pero quizás no tuvo en cuenta quitarle un poco la acidez a los tomates, por lo que después de comer aquella fritura, nos venimos para Córdoba con el esófago que nos parecía un tubo de escape por la dichosa acidez del tomate frito. Por tanto en los peroles y de partida no puede faltar: El perol, la carne y el vino..  .

Cuando llegaba el verano, y con el calor, las zonas elegidas para estos peroles, eran zonas cercanas con la posibilidad del baño o el chapuzón en el agua. Así eran muy solicitados lugares como Lope García, El Soto, el Molino Carbonell, o la Alameda del Tiritar, que antes que se instalara allí La Fábrica de "Cervezas El Águila", el Arroyo de Rabanales era una bendición de agua clara y nítida para bañarse.

Decía Ricardo Molina, que en los peroles no era el lugar más indicado para escuchar buen cante, ni tampoco apropiado para bailar por el lógico desnivel del terreno, pero si era el lugar idóneo para que cualquiera se atreviera a hacer lo que creyera oportuno, al sentirse libres y entonados. Había gente que les era habitual hacer "un recorrido" de perol en perol, visitando amigos e incluso compañeros del trabajo, y allí en todos aquellos peroles, con el saludo le daban a probar "un chupito" de vino, que más que si se tratara de una economía en el vino, era una forma de controlar lo que se bebía.

Además la gente aquella tenía imaginación y ocurrencias, éste era el caso de Gabriel González Ruiz, al que cariñosamente se le llamaba "El Padrino", entre otras cosas porque bautizó a casi todos sus sobrinos. El  decía que por aquellos tiempos y a falta de controles de alcoholemia, en los peroles a algunos se les hacía "pasar" por el "Canal de Guadalmellato", (que cruzaba el valle que formaba el Arroyo de Pedroche), Ahí sin achaques de jaramagos, desniveles, u otros obstáculos, el que no cruzaba de forma recta y continuada aquella "pasarela", es que estaba quizás más "cargado de la cuenta". Hubo incluso una época en que se propiciaban estos desfiles de forma voluntaria para indicarles al resto de familiares de que uno estaba bien.

La gente más joven del perol daban rienda suelta a sus juegos, y ya se montaban en el columpio, jugaban a la pelota, o simplemente tiraban piedras al Arroyo. Los que eran un poco adolescentes ya se dedicaban a hacer sus excursiones, bien para conocer el campo, o para mostrar ante la vecina o la amiga su habilidad para coger bellotas, subir a cualquier árbol o trepar por cualquier cerro, todo ello buscando cualquier mérito amoroso.

Las mujeres ya hechas y derechas eran la encargadas de preparar "Las Sardinas Asadas" que de forma ritual era lo que se comía a media mañana. Eran sardinas grandes y de buenos lomos y que en nada se parecían a las que posteriormente y en aquellos años de veraneo en la playa  te ponían en los chiringuitos y te las comías como un "espeto", y que pagabas por un importe casi superior al coste de casi todo el perol.

Ya más adelante eran los hombres los que organizaban de alguna forma la candela y la preparaban con sus piedras, para que el "perol" tuviera buen acomodo o asiento. Algunos buscaban leña y otros rebuscaban por los alrededores algún que otro espárrago para echárselo al arroz. Varios hombres alrededor del "perol" y entre "chupito y chupito" llevaban a cabo el mareo del refrito. Mientras las mujeres troceaban la carne, mataban el pollo, o preparaban los conejos. Normalmente eran los hombres como hemos dicho los que iniciaban el guiso del perol, pero casi siempre eran las mujeres las que lo terminaban. Por supuesto el vino que se solía llevar para la ocasión era una especialidad flojita de 24, u otro similar. No se podían llevar vinos de los llamados "duros" pues se trataba de estar toda la jornada del perol tomando "chupitos" sin que te llegaran a dominar mucho. Y es que todos conocíamos perfectamente de que había vinos muy buenos pero algo "cabezones", y que también existían vinos que bien que los disfrutabas pero que al poco rato te "volcaban". o te "anulaban", y obviamente ya no podías disfrutar del resto del perol, ni tampoco cantar a la vuelta a casa, el simpático "Asturias Patria Querida"....".

Por aquellos tiempos principios de los años 1945-1955 la canción "Asturias Patria Querida..." era cantada por la mayoría de "Perolistas" que a la vuelta del Campo, formaban interminables colas de gente que cantaba y disfrutaba por el camino de la Carretera de Almadén. (Desde Asland hasta la misma Fuensantilla,) Y es que aquello era una auténtica multitud festiva de gentes que volvían del campo. Cada uno de su perol, pero formando una interminable fila que llenaban la citada carretera. Incluso algunos, quizás por haber perdido cualquier apuesta, volvían con la cara tiznada por la carbonilla del perol. Concretamente en la "Taberna de los Perros" había una foto en la que aparecía un tal "Melindres" que siempre que iban de perol, se pintaba la cara con tizne y el redondel de los ojos de blanco. Por aquellos tiempos ni había vehículos ni carromatos por lo que todo el mundo venía andando. Algunos los más organizados formaban incluso unos coros con canciones simpáticas como: "De Colores....", o "Asunción echa vino que no sea ni blanco ni tinto..." Pero la canción que más solía cantar la mayoría de la gente era "Asturias Patria querida..." y casi siempre era a la llegada a Córdoba y nada más aparecer por la Fensantilla. La verdad es que aquella canción era sintomática de todos volvían felices del "Perol" e incluso los más atrevido solían hacer el solitario de "Tengo que subir al árbol, tengo que coger una flor...". 


Cuadro pintado por el "Margas"

Muchas veces nos preguntamos el porqué esa costumbre de cantar aquella bonita canción, y nunca la hemos encontrado en documentos escritos, ni en historias populares. Sería una vez más Paco Lopera, "El sabio"  de la Corredera, gran amante de la zarzuela y de las cosas de Córdoba el que nos diría: "Hubo una época que los autores de zarzuelas solían incluir en sus coros a una serie de borrachos que cantaban el "Asturias Patria querida...". Esa costumbre de los Teatros de la zarzuela se trasladó a los Peroles y a la gente que se bebía una copa de más.

Y como no a la hora de hablar de los peroles quiero citar a la simpática "Peña el Octavo", una Peña que se fundó en la taberna de Pepe Jiménez cuando ocupó la que fuera taberna "Casa Huevos Fritos". Esta Peña estaba compuesta por 8 amigos de ahí el título de "El Octavo", pues sus componentes eran las personas más sencillas y discretas que entraban en la citada taberna. Allí en sus tertulias predominaba su amor a los colores del Córdoba CF. y allí solían preparar sus peroles que los prodigaban cada dos por tres. Formaban esta Peña los hermanos Santos Iglesias, el amigo Polo, Carlos, Mesa, Rodríguez, el simpático "Micaelo" y un tal Gómez que era el eficiente cocinero. Más de una vez se solía unir a esta Peña el simpático y singular José González de la Cuesta, "El Lechón" que era en todo momento el exponente del amor a su Córdoba y a su Barrio. Pero siempre llamaba la atención que el amigo "Polo" un enamorado del bel canto entonaba siempre "El vino que tiene Asunción...Ni es tinto ni blanco ni tiene color...", pero esa era una canción que cantaba la gente feliz y que el vino lo hacía más felices aún..

También tuvieron estos simpáticos amigos de la Peña "El Octavo", su pequeña historia que les pasó en un "perol" que estaban disfrutando cerca del Puente Mocho, y es que mientras estaban preparando "El perol", apareció por allí una vaca parida que venía siguiendo al becerro que se había parado allí junto a ellos, por lo que tuvieron que poner pies en polvorosa y subiéndose unos al árbol más próximo y otros buscando refugio en el propio Río, para salvar el pellejo, Menos mal que llegó el vaquero, que lógicamente y a su manera se llevó de allí a la vaca, y todo quedó solucionado. La vaca pertenecía a la cercana finca la Ribera Baja. Aquella escena huyendo de la vaca parida, fue comentada y conocida en todo San Lorenzo, pero la verdad es que ellos lo debieron pasar algo regular. Aquél perol por la huida ante la vaca quedó grabado en la mente de estos simpáticos amigos del "perol".




Otro cuadro del "Margas" que se encuentra 
en la Calle Céspedes


Precisamente en la "Taberna de los Perros" desde hacía mucho tiempo existían dos cuadros paisajistas que recreaban dos escenas de peroles en la que los componentes del "perol" se ven amenazados por la presencia de un toro y todos ponen pies en polvorosa huyendo de aquél animal. Estos paisajes puestos al habla con Pepe Laguna Martínez, nos indicó que fueron pintados por un sencillo paisajista al que llamaban "El Margas" y que llenó algunos bares de estas escenas bucólicas y de viejos recuerdos campestres tipo "naif". Este paisajista de regular fortuna, cansado de pasar dificultades, y ya casi sin vista, llegó a vender incluso cupones, y siempre se sintió orgulloso de ser el único pintor que supo recrear como paisajista, los lugares simpáticos y campestres de nuestros peroles.

De este popular "Margas· en un artículo publicado en el "Diario CÓRDOBA" el 4 de febrero de 1955, el poeta y profesor Ricardo Molina Tenor, pública un maravilloso artículo con el seudónimo de Eugenio Solís, en el que de alguna forma al sencillo y olvidado pintor paisajista   "Margas" lo define como un auténtico filosofo de esa cultura del Perol cordobés ya que supo reflejar como nadie en sus cuadros, la amistad y la convivencia, bebiendo y disfrutando con los amigos. Pudiéramos decir que con sus pinceles llegó a captar hasta el sabor del "refrito" del arroz de aquellos peroles e incluso el "olor" de las sardinas asadas.. Estos cuadros además de los citados en la "Taberna de los Perros", también hubo algunos en la Taberna Casa Ogallas, en el Jardín del Alpargate, precisamente en el cuarto en el que "Manolo el Sorna", solía ajustar las cuentas de la venta de su Lotería y sus rifas, por cierto que el número suscrito de Lotería que tenía el Sorna de toda la vida era el 25.857, y que se recuerde jamás tocó nada. Allí se le podía ver con su famoso palillo en la boca y su pedazo de algodón en una oreja. Al parecer los cuadros que había del "Margas" en esta taberna, se los facilitó Enrique Ogallas, a un nieto del Guerra que tenía su "novia" en la Calle El Queso. a la que la llamaban "La Señorita" al lado de Café Santa Cristina. También hubo algunos cuadros de este pintor en la Taberna 24 de la calle Montero.. 

 Este sencillo pintor, cansado de pasar totalmente desapercibido, optó por marcharse a la zona del Levante español, para intentar cambiar de aires. Al desaparecer la "Taberna de los Perros", por muerte de Pepe Laguna, su familia vendió dichos cuadros a un tratante de antigüedades que se interesó por ellos. Estos dos cuadros se pueden apreciar en una taberna moderna de la calle Céspedes, en el llamado "Patio de las Columnas", propiedad de Rafael Bustos, el que fuera chófer y hombre de confianza del Conde de Cañete de las Torres.  

Cualquier persona que no sea de Córdoba, o incluso los jóvenes de nuestra ciudad que lean el maravilloso articulo semanal de Tico Medina, titulado “El Perol Cordobés", les confundirá por completo, pues una cosa que fue una tradición singular de la gente de Córdoba, lo ha convertido él, en un mal escaparate, trayendo cada semana a una serie de personajes que en muchos casos, ni conocen y ni saben nada de Córdoba. Y menos aún tienen relación alguna con el auténtico “Perol cordobés.”

Con razón dice el periodista Víctor Márquez Reviriego, en (El Día de Córdoba 27/01/2013). “Los periodistas de mi generación somos una  degeneración”. 

Pocas cosas tenemos los cordobeses, pero trayendo a estos periodistas “tipo camaleón” para que cuenten nuestras cosas peor vamos a quedar para la historia. El día de mañana, nuestros nietos y descendientes, posiblemente quieran saber algo de esa costumbre cordobesa, que consistía en ir un día de campo y  entre amigos y familiares a comerse un perol. Eso,  nada tendrá que ver con lo que más o menos nos dice este periodista, que lo mismo habla de personajes que no han “Pegado un palo al agua", que nos pone a cualquier Belén Esteban, o persona por el estilo. Muchas veces intenta como poner los dientes largos, relatando la última e idílica noche de bodas de la duquesa de Alba. Por favor Córdoba y sus costumbres merecen un respeto.  








jueves, 1 de noviembre de 2018

EL CEMENTERIO DE SAN RAFAEL


Cementerio San Rafael (1960)


EL CEMENTERIO DE SAN RAFAEL

Es el segundo en antigüedad de la Ciudad, y se construyó a "extramuros" sobre las hazas de "La Gitana", "La Pineda" y "Las Infantas", que suponían una superficie aproximada de dos fanegas y siete celemines según documentos que obran en el Archivo Municipal..
En las Escrituras de compra-venta de esta haza de "La Gitana" se puede apreciar como en el 9 de julio de 1740, la propiedad de dicha haza de la "Gitana" es adquirida a doña María Antonia de Melgarejo Figueroa,  que como viuda de don José Muñoz de Velasco aparece como única heredera de una serie de bienes de la familia Muñoz de Velasco, domiciliados en el Barrio de la Catedral. Posteriormente, vende dicha propiedad a la comunidad de frailes del Colegio de San Roque de la Orden del Carmen de Córdoba por un importe de 7.840 reales, pagaderos una parte al contado y otra en pagos aplazados anualmente por la festividad de Navidad.
De la misma forma existe otra escritura de fecha 9 de octubre de 1816, en que dicha propiedad es comprada por doña María Luisa Carrillo del Valle, por el importe de 12.300 reales, y se indica perfectamente que dicha haza de nombre "La Gitana" que queda ubicada en dicha escritura junto a la haza de "Leal", y enfrente de la Ermita de San Sebastián, y lindando con  el Arroyo de la Piedras que cruzaba por la puentezuela de la carretera y el Hospital de San Juan de Dios (Que estaba ubicado en lo que luego sería el Matadero Municipal).
Sería el Ayuntamiento de Córdoba finalmente el que adquirió estos terrenos de la haza "La Gitana", junto a otras hazas llamadas "La Pineda" y de "La Infantas". Se trataba según el intendente don Miguel Boltri, de construir un nuevo Cementerio en la ciudad de Córdoba, ya que por el fuerte aumento de la población y las bastantes razones de tipo higiénicas-sanitarias que ello planteaba, la ciudad de Córdoba lo necesitaba. Para ello en 1833 se decide la nueva construcción del Cementerio de San Rafael, con dineros propios de la tesorería provenientes de ciertos arbitrios de la ciudad que pasaron a  poder del Ayuntamiento y los 20.000 reales que junto al importe de la construcción de su panteón en el Cementerio de la Salud, donó el Cabildo de la Catedral de Córdoba.
La construcción del Cementerio se empezó en 1833 y se concluyó en el año 1835 y en el mes de junio, sería bendecido por el obispo don Juan José Bonel y Orbe. El cronista Maraver en sus manuscritos habla de que ya en mayo de 1834 se producen algunos enterramientos.
En esto de los enterramientos se dieron las circunstancias, de que muchas personas que ya estaban enterradas con anterioridad en los Cementerios de su Iglesia, al tener un lugar con Panteones, Bovedillas y Tumbas dignas en suelo en el suelo y debidamente organizadas, sus familiares pidieron el traslado de sus cadáveres al recién inaugurado Cementerio de San Rafael. 
Posteriormente en 1849 a éste Cementerio de San Rafael se le añaden grandes mejoras, como por ejemplo la Capilla que se completó prácticamente con todos los enseres  y elementos de culto de la Ermita de San Sebastián, Ermita, que ante su estado de total ruina, el Ayuntamiento "sin saber realmente a quien pertenecía dicha Ermita" (Según aparece en las Actas Capitulares), optó por trasladarla prácticamente a la nueva Capilla del Cementerio, que se completó con el altar del convento de la Encarnación Agustina, así como el cuadro del crucifijo que perteneció al Convento de San Francisco, el pulpito de San Juan de Dios. El San Rafael que preside la fachada del Cementerio estuvo delante del convento de la Arrizafa y sería colocado en esta remodelación de 1849. Las puertas de la Iglesia que son de caoba vinieron de la remodelación que se llevó a cabo en el Convento de San Pablo. Quizás por esta modificación y colocación de la estatua del Arcángel San Rafael, en un principio y al no estar la estatua del Arcángel, se le denominó a este Cementerio, como: "Cementerio extramuros de la Ciudad".
Con la construcción de la Capilla de la Iglesia y el traslado de todo lo que fue la Ermita de San Sebastián el Ayuntamiento se compromete a celebrar todos los años una Fiesta con gran solemnidad a San Sebastián y a San Roque en la Iglesia del Cementerio. Ya de antiguo y en la Ermita hasta el monarca Carlos II en 1679, contribuye a esta Fiesta con 100 ducados. Pero ya a partir de 1900 esta Fiesta y su celebración según el propio periódico "LA VOZ", está en claro declive en parte por lo lóbrega que resultaba la Iglesia del Cementerio y también por la indudable falta de fe cristiana que se padecía.
Al principio y la misma prensa que denunciaba esta situación es la que en noviembre de 1854 denuncia que del Cementerio salen malos olores, quizás fuera debido a que no se "tapaban" debidamente los cadáveres. Así que en Actas Capitulares queda recogido el acuerdo de vigilar al máximo la construcción de las cámaras de aislamiento de las bovedillas. Es curioso que en la misma sección se acuerda renovar la servidumbre de paso de la Barca del Arenal por 4.624 reales anuales.
Por razón de proximidad en un principio este Cementerio de San Rafael, se dedicó a los vecinos de los barrios de la Magdalena, Santiago, San Pedro, San Nicolás y San Eulogio de la Ajerquía, San Andrés, San Lorenzo y Santa Marina.
En el centro de lo que sería el Patio principal se puso una estatua de la Santa Fe, que en contra de la opinión de algunos que indicaban que fuera un San Cayetano, desde entonces preside la entrada de este Cementerio.

Reproducimos el apunte del Libro 6º de Difuntos de la Parroquia de San Lorenzo folio 187, en donde aparece reflejado el registro del Entierro y la nota marginal que indica; "Este es el primer entierro que se realiza en el Cementerio de San Rafael". Es curioso el detalle pero hasta en esto San Lorenzo tienen algo que decir.

Libro 6º de Defunciones folio 187


Este partida de defunción dice literalmente:

"En la ciudad de Córdoba en siete días del mes de enero de mil ochocientos treinta y quatro años murió en el Hospital de Jesús Nazareno como "Pobre de Cama"  María Acuña, viuda de Sebastián Sánchez, natural de Sevilla y el siguiente día fue sepultado su cadáver en Camposanto Extramuros de la ciudad con entierro de "LIMOSNA". No hizo testamento.  Doy Fe. Juan Basallo."

En la parte superior del documento y detrás de la fecha 1834, pone una nota que dice: "Este es el primer cadáver que se entierra en el Cementerio de San Rafael", 

Tenemos que decir que esta mujer era natural de Sevilla y posiblemente se viene a Córdoba por el trabajo de su marido que al parecer era "pañero". Tenían 5 hijos, Manuel, María, Tomasa, Sebastián y Antonia, todos ellos domiciliados de solteros en la Calle Cidros nº 7, en la Collación de San Andrés.


CUALQUIER ENTIERRO

Pudiéramos decir de forma coloquial que el ENTIERRO es por así decirlo el objeto protagonista y principal de cualquier Cementerio que pueda haber en una ciudad o en cualquier pueblo.

Mucho han cambiado las cosas desde aquellos tiempos, pues ya desaparecieron esos velatorios que se solían celebrar en las Casas de vecinos, en donde en primer lugar el portón de la Calle, se entornaba una hoja en señal de duelo. Luego dentro de la casa, se dejaba una habitación semivacía para que los distintos vecinos y familiares se pudiera acomodar en lo que se llamaba "VELAR AL MUERTO". En este velatorio algunas mujeres antiguas, solían rezar algunas oraciones en favor del muerto. Pero en general, en el Velatorio que solía durar toda la noche, allí se empezaba hablando del muerto y se terminaba por hablar de todo. En algunas casas se solicitaba una serie candelabros de la Parroquia para montar el catafalco. El sonido del molinillo del café y el posterior olor a café, indicaba que estaba amaneciendo, y la gente que entraba y salía del "VELATORIO", aprovechaban cualquier oportunidad para ir a cambiarse alguna ropa, asearse o realizar otra necesidad. Ya durante el pleno día aparecían por el "VELATORIO" más personas y deudos que iban a dar el pésame a los familiares del difunto. Los primeros que se solían presentar eran los empleados de la Funeraria a fin de colocar el cadáver en su ataúd y dejarlo todo dispuesto para el ENTIERRO.

Normalmente y a primeras horas de la tarde, el doblar de las campanas de la Iglesia, y el consiguiente toque de las "CRUCES", eran indicativas de que la hora del "ENTIERRO" había llegado. A la casa acudían los monaguillos, con la Cruz y sus ciriales, seguidos de los sacristanes y los curas que formaban el cortejo del entierro. A renglón seguido se trasladaba el cadáver a la Iglesia y se depositaba el cadáver delante del altar mayor.

Nada más sonar la tercera "CRUZ" (toque de campana), aparecían en el altar mayor los monaguillos, los sacristanes y el cura. Tradicionalmente los entierros  por parte de la Iglesia, se consideraban:

Entierro de "LIMOSNA", en la que la familia del cadáver no tenía medios para pagar nada. Se le hacía una ceremonia, con los rezos y oraciones previstas en la liturgia de la Iglesia, por lo general con dos sacristanes y el cura tocado de su capa negra para presidir el "ENTIERRO".

Luego estaba el "ENTIERRO LLANO" que es el que se consideraba más normal de todos, en el  que intervenían un cura con su capa negra, y tres sacristanes, estos tocados de su sobrepelliz blanco. Los cantos y las oraciones eran las previstas, pero con una entonación de mayor solemnidad acompañados del toque del armonio.

Y finalmente estaban el "ENTIERRO DE CAPAS" y que podían ser de tres y cinco capas, de acuerdo al boato que pagara la Funeraria. Hay que decir que por cada cura (o capa), siempre iban dos sacristanes. Pero los canticos, la ceremonia y los rezos eran los comunes de todos los entierros, eso si, se hacían con una entonación que se le denominaba como "CANTADO", por curas y sacristanes. Luego estaba el llamado "ENTIERRO DE CRUCES" en el que solían acudir la mayoría de las Parroquias de Córdoba  con sus cruces parroquiales, sus sacerdotes y sacristanes, por lo que se formaba una auténtica comitiva, y de antiguo existía la costumbre de que además del estipendio que le correspondiera a cada uno, se les entregaba al final del entierro una VELA. También el pago de este importe era cosa de la FUNERARIA. Un sacristán que siempre destacó por la sonoridad de su voz fue José Alcaide sacristán de San Andrés. 

En los años 1955 a los monaguillos de las Parroquias más populares lo que le pagaban por llevar un cirial era 0.25 céntimos y 0.50 por la cruz. Los sacristanes cobraban 3.50 pesetas y la Parroquia cobraba 70 pesetas por derecho total de entierro.,

Los "ENTIERROS" por aquellos tiempos (Hasta el Concilio Vaticano II), llegaban al Cementerio y allí en la Iglesia del Cementerio se le echaba al difunto un responso final. Muchas veces a los monaguillos cansados de todo el trayecto les consolaba el contemplar la imagen de San Sebastián toda atravesada por flechas y sangrante. Esta imagen que llegó a la Iglesia del Cementerio de San Rafael en 1849, proveniente de la Ermita de San Sebastián, desapareció de la Capilla a consecuencia de un incendio que se produjo en la citada Iglesia del Cementerio de San Rafael a mediados de los años de 1980.


AQUEL CEMENTERIO (1950)

Sería al final de los años 1940 y siguientes de los años 1950, cuando yo tuve necesidad de visitar el Cementerio de San Rafael, recuerdo que solía acompañar a un familiar próximo que había perdido a un hijo pequeño en aquella epidemia de Meningitis que se dejó sentir por Córdoba en los años de 1950.
Aquella epidemia produjo en el Barrio de San Lorenzo 45 muertes de pequeños, y que relacionada con el total de fallecidos en San Lorenzo (212) representaba aproximadamente un 19%. Fue totalmente canallesco que determinados personajes muy señalados de Córdoba se vieran involucrados en "falsificar" la Penicilina que podía combatir a aquella enfermedad.
Ya en los datos de 1955 la situación sanitaria varía satisfactoriamente, y se puede decir que en el Barrio de San Lorenzo, fallecieron 106 personas de las cuales sólo 10 eran menores. lo que demuestra entre otras cosas, que la Penicilina ya llegó a muchas más familias. Otro dato significativo es que (siempre en el mismo Barrio), bajó la natalidad de 385 nacimientos en 1950, a 284 en 1955, lógicamente el miedo de los padres a tener hijos se hizo ostensible.
Y hablando del Cementerio de San Rafael tenemos que decir que cuando íbamos para ver a cualquier familiar difunto, a la primera persona que siempre nos encontrábamos era a Ana Torres Expósito, aquella sencilla y dinámica mujer del "moño recogido" a la antigua, quizás eliminando los peinados que ahora se suelen inventar. Esta mujer estuvo en la Puerta del Cementerio de San Rafael vendiendo flores desde el año 1946 hasta mediados de los años 1980. por lo que estuvo más de cuatro décadas alrededor de sus flores. Y todos los días estaba allí a primera hora viniendo desde la Calle del Aceite del simpático Barrio de Santiago que era en donde vivía. Desde que ella murió cogió en relevo su hija. Josefa Moreno. 
Ana la de "Las Flores" como todo el mundo la conocía, era querida y respetada por todo el mundo y oyó claro está, hablar bastante de Manuel Camuñas Ruiz el conocido y simpático portero del Cementerio de aquellos años, y ella era como una más de aquella plantilla de sepultureros que llegarían después, como "El Polo", "El Carioco", "El Maragato", Agustín el Oficial, "El Expósito", "El Nogueras" y el Manolillo entre otros. El administrador Antonio Cejas en palabras de ella era algo más serio.

¡¡ANDA Y VETE CON "CAMUÑAS"!!

Era una frase muy empleada por la gente cuando discutía con alguien y lo querían mandar lejos, o un poco más allá. En los Cementerios hay gente que adquiere un  protagonismo especial bien por la pompa de su entierro, o por la monumentalidad de su panteón. En cambio hay otros que pasaran totalmente desapercibidos por su rutinario entierro y la sencillez de su lápida. Antiguamente había muchos enterramientos que terminaban en la tumba anónima y común que se llamaba "LA ZANJA".

El Ayuntamiento en sus Actas Capitulares maneja mucho el término "ZANJA" al referirse al Cementerio, bien para licitar la construcción de cualquier  "ZANJA" con su importe económico o para determinar a donde debe de ir cualquier indocumentado que muere sin que nadie lo reclame. Y es que la palabra "ZANJA" y "BOVEDILLAS" aparece con mucha regularidad en las Actas Capitulares que reflejan los acuerdos de los ediles del Ayuntamiento. De forma institucional podemos decir que la persona que no tenía medios económicos era enterrada en la "ZANJA".

Pero por encima del lujo del enterramiento, o que el entierro fuera con carrozas de 2, 4 o 6 caballos, y con independencia de los servidores o deudos que pudieran llevar el ataúd, o compartieran las cintas participando de su traslado, en el Cementerio de San Rafael hubo un sencillo personaje que ejerció de portero (1920-1942), y que vivió allí y fue sujeto importante de este Edificio.

Nos referimos a Manuel Camuñas Ruiz, (1867-1942), fue una persona que nació en la localidad de Moral de Calatrava (Ciudad Real), hijo de Juan Camuñas y de Rosa Ruiz, vino a Córdoba con toda su familia y se instalaron en la Plaza de Maimonides y de allí marcharon a la Calle Tomillar en San Pedro. Este hombre debió quedar viudo con apenas 33 años, siendo Guardia Municipal, en el año de 1920 solicitó del Ayuntamiento la plaza de portero del Cementerio de San Rafael, que había quedado vacante. Esta plaza se la asigna el Ayuntamiento el 8 de marzo de 1920, puesto en el que estuvo hasta que fallece en 28 de mayo de 1942. Entre su familia se encuentran guardias municipales que fueron personas ejemplares.

De Camuñas se comentan muchas cosas, y la mayoría de ellas muy simpáticas, por ejemplo comentaban de que en sus horas de tiempo libre solía acudir al "BAR CASA CHALECO", y allí se bebía su ración de vino siempre en un "Jarrillo de lata" que tenía dispuesto a su disposición, y que casi siempre la gente "cruzando los dedos" lo invitaban nada más verlo entrar. Luego también visitaba sobre todo cuando sabía que había ranas, aquella la Taberna denominada  "El Vinagre" de la Ronda de la Manca, (Calle Antón de Montoro), pues era un plato apetecible para él, por aquello de que lo "prohibido" era lo que más le gustaba. Cuando estaba a gusto en la Taberna y con la sensación de sentirse libre de su trabajo y formalidades, se "desabrochaba" el uniforme que era casi siempre su atuendo habitual. Por otra parte el se jactaba de que nunca le faltaron los "caracoles gordos" que en abundancia aparecían por aquél Patio Central.

Su carácter de antiguo Guardia Municipal, le hacía ser a veces un tanto "cabezón", en sus discusiones de Taberna e incluso se dieron algunas quejas, como refleja el mismo periódico CÓRDOBA de aquellos años de 1922, en el que le acusan de abofetear a un joven que no le obedecía y el no quitarse la gorra cuando depositaban a un determinado cadáver. Pero por encima de estos pequeños detalles, el amigo Camuñas, fue un personaje que formaba parte de aquél edificio del Cementerio de San Rafael, que la gente opinaba que "Era como suyo". Desde siempre supo ganarse la confianza de los Capellanes don Miguel Lucena Prieto y don Miguel Ramírez Fernández, que en aquellos tiempos era los que "mandaban" en el Cementerio de acuerdo a los Estatutos.

Pero este hombre que falleció a los 75 años en su portería del Cementerio de San Rafael, curiosamente no pudo ser enterrado en "su Cementerio" pues al no haber bovedillas de "cupo" disponibles por parte del Ayuntamiento para sus empleados en el  Cementerio de San Rafael, tuvo que ser enterrado en el Cementerio de la Salud, que era en donde si las había.

Desde siempre y después del enterramiento del cadáver los familiares se solían poner en fila a la salida del Cementerio y allí recibían como norma el "PÉSAME" de todos los asistentes al funeral. Era una costumbre que las mujeres no acudieran al Entierro que se celebraba en la Iglesia, ni tampoco al Cementerio para enterrar a su familiar, ya que el Cementerio a la hora del ENTIERRO era sólo cosa de hombres.


Patio Central o de Santa Fe



EL PATIO DE LA SANTA FE


Siempre recordaré que conforme se entraba al llamado "PRIMER PATIO", o Patio de la Santa Fe, allí lo que proliferaban eran los "Panteones" de familias importantes de Córdoba. Nada más entrar a la izquierda estaba el "DEPÓSITO DE LOS DE PAGO", que eran en donde se depositaban muchas veces los cadáveres a la espera de cumplir las 24 horas que marcaba el reglamento de sanidad. (No existían los Tanatorios), Este patio además de los grandes panteones de familias importantes, estaba rodeado casi en su totalidad de unas galerías en las que estaban las que posiblemente eran las bovedillas más antiguas del Cementerio de San Rafael, e igual pasaba con los enterramientos que existían en el suelo de las mismas galerías. Si tuviéramos que citar enterramientos importantes de este patio, la lista sería interminable, por ello quiero significar de forma generalizada los muchos enterramientos que existen en este Patio.

Primero quiero mencionar el panteón del pintor Julio Romero de Torres, que fue una atención del pueblo de Córdoba. Muy cerca de panteón de Julio Romero, está el de don Antonio Campos González, "Campitos", cura entrañable de San Lorenzo, que fuera posteriormente párroco de San Juan de Letrán, y que todo lo que tenía de corto en estatura, lo compensaba con una preparación intelectual de primera categoría. Luego podemos citar también a Manuel Calero "Calerito" torero de Córdoba el cual se encontrará algo extraño allí, al no estar en el Cementerio de la Salud, como todos sus compañeros gente famosa del toreo. Quiero citar también al apellido un poco más extraño que existe en este patio como: "NORMAN S. FULTON" y por supuesto a los Barea, a los Canales, a los Salcínes, a los Estévez, a los Tarradas, a los Vaquerizo, a los Duarte, a los Iglesias, a los Bustos, a los Salgado, a los Reguera, a los de los Ríos, a los Cámara, a los Olías, a los Salinas, a los Morte, a los Aguilar, a los Álvarez, a los Belmonte, a los Illescas, a los López, a los Luque, a los Cruz Conde, a los Raigón, a los Requena, a los Castro, a los Diéguez, a los Benito, a los Porras, a los Borja Pavón, Ramírez de Arellano, a los Bojollo, a los Natera, a los Aroca, a los Suárez, a los Padilla, los Romero, a los Durán, a los de la Peña, a los Hernández, a los García, a los Hidalgo, a los Ruiz, a tantos y tantos que faltarían páginas para enunciarlos. Hay que tener en cuenta que durante bastante tiempo éste fue el único patio.

Pero de este Patio quiero citar a Carmen Gutiérrez Gómez, entrañable mujer, muy trabajadora, primero en las Bodegas de Cruz Conde y posteriormente en los Laboratorios Besoy. Ella, mujer comprometida con sus difuntos, era la encargada de visitar todos los años a sus familiares en los días señalados y de costumbre. Mujer llena de vitalidad nos comentaba un día: "Se nos había muerto nuestro padre en julio de 1936, y fui con mi hermana menor Encarnación a arreglarle la tumba, y estando terminando de arreglar su enterramiento, nos sorprendió mucho el ruido que producía un avión muy negro que pasó por lo alto del Cementerio, y cuando debió ir a la altura del Jardín del Alpargate, sonaron tres explosiones muy grandes. Asustadas mi hermana y yo, salimos corriendo como pudimos y nos refugiamos en la vivienda del portero del Cementerio, que se puede decir que ya había salido a nuestro encuentro". Luego nos enteramos de que habían empezado los bombardeos en Córdoba.

Pero esta mujer Carmen Gutiérrez, nos sorprendía aún más, cuando con toda la tranquilidad del mundo nos decía: "Allí en el Cementerio de San Rafael y en el rincón que forma la galería que hay tras el panteón de Julio Romero de Torres, tengo yo mi bovedilla para ser enterrada, y la verdad, es que es de los mejores sitios que pueda haber en el Cementerio".

Así con esta palabras esperaba su muerte esta mujer que nació en el Arroyo de San Lorenzo en el año 1903, y murió en el 1990, había vivido casi toda su vida en la Calle María Auxiliadora. Ya con la edad dejó de visitar a sus deudos, pero siempre llevó todos los "papeles" como decía ella en la cabeza. De forma practica no sabía leer, pero en su cabeza retenía perfectamente las fechas de la muerte de sus muchos antepasados, así como en el lugar que se encontraban enterrados dentro del Cementerio de San Rafael.

Pero con todos los enterrados en éste Patio de la Santa Fe,  con su importancia, y su lógica categoría, no me quiero olvidar de Rosario Cívico Villegas, la popular Tabernera de la Taberna "LA COSARIA", de la Calle Mayor de Santa Marina nº 28. (Esquina a Calle Cepas).

Esta mujer por muchas razones me ha parecido muy enigmática y merecedora de dedicarle un pequeño estudio. He buscado su Testamento (que lo hizo), pero lamentablemente en el   Archivo de Protocolos no aparece o nunca debió de llegar allí. Aquí presentamos una fotografía de la lápida que desde el año 1901, guarda los restos de esta mujer. En la lápida falta la "cenefa superior" en donde solamente pone: PROPIEDAD PERPETUA. 


Lápida que cierra la bovedilla de la "COSARIA" 
Galería de la Derecha nº 18 Fila 5ª.


TABERNA "LA COSARIA"

Rosario Cívico Villegas, (1842-1901), la singular y simpática tabernera de Casa "LA COSARIA" de la Calle Mayor de Santa Marina nº 28, que falleció el 23 de abril de 1901 y está enterrada en la galería de la derecha, tumba nº 18, fila 5ª.

Esta mujer que se casó a los 19 años con Francisco Muñoz Moreno el día 26 de diciembre de 1861. A los 6 años de casada se quedará viuda, por lo que no tiene más remedio que ponerse a trabajar en la Taberna que había prácticamente enfrente de su casa, en la misma Calle Mayor de Santa Marina y haciendo esquina con la Calle Cepas, En 1869 la Taberna estaba situada en el nº 28, y era regentada por Antonio Lubían y su esposa Dolores Jiménez, ambos de 50 años. La juventud de Rosario y su posible belleza hace que la gente afluya a la citada Taberna, por lo que recibe el nombre de "LA COSARIA". Al poco tiempo esta Taberna es adquirida por Antonio Díaz Vega, que según parece es el primero que queda prendado de su Tabernera, terminando por casarse con ella el 1 de enero de 1881. Con toda seguridad a esta boda debieron asistir muchos clientes de la Taberna y hasta posiblemente el torero Rafael Molina Sánchez "Lagartijo" que era un cliente asiduo a esta Taberna cuando no estaba de temporada...

Rosario Cívico Villegas, "LA COSARIA", debió contraer un padecimiento serio del corazón pues en el 30 de mayo de 1900, ya hace testamento con sólo 57 años, ante el notario don Pedro de Aguilar y Pérez, Y es que a parte de la buena posición por parte de su padre José María Cívico, su madre María Villegas era hija de Bartolomé Villegas que era labrador en la Huerta el Risco de la zona de El Brillante en donde vivían.

Con 58 años falleció el 23 de abril de 1901 y según el parte médico de una afección al corazón. No cabe duda que el nombre de "COSARIA" se debe a que era una Taberna "Muy concurrida",  de ella hablaban los piconeros y el propio "Lagartijo" y sin duda algo debió tener la juventud y posible belleza de aquella viuda Tabernera. 

Esta mujer debió de ser resuelta y apasionante, pues con toda seguridad nace de una familia posiblemente bien situada y que toda su vida se desarrolla en la feligresía de San Miguel y San Nicolás de la Villa, además se puede comprobar de que su padre José María Cívico Díaz, o era dueño de la Huerta el Risco o la debía tener arrendada, por lo que aparece en los documentos como "Hortelano" y también como "Labrador". Y aquello ya en aquellos tiempos de 1860, ya era un síntoma importante de posibilidades y bienestar. Ella no obstante nace en la Calle Carreteras, en lo que se llamó Huerto de San Pablo.

Llama la atención lo escueto de su lápida, que está coronada por la frase "PROPIEDAD PERPETUA", y sólo cita su nombre de forma muy solemne, además de la fecha de fallecimiento. No hay ninguna mención que haga referencia, ni a su segundo esposo, ni incluso a su hija Felisa Muñoz Cívico que cuando muere la madre ella debía de tener 37 años. Posiblemente fuera la forma de epitafios que se estilaban por aquellos tiempos. No obstante por la forma incluso de la lápida se nos antoja a Rosario Cívico, cómo una mujer algo especial, y algo enigmática.  

Después de la muerte de Rosario Cívico Villegas, su marido Antonio Díaz Vega continúa unos años con la Taberna, a la que se viene a vivir con él su hermana unos años mayor. Pero definitivamente la Taberna se ve que la alquila en el 1910, a un matrimonio joven formado por Baldomero Gallego Alhama y Socorro Álvarez García, de 39 y 28 años respectivamente, que habían tenido anteriormente una Taberna en la Calle Gutiérrez de los Ríos (Calle Almonas)

Pero con el paso de los tiempos, esta Taberna terminará en las manos de los "Gallegos", que llegaron procedentes de la Parroquia de "Paredes (Puenteareas), se trata de Ángel Groba, de la familia “DO FERREIRO DE PAREDES” llegó a Córdoba y se colocó como farolero en la Fábrica de MENGEMOR. Ahorró dinero y llegó a poseer en nuestra ciudad 17 casas repartidas por diferentes barrios. También repartió tres tabernas entre sus tres hijos. Tenía alquiladas la Taberna “CASA CHALECO” en frente del Matadero Municipal, parada obligatoria de los acompañantes en los entierros que se celebraban en nuestra ciudad ya que por estar cerca el Cementerio de San Rafael, existía el dicho: “SI VAS A UN ENTIERRO Y NO BEBES VINO EL TUYO VIENE DE CAMINO” y también otro dicho sobre las carrozas que transportaban los difuntos, que eran tiradas por dos, cuatro o seis caballos, según la categoría del muerto y el entierro, y se solía aplicar el dicho: “CUANDO MAS RICOS, MAS BORRICOS”,

Luego a su hijo MANUEL que se distinguía por un pequeño defecto en un ojo le dejó la Taberna de “LA COSARIA" de Santa Marina, creo recordar que perduró hasta finales de los años ochenta, hoy es una casa señorial en la Calle Mayor de Santa Marina. De esta forma la Taberna la "COSARIA" terminó sus días. 


Copla Antoñita Moreno 1950


"PUENTECITO" DE SAN RAFAEL

Hay muchas personas que cuando escuchaban la canción de Antoñita Moreno "Puentecito de San Rafael", se imaginaban que era el Puente que une la Avenida del Conde de Vallellano con la Plaza de Andalucía, y éste será el "Puente Nuevo", si se quiere, pero nada tiene que ver con la citada copla, que fue compuesta en 1950, por Ramón Perelló y Monreal, y que se refieren de forma clara al "TRAYECTO FINAL" del entierro de Julio Romero de Torres, al acercarse al Cementerio de San Rafael, entre la multitud de mujeres y personas que allí acudieron para verlo, citando el "PUENTECITO" al que le puso nombre de San Rafael por la proximidad del Cementerio de San Rafael.

Dicho Puente figuró durante muchos años de forma anónima, sin ningún nombre, hasta que por su proximidad con el Cementerio de San Rafael, y al recrearse la copla en el “RECORRIDO FINAL" bautizaron a este Puente con el nombre de San Rafael, y ahí quedó universalmente nombrado para la historia en la citada copla. Su ubicación era, más o menos, a la altura de donde estaba en aquellos tiempos el almacén de pieles de Manuel de la Torre y los Talleres Molina. (Más o menos en donde está ahora la Caja Rural).

Este "PUENTECITO DE SAN RAFAEL" era uno más de los que había en el trayecto de Córdoba a Alcolea, (Carretera Madrid. Nacional IV.). Con el mismo tipo de barandillas en tubo redondo pintadas del mismo color de  rojo y blanco. Otro puente similar había también en la Choza del Cojo, otro en la Gasolinera de San Carlos, otro en el Arroyo de Rabanales, otro en la Gasolinera de Las Cigüeñas, y otro a la entrada de Alcolea. Más que puentes, en realidad eran simples "pasos de cuneta". En verano este "Puentecito de San Rafael"  era incluso "habitado" por la familia de los "Salpullíos" (1948).

Nos contó Antonio Gutiérrez Gómez, "El Chanfli" (1898-1965), simpático aficionado al mundo del toro, que permaneció un día escondido en el citado Puente huyendo de su padre, que lo buscaba para recriminarle por haberse "dejado la coleta" para torear. (1918).

Antes de construirse el Camposanto de San Rafael, el  Arroyo de las Piedras o de las Peñas, nombre que recibía éste Arroyo en función del paraje por donde pasaba, bajaba por lo que hoy es la Avenida de la Viñuela (Margen izquierda), y desde allí cruzaba directamente por la Haza de la Gitana, buscando encontrarse con el Arroyo Santa Matilde para desembocar en el Río Guadalquivir. Una vez construido el Cementerio de San Rafael, éste Arroyo fue desviado por la acera de enfrente al Cementerio de San Rafael, (al otro lado de la Carretera) en donde existía una Fuente-Pilar, de muy pobre construcción. El Arroyo pasaba cercano a esta Fuente, y cruzaba por el "PUENTECITO DE SAN RAFAEL" que cómo hemos intentado decir estaba a unos 60 metros del frontal del Cementerio en dirección a Puerta Nueva. y por ahí el Arroyo cruzaba la carretera y buscaba el llano de la Fuensanta y por el Cañaveral de Porras conectaba con el Arroyo de Santa Matilde.

A principios de los años 1950 este Arroyo fue embovedado (con motivo de su paso por el Estadio de Lepanto), y sólo quedó la tendencia natural del agua de correntía de circular por el caudal del antiguo Arroyo. Tanto es así, que en la explanada que había enfrente del propio Cementerio, y rodeando a la Fuente-Pilar (que desapareció en 1973), siempre estaba aquello hecho una laguna impracticable, sobre todo en los inviernos de 1940, 50, y 60.. Con la realización de la Avenida de Barcelona, desapareció la Fuente-Pilar y el "PUENTECITO DE SAN RAFAEL".


EL RECORRIDO FINAL.    

Se definía así, al trayecto que realizaban los entierros, con su cohorte de curas, monaguillos, sacristanes y los dolientes, en su trayecto desde PUERTA NUEVA al Cementerio de San Rafael. Casi todas las Parroquias escogían ese camino y se recorría andando. En Córdoba y por aquellos tiempos de 1950, era muy comentado este "TRAYECTO FINAL", pues como hemos dicho empezaba en Puerta Nueva, a donde estaba nada menos que el Hospital Antituberculoso (Hoy Facultad de Derecho) que lógicamente tenía una media de mortandad alta. Luego y pasando el Matadero Municipal y a la derecha había unas naves de Productos Agrícolas de un tal Amador Jiménez que tenía la poca discreción de anunciarse con el rótulo de un campesino cualquiera con su gorro de paja, y empuñando una GUADAÑA en clara actitud de utilizarla. De esta forma teníamos EL HOSPITAL que daba un nivel alto de muertes, LA GUADAÑA que todo el mundo relacionaba con la misma muerte y al final el "CEMENTERIO DE SAN RAFAEL". A aquél ·"FATÍDICO TRÍO" la popularidad de la gente lo denominó el "TRAYECTO FINAL"..


TESTIGOS DE ESTE RECORRIDO FINAL

Entre las personas que se pudieran considerar como TESTIGOS de aquél recorrido final, podemos citar al simpático Bar "CASA CHALECO". Curiosamente, nada más pasar los monaguillos por "CASA CHALECO", el campanillo del Cementerio empezaba a tocar y aquello ya olía a sincronización o algo de brujería. Con las normas que existían anteriores al Concilio Vaticano II, el cadáver era acompañado hasta el mismo Cementerio y allí en la Capilla del Cementerio de San Rafael, se le echaba el último responso. Una cosa que siempre nos llamó la atención a los monaguillos, fue el hecho de que el cadáver siempre era "destapado" en presencia de los familiares. Durante mucho tiempo creímos que era para que los familiares se pudieran despedir por última vez, pero no, no siempre era eso así, sino que era preceptivo el "destapar el cadáver" para que el Capellán del Cementerio "certificara" que se enterraba a dicho muerto. Eso estaba recogido en el antiguo Reglamento de los Cementerios.

También se podían considerar como "TESTIGOS" aquellos trabajadores del Matadero Municipal, que por una razón u otra les pillaba por el patio del Matadero, y así podemos citar a Francisco Sánchez, a Antonio "El Mellao" a Pepín Garrido, a Blancas el de las Banderillas, al simpático "Mudo" a  Manolillo Infante, a Peña el "Encargado". Todos ellos que vieron pasar a muchos entierros.

Tampoco se puede olvidar a los trabajadores de los Talleres García Márquez y Casas, a los que muchas veces les pillaba comiéndose el bocadillo en la puerta. A continuación eran los trabajadores del Taller de carros de don Amador Naz Román, los que hablando en clave de dominó (Juego en el que don Amador Naz, era un consumado maestro) solían decir: "A este pobre ya le han ahorcado el "SEIS DOBLE" en clara referencia al muerto".


Luego más adelante y al pasar el Fielato, se llegaba a la altura de la "CASA EL TERCIO". Los singulares vecinos de esta enorme casa, con 120 vecinos, muchos observaban desde la puerta y hacían una rápida estadística del entierro. Pasaban repaso hasta de los lujos o miserias que acompañaban al pobre muerto en su recorrido final. Incluso datos de como iban vestidos, las capas, los sacristanes, las flores, los llantos, etc. etc. 



Entierro de Julio Romero 1930


UN "RECORRIDO FINAL" MUY SONADO (1930)

Antes de llegar al “RECORRIDO FINAL”, el entierro de Julio Romero de Torres (10/05/1930), partió de la parroquia de San Francisco, donde se celebró el entierro en medio de una multitud de gente de toda Córdoba.. De los Patios de San Francisco, llenos a rebosar, partió el sepelio con destino al Ayuntamiento, por Calle de la Feria arriba. Después del Ayuntamiento, donde recibió públicos homenajes, subió por la Calle Nueva, Calle Gondomar, Gran Capitán  y desde allí fue llevado hasta la Plaza del Cristo de los Faroles, en la que el pintor se había inspirado para su famoso cuadro de la saeta. Un coro puso notas musicales al acto, y la muchedumbre pudo embriagarse con emoción contenida. Las mujeres que fueron sus modelos formaban una tribuna de duelo con sabor a Córdoba. Fue impresionante su paso por el típico Realejo. Después de varias presidencias de honor circulaban unos veinte coches portando como única carga multitud de coronas llegadas de toda España y muchos sitios del extranjero. Se recitaron poemas líricos, y palabras de homenaje a cargo del catedrático D. Antonio Jaén que dijo:

"Bellas mujeres por tu magno pincel creadas, las de las carnes pálidas y morenas, las de cera y llama a la vez, la de los senos palpitantes y virginales semejantes a las palomas en su nido, las de las moradas ojeras como la flor del lirio, labios levemente fruncidos que temen y desean el beso. Maestro Julio: Si es verdad que al traspasar los umbrales de esta vida el artista va precedido de la obra que creó, ¡qué magnífico cortejo de mujeres te llevas! 

Me comentaba mi madre que la acera de la derecha (Puerta Nueva hasta el Cementerio de San Rafael) era una muchedumbre de personas en su mayoría mujeres jóvenes que llegaron desde todos los lugares de Córdoba, y en especial aparecieron por la ancha Ronda de la Manca. Allí presenciando el "RECORRIDO FINAL" se puede decir que estaba toda la Córdoba, de San Lorenzo, Santa Marina y barrios colindantes.

Aquél entierro lo haría la Funeraria Católica de la Calle Pompeyos y fue un entierro de los llamados de "CRUCES", en el que iban todas las cruces de la Parroquias de Córdoba, con abundantes sacerdotes, sacristanes y monaguillos. Esos entierros se consideraban algo muy excepcionales, y además eran muy costosos. Afortunadamente todo aquél excesivo boato con el Vaticano II desapareció, pero bien entendido que el "boato" de los entierros era una cosa por cuenta de la Funeraria.    

Se puede decir que en Córdoba y que tengamos constancia solamente el entierro de Manuel Rodríguez Sánchez "Manolete", celebrado en el año 1947, tuvo tanta espectacularidad.



Patio de la derecha  que linda
con el antiguo Matadero



OTROS PATIOS

Y pasando del Patio Central, y si tiras hacia la derecha y cerca de donde está el Panteón de Julio Romero de Torres, accedías a una serie de patios no muy grandes, en los que en primer lugar estaba "EL DEPÓSITO DE LOS DE BALDE" y en toda aquella zona no había nada más que tumbas en el suelo en los tres patios pequeños y contiguos. Solamente existían unos pequeños cuadros de bovedillas, en el muro de separación de un patio con otro, y en el testero posterior al citado "Depósito de Balde".

Precisamente y por detrás de este llamado "Depósito de Balde" se accedía a un largo patio que corría paralelo a lo que hoy es el Polígono de la Fuensanta, exactamente en donde se pone el "Mercadillo Ambulante". Al principio de este patio y haciendo un rincón existía una galería en forma de "L" en donde había bovedillas y también tumbas en el suelo. Luego a media distancia del patio y en la parte izquierda, había una puerta que se comunicaba con el "Patio Principal". (Todavía existe). En la otra esquina de esta puerta de comunicación con el "Patio Central", había un testero de bovedillas que llegaban hasta el final de éste largo Patio, ( Hoy existen panteones), que se cortaba a donde hoy empiezan más o menos el llamado "Muro de la Memoria". La mayoría de las tumbas de este Patio eran en el suelo, y a la derecha existía una puerta que se comunicaba con el Polígono de la Fuensanta y que sólo se abría en la fiesta de los Difuntos. En muchas de las tumbas que había en el suelo, estaban cubiertas por unas lápidas de mármol blanco, casi repetición unas de otras y que ponía el epitafio: "Fallecido durante la guerra civil 1936-39". Luego en el testero de  bovedillas que lo separaba del Patio Central, llamaba la atención una "bovedilla cuádruple" (aún está), en que el Ayuntamiento de Córdoba le dedicaba el enterramiento a las victimas del accidente ferroviario de la SOLANA.  


PATIOS A LA IZQUIERDA (Hacia Barrio Cañero)

Volviendo al primer patio diremos que en dirección por la zona de la izquierda y accediendo por una pequeña y empinada rampa se pasaba a los tres patios que estaban ocupados por tumbas en el suelo y en los muros que los rodeaban por bovedillas.

Durante mucho tiempo, nada más subir la citada rampa, y en el cuadro de bovedillas que queda justo a la izquierda, muchas personas solían pararse ante la bovedilla de Wenceslao García Lorenzo Arroyo de 45 años, el chófer del autobús de AUCORSA que se precipitó al Rio Guadalquivir, al dar la vuelta desde Calle la Feria para enfilar el Paseo de la Ribera, en aquella aciaga tarde del domingo 26 de abril de 1964, y cuando realizaba el último servicio "ESPECIAL AL FÚTBOL".

Hay que recordar que éste servicio "ESPECIAL FÚTBOL", empezaba su recorrido en la Plaza de José Antonio y terminaba en el Campo de Fútbol del antiguo Arcángel. En aquél accidente murieron todos sus ocupantes menos el cobrador del autobús Miguel Esquerra Priego, que se pudo lanzar por la ventanilla. La mayoría de todos estos cadáveres fueron enterrados en el citado cuadro junto al chofer Wenceslao.

De haber existido el actual BAR EL SOJO los clientes de su terraza hubieran podido presenciar en primera fila todo el desenlace de éste trágico accidente.

Precisamente y cuando pudimos ver la foto del chofer del autobús, pudimos caer en la cuenta, de que éste hombre fue el que realizó el servicio "ESPECIAL" de autobús desde CENEMESA  a Córdoba, (Barrio de Cañero), del sábado anterior al accidente, por lo que lo recordábamos como un hombre comedido y prudente en su conducción. Curiosamente nos pudimos enterar de que el fue mandado a realizar el fatídico SERVICIO ESPECIAL que cayó al Río, en sustitución del compañero y vecino suyo en la Calle Barrionuevo, Bernabé López Rodríguez, que al sufrir una indisposición fue sustituido en este servicio por Wenceslao. La matricula del autobús siniestrado era: MA-21299.

Al final de estos tres patios y siempre en dirección al Barrio de Cañero (Calle la Oficina), existía un enorme patio, semivacío, y que todo el mundo denominaba "EL PATIO GRANDE". Ese patio solo en los muros que lo separaban de la Avenida de Libia, y de los patios anteriores era en donde tenían bovedillas.

Este "PATIO GRANDE" que hemos mencionado y que lindaba por la Avenida de Libia, la Calle la Oficina del Barrio de Cañero y el Polígono de la Fuensanta, era un patio enorme, de las dimensiones extraordinarias de un gran Campo de fútbol, y que estaba semivacío. Allí recuerdo que levantaron unos cuadros para párvulos, e hicieron bovedillas en el muro que separaba al patio de la Avenida de Libia, que entonces se llamaba "Carretera de Madrid". Entrabas en este patio enorme y a la derecha había una enorme "ZANJA" que era en donde se enterraban los que no podían pagar un enterramiento al Ayuntamiento..  
En el "PATIO GRANDE", poco a poco en el lado que lindaba con el Polígono de la Fuensanta se fueron construyendo cuadros alineados en paralelo, y allí durante los años 1960, 70, y 80, se enterraron a muchas personas de Córdoba. Aquel rincón o lado derecho del "PATIO GRANDE" tiene una densidad de bovedillas impresionante. Pero queremos recordar que a la altura de los años 1960, se habilitó una zona o departamento con cancela de entrada y todo, en donde se colocaron las tumbas de los llamados "Protestantes" que se trasladaron desde su Cementerio ubicado cerca de los Santos Pintados.(Al final Fuente de la Salud). En este Departamento, también se habilitó un cuadro de bovedillas para el llamado Cementerio Civil.
Por  cierto que por aquellos años y en el día de los "Difuntos" éste Departamento de los "Protestantes" parecía una feria de la gente que iba a visitar la bovedilla de José Moreno Corpas "Pepín Moreno" que durante unos años estuvo enterrado allí. Este personaje singular de la Córdoba de aquellos tiempos murió en accidente de coche al chocar contra una farola de la Avenida de Obispo Pérez Muñoz, en el año 1964 cuando iba acompañado al coche con su novia la popular y genial bailaora Ana Carrillo Mendoza "LA TOMATA" (1942-2007).
Dicho Cementerio protestante, fue fundando por Duncan Shaw un alto ejecutivo de la fábrica de plomo que hubo cerca de aquél lugar. Pero desaparecida la fábrica de plomo, y la marcha de la población "protestante" el Cementerio entró en un claro deterioro y abandono y por ello fue trasladado al Cementerio de San Rafael en 1959.

Tenemos que decir que Duncan Shaw, vivió en la Calle Torrijos, a donde está hoy ubicada la Tienda de SOUVENIR  de Antonio Adarve López, el hombre que fuera presidente del Córdoba CF. durante los años 1989-91. La esposa de Duncan Shaw era de religión católica y cuando el empresario  británico escuchaba las campanas de la Catedral, solía advertir a su señora con las palabras de: "Que llegas tarde a la Misa". 
A partir de los años 1960 como hemos dicho, este "PATIO GRANDE" empieza a crecer y crecer con unas ordenadas hileras de cuadros de bovedillas, primero por la zona de la derecha que lindaba con el Polígono de la Fuensanta, y luego ese crecimiento llegaría a todo el patio. Se puede decir que en lo que fue aquél "PATIO GRANDE" semivacío que pudimos contemplar en los años 1950, están concentrados más del 60% de los enterramientos de este Cementerio de San Rafael.
En aquellos tiempos el exorno floral de las tumbas y las bovedillas era a base de flores del tiempo, precisamente en Córdoba había varios huertos dedicados a sembrar flores para el día de los Santos y los Difuntos. Concretamente y en terrenos en donde en su día estuvo la Ermita de San Sebastián y posteriormente "La Casa del Santo", estaba el Huerto de Miguel y Mercedes, y el Huerto de Fernando Peña, además del Huerto de Santa Rosa. Las flores que se estilaban eran lógicamente rosas, claveles, margaritas, pero en especial, "Marimoñas y Crisantemos", en distintos colores que eran las flores más populares en el Cementerio de San Rafael. Pero e aquí, que por los años 1960, los hermanos Wizner que en su establecimiento de San Agustín, (Casa Modesta), introducen en Córdoba las flores de plásticos y aquello constituyó como una "revolución" por los asequibles y populares que resultaban. A partir de ahí ya el Cementerio y su lápidas era prácticamente "escaparates de plástico" de manera que hasta las propias lápidas protestaban..
           
MERCADEO CON LOS MUERTOS

El Cementerio de San Rafael fue un testigo callado y respetuoso de muchas situaciones que se pudieron dar allí durante aquellos tiempos que estamos hablando de los años 1950-1980. Hay mucha gente que se comió bastantes guisos de "Caracoles Gordos" que allí florecían. Había gente que aprovechaba a un muerto, para negociar a nivel económico y por supuesto político. Aquí podíamos mencionar al "Limpio" un personaje simpático de Córdoba, que por trabajar para una Funeraria se lamentaba de que el negocio nos prosperaba pues no se moría nadie.

Pero al margen del interés económico del posible entierro, también los políticos quisieron sacar provecho  de los difuntos. Por ello es bueno recordar que hacia la mitad de los años 1970,  hubo un desgraciado accidente laboral en las instalaciones de la Fábrica Electro Mecánicas,  en el que resultaron muertos tres trabajadores al estallar un transformador. La fatídica muerte les llegó a los trabajadores de forma espaciada. Primero fue uno, luego otro y finalmente falleció el tercero, todos en el espacio poco menos de una semana. Recuerdo que en el entierro del primer trabajador, el Sindicato Comunista y el propio PCE, pasearon el cadáver de este trabajador prácticamente por toda Córdoba, y lo llevaron a hombros hasta el Cementerio de San Rafael. Por todo el camino, los Slogan políticos y sindicales, atacaban quizás con razón a la empresa por descuidar las medidas preventivas en el tema de los accidentes. El muerto lógicamente, ajeno a todo lo que pasaba, fue utilizado como ariete y motivo de propaganda contra la empresa y con todo el entorno establecido políticamente por aquellas fechas..

Años más tarde y ya con la democracia instalada en nuestro Ayuntamiento, y con un Alcalde  democrático al frente del Ayuntamiento, muere el trabajador, Faustino Blanco, (sepulturero), a  consecuencia de que una plataforma elevadora a mitad de la operación de elevar un ataúd, a la bovedilla fila 5ª, falló y la caja con el cadáver que se iba a enterrar dentro aplastó al joven sepulturero de los Olivos Borrachos que murió prácticamente en el acto. Córdoba, se enteró de ese accidente por una pequeña reseña del periódico CÓRDOBA, nadie, ni sindicatos ni por supuesto el propio partido PCE, en el Ayuntamiento, hicieron ninguna manifestación pidiendo “responsabilidades” a nadie. Una de dos, o este muerto tenía  menos categoría humana que aquel trabajador de la Electro Mecánicas, o los Sindicatos y el propio PCE, demostraron que usaban a los trabajadores muertos para su propaganda y protestas.

La cosa de los entierros ha cambiado mucho, pues ya son muchas las personas que por decisión propia o de sus familiares son incinerados, y sólo en algunos casos sus cenizas son enterradas en bovedillas de propiedad o panteones. Por otra parte, los entierros ya no tienen aquella vistosidad que pudieran tener los "RECORRIDOS FINALES" propios de aquellos  tiempos, y en las casas o en los bloques de vecinos apenas se advierte que se ha muerto alguien. Muchas veces los vecinos, se enteran porque han leído la esquela en el periódico. Luego todo lo del velatorio ya se celebra en los TANATORIOS, lugares, en donde en muchos casos termina todo el entierro. Eso si, en salones que con su nombre casi turístico, nos hacen pensar que el cadáver está poco menos que de veraneo.
Ya se perdió aquél nexo de unión entre los vecinos que siempre suponía el velar a un vecino. y desapareció el ruido que hacía aquél molinillo del café de la vecina al amanecer. Ya no hay por tanto, que entonar puerta de la calle alguna. Es bueno que todo evolucione, que todo se haga moderno. Esperemos al menos que no terminen lo entierros siendo organizados por el Corte Inglés o por Amazón.

Gracias al Archivo Municipal y al Archivo Diocesano.


M. Estévez