jueves, 21 de noviembre de 2019

SAN RAFAEL EN CÓRDOBA

Imagen Iglesia del Juramento 



EL ARCÁNGEL SAN RAFAEL


Aunque para muchas personas el Arcángel de San Rafael lo consideran poco menos que nuestro patrón, él Arcángel San Rafael es el Custodio de Córdoba. Y hay que remontarse a 1578, cuando se apareció al venerable Andrés de las Roelas y le dijo: "Yo te juro, por Jesucristo crucificado, que soy Rafael, el ángel a quien Dios tienen puesto por guarda de esta ciudad de Córdoba".

En el tiempo de sus apariciones Córdoba atravesaba momentos malos de su historia, pues la epidemia de la peste, hacía estragos entre su población. Los cordobeses atribuyeron la remisión de la epidemia a un milagro realizado por el arcángel San Rafael. Como agradecimiento, se construyeron una serie de Triunfos con esculturas del arcángel y los ubicaron por toda la ciudad. Estos pueden encontrarse en lugares céntricos tales cerca de la puerta del puente, el que se encuentra al principio del puente de San Rafael, el que hay en el centro del puente romano, el que hay en la plaza del potro o el que se encuentra en la plaza de la compañía, entre otros.

Pero estos Triunfos no son la única huella que el arcángel ha dejado en Córdoba. El Estadio del Córdoba CF. lleva su nombre, y también se le dio ese nombre al Cementerio de San Rafael que se construyera a mediados de 1800 en la Huerta la Gitana en la Carretera de Madrid enfrente de la Ermita de San Sebastián. Y como no, la Iglesia de Juramento.

También en Córdoba en donde se prodiga el nombre de Rafael, hay también fechas y celebraciones en torno a San Rafael. En primer lugar tenemos que mencionar el "EL PEROL" cordobés, una manifestación popular de pasar un día de campo al aire libre en donde familiares y amigos disfrutan de la convivencia alrededor de un guiso de arroz, lógicamente guisado en un perol. En el año 1970 la Iglesia quiso celebrar la festividad de los tres arcángeles Rafael, Miguel y Gabriel, el mismo día 29 de septiembre, pero gracias a la actuación de don Antonio García Laguna y la Iglesia de Córdoba, se le concedió a esta ciudad el privilegio de continuar celebrándose el día 24 de octubre como "DIA DE SAN RAFAEL" como desde la antigüedad venía ocurriendo.

Una de las más interesantes manifestaciones de la devoción cordobesa a su Custodio, el Arcángel San Rafael, son los monumentos erigidos en su honor en distintas calles o plazas, conocidos popularmente con el nombre de “Triunfos”. El libro de Enrique Redel sobre San Rafael y Córdoba es una fuente insustituible para conocer toda esta historia.

San Rafael se apareció en Córdoba, en 1279, a Fray Simón de Sousa, y le pidió que su obispo don Pascual, hombre devoto y caritativo, coronase la torre de la Catedral con su efigie para velar por la ciudad. Aun siendo ésta la primera aparición documentada, no cabe duda de que fueron las apariciones al venerable Andrés de las Roelas, en 1578, las que sirvieron para unir para siempre el nombre del Arcángel y el pueblo de Córdoba, con su Ayuntamiento al frente. Como muestra de esta implicación, a partir de 1651 el propio Ayuntamiento solicitó de las autoridades eclesiásticas que considerasen los días 7 de mayo y 24 de octubre como fiestas para el rezo dedicadas al Arcángel San Rafael. Y Don José Valdecañas y Herrera, concejal, prácticamente, pidió casa por casa para poder levantar la Iglesia de San Rafael.  

Así, en la festividad del día 7 de mayo, hasta principios de los 50 del pasado siglo, el Ayuntamiento de Córdoba en pleno solía acudir a la Iglesia de San Rafael, “bajo mazas”, como solían decir nuestras madres. A pesar de todo este ceremonial, esta fiesta fue decayendo, quedando sólo para la feligresía y la Hermandad. La única fiesta solemne que quedó fue la del 24 de octubre.

(Esta fecha estuvo también a punto de perderse, después del Concilio Vaticano II (1959-1965) cuando la Iglesia reformó su santoral y se unificaron las fiestas de los 3 Arcángeles: San Rafael, San Miguel y San Gabriel, en el día 29 de septiembre. Como era de esperar, no sentó bien en la ciudad de Córdoba. Entonces, gracias al interés demostrado por don Antonio García Laguna, capellán de la Iglesia de San Rafael desde 1948 hasta 1995, se le hizo llegar la queja al obispo Monseñor Fernández Conde, que fue muy diligente en este asunto, consiguiendo que la ciudad de Córdoba siguiera celebrando la festividad de San Rafael el día 24 de octubre).

Cuando la Congregación para el Culto Divino en Roma aprobó la instauración de una fiesta y el rezo al Custodio de Córdoba, el Ayuntamiento organizó una serie de festejos para celebrarlo. Hubo concursos literarios, de poesía, corridas de toros, juegos de cañas y competiciones de barqueros en el río Guadalquivir, llegándose incluso a hacer salvas de arcabuces y mosquetes. Por cierto, en estas competiciones los jóvenes próximos a la calle Roelas quisieron tener un protagonismo destacado, especialmente motivados por ser de la vecindad del virtuoso Padre que dio nombre a la calle, la cual lo vio nacer en su número 11.

En 1655 se funda la Hermandad de San Rafael, que será la que trabajará con las autoridades civiles y eclesiásticas de la ciudad por el engrandecimiento del culto al Ángel Custodio. El primer hermano mayor será don Gabriel González del Valle.

En 1713, a instancias también del Ayuntamiento, se hacen gestiones para que la Iglesia adquiera lo que fue la casa del padre Roelas, a fin de edificar en ella una capilla o ermita para darle culto. Hubo bastantes dificultades, aunque por fin, en 1735, se pudo llevar a cabo. Los jóvenes de San Lorenzo colaboraron en esta tarea. Todavía por la Calle Roelas se puede apreciar lo que fue la entrada de este humilde templo, e incluso su campanario. Cualquiera que se quiera imaginar aquella primitiva iglesia solo tiene que visitar la actual sacristía de San Rafael. El pilón negro de la fuente que hay en ella pertenece a aquella época.

El 23 de febrero de 1796, al quedar esta iglesia pequeña para el fervor de los cordobeses, se decide su ampliación. Para ello hubo que comprar terreno de huertas colindantes. Con un proyecto de Vicente López de la Corredera, se construyó la nueva iglesia que aportaba soluciones arquitectónicas que ya se habían visto en Córdoba, como por ejemplo la cúpula de Santa Victoria. La obra básica de la iglesia importó 62.450 reales, para una superficie de 395 varas cuadradas. Fue inaugurada en 1806.

De las primeras personas que aportaron donativos para la obra de la iglesia fue don José Medina y Corella, que con 2.000 reales inició la lista. Este sacerdote sería el fundador del Monte de Piedad de Córdoba (1864).

En la fachada hay tres esculturas que representan a San Acisclo y Santa Victoria, con San Rafael en el centro. Las figuras son de piedra  y cada una costó dos mil reales de vellón. Su autor fue Jerónimo Buti, un milanés afincado en Córdoba (1799).

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EL SAN RAFAEL DE LA TORRE DE SAN PEDRO

Tras la aparición de San Rafael a Fray Simón de Sousa, el obispo Pascual (1274-1293), temeroso de aquella extraña petición, hizo colocar una imagen suya  encima de esta torre de San Pedro. Está documentado que hubo allí una imagen pequeña, pero no está demostrado que sea de aquella época.

Este obispo, hombre virtuoso y de profunda fe, pidió ser sepultado en un hospital que él había fundado entre el río, la Puerta del Puente y el Seminario. Posteriormente se destinó aquello para cementerio de ahogados del río. Esto ocurrió en 1293. 

En la Iglesia de San Pedro es donde se hallan todos los documentos relativos a las apariciones de San Rafael al padre Andrés de las Roelas, así como el testamento de este virtuoso sacerdote. No entendemos cómo estos documentos, o al menos una copia, no se encuentran en los archivos de la parroquia de San Lorenzo, que fue en el barrio en que nació,  vivió y posiblemente murió.


SAN RAFAEL EN EL PUENTE ROMANO

El día 29 de septiembre de 1651, por iniciativa del Jesuita P. Juan Bautista Caballero, en acción de gracias por haber terminado una grave epidemia de peste que había atribulado a la ciudad, se colocó sobre el pretil del Puente Romano una estatua de San Rafael labrada en piedra por el escultor cordobés Bernabé Gómez del Río.

Esto alegró mucho a los barqueros del río que con frecuencia se jugaban la vida a diario, en un río, que al no estar entonces regulado por pantanos, causaba muchas veces estragos.

El único acceso rodado al Campo de la Verdad era a través de este vetusto puente, que algunos autores árabes llegaron a llamar “el puente de Augusto”. En el año 1952 cobraría una actividad inusitada, pues por él pasaron todos los “carrillos de varales”, con los muebles de los que se mudaban a la nueva Barriada de Fray Albino. No cabe duda de que el Custodio de Córdoba se tenía que alegrar de que hubiera familias que por fin iban a tener agua potable, la pila, la cocina y los servicios individuales, entre otras comodidades.  Algunos arrancaban a llorar de emoción cuando recibían la carta de adjudicación de su casa. Vi llorar a bastantes personas. Se cundió mucho por San Lorenzo lo de: “chiquillo, le das un pellizco a la pared y sale el agua”.

Nos tocó ayudar a varias mudanzas, y daba gusto contemplar las Escuelas Rey Heredia, esbeltas, tranquilas y sosegadas, Casa Currito, el surtidor de la gasolina, el mosaico de nitrato de Chile. Todo era como una nueva aventura al otro lado del río. A la primera casa que llegamos fue al nº 60 de la calle Pío XII, donde se mudaba una hija de José Ruiz Lozano, bombero que durante los bombardeos de la guerra retiró una bomba sin explotar de lo alto de la cubierta de la Catedral de Córdoba.

De vuelta, más tranquilos, íbamos comiendo el membrillo que nos habían dado, además de dos  reales. El dinero lo empleamos para ir al Cine Astoria, que echaba la película “Kim de la India”, de Errol Flynn. Curiosamente, por aquellas fechas coleccionábamos las estampas de Robín de los Bosques, con el mismo protagonista.

Me contaba el viejo anticuario de libros de la Corredera, de que él mismo presenció algunas de las discusiones acaloradas que mantuvieron, paseando cerca del San Rafael del puente, el obispo Fray Albino y don Antonio Cruz Conde. El tema de discusión no era otro que los alcantarillados públicos de la barriada. Al parecer el alcalde le decía: “¡Usted está loco!, ¿cómo se va a hacer tanta infraestructura para una barriada de casas de una sola planta?”, pero el obispo siguió insistiendo, erre que erre. Se hicieron los alcantarillados… y el tiempo le dio la razón; lo que él proponía era lo que ahora se llama “casas adosadas” y que entonces era algo sin sentido para la mayoría.


SAN RAFAEL EN LA TORRE DE LA CATEDRAL

Fue realizado el 26 de mayo de 1664 y colocado encima de la torre de la Catedral. Es obra del escultor Pedro Paz, que también realizó la imagen de San Lorenzo de dicha parroquia. 

Después de Hernán Ruiz, los que más saben de esta torre es la familia de los Sorianos, campaneros durante varias generaciones. El “doble de cepa”, forma parte de sus vidas. La vivienda de los campaneros  en la torre tenía un cuadro donde se indicaba la campana que se volteaba, tipo de toque, duración etc. Actualmente este cuadro, con caligrafía del siglo XIX-XX, se encuentra en la sacristía de la Catedral.

Con motivo de las obras de restauración realizadas en la torre en el año 1992 pudimos comprobar que entre la peana y la imagen del San Rafael se superan los 3 metros largos de altura. La visión que desde esa altura se percibe de Córdoba es para enamorarse aún más de ella. Se puede ver todo el recorrido del río desde la zona de Lope García, se pueden contemplar las “arenas doradas” que cita Luis de Góngora en su canto a Córdoba, cuya lápida está en el testero sur de la base en donde se alza el Triunfo de la Catedral.

La torre sufrió serios desperfectos con motivo de una enorme tormenta que descargó sobre Córdoba en el año 1727,  y el posterior terremoto de Lisboa de 1755. En una nota marginal que aparece en el libro de Actas Capitulares de la Catedral, del uno de noviembre del citado año, pone lo siguiente: “El terremoto duró el tiempo en que se reza un credo”. Con el terremoto, hasta el coro recién terminado por Pedro Duque Cornejo, se estremeció, por lo que tuvo que ser posteriormente restaurado. La torre fue restaurada por el francés Baltasar Drevetón.


SAN RAFAEL EN LA IGLESIA DEL JURAMENTO

En 1733 se realizó la estatua del San Rafael del altar mayor, realizada por Alonso Gómez de Sandoval sobre un boceto de Antonio del Castillo. Tuvo que ser varias veces retocada, pues desde el principio no quedó muy del gusto de la Hermandad. Incluso llegaron a pedir que a la imagen se le diera un acabado en dorado. En un principio estuvo en la llamada primitiva ermita, y más tarde pasó al altar de la iglesia actual, ya en 1798.

La  Iglesia de San Rafael era el lugar elegido por gran parte de la “gente bien” de Córdoba para su casamiento. Presencié el de don Rafael de la Hoz Arderius, que se celebró en 1951. Recuerdo que la estera llegaba hasta la mitad de la plaza. A los  monaguillos le dieron una espléndida  propina.


SAN RAFAEL EN LA PLAZA DE LA COMPAÑÍA

En la antigua Plaza de Queipo de Llano, ante la fachada principal de la Parroquia del Salvador y Santo Domingo de Silos (Compañía), se alza un sencillo y elegante triunfo dedicado a nuestro Custodio. Erigido en 1736 gracia a las limosnas que se recogieron con este fin por el P. Juan de Santiago, su autor fue Juan Jiménez que lo elevó sobre un pedestal obra de Alonso Pérez

En un principio se concibió con un enrejado que cerraba un recinto cuadrado a su alrededor y en cuyas esquinas había cuatro columnas de mármol de donde salían cuatro artísticos faroles. Con la restauración de la plaza, quitaron la reja y las columnas y dejaron solamente la columna que sostiene al San Rafael.

Cerca de este triunfo a San Rafael existía un centro farmacéutico que llamaban “centro sevillano” en la esquina de la calles Reloj-Munda. Daba mucho movimiento a la plaza con chavales de las distintas farmacias de Córdoba.  Hay que recordar que en aquellas épocas las farmacias “tenían lo puesto”. La mayoría de los medicamentos estaban en los centros, e iban y venían a recogerlos los chavales en las bicicletas. Al aparcarlas en la plaza, aquello daba aquello sensación de ser un pequeño garaje.

En la Calle Munda había una taberna muy clásica, que se llamaba Casa Pastor.  Allí se juntaba a beber vino gente muy castiza, orgullosa de sentirse cordobesa. El vino lo bebían en unos vasos de culo gordo a los que se les llamaba “cubetas”. Más de una vez, algunos grupos de amigos, sobre todo en las noches de verano, solían pararse junto al Triunfo de San Rafael y dedicarle un turno de poesía por cabeza. Eso nos lo contaba Rafael Quirós Luna, que conoció perfectamente a muchos de estos personajes eternos.

En 1958 se celebraron unos exámenes de oposición para el Monte de Piedad del Sr. Medina.  Dichas pruebas tuvieron lugar en una clase de la planta superior del Colegio Cervantes, entonces situado en la plaza de la Compañía.  El tribunal lo presidía un canónigo arrullado en su manteo al que llamaban don Tobías. Viene aquí bien ese nombre, pues hubo madres de los examinandos que pusieron velas y lamparillas en el Triunfo al San Rafael por la suerte del examen de sus hijos. Fueron muchas las que esperaron en la puerta del Colegio. Por aquellos tiempos la central del Monte estaba en la Calle Ambrosio de Morales, enfrente de la casa donde nació Pepe Villalonga, que fuera entrenador del Madrid y de la Selección nacional. En Córdoba jugó al fútbol en el equipo "Once Rojos".  


EL SAN RAFAEL DE LA ANTIGUA ESTACIÓN

Don Pedro Salazar y Góngora, en 1743, siendo obispo de Córdoba, decidió levantar un triunfo a San Rafael en la explanada que quedaba entre el río y la Puerta del Viejo Alcázar de los Reyes Cristianos, que por aquel entonces era Prisión Provincial. Al abrirse la Avenida del Corregidor se trasladó dicho triunfo a la explanada de la Estación Central de ferrocarriles en 1954.

Allí, el Bar Montes y Casa Eduardo cobijaban a los noctámbulos de Córdoba que saludaban al Arcángel al amanecer. Jorge Negrete cuando llegó a Córdoba en 1948 acompañado de sus "mariachis" se asombró de ver tantas veces al Custodio de Córdoba. 

Con el cierre de Casa Eduardo los taxistas de Córdoba perdieron algo como si fuera su segunda casa. La viuda que terminó regentando el negocio era una madre para todos ellos.  Todo lo que tenía de bajita, lo tenía de buena y cariñosa. Su café era insuperable 

El San Rafael de la Estación pudo ver como nadie cómo en aquellos años se nos marchaba mucha gente a otras partes de España y del extranjero a buscar trabajo.  Dejaban familia y raíces atrás. Unos volvieron, pero otros se quedaron, porque los hijos habían nacido allí y habían adoptado las costumbres y el idioma.


EL SAN RAFAEL DE PUERTA NUEVA

En el año 1747 se celebraron unos festejos taurinos organizados por los vecinos del barrio a fin de construir en el centro de la plaza una monumental fuente que, además del exorno, era totalmente necesaria para esa zona de Córdoba. Hubo éxito y se recogió dinero suficiente para la construcción de la fuente y hasta sobró dinero que para construir un Triunfo a San Rafael. En un principio éste se colocó junto a la puerta del Convento del Carmen. Más tarde se colocó en el centro de la Plaza desde donde parece mirar a todos los viajeros de la antigua carretera de Madrid. Su autor fue el cantero Juan Alcaide.

Este San Rafael fue restaurado por Rafael García Rueda, y en su rostro pudo apreciar los impactos de las balas de aquella “refriega” de junio de  1808 que se formó cerca de Puerta Nueva. Sobre todo a raíz de que Pedro Moreno, juez de paz, vecino de la Calle Ancha de la Magdalena, disparase su mosquete contra el general Dupont, derribando su caballo. La reacción de los franceses fue de locura durante nueve días terribles en los que saquearon, abusaron y destrozaron buena parte de la ciudad (tanto robaron que la lentitud de sus movimientos posteriores, por tener los carros llenos con la rapiña, fue uno de los principales motivos por los que fueron sorprendidos poco después en Bailén).

A lo que se ve, los vecinos de Puerta Nueva no ganaban para disgustos, pues la fuente que con tanto esfuerzo construyeron les fue quitada en 1950 y trasladada al Jardín del Alpargate. El disgusto de los hermanos García Rueda, los Blanco, los Herrera, los Flores, los Gómez, los de la Torre, los Gálvez, los Seoane, los Lanti, los Dobao, y muchos vecinos del barrio que protestaron por aquel “robo”, se hizo latente, pero de nada sirvió.

Después de aquello, el Jardín de Puerta Nueva fue cercado con alambrada de espino, como si de una huerta se tratara, y en su interior se sembraron unos espléndidos rosales, que durante mucho tiempo dieron un colorido con la sola presencia del San Rafael y el eterno transformador de “la Sevillana”. A finales de los años sesenta al transformador lo cambiaron de ubicación y abrieron, por fin, los jardines.


EL SAN RAFAEL DEL ALCÁZAR VIEJO

Estuvo construido en 1753, y presidió desde su columna la Plaza de San Basilio. Fue costeado por los hermanos Guiral. Con el tiempo, debido a problemas surgidos en la columna, la imagen se colocó sobre una ménsula en la esquina que forma la Iglesia de San Basilio.

Desde allí, el Arcángel es testigo, en los meses de mayo festivos, de la cantidad de gente y turistas que al pasar por delante de su estatua, rezan y piden la protección del Custodio.

Aquí me recordaba Paco Leiva Campoy que su amigo don Guillermo Romero Fernández, párroco de San Basilio y hombre de leyes, le decía que en el Archivo de Protocolos Notariales de la Calle Pompeyos, existen multitud de testamentos que comienzan: “En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo y del Glorioso Arcángel señor San Rafael Titular y Custodio de esta ciudad de Córdoba”.


EL SAN RAFAEL DE LA PLAZA DE AGUAYOS

En el año 1763 fue costeado por la marquesa de Santaella y condesa de Hornachuelos. Se erigió en la Plaza de Aguayos donde tenía su palacio. Allí, en el Convento de las Francesas, estuvo interna Pepa Montes, que era voluntad de su madre que se corrigiera, pero a lo que se vio de poco le serviría cuando debutó en Córdoba en una feria de mayo de 1956 con el espectáculo “Más madera” del Teatro Victoria.

Hay quien afirma que debajo de esta plaza hay un gran manto de agua corriente que afecta al muro izquierdo de la Iglesia de San Pedro en sus cimientos, dando lugar a que se vea totalmente inclinado si se mira desde la esquina del antiguo Bar Brasero, donde jugaban al parchís, los Flores, Berenguer, el "Chapu, Méndez" y el “Limpia”, casi todos de la Ribera.


EL SAN RAFAEL DE SAN HIPÓLITO, LUEGO EN EL POTRO

Miguel Verdiguier vivía en 1768 en la Plaza de San Hipólito. Por su iniciativa se construyó un Triunfo que ocupó un rincón de la plaza, que pasó a llamarse Plaza del Ángel.  Según parece, el artista francés estaba muy disconforme con el proyecto del Triunfo de San Rafael en la Catedral que le habían encargado, y por eso realizó éste para compensar su disgusto. Completó la obra el maestro de obras Francisco García Terrín.

Este Triunfo fue trasladado en el año 1924 a la Plaza de Potro, estableciendo con él una separación entre la plaza y la Travesía de la Ribera.

Todavía recuerdo que en esta Plaza de San Hipólito, donde está actualmente el "Mesón Los Lobos", hubo una Cooperativa Benéfica, que tenía un economato. Uno de los empleados fue Inocencio Montes, que se casaría con Modesta, la dueña de los conocidos Almacenes Modesta de Córdoba.  

Cerca de la Plaza de San Hipólito se ubicó por aquellos años 1966, el Bar Restaurante Carmona, que desde Alcolea había emigrado a Córdoba, primero en la flamante Avenida Carlos III. Lo primero que se veía al entrar a su salón era un gran cuadro, con la foto de Manuel Benítez “El Cordobés” junto a Franco. También se instalaron en la Calle Menéndez Pelayo, por donde se entraba al “gallinero” del Gran Teatro. Con la llegada de la democracia la foto le traería mala suerte hasta el punto que los Carmona desaparecieron.


EL SAN RAFAEL DEL TRIUNFO DE LA CATEDRAL

Por iniciativa del Cabildo Eclesiástico de Córdoba, que así quería hacer patente su devoción al Custodio de Córdoba, se encargó el proyecto del monumento a los arquitectos de Roma, Domingo Esgroijs y Simón Martínez, siendo aprobado el día 26 de marzo de 1738 y comenzando la excavación de los cimientos. Por razones de tipo económico el proyecto se quedó parado, hasta que el obispo, Martín de Barcia decidió costear de su dinero y llevar a cabo su ejecución encargando  las obras al artista francés don Migue Verdiguier.

Los trabajos comenzaron en 1765 y se terminaron en abril de 1771.  El obispo Barcia no pudo ver la obra terminada porque falleció antes de su terminación. Sería su sucesor el obispo don Baltasar de Yusta el que lo inauguró en diciembre de 1781.

Sobre la reciente disputa en relación con la propiedad del mencionado Triunfo, tenemos que decir, de la mano de Enrique Redel Aguilar (1872-1909), que en su libro “SAN RAFAEL EN CÓRDOBA”,  editado en 1899, Imprenta del “Diario”, C/ Letrados nº 18, páginas 21 5-216, dice lo siguiente:

“1850. En el 27 de junio compareció en las Casas Consistoriales un vecino de la Calle Enmedio, llamado Fernando Rodríguez, manifestando que durante cinco años había sido guarda del Triunfo de la Catedral y que por ello recibía un honorario del Sr. Obispo don José Bonel y Orbe; pero que en mayo de 1847 dejaron de abonárselo y, viéndose en estado de necesidad, trató de entregar las llaves del expresado sitio primeramente al mayordomo del Palacio Episcopal, al Provisor después y luego Gobernador de la provincia sin que ninguno de ellos se las admitiese fundados en que  no ejercían dominio sobre el monumento. El Fernando Rodríguez manifestó que, no queriendo abandonar el sitio sin comunicarlo a quien fuese su patrono y, para que no se le hiciesen cargos en lo sucesivo, quería entregar las llaves al Señor Corregidor. Entregó, pues, las llaves y, por disposición del Cabildo municipal, fueron guardadas en su archivo.

El 19 de agosto se vio en Cabildo u  oficio del Prelado exponiendo que aplaudía “El pensamiento de reparar y conservar el recinto del Triunfo”  y que nada tenía que reclamar ni argüir por ello al Ayuntamiento. La Corporación no quedó satisfecha con esto y nombró a los señores don Francisco Portocarrero y don Rafael J. de Lara para que viesen el modo de conciliar el patronato.

En otra sesión (en 3 de septiembre) manifestó el señor Portocarrero que había propuesto al Obispo que transmitiese al Ayuntamiento los poderes que tuviera sobre el Triunfo de modo más preciso  y terminante: y que el obispo le había contestado que no determinaba mejor su donación  porque no tenía acción ni título alguno que justificase la propiedad del sitio y únicamente podía manifestar conformidad. La Corporación acordó entonces que el señor Obispo diese su consentimiento por escrito. Y así se logró.”


EL SAN RAFAEL DEL PUENTE NUEVO

En la confluencia de la Avenida del Corregidor con la Avenida del Conde de Vallellano y la entrada del segundo puente sobre el río Guadalquivir se alza el último Triunfo de los colocados por la ciudad a su Custodio. Es obra de Amadeo Ruiz Olmos. Allí, el Custodio de Córdoba, podía contemplar la nueva entrada a la ciudad por el puente inaugurado el 29 de abril de 1953, según proyecto de García Gallegos, acceso a Córdoba desde Sevilla que enseguida enlaza con la Avenida del Conde de Vallellano, una de las mejores obras que se realizaron en Córdoba (1954).

Por cierto Juan Antonio Palomino, que fue concejal del Ayuntamiento de Córdoba con Guzmán Reina nos comentó que “las cosas de palacio van despacio", en referencia de que la obra de esa Avenida se terminó de pagar a principios de los ochenta.

Hay que señalar que es muy frecuente que este puente de San Rafael se confunda con el que Juanita Reina menciona en su copla dedicada al entierro de Julio Romero de Torres en 1950, que dice: “puentecito, puentecito, puente de San Rafael…..”. Evidentemente no se refería a este puente inaugurado tres años más tarde,  sino a otro que era simplemente un pequeño paso para las aguas del arroyo de las Piedras bajo la carretera de Madrid, en las inmediaciones del Cementerio de San Rafael donde está enterrado el pintor.


EL SAN RAFAEL DEL JARDÍN “DE LOS LOCOS”

En 1975, la desaparecida Caja Provincial levantó sobre el solar que dejaba el antiguo Hospital Psiquiátrico unos bloques de viviendas, completándolos con una zona ajardinada de muy buena estructura. Atrás quedaba la popular “Casa de los Locos”, la fábrica de anís Ventolera, la Escuela del Campo, con su Parque de Bomberos al lado. “Matapalos” y Basurte fueron quizás los últimos que vieron El Jardín del Santo Cristo, en plena actividad.

Con buen criterio, se repuso una imagen de San Rafael que había estado en el patio del antiguo Hospital de la Misericordia, según nos comentó Manuel Herrador, trabajador allí como practicante. Esta idea fue participada por bastantes vecinos de esos bloques, pero entre ellos quiero recordar a Rafael Ruiz Lucena, una de las personas que mejor supieron amar a su Córdoba, siéndole leal hasta su muerte. Se pateó con su amigo Francisco Carrasco Heredia toda la sierra en busca del nacimiento de los arroyos,  para que el poeta, Carrasco, pusiera arte y poesía en su magnifico libro “Los Arroyos de Córdoba”.

También tengo que mencionar a Miguel Escudero Melero, que conocía esta parte de su barrio como la palma de su mano. Sabía mucho de San Rafael, al que llamaba familiarmente “su amigo”. Todos los días, sin falta, iba a visitarle a la Iglesia del Juramento. Contaba él que por aquel año de 1956, al popular  “Pepe Olla” lo vio un día entrar a la iglesia, y al verlo le preguntó: “Pepe ¿que haces aquí?”. “Nada -le contestó-,  que vengo a que el Santo me enseñe a leer, pues no quiero que me vuelva a pasar lo que me ha pasado”.  Contaba Miguel que este buen hombre había montado un puesto de carne (más bien, despojos), y como no sabía leer, pidió a unos amigos que le hicieran un cartel, despreocupándose del asunto. Al siguiente día abrió su puesto y se dispuso a recibir clientes. Pero, asombrado de que allí no llegaba nadie, preguntó a un amigo qué podía pasar. Éste, que quiso ser sincero con él, le dijo: “¿Cómo va a entrar nadie si te han puesto en el letrero: Aquí se vende carne de perro muerto?”. Aquello sólo podría pasar en el “Jardín de los Locos”.


EL SAN RAFAEL DEL JARDÍN DEL ALPARGATE

Con la restauración del nuevo Ayuntamiento, a principios de los años 80 del pasado siglo, se derribó el antiguo edificio de la Calle Capitulares, y de su portada superior se quitó una estatua del Arcángel San Rafael de cierta antigüedad. Se trasladó al Jardín del Alpargate, donde en forma de Triunfo da la salutación a todos aquellos que entran por la Puerta de Plasencia, tan recordada en la historia de Córdoba. Se dice que este San Rafael, cuando estaba en el Ayuntamiento estaba orlado con dos farolillos, cuya luz se apreciaba desde ciertos lugares de Córdoba y servía para orientar a los caminantes.

Con este Triunfo se renovó la plaza, y la artística fuente, que se había traído antes desde Puerta Nueva, se retranqueó para atrás para darle su lugar al citado Triunfo.


EL SAN RAFAEL DEL HOGAR Y CLÍNICA

Sobre la finca de San Pablo, que gracias a una donación  de 150.000 pesetas habían adquirido los Hermanos de San Juan de Dios, construyeron el Hogar y Clínica de San Rafael que se conoció hasta los años 70.

La primera comunidad estuvo formada por:

Padre Guillermo Llop
Padre Juan Grande Antía
Hermano Adrián Touceda
Hermano Crescencio Olivares

El nombre de “Padre” se les daba no por que fueran sacerdotes, sino en razón de edad, pues en esta orden sólo empezaron a tener sacerdotes a principios de los años sesenta.

El cuadro médico de aquella época estaba compuesto por:


Director Honorario:                   Dr. D. Emilio Luque Morata
Director-Jefe de Medicina:        Dr. D. Antonio Manzanares y Bonilla
Jefe de Cirugía:                        Dr. Francisco Calzadilla León
Jefe de Laboratorio:                 Dr. D. Germán Saldaña Sicilia
Medico Auxiliar:                        Dr. D. Antonio Carreto G. Meneses
Gastropatólogo:                       Dr. D. Juan de Dios Jiménez Fdez.
Otorrinolaringólogo:                  Dr. D. José Navarro Martín
Odontólogo: Dr.                        D. José Casana Diéguez
Urólogo:                                   Dr. D. Rafael Pesquero Muñoz


Un hombre al que también hay que recordar como si perteneciera a cualquier cuadro médico es a Rafael López Cansinos, que durante años fue el alma de aquellas subastas que organizadas en Radio Córdoba, llegaba a todos los hogares cordobeses.

En 1954 estuve en la Hogar y Clínica de San Rafael, desde el 17 de Enero al 23 de Abril. Allí pasé un tiempo hospitalizado que me marcó por el cariño que aquellos frailes:

Hermano Gerardo, Hermano Gabriel, Hermano Bernabé, Hermano José, Hermano Domingo Hermano Bonifacio, Hermano Mauricio, Hermano Enrique, Hermano Justo

Todos se portaban maravillosamente con los enfermos que estábamos allí acogidos. Sánchez, que luego tendría su barbería al lado del Bar Litri de la Fuensantilla, formaba parte de un equipo de personal de laicos que igualmente nos atendían con todo el cariño del mundo. Pepe, Miguel, Marcelino, Roque y Baldomero, serán personas a las que siempre recordaremos con todo el cariño.

El quirófano estaba al fondo de la galería de la izquierda conforme se entraba. Te bajaban de la primera planta (solo había una), en un ascensor y las camas esperaban cola en la puerta del quirófano. Allí no había familiares, ni salas de espera. Eran operaciones de traumatología, y empleaban el cloroformo con mascarilla. Cuando se abrieron las puertas del quirófano yo llevaba una estampa de San Rafael que me había dado mi madre el día del ingreso. Nada más entrar, el hermano Gabriel, muy complaciente, me dijo: “déjame la estampa que te la guarde, aquí tienes un San Rafael que preside el quirófano”.  Aquellas palabras me confortaron y cuando desperté ya estaba en la habitación de operados, en donde por cierto, tenía mi estampa y había un cuadro muy bonito de San Rafael.

Aquella estampa del San Rafael sobre el Puente Romano que había en el cuarto de operados me impresionó tanto que siempre la ha tenido grabada en mi mente. Un día me llegué a casa de José Luis Muñoz Baena, compañero de fábrica y excelente pintor, que tenía entre sus cuadros a este San Rafael y le pedí que me pintara uno. Luego me contó que a Rafael Gómez Sánchez le habría pintado este cuadro infinidad de veces, pues solía regalarlo a sus amigos. El primer domingo de visita de mis familiares después de la operación se presentaron mis padres y me regalaron una medalla de plata con la imagen de San Rafael. La habían comprado en la sacristía de Ia iglesia de San Rafael, que estaba al cuidado de Socorro, que con su hábito de penitencia, parecía una piedra más.

Como curiosidad de mi estancia allí, el hermano Bernabé, el día 3 de febrero, nos despertó de madrugada para ver algo inusual. Estaba cayendo sobre Córdoba una intensa nevada, la más grande que yo he visto en mi vida. La Ermita de la Virgen de Lourdes había quedado totalmente cubierta de nieve.  Era impresionante ver toda la zona de naranjos cubiertos de nieve. Llegaron voluntarios para sacarnos en las camillas a la terraza para que pudiéramos ver aquel maravilloso espectáculo. El viaducto del Pretorio, que en aquellos tiempos era de un solo ancho, se veía como un montículo de nieve.


SAN RAFAEL DE LA CALLE CANDELARIA

El altar de la Calle Candelaria, esquina con la Calle Lineros, fue realizado por Antonio Monroy, que en 1801 pinta a San Acisclo y Santa Victoria, y en el centro de ellos, a San Rafael, Custodio de Córdoba. Curiosamente, un par de casas más adentro de la calle, en los años 50, había una casa en donde se impartía “religión de los protestantes” a decir de nuestras madres.

Todavía en Córdoba se hablaba de un pastor que hubo en esta Iglesia Evangelista, llamado don Agustín Arenales. Además de pastor protestante, era republicano y por ello se exilió a Méjico en el año 1938. Era un hombre de gran oratoria y fomentó la Sociedad de Jóvenes cristianos, que llegó a contar con más de 30 componentes. En la “capilla”, como él llamaba a este recinto, acudía mucha gente deseosa de escucharle.

Pero la relación entre la Calle Candelaria y el Arcángel tuvo más notoriedad en Córdoba. Tenemos que hablar del equipo de la Candelaria, cuando jugaba en los Salesianos, en aquellos campeonatos de verano organizados por don José María Izquierdo. Era un espectáculo verlo. Además, en esa calle nació Miguel Reina Santos (1946), al que el “Marca” en una entrevista que le hacían al final de los años sesenta lo citaba como “El Ángel del Arcángel”, por su espectacularidad en aquellas paradas que aún quedan en las retinas de los aficionados cordobeses que íbamos al viejo Arcángel.

El San Rafael de las Cinco Calles, es testigo de que el bar que había en la esquina de la Calle Carlos Rubio tenía un cuadro de Reina, como un auténtico Arcángel, admirado por sus vecinos.

Un poco más abajo, en el Bar los Mochuelos de Santiago, todavía recordamos a Pepín, gran aficionado al Atlético de Madrid e incondicional de Reina, hasta el punto de que una vez que vino el portero por Córdoba y no se pasó para saludarle, de coraje, colocó un par de días su cuadro boca abajo.


EL SAN RAFAEL DE LA PLAZA DE LA FUENSECA

La Calle Juan Rufo se ensancha en una pequeña plazuela encalada donde hay una fuente famosa, “La Fuenseca”, en esa paradoja tan cordobesa de la sed en el agua, la salud en el cementerio, la verdad en el campo, la caridad en el potro agónico. Fuente tantas veces pintada por Julio Romero de Torres, reflejando a hombres que acechan o mujeres que huyen, en cuadros que esconden muchas verdades ocultas.

Córdoba es rica en aguas, y allá por el año 1495, mientras que el arquitecto Pedro Lope se decide a acometer la obra de los pórticos del Patio de los Naranjos, se intentó aprovechar el caudal del venero que nacía  bajo la huerta de las Dueñas y pensaron en poner una fuente a nivel de la Calle Alfaros, por donde el fotógrafo Melero tenía su ático de madera. Pero el caudal no llegaba con facilidad a ese nivel, y la fuente casi siempre estaba seca. De ahí el nombre de Fuente-seca.

Entonces cambiaron la ubicación de la Fuente y la pusieron en una cota inferior, donde incluso había que bajar algunos escalones. En el año 1808, poco antes del terrible saqueo de los franceses en Córdoba en junio 1808, se decide ya ubicar la fuente en el lugar  actual, pero cambiando oportunamente su diseño, dotándola de un pilar con cuatro bondadosos caños. Encima de la decorativa fuente se colocó una pequeña estatua de San Rafael, que se hallaba mal colocada en mitad de la plaza sobre un pilar de mampostería. Para la historia, la fuente ganó estética y el Custodio se podía reflejar en el agua del pilón. Se quitó la sequedad, y el agua del venero, que ya no va a la fuente, todavía se siente  fluir cerca de las primitivas tiendas de lo que fue Pedro Romero.

El cuadro resultó tan atractivo que Julio Romero de Torres lo plasmó para la Eternidad. Si tuviera memoria, podía recordar las veces que el Custodio se puso colorado cuando los que iban a las casa de citas de Santa Marta se tapaban un tanto la cara al pasar delante de la fuente. Eran otros tiempos.

También San Rafael recordará las veces que Enrique Redel, Romeros Barros, o Pablo García Baena, Rafael Cantueso, Juan Bernier y Ricardo Molina le saludaban al pasar y le pedían prestada la “calabaza” de su caña, para beber el vino en la Taberna el Bolillo. Y por si faltaba algo, allí estaban los comestibles y el pan de los Cárdenas Cantueso.

San Rafael, en el día a día, contemplaba cómo Antonio el barbero se consumía en su enfermedad producto del tabaco y de su soledad. Se quejaba con frecuencia de que los muchos clientes que entraban en Casa Rafael Bellido, tales como Adalberto López, Rafael Martínez, Félix Sánchez, Juan León, Enrique Olmo, Rafael Pérez, etc. etc. tenían por barbero al simpático “Marchena” de la Puerta del Rincón, que les agradaba por su estilo y parecido con el arenero.

Al cine de la plaza nos llevó mi madre alrededor del año 1953, para ver la película “Morena Clara”. Fue tanta la gente que acudió que tuvimos que salir por la puerta falsa, por la Calle Santa Marta. Salimos enfrente de un negocio que decía: “Cooperativa de Ebanistas”. Mi madre nos indicó que siempre se había oído por Córdoba de que allí existía una célula de masonería.

Quizás por ello, en un libro de Eloy Vaquero se dice: “En 1917, la profesión de nuestros regidores electos, era la siguiente: Don Francisco Azorín Izquierdo (Arquitecto), don Bernardo Garrido de los Reyes (Ebanista), don Mariano Salinas Diéguez (Platero), don Enrique Suárez Aranda (Ebanista), don Pablo Troyano Moraga (Tipógrafo), don Juan Guerra Lozano (Perito), don Manuel Cáceres Urbano (Decorador).

El presidente de esta Cooperativa don Bernardo Garrido Reyes, que llegó a la alcaldía de Córdoba en las elecciones municipales de 1934.


PARA TERMINAR…

Ya queda dicho bastante sobre temas relacionados con el Arcángel San Rafael pero no podemos dejar atrás a la “Confitería de San Rafael” que supo lanzar a la popularidad un pastel: “el Manolete” “inventado” por la Confitería Mirita de la Calle Concepción.

Y también, cómo no, hay que recordar a mi entrañable Colegio Salesiano, con aquel patio de los Eucaliptos donde nos sentíamos felices. Allí, desde la terraza que rodeaba al patio, en la zona centro, había un magnifico relieve de San Rafael. En el día de Todos Los Santos, don José Bosio, don Rogelio, don Adolfo, don Rafael Sánchez, y don José Mª Campoy, con la ayuda del “Cebollita” nos echaban aquellos sacos de castañas, “esturreados”, para que todos disfrutásemos de meterlas en nuestros bolsillos vacíos. Con toda seguridad, el San Rafael del patio, cuyo autor fue un antiguo alumno de aquellos primeros tiempos que vivía en la Calle Humosa, tenía que sonreír ante la actitud de estos curas que nos hacían felices.