Esta foto que me facilitó Teodoro
Pérez de Pedro, sin título, y que representa un marcado ambiente taurino, pudo
estar perfectamente colgada en cualquier bar de Córdoba, y con más motivo en el
Bar Colón, por la relación que tuvo éste bar con la Universidad Laboral de
Córdoba como parrada principal y luego el propio mundo del toro que se
respiraba en aquel singular lugar.
La foto está tomada en el patio de
la antigua Plaza de los Tejares, muy cerca de la vivienda de “Llamas” el
sempiterno conserje que refugiaba su vivienda debajo de aquella frondosa
parra. Ahí se ve posando la “cuadrilla”
de la Universidad Laboral, que actuaba en aquel festejo que organizado por la
Facultad de Veterinaria se celebró en Córdoba en marzo de 1958.
Aún eran tiempos en donde la
Universidad Laboral, formaba parte del “tejido” universitario de la ciudad, ya
que al poco tiempo, por unas razones u otras, se le negó hasta su razón de ser
y todo sería complicaciones para ella y sus gestores, terminando su disolución
total cuando llegaron los políticos, que al caer en la cuenta de que si estos
centros seguían abiertos "no habría dineros para ellos", por lo que
decidieron cerrarla cuanto antes pudieron.
Pero es que en la foto hay detalles
que tienen un fondo de originalidad y bastante relación histórica.
En esta foto hay un compañero al que le denominaban "El Niño de Salamanca". Se trata del compañero Antonio
Sánchez, el más joven y bajito del grupo. (15 años), que hizo peritaje, y que
se ha buscado la vida como topógrafo profesional, pero en la foto está vestido de lo que
fue la gran afición de su vida “el toro”, no en balde era salmantino. El padre
Fraile lo eligió en un casting que hubo de “toreo de salón” y fue el
“novillero” que representó a la Universidad Laboral en el citado festival
organizado por la Facultad de Veterinaria. En los carteles fue anunciado como
el “Niño de Salamanca”. Este compañero, simpático, alegre, tuvo una gran
amistad con un gran fraile el padre José María Guervos, OP. Él mismo, nos recordaba
con simpatía, como en aquellos tiempos acudió en compañía del Padre Guervos, a
merendar nada menos que al palacio de los Cruz Conde, en la Calle Torres
Cabrera, (entonces alcalde de Córdoba). Al parecer el padre Guervos, era un
hombre muy relacionado con el teatro y el mundo de la escena, y parece ser que
colaboró, de alguna forma en la confección de los “Festivales de España”, que
por aquellas fechas llegaron a traer a Córdoba, al bailarín Antonio y a María
Rosa, que actuaron en el Alcázar de los Reyes Cristianos.
En el centro de la foto está el
Padre Fray Miguel Fraile, primer Rector de la Universidad, toda una autoridad
en la Orden de Predicadores que por su excelsa preparación y sentido social fue
designado para llevar a buen puerto ese importante y gran proyecto que
suponía la Universidad Laboral de Córdoba. A pesar de todo, ya por aquellos
tiempos había una serie de políticos “progresistas” (léase Ruiz Jiménez y
compañía), que se enfrentaron en el seno del gobierno a la propia
idea de las Universidades Laborales, concebidas por Girón de Velasco. Como consecuencia de
todo aquello, se le quitó fuerzas a estos proyectos y lógicamente se le fueron recortando los presupuestos. Quizás decepcionado por todo ello, el Padre Fraile dimitió y se retiró a un convento de
cartujos. De esta forma vino el Padre Cándido Aníz que se adaptó perfectamente
a la nueva situación económica.
El proyecto de la Universidades
concebidas como hemos dicho por Girón, sufrieron una evidente involución y para muchos
“progresistas” aquello había sido una locura el pretender “que desde la
formación profesional se pudiera acceder a cualquier carrera o especialidad de
rango superior”. La propia Universidad clásica, estuvo siempre en contra
de este proyecto “de oportunidad” para los hijos de los trabajadores y
llegaron a protagonizar incluso
manifestaciones en Madrid..
Para expresar el nivel de
degradación a que llegaron todas las Universidades Laborales, citemos aquí las
palabras que nos expresó un profesor de Física y Química, que se jubiló a
últimos de los noventa, cuando coincidimos con él por el Campo de la Merced.
“Entré con veintisiete años de profesor en la Universidad Laboral y
aquello, con el cuadro de profesores que tenía, con la categoría intelectual y
docente de aquella treintena de dominicos que la coordinaban, suponía para mí
como embarcarme en un gran portaaviones; con el paso del tiempo y los distintos
cambios políticos, bajamos al nivel de un crucero, de un destructor... Ayer me
jubilé y me da la sensación de que me he bajado de una patera..".
Y siguiendo con la fotografía
diremos que el primero empezando por la izquierda es Antonio Arjona
Vázquez buena persona y mejor compañero.
Aunque lo suyo era el fútbol, (jugaba en el Imperial equipo del Frente de
Juventudes), no tuvo inconveniente de ser peón de confianza del “Niño de
Salamanca”. Nada más salir de la Universidad se colocó en la empresa Cenemesa,
(Junto con su compañero de pupitre José Vázquez Martín). En dicha fábrica
progresaron profesionalmente, hasta su jubilación. Después de la Transición política
se dedicó de lleno al mundo sindical, en donde llegó a ser Secretario General
de la UGT en Córdoba. También tuvo alguna intervención en la extinta Hermandad
de ex alumnos de la Universidad Laboral,
que se fundó el 21 de febrero de 1962. No hace falta decir que era hijo del
Barbero de la Universidad, el Sr. Arjona que aparece en la foto en el lado
derecho, y que tiene toda la pinta de ser un “Apoderado taurino”.
El segundo por la derecha el que
está al lado de Arjona el barbero, es
Pérez Gant, del Colegio Gran Capitán, aula XXIX. Este compañero pasó por
la vida como a hurtadillas, además de ser un tanto introvertido. Trabajó en
Westinghouse y fue de los pioneros en Córdoba, bajo la dirección de Andrés
Galán, en el manejo de máquinas las NCR, para la perforación e introducción de
datos, en aquellos primeros tiempos del Ordenador. Alternó en este trabajo con
Molina Cañizares, Manolo Seoane, Saenz Martínez, Ordoñez Toscano y Joaquín
Pintor, etc. etc. constituyendo el embrión de lo que fue el Departamento de
Sistemas de fabrica de Córdoba. A este grupo de compañeros se debe toda la
labor inicial, llena de dificultades y probaturas. Más tarde fueron llegando a
este departamento “los bien nacidos” o “recomendados” que explotaron el éxito y
todos los elogios por el trabajo inicial realizado. Estos, como es natural, se
adjudicaron todo el invento y dejando poco menos que en el olvido a los
primitivos impulsores. Así se escribió la historia.
Para el último lugar dejo al amigo
Teodoro Pérez de Pedro, “Viana”. que era su nombre entre nosotros por haber
nacido en el pueblo de Viana de Cega (Valladolid), Aún no sé de dónde sacaba tiempo para tanta
actividad deportiva y cultural como realizaba. Lo mismo estaba actuando en el teatro,
corriendo campo a través, bailando danza vasca, jugando a balonmano, en los
toros, o jugando al fútbol. Y luego, que conste, era uno de los más aplicados y
responsables en sus obligaciones de estudio. Yo hablaría personalmente con él
muy pocas veces, pues no coincidimos en la misma especialidad; pero como me
gustaba mucho el fútbol le seguía en sus evoluciones como futbolista. Todavía
recuerdo el partido de primeros de Abril del año 59, en el campo que había
detrás de los talleres pequeños. En ese partido la Universidad jugó contra el
Amparo de Córdoba, en el equipo cordobés alineaba de portero a un tal Enrique Hinojosa
Catalán "El Fuma", que se las vio negras para parar el aluvión de
balones que se les venía encima. En ese partido el amigo Teodoro
"Viana" marcó dos goles, y ganó la Universidad Laboral por 3 a 1.
Pero no quiero dejar pasar esta oportunidad de recuerdo para el amigo
"Viana" pues verle jugar a él de delantero, con aquel estilo -control
y remate- que nos recordaba al "Quini" que fichó por el Barcelona. Y para terminar con aquél partido, direos que en el se lesionaría el portero Eulogio
López Álvarez, ese gran portero de Cacabelos (León), con un fuerte golpe
en el riñón.
Recordando a Teodoro traigo al
pensamiento a muchos alumnos internos del Colegio Gran Capitán, que siempre
demostraron una integración total en el centro. Por ello supieron sacarle a
aquel primer periodo de tiempo un rendimiento que se nos antojó óptimo. Para
ser sincero, he de indicar que a algunos externos nos costó más trabajo dicha
integración, y eso lógicamente repercutió en el rendimiento de cada uno. Al
final, creo que gracias a Dios, la sola estancia en la Universidad de aquellos
años fue un capital incalculable que nos llevamos todos a nuestras casas.
Al fondo de la fotografía aparece
una placa de homenaje a Manolete y la fecha de su muerte, ocurrida en Linares
en 1947. El toro que mató al torero se llamaba “Islero”. y era de la ganadería
de Miura. En el Bar Colón colgaba una gran foto de este toro.
Y hablando de la Ganadería de Miura,
y aunque parezca algo curioso, los iniciadores de la ganadería de Miura fueron
los frailes dominicos de Sevilla. Los monjes cartujos de Jerez que, como
cobradores del “Diezmo”, recibían de todas las ganaderías la “décima”
correspondiente, y llegaron a juntar durante años ganado de varios encastes. Pero
fueron los dominicos de Sevilla los que a finales de 1700 les compraron una
vacada completa a los citados monjes cartujos. Con el tiempo y una sabia
dedicación lograron el encaste típico de los "Míuras". Después de la
desamortización de Mendizábal esta ganadería pasó en 1852 a D. Juan Miura. Este
propietario es ya el que le da el nombre a la mítica ganadería.
El Bar Colón, desapareció en el año
1967 al ser comprado por Noriega S.A. una importante inmobiliaria de Córdoba
que desgraciadamente con la crisis se ha esfumado como tantas y tantos. En su
lugar se levantaron unos lujosos bloques de pisos, y las propias oficinas de la
inmobiliaria.
La plaza de Colón era uno de los
lugares de Córdoba más emblemáticos, por sus espléndidos jardines, por su amplitud, por sus
niñas, por sus criadas, por todo. Era además el recorrido final de los
autobuses de la Universidad Laboral. Hoy dicha Plaza se encuentra muy
modernizada en cuanto a los edificios de su contorno. De ella han desaparecido
bares emblemáticos, como Casa Paco Cerezo, Bar Rinvi, Bar Roma, Bar los Ángeles,
Bar Paco Acedo, El Bodegón de Diéguez y el citado Bar Colón. Además de las
Bodegas López Sánchez. Solamente queda el Bar Puerto Rico, en el edificio que
se levantó al desaparecer la casa de "Machaquito" y la ferretería de
Almacenes Roses..
En dicha Plaza como hemos dicho se
encontraba también la casa de la madre de José Flores "Camará", que fuera apoderado de Manolete. También en la
zona de la Torre Malmuerta, estaba la fábrica de caramelos Kibi, los chocolates
Gran Capitán y la herrería de Mariano “El Cojo”. Por allí andaba también la
Magistratura del Trabajo junto a la carpintería de Pericet. En la misma acera
del Bar Colon, estaba Victoriano Villar, importante fabrica de cristales, en la
que trabajó de empleado el famoso “Guillermo” mozo de estoques de Manolete.
En la misma acera del Bar Colón y junto a Paco Cerezo, estaban las
oficinas del raquítico Servicio de Aguas Potables que por aquellos tiempos
había en Córdoba. Precisamente por aquellas fechas (finales de los cincuenta),
estaba todo el perímetro de los jardines rodeado de tuberías apiladas, para la
modernización de todo el suministro de
aguas que se llevó a cabo en Córdoba, con las modélicas instalaciones de Villa
Azul.
En cuanto al Bar Colón en sí, podemos
decir que por dentro era amplio, confortable y con buen servicio; todo ello
bajo la coordinación de su dueño, Luis Moreno Posada. Estaba bien decorado y
era acogedor; tenía un amplio mostrador situado en la parte derecha del local.
En el centro disponía de un salón bastante amplio, con cómodos veladores en
torno a unas ordenadas mesas. Al fondo los servicios, y en el lado izquierdo
disponía de tres estancias o cuartos reservados con puertas independientes. La
primera según se entraba a la izquierda estaba dedicada al torero "Manolete".
De sus paredes colgaban multitud de cuadros con motivos taurinos. Como camareros
había dos empleados, Antonio, que tenía gafas y Rafaelín sobrino del dueño, que era más bajito. Algunas
veces también trabajo de camarero “El patillas”, Navarro de nombre y que era
también barbero de la Universidad Laboral.
Me contó Miguel Escudero Rabasco,
que al parecer, a últimos del mes de abril de 1943, terminada la feria de
Sevilla, vino a Córdoba el empresario taurino Pagés, reuniéndose con "Manolete" y su apoderado en el reservado primero de la
izquierda. Allí trató el empresario sevillano de asegurar el contrato del
torero cordobés para la feria de abril del año 1944. En la temporada anterior que acababa de terminar, no había podido contar con la presencia del Califa
cordobés.
Según parece, se reunieron en este Bar
por exigencia de Manolete, huyendo de los periodistas que les esperaban en la
puerta del Hotel Regina, lugar habitual donde se hospedaba el empresario
sevillano cada vez que venía a Córdoba. Paco Cerezo, que se consideraba amigo
personal del torero se molestó mucho porque la reunión no se celebrara en su
Bar.
En aquellos tiempos el medio de vino
que hoy está a 1 euro (166 pesetas), estaba a 0.40 pesetas. Bien es verdad que
un peón de la construcción cobraba 200 pesetas a la semana.
Era de los pocos bares que ponían
“tapas” en Córdoba, ya que no era costumbre por aquí lo de “comer con el vino”.
Destacaban los calamares, el bacalao frito, las mollejas, los muslos de conejo,
la ensaladilla, los callos y la carne al jerez. En cuanto a los callos, tenía
una disputa permanente con la taberna de Paco Cerezo, ya que la mujer de éste
los ponía con una calidad insuperable.
El Bar Colon, era un bar puntero en
Córdoba para aquellos tiempos, pues incluso ponía terraza de verano con toldos
de protección.
Todos los compañeros de aquella
época de la Universidad Laboral deben recordar con un cariño especial este Bar
ubicado en la Plaza de Colón, (hoy edificio Noriega), que en aquellos tiempos
era prácticamente el centro de Córdoba.
El Bar, era por así decirlo, la
parada central de aquellos grandes autobuses Pegaso (ingleses, con volante a la
derecha), que en número de dos adquirió la Universidad Laboral para los
desplazamientos a Córdoba. Allí era frecuente ver a alumnos, profesores y
empleados que bajaban del coche o esperaban subir a él. En esto de los coches,
aunque los conducían grandes profesionales, todos teníamos nuestras
preferencias en cuanto a la velocidad. La mayoría opinábamos que el Sr. Abilio
era el más rápido. Con el tiempo el Sr. Molina le fue comiendo el terreno.
Felípe, Latorre y a última hora Serranito, eran algo más tranquilos.
Los Jardines de la Merced, también
llamados Jardines de Colón, están ubicados en el Campo de la Merced. Reciben
el nombre de la Merced debido al convento de dicha Orden que hubo en este
lugar, y que hoy es el Palacio de la
Diputación Provincial. En este Palacio o antiguo convento mercedario, quedan
testimonios (lápidas), de que allí estuvo Cristóbal Colón, entrevistándose con
los reyes Católicos, con motivo del viaje al Nuevo Mundo.
Como paseo, el Campo de la Merced
fue iniciativa en 1835 del Sr. Conde de Torres Cabrera, alcalde de la ciudad.
De esta época son los cimientos para la fuente que habría de ocupar el corazón
del jardín, su centro húmedo.
Un cordobés singular, Fermín Gómez
Gutiérrez, (91 años), nos contaba, que en el mes de septiembre de 1950, vino a
Córdoba, Jorge Negrete, acompañado de su grupo de "Mariachis". Paraban todos en
el Hotel Regina y procuraron, trípode en mano, retratarse con la Plaza de Toros
de los Tejares de fondo. Estaba reciente la muerte de Manolete, y este hombre
como un mexicano más, se sentía atraído por el torero cordobés y sus recuerdos.
Pero, ni por taparse con sus sombreros de "Mariachis" se les hizo soportable el
calor que notaron al andar por Córdoba. Quizás por ello el “solo” de trompeta,
“Rodolfo”, a petición de Jorge Negrete, buscó una piscina en Córdoba, para
pasarlo bien los tres días que iban a permanecer en nuestra ciudad.
El botones del Hotel, al que apodaban “Sandrini el Cojo”, les acompañó a la piscina que los Mialdea, poseían en
Ciudad Jardín, pero ésta piscina no fue de su agrado. Ellos querían un sitio
más natural e intimo. Entonces, el citado “Sandrini” que vivía en la calle
Anqueda, muy cerca de Rafael López “El Grajo”, les invitó a que visitara la
“Alberca de Cecilia”. Y así lo hicieron, y el tal “Rodolfo”, al verla, rodeada de parras,
higueras y algunos árboles frutales, quedó encantado y hablando con Cecilia, se
la “alquiló” durante tres días exclusivamente para ellos, al precio de unas
doscientas pesetas diarias. Según nos comentó Ana Aguilar, (Hija de Cecilia),
Jorge Negrete, no fue a la Alberca, nada más que el primer día.
Terminó el “alquiler especial”,
cuando Jorge Negrete, organizado por el Ayuntamiento hizo su presentación para todo el publico de Córdoba, en
la Plaza de los Jardines de Colón. Fue por la mañana y aquello fue poco menos
que apoteósico. Allí disfrutaron sobre todo el sexo femenino y hubo muchos
“enterados” que se pasaron al intentar “ejercitar la práctica del rabo”. Huyendo de los municipales, hubo
más de uno que cayó a los estanques de los niños que expulsaban agua por la
boca y allí en realidad, y aquello causaba revuelo de risas,
La Córdoba eterna, la Córdoba de la
cultura, repitió escenas parecidas en este recibimiento y homenaje cuando en
junio de 1948, nos visitó el “mago de la penicilina”, al grito de: “¡Olé
Torero! o ¡viva la madre que te parió!”. En pleno Puente Romano, había que ver
como estuvo la puerta del Puente, para ver el recibimiento que se le hizo a
este gran personaje de la ciencia. El Alcalde de la ciudad D. José Salinas
Anchelerga, expresó todo el cariño que esta ciudad universal, enviaba
a un hombre no menos que universal.
Córdoba, siempre trató bien a todo
el mundo, es a Córdoba, a la que la tratan mal los políticos estos de la
modernidad.
Estos Jardines de Colón se
encuentran actualmente muy renovados y los paseos de antaño se han modificado
con una arquitectura moderna, habiendo desaparecido aquellos estanques
cuadrados con dos niños, uno a cada lado del estanque, impulsando el agua por
la boca.
También se ha remozado la fuente
central, así como el cerramiento de los Jardines a base de unos paños de
balaustrada de época y unas puertas sobre pilares muy decorativos. También
gozan de un alumbrado acorde con el estilo arquitectónico que representa todo
el conjunto.
Los cuatros paños de edificaciones
que rodean el jardín se parecen muy poco a los de aquella época, pues aunque
siguen ocupando el mismo espacio, la renovación y modernidad de los edificios
le da a todo el conjunto un aire de gran plaza. El único edificio que sigue
igual que el de aquella época, es el de la esquina con la Calle Osario, que era
en donde estaba instalada la fábrica de Victoriano Villar y que lindaba con el
Bar Colon.
Muy cerca de la Plaza de Colón,
estaba unida a ella, la Plazuela el Moreno, enchinada en piedras y con una
serie de casas, que es una lástima que haya desaparecido. Tenía un encanto
especial y la mayoría de sus casas de patios profundos, vieron jugar a la
mayoría de los toreros de Córdoba. La Cruz que dominaba la plaza en el centro y
el Bar los "Chaparritos" que estaba en la entrada de la Calle Aza,
esquina con Carbonell, fueron testigos de muchos juegos infantiles de torería.
Francisco Carrasco Heredia, exquisito poeta de Córdoba, nos contaba su niñez en
esta Plaza y cualquier comentario tenía un sabor a prosa añeja y recordada
añoranzas. Nos comentó los “peroles” que desde este Bar solían echar algunas
veces en la misma Torre de la Malmuerta. Nos relataba como transcurría la vida
en aquellas casas de vecinos, con sus tranquilas galerías con sus botijos
colgados, sus toldillas, sus jilgueros y aquellos vecinos sentados al fresco.
Con dicha plaza se comunicaba la
calle de las “cuatro esquinas”, y que así se llamaba porque en cada esquina
vivía un torero. En una era vecino el “Virutas”, en otra “Manolete” padre, en
otra “Camará” y en otra el “Niño Isabel”. Calle arriba, vivía el picador
“Miajitas” por debajo del Economato de Asland y enfrente al lado de Pablo
Vidal, vivía “Guerrita. Todo esto me lo contaba Ángel González Tapia "El
Calvi" que llegó a vivir en los años 1950 en la calle Molinos Altas
Ya hemos dicho que en la plaza de
Colón discurrió buena parte de la juventud de Manolete, pues aunque el vivió en
la Plaza de la Lagunilla, sus amigos y
la zona de sus juegos estaban entre la Plazuela del Moreno y en el Barrio del
Matadero. El solía juntarse con sus primos "Cantimplas", "Niño
Dios", y "Palitos", y con sus amigos, el "Toto", el "Fernandi",
el "Luichi", el Camará, el "Chiquilin", y los
hermanos Fernández Fogyy. Todos
ellos, muy jóvenes, tenían perdida la cabeza por el mundo del toro. En un
principio jugaban con un carro-toro con cabeza de mimbre, y lo hacían en los
bajos del Viaducto del Pretorio. (Hoy está el edificio de Aguas Potables), Y lo
anecdótico del caso, según me contó Antonio Fernández Fogyy, es que en esos juegos del toro, el que portaba casi siempre
el carro-toro, era el mismísimo Manolete. Incluso le hacían que lo llevara a
guardar a la carpintería de Pericet. Todos sus amigos abusaban de él por
prudente.
Actualmente, de aquel grupo de
amigos ya no queda lógicamente ninguno. Precisamente Antonio Fernández Fogyy,
el último de sus amigos, ha muerto ha unos seis años, Me comentaba un día que
le visité en la Residencia de Jesús Nazareno: “Quien haya conocido y tratado
como nosotros a Manolete, nos da mucha pena, comprobar como a una persona tan
buena, tan honesta y noble, como fue el torero, haya sido calumniado tan
gravemente por un consabido grupo político. Efectivamente “estos amantes de la
libertad”, tras la guerra civil, divulgaron por los pueblos que "Manolete"
practicaba la suerte de matar con los presos comunistas. Dicha monstruosidad
solamente se le puede ocurrir a gente que vive inmersa en el odio y el
resentimiento de forma permanente.
Otra polémica referida al torero "Manolete"
es la que hace alusión al tema de la bandera. Se ha comentado muchas veces por
ahí que cuando llegó a Méjico a torear se negó a salir a la Plaza si no se
quitaba la bandera republicana. Esto igualmente es falso.
Manolete se entrevistó en Méjico, a
petición propia, con D. Antonio Jaén Morente, intelectual y político cordobés
que se había exiliado durante la guerra civil. Se saben comentarios de este Sr.
de que cuenta el detalle del torero, que nada más llegar a tierras mejicanas
fue a visitarle al Centro Andaluz. Allí mantuvieron una entrevista cariñosa
entre cordobeses recordando cosas de su querida Córdoba, su patria chica. De
resultas de esta reunión, el citado intelectual califica en sus comentarios
sobre el torero “como un joven cordobés de altos valores morales”.
Igualmente, D. Indalecio Prieto,
también en sus memorias, relata el encuentro que tuvo con Manolete en Méjico.
Fue a petición del propio torero, que era todo un ídolo allí. Quedaron en verse
en un restaurante de la ciudad mejicana que junto a un grupo de republicanos
exiliados. D. Indalecio frecuentaba todos los días para comer. En el Restaurante y por haber sido un alto cargo en el Gobierno de la República le solían colocar una pequeña bandera de la República en el centro de la mesa. Pues bien y según relata el, el día que invitó a Manolete a comer, pidió que de forma discreta se quitara aquella bandera para que no le pudiera crear problemas al joven torero cordobés. Indalecio Prieto en sus memorias reconoce que el torero de Córdoba le causó una impresión muy importante.
Finalmente me dirijo a todos los
compañeros de la Universidad Laboral, que un día paseasteis por Córdoba, y os
digo que el embrujo de sus calles, su olor a azahar, la belleza de sus patios y
el esplendor de sus cruces de mayo, os echaran siempre de menos. Hubo un tiempo
que fuisteis para ella ciudadanos ilustres de su mejor hidalguía y categoría
humana. Córdoba siempre os recordará con el corazón abierto. FELICES FIESTAS A TODOS.