miércoles, 11 de diciembre de 2019

RECUERDOS DE AQUEL BAR COLÓN (1956-1961)...






Esta foto que me facilitó Teodoro Pérez de Pedro, sin título, y que representa un marcado ambiente taurino, pudo estar perfectamente colgada en cualquier bar de Córdoba, y con más motivo en el Bar Colón, por la relación que tuvo éste bar con la Universidad Laboral de Córdoba como parrada principal y luego el propio mundo del toro que se respiraba en aquel singular lugar.

La foto está tomada en el patio de la antigua Plaza de los Tejares, muy cerca de la vivienda de “Llamas” el sempiterno conserje que refugiaba su vivienda debajo de aquella frondosa parra.  Ahí se ve posando la “cuadrilla” de la Universidad Laboral, que actuaba en aquel festejo que organizado por la Facultad de Veterinaria se celebró en Córdoba en marzo de 1958.

Aún eran tiempos en donde la Universidad Laboral, formaba parte del “tejido” universitario de la ciudad, ya que al poco tiempo, por unas razones u otras, se le negó hasta su razón de ser y todo sería complicaciones para ella y sus gestores, terminando su disolución total cuando llegaron los políticos, que al caer en la cuenta de que si estos centros seguían abiertos "no habría dineros para ellos", por lo que decidieron cerrarla cuanto antes pudieron.

Pero es que en la foto hay detalles que tienen un fondo de originalidad y bastante relación histórica.

En esta foto hay un compañero al que le denominaban "El Niño de Salamanca". Se trata del compañero Antonio Sánchez, el más joven y bajito del grupo. (15 años), que hizo peritaje, y que se ha buscado la vida como topógrafo profesional, pero en la foto está vestido de lo que fue la gran afición de su vida “el toro”, no en balde era salmantino. El padre Fraile lo eligió en un casting que hubo de “toreo de salón” y fue el “novillero” que representó a la Universidad Laboral en el citado festival organizado por la Facultad de Veterinaria. En los carteles fue anunciado como el “Niño de Salamanca”. Este compañero, simpático, alegre, tuvo una gran amistad con un gran fraile el padre José María Guervos, OP. Él mismo, nos recordaba con simpatía, como en aquellos tiempos acudió en compañía del Padre Guervos, a merendar nada menos que al palacio de los Cruz Conde, en la Calle Torres Cabrera, (entonces alcalde de Córdoba). Al parecer el padre Guervos, era un hombre muy relacionado con el teatro y el mundo de la escena, y parece ser que colaboró, de alguna forma en la confección de los “Festivales de España”, que por aquellas fechas llegaron a traer a Córdoba, al bailarín Antonio y a María Rosa, que actuaron en el Alcázar de los Reyes Cristianos.

En el centro de la foto está el Padre Fray Miguel Fraile, primer Rector de la Universidad, toda una autoridad en la Orden de Predicadores que por su excelsa preparación y sentido social fue designado para llevar a buen puerto ese importante y gran proyecto que suponía la Universidad Laboral de Córdoba. A pesar de todo, ya por aquellos tiempos había una serie de políticos “progresistas” (léase Ruiz Jiménez y compañía), que se enfrentaron en el seno del gobierno a la propia idea de las Universidades Laborales, concebidas por Girón de Velasco. Como consecuencia de todo aquello, se le quitó fuerzas a estos proyectos y lógicamente se le fueron recortando los presupuestos. Quizás decepcionado por todo ello, el Padre Fraile  dimitió y se retiró a un convento de cartujos. De esta forma vino el Padre Cándido Aníz que se adaptó perfectamente a la nueva situación económica.

El proyecto de la Universidades concebidas como hemos dicho por Girón, sufrieron una evidente involución y para muchos “progresistas” aquello había sido una locura el pretender “que desde la formación profesional se pudiera acceder a cualquier carrera o especialidad de rango superior”. La propia Universidad clásica, estuvo siempre en contra de este proyecto “de oportunidad” para los hijos de los trabajadores y llegaron  a protagonizar incluso manifestaciones en Madrid..

Para expresar el nivel de degradación a que llegaron todas las Universidades Laborales, citemos aquí las palabras que nos expresó un profesor de Física y Química, que se jubiló a últimos de los noventa, cuando coincidimos con él por el Campo de la Merced.

“Entré con veintisiete años de profesor en la Universidad Laboral y aquello, con el cuadro de profesores que tenía, con la categoría intelectual y docente de aquella treintena de dominicos que la coordinaban, suponía para mí como embarcarme en un gran portaaviones; con el paso del tiempo y los distintos cambios políticos, bajamos al nivel de un crucero, de un destructor... Ayer me jubilé y me da la sensación de que me he bajado de una patera..".

Y siguiendo con la fotografía diremos que el primero empezando por la izquierda es Antonio Arjona Vázquez  buena persona y mejor compañero. Aunque lo suyo era el fútbol, (jugaba en el Imperial equipo del Frente de Juventudes), no tuvo inconveniente de ser peón de confianza del “Niño de Salamanca”. Nada más salir de la Universidad se colocó en la empresa Cenemesa, (Junto con su compañero de pupitre José Vázquez Martín). En dicha fábrica progresaron profesionalmente, hasta su jubilación. Después de la Transición política se dedicó de lleno al mundo sindical, en donde llegó a ser Secretario General de la UGT en Córdoba. También tuvo alguna intervención en la extinta Hermandad de ex alumnos de la  Universidad Laboral, que se fundó el 21 de febrero de 1962. No hace falta decir que era hijo del Barbero de la Universidad, el Sr. Arjona que aparece en la foto en el lado derecho, y que tiene toda la pinta de ser un “Apoderado taurino”. 

El segundo por la derecha el que está al lado de Arjona el barbero, es  Pérez Gant, del Colegio Gran Capitán, aula XXIX. Este compañero pasó por la vida como a hurtadillas, además de ser un tanto introvertido. Trabajó en Westinghouse y fue de los pioneros en Córdoba, bajo la dirección de Andrés Galán, en el manejo de máquinas las NCR, para la perforación e introducción de datos, en aquellos primeros tiempos del Ordenador. Alternó en este trabajo con Molina Cañizares, Manolo Seoane, Saenz Martínez, Ordoñez Toscano y Joaquín Pintor, etc. etc. constituyendo el embrión de lo que fue el Departamento de Sistemas de fabrica de Córdoba. A este grupo de compañeros se debe toda la labor inicial, llena de dificultades y probaturas. Más tarde fueron llegando a este departamento “los bien nacidos” o “recomendados” que explotaron el éxito y todos los elogios por el trabajo inicial realizado. Estos, como es natural, se adjudicaron todo el invento y dejando poco menos que en el olvido a los primitivos impulsores. Así se escribió la historia.

Para el último lugar dejo al amigo Teodoro Pérez de Pedro, “Viana”. que era su nombre entre nosotros por haber nacido en el pueblo de Viana de Cega (Valladolid),  Aún no sé de dónde sacaba tiempo para tanta actividad deportiva y cultural como realizaba. Lo mismo estaba actuando en el teatro, corriendo campo a través, bailando danza vasca, jugando a balonmano, en los toros, o jugando al fútbol. Y luego, que conste, era uno de los más aplicados y responsables en sus obligaciones de estudio. Yo hablaría personalmente con él muy pocas veces, pues no coincidimos en la misma especialidad; pero como me gustaba mucho el fútbol le seguía en sus evoluciones como futbolista. Todavía recuerdo el partido de primeros de Abril del año 59, en el campo que había detrás de los talleres pequeños. En ese partido la Universidad jugó contra el Amparo de Córdoba, en el equipo cordobés alineaba de portero a un tal Enrique Hinojosa Catalán "El Fuma", que se las vio negras para parar el aluvión de balones que se les venía encima. En ese partido el amigo Teodoro "Viana" marcó dos goles, y ganó la Universidad Laboral por 3 a 1. Pero no quiero dejar pasar esta oportunidad de recuerdo para el amigo "Viana" pues verle jugar a él de delantero, con aquel estilo -control y remate- que nos recordaba al "Quini" que fichó por el Barcelona. Y para terminar con aquél partido, direos que en el se lesionaría el portero Eulogio  López Álvarez, ese gran portero de Cacabelos (León), con un fuerte golpe en el riñón.

Recordando a Teodoro traigo al pensamiento a muchos alumnos internos del Colegio Gran Capitán, que siempre demostraron una integración total en el centro. Por ello supieron sacarle a aquel primer periodo de tiempo un rendimiento que se nos antojó óptimo. Para ser sincero, he de indicar que a algunos externos nos costó más trabajo dicha integración, y eso lógicamente repercutió en el rendimiento de cada uno. Al final, creo que gracias a Dios, la sola estancia en la Universidad de aquellos años fue un capital incalculable que nos llevamos todos a nuestras casas.      

Al fondo de la fotografía aparece una placa de homenaje a Manolete y la fecha de su muerte, ocurrida en Linares en 1947. El toro que mató al torero se llamaba “Islero”. y era de la ganadería de Miura. En el Bar Colón colgaba una gran foto de este toro.

Y hablando de la Ganadería de Miura, y aunque parezca algo curioso, los iniciadores de la ganadería de Miura fueron los frailes dominicos de Sevilla. Los monjes cartujos de Jerez que, como cobradores del “Diezmo”, recibían de todas las ganaderías la “décima” correspondiente, y llegaron a juntar durante años ganado de varios encastes. Pero fueron los dominicos de Sevilla los que a finales de 1700 les compraron una vacada completa a los citados monjes cartujos. Con el tiempo y una sabia dedicación lograron el encaste típico de los "Míuras". Después de la desamortización de Mendizábal esta ganadería pasó en 1852 a D. Juan Miura. Este propietario es ya el que le da el nombre a la mítica ganadería.

El Bar Colón, desapareció en el año 1967 al ser comprado por Noriega S.A. una importante inmobiliaria de Córdoba que desgraciadamente con la crisis se ha esfumado como tantas y tantos. En su lugar se levantaron unos lujosos bloques de pisos, y las propias oficinas de la inmobiliaria.

La plaza de Colón era uno de los lugares de Córdoba más emblemáticos, por sus espléndidos jardines, por su amplitud, por sus niñas, por sus criadas, por todo. Era además el recorrido final de los autobuses de la Universidad Laboral. Hoy dicha Plaza se encuentra muy modernizada en cuanto a los edificios de su contorno. De ella han desaparecido bares emblemáticos, como Casa Paco Cerezo, Bar Rinvi, Bar Roma, Bar los Ángeles, Bar Paco Acedo, El Bodegón de Diéguez y el citado Bar Colón. Además de las Bodegas López Sánchez. Solamente queda el Bar Puerto Rico, en el edificio que se levantó al desaparecer la casa de "Machaquito" y la ferretería de Almacenes Roses.. 

En dicha Plaza como hemos dicho se encontraba también la casa de la madre de José Flores "Camará", que fuera apoderado de Manolete. También en la zona de la Torre Malmuerta, estaba la fábrica de caramelos Kibi, los chocolates Gran Capitán y la herrería de Mariano “El Cojo”. Por allí andaba también la Magistratura del Trabajo junto a la carpintería de Pericet. En la misma acera del Bar Colon, estaba Victoriano Villar, importante fabrica de cristales, en la que trabajó de empleado el famoso “Guillermo” mozo de estoques de Manolete.

En la misma acera del Bar Colón y junto a Paco Cerezo, estaban las oficinas del raquítico Servicio de Aguas Potables que por aquellos tiempos había en Córdoba. Precisamente por aquellas fechas (finales de los cincuenta), estaba todo el perímetro de los jardines rodeado de tuberías apiladas, para la modernización  de todo el suministro de aguas que se llevó a cabo en Córdoba, con las modélicas instalaciones de Villa Azul.

En cuanto al Bar Colón en sí, podemos decir que por dentro era amplio, confortable y con buen servicio; todo ello bajo la coordinación de su dueño, Luis Moreno Posada. Estaba bien decorado y era acogedor; tenía un amplio mostrador situado en la parte derecha del local. En el centro disponía de un salón bastante amplio, con cómodos veladores en torno a unas ordenadas mesas. Al fondo los servicios, y en el lado izquierdo disponía de tres estancias o cuartos reservados con puertas independientes. La primera según se entraba a la izquierda estaba dedicada al torero "Manolete". De sus paredes colgaban multitud de cuadros con motivos taurinos. Como  camareros  había dos empleados, Antonio, que tenía gafas  y Rafaelín  sobrino del dueño, que era más bajito. Algunas veces también trabajo de camarero “El patillas”, Navarro de nombre y que era también barbero de la Universidad Laboral.

Me contó Miguel Escudero Rabasco, que al parecer, a últimos del mes de abril de 1943, terminada la feria de Sevilla, vino a Córdoba el empresario taurino Pagés, reuniéndose con "Manolete"  y su apoderado en el reservado primero de la izquierda. Allí trató el empresario sevillano de asegurar el contrato del torero cordobés para la feria de abril del año 1944. En la temporada anterior que acababa de terminar, no había podido contar con la presencia del Califa cordobés.

Según parece, se reunieron en este Bar por exigencia de Manolete, huyendo de los periodistas que les esperaban en la puerta del Hotel Regina, lugar habitual donde se hospedaba el empresario sevillano cada vez que venía a Córdoba. Paco Cerezo, que se consideraba amigo personal del torero se molestó mucho porque la reunión no se celebrara en su Bar.

En aquellos tiempos el medio de vino que hoy está a 1 euro (166 pesetas), estaba a 0.40 pesetas. Bien es verdad que un peón de la construcción cobraba 200 pesetas a la semana.

Era de los pocos bares que ponían “tapas” en Córdoba, ya que no era costumbre por aquí lo de “comer con el vino”. Destacaban los calamares, el bacalao frito, las mollejas, los muslos de conejo, la ensaladilla, los callos y la carne al jerez. En cuanto a los callos, tenía una disputa permanente con la taberna de Paco Cerezo, ya que la mujer de éste los ponía con una calidad insuperable.

El Bar Colon, era un bar puntero en Córdoba para aquellos tiempos, pues incluso ponía terraza de verano con toldos de protección.

Todos los compañeros de aquella época de la Universidad Laboral deben recordar con un cariño especial este Bar ubicado en la Plaza de Colón, (hoy edificio Noriega), que en aquellos tiempos era prácticamente el centro de Córdoba.

El Bar,  era por así decirlo, la parada central de aquellos grandes autobuses Pegaso (ingleses, con volante a la derecha), que en número de dos adquirió la Universidad Laboral para los desplazamientos a Córdoba. Allí era frecuente ver a alumnos, profesores y empleados que bajaban del coche o esperaban subir a él. En esto de los coches, aunque los conducían grandes profesionales, todos teníamos nuestras preferencias en cuanto a la velocidad. La mayoría opinábamos que el Sr. Abilio era el más rápido. Con el tiempo el Sr. Molina le fue comiendo el terreno. Felípe, Latorre y a última hora Serranito, eran algo más tranquilos.

Los Jardines de la Merced, también llamados Jardines de Colón, están ubicados en el Campo de la Merced. Reciben el nombre de la Merced debido al convento de dicha Orden que hubo en este lugar, y que hoy es el  Palacio de la Diputación Provincial. En este Palacio o antiguo convento mercedario, quedan testimonios (lápidas), de que allí estuvo Cristóbal Colón, entrevistándose con los reyes Católicos, con motivo del viaje al Nuevo Mundo.

Como paseo, el Campo de la Merced fue iniciativa en 1835 del Sr. Conde de Torres Cabrera, alcalde de la ciudad. De esta época son los cimientos para la fuente que habría de ocupar el corazón del jardín, su centro húmedo.

Un cordobés singular, Fermín Gómez Gutiérrez, (91 años), nos contaba, que en el mes de septiembre de 1950, vino a Córdoba, Jorge Negrete, acompañado de su grupo de "Mariachis". Paraban todos en el Hotel Regina y procuraron, trípode en mano, retratarse con la Plaza de Toros de los Tejares de fondo. Estaba reciente la muerte de Manolete, y este hombre como un mexicano más, se sentía atraído por el torero cordobés y sus recuerdos. Pero, ni por taparse con sus sombreros de "Mariachis" se les hizo soportable el calor que notaron al andar por Córdoba. Quizás por ello el “solo” de trompeta, “Rodolfo”, a petición de Jorge Negrete, buscó una piscina en Córdoba, para pasarlo bien los tres días que iban a permanecer en nuestra ciudad.

El botones del Hotel, al que apodaban “Sandrini el Cojo”, les acompañó a la piscina que los Mialdea, poseían en Ciudad Jardín, pero ésta piscina no fue de su agrado. Ellos querían un sitio más natural e intimo. Entonces, el citado “Sandrini” que vivía en la calle Anqueda, muy cerca de Rafael López “El Grajo”, les invitó a que visitara la “Alberca de Cecilia”. Y así lo hicieron, y el tal  “Rodolfo”, al verla, rodeada de parras, higueras y algunos árboles frutales, quedó encantado y hablando con Cecilia, se la “alquiló” durante tres días exclusivamente para ellos, al precio de unas doscientas pesetas diarias. Según nos comentó Ana Aguilar, (Hija de Cecilia), Jorge Negrete, no fue a la Alberca, nada más que el primer día.

Terminó el “alquiler especial”, cuando Jorge Negrete, organizado por el Ayuntamiento hizo su presentación para todo el publico de Córdoba, en la Plaza de los Jardines de Colón. Fue por la mañana y aquello fue poco menos que apoteósico. Allí disfrutaron sobre todo el sexo femenino y hubo muchos “enterados” que se pasaron al intentar “ejercitar  la práctica del rabo”. Huyendo de los municipales, hubo más de uno que cayó a los estanques de los niños que expulsaban agua por la boca y allí en realidad, y aquello causaba revuelo de risas,

La Córdoba eterna, la Córdoba de la cultura, repitió escenas parecidas en este recibimiento y homenaje  cuando en junio de 1948, nos visitó el “mago de la penicilina”, al grito de: “¡Olé Torero! o ¡viva la madre que te parió!”. En pleno Puente Romano, había que ver como estuvo la puerta del Puente, para ver el recibimiento que se le hizo a este gran personaje de la ciencia. El Alcalde de la ciudad D. José Salinas Anchelerga, expresó todo el cariño que esta ciudad universal, enviaba a un hombre no menos que universal.

Córdoba, siempre trató bien a todo el mundo, es a Córdoba, a la que la tratan mal los políticos estos de la modernidad.

Estos Jardines de Colón se encuentran actualmente muy renovados y los paseos de antaño se han modificado con una arquitectura moderna, habiendo desaparecido aquellos estanques cuadrados con dos niños, uno a cada lado del estanque, impulsando el agua por la boca.

También se ha remozado la fuente central, así como el cerramiento de los Jardines a base de unos paños de balaustrada de época y unas puertas sobre pilares muy decorativos. También gozan de un alumbrado acorde con el estilo arquitectónico que representa todo el conjunto.  

Los cuatros paños de edificaciones que rodean el jardín se parecen muy poco a los de aquella época, pues aunque siguen ocupando el mismo espacio, la renovación y modernidad de los edificios le da a todo el conjunto un aire de gran plaza. El único edificio que sigue igual que el de aquella época, es el de la esquina con la Calle Osario, que era en donde estaba instalada la fábrica de Victoriano Villar y que lindaba con el Bar Colon.

Muy cerca de la Plaza de Colón, estaba unida a ella, la Plazuela el Moreno, enchinada en piedras y con una serie de casas, que es una lástima que haya desaparecido. Tenía un encanto especial y la mayoría de sus casas de patios profundos, vieron jugar a la mayoría de los toreros de Córdoba. La Cruz que dominaba la plaza en el centro y el Bar los "Chaparritos" que estaba en la entrada de la Calle Aza, esquina con Carbonell, fueron testigos de muchos juegos infantiles de torería. Francisco Carrasco Heredia, exquisito poeta de Córdoba, nos contaba su niñez en esta Plaza y cualquier comentario tenía un sabor a prosa añeja y recordada añoranzas. Nos comentó los “peroles” que desde este Bar solían echar algunas veces en la misma Torre de la Malmuerta. Nos relataba como transcurría la vida en aquellas casas de vecinos, con sus tranquilas galerías con sus botijos colgados, sus toldillas, sus jilgueros y aquellos vecinos sentados al fresco.

Con dicha plaza se comunicaba la calle de las “cuatro esquinas”, y que así se llamaba porque en cada esquina vivía un torero. En una era vecino el “Virutas”, en otra “Manolete” padre, en otra “Camará” y en otra el “Niño Isabel”. Calle arriba, vivía el picador “Miajitas” por debajo del Economato de Asland y enfrente al lado de Pablo Vidal, vivía “Guerrita. Todo esto me lo contaba Ángel González Tapia "El Calvi" que llegó a vivir en los años 1950 en la calle Molinos Altas

Ya hemos dicho que en la plaza de Colón discurrió buena parte de la juventud de Manolete, pues aunque el vivió en la Plaza  de la Lagunilla, sus amigos y la zona de sus juegos estaban entre la Plazuela del Moreno y en el Barrio del Matadero. El solía juntarse con sus primos "Cantimplas", "Niño Dios", y "Palitos", y con sus amigos, el "Toto", el "Fernandi", el "Luichi", el Camará, el "Chiquilin", y los hermanos Fernández Fogyy. Todos ellos, muy jóvenes, tenían perdida la cabeza por el mundo del toro. En un principio jugaban con un carro-toro con cabeza de mimbre, y lo hacían en los bajos del Viaducto del Pretorio. (Hoy está el edificio de Aguas Potables), Y lo anecdótico del caso, según me contó Antonio Fernández Fogyy, es que en esos juegos del toro, el que portaba casi siempre el carro-toro, era el mismísimo Manolete. Incluso le hacían que lo llevara a guardar a la carpintería de Pericet. Todos sus amigos abusaban de él por prudente.

Actualmente, de aquel grupo de amigos ya no queda lógicamente ninguno. Precisamente Antonio Fernández Fogyy, el último de sus amigos, ha muerto ha unos seis años, Me comentaba un día que le visité en la Residencia de Jesús Nazareno: “Quien haya conocido y tratado como nosotros a Manolete, nos da mucha pena, comprobar como a una persona tan buena, tan honesta y noble, como fue el torero, haya sido calumniado tan gravemente por un consabido grupo político. Efectivamente “estos amantes de la libertad”, tras la guerra civil, divulgaron por los pueblos que "Manolete" practicaba la suerte de matar con los presos comunistas. Dicha monstruosidad solamente se le puede ocurrir a gente que vive inmersa en el odio y el resentimiento de forma permanente. 

Otra polémica referida al torero "Manolete" es la que hace alusión al tema de la bandera. Se ha comentado muchas veces por ahí que cuando llegó a Méjico a torear se negó a salir a la Plaza si no se quitaba la bandera republicana. Esto igualmente es falso.

Manolete se entrevistó en Méjico, a petición propia, con D. Antonio Jaén Morente, intelectual y político cordobés que se había exiliado durante la guerra civil. Se saben comentarios de este Sr. de que cuenta el detalle del torero, que nada más llegar a tierras mejicanas fue a visitarle al Centro Andaluz. Allí mantuvieron una entrevista cariñosa entre cordobeses recordando cosas de su querida Córdoba, su patria chica. De resultas de esta reunión, el citado intelectual califica en sus comentarios sobre el torero “como un joven cordobés de altos valores morales”.

Igualmente, D. Indalecio Prieto, también en sus memorias, relata el encuentro que tuvo con Manolete en Méjico. Fue a petición del propio torero, que era todo un ídolo allí. Quedaron en verse en un restaurante de la ciudad mejicana que junto a un grupo de republicanos exiliados. D. Indalecio frecuentaba todos los días para comer. En el Restaurante y por haber sido un alto cargo en el Gobierno de la República le solían colocar una pequeña bandera de la República en el centro de la mesa. Pues bien y según relata el, el día que invitó a Manolete a comer, pidió que de forma discreta se quitara aquella bandera para que no le pudiera crear problemas al joven torero cordobés. Indalecio Prieto en sus memorias reconoce que el torero de Córdoba le causó una impresión muy importante.  

Finalmente me dirijo a todos los compañeros de la Universidad Laboral, que un día paseasteis por Córdoba, y os digo que el embrujo de sus calles, su olor a azahar, la belleza de sus patios y el esplendor de sus cruces de mayo, os echaran siempre de menos. Hubo un tiempo que fuisteis para ella ciudadanos ilustres de su mejor hidalguía y categoría humana. Córdoba siempre os recordará con el corazón abierto. FELICES FIESTAS A TODOS.