Calle Ocaña
LA CALLE OCAÑA
Esta calle empieza desde la plaza de la Beatilla
que debe su nombre a que allí lindando con la calle Zarco (Ojos verdes), hubo
un pequeño beaterio para mujeres mayores. Luego esta plaza adquirió su propia
fama porque en los años cincuenta y sesenta, y en el bar que allí siempre
existió se ubicaron algunas peñas importantes de Córdoba, como los "14
Pollitos" y los "Vinicilinos", que de forma simpática eligieron
el vino (Vinicilinos), como "alternativa festiva" a la afortunada penicilina descubierta por
aquellos tiempos. Ambas peñas, supieron montar sus cruces de mayo en la plaza
de la Beatilla y sus fiestas y verbenas en San Agustín. También hay que
destacar en esta pequeña plaza de la Beatilla a la sempiterna carbonería de
Isabel Sánchez, y el zapatero de al lado.
En esta taberna existen documentos que demuestran
que el poeta García Lorca acompañado de Manolo Carreño, visitó la citada
taberna. Aquello fue en la Semana Santa del años 1935, en la que el poeta
acompañado también del joven poeta cordobés
José María Alvariño, quiso visitar el paso de la Virgen de las Angustias
que se encontraba en el convento de San Agustín.
Y siguiendo hablando de la taberna la Beatilla nos
parecía un rito clásico y solemne cuando el "Marqués del Cucharón" abandonaba
la citada taberna, después de haber pasado un rato agradable con sus amigos.
Quizás sin proponérselo solía convertir la acera de la derecha de la calle
Ocaña, en la avenida de vuelta para su casa en la cercana calle Hinojo. Su
elegante y pulcra figura debería reflejarse en aquél brillo relumbrante de sus
zapatos que siempre solía llevar como auténticos espejos. Se le veía caminar a
gusto, sobre todo después de haber alternado y charlado un buen rato con los
amigos y de haberse tomado las copas que él creyera oportunas.
EL PATIO DE
LOS JAZMINES
Era el año 1955 y estábamos de monaguillo en San
Lorenzo, y el monaguillo habitual del convento de Jesús Nazareno, se había
colocado de aprendiz en el Metro S. A. de la calle Barqueros, entonces Calle
García Morato. y por mediación de la portera Rosario Vega Palma (1917-1980), me
llamaron a mí para que ayudara a la Misa que tenía lugar todos los días a la 8
de la mañana. La misa era celebrada por don Pedro Varona Luque (1890-1975).que
era el capellán del convento. Para mí
aquello suponía en vez de ir desde la calle Roelas para iglesia de San Lorenzo, acudir por la calle
Mariano Amaya a la Capilla que tenía entonces el Hospital de Jesús Nazareno y
que se entraba por la Calle Ocaña (donde hoy está el Gimnasio del Colegio).
Recuerdo que aquella Capilla era pequeña (unas 8 bancas), pero luego se
recorrían unas amplias cortinas y se comunicaba con una gran sala orientada
hacia la derecha, en donde estaban los enfermos acogidos en el Hospital
En el altar mayor de esta Capilla del Hospital de
Jesús Nazareno, estaba la imagen de Nuestra Señora la Virgen Nazarena. Tenemos
que decir que esta imagen desde el año 1918 a 1939, acompañó al Cristo del Calvario
de San Lorenzo en su desfile de Semana Santa. Sería con don Juan de Austria y
Carrión como hermano mayor, al que le cupo el honor de haber impuesto al joven
novillero Manuel Rodríguez Sánchez "Manolete" el escapulario de la
hermandad, esto ocurría el 2 de enero de 1938.
Siempre recordaré a la joven y dinámica hermana
"María Nazaret". Ella se preocupaba todos los días después de
celebrada la misa, de llevarme al "Patio de los Jazmines", patio que
aún hoy subsiste parte de él, y allí sentado me ofrecía un desayuno a base de
un tazón de café con leche y media telera de pan con manteca. Además y por
instrucciones de la Madre Cristobalina, me entregaba una peseta, que le venía
muy bien a mi madre. Recuerdo que en aquellos tiempos la comunidad de monjas
estaba compuesta por 25 madres o hermanas y 6 colegialas, y la monja de más
edad tenía 47 años, posiblemente la madre superiora y que era de Posadas (Córdoba);
las demás religiosas estaban en torno a los 25-32 años. Hay que tener en cuenta
que este convento era la Casa principal de la Orden de Jesús Nazareno, que
fundara el padre Cristóbal de Santa Catalina. (1638-1690).
Curiosamente en el año 1972, y hojeando los
archivos de la parroquia de San Lorenzo, nos tropezamos en el Libro Nº 2, de
defunciones "La Partida" (24 de julio 1690), de defunción del padre
Cristóbal de Santa Catalina, el fundador del Convento y que en la mayoría de
sus representaciones iconográficas realizadas por los artistas Ayala y Bernal,
aparece con una talega costal al hombro en actitud de repartir Pan a los pobres
Y siguiendo con aquél espléndido ""Patio
de los Jazmines", como no recordar a la "Quica" a la
"Berta" y a la tal "Gertrudis", aquellas mujeres residentes
en el Hospital y claramente disminuidas psíquicas, que eran las encargadas de
vender por las calles próximas del Barrio aquellos ramos de jazmines que se
recogían de forma bondadosa de aquél maravilloso patio. Hay que recordar que el
ramo de jazmines costaba 0.20 céntimos de peseta. Era curioso que ellas siempre
solían pasar un poco después que lo hiciera la mujer que de nombre Adela
González, y en la hora de la "siesta" solía vender por las calles del
Barrio sus "caracoles guisados". Esta mujer de cuerpo
"bajito" portaba una olla en cada mano, y partiendo de las
Costanillas, recorría todas las calles de la zona. En una mano llevaba la olla
de los "caracoles guisados" y en la otra la olla del
"caldo". Los nenes al oír la voz de esta mujer de "caracoles
guisados", solíamos contestar "muertos y espachurrados". No cabe
duda de que esta mujer con su venta callejera, fue una adelantada de lo que es
hoy el "negocio" de los puestos de caracoles en Córdoba.
LOS "REPULLOS"
En esta calle llegaron a vivir los
"Repullos" representados por Rafael García Repullo al que en el fútbol le llamaron como el "Tinte". Fue éste un personaje muy
relacionado con el entorno del fútbol en San Lorenzo, equipo en el que llegó a
militar allá por los años cuarenta, pasando después al Córdoba y posteriormente
al Atlético de Madrid, en donde se retiró. Ya fuera del mundo del fútbol y algo
mayor lo colocaron en Córdoba de ordenanza en la "Caja Nacional" y
allí se jubiló. Aunque vivía entre Santa Rosa y Almogávares siempre andaba por
aquí, bien en la Peña Puerta Nueva, o en cualquier otra tertulia de amigos.
Todas las semanas solía tomar parte de una reunión de amigos que se citaban en
la Taberna de la Sociedad de Plateros de María Auxiliadora. Entre estos amigos
podemos recordar a José Cámara, Miguel Morrugares, Antonio Morrugares, Pepe
Alcalá, José Mena, Antonio Hungría, Pedro Moreno, y algunos otros, y en donde
participaba todos de una quiniela en común.
Por otra parte el padre de los "Repullos"
Rafael García un excelente marmolista que aunque vivía en la Calle Ocaña, tuvo
su taller en la Calle Zarco. El sería el autor junto a Enrique Pareja de realizar la fachada
del edificio de Correos de la Calle Cruz Conde, de la que por cierto nos
recodaba el hijo de Enrique, "Que se les olvidó meter en el presupuesto el
coste del escudo". Luego también fueron autores del panteón familiar del
Marqués del Mérito en el Cementerio de la Salud de Córdoba, copiando el
proyecto de don José Molleja, que fuera dueño de la Ferretería la Campana, gran
amigo del marqués en sus monterías.
En dicho panteón enterró el marqués a sus padres
cuyos cadáveres se trajo de Jerez en 1955, Los de su primera esposa Elena
Patiño que murió en 1942 en Nueva York y se la trajo en 1955. Posteriormente el
sería enterrado a pesar de que murió en Madrid en 1963. La actual marquesa del
Mérito se preocupó de que la segunda esposa de su padre la cubana Graciela
Abril Olivera que murió en Madrid en el 2001 fuera enterrada en dicho panteón.
EL BAUTIZO Y LOS CANGREJOS
En esta calle y en lo que era la casa nº 1, vivía
Rafael Sánchez Ortiz el popular "Pipo" y que era además el lugar en
donde tenía su cocedero de mariscos. Esta calle tomó un protagonismo especial
por el bautizo de José Manuel Sánchez "El Pipo" un cofrade singular
de la hermandad del Prendimiento, que fue bautizado en agosto de 1961, en la
Iglesia de San Andrés. De aquél bautizo siempre recordaremos que los que lo
acompañamos hasta la puerta de su casa, pudimos comprobar como el padrino del
bautizo, que no era otro que el famoso "Manuel Benítez Pérez "El
Cordobés" desde el balcón de la casa, empezó a echar monedas grandes e
incluso billetes de cinco duros de aquellos azulados. Describir aquello es
harto difícil, pues allí a la popularidad de "El Cordobés" se congregaron
chicos y grandes de todos los lugares. Y para terminar el hermano soltero del
"Pipo" un tal Salvador, no quiso ser menos y empezó a tirar pequeños
cartuchos de camarones e incluso abundantes cangrejos. Aquél bautizo en la
calle Ocaña fue para recordar.
Ermita del Buen Suceso
EL HOSPITAL DE SAN ANDRÉS
Y haciendo esquina en la calle Ocaña nos encontrábamos
con un viejo edificio que con su espadaña y todo nos recordaba a una ermita.
Pero hurgando en la historia hemos podido comprobar que en 1483 ya fue fundado
este pequeño recinto como Hospital de San Andrés, en donde se encontraban
acogidas un número reducido de ancianas, mujeres viudas o desvaídas. (12
camas). Fue un gran favorecedor de este Hospital don Francisco Gutiérrez de los
Ríos, primer conde de Gavia, que incluso donó parte de sus bienes para el
sostenimiento. Este Hospital fue trasladado a la calle la Pierna,
posteriormente a la calle Muñices, para finalmente terminar en el año 1925 en
la calle los Frailes, que pasó a llamarse popularmente "La Casa de las
Viejas", casa que fue adquirida por el Ayuntamiento y que puso al frente
de esa fundación a don José Sarazá Murcia.
Como "Casa de las Viejas" era el
nombre que solíamos dar a esta casa cuando estaba en la calle de los Frailes y
en la que actualmente se edificó una Residencia para ancianos denominada
Residencia San Andrés. A esa "Casa de la Viejas" acudimos algunas
veces cuando éramos muy jóvenes y nos llamaba la atención en la forma que
vivían y convivían un grupo de mujeres mayores. Aquella casa era enorme y tenía
dos patios y estaban acogidas a la citada fundación que se denominaba Conde de
Gavia, que les daba techo, luz y agua y una peseta para su manutención.
En dicha casa había una mujer que hacía las veces de
“casera” y que se llamaba Virginia (al menos era la que estaba cuando nosotros
visitamos esa casa allá por el año 1956,) en compañía de Inocencio Montes,
Rafael Morales, y unos cuantos más. Esta “casera” ejercía una especie de autoridad delegada de la
Fundación y que al parecer nadie discutía. Al ser una Fundación de carácter
piadoso, estas mujeres o las que buenamente pudieran, solían reunirse todos los
días a media mañana para unos rezos en torno a una imagen de la Virgen de los
Reyes, que estaba depositada en la vivienda de la “casera”. Por esa casa,
pasaron muchas mujeres del barrio, Dolores, Mercedes, La “Leona”, Fernanda,
Carmela, Rosario, Gloria, La Transi, Angelita, “La Recovera”, Anita Sepúlveda,
Milagros, etc. etc. El amigo Joaquín Montoro Prieto, "El Chache”, que
desde la azotea de su casa que estaba junto a la “Casa de las Viejas”, nos
decía, que muchas veces contemplaba como estas mujeres se enfrentaban y
discutían por todo, incluso por la comida del gato. Hay que tener en cuenta que
eran alrededor de catorce mujeres con sus gatos incorporados. En la antigüedad
a estas mujeres que solían vivir de esta forma, se le llamaba “Bizocas”, o
mujeres que se retiraban de la vida y se entregaban al culto, Esta acepción o
nombre era oriundo de Italia.
En 1636 y aprovechando el retablo que tenía este
hospital según se entraba a la derecha, hubo una señora de la misma calle Ocaña
que regaló una imagen de la Virgen del Buen Suceso, que permaneció allí cuando
pasó a ser ermita, y luego Colegio. En esta ermita se celebraban actos y
devocionarios sobre todo de la hermandades de ánimas. Esta imagen se encuentra
actualmente en la parroquia de San Andrés en la nave de la izquierda..
Aportamos un documento que confirma la antigüedad
de este Hospital de San Andrés.
"1484, enero, 12. Córdoba.
Marco
Napolitano, hijo de Juan Antón, morador en el Hospital de San Andrés, vende a
Pero Fernández, pintor, hijo de Juste López, vecino en la collación de Santa
María, una casa en la collación de San Lloreinte en la calle de las Beatas del
Bañuelo, por 3.000 mrs.
APCO.-
Oficio 14, nº 17-304."
Primitiva Escuela
ESCUELA DEL
BUEN SUCESO
Fue una escuela parroquial auspiciada por el obispo
Fray Zeferino y que en su primera época puso al maestro José Calvo Pizarro
(1845-1899), al frente de ella y llegó a ser un profesor de reconocida
notoriedad y solvencia. Esta escuela estaba situada entre la calle Morales (por
debajo del horno de las hermanas Liébana y el Palacio de Viana). Ocupaba unas
dependencias seguramente cedidas por el propio Palacio que al estar cubiertas
sirvieron para las dos clases que hubo en esta escuelas parroquiales de San
Andrés. Arriba estaban los niños y abajo estaban las niñas. Al final de los
años cuarenta, se hace cargo de esta escuela don Francisco Naranjo, que junto a
una de de sus hermanas atendían las citadas clases. Posteriormente y a
principio de los años cincuenta, se abandonan estas dependencias del Palacio de
Viana y se traslada la escuela parroquial a lo que fue la ermita de Buen
Suceso, en donde solamente seguiría don Francisco Naranjo.
Hay que reseñar aquí que don Francisco Naranjo
siempre tuvo una buena relación con el párroco de San Andrés don Fernando
Poveda, así como con el que le sustituyó don Manuel Márquez. Don Francisco aportó
una colaboración especial para la fundación de la hermandad del Buen Suceso a
principio de los años setenta.
Me contaba Pedro Pareja que él fue alumno de la
escuela del Buen Suceso y que allí estaría una veintena de alumnos, que día a
día podían contemplan como en el fondo de la derecha y enfrente en donde estaba
la mesa del profesor, estaba aún el retablo de la virgen del Buen Suceso
Yo recuerdo a este don Francisco Naranjo, que en aquellos
años de 1952-55, y desde las Escuelas Hermanos López Diéguez, el día de San
Andrés nos llevaban a la parroquia para un acto religioso. Este don Francisco
Naranjo, con aquellas gafas de "patilla ancha" ya por aquellos
tiempos, dirigía los coros de canto que con los alumnos se improvisaban en
aquellas ceremonias que organizaba el párroco don Fernando y que don Ezequiel como profesor de las Escuelas Hermanos López Diéguez era el que nos solía acompañar.
La piqueta y la venta de todo lo que sobraba por
parte del obispo Cirarda, hizo demoler esta histórica reliquia de la Córdoba de
la Edad Media y se convirtió en una casa normal de pisos. Tengo que decir que uno de los
primeros vecinos que allí se mudó fue Pedro Navarro Recio, el que con el nombre
de "Pedrito" llegó a jugar en el San Álvaro de Córdoba y luego estuvo
muy integrado en el Colegio Salesiano. También le acompañaron como vecinos las hermanas
Carmen y Carola Mejías, muy buenas personas.