ANTONIO CAÑERO BAENA
(1885-1952)
La persona
Aunque nació en la calle Osario, la mayor parte de su juventud y adolescencia la pasó en una casa de
Sus ambientes y amigos fueron siempre personas de “la actualidad” de aquellos tiempos en Córdoba. Era un tanto introvertido, pero cuando se montaba en el caballo, se transformaba y parecía otra persona. No le gustaba trasnochar.
Tuvo buenas relaciones con los políticos del antiguo régimen, pero nunca renunció a vivir y a desenvolverse en Córdoba. Llegó a ser concejal del Ayuntamiento de Córdoba, y fue presidente de
El poseía un patrimonio que le permitía vivir con grandes ventajas y comodidades, pero él hacía poca ostentación de ello.
Su forma de vestir casi siempre era en plan campero, con sus eternas gafas (manoletinas) y su sombrero cordobés. Aunque se casó por lo civil en 1935, durante bastante tiempo vivió con esta mujer que se llamaba, María Morales Vida, mujer de presencia exuberante y bastante estilo en el vestir, el único agravante que tenía es que era la esposa legitima de un simpático fotógrafo, apodado “el Canuto”. Este detalle era público en Córdoba.
Su gran pasión, fueron los caballos, primero como rejoneador y luego después de retirado, la monta de exhibición y recreo. También le gustaba pasear en su coche de caballos, tirado por sus maravillosas jacas blancas de engache que tenía.
En su época de retirado 1935-1952, se fue a vivir a su finca de
Su ideología
Toda su vida se vio marcada o señalada por su militancia descarada en la “derecha”. En Córdoba, junto a los hermanos Herrero y otros caballistas, fueron de los primeros que se significaron a favor del Movimiento en Córdoba. El día de San Bernardo de 1936, la ciudad de Córdoba fue bombardeada tres veces por la aviación republicana. En uno de los bombardeos de aquellos días, murió un antiguo “torerillo”, que se dedicaba a vender agua a lomos de su borriquillo. El bombardeo le pilló en la calle Custodio, y la bomba, incrustó al “torerillo” y su borrico contra la pared. (según me comentó mi madre), parece ser que Antonio Cañero se personó en el lugar para ver a su “amigo”.
Hay quien dijo que como reacción inmediata a este hecho, dicen que don Antonio, formó un grupo de caballeros a caballo, y se dirigieron a la venta Cuevas (Avda. de Cádiz), y allí tropezaron con los hermanos Cuevas Jiménez, que al parecer colaboraban en hacer señas a la aviación republicana. También se le atribuyen algunos desplazamientos por la zona del Brillante, en donde sabían de la existencia de algunos supuestos comunistas, (que al parecer también solían hacer señales a los aviones) y tomaron venganza en ellos. Estos hechos, muy comentados en Córdoba, hicieron que la izquierda lo “borrara” de la historia del toreo.
Su relación con
Cañero, era un hombre bastante dadivoso y ayudó económicamente a muchas personas. Era bastante desprendido y no sentía apego por el dinero. El, ya retirado del toro, solía visitar lo que hoy es la calle Cinco Caballeros (Edisol). En aquellas fechas, esa calle era campo puro y duro, por donde discurría el Arroyo de las Piedras. Muchas tardes se encontraban en aquel arroyo, mujeres lavando su ropa, militares (IPS), de prácticas con sus caballos, y bastantes chiquillos jugando a la pelota. Alrededor de los que montaban a caballo, muchas veces aparecía por allí D. Antonio, montado en su jaca que había sustituido a su admirada “Labordó”, (muerta en Portugal en 1925), y se permitía dar consejos y hacer exhibiciones. La única parte habitada que existía en aquel paraje, era una fila de casas de una sola planta que en torno a una escuela parroquial, formaba lo que se denominaba,”El barrio del Tejar”.Todo este campo según la tradición era el paraje donde tuvieron lugar la apariciones de San Rafael, al Padre Roelas. En aquellos tiempos había una Cruz de piedra que recordaba este hecho.
Como hemos dicho, Cañero, frecuentaba habitualmente estos parajes y pudo ver como en las inundaciones del año 1947-48, el arroyo, hizo estragos en las casitas y la escuela parroquial. Enterado él de este desastre, debió personarse por allí y contactó con la maestra de la escuela, (Srta. Casimira Barneto), y ella puso en contacto al párroco de San Lorenzo, D. José Serrano Aguilera, con el rejoneador, el cual dio ayudas importantes para paliar esta desgracia.
La Parroquia en agradecimiento y a pesar de que el caballista iba poco por ella, le empezó a mandar todos los años una -palma-decorada- del domingo de Ramos. A mi me tocó acompañar al que se la llevaba en el año 1951, y él personalmente nos dio de propina un billete de dos pesetas. Hubo un momento en que los monaguillos y los nenes en general nos dábamos casi bofetadas por llevar la dichosa palma.
Parece ser que la diócesis de forma oficial quiso agradecer a este hombre aquel detalle que tuvo con la humilde parroquia de San Lorenzo, y ello propició el contacto de Cañero con el Obispo Blanco. (Fray Albino)
Ya por el año 1948, Fray Albino, visito las zonas desbordadas del arroyo Pedroches, en donde había grupos de chabolas y casas contrahechas. Allí coincidió con Cañero que era dueño de una buena parte de las huertas circundantes (Huerta Guato), y ahí surgió la donación y con ello el Barrio Cañero.
Otras cosas
Recuerdo que en aquellos años 1949-1950, más de una vez, su coche de caballos con sus jacas blancas, se paraba en mi calle (la calle Roelas nº 7), en casa del “Brigada Ruano”, un militar retirado de
El coche de caballos era de una prestancia impresionante, y verlo con sus dos jacas blancas por el barrio de San Lorenzo, era todo un espectáculo. Tenía un cochero habitual que era un hombre bastante orondo y buena persona, pero quien casi siempre aparecía por allí era él con sus gafas oscuras, tirando a “manoletinas”, parecidas a las que usaba el Camará.
El se sentía muy orgulloso de sus caballos especialmente de su jaca “La bordó”. Este nombre se lo pusieron en una bodega inglesa, y fue con motivo de una demostración ecuestre que realizó en el país Británico.
Era curioso el recorrido que hacía el coche de caballos, hasta llegar a la estrecha calle Roelas. (A espaldas de San Rafael), Salía de la finca
Un día nos contó “Guillermo”, que al entrar a su casa y oler a incienso le preguntó: ¿Quién está quemando aquí humo de Iglesia? A lo que el bueno de Guillermo le contestó. D. Antonio, es que esos ventanales que Usted ve en mi patio, son la sacristía de la iglesia de San Rafael y la antigua Capilla del Padre Roelas. Esta curiosidad le hizo acercarse a
Por aquellos tiempos murió en Córdoba, Benito Lozano, empresario importante en el sector del aceite. Cundió como la pólvora por toda la ciudad, el hecho de que fuera enterrado en el cementerio civil, pues
D. Antonio Cañero Baena, era un hombre de carácter un tanto serio, muy chapado a lo militar. Cuando paseaba por Córdoba en su jacas especialmente –
Otro incidente le pasó ante D. Antonio Jaén Morente. Cierto día se presentó el rejoneador en la huerta “
A pesar de todas estas situaciones, era un hombre introvertido y huidizo. Disfrutaba siendo dadivoso, y ayudando a personas en el anonimato. Pero no cabe duda que tenia carácter y quizás por ello sintonizó claramente con el Obispo Blanco.
Cuando cayó enfermo afectado de una leucemia irreversible, se deterioró bastante y dejó prácticamente de salir. Se pasaba las horas sentado en una butaca, y allí recibía los pocos amigos que se interesaban por el. Una persona que le visitó varias veces fue D. Juan Font, bien por él, o por sugerencia del Obispo.
D. Juan Font, era un hombre público además de sacerdote, pues no había mentidero importante de Córdoba que el no conociera. Y posiblemente se enteró de la gravedad de su enfermedad. También conocía porque era público lo que le había pasado al industrial Benito Lozano…, y como técnico quiso echarle un cable al enfermo que donó la huerta para la barriada de Cañero.
El Perdón
Un día a mediados de febrero de 1952, siendo las seis de la tarde (acababa de salir del Colegio), y me disponía a limpiar el polvo de las bancas de
D. Juan Font y el sacristán entraron dentro de la vivienda y yo me quedé fuera con el manteo y el sombrero del cura. Mi curiosidad de nene, me hizo dar una vuelta alrededor de la vivienda, y por la parte posterior, pude observar que de dos ventanales algo más grandes de lo normal, se oía una especie de dialogo entre dos personas. De forma acompasada pude escuchar: SI PADRE, SI PADRE, CLARO QUE SI PADRE, CLARO QUE SI PADRE. Al ver que se acercaba la portera, opté por retirarme de aquel lugar y ya no pude oír nada más. Al cabo de unos minutos, salieron por la puerta principal tres personas: D. Juan Font, al que le entregué sus prendas, Antonio Ruiz el sacristán y un Sr. Que debía ser médico y que la portera le dijo –hasta mañana D. Jesús- Salimos a la puerta, y D. Juan Font se montó en su “escarabajo” con el tal D. Jesús, y el sacristán y yo, nos volvimos para San Lorenzo. Para eludir la calle Álvaro Paulo, pasamos por delante del Colegio del Marrubial, y allí estaba su directora doña Antonia Moreno, que al conocer al sacristán le preguntó: -¿De donde viene usted Antonio? –De casa de D. Antonio Cañero, al que le han dado una especie de “Protocolo del Perdón”, todo auspiciado por el obispo, en agradecimiento a la donación que ha hecho para el barrio Cañero. No quiere que se repita el caso de Benito Lozano..
Yo no volví más a la finca ni tuve noticias hasta que el día 22 de febrero, a las cinco de la tarde, se celebró el entierro de D. Antonio. Supimos por la papelilla de
El Entierro
El entierro fue de tres capas, todo un lujo para esta humilde Parroquia. Los curas que hicieron vestimenta, fueron D. Pedro Muñoz Adán, D. Antonio Campos González, y D. José Anasagasti (Capellán del Castillo Maimón).
Como sacristanes actuaron: Antonio Ruiz y José Bojollo, de San Lorenzo, Alfonso, de Santiago, Manuel, de Santa Marina, Alcalde, de San Andrés, El Chocolatero, del Convento Santa María de Gracia y Joaquín, el “zapatones”. Todos embebidos en su sobrepelliz blanco, excepto el de Joaquín, que era de “lienzo moreno” y todavía no tenía los lavados necesarios para adquirir el blanco normal.
A mi me tocó llevar un cirial, que para la ocasión se eligieron unos que hay de imitación a plata y que en su día, al igual que la cruz, vinieron a la parroquia desde el Monasterio de Valparaíso (San Jerónimo).
Los que estábamos dentro de
El cadáver fue introducido dentro de
Entre los dolientes más significativos, parece ser que había una mujer que dijeron que era su hermana Carmen. Al final de
El cadáver lo sacaron las mismas personas que lo habían introducido, y lo metieron en el coche de caballos negros, que para nada se parecían a su querida jaca “la Bordó”. El coche iba tirado por cuatro caballos, con sus oropeles negros en la cabeza. La comitiva subió por el arroyo de San Lorenzo, Puerta Nueva, Matadero, San Antón. Pasando a la altura de Amador Naz, (Actual Cajasur), empezó a sonar el campanillo del cementerio como era costumbre por aquellas épocas. No hace falta decir que toda la comitiva, incluidos curas y sacristanes acompañaban el duelo hasta el último responso que se le echaba en la capilla del Cementerio. Terminado este acto, se hizo cargo del cadáver por así decirlo D. Miguel Ramírez, capellán del Cementerio, que vestido también con un sobrepelliz, lo acompañó hasta el “patio grande”, en donde lo enterraron en una bovedilla de segunda fila, que le había cedido oficialmente el Ayuntamiento de Córdoba. El cuadro en el que está enterrado da la espalda a actual
Con el tiempo le pusieron una lápida muy escueta, que pone el nombre, fecha de la muerte y recuerdos de sus familiares. En los muchos años que llevo viendo esa lápida, jamás le pusieron una simple flor. Actualmente y por estar en una zona bastante deteriorada, el nicho presenta un estado lamentable.
2 comentarios:
Que excelente memoria tienes.
En eso del casamiento, hay una visión deformada de la doctrina.
Los que se casan son un hombre y una mujer ( que a su vez son los ministros ). El cura es un testigo de lo que pasa.
Saludos cordiales.
Amigo Rafael
Yo me limito a señalar que se casó en el Registro Civil, pues he tenido en mis manos la partida de casamiento.
Yo no entro ni salgo en el tema de cualquier tipo de legalidad.
Lo que si he querido reflejar el "ambiente" que en aquellos tiempos se "respiraba" en torno a este asunto del casamiento.
Saludos
Publicar un comentario