sábado, 30 de marzo de 2013

LA SEMANA SANTA EN CÓRDOBA



Algo de Historia

En Semana Santa los cristianos conmemoran el momento en que Jesucristo es crucificado y al tercer día resucita, cumpliéndose con ello la profecía del Mesías que enviaría Dios al pueblo elegido. La Iglesia Católica recuerda desde el Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección partiendo por la Misa Crismal que da fin a la Cuaresma. Luego se introduce al Triduo Pascual. El Sábado Santo en la noche comienza la Vigilia, para terminar el domingo con la Eucaristía Central del año litúrgico, festejando la vuelta a la vida de Jesús.

Origen de la celebración

Este año la Semana Santa se celebrará entre el 24  y el 31 de marzo, pero no siempre coincide con estos días. Esta conmemoración no se corresponde con una fecha cronológica, ya que todos los años rota. Eso se debe a que el criterio de esta fiesta se determinó siguiendo la tradición hebrea, donde se realiza junto a la Pascua Judía, y ya que ésta es movible, la Semana Santa también lo es. De todos modos siempre es entre la tercera semana de marzo y la tercera de abril.

Esto explicaría también por qué se asocia este período con la palabra “pascua” (“pesaj” en judío, que significa el paso, el éxodo, la huída de ese pueblo desde Egipto del cautiverio a la libertad).

Esta celebración se ha llevado a cabo desde los primeros siglos inmediatos a la muerte de Cristo. Prácticamente empezó en el Imperio Romano poco después de Constantino, pues ya se realizaban los Vía Crucis en tierra Santa, esto está documentado en el siglo IV.

La Semana Santa, en cada lugar de España, se vive de una manera. Cada pueblo aporta su riqueza tradicional, pero últimamente quizás por los medios de comunicación y la propia televisión, en las grandes ciudades el modelo barroco y ornamental de la   Semana Santa de Sevilla, Málaga, Valladolid, etc. se pretende imitar.  Sobre este asunto, hay voces autorizadas como Pablo García Baena, que abogan porque cada Semana Santa guarde su identidad.


LA SEMANA SANTA EN CÓRDOBA

La Semana Santa en la Córdoba de los años 40-50-60, del siglo pasado, era una Semana Santa con las virtudes y defectos que aquella Córdoba le impregnaba. Por aquellas épocas los Quinarios de las Hermandades, llenaban toda la cuaresma y tenían una gran solemnidad. Las Cofradías, procuraban llevar a sus actos litúrgicos a los mejores predicadores que se anunciaban en sus CONVOCATORIAS, que aparecían oportunamente colgadas en todas las iglesias.

Nos contaba Pepe Bojollo, que durante algún periodo de la República se plantearon ciertas “limitaciones” legales a estos actos, y cada hermandad “sacaba la cabeza” por donde podía. Fue muy comentado en la época de la República el sermón que echó el padre “Juanito” un fraile del Carmen de Puerta Nueva, que fue sacado poco menos que a hombros, después de su homilía pronunciada en la Iglesia de San Nicolás.

Los Predicadores

Los quinarios tenían gran participación de fieles y la Iglesia se llenaba al completo. Hubo tiempos anteriores en que incluso se pusieron altavoces en el portalón para que los que lo seguían desde fuera, pudieran seguir el “Sermón” que echaba por aquellos tiempos los mejores predicadores. Nombres como: El padre Bernardo Martínez Grande, José M. Gallegos, D. Antonio García Laguna, El Padre Royo, El Padre Alberto Riera, el Padre Cándido Aníz, El Padre Constantino, El Padre Capó Boch, D. Juan Jurado Ruiz, El Padre Cue, El Padre Taring, El Padre Castro, etc. etc, se subían a los púlpitos acompañados siempre de dos hermanos. Allí y en aquellos tiempos desarrollaban sermones que tomaban como núcleo central, a las OBRAS DE MISERICORDIA, tan introducidas en la catequesis del Cristianismo desde el año 1363.

Al final de aquellos sermones, se solían entonar los cánticos de Perdón o Dios mío, Perdón…. Hoy desgraciadamente ese tipo de cánticos ya no son muy habituales en los templos. Antes de vez en cuando los fieles solían pedir perdón, hoy en cambio, da la sensación de que son los fieles los que perdonan a la Iglesia. En fin se ha relativizado todo, y todo vale con tal de que a uno le vaya bien.

Los Costaleros

Al hablar de costaleros, hay que mencionar la “cuadrilla” de gente joven que preparó Ignacio Torrontereas Paz, para la Virgen de los Gitanos de Santa Marina. Esta cuadrilla fue pionera en Córdoba, y significó un antes y un después en el modo y costumbre de sacar los pasos de Semana Santa. Este ejemplo se fue propagando y fueron bastantes hermandades las que formaron sus cuadrillas de hermanos costaleros. Ha sido de justicia que el Ayuntamiento de Córdoba se acordara de Ignacio Torronteras Paz, a la hora de asignarle su nombre a una plaza pública de la ciudad para que sirva de permanente recuerdo en el mundo cofrade.

También hay que destacar aquí la cuadrilla de costaleros que en 1978, se formó en la Hermandad del Prendimiento. Esta cuadrilla, creó un estilo y forma de llevar los pasos, que causó admiración en toda Córdoba. Esta idea fue apoyada en todo momento por Francisco Figueroa Cruz, el que se preocupó de que dicha hermandad tuviera su propia cuadrilla de costaleros, que incialmente estuvo formada por: Manuel Polonio, Sánchez Morales, Jesús Camacho, José Galán, Carlos Vizcaino, Antonio Luque, Antonio Herencia, Manuel Bonilla, etc. etc. fueron una parte de aquella juventud que a las órdenes inicialmente de Antonio Roig y luego de Manuel Ramirez, “revolucionó” el concepto de costalero. Además fueron unos costaleros solidarios en ayudar a otras hermandades, como la  ayuda que prestaron a la Misericordia en el año 1979, o a la misma Virgen de las Angustias en el 1980. Siempre estuvieron prestos para ayudar a cualquier hermandad que los necesitara. Los Costaleros del Calvario, mandados por Rafael Ramirez, prácticamente alternaban en ambas hermandades.

Antiguamente estas labores de “costaleros” eran realizadas por faeneros de la estación y de las lonjas por tratarse de un trabajo muy duro. En este menester en el barrio destacaron los hermanos Quiles, Los Jiménez, Los Aguayos, Los Castilla, Los Gavilanes, “El Cortesas” "El Asaura", Los Ampomo, Los Acaiñas, Paco el marido de la “Guapa” y también mucha gente joven del barrio que se metió debajo de aquellos pasos que iban sobre ruedas, como Luque Villalobos, El Tormenta, Los Aljama, Rafael “El Kopa”, Rafael “El Joe”, El Cuevas, El Zurdo. Los Castilla, Lesmes, etc. etc.

Nosotros sin haber sido costalero sabemos la dificultad y el sacrificio que esta labor entraña, y fue simplemente porque tuvimos que llevar a un local de   Cañero, el paso vacio del Señor del Calvario, para guardarlo. Fue en los tiempos de “Platerito” como hermano mayor. Aquello nunca mejor dicho fue un “calvario” para los “aficionados” que nos atrevimos a llevar aquellas andas vacias, sin nada, simplemente hasta Cañero. A la altura del Bar de Enriquito Ogallas, (frente a Juanillón), tuvieron que salir unos clientes que en su mayoría eran transportistas y amigos de Antonio Vaquero, y por fortuna nos ayudaron a llevarlo, de otra forma nunca hubiéramos podido hacerlo.

Las Flores

El adorno de un paso siempre supuso un gran esfuerzo. En aquellos tiempos de 1950, se solían adornar con flores “locales”, compradas de los huertos más próximos. Por ejemplo los huertos de la Calle Buenos Vinos, San Juan de Palomares y la Calle Anqueda, eran muy visitados para buscar flores. Recuerdo que el Cristo del Calvario, fue más de una vez adornado con flores que íbamos a recoger a la Granja que el hermano mayor Jose M. López Parejo, poseía en la Avda. De Cadiz (detrás del Bar Jardín). en donde tenía una granja, con una pequeña zona de huerto delante de la vivienda. También nos cuenta Pepin Sánchez Aguilera que todavía recuerda cuando después de la guerra, y a consecuencia de la “sequía” de lluvia y de dineros, hubo que adornar el paso del Calvario con las flores de las “ACACIAS” que había plantadas en la plaza de San Lorenzo.

De la misma forma popular se adornaba por aquellos tiempos el Esparraguero, al que la gente del barrio, le traían sus flores y sus espárragos. Contrastan aquellas situaciones con la época de ahora en que las flores se suelen pedir directamente a Holanda  y se reciben via Barcelona, a precios que rondan las  TRESCIENTAS MIL PESETAS, por el adorno de un paso.

La cera

De jóvenes y de chavales, la cera, una vela era una cosa que siempre deseábamos. Quien tenía una vela parecía que tenía un bien especial. Quizás porque recordábamos en aquellas noches de penurias, cuando una tormenta nos cortaba con cierta facilidad el fluido eléctrico. También hay que recordar que por vivienda tenías derecho sólo a un punto de luz de “perra-gorda”, por lo que si tenías cualquier cocina en el patio o alguna despensa, para poder buscar algún “cacharro”, tenía  que utilizar la vela.

En la Hermandad del Calvario, y en el tiempo de D. Juan de Austria, como hermano mayor, por razones económicas y escacez de cera, llegó a sustituirse los cirios de los nazarenos que hacían el desfile procesional, con una imitación de cirios de madera, con una pequeña bombilla y su pila incorporada. Siendo hermano mayor D. Manuel Martínez, y mayordomo de esta hermandad Manolo Diéguez, se retiraron estos “falsos cirios”. (1953).

A los chavales nos apetecía la cera que colgaba del velamen y los cirios que llevaban los pasos. E incluso con paciencia nos recorríamos la “carrera oficial” con una cuchilla de afeitar de la marca MSA en la mano, arrancando las gotas de cera caídas en el suelo durante el desfile procesional y lo íbamos acumulando. Luego solíamos reunirla toda la cera mezclando incluso los colores, y al fundirla utilizábamos un molde hecho con una caña, y hacíamos un velón. Se disfrutaba mucho con aquello.

Siguiendo con la cera tenemos que decir que los monaguillos de San Lorenzo de aquella época, (1954), siempre estábamos deseosos de que llegara el martes, pues era el día en que la dueña del Horno de Santa Elvira, se presentaba en la Iglesia para ponerle unas velas a la Virgen de los Remedios. Era una mujer muy devota y espléndida en sus propinas. Todavía recordamos que recién muerto su marido solía decirle a su esposo “una misa de aniversario” y a todos los asistentes a dicha misa, les daba un duro de plata. Excuso decir que la Iglesia se llenaba de fieles populares del barrio, advertidos por los monaguillos. (1955). Otra persona que esperábamos todos los domingos poco antes de la misa de once, era a D. José Reyes (Calzados Reyes), que inevitablemente, todos los domingos se presentaba con dos velas para ponérselas al Cristo del Remedio de Ánimas. El siempre decía que eran por sus padres y nos daba en gratificación UNA PESETA de aquellas de la Dama de Elche. La bondad de este Caballero, se nos quedaría grabada para siempre. Todavía recordamos la boda de su hija que llenó la plaza de San Lorenzo de “peladillas”. (1956).

La Saeta

De todas las definiciones que se han dado sobre el término SAETA, siempre he preferido la de: "rezo o plegaria que va dirigida directamente hacia Dios o hacia la Virgen como una flecha". y como una flecha por el sentido de la dirección. No eran luchadores ni guerreros de ninguna batalla, eran ciudadanos de a pie, sencillos y por lo general humildes, que no tenían otra forma festiva de dirigir sus rezos en forma de canción. Eran canciones cuyos timbres de voz, se veían afectados por el sentimiento y las necesidades que solían pasar estas personas. Era la espontaneidad manifiesta para expresar SENTIMIENTO Y PETICIÓN a la vez, en una liturgia del amor.

En San Lorenzo siempre pasaron por el barrio grandes aficionados al cante, que al expresar sus “saetas” dejaban su sello inconfundible. Aquí en primer lugar habría que mencionar a la madre de María Zamorano La Talegona, que con quince años ya cantaba a sus Cristos y a sus Virgenes en este barrio. Hay que mencionar a la misma María Zamorano, que desde la azotea el Bar de casa Joaquina en el Jardín del Alpargate, cantaba indistintamente  al Rescatado o a su Esparraguero de siempre. También cantó muchas veces desde el Bar de Ogallas, cuando alternaba con Manolo Espejo “El Churumbaque”. Por aquí y desde los balcones de Huevos Castro,  también cantó bastantes veces  “El Seco”.

Igualmente llegó a cantar y de forma admirable la novia del hijo de José María Albariño, llamada “La Niña el Clavel”. El jardín del Alpargate, tenía su clase y su historia, allí también cantó Manolo Vargas, Luis Chofles, “El Leones”, los hermanos Alba Cabello, “El Cojo Palanca” (Alcaide el barbero), y otros cantaores señalados de Córdoba como Luis de Córdoba y el mismo Séneca.

Por cierto que un día en la Peña Excursionista Cordobesa, se planteó la discusión de porqué el nombre de “Jardín del Alpargate”, y fue Rafael Aranda, el “Cachirulo”, el que le explicaba a Antonio Figuerola lo siguiente:

“Se le empezó a llamar el “Jardín del Alpargate”, porque hubo un destacamento de soldados cuando era Regimiento de la Reina, que después de haber venido de una larga excursión y con las zapatillas totalmente mojadas por la lluvia, parte de los soldados colocaron sus alpargatas a secar en la rejas visibles del cuartel. Fueron tantas las alpargatas puestas a secar, que todo el que pasaba por allí en aquellos tiempos, empezó a llamarle “El Jardín del Alpargate”.

También en San Lorenzo tuvo su eclosión la saeta. La madre de la “Talegona”, antes de que saliera incluso el Rescatado, entregaba su cante en cuerpo y alma al Cristo del Calvario, por el que sentía especial devoción. Dicha devoción la siguió su hijo el “Pabilo” y toda su familia. También cantó por aquí Luis Chófles Miranda, Antonio Medina, La Pulgarina, El Talegoncito, Enrique Martinez,  Juan Leonar “El Leones”, Torralba “El Fini”  José Mª Campos,  Las hermanas Trujillo y Maruchi la “piconera”.etc. etc.

La espontaneidad de los "cantaores" se fue acabando a medida de que algunas hermandades fueron “contratando” a profesionales, para que durante el recorrido de la procesión le cantaran a sus titulares. De esta forma la “saeta” se volvió “más profesional” y perdió su espontaneidad y novedad antigua.


La Penitencia      

En aquellos tiempos de una forma u de otra durante la Cuaresma y en las Iglesias, solían oirse cánticos en petición de perdón, es decir que cada uno a su manera y por medio de aquellos cánticos, pedían perdón de algunos malos comportamientos. Hoy en cambio nadie pide perdón, hoy vivimos inmersos en un ambiente de relatividad, en donde cada uno se basta así mismo para perdonarse o aliviarse de cualquier culpa o remordimiento.

Rafael Paéz “El Caracoles”, este fue el primer penitente que yo pude ver en aquellos años de 1950. Herrero de profesión trabajaba en un taller que había en la Torre de la Malmuerta (donde hoy está la Farmacia), y era un colaborador en el oficio del padre, que era el dueño del taller al que llamaban Mariano “El Cojo”. Pues bien al padre por meterse a arreglar una escopeta de caza, al parecer sin papeles, lo metieron en la cárcel, mientras se decidieron ciertas responsabilidades, pues bien, el “Caracoles” deseoso de que la prisión de su padre se acabara cuanto antes, prometió salir aquel año, detrás del Cristo del Calvario, arrastrando unas pesadas cadenas, hasta el punto que cuando llegó de vuelta a mi casa, llevaba los tobillos totalmente ensangrentados. Él, según dijo lo hizo todo por una penitencia. Al poco tiempo (1953), se marchó con su familia a trabajar a Barcelona, y como tantos, allí se asentó definitivamente. No obstante cuidaba todos los años de volver por Semana Santa, para cumplir una penitencia que le había echado a su Cristo del Calvario, de acompañarle en su desfile por las calles de Córdoba mientras pudiera.

Luego detrás del Rescatado, se pueden apreciar todos los años, muchas personas que acometen el “largo recorrido de penitencia”, en cumplimiento de alguna promesa o necesidad. La imagen del Rescatado es de los Cristos más visitados durante todos los viernes del mes durante el año. La florista “Luisa la nieta del Chivero”, puede dar cumplido testimonio de este flujo de fieles. Ella sabe mucho de las devociones en los martes de San Pacracio, del “Martes y Trece” en la Virgen de los Remedios en San Lorenzo, de los viernes en el Rescatado de los Trinitarios, incluso la devoción del mes de Mayo dedicado a María Auxiliadora en el Colegio Salesiano.


Los Legionarios

El  Tercio del Gran Capitán hermano mayor honorario de la Hermandad de la Caridad de San Francisco, a principio de los años 1950, empezó a venir a Córdoba para acompañar al Cristo de la Caridad en sus desfiles. En San Lorenzo se disfrutó mucho con estos desfiles cuando el Cristo de la Caridad pasaba por la VÍA SACRA, como le llamaban al recorrido San Lorenzo-San Pablo, para el paso de las cofradías. Era un espectáculo verlos desfilar por Santa María de Gracia, en donde arrancaban palmas de todo el mundo. Nos llamaban mucho la atención aquellos “cruces” que hacía la escuadra de gastadores prácticamente en la puerta de Casa Minguitos.

En aquellos tiempos en el barrio de San Lorenzo, la noche grande de la Semana Santa, la constituía la noche del miércoles Santo, que era cuando salía el Cristo del Calvario, y el barrio se llenaba de gente que esperaban incluso su vuelta al templo. Los bares, Concha la jeringuera, todo el mundo permanecían abiertos durante la noche. Aunque los legionarios, salían al día siguiente y quizás porque se alojaban en el acuartelamiento de Lepanto, el barrio se plagaba de estos militares, que con sus vestimentas, sus camisas, sus patillas y a veces sus barbas,  aparecían por todos los bares. Llamaban la atención por aquellos tiempos que ellos ya eran fumadores del“kifi” y lo encontraban con alguna facilidad en el puesto de arropias que había en la Plaza de Ruano Girón, donde antiguamente se ponían las “barquillas” de Manolo el músico.

A parte de estas curiosidades, a la gente lo que le gustaba era ver desfilar a los legionarios, e incluso tenían imitadores muy aventajados en la gente joven del barrio. En la zona de Calle Montero y Costanillas, aún con las calles empedradas, solían desfilar una treintena de chavales al modo legionario que lo hacían de maravilla. Luis y Lolo Ranchal, Los hermanos Larrea, El Yañez, los “Cocoros”, los de la Coba, los Gutiérrez, los Duarte, El Surrañez, El Roque, El “Lápiz”, Pepin “El platanero” Rafalin “El bimbela” etc. etc. eran unos chavales que supieron formar un grupo a imitación de los legionarios que causaron sensación por todo el barrio.


LA SEMANA SANTA EN SAN LORENZO

El barrio de San Lorenzo fue siempre un barrio que vivió intensamente su Semana Santa, antiguamente al espacio entre San Lorenzo-San Pablo, como ya hemos dicho, se le podía denominar “LA VÍA SACRA”, pues por allí desfilaban la mayoría de las hermandades que salían en Córdoba. Eran los tiempos en que la carrera oficial empezaba en la Plaza de San Salvador, y por ello muchas cofradías, subían por la calle romana de Santa María de Gracia para arriba, para hacer su recorrido. Aquel tramo era considerado en el barrio como “nuestra carrera oficial” y allí desde tempranas horas de la tarde, aparecían los vecinos de San Agustín, de las Costanillas, de la Calle Montero, de la Calle los Frailes, Calle el Agua, Calle Roelas, Pozanco, etc, etc. con sus sillas en la mano, para ocupar lugares de privilegio en esa “carrera oficial”. Para presenciar aquellos desfiles procesionales se llevaban incluso a las personas mayores y a los abuelos y había casas que quedaban prácticamente solas. No pasaba lo de ahora en donde las procesiones es su mayoría es cosa de la gente más joven, porque a los mayores si no están aún en una residencia, se les deja viendo la televisión, bien el programa “Cuéntame como paso” o “La copla” si es un fin de semana.  

No hacía falta ni fuerza pública para que hubiera orden y respeto, y nadie merodeaba de un lado para otro dentro incluso de la procesión como ocurre en la actualidad. Solamente nos asustaban los “fogonazos” de los fotógrafos, que al paso de los santos, hacían sus fotos reportajes. 

Por allí además de ver pasar a “los nuestros” pudimos ver más de una vez como los legionarios, hacían “sus singulares cruces” entre la taberna de Minguitos y la de Huevos Fritos, muy cerca del puesto de verduras de "la Picailla”. En la puerta de Lola Soler, estaba sentada Soledad Muñiz, la mujer de Gustavo el guardia nº 1 de Córdoba, que hacía ostentosas  palmas ante el paso de la legión y es que en sus filas iba su hijo el “Chico”. Aquellos desfiles emocionaban a todo el mundo.

En la puerta de la carnicería de Pepe la Fila, (frente a la taberna los perros), estaba sentada la “guapa madre”, con su hija soltera la que vendía los conejos en casa de Polonio en San Agustín, allí charlaba de forma amistosa con Miguel Muñoz, su madre Pilar y con la familia de Rafael “Cara Ancha”.

Saliendo del Arroyo de San Rafael, apareció el Jesus Caído de San Cayetano, que era conducido como capataz por Rafael Escudero, de la Piedra Escrita, y que estaba emparentado con los Rabasco de la Calle el Cristo, y que al comentarle un espectador con la suavidad que llevaban el paso, el le contestó:

“Los candelabros de las esquinas que fueron regalados por Manuel Rodriguez “Manolete” y Bernardo Alba, dos cada uno, son muy sensibles y vibran mucho, por lo que hay que procurar que se mueva poco el paso”.

También a principios de los años 1950, pudimos presenciar a la Virgen de las Angustias de San Agustín, con su imponente palio dar la vuelta en el Arroyo de San Rafael, para encarar la “Vía Sacra”. Incluso hay quien recuerda que un joven Luis Chofles, recién llegado de la Carlota, le cantó una saeta desde los balcones de la casa de D. Alfredo Añón. Hay que decir que desde que la Reina de San Agustín abandonó el barrio, 1961, éste ya no parece el mismo. La soledad y la tristeza se ha adueñado del barrio y todo el mundo postula para que su Reina vuelva y traiga la vida al barrio. En casa de “Loli”, la simpática dueña del único almacén de comestibles que ha quedado en toda la Plaza, había un señor mayor que comentaba:

El palio se lo quitaron a la Virgen porque en una visita que hizo un alto dignatario del Vaticano, hizo el siguiente comentario:

-Jesús muerto en el regazo de su Madre debe desfilar sin palio. Hay que señalar a los fieles la dignidad, sobriedad y el dolor de ese momento. También se puede procesionar quitando el Señor del regazo de la Virgen y situarlo en paso diferente; cosa que artísticamente sería un atropello.

La Virgen de las Angustias fue la única hermandad que desfiló por las calles de Córdoba, en aquel año de 1936, en donde la legalidad existente se opuso a los desfiles procesionales.

El Cofrade ejemplar.

No todo en nuestra Semana Santa, son Pregones en escenarios grandiosos como el Circulo de la Amistad. No todo son varas de hermanos mayores de aquí para allá y los espléndidos atributos de las hermandades. Tampoco es la suntuosidad de los pasos, adornados quizás de forma ajena a la crisis que nos inunda. La Semana Santa de Córdoba, también se compone de muchas personas anónimas, que como muchos “Maños”, y “pertigueros” son parte también esencial de la Semana Santa de Córdoba.

Nunca supo pronunciar un pregón de Semana Santa, porque era un hombre sencillo y servicial. Hablamos de Antonio Rey Romera, el “droguero” como familiarmente se le conocía, vivía en el Arroyo de San Rafael, en la otra esquina de Bodegas el Gallo, y desde muy joven colaboró con todas las hermandades del Barrio. Hace 2 años ha fallecido a los 97 años, y por lo menos más de 80 años, ha colaborado con todas las cofradías del barrio, en donde ha salido de monaguillo, con la Cruz de Guía, con el incienso, haciendo vestimenta de diácono, en fin en todos los puestos en que se le ha necesitado. Colaboró en la hermandad de la Virgen de Linares, en la Hermandad del Calvario, del Remedio de Ánimas y en la Borriquita. Pero como era sencillo y humilde, jamás pudo dar un pregón y quizás por ello nunca le nombraron cofrade ejemplar. Ha muerto a los 97 años, pero hasta última hora y estando ya en una residencia, solía preguntar muy a menudo a José Bojollo, que le contara cosas de las hermandades del barrio. 


El Poeta Albariño y García Lorca…

En la Taberna de la Beatilla hay un artículo impreso en una cartulina que hace alusión a una visita de García Lorca a la Taberna y a Córdoba para ver a la Virgen de las Angustias. Este relato lo realiza el simpático cordobés Manolo Carreño, gran amigo también de poeta José Maria Albariño.  

Efectivamente a José M. Albariño, su amigo Carreño, le había presentado en Madrid a Federico García Lorca. El joven poeta cordobés Albariño, sintonizó pronto con García Lorca, y fue común el afecto que ambos se profesaban. Precisamente en la Semana Santa del 1935, coincidieron y vieron los tres juntos, a la Virgen de las Angustias en San Agustín, cerca de la Beatilla y después recorrieron la Córdoba de aquellos tiempos. Al día siguiente Viernes Santo, Manolo Carreño y Albariño, se llegaron a recoger a Federico, que se hospedaba en el Hotel Regina, de allí bajaron por el Realejo abajo, hasta la Taberna “Los perros”, en donde le habían preparado un menú especial para ellos a base de Setas adobadas, aceitunas rayadas y caracoles gordos.  

Albariño, solía visitar con frecuencia  la taberna de “Los perros”, pues tenía alguna amistad con el hijo mayor de Joaquín, que al trabajar en la Tabacalera, le podía facilitar con cierta normalidad, el tabaco que el consumía para su “cachimba”. Precisamente en esa taberna, existía una tertulia de jóvenes más o menos de su edad, que disfrutaban con la filosofía del “perol cordobés”. Uno de aquellos componentes, llamado Nicolás Estrada, amigo de Jose M. Albariño, pintó dos cuadros que representaban escenas de peroles que habían tenido lugar en el paraje cordobés del Puente Mocho. Este simpático pintor, marchó a Murcia en los años cuarenta. Los cuadros muy solicitados, estuvieron colgados en las paredes de la taberna hasta que esta cerró definitivamente.

También por esta “vía sacra” de Santa María de Gracia, se pudo ver el Cristo de las Penas de Santiago, con su antigüedad barroca a cuestas, y su ordenada procesión. Por Puerta Nueva, las ventanas del Hospital Antituberculoso, se constituían en un palco ideal para presenciar el paso de la procesión. La calles del barrio a modo de palcos populares disfrutaban con los desfiles y simplemente con pipas del puesto de Victoria Zamorano, lo pasaban “bomba”.

Y por esta “Via Sacra” y como colofón final de la Semana Santa, se veía el Descendimiento, la hermandad de la Iglesia de San José y Espiritu Santo. En dicha hermandad colaboró durante muchos años Rafael Fernández “El Caracoles”, que llegó a la hermandad a invitación de su jefe, Rafael Merina, (que luego sería presidente de la Sociedad de Plateros,). La iglesia de San José y Espiritu Santo, su nave central la sostienen columnas que en su día formaron parte de la Mezquita Catedral, que se quitaron a la hora de hacer el crucero central tiempos de Carlos V.  (1557).



DOMINGO DE RAMOS

La Borriquita

Luego el domingo de Ramos y desde mediados de los años setenta, sale de San Lorenzo, la hermandad de la “Borriquita” que cogió el relevo de la que salía de la Trinidad, allá por los años cuarenta. Esta hermandad que actualmente se encuentra en San Lorenzo, fue auspiciada por los Salesianos, en aquellos tiempos tan fecundos para el Colegio de D. José Ruiz Olmos y D. José María Izquierdo, año 1963, pero al faltar estos dos salesianos, surgieron problemas de entendimiento y fue gracias a la intervención de D. Valeriano Orden (1977), como esta hermandad, pasó a la Iglesia de San Lorenzo, en un principio tutelada por la Hermandad de Ánimas.

Con la salida de esta infantil cofradía el barrio se eclosiona y vive una mañana de intensidad festiva que dura hasta bien entrada la tarde. La Plaza de San Lorenzo, desde primeras horas del domingo, se llena de “peregrinos de la Semana Santa”, que abarrotan todas las calles de la carrera oficial. La vuelta al templo de esta infantil hermandad, presenta la estampa insólita de muchos “pequeños cofrades” terminando el recorrido en brazos de sus padres o familiares. Esta procesión llena de luz y esperanza la mañana del Domingo de Ramos en el Barrio de San Lorenzo.

El Rescatado

En la noche del domingo de Ramos sale la hermandad del Rescatado, muy popular en el barrio por la devoción que despierta en sus muchos penitentes que le acompañan. Esta hermandad surgió en los años 1940, en que un grupo de jóvenes del barrio quisieron sacar en procesión una imagen que todos los viernes de mes era visitada de forma multitudinaria. Ya en 1928, salió de San Lorenzo, formando en la procesión del Cristo del Calvario. La calle María Auxiliadora (La Calle Mayor de San Lorenzo), es testigo de la gran fila de penitentes que todos los años acompañan a esta milagrosa imagen. En los tiempos en que Manolo Carreras, impartía la catequesis en la Iglesia de los Trinitarios, (1950), esta hermandad con  Francisco Ávalos a la cabeza, se volcaba con los niños necesitados y los vestía de los pies a la cabeza.

En esa calle María Auxiliadora, a modo de “Palco continuado” se sentaban en sus sillas, La mujer del Genaro, Los Omite, Los Ariza, los Castilla, Las simpáticas “Gordas”, Doña Carmen, (La madre de Dolorcita), que con su rosario en la mano, disfrutaba viendo pasar su Rescatado, de igual forma que salía rezando cuando ocurrió aquel terremoto en Córdoba, a principio de los cincuenta. En el resto de la calle, estaban los Nogueras, Los Aljama, Los Gatos,  la familia de Josefina Espinosa, las Piconeras, etc. etc.. Hasta el confitero Sr. Sampedro se asomaba a la puerta de la Gloria para presenciar el Rescatado.

Durante muchos años este paso fue sacado por los vecinos del barrio, José Santos y Antonio Martinez, que hicieron bastantes años labores de capataz. Los chavales del barrio eran los encargados de meterse debajo como costaleros, en aquellos tiempos en que se movía a ruedas. “El Zurdi”, Luque Villalobos, El Cuevas, “El Tormenta” Los Aljama, el marido de Josefina Espinosa, Rafael “El Joe”, etc. etc. fueron un exponente de aquella juventud. También el simpático Manolo, vecino de Bimbela y marido de Lola, llevó muchos años el volante del paso del Rescatado.

En la calle María Auxiliadora, la popularidad del Rescatado era muy importante, y se podían ver en detalles de los que iban detrás en penitencia o la simpática costumbre de Rafael Calete, que todos los años solía poner el mejor foco que tenía en la puerta de su casa, para dar mayor esplendor al paso del Cristo por su calle.

Durante la invasión napoleónica y para proteger la imagen del Cristo del Rescatado, la llevaron a la Iglesia parroquial de San Lorenzo y allí fue protegida permanentemente por los vecinos.  

En el año 1965, la singular Carretera de la Ronda, que empezaba desde el cuadro de San Rafael, que había en la esquina de Calle Poeta Antonio Arévalo, (Fábrica Medina Azahara), hasta la Gasolinera de Vilchez, por aclamación popular se le denominó  Avenida de Jesús Rescatado, pasando a ser una de las calles más comerciales de Córdoba.  De todo ello fue testigo Rafael Montesinos, el de la Imprenta y Tarifa el Barbero, que se asentaban en donde hoy está Deza.

El exorno floral del Cristo desde 1954, era una promesa de la Duquesa de Medina Celi, que todos los años se lo encargaba a "Flores San Marta". Cuando la Duquesa falleció D. Juan Prieto, (dueño de la floristería Santa Marta), se hizo el cargo de adornar voluntariamente todos los años el paso del Cristo. En el año 1986, la hermandad entregó a esta familia un pergamino en el que les nombraba Hermano de Honor de la Hermandad.

Siempre se relacionó a esta hermandad con los pescaderos de San Agustín, “los Santiago,” pero quien fue hermano mayor del Rescatado, fue el pariente de ellos Muñoz Santiago, dueño de Calzados Toril.

El primer hermano mayor de esta hermandad en 1941, fue Francisco Fernández de Córdoba, que en 1958, sería el primer profesor que tuvo D. Juan Novo, para su recién creada escuela parroquial en San Lorenzo. Dicha escuela fue habilitada en un solar que había adosado a la casa parroquial y durante las obras (1956), allí se encontraron la rejas que un día estuvieron puestas en el portalón y la piedras semi-enterradas de la columna “parte-cristal” de las ventanas superiores de la Iglesia. 


LUNES SANTO
                                                                                                                      
La Virgen de la Merced  

Esta popular hermandad que sale el lunes Santo por la tarde y pasa por la Calle María Auxiliadora, tiene mucho que ver con San Lorenzo. En 1954, cuando todavía la zona del Zumbacón pertenecía a la Parroquia de San Lorenzo, un anticuario llamado Rafael Ortega, donó la primitiva Virgen de la Merced, que pasó a tener culto, en una pequeña Capilla del Barrio de Miraflores, situado detrás de la cárcel provincial. Aquella Capilla fue construida por Rafael Castejon.

Este anticuario lo mismo se veía un día vestido de trinitario participando en la liturgia del convento, que otro día se le veía vestido de requetés en la zona del Quintillo, en Sevilla. Tenía una casa en la calle Cardenal Gónzález (hoy baños califales), que era un museo permanente de santos. Cuando se iba a inaugurar la Iglesia de la Magdalena, hubo que ir a buscarle, pues al parecer él tenía el brazo de la imagen de la Magdalena que le faltaba y hubo que entregarle algo a cambio para que entregara el brazo.

La advocación de la Merced, puede que se le adjudicara por la proximidad de la citada prisión, o por alguna influencia de los vecinos que habitaban aquellas casitas del Barrio de Miraflores, casi todos trabajadores de la Cepansa y de Hilaturas, empresas de mucha relación con la ciudad de Barcelona.

Recordando…

Esta imagen fue llevada en procesión desde la Iglesia de San Lorenzo, allá por el año 1954, haciendo el siguiente recorrido: “Marrubial, Calle Sagunto, Antigua Calle Cinco Caballeros, que todavía era campo y se podían apreciar el discurrir de los arroyos Hormiguita y el del Camello y la misma Cruz del Padre Roelas, que estaba junto al primitivo barrio del Tejar, en donde había una fila de pequeñas casas ocupadas en su mayoría por militares de baja graduación (Cabos 1º),  la mayoría pertenecían a la banda de música del Regimiento de Lepanto. Allí vivían los Caramel, Segovia, Antunez, Marcelino, Segovia, Felix, Antoñito, Rámirez, Briones, Briceño. etc. etc. Además allí tenía su taller un popular latonero, llamado Juanillo, que era muy conocido por sus servicios a domicilio por todo el barrio de San Lorenzo. También existía una pequeña escuela parroquial que estaba a cargo de Casimira Varneto como maestra, vecina de la Calle María Auxiliadora. Y para completar estas escenas familiares, todos los días pasaban por allí las “recuas” de borricos de los hermanos Calderón de San Juan de Palomares que daba la impresión que conocían el camino de memoria. Superada esta calle, la procesión, subió por la cuesta hoy llamada Avda. Blas Infante, que se coronaba con una cantera de piedra caliza de Asland que había en la parte izquierda, poco antes de llegar a la Cepansa. Ese fue el camino que realizó aquella festiva procesión presidida por D. Pedro Muñoz Adan, como párroco, José Bojollo y Pepe Quiles, como sacristanes y José Estévez y José Moyano, como monaguillos. Luego detrás la comitiva la formaba bastante gente de la parroquia y vecinos del propio barrio de Miraflores.  

Años más tarde con la inauguración de la Iglesia de San Antonio de Padua, y desaparecido el Zunbacón, se efectúo el traslado de la parroquia y de la hermandad estando de párroco D. Manuel Marques, que posteriormente terminaría en la parroquia de San Andrés.

El Remedio de Ánimas

Las hermandades de Ánimas ya existían en el siglo XV, y eran frecuentes en los pueblos de la provincia y en la propia capital.  En Córdoba el dato más antiguo de estas cofradías se refiere a mitad del siglo XV, en el que ya existen las hermandades de San Lorenzo, San Andrés y Santa Marina, y que en los siglos siguientes se fue incrementándose hasta implantarse en casi todas las parroquias. Incluso en algunas Iglesias no parroquiales como la Ermita de Nuestra Señora de las Montañas, en la popular calle Montero.

En 1537, la hermandad de Nuestra Señora de las Montañas, de la calle Montero, pasa a San Lorenzo, en donde debió fusionarse con la de la parroquia. El 17 de abril de 1949, se puede decir que se refundo esta hermandad en San Lorenzo, y en el libro de actas, aparecen los nombres de don José Carmona, don Felipe Carracedo, don Juan Herrera, don Enrique Durán, don Andrés Bojollo, don José Linares, don Rafael Barasona, don Miguel del Moral, don Carlos Tarin, don Pablo García Baena, don Rafael Cantueso, don José Aumente, don Manuel Aumente, don Luis Carracedo y don Rafael Jordano.

Se adoptaron los estatutos que ya existían en 1690, y el 27 de Abril de ese año, se nombró al primer hermano mayor en la persona de don Francisco Torralba Heroles y completó la junta directiva con Andrés Bojollo, José Prieto, Angel de la Torre, Enrique Durán, Felipe Carracedo, Miguel del Moral, Pablo García, José María Ortiz, y Rafael Barasona.

Comenzó sus desfiles procesionales el día de San José de 1951, y salió marcando un estilo propio y pudiéramos decir único en Córdoba. Todos los hermanos portaban el escapulario de la Virgen del Carmen y en vez de portar cirios portaban los faroles que en las parroquias acompañaban al Señor en el Viatico.

La hermandad por distintos motivos en los años 1962 y 1963, dejó de salir procesionalmente, e incluso la hermandad prácticamente se disolvió. Afortunadamente un grupo de jóvenes cofrades fundamentalmente de San Pedro, se hizo cargo de la hermandad y la llevaron por el mismo sendero y estilo que los refundadores del año 1951.

Por la personalidad y el estilo cordobés que imprimieron los componentes del grupo Cántico a esta hermandad, goza de un prestigio y fama a nivel nacional. En una encuesta sobre la  Semana Santa en España, realizada por el periódico ABC, esta hermandad era una de las tres hermandades a nivel de todo el territorio español que más número de fieles congregaba a la hora de su salida del templo. Salida que entre el canto gregoriano y el doblar de las campanas de la torre, crean un ambiente sobrecogedor que anuda los corazones.

Recordando…

En el año 1955, la hermandad del Remedio de Ánimas, tan peculiar en la forma  de entender los cultos y los desfiles procesionales, montó un altar para el quinario, en donde el cristo de Ánimas, lógicamente era la figura central, pero en vez de luminarias  de cera, le pusieran gran cantidad de tulipas que con sus “lamparitas” ardiendo con aceite, daban una solemnidad de respeto que causó sensación aquel año.

En el quinario se puso una tribuna de respeto y a ella invitaron a D. José Reyes (Calzados Reyes), que era muy devoto del Cristo, y además era muy espléndido pues recuerdo que en aquel quinario llegó a echar “una lechuga” en la canastilla de petición que le pasamos los monaguillos.

Según nos comentó Rafael Cantueso, encargado de cultos de la hermandad, eran tantas las penurias económicas que en aquellos tiempos tenían las hermandades, que hubo personas que donó parte del aceite que contenían aquellas tulipas. Entre tanto aceite que las buenas personas donaron, y a pesar de todas las buenas intenciones, a alguien posiblemente se le ocurrió donar aceite, que ya se había empleado en cualquier fritura de pimientos, por lo que el olor del incienso se mezcló con algo de olor a aceite de pimientos fritos, con lo que se creó un ambiente totalmente ecológico.

Recordando….

Como hemos dicho la Calle Santa María de Gracia, calle que ya existía en la época romana, era el lugar donde se conciliaban mucha gente del barrio para ver los desfiles procesionales. Este tramo hasta San Pablo, fue durante muchos años como hemos repetido una especie de “VÍA SACRA”, por donde pasaba prácticamente la mayoría de los pasos que desfilaban por Córdoba, en esa calle se oían a las monjas dominicas, CANTAR EL MISERERE, como respuesta al gregoriano que cantaban los novicios de los Trinitarios, que iban tras del Cristo del Remedio de Ánimas, en aquellos primeros años. Por momentos daba la impresión que ante la serenidad y belleza melódica de esa oración hecha cántico, podía aparecer de un momento a otro por algunas de aquellas ventanas, Gonzalo Fernández de Córdoba, “El Gran Capitán” que vivió en aquella casa allá por el 1480, antes de que se fundara el propio Convento. Estas casas eran propiedad de D. Pedro de Cárdenas, que las donó para el Convento. Los documentos que respaldan ésta aseveración, dicen que “El Gran Capitán” pagó un alquiler de mil maravedies al año.  Por tanto el Gran Capitán, fue vecino de San Lorenzo.

Este tipo de canto gregoriano se cree tuvo su origen en tiempos del Papa Gregorio I, (Siglo V), precisamente cuando se extendió este tipo de orar-cantando, todavía existía en Córdoba la Basilica Visigótica de San Vicente, en el lugar que ahora ocupa la Mezquita de Abderraman I. Todavía se puede apreciar perfectamente un mosaico de aquella basílica  en el interior de la Mezquita-Catedral.

El palio de respeto…

El palio que lleva detrás el Cristo de Ánimas (Llamado de respeto), porque al ir el Señor muerto en la Cruz, éste va vacío. De una forma u otra, siempre ha sido muy sacrificado el llevarlo correctamente por la incomodidad de su peso y la rigidez de las barras. Casi siempre lo llevaban  personas que además de hacer alguna penitencia, necesitaban las 25 pesetas, que cobraban.

Aquel año de 1951, los que llevaban este palio eran personas simpáticas y entrañables del barrio. En el lado derecho iban José Moyano, Manuel Moyano,    Angelillo López, y por el otro lado iban Rafael Rodriguez, Rafael Santos, y Manuel Gómez, No se trata de incidir de quien iba o no, simplemente  se trata de explicar que este pesado palio, era siempre llevado por gente adulta, pero sencilla y muchas veces necesitada.

En realidad el palio, era una auténtica penitencia y no estaba pagado con nada. Aquel mismo año, a la altura de la Perfumería Hoyo, estos estaban totalmente agotados y la cosa se complicó cuando Manuel Moyano, al que apodaban familiarmente “La vieja”, se le empañaron las gafas y casi se desmayó y con ello desequilibró el palio, hasta el cura y los sacristanes que iban cerca del palio, tuvieron que acudir en ayuda de los portadores.

Esta hermanda del Remedio de Ánimas, siempre se identificó con el sentido espiritual y artístico de los componentes del Grupo Cántico, que inicialmente formaron parte de la hermandad. Actualmente José Ignacio Aguilera Castelló, ha seguido fiel por la misma senda inicial e incluso ha mejorado muchos aspectos, en el exorno y elegancia de esta ilustre hermandad de Ánimas.

MARTES SANTO

El Martes Santo tiene lugar la salida de la hermandad del Prendimiento, la hermandad salesiana fundada en 1963,  Eran los tiempos de D. José Ruiz Olmo, y se tuvo la intención de crear una cofradía salesiana y la idea fue entre una Santa Cena o el paso del Cristo del Prendimiento, que al final se realizó.

Esta hermandad fue de las primeras que en sus atuendos de vestir utilizaba capas, y tuvo buena acogida entre los alumnos y antiguos alumnos del Colegio Salesiano, todo ello hay que decirlo, en detrimento de la hermandad del Calvario de San Lorenzo, que había sido siempre la hermandad de los antiguos alumnos salesianos.

En la fundación de esta hermandad también tuvo mucho que ver Juan Calero Cantarero, el hombre que ya fuera uno de los fundadores de la hermandad de la Paz y Esperanza de Capuchinos, hasta el punto de que él fue el que donó la imagen de la Virgen realizada por Juan Martinez Cerrillo en 1939. María Bojollo “Mariquita” que todavía vive, es “notario presencial” de la fundación de esta hermandad y  posterior donación de la imagen de la Virgen a la hermandad de Capuchinos.

Esta hermandad del Prendimiento, fue de las primeras en adoptar “capa” para sus vestimentas de nazarenos, que lucían en color azul. La amplitud de sus pasos les complicó muchas veces el paso por la Puerta de Santa Catalina de la Catedral.


Paca la “Bombera”

En la Semana Santa del barrio hay personajes que destacaron por su singularidad en primer lugar queremos citar a Paca Cano la “bombera”, mujer que se sentía feliz y eternamente agradecida por que su hijo Pepin, (José Galan, “El Viki”) fuera miembro de la cuadrilla del Prendimiento. Fueron muchas las veces que colaboró ayudando en el Bar El Santo Reino, a su dueño Andrés, para preparar bocadillos y ayudas para estos costaleros en sus momentos de ensayos y desfiles. Y ellla se emocionaba cuando a la vuelta de “sus costaleros” como les decía ella, estos atraían a tanta gente de Córdoba para presenciar sus “singulares” entradas de los pasos en el templo en la media noche. Si le hubiera valido, con toda seguridad ella se hubiera metido debajo de aquellos pasos. La calle Maria Auxiliadora, que gracias al Ayuntamiento, está todos los días prácticamente a OSCURAS, en aquellas recogidas del Prendimiento, SE ILUMINABA, con el esfuerzo armonioso de los costaleros entre los aplausos del numeroso público que disfrutaba del espectáculo a costa del sacrificio que protagonizaban los jóvenes que portaban el paso.

  
MIÉRCOLES SANTO

El Miércoles Santo, es el día del Calvario, y de calvarios y dificultades, este barrio de San Lorenzo, por su historia sabe más que nadie. El hambre, las necesidades, las enfermedades y las sequías, fueron unas constantes en su historia y en el vivir de sus gentes. Era uno de los barrios más amplios de Córdoba, así por ejemplo en aquellos años de 1950, llegó a tener más de 25.000 almas.

En torno a un buen hombre del barrio llamado Santiago Repiso, se forma en 1772, la  hermandad del Calvario, para intentar ayudar y comprender mejor las dificultades y vicisitudes que vivía, las gentes de este popular barrio.

Esta hermandad se centró en torno a la magnifica talla del Cristo del Calvario, que siempre salió en procesión solo. Además durante el mes de Mayo, solían llevarlo en parihuelas a hombros para que bendijera los campos del Marrubial, todo lleno de huertas y terreno de labranza. Luego en la puerta de la Iglesia, en el Portalón se hacía una especie de subasta con los frutos del campo que los mejor acomodados donaban para sacar fondos y ayudar a los más necesitados.

La talla del Cristo se salvó del expolio que hicieron los franceses en la Iglesia durante la invasión napoleónica. Afortunadamente hubo gente que protegió la imagen en sus casas, como si de un tesoro se tratara.

La imagen del Cristo “emocionó” de siempre al imaginero Juan Martinez Cerillo, el cual tuvo la ilusión de casarse delante del altar de su Cristo y cuando se fue a morir pidió a su familia que le amortajaran con la túnica del Calvario. Lo de su boda lo cuenta José Bojollo, que dice que incluso rechazó la oportunidad que le ofreció D. Antonio García Laguna, de que se hubiera casado en la Iglesia de San Rafael, con toda la bomba y el boato de aquellos tiempos.

Como hemos dicho El Calvario, salía en procesión casi siempre solo, y en contadas ocasiones con el Rescatado e incluso el Cristo de Gracia, cuando estas hermandades igualmente pasaban dificultades. Fue a partir de 1918, y con la llegada a la hermandad de D. Juan de Austria, que como hermano mayor dotó considerablemente a la hermandad de atributos y de cierto esplendor. Sus buenas relaciones con el convento de Jesús Nazareno, que entonces pertenecía a la parroquia, obtuvo  de las monjas dejaran la imagen de la Nazarena, para que acompañara al Señor en sus desfiles del Miércoles Santo.

En 1939, Martinez Cerrillo realiza para la hermandad del Calvario, una imagen de la Virgen del Mayor Dolor y Esperanza, que sólo procesionó hasta el 1945, en que la hermandad encargó a Antonio Castillo y a su ayudante Diáz Jimenez, la imagen actual del Mayor Dolor. No faltan personas que aseguran que este último, fue el autor material de la imagen.

Esta hermandad tan antigua y tan pobre ha sido testigo de todos los acontecimientos del barrio, y sobre todo sintió en su carnes el famoso “Crimen de la Calle San Pablo”, en el que  Francisco Reyes Sorroche, el barbero, el día 28 de enero de 1943, sesgaba la vida de su amigo Enrique Gallego Gámez, cobrador del Banco Español de Crédito. Y decimos que lo sentía en sus carnes, porque al parecer verdugo y victima pertenecían a la hermandad además de ser antiguos alumnos salesianos. El hermano mayor de la hermandad, Antonio Estévez, que fue testigo en el juicio, denunció en la reunión de su hermandad “Los trágicos hechos” que avergonzaron a todo el barrio. Curiosamente el Ayuntamiento de Córdoba, colocó el nombre del citado barbero, entre los muertos de la guerra civil en el famoso “Muro de la Memoria” y que gracias a Juan Galán, estudioso en estos temas corrigieron este lamentable error.

Años más tarde en el 1949, pudimos presenciar los que normalmente íbamos a la fuente de San Rafael, a por agua, (decían que era del Cabildo y ponía los garbanzos más tiernos que la fuente de San Lorenzo,) alli nos encontramos con la agradable sorpresa, de ver junto a la fuente al Cristo de la Misericordia, que lo habían sacado en procesión para mitigar la sequía que Córdoba padeció aquel año. Entre los chavales ya mayores aparecían por allí Diego Leiva, Natalio Fernández, Luis Gómez, y los “Mellizos de la Casa de paso de San Rafael” Manolo y Juan Vivar Navarro, que eran pos así decirlo “los concejales de la Plaza de San Rafael”.

Hasta la peculiar “Paca”, al lado de Martinez Cerrillo, que se sentía como la guardiana de la fuente de San Rafael, estaba pendiente de aquella ceremonia. El Cristo de la Misericordía, después de visitar al Custodio de Córdoba, y ya afortunadamente lloviendo, acudieron al Santuario de la Fuensanta. Todo este periplo lo contaba "Josefita la Repulla”, cuando repartía por el barrio la leche de Casa Natalia.

En 1940, el Quinario de la hermandad del Calvario, se celebró con la colocación de la Virgen de la Paz y Esperanza, en el altar mayor. La verdad es que la ornamentación del Cristo y el altar todo de morado, no encajaba con el color blanco de la que luego sería llamada “La Paloma de Capuchinos”. Fue a la terminación del Quinario, cuando Antonio Estévez y el responsable de cultos de la hermandad, se dirigieron a Juanito Calero (dueño de la imagen de la Paz y Esperanza) y le dijeron que esa imagen de Virgen no encajaba en el color morado de la hermandad, por lo que la imagen de la Paz y Esperanza, se la llevó a la Iglesia de San Andrés y poco después pasó definitivamente a la Iglesia de Capuchinos.

En tiempos del hermano mayor de la Haba, el párroco le regaló una cruz de madera algo tosca (está colgada actualmente debajo del rosetón), y según parece nunca llegó a salir el Cristo con ella pues siempre llovió. Quizás por ello la hermandad desistió de incorporar dicha Cruz en el desfile procesional.

En esta hermandad del Calvario, han sido muchos los cofrades que han trabajado como “hermanos mayores”, pero es de justicia aquí señalar a José María Gutiérrez y José Vivas, que en los años setenta del siglo pasado cogieron a la hermandad totalmente hundida y supìeron levantarla a fuerza de trabajo y entrega. Durante su época al frente de la hermandad también se hizo famosa la Caseta “Los del Calvario” en la Feria de la Victoria, en donde era una de las casetas más concurridas de Córdoba.

Igualmente durante los años de mandato del “Guti” y Pepe Vivas, hubo unas apoteósicas “recogidas” del Cristo. La “Saeta” se convertía en “Lamento solemne” del amanecer, en aquel marco tan maravilloso como resultaba la Plaza de San Lorenzo, siempre abarrotada de un público silencioso y respetuoso, admirando aquel “acto de saetas cuarteleras”, que protagonizaban unos "cantaores" populares de saetas, que encabezados por el popular “El Pele”, desde el balcón del Candy (antigua Casa Lola), intercambiaban “lamentos y quejiós de culpabilidad” por la Cruz que portaba el Calvario. Aquello constituía un espectáculo para no olvidar jamás. Muchos creíamos que detrás de aquel “cruce de saetas” estaba la hermandad, pero no, la hermandad por boca de Pepe Vivas, era la primera sorprendida. Luego nos enteramos que de todo aquel maravilloso espectáculo se encargaba de organizarlo el singular Miguel López Fernández (hijo de Miguel López Salas), que por amor a su barrio de San Lorenzo, organizaba en penitencia todo aquello.


EL JUEVES SANTO

A la caída de la tarde del Jueves Santo, la Plaza del Corazón de María, el popular  “Jardín del Alpargate”, se llena de personas de toda Córdoba para ver salir al Cristo de los “Esparragueros” como popularmente se le conoce, ya que muchos humildes aficionados al campo se esforzaban por buscar espárragos para que los luciera su Cristo.

Esta Hermandad del Cristo de Gracia recibió la imagen de doña Francisca de la Cruz a principios del siglo XVII. Que le fue enviada desde el Estado mejicano de  Puebla de los Ángeles, por su hermano y que había sido realizada por los nativos de una pulpa especial a base de caña de azúcar.

La imagen siente la devoción de todo el barrio de San Lorenzo, pero muy en especial de su Calle los Frailes, Calle El Agua, Calle María Auxiliadora y el propio Jardín del Alpargate. Igualmente, son muchas las instituciones de Córdoba, así como importantes personajes de nuestra ciudad, que sienten gran devoción por “El Esparraguero”. Muchos aficionados al campo, se esforzaban por buscar espárragos para que los luciera su Cristo. En la taberna de casa Millan, (S. Juan de Letrán), muchos de sus clientes sienten gran aprecio y cariño por este Cristo.

Tuvo relación con esta Hermandad don Juan de Dios de Aguayo y Manrique, uno de los priores de las Ermitas de Córdoba, en el desierto de Belén, el cual, siendo Marqués (de Villaverde), decidió retirarse de la vida mundana del consumo al mundo de la soledad y la oración. También el Centro Eduardo Lucena, así como la Federación de Peñas, son hermanos de Honor de esta Hermandad.

Pero con independencia de la historia y el origen de esta Hermandad, el Jueves Santo se siente pletórico de que este maravilloso Paso desfile por las calles de Córdoba. En lo inmediato, en lo próximo, “El Esparraguero” supone un orgullo para la gente del barrio que aprovecha cualquier parte del recorrido de la procesión para “volver a contemplarlo”. Su recorrido es un canto a la belleza y al fervor cofrade. Pero, sin lugar a dudas, en el trayecto final de San Lorenzo a la Plaza del Corazón de María, teniendo el silencio de la noche como testigo, se puede decir que se da la APOTEOSIS, pues la belleza se conjuga con los vellos de punta al contemplar el armonioso y delicado trabajo de los COSTALEROS.  Al son de la música constituyen un torrente de belleza y espiritualidad, que nos agarrota la garganta y nos entrecorta los corazones. Luego, al final, ya en su Plaza, discurre por una lluvia de saetas que nos suaviza la garganta y nos alivia el corazón antes encogido.

Los mejores saeteros se han disputado la posibilidad de cantarle a su Cristo en los lugares más bellos de Córdoba. De eso saben mucho Manolo Espejo, “El Churumbaque” y Maruchi la “piconera”.

Cuando termina la procesión todos los años, Pepe Quiles, Carlos Espejo, Rafael Córdoba, Alfonso Sánchez, Rafael Fernández y muchos más que desde hace mucho, año tras año, le acompañan, solían decir: “Ea otro año más que le hemos acompañado”.

Hay que señalar que en estos días ha muerto el joven Angel Ogallas, colaborador infatigable de la hermandad y que siguiendo la tradición de sus mayores, lo ha practicado hasta poco antes de morir. El balcón de su casa, fue “púlpito solemne” de las mejores saetas dedicadas a su Cristo de Gracia.  Angel, fue siempre un gran enamorado de su Jardín del Alpargate, y desde el Cielo, presenciará el esplendor inigualable de su “Esparraguero”.


Luchemos por nuestro Barrio

Pasará la Semana Santa y el Ayuntamiento convocará a la gente para que visiten Córdoba y sus patios en el mes de Mayo. Eso sí procurará el Sr. Alcalde, que también se ha hecho la foto en el DIARIO CORDOBA, montado en el BUS TURÍSTICO, que no pase por la cercanía de la Calle el Cisne, para evitar que los turistas  sobre todo en los domingos por la mañana, cuando las botellas, las bolsas de plástico y toda la suciedad que dejan los botellones se acumula por esa zona.

Mientras, SADECO, la empresa que pagamos todos los cordobeses, sigue sin aparecer para nada, a pesar de que hay 200 familias que viven allí y pagan sus impuestos. El otro día, al ver la suciedad, nos comentaba una mujer mayor de que daba la impresión de que teníamos UNOS CONCEJALES DE FARFOLLA, que no tienen nada más que fachada para la foto. Curiosamente, en la Plazuela del Orive, sin apenas vecinos, todos los días hay dos o tres empleados de SADECO, e incluso hasta una máquina automática para limpiarla.

En cuanto al Bus Turistico, tenemos que decir que no se atreverán a pasarlo por las calles Ruano Girón, La Banda y Calle de los Frailes, pues se pueden encontrar con el problema, de que a los pacíficos vecinos de estas calles los “aplastarán contra sus casas”, como ocurre más o menos ahora con la Linea errática de autobuses UNO. La gente de este barrio está muy decepcionada al ver que el Ayuntamiento, y sus CONCEJALES FARFOLLA, no han puesto los Microbúses que prometieron.