domingo, 25 de marzo de 2012

LOS RECORTES

Los “recortes de dulces”

Cuando ahora le oímos a los políticos mencionar la palabra “recortes”, no podemos por menos, volver con la memoria por aquellos años 40 y 50, del pasado siglo XX. A nadie se le puede olvidar “aquellos recortes”, que con tanta ilusión intentabas que te los vendieran en los obradores de las confiterías. Aquí, en la calle María Auxiliadora, había una confitería llamada “La Gloria”, que, nunca mejor dicho “Olía a gloria”. Igualmente la confitería “California”, (Plaza Almagra), también era muy popular en estos menesteres, porque cuando hacían tartas o pastelones, para cualquier fiesta de cumpleaños u onomástica, siempre le sobraban “recortes”, de hoja, de merengue, de bizcocho, de chocolate, etc. etc. y que para sacarle también provecho solían venderlos a la gente joven que les pedían “dos gordas de recortes” y te daban tu pequeño papel liado con aquel “manjar” para muchos de nosotros.

Pero por aquellos tiempos, todo eran “recortes”, y estábamos familiarizados con esta idea. Recordamos cuando íbamos a la freiduría la “Malagueña” (Tendillas), para que nos vendieran “recortes de pescado frito”. También nos acercábamos a los puestos de jeríngos, para pedir recortes o “piscos”. Y es que en aquellos tiempos todo era “recortado”. Los mayores recordarán al tío de la campanita que por una “gorda”, (0.0006 euros), te daba una gota de miel, ante la envidia de media calle. Unas veces te la echaba en la boca “al vuelo” y otras, te la dejaba caer en un trozo de pan.

Los “recortes domésticos”

Nuestras madres nos enviaban a comprar el aceite para la casa, casi siempre de forma “recortada” a por un OCTAVO DE LITRO, pues no había para más. En cuanto a la leche, alimento muy selectivo por aquellas épocas, solíamos ir a casa de María la lechera, a comprar un “CUARTILLO” de leche. María era una mujer muy humana y afable, por lo que era muy querida en el barrio. Todavía se recuerda a una jovencísima Mercedita Morales, la hermana del “Pulga”, que rodeada de dos o tres chiquillas más, repartían “CUARTILLO A CUARTILLO”, la leche por el barrio, y casa por casa. Pero este grupo de chiquillas además de serviciales, eran la “radio-información-local” de aquellos tiempos y que sabían transmitir, casa por casa, todas las noticias y pequeñas noticias que eran de actualidad y que afectaban al barrio. Al hablar de María la lechera, no hacemos más que recordar a la abuela del famoso “Queco”, autor del popular “Aserejé”, con el que triunfaron “Las Ketchup”, las hijas del popular tomate.

Los “recortes en el hospedaje”

Y es que en aquellos tiempos estaban todas las posibilidades muy “recortadas”, pues incluso los que trabajaban tenían “recortes” en sus posibilidades de hospedaje. Un día nos comentó Rafael Molina Cañizares, jefe de compras de Benjamín Barrionuevo, que su propio jefe, que era de Porcuna, (Jaén), empezó a trabajar de joven en la Campana (Ferretería), propiedad de D. José Molleja. Pues bien este empresario (D. José Molleja), para solucionar el problema del alojamiento de sus jóvenes empleados, (entre los que se encontraba Benjamín Barrionuevo), habilitó una segunda planta en su ferretería, en donde dispuso un sistema de Literas que era donde estos dependientes, dormían y hacían la vida de noche.

Luego afortunadamente cuando Benjamín Barrionuevo, se instaló por su cuenta en la Calle Rodríguez Marín, (Espartería), de la mano de su gran colaborador Paco Lubián, empezó a montar lo que sería casi un imperio en el mundo de la ferretería en Córdoba, con el nombre comercial de LA LLAVE. Más tarde crearía HOGAR Y CONFORT y finalmente RIONUEVO. Este importante empresario, hecho así mismo, dejó al fallecer en 1974, un importante patrimonio que lo heredaron sus hijos. Por cierto que en su testamento, dejó claro que a Paco Lubian, (su gran colaborador inicial), y que tanto le ayudó a conseguir su imperio, SE LE RESPETARA DE POR VIDA SU SUELDO INTEGRO, aún después de su jubilación.

Cuando ya se olvidaron las “Literas”, los “recortes” y aquellos duros comienzos, vinieron, la opulencia, los yates y la buena vida. La “Llave” que era el símbolo del negocio, se oxidó, y vino a menos, con lo que el imperio claramente se “recortó”. Incluso se refiere por ahí la anécdota de que hasta a algún familiar le llegaron a “recortar”, el propio suministro de la luz, quizás por un olvido en el pago del recibo mensual de la luz.

Bocadillos a 30 céntimos

Rafael Rodríguez, era un platero que tenía su taller en la Calle Cardenal González, justo exactamente al lado del Bar el Tablón, de simpáticos recuerdos. Allí, cuando salían los sábados los jóvenes plateros, lo primero que hacían era dirigirse a un local de la Calle María Cristina, (cerca de la casa en donde nació José Villalonga, famoso entrenador del Real Madrid). En dicho local se hallaba por aquellos tiempos, la llamada “Guardia de Franco”, y ponían unos suculentos bocadillos de caballa con tomate, por el módico precio de “tres gordas”, (0.0018 euros). Otras veces se llegaban a la “Malagueña”, y se compraban su correspondiente cartucho de “recortes” de pescado frito. De entre aquellos plateros cabe señalar como una especie de líder natural, a Manolo “El Canario”.

El ensanche de la calle Abejar “Recortado”

En 1935, Se realizó un proyecto de saneamiento y Reforma Interior de Córdoba, por los arquitectos Francisco Azorin Izquierdo y José M. de Murga Serret. Se le llamó el proyecto del ensanche. Entre otras cosas y en uno de sus apartados decía:

“Al Este, como prolongación de la anterior, con el intermedio de la Plaza del Realejo, LA CALLE ABEJAR, se rectifica y ensancha uniformemente hasta los 15 metros y además se prolonga en 710 metros más hasta la Carretera de Madrid-Cádiz, atravesando el barrio del Cerro de la Golondrina. Con lo anterior, se produce una Vía de acceso con el extrarradio, que une la principal carretera de Córdoba con el corazón de la Ciudad, el Ayuntamiento, en vía casi recta de 1.140 metros, con 15 metros de anchura mínima”.

Este proyecto quedó aparcado por la guerra civil, pero allá por los años cincuenta, debió recobrar actualidad dicho proyecto, pues fue expuesto en una MAQUETA, en la Sala Municipal de la calle Góngora, habilitada al respecto. Tan de actualidad llegó a estar dicho proyecto, que los mismos Salesianos, en su Colegio, construyeron SU FACHADA PRINCIPAL, de cara al ensanche que pasaba por la parte posterior del Colegio.

Por falta de dinero, a Dios gracia, este proyecto que se aprobó en 1935, (a pesar de las críticas,) no se realizó.

En 1936, el Gobierno del Frente Popular, no sabiendo que hacer para estimular la economía, lo quiso poner en práctica, pero sin apenas insistencia.

El plan de ensanche fue desestimado por los “rebeldes”, entre otras cosas según ellos porque era ilegal con la Ley de protección del Casco antiguo de 1929. Utilizándose solamente la parte que afectaba fuera de la muralla, por ejemplo el Cerro de la Golondrina pero muy desfigurado.

Fueron varias veces las que se intentaron poner en práctica estos ensanches, (1956 y 1978), pero últimamente fue Julio Anguita, el que lo rechazó definitivamente.

Sin discutir la utilidad o no de ese ensanche de cara a la modernización de la Ciudad, tenemos que decir que este “RECORTE” en la realización del proyecto, significó una gran alegría con toda seguridad para esta relación de personas:

La familia de los Vargas, que de esa forma no tenían que abandonar lo que fue su casa y su taller de Herrería de toda la vida.

D. Blas Peñalva, practicante que tenía su casa y clínica en la parte que tenía que desaparecer. Este practicante, fue el que nos tallaba en el Ayuntamiento, a la mayoría de los reclutas de los años 60 y 70.

Los Valverde, grandes artistas, que en sociedad con Cabello, tenían un taller de talla y escultura, al principio de esta calle. Además como grandes aficionados a los gallos de pelea, tenían una exposición permanente en el taller, para recreo y admiración de todos los que pasábamos por allí.

Los Rodríguez Puntas, (Antonio), persona entrañable del barrio y muy encariñado con su casa en esta calle. Ayudó a muchos reclutas que pasaban por el Hospital Militar de San Fernando.

Los Muriel, dedicados a la fabricación de embutidos y de fuerte ligazón con la calle, tenía una hija muy guapa que se casó con el famoso “Miajones”. Muriel siempre fue un referente industrial de la calle Abejar..

Los Moreno Anguita, un virtuoso de la madera que hizo muchas cosas importantes, pero entre las más significativas de ellas, fue la Mesa, sobre la que se firmó el Protocolo de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea. Además este hombre bajo diseño de D. Rafael de la Hoz, construyó, ensambló e hizo realidad, las tres maravillosas celosias de madera, que aparecen en la Fachada Norte de la Mezquita-Catedral, por cierto que ahora que se ha planteado abrir una puerta para que entren las cofradias, hay que decir que esa puerta ya existió de antiguo llamada la Puerta del Pilar. (segunda celsoia). Al parecer para abrir esa puerta (quitar la celosia), han surgido problemas que están pendientes que los resuelva la Junta de Andalucia. Y hablando sobre el mismo asunto D. Rafael de la Hoz (hijo), parece ser que ha reclamado el respeto al "derecho de autor" que merecen esass celeosias de su padre.

Rafaela Gutiérrez, que al quedar viuda muy joven, tuvo que sacar adelante, a sus 6 hijos, trabajando en el taller de modistas que improvisó en su casa. Entre su familia, quiero señalar al irrepetible Fermín Gómez, alias “El Chato”. Fue una persona singular, que aún cuando se mudó a la calle Jerez cuando se casó, dejó por estos lares, todo un bagaje de calidad y sentido de la amistad que todavía se recuerdan. Participó junto al “Vela”, en la fundación de la peña los “Sultanes”. Hizo de rey mago en varias cabalgatas. Incluso toreo no con mucha suerte en el Cuartel de Lepanto. Hizo una gran labor humanitaria en la Cooperativa Funcionarios Públicos, en donde continuamente “en vez de recortar” ampliaba el crédito de todo el necesitado que acudía a el pidiéndole ayuda. Según decían los amigos, era como el “enlace sindical festivo” de aquella irrepetible “Taberna del 89.”. Y es que el 89, era como el “Pulpito de la Calle Abejar”.. Finalmente diremos, que su moto Vespa 125, fue el vehiculo que utilizó El Cordobés, para sus primeros desplazamientos de torero por la Provincia.

Los trabajadores del taller mecánico de Cañero, que allí tenían su trabajo y por tanto su sustento y lo mismo los del Taller de Tintorería Marín.

Los “Melli” de la calle Abejar, singular pareja de gemelos, hermanos de Antonio, Sandalio y el Damazo. Tenían una afición especial por el fútbol y presentaban con orgullo en los Salesianos, su equipo de la calle Abejar. A ellos, poca gente les llamaba por su nombre de pila, pues a los cuatro vientos proclamaban que eran “Los mellizos de la Calle Abejar”. Eso lo supo muy bien D. José María Izquierdo, que les llegó a tener en gran aprecio.

La simpática calle sin salida “PARALEA”, domicilio de los Varo, al que a uno de ellos lo apodaban el “Ocho gordas”, Era una callejita singular y de mucha actividad sobre todo cuando funcionaba el Cine de Verano, que se denominó Cine Iris.

También era de la calle “PARALEA” Manolo “El Canario”, de sobra conocido en Córdoba, por sus facultades para los saltos de trampolín y la natación. Siempre iba rodeado de chavalería que le acompañaban como si de un “héroe” se tratara. Fueron muy vistosas sus competiciones en el Molino Martos, con Fra-Polo, Rafael Copado y Valentín Díaz “El rubio camisero” de Pañerías Modernas. Aunque era platero, fue su madre que se dedicaba a fabricar polos de nieve, la que le compró una moto LUBE DE COLOR MARRON, nada más estrenar la moto, tuvo la desgracia de que en la puerta falsa de Baltasar Parra, arrolló desgraciadamente a la madre de los singulares “PAJEROS”, causándole la muerte. Este hecho le afectó muchísimo, y tardó tiempo en reaparecer por el Molino Martos. Por ese tiempo se dedicó de lleno a la cría de palomos, por lo que llegó a tener mucha amistad con el platero Almirón, y con "Paquirri" el del matadero.

Antes de marcharse a Alemania, lo vimos un día en “López García”, eran los tiempos en que estaba de moda el boxeador Fred Galiana, al que Fernando Vadillo, desde EL MARCA, bautizó como el “TOREADOR DEL RING”. Hubo mucha gente que se dedicó entonces al boxeo artístico como práctica de exhibición. Un día en la zona de baños próxima a López García , unos cuantos que ibamos en una barca, pudimos ser testigos de una de estas exhibiciones. Estaban de perol varios conocidos plateros, entre ellos Rafael Copado, un fontanero llamado Carretero, un bombero llamado Sorna, y con nosotros llegaba "El Canario", al que invitaron a una de estas exhibiciones. Allí, ante la presencia de dos mujeres jóvenes, ataviadas con muy poco bañador, y que participaban en el perol, empezó un combate artistíco entre el "Canario" y el amigo Copado, a las primeras de cambio el "Canario" le arreó un "sopapo" al amigo Copado, que lo puso "panza arriba" en la orilla del rio, ante la preocupación de las damas, que al parecer aún, no habrían cobrado sus honorarios. Al final y de forma feliz para todos, el entusista Copado, se recuperó de forma favorable.

En la equina del cine iris, también hay que mencionar la fábrica de ALPARGATAS, que tenía la familia del “Santi”, portero que jugó en el San Álvaro y en el Cádiz, finalmente se emigró a Tenerife en donde se encontró con el grupo del Monerris y su barco.

La Casa de los “Coloraos”, en donde casi todos los vecinos estaban emparentados. Allí convivían los Amaro, Los Bueno, Los Alfaro, Los Sánchez, Los Ibañez y bastantes más. Esta casa, se podría considerar como toda una Institución en la calle Abejar.

Los simpáticos “Panchos”, entrañable saga de hermanos, que junto a su familia vivían también en Casa de los “Coloraos”. No se entiende la calle Abejar, sin los “Panchos”, ellos eran en su niñez, los “escuderos” de ese líder natural de los chavales que era Manolo “El Canario”.

Uno de los “Panchos”, tuvo la mala suerte de que fue sepultado por un témpano de tierra, cuando escarbaba buscando huesos en el Cerro de la Golondrina,.Esa busqueda la hacíamos todos los chavales. El interés de estos huesos, es que los compraba Pedro Rojas, y por poco dejamos entre todos el Cerro de la Golondrina hueco.

Los Guiraos, gente que siempre se sintió orgullosa de pertenecer y ser vecinos de la calle Abejar. Además eran vecinos de los padres de la “Chiquita Piconera”. Estando en los Salesianos (año 1956), nos llevó D. José Mª Izquierdo de campo a la “Campiñuela” y lógicamente disfrutamos de la abundancia de bellotas. Recuerdo que uno de los “Guirao”, fue el encargado de “disimular las bellotas” en una vieja maleta, para que el guarda de la finca, no nos pudiera llamar la atención. Al final se repartieron todas las bellotas en el Patio de los Eucaliptos.

El Horno de Santa Elvira, con la familia, los trabajadores y el popular “Miajones”, como cabeza visible de este negocio. Esta mujer, Doña Elvira, enviudó y siempre que le decía a su marido un aniversario, le daba a todos los asistentes a la misa, un DURO CABEZON.

La familia de la Damaza, toda una estirpe de personas relacionadas con el mundo de la carne. Emparentada con los Sandalios y los mismos mellizos de la calle Abejar.

Los “Navajitas”, así denominaban a la familia del pintor Navajas, gran amigo de Eloy Vaquero Cantillo “Zapatones”, e industrial de la pintura muy bastante acreditado en Córdoba. Su hija Carmelina, fue una gran colaboradora con la parroquia de San Lorenzo.

La familia Kindelan, tanto varones como hembras, personas de un nivel profesional acreditado. Su padre, farmacéutico, fue toda una institución en el barrio y en el Colegio Salesiano.

Los de la Haba Villa, Rafael, fue hermano mayor de la Hermandad del Calvario, en tiempos de Enrique de la Cerda, fue un hombre importante en el barrio. Uno de los Villa, fue de los fundadores de la Tipografía Católica.

Las familias de los Laguna, de Guillermo Dueñas, de Cristóbal Pérez, los Casero y la familia de la “Noni”, son también personas con nombre propio en esta calle.

Actualmente y a mitad de la calle, hay dos retranqueos (uno a cada acera), que nos muestra lo que hubiera sido el ensanche de la calle. Hoy la calle se está rehabilitando poco a poco, ya quedan pocas casas viejas y es una de las calles más agradables que hay en Córdoba.

Otros “Recortes”

A principio de los años sesenta, al margen de los recortes que habíamos dejado atrás en nuestras casas, al menos teníamos empleo, de golpe empezaron a causar “un furor desagradable” aquellos recortes que se comentaban por la fábrica de: “VAN A RECORTAR LAS HORAS EXTRAS” y es que en aquellos tiempos todo el mundo se fue implicando en gastos y más gastos, y se dependía para ello prácticamente en la “Realización de Horas extraordinarias”. Fueron muchos los sufrimientos que cualquier comentario u rumor que hablara de “recorte de horas”, suponía para muchas personas. De forma especial recuerdo a Antonio Jiménez, José Toril, Francisco Cabello, José Bodoque, Manuel Ortíz, Ricardo Criado, José Roldán, Juan Roldán y muchos más de nosotros, que como una muestra de todos aquellos trabajadores de Cenemesa, se llevaron sus grandes malos ratos cuando oían cualquier rumor o posibilidad de “recorte” en la horas. En muchos casos era patético cuando el Jefe confeccionaba el “PARTE DE HORAS”. Todo el mundo procuraba cruzar su mirada “angustiosa” con la del Jefe, para que se acordara de él cuando rellenaba “El parte de horas”. Aquello, fueron “recortes” para no tener ganas de recordarlos, pues aunque parezca trivial, se ponían los corazones a prueba. Y es que el importe de las horas extraordinarias antes de cobrarlo, la mayoría ya lo teníamos hipotecado con cualquier mejora que le queríamos dar a nuestras casas.

Los “Recortes” Políticos

Pero aquellos relatos de recortes y aquellas aventuras eran como recuerdos románticos comparados con estas “medidas”, que nos están imponiendo las circunstancias y los políticos de ahora. Ahora a nivel de gobierno, e Instituciones, aparecen las deudas por todos los rincones, prueba evidente, de que la clase política, no ha sabido administrar adecuadamente lo que ha tenido entre las manos, y por ello nos están obligando a todos, para que la palabra “Recorte”, sea palabra habitual en nuestro vocabulario de por vida.

Cualquier decisión que toma un gobierno, sea para la guerra, para el ahorro, o para paliar cualquier crisis, siempre le toca de lleno al sector más débil, al trabajador y a los pensionistas. Con estas situaciones, da la sensación de que todo el país, ESTÁ FORMADO POR UN TREMENDO LÁTIGO, similar a aquellos que jugábamos de niños, en el que los que están a la cabeza, LOS BANQUEROS, LOS POLITICOS, LA GENTE NOBLE Y LOS ESPECULADORES, van siempre con relativa ventaja, ya que, ellos siempre ocupan la cabecera y cuando se pega “El latigazo”, los que se estrellan sin remisión, son los que van a la cola de ese látigo nacional, que para desgracia de ellos son siempre los mismos (trabajadores, pensionistas y parados).

sábado, 3 de marzo de 2012

LA PLAZA DE LA "MOSCA"


PEQUEÑA HISTORIA

Por las conversaciones que he mantenido con el investigador Patricio Hidalgo, puedo decir que la reforma de Azaña, en 1931, el Regimiento "Lanceros de Sagunto", 8º de Caballería, fue disuelto y quedó vació el cuartel del Marrubial. Únicamente quedó un destacamento de la Remonta que ocupaba la parte en que está ahora el Laboratorio de Farmacia, en Avenida de Rabanales. Sobre 1933 el Ministerio de la Guerra firmó un acuerdo con el Ayuntamiento de Córdoba por el que éste ocupó unos barracones que estaban donde ahora está la piscina municipal, y los utilizó como cuadras para los caballos de la Guardia Rural.

Habilitando como “Picadero” y desahogo para estos animales un solar de forma triangular que estaba cercado por una parilla de unos dos metros de altura a base de citaron de piedra. Al final de los años cincuenta, este solar se convirtió prácticamente en un muladar y la única utilidad era que todo el mundo iba allí a tirar lo que le “sobraba” y también a por “mantillo” para la siembra de sus macetas.

PARTE OSCURA

Allí en ese solar, o cerca de él, y durante la guerra se ejecutaba a gente por el procedimiento del “fusilamiento”. Entre los fusilados en el picadero del cuartel se puede citar al capitán jefe de la Guardia de Asalto Manuel Tarazona Anaya, que defendió el Gobierno Civil la tarde del 18 de julio; también el alférez de la Guardia Civil Emilio Monteagudo Gallego, jefe de la Línea de Archidona, con la particularidad de que tenía un hermano, también oficial de la Benemérita, entre los defensores del Santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Cabeza; y el sargento Fabián Rodríguez de la Llave, comandante de puesto de Nueva Carteya.

SE CONVIERTE EN MERCADO

Pero recuerdos amargos aparte, de este “solar-picadero”, tenemos que decir que al final de los años cincuenta, fue derruido y quedó simplemente un suelo mal apisonado sobre el que se fueron instalando algunos puestos que llegaron del Mercado de San Agustín, que estaba en vías de desaparición. Unos de los primeros que se trasladaron a este proyecto de mercado, fue la saga de “los Chiveros” (Los Rodríguez Cruz), que estaban emparentados con la saga de la "Morena". Efectivamente Antonio Rodríguez “Papitu”, y Francisco Rodríguez “Pacorro”, con sus mujeres Dolores y Maruja, a la que se les unió su prima Angelita, fueron, podríamos decir los cimientos iniciales de este mercado. Una que vez que estuvo el Mercado consolidado, del mismo San Agustín se les se fueron uniendo Manolita “la de los aliños”, Mercedita “la larga charcutera" , Antonio Carmona, el yerno de la Nicasia, Juan Ramón, “el guitarrista carnicero", Rafael Obrero “El Platanero”, Paco Luque, “El seda por habichuelillas”, La mujer de Fernando Castro, “por huevos Castro”. etc. etc. Eso sin contar, que la gran mayoría de los pescaderos, también se trasladaron. Efectivamente, Santiago, Carlos, Pepe, Paco, Andrés, y Natalia, abrieron sus puestos de cara al público.
En 1959, en aquel llano y totalmente a la intemperie, empezaron a sufrir los “avatares” de las ventas, padeciendo lluvias, vientos, fangos y los calores que los cambios del clima les ofrecían. No obstante, poco a poco fueron llegando vendedores de otros sitios, que completaron un buen número de puestos en el llano.

EL NOMBRE “LA MOSCA“

En Córdoba, como en cualquier lugar a donde haya personas, el sacar motes y poner nombres de broma, es un deporte nacional. En su día al barrio de la Concepción en el Sector Sur, se le puso “El Barrio de la Güita”, y fue simplemente porque cuando a principios de los sesenta, la gente se mudaba a aquellas casas unifamiliares de dos plantas, tenían que emplear la “guita” con relativa frecuencia (dada la estrechez de las viviendas), para ver si le entraban la cama o el armario. Fueron tales los comentarios de guasa que trajo “el medir con la cuerda”, que incluso se llegó a decir que los municipales “multaban” sin oían ese comentario despectivo para el barrio.

Se contaba por la Calle Montero, la anécdota que les pasó a los simpáticos pintores de brocha gorda, El Caparrin, El Chicaro y el Mecedora, iban los tres para pintarle la casa a Ángel “El bimbela”. Se trasladaban en el autobús, persuadidos por la “Piquito Plata” de que no podían nombrar al barrio de esa forma. Conforme iban llegando a la calle Jerez, a la parada que llamaban “El Palo”, la “Mecedora”, que llevaba la voz cantante, alzando la voz dijo: “COBRADOR TIRE DE LA GUITA QUE NOS BAJAMOS EN EL BARRIO”, de esta forma sutil, avisó de que se bajaban en el Barrio la Guita”.

De toda la gente que a diario pasaban cerca de aquel lugar Picadero-Muladar, (camino de Cañero), podían apreciar los malos olores y las moscas que había en el ambiente. Al llegar el verano, era imposible prácticamente pasar por allí sin que te diera una bofetada de olores, con su avalancha de moscas. Incluso cuando ibas en el autobús de la Línea –Cañero- Plaza José Antonio, por San Lorenzo, muchas veces, era el propio conductor Julián, el que advertía a los pasajeros para que cerraran las ventanillas. Y es que el picadero-muladar no era para menos, ya que entre otras cosas alli iban a parar todos los perros, los gatos, los gallos y gallinas, que morían de mala manera. Incluso la borra vieja de los colchones que se reponían en las casas. También era frecuente encontrar las cascaras de los caracoles, después de haberselos comido.
Por todo ello, cuando al final del año 1958, decidieron echar abajo el picadero y enrasar el suelo, la gente al ver los primeros puestos que allí se pusieron, les faltó razones para adjudicarle El nombre de la “MOSCA”. No importó que se hiciera un mercado a cubierto y bastante moderno para la época, el nombre de PLAZA DE LA "MOSCA", ya estaba asignado de por vida.

Mientras duraron las obras del edificio de planta triangular que encerraba el mercado, los veinte o treinta puestos que ya había en el llano, se situaron en los alrededores e incluso en la acera del cuartel de Lepanto. (Cuartel que fue rehabilitado después de la guerra). Fue modélica la forma en que cada puesto se reubicó ante las inevitables obras, pasando unos tres años de mucha provisionalidad e incomodidades. Finalmente en Agosto de 1963, el día 20, se cerraba para siempre el Mercado de San Agustín, en lo referente a “puestos en la calle” y se abría el 23, el nuevo Mercado, que en papeles del Ayuntamiento se llamaba “De El Marrubial”, pero que a nivel de la calle todo el mundo llamaba ya como “LA PLAZA DE LA MOSCA”.

TESTIGOS DE “LA MOSCA”

Hubo una serie de establecimientos que fueron testigos en primera línea de esta Plaza de la “Mosca”, tal es el caso de la FARMACIA CACHINERO.

Nada más inaugurarse la Plaza de “la Mosca”, abrió la FARMACIA DE CACHINERO, que al poco tiempo se convirtió en una de las farmacias de más ventas de Córdoba., gracias a la profesionalidad y simpatía de Alfonso, Ubicada en un vértice del edificio triangular que encerraba la “Plaza de la Mosca”, (frente al mosaico del San Rafael), que se encontraba en la esquina de la calle Francisco Arévalo, (Edificio de Materiales de construcción Medina Azahara). Dicha imagen del custodio de Córdoba, la cuidaba con mucho celo, Carmen Gómez “La garrota”. En la misma acera de la calle Poeta Francisco Arévalo, y en una entidad bancaria que abrieron posteriormente, estuvo depositado durante unos días el segundo premio de la loteria de navidad del año 1992, que tocó en los supermercados Deza.

Esta farmacia era propiedad del hijo de Felipe Fernández, que progresó económicamente en casa de su pariente Venancio, (de la calle Almonas). La farmacia además de ser un referente para la zona, era el centro local de análisis clínicos del barrio. También estuvo detrás como “socio capitalista” en bastantes casos dedicados a la construcción. Construyeron pisos con Manolo Requena y con Antonio Mármol por toda la Avenida de Barcelona.

El padre del farmacéutico, murió al ser arrollado por un coche al cruzar por delante del cruce de Lepanto.
Otro testigo silencioso, fue el Colegio para niñas de Doña Antonia Moreno, que se encontraba en la esquina de las casitas de la “Solariega” que propició construir el obispo, D. Adolfo Pérez Muñoz, en el Marrubial. El colegio con sus enormes moredas, estaba enfrente de la entrada de la plaza que da a la “calle del pescado”. La cocinera de ese colegio, era la eficaz “Conchi”, que vivía en la calle San Acisclo, cerca del Horno de San Antonio. Por aquellos tiempo constituía todo un lujo que este colegio tuviera ya comedor.

También testigo atento de la Plaza de “la Mosca”, fue la “Bodeguita los Arbolitos”, propiedad de un Pulgarin, que al estar empleado en las Bodegas de Cruz Conde, (C/ la Bodega), puso aquí un despacho subsidiario de aquellas bodegas. Esta bodega estaba situada en la esquina de la Calle Alvaro Paulo, frente al Bar “Petit Versalles”.

El “Pulgarín”, excelente persona y amigo, se casó de mayor y daba alegría ver pasear a la feliz pareja, por las calles del barrio. Lamentablemente se murió él de repente, y a su feliz esposa, (no tuvieron hijos), dicen por el barrio, que en los juzgados, le quitaron, la bodeguita, la casa y casi todo.

Testigo excepcional de la “Mosca”, fue CASA MODESTA, esta tienda, también vino de San Agustín, en donde progresó de forma importante vendiendo productos del plástico, especialmente flores. En esta linea de comercio fueron pioneros en Córdoba, la familia Winer Maiz, que vivían en el Arroyo de San Rafael, en la misma casa que Alfonso Lupión, el mayorista de pescados que vino de Algeciras. Se instalaron en el local que pillaba toda la esquina del edificio que se levantó en el antiguo SOLAR DE JUANITO. Allí Inocencio Montes Solis y su esposa, (Modesta), supieron engrandecer el negocio.

El “SOLAR DE JUANITO” es como se le llamaba popularmente al solar que hacia esquina con la Avenida la Viñuela y la Avenida de Jesús Rescatado. Había sido adquirido por el dueño del Horno de Jesús Nazareno, que se lo había comprado a D. Antonio Cañero, (El rejoneador), como parte de la finca de la Viñuela, que como todo el mundo sabía era propiedad del torero a caballo. Según nos comentó Diego, el hijo del comprador, la operación de medición del solar, se realizó por el procedimiento de: “HASTA DONDE LLEGUE LA PIEDRA”. A parte de esta curiosa forma de medir, este “SOLAR DE JUANITO” se hizo famoso, porque estando cercado aún por citarones de carbonilla, se jugaba dentro al fútbol casi todos los días. La gente entraba por un orificio que se había realizado, como puerta de entrada.
Poco a poco las paredes se fueron desmoronando y ello permitía a todos los viandantes (que iban y venían para Cañero), poder “presenciar los partidos” que con gran disputa se desarrollaban en el solar todos los días. Por toda autoridad o árbitro, lo único que presidía el partido era un gran pozo ciego de unos veinte metros de profundidad y dos metros de diámetro, que había en todo el centro del solar. Aquello era jugar por afición, con el peligro evidente de poder caerte al pozo.

De esto pueden dar fe mucha gente que jugó allí pero que por citar podemos hacerlo mencionando, a los Hermanos Vera, a José Padillo, a Francisco Trenas, a Francisco Salcedo “El Quirro”, Pepe Claus, Manuel Torres, “El zarra”, José González “El lechón”, Antonio Granados “El largo”, Manolo Estévez “El monasillo”, Francisco Medina “El cabezón”, Antonio Rodríguez “El picaillo”, Francisco Jiménez “El Guapo” Manuel Martínez “El gordito”, Miguel Blancart “El migui”, Enrique Sánchez “El guapo”, etc. etc. Cuando el balón caía al pozo, le tocaba al más pequeño bajar, con una maroma echa de cuerdas, correas, corbatas y todo lo que diera longitud. A mi en razón de mi edad, me tocó bajar al menos una vez. Si nuestra imaginación permitiera imaginarnos a aquel "solar de juanito" como un gran estadio de fútbol, los mejores aplausos serían para Francisco Jiménez Velasco, "El guapo", que demostró en todo momento, amor por el fútbol, y una ilusión por todo lo que se refería a este deporte, que era encomiable. Jugaba al fútbol, sin apenas tener facultades fisicas para ello. Tenía unas gafas con más esparatrapos liados que un accidentado, los cristales eran auténticos culos de vasos, pero a pesar de todo, el jugaba y luchaba, con aquellas alpargatas molineras, que casi siempre "tenían el cañamo parido". Al principio de entrar a jugar en el solar se cayó el balón al pozo, y como nadie quería bajar, él, que aunque no era de los más altos, si era de los mayores en edad, decidió bajar a por el balón, con la ilusión de seguir jugando. Francisco Jiménez Velasco "El Guapo", hubiera dado hasta la vida por jugar en un campo de hierba. Por ello los mejores aplausos para él.

LO QUE FUE DE SAN AGUSTIN

El otro día en la puerta del bar “EL BURRO SOPERO”, en mitad de la Plaza de San Agustín, me comentaba Miguel Escudero Melero, vecino de toda la vida de este barrio: “Al final de los años cincuenta, el Ayuntamiento, decidió quitar los puestos al aire libre, para evitar olores, moscas y otras incomodidades. Todo empezó cuando se llevaron a la Virgen de las Angustias de San Agustín, luego fueron todos los puestos callejeros los que desaparecieron de la plaza”.

“Desde entonces el barrio ya no es ni un asomo de lo que era, da la impresión de que se quitaron los puestos de la calle, para dejarle sitio a los coches que inundan todo el barrio. Con la Plaza, se fue la alegría y el bullicio que animaba al barrio. Ahora solamente coches aparcados, son testigos de mucho silencio. El barrio para no tener no tiene ni lágrimas.