sábado, 9 de marzo de 2019



LA ELECTRO MECÁNICAS


En esta fábrica trabajó mi padre siendo encargado de la denominada Nave de Estiraje, sustituyéndole en el cargo Rafael "El Rubio" y para otros "El Piyayo". Mi padre murió muy joven con apenas 50 años, (1961), pero desde los 14 estuvo en la Electro Mecánicas. Para mí la Electro Mecánicas es como si fuera algo nuestro. Pues aparte de que fue la fábrica en donde trabajó mi padre, yo al ingresar a trabajar en Cenemesa, prácticamente el mismo año en que falleció él, estuve al menos durante doce años entrando por la misma puerta que los trabajadores de la Electro Mecánicas, solo al final se dividían los respectivos Ficheros. No en balde Cenemesa fue una segregación en 1930 de la propia Electro Mecánicas. Ambas fábricas compartían el mismo pozo de agua, que tenía un gran caudal de 6. litros por segundo, y era curioso ver que las bocas de riego de la zona ajardinada de Cenemesa, en todas aparecía aún el sello de Secem.


LA FUNDACIÓN

Fue el ingeniero francés  Frederic Ledux, que a su vez era director de la sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, el que creyó que Córdoba estaba enclavada en un lugar “Logístico de primera magnitud”. Y es que Córdoba con una red de ferrocarriles  que llegaban a todos sitios, ilusionó y motivó que  el hijo de Frederic Ledox, se implicara de lleno en la creación en 1917, de la industria más importante que hubo en Córdoba.  Con ello se fundaba La Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas. Además de Ledox, el capital inicial estaba formado, por dineros pertenecientes al Banco Bilbao y al Banco Urquijo. El primer presidente del Consejo de Administración fue el Marqués de Urquijo.

La Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas, S. A. (SECEM), decide en los años 1917-1918, instalar en Córdoba una planta dedicada a la metalurgia del cobre y construcciones eléctricas. Los principales inversores fueron franceses, y más que por la riqueza de este material en la provincia, posiblemente fue su situación geográfica dentro del mapa del sur y su cercanía con las Minas de Río Tinto de Huelva. También el estar unida la capital con la zona minera de Peñarroya-Belmez, en donde el carbón era fundamental para esta industria. También influyó el precio del terreno industrial 

Para su proyecto de instalación se compra el cortijo de Aljibejo, a un precio de 516.701 pesetas, y posteriormente se comprará el cortijo del Ochavillo, a un precio un poco superior de 623.280 pesetas. Ambas propiedades era pertenecientes a los Hoces. Para los franceses, esta era una zona que estaba como a “tiro de piedra” de la propia ciudad. Se trataba de una extensión de unas 315 hectáreas, algo parecida a lo que era la extensión de Córdoba en su casco histórico.


EL PROYECTO DE FÁBRICA

El proyecto de las instalaciones para la fábrica se le encargó al equipo del arquitecto suizo Francisco Gay, que proyectó un complejo industrial, que hizo girar las naves de fabricación, alrededor de una gran nave central, dedicada para el almacenamiento y las expediciones, con espacio suficiente para que los grandes camiones pudieran maniobrar con vista a ser cargados. En los años 1960, se pueden decir que diariamente salían más de 70.000 kilos de cobre elaborado, en cable, barras, pletina, hilo  y planchas.  Nada más que a CENEMESA, se le solía suministrar al año casi 750 toneladas. Esto lo supieron bien los transportistas Nicolás Callejón y Francisco Zamorano, “El Melonero” que siguiendo las instrucciones del dinámico Prieto Salas, lo transportaban casi todos los días.

También el mismo arquitecto realizó un proyecto para una barriada de casas para el personal. Eran casas unifamiliares  con su zona de jardín.

En Córdoba y por aquellos tiempos, las empresas que sobresalían, eran la Electro Mecánicas y Carbonell.  La primera guerra mundial convirtió a SECEM, en la dueña de los mercados en el sector de transformados metálicos de cobre e incluso cobres electrolíticos, latones, trefilería y demás preparados que demandaba una industria en total transformación. Fue su época de apogeo por lo que fue incrementando su plantilla hasta llegar a los 3200 trabajadores  que debió tener a mediados de los años sesenta del pasado siglo, otras cifras que aparezcan son estimaciones un tanto exageradas. Esta empresa se encontró con el mercado tan fácil que optó tarde por la renovación.

De hecho en aquellos años, se adquirió una máquina muy compleja de fabricación alemana, que se le llamó popularmente “Los Platillos Volantes". La puesta en funcionamiento de ésta máquina hubiera significado un gran  ahorro de mano de obra directa de peonaje. Se han dado muchas versiones para justificar el porqué esta máquina nunca llegó a ponerse en marcha, unos decían que era por falta de los conocimientos necesarios para entender aquella tecnología. Pero hay otra razón también esgrimida en el sentido de que alguien con poder se opuso a aquella reducción de mano de obra. Una u otra versión, las dos posibles, dieron lugar a que “Los Platillos Volantes", nunca arrancara. Actitudes como ésta de funcionar y producir bastantes años de espaldas a la renovación tecnológica, y por tanto, sin mirar con perspectivas de futuro hacía la competencia, fue lo que hizo que los países del norte de Europa, produjeran la tonelada de cobre a un coste mucho más bajo y competitivo. Incluso con mejor calidad de acabado. A modo de ejemplo citaremos que el cobre para las bobinas de los transformadores, mientras en CENEMESA, daba problemas porque las aristas rompían con frecuencia el papel del guipado-aislamiento, que se le ponía al cobre, desde Finlandia, se enviaba más barato y con las aristas redondeadas. Este competencia era de los países del norte de Europa, era la consecuencia de que la tonelada de cobre, se producía con la mitad del personal que se elaboraba en Córdoba.
  
La ubicación de esta industria con su barrio de casas alrededor, dio vida a la carretera de Palma del Río, y convirtió al popular barrio de “Los Olivos Borrachos”, no sólo en lugar de residencia para el personal auxiliar ferroviario, sino que paulatinamente fueron llegando trabajadores de la SECEM, que querían vivir cerca  de su puesto de trabajo. La aparición en 1930, de la empresa CENEMESA, hizo que este barrio fuera como un elemento más de estas fábricas. El nombre de esta barriada a nivel oficial era el Barrio de Occidente, pero la tradición oral contaba que los maridos en sus salidas de los fines de semana, solían volver en la madrugada del domingo y con una “TAJÁ” de mírame y no me toques, y entonces para evitar que la mujer le echara la bronca, algunos “dormían” la “TAJÁ” debajo de aquellos olivos que abundaban al principio del barrio. Al ser ya como una costumbre este rito de dormitar la borrachera debajo de un olivo de aquellos, de ahí el nombre de los Olivos Borrachos.


LOS OLIVOS BORRACHOS

Al hablar de la “Electro" hay que hablar a la fuerza de los vecinos conocidos de los Olivos Borrachos. En general se hablaba y se citaban como las “ sagas”. Existía la saga de los “Bodoques”, “Los Vélez”, los “Fernández Latorre”, “Los Medina” los “García Ruz”, los “Blanco Pedraz”, “Los Monturque”, “Los Cruz Garrido”, “Los Antequera”, “Los Simón Rodríguez”, “Los Díaz Hornero”, “Los Blanco Medina”, “Los González”, “Los Chups Osuna”, “Los Jurado”, “Los Vico Lucena, “Los Sánchez Cerezo”, “Los Carrero”, los “Manolin Gónzalez”. Eran muchos los compañeros que vivieron en este barrio.  De los últimos que llegaron a este simpático barrio, fue el vasco J. Romeral Torróntegui, que vino a Córdoba en aquellos años difíciles desde el país vasco (1969), para curarse de un padecimiento que tenía de asma. Mejoró y vivió muy feliz en sus “Olivos Borrachos” como el decía y le hubiera hecho muy feliz en ser su alcalde.


EL MÉDICO BUENO

Pero el barrio de los “Olivos Borrachos”  también tuvo “otros vecinos”. Un buen día apareció un médico que había nacido en el 1934 en  la localidad de Villanueva de Córdoba. Se llamaba Pedro Muñoz. De familia humilde, su padre era zapatero. Estudió su carrera con la ayuda de unos familiares de Valencia. Trabajó como médico en África (Villa Cisneros), y allí empezó a comprender lo útil que su carrera de médico podía significar para ayudar a los más débiles. A partir de los años 1960, se instala en Córdoba, y los hace en la Carrera de la Fuensanta. A lo que el llamaba su consulta particular, era más bien el despacho a donde iban bastantes padres de familia, que iban a pedirle consejo, sobre las adicciones de sus hijos al alcohol o las drogas. Fue un médico comprometido en ayudar a todo el mundo. A pesar de tener que sacar adelante a 7 hijos, sacaba tiempos para todo y fue un gran colaborador con el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, que fue sus Sostén de la Fe, para estar muy comprometido. En 1982, y en los Olivos Borrachos, funda una institución ALCALI, para intentar recuperar a los alcohólicos. Posteriormente se pone al frente del Hogar Renacer, esta vez con ayudas de CAJASUR y el Obispado de Córdoba. Muchos de los enfermos que iban a su casa en la mayoría de los casos, no solamente no le pagaban nada, sino que muchas veces, les entregaba parte de  lo poco que podía haber recolectado. En todo momento su esposa fue su comprensión y su fe. Pedro Muñoz Gómez, murió en el 2014, a los 80 años de edad.


LA VENTA DE SAN FRANCISCO

Al  hablar de la “Electro"”, hay que mencionar a la fuerza a la “Venta de San Francisco",  pues estuvo íntimamente relacionada con la fábrica y por supuesto con el Barrio. La Venta, era la parada casi obligatoria de los camioneros que venían a recoger carga de cobre y que por aquellos tiempos 1950-60, eran muchos los que esperaban cola. Allí tomaban su café. (por aquellos tiempos no se estilaba el desayuno), comían y descansaban sentados. En los periodos de frío estos conductores nos enseñaron lo que eran los “Carajillos" y los “Sol y Sombra". Lo primero era un café sólo con una copa de coñac y lo segundo era una copa de anís machaco con una copa de coñac. Pero "La Venta de San Francisco", también prestaba un buen servicio a los trabajadores de la Electro Mecánicas, ya que al ser estanco, eran muchos los que con ese achaque, se pegaban sus buenas convidadas. Pepín, que era el eficiente y bonachón que atendía el BAR, no paraba en todo el día de poner a prueba su eficiencia. En orden a las comidas, tenía buenas especialidades, al menos para aquellos tiempos, los boquerones fritos, la sangre encebollada, la asadura en pajarilla, los callos y las manitas de cerdo, entre otras. Allí había despensa para todas las exigencias, sobre todo para cuando los trabajadores de la Electro Mecánicas o la CENEMESA, prolongaban sus jornadas por trabajos de reparación o urgentes y tenían que suministrarles comida. Y como no en aquellas elecciones sindicales de los años 1974, en las que en aquellas empresas se llegaban a formar más de 20 mesas electorales de acuerdo a la Ley Electoral.

Por cierto, que a todos los sindicales de un lado u otro, les gustaba la buena mesa y la buena bebida. Eran los tiempos, en que a los Campos, los Baena, los Poyato, a los Fresco, a los Carmona, los García Noci, les había llegado el relevo. Bien es verdad que estos sindicales y aprovechando que Cabello de Alba, había dejado de ser director general de Previsión, había destinado para las Mutualidades de Córdoba, una importante cantidad de pesetas, para que en forma de “prestamos viviendas” estos sindicales lo repartieran entre los trabajadores de la Electro Mecánicas y ya Westinghouse. 

En "La "Venta de San Francisco" la paz y la armonía estaba garantizada, pues para eso entre la clientela se encontraban los inquilinos del Cuartel de la Guardia Civil, que era otra institución del Barrio. No podemos olvidar los Eucaliptos que existían a la entrada de la Venta, pues también formaban parte de este paisaje de la historia.

También "La Venta de San Francisco", fue parada casi obligatoria para todos aquellos aficionados al fútbol, que se desplazaban a la Electro Mecánicas, desde los Barrios periféricos, para presenciar los partidos entre éste equipo, y el de los barrios de Córdoba y la provincia., ya que era el único fútbol del que se disponía.


LAS DELICIAS


En el camino inevitable para llegar a la Electro Mecánicas, te encontrabas con este BAR de carretera, que era tan antiguo como la propia “LETRO”, sin tener la proximidad de la Venta de San Francisco, también era un BAR, que al estar enclavado en los llamados “Olivillos de don Félix" también era visitado por muchos trabajadores de la Electro Mecánicas. Un día del año 1954, nos refugiamos allí en una tarde de gran tormenta con las compras del  Economato a cuestas, allí coincidimos con los hombres que estaban plantando las acacias, que orillaban la carretera de Palma del Río. Además de los trabajadores de la Electro por allí aparecían muchos camioneros que iban a cargar y descargar al recién inaugurado Silo del Servicio Nacional del Trigo, con el tiempo fueron apareciendo junto el Silo, una serie de naves que unas y otras empezaban a querer abrirse camino en el difícil campo de los negocios. Nos llama especialmente la atención un taller de prendas de vestir que con el nombre de "Creaciones Díaz" llenó aquella zona de juventud femenina. Luego Llegarían Almacenes Wizner, Serody y varias naves de frutas. Tampoco tenía que estar de mal ver la mujer que atendía el BAR de “Las Delicias" al decir de muchos..

Todavía nos llamaba la atención aquella pequeña espadaña, que existía la Calleja sin salida de los Olivos de don Felíx. En donde se crió Consuelo Simón y el amigo Carrero. Esa especie de Capilla y Espadaña, eran propiedad, de un tal Ortega, que lo mismo se vestía de trinitario, que de requetés en el Quintillo. En el Cementerio de la Salud, tiene un panteón que quiere rivalizar con el del Manolete”.


EL AUTOBÚS DE LA “ELECTRO"

Por aquellos tiempos en Córdoba, (1950-1960), había pocos autobuses. Aunque había dos empresas en Córdoba, una Misuf Vizcaino y otra la empresa Rubio. Era Misuf el encargado de la Línea Plaza de José Antonio-Electro Mecánicas, con salida en la zona en donde estaban los Servicios Públicos de caballeros, que era en la acera de La Telefónica. Estos autobuses, iban pintados de azul y con una franja central en rojo. A la hora del relevo solían poner tres autobuses de los más grandes que tenían y casi se llenaban totalmente; el resto de las personas, hasta completar el autobús, se montaban en las paradas intermedias. Hay que decir que muchos trabajadores cuando llegaban a la parada del autobús, incluso se sentaban en el suelo para esperar la llegada de los autobuses.

Eran los tiempos del cobrador y el viaje de autobús costaba 0.25 pesetas. Por cierto que cuando hicieron el barrio de la Electro Mecánicas, construyeron una parada de autobús de material de obra, que junto a la que había a la entrada de la Huerta de la Reina, cerca del “Bar la Constancia", eran las únicas paradas que había de construcción. Ya más posteriormente cuando inauguraron la Residencia Teniente Coronel Noreña, (1957), habilitaron otra parada de autobús que daba acceso a la Residencia.


EL ECONOMATO DE LA “ELECTRO”

Otra de las cosas fundamentales de aquella empresa que era la SECEM, fue su gran Economato, ubicado en la Calle Mercadillo. En Córdoba, y sobre todo cuando las mujeres de los trabajadores de la Electro, coincidían en el médico, esto solía ocurrir en la Plaza Mármol de Bañuelos en donde estaba "Foto León" o en la Calle Montaña, cerca de la Calle Montero, pues aquellos eran los ambulatorios donde tenía sus consultas la “Bilbaína", que era la aseguradora que cubría la cobertura médica y de accidentes de la Electro. En esas consultas, se empezaba hablando de enfermedades y de medicinas, pero casi siempre se terminaba hablando del Economato y sus precios. Era tal la sabiduría de aquellas mujeres, que antes que entraras al médico, muchas ya te decían el diagnóstico de lo que tenías. Luego entrabas al médico don José Chacón Chacón y casi siempre te confirmaba lo que te habían dicho.  

Entre estas mujeres me acuerdo perfectamente de Salud la mujer del Claus, la Muñiz, la mujer de Juan de Dios, la Recio, la mujer de Estévez, Rosario, la mujer de Ortega, la León y Encarna, empleadas ellas de la fábrica, Ángela, la mujer de Amaro, Enriqueta, la mujer de López  y así una tras otra, muchas mujeres  que había por el barrio de San Lorenzo.

Por aquella fechas, años 1953-1954, las mujeres, fueran del barrio que fueran, la mayoría solían encaminarse al Economato de “Electro", andando. Primero llegaban a la Victoria y encaraban la acera de los pisos llamados de Cañete, que llamaban la atención ya por aquellos tiempos, porque eran las primeras casas a las que se le vio buzones para el Correo en el portal.

En vez de subir a la carretera por el viaducto, que era muy estrecho y complicado, sin subir se entraba por la izquierda de éste, y entre la nave de la Viuda de Victoriano Gómez, y los apoyos de viaducto, se accedía a la vías. Siguiendo la vías adelante llegabas a los Olivos Borrachos. Por cierto por aquellos tiempos que hemos mencionado se estaba terminando de construir EL SILO, (1954), edificio que fundió su imagen con este barrio. Más allá del citado SILO, había un paso a nivel sin guarda, solo había de forma permanente una cadena colgada, y por allí pasabas a lo que se llamaban “Los Olivos de don Félix"”, esa era la parte de este barrio que lindaba con la propia carretera de Palma del Río. Salías a una esquina de lo que en aquella época era la Venta de la Delicias. Y desde allí pasando la Venta de San Francisco, te adentrabas en la Calle Mercadillo, y en la curva que hace la calle y a la derecha, estaba el Economato. Llamaba la atención que por una ventana salía la chimenea de una estufa.

El Economato, representaba la posibilidad de comprar de todo, más barato, y te lo descontaban al mes siguiente. La empresa, solía primar los artículos que se consideraban de primera necesidad. Eso sí, tenías que tener la precaución de acudir a comprar pasado el día 20. Estas empresas grandes, solían cerrar sus nóminas el día 20 de cada mes, como nos comentaba Antonio Rodríguez Tena, Con el tiempo, este Economato fue superado en precios y artículos por el de la Guardia Civil, que se hizo famoso en Córdoba.


EL CARBÓN DE LA “ELECTRO”

En aquellos años posteriores a la guerra la escasez de carbón para las casas era ostensible, y eso se podía apreciar en las enormes colas que se formaban en la multitud de carbonerías que había en Córdoba, entonces en las casas, lo único que hacía funcionar las cocinas era el carbón y la electricidad, pero ésta última era privativa de la gente bien. Igual pasaba para los braceros que se dependía del llamado "Picón", que era el producto que producían diariamente los llamados piconeros que adquirieron popularidad por estos barrios de Santa Marina y San Lorenzo.

Normalmente el “piconero” era una unidad de tres elementos, el que cortaba el monte para quemar, el que arrimaba agua para “apagarlo” que se llamaba ayudante y el borrico. Esta era una unidad de trabajo necesaria. Desde primeras horas de la mañana, hasta pasado el medio día, andaban quemando monte bajo, en las cercanía de la Sierra, la zona de Linares y Santo Domingo, y lo máximo que producían era tres sacos diarios, y eso contando que hiciera buen tiempo. El hocino y el borrico, eran las herramientas básicas de estos hombres. Su bocadillo a media mañana, era cortar con su navaja trozos de tocino de beta, con su pedazo de pan.

La empresa Electro Mecánicas, se empeñó en aliviar un tanto el problema del carbón a sus productores y quincenalmente les facilitaba un suministro de carbón vegetal, de los excedentes que la propia empresa tenía y que utilizaba como desoxidante en sus hornos. La cara  conocida del hombre que lo transportaba y repartía era el camionero de la Calle Montero, Nicolás Callejón, que casi siempre estuvo ligado a la “ELECTRO", bien con el cobre o el carbón. Este hombre cuando se jubiló se fue a vivir a Calazáncio donde disfrutó de su pequeño jardín en su vejez.  


LOS SUELDOS DE LA “ELECTRO”

El tipo de fabricación de esta empresa, era casi el 70% de trabajo manual. Es decir, trabajo de peonaje, que se podían ver llegar todos los días con su bocadillos metidos en una taleguilla. Era una fila interminable de personas que se dirigían al autobús y también bastantes las que utilizaban la bicicleta. Pero a pesar de que se trataban de empleos de peonaje, por las características del trabajo, la mayoría solían cobrar complementos por tóxicos, penosos o peligrosos, además de una prima de producción. Se discutiera o no que algunos jefes hacían de las suya en el tema de las primas, se puede decir que en aquellos tiempos los trabajadores de la “ELECTRO” podían ser de los trabajadores mejor pagados de la industria que había en Córdoba. Y eso se puede comprobar hoy, pues cualquier “jubilado” que saliera de fábrica, a mitad de los 80 para acá, su pensión será superior a cualquier trabajador de la actualidad, que pudiera quedar en lo poco que quede de la empresa. Además con la particularidad de que en estas fábricas, se hacía famosa la frase que pronunciaban muchas madres y que no era otra que: ¡Ay! Gracias a Dios, que a mi hijo lo han hecho plantilla". Las madres expresaban esto con una sensación de tranquilidad y seguridad.


LOS COBRADORES DE CUENTAS

En la Electro Mecánicas y detrás de la Oficinas Generales, que estaban conforme se entraba a la izquierda, era frecuente ver la cola que los trabajadores solían hacer en la ventana de Caja, allí solían acudir los que de una forma u otra, no estaban en sus puestos de trabajo cuando el pagador iba por los talleres. De esto mejor que nadie estaban advertidos los vendedores de “Cuentas a Plazos" que ya fuera de fábrica, y en la esquina de la Escuela de Aprendices, en la misma acera que conducía a la Parada del Autobús. Esperaban a todos los trabajadores que tenían que algo que pagar. Eran cuotas semanales, entre 5 y 7 pesetas, las que se solían pagar por aquellos años de 1947-1952. Allí se puede decir que pagaba todo el mundo.

Por ello queremos hacer un pequeño recordatorio de lo que pudo significar la llegada de algunos artículos que marcaron su época, así como mencionar a algunos vendedores.

En primer lugar citaremos a "Encarna" aquella mujer que trabajaba en las naves de estiraje y en su puesto de trabajo había tabaco para todo el mundo. Vivía en la calle Roelas, y durante muchos años se levantó a las cuatro de la mañana para no llegar nunca tarde. Ya de mayor le concedieron un piso de aquellos que la fábrica hizo a última hora por la zona del antiguo Campo de Fútbol de la Electro y allí se jubiló. Una vez jubilada continúo con su puesto de tabaco en la Parada del Autobús. 

A Rafael Rubio, El Piyayo”, como también le conocían por la Electro Mecánicas, que extendía sus clientes por las Delicias, Venta San Francisco, Olivillos de Don Félix, Olivos Borrachos y en la Fábrica de la Electro.

Al clásico “Cuello lata”, personaje de la Electro Mecánicas, que vendía por todo el Cerro del Campo de la Verdad, un día y mientras íbamos en el autobús, nos comentó que nada más que en la zona de la Calle Beato Henares, vendió más de 500 despertadores de la marca CID, un despertador de marca nacional que irrumpió por aquellas fechas. 

Al amigo Prieto Salas, que vendía de todo, pero fundamentalmente, relojes de pulsera y aquellos pequeños radio transistores que salieron de los que vendió más de 700 unidades al precio de 600 pesetas. Era de la marca SANYO. Llegó a vender hasta relojes de oro de señora y vendió unos pocos.

Al amigo Antonio López Alcudia, “El Huevos”, personaje singular que vendía de todo, relojes, máquinas fotográficas, libros raros, bicicletas, y todo lo que se le pedía.

A Juan Rojas Morales, que tenía su zona de influencia en los Olivos Borrachos, Westinghouse,  Avenida Parque , Pisos de Cañete y el Barrio de la Electro. Toda su familia se dedicó a dar cuentas compaginándolo con su trabajo, esto le hacía tener muchos clientes entre sus propios compañeros.

A Francisco León, que con la ayuda de su amigo Ogallas, modernizaron las casas de los trabajadores de estas empresas, la Electro y La Westinghouse con Batidoras Turmix y ventiladores de pie de SP, (Soler y Palau), los mejores y más silenciosos del mundo. Y no digamos las famosas Ollas Laxter.  Este León vendía todo lo que se proponía.


EL RELOJ “CAUNY” en LA ELECTRO MECÁNICAS.

En aquellas casas de vecinos, se notaban los que tenían un trabajo seguro y estable. Sus viviendas, aunque humildes, eran de las primeras en las que se veía alguna forma de progreso, más que nada, por el hecho de tener un sueldo por lo general más o menos suficiente y regular. Ellos eran los primeros clientes de aquella enorme cantidad de “vendedores a plazos” que había en Córdoba, y en la propia fábrica en particular. En la popular “Electro” se vendía de todo, empezando por preservativos, ropa, zapatos, artículos de oro, y toda clase de electrodomésticos, incluidos aparatos de radio y hasta televisores. Pero un producto que “inundó” la fábrica fue el reloj marca "CAUNY", que por aquellos tiempos (1953), salió al mercado. Fueron tres los relojes que aparecieron por aquellas fechas, CAUNY, DOGMA Y CYMA,  Pero los que hicieron furor en la “ELECTRO" fue el citado reloj CAUNY.

Posiblemente fuera el “Piyayo", de los primeros que lo llevó a su nave de ESTIRAJE y allí, algunos mandos se compraron el modelo más grande, con aquellas esferas con los números troquelados y estrellitas de decoración, que junto con su correa de "Fiso-Flex", daba sensación de poder y distinción.  El reloj “CAUNY”, se propagó como una epidemia entre el personal de la “ELECTRO”. Me contaba Juan Mena, empleado de Personal, que incluso hubo trabajadores que plantearon la posibilidad  de que los citados relojes se vendieran en el Economato..

Y es que poco a poco, la gente empezó a decir: “yo no soy menos” y casi todo el mundo se compró un reloj. Nos relató Miguel Escudero Melero, que en la Calle el Cárcamo, cerca de la Piedra Escrita, vivía una mujer que se llamaba Amparo Muñoz, que se entretuvo en vender cientos y cientos de estos relojes. El precio de venta para los “cuentistas” era de 350 pesetas, y se solía pagar por semanas. También en la Calle Almonas, había un relojero Emilio García, frente a los “Hermanos Gaspar", que también vendió muchos de estos relojes. Estos CAUNY, venían casi todos de Sevilla y digo casi todos, porque algunos venían de Ceuta.


EL DESPERTADOR CID

La Electro Mecánicas, era una de las empresas en que se trabajaba a relevos y esto hacía que casi todas las semanas, los turnos de trabajo cambiaran. En el relevo de la mañana, había que coger el autobús a las 5 y cuarto de la mañana, para poder entrar a las seis menos cinco de la mañana en que tocaba la sirena. A las seis había que estar en el puesto de trabajo dispuestos para la faena. Por todo este “madrugar” era necesario levantarse muy temprano para lo que se necesitaba “El despertador”, sobre todo la gente joven que se solía acostar tarde. En la nave de la "Electrolisis", Arturo Morales, como cualquier joven, tenía dificultades para levantarse temprano, y eso era motivo de preocupación para su padre. Su padre, zapatero de profesión, trataba en el día a día con mucha gente importante, y un día tropezó, con un tal Santiago Muñoz, que vendía “despertadores” y le compró uno  a su hijo. Era de la marca CID, totalmente realizado en España, y se vendía al precio de 175 pesetas. También los había de la marca "Alba" y "Beta", pero el despertador CID, era el que más se vendió en la fábrica. Igual pasaba en Westinghouse, en donde casualmente vino a realizar la prueba de fresador, un antiguo compañero de la Universidad Laboral, llamado Aranzana Fernández, que venía de la empresa Bressel de Madrid y nos confirmó que la gran mayoría de las matrices para cortar las piezas que llevaba ese despertador, se elaboraban en dicha empresa de Madrid.    

A la gente de “Electro", todo el mundo le quería vender lo que se terciara. Y es que en aquellos tiempos el “Ser Plantilla", era el mejor AVAL que se podía tener.


LA CASAS DE LA ELECTRO

A mi madre en el año 1954, le quisieron dar una casa, pero ella renunció a ella, porque no quiso abandonar su Barrio de San Lorenzo. Las casas era unifamiliares, con una serie de comodidades que para aquella época, eran como chalecitos.

Desde primera hora la Empresa se planteo la necesidad de dar casas a su empelados y obreros, y para ello al mismo arquitecto que diseñó el complejo industrial, le pidió que diseñara un barrio.

Aquí reproducimos un documento cosido en un cuadernillo con cinco hojas escritas con una tinta de tono morado y que en su portada dice:


     SECEM
ARQUITECTURA

                                               MEMORIA DESCRIPTIVA



MEMORIA SOBRE EL BARRIO OBRERO A CONSTRUIR POR LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE CONSTRUCCIONES ELECTRO-MECANICAS.

            La Sociedad Española de Construcciones Electro Mecánicas deseosa de asegurar  las condiciones materiales de existencias a su personal obrero y empleado, se propone, y en parte ha realizado su propósito, edificar, una colonia de casas obreras con jardín, sobre una parte de los terrenos adquiridos en las inmediaciones de Córdoba..

            Para la realización satisfactoria de la obra se han tenido en cuenta las siguientes bases.

FIN Y DISPOSICIONES GERERALES.-Como el fin que se persigue es el de crear un conjunto de casas higiénicas, rodeadas de jardín, para ser habitadas por familias, la SECEM, ha elegido para emplazamiento del barrio obrero la planicie saludable y bien orientada situada al Norte de la carretera Córdoba a Palma del Río en las proximidades de la Fábrica de la sociedad a 3 km. De la población.

            La partición, el agrupamiento, y la disposición de las casas familiares (aisladas o en orden continuo) y las alineaciones han sido determinadas desde el principio, mediante el estudio de un plano de conjunto del proyecto con sus posibilidades de ensanches, de tal modo que puedan ser edificadas en periodos sucesivos, según las necesidades.

            La vecindad de la población que dentro de breve plazo estará en comunicación con la barriada por medio de un tranvía, cuyos estudios se llevan activamente, soluciona las cuestiones de aprovisionamiento, instrucción, distracciones.

            No se trata de crear una ciudad jardín, a semejanza de las que existen en Inglaterra y en otras partes y que llevan a cabo tan importantes servicios, tanto privados como sociales, sino un conjunto de casas viviendas. Los edificios de utilidad pública (escuelas, bibliotecas de recreo, etc.) serán construidos posteriormente  a medida que las necesidades lo exijan.

            Los problemas  que se han tenido presentes, desde el punto de vista estéticos y económicos, han sido:

1º.-       Las necesidades de la población
2º.-       Las casas viviendas
3º.-       Los edificios públicos
4º.-       Los espacios libres y vías de comunicación

NECESIDADES DE LA POBLACIÓN.-Calculado a parte la superficie necesaria para los espacios libres (paseos, etc.) y los edificios públicos, las necesidades de la población deben de ser aproximadamente fijadas en 100 habitantes por hectárea o sea 2 habitantes por cada 100 metros cuadrados, comprendiendo las vías de comunicación, carreteras y caminos de desahogo.

            Según estas indicaciones y previendo lejanamente el porvenir, las 24 hectáreas corresponden a una superficie total de terreno comprendida entre Santa teresa y el Arroyo, en donde se podrían alojar alrededor de 3.000 personas.

LA CASA VIVIENDA.-Se han construido, y están en plan de construcción bajo la forma de casas familiares, viviendas de tres a seis habitaciones, comprendida la cocina, con sus dependencias usuales, W,C. corral o patio.

            Estas viviendas serán construidas en la proporción siguiente:

                                   de 5 a 6 habitaciones un 10%
                                   de 4                            un 75%
                                   de 3                            un 15%

            Las casas familiares de 5 habitaciones y más destinadas a los empleados, estarán agrupadas en una zona especial del terreno.

            La distribución de las habitaciones, lo mismo que el tipo de vivienda, puede variar hasta el infinito. Sin embargo su primera condición debe ser adaptación  al país teniendo en cuenta los caracteres y costumbres de sus habitantes.

            La base de la higiene se impone. El problema a resolver no es el de encerrar al obrero en una casa pequeña según el plan “tipo” del cuartel de alojamiento. Hemos partido de un principio absolutamente contrario: Nos hemos inspirado en la casa de campo, en la granja y no en la casa de pisos y colectiva de la ciudad. La familia debe de poder cultivar  algunos productos del jardín de su casa. Los trabajos de cultivo constituyen una distracción sana para el obrero que le retienen en su casa durante sus horas libres. Para el trabajo de la mujer en la casa, dedicamos una gran habitación, la principal, la más importante: la del trabajo y la del descanso de toda la familia. Es alta de techo, clara, bien aireada, instalando en ella el hogar, hornillas y también el agua. Por esta habitación central, la sala, la mujer tendrá acceso al jardín, a la calle, a las otras habitaciones o al patio y podrá dirigir toda la casa.

            El patio en Córdoba tiene razón y origen en los fuertes calores del verano y en la costumbre que de ello se deriva. Es el centro de la vida de familia durante la estación del calor, la tradición lo ha conservado siempre y no es posible quitarle su incontestable razón de ser.

            Aparte de la sala y el patio, la vivienda obrera se compone de una alcoba, grande para los padres, y otras dos más pequeñas para los hijos varones y hembras. Todas las habitaciones con luz y ventilación directas.

            Se ha dedicado un cuidado especial las cuestiones de higiene (cubicación de aire, ventilación, evacuación de las aguas sucias, ect.) y principalmente a la orientación, teniéndose en cuenta el clima de la región y asegurando a cada vivienda el sol indispensable para la salud de sus habitantes.

            Cada vivienda es independiente de las restantes y en esta forma se han dispuesto la entrada, jardines, patios, W.C. etc.

            El aprovisionamiento de víveres para la población actual del barrio está asegurada, pues se ha construido expresamente un local en el que se ha instalado una Cooperativa.

ESTABLECIMIENTOS PÚBLICOS.- Sin prever desde ahora su utilización definitiva serán planeados con preferencia en la proximidad de centros y arterias principales, reservando determinados emplazamientos para la construcción de estos edificios que pueden levantarse a medida que las necesidades lo vayan exigiendo.

            Los edificios públicos serán:

a).- Una sala de reunión de 500 a 600 plazas con locales accesorios pudiendo servir ésta para cinema, fiestas, etc.

b).- Dos o tres edificios para almacenes, Cooperativas, expendedurías de tabaco etc.

c).- Un edificio para escuela.

d).- Un local para servicios de incendios

e).- Una posada con locales anexos para círculos obreros

f).- Un establecimiento de baños y duchas

g).- Un kiosco de música, fuentes, etc.

ESPACIOS LOBRES Y VÍAS DE COMUNICACIÓN.-Además de las vías que serán llevadas a cabo con economía, en diferentes espacios libres jardines públicos, paseos y plazas para juegos.

            En sitios convenientes se harán caminos que conduzcan a los campos inmediatos.

CONCLUSIONES.-Todo tendrá un fin utilitario, práctico y económico: es decir realizable, pero también estético.
           
            Se han adaptado los tipos de arquitectura tradicional en Córdoba y sus alrededores, inspirados en la necesidad, en la conveniencia y en las costumbres.

            Este carácter arquitectónico se ha respetado por medios simples, líneas sobrias y tranquilas, evitando la monotonía del amontonamiento en cuadro, dejando pasar los caminos con ligeras curvas a fin de hallar perspectivas imprevistas. Se han edificado según los lugares en orden disperso a continuo, pero sin tener la rigidez del orden rectilíneo.

            En lugar de cuarteles obreros, y de casa colectivas se han creado varios tipos de casas familiares, pensando que el mismo plano puede dar lugar a siluetas diferentes de fachada sin que por esto haya aumento de precio.

            Se plantarán árboles y por medio de primas, se fomentará el cultivo y conservación de jardines y de la vivienda.

            El obrero se compenetrará así con su casa y como consecuencia de esto con su trabajo, que es principalmente el fin que se propone la Sociedad Española de Construcciones Electro Mecánicas.

Córdoba febrero 1919
Firmado: Francisco Gay
Rubricado.