viernes, 21 de octubre de 2011

EL APELLIDO LEIVA EN CENEMESA


Hablar de la antigua CENEMESA, es como hablar de un enorme barrio, en donde convivieron, y también discutieron mucha gente. Allí había personas de todas las partes de Córdoba y su Provincia, que se entrelazaron en grupos de trabajo, talleres, secciones, o departamentos. Posiblemente el apellido que más se prodigó entre los más de DOS MIL QUINIENTAS PERSONAS, que rotaron por la fábrica desde el periodo 1950-1990, fue el de Martínez, Pérez, Sánchez, Fernández, etc. por ello hemos escogido el de los LEIVAS, que fueron pocos y muy significativos.

Como dato significativo en Córdoba hubo un medico Leiva Aguilar, al que incluso se le adjudicó una calle. Luego en la bonita ciudad de Castro del Río, también se dio una familia importante en el plano cultural y religioso, la de los LEYVA CORDOBES, uno de los cuales llegó a obispo.

El otro día pude leer un artículo que decía que en Córdoba, había 12 profesionales que se apellidaban Leiva. También pude conocer que el origen del apellido era Riojano, y que venían del partido judicial de Santo Domingo de la Calzada. Según parece descendía de un tal D. ALVAR GARCIA, señor de LEIVA que allá por el año 972, tomó por apellido el nombre de su señorío.

Una rama importante de estos LEIVAS, se marchó a Italia y allí se codeó con la nobleza y llegó a altas cotas entre la clase pudiente del Renacimiento.

Los que se quedaron en España, se fueron distribuyendo por todo el país. Por la mayoría de los sitios dieron muestras de su honestidad y la fuerza de su carácter. Se dice también de que eran muy sentimentales en las cosas del amor, y que eran muy trabajadores e independientes.

Hay que tener en cuenta de que a este noble apellido “desembarcaron” muchas personas de origen judío llamadas LEVI, que por necesidades de seguridad en la Segunda Guerra Mundial, y ante el peligro del terrible Holocausto, tuvieron necesidad de “adulterar” sus pasaportes al cambiar LEVI por LEIVA, de esa forma podían circular por las fronteras sin ser molestados..

No es Córdoba, dentro de las provincias españolas en donde más abunda este apellido, pero yo concretamente me quiero referir a los NUEVE, que hubo en CENEMESA, empezando a enunciarlos tal como se me vienen a la memoria.


D. JOSE LEIVA (El ingeniero de CRECINCO) (+)

D. José Leiva, que vivió su tiempo de oro en la fábrica de motores (1950-1965), en la que posiblemente convivió con compañeros como a D. Manuel Sánchez Cañas, D. Manuel Ocaña Jiménez, D. Rafael Morales Rodríguez “Zapatones”, a los hermanos Vicente y Antonio Crespo, a Rafael Ruiz Lucena, a Francisco de Vigueras, a Rafael Muñoz, “El Corchao”, etc. etc. El Sr. Leiva, antes de marcharse de fabrica, la inundó de fondos de inversión CRECINCO, y se le llenaba la boca hablando de la renta obtenida en 1967, que fue más o menos del 25.88 %. El Sr. Leiva, que por su educado comportamiento merecía que se le tratara cariñosamente, fue de los primeros inquilinos que vinieron a ocupar lo que se llamó en fábrica EL CEMENTERIO DE LOS ELEFANTES, aquel recinto, situado junto al enorme jazmín que delataba la presencia del pozo que usábamos de forma compartida con la Electro Mecánicas. Este edificio estaba a espaldas del Economato, donde Rafael Parras Bermejo, era todo un personaje por su gran calidad humana y su enorme eficacia.

Al "cementerio de los Elefantes” se le llamó OFICINAS GENERALES, y en ellas por aquellos tiempos mandaba como especie de un “general”, que tenía a su cargo a una serie de personas, por lo general con una ocupación “obsoleta”. Este “general” no era otro que un elegante economista, dotado de un buen tipo y buenas maneras, llamado Sr. Reyes Hens, que ya venía también de vuelta en su recorrido. Por su relatada elegancia, y por su toque de hombreras, a este hombre que amaba los ternos azulados claros, los “Cartulinas” le pusieron el apodo familiar de “El Perchas”.

Fueron muchas las veces en las que se pudo ver a este hombre en el patio de su casa, Calle Isaac Peral, nº 5, (casi enfrente a la Casa del Empeño), regando el patio y las macetas, con un atuendo propio de salir a la calle.

Siguiendo con el citado D. JOSE LEIVA, tenemos que decir que sobrevivió como pudo aquellos años finales de CENEMESA, en donde la mayoría, ya dejaron de ser personas útiles, pues a muchos ni les quedaba el consuelo de alguna llamada de teléfono, aunque fuera para preguntarle si llovía. Eran personas que no contaban para casi nada.

Contracta el hecho de ver a este educado hombre hablarle a las secretarias, Lola Herrera, Isabelita Rodríguez, Carmen Martínez y Esperanza Ponte, de los fondos CRECINCO, como actualidad vital. Mientras en el despacho de al lado, el Ingeniero Gregorio Díaz y Antonio Varo, hablaban en presencia del eficaz, Gabriel Älamo, de que el futuro industrial estaba en los “CIRCUITOS IMPRESOS”. Todo esto lo comentaban con unos prototipos en la mano. Ni que decir tiene que los responsables de CENEMESA, (a los resultados nos remitimos), no entendieron nunca el mensaje de los CIRCUITOS IMPRESOS, la mayoría de las empresas en España, optaron claramente por el camino fácil que representaban los FONDOS.

Como anécdota, tenemos que decir que El Sr. Leiva, fue el ingeniero que presidió el tribunal de examen, el día que Manuel Flamil, Marcos Herrera, y Fernando García, con un grupo personas más, se sometieron a un examen para entrar en fábrica, a principios de los cincuenta.


DIEGO LEIVA ASENSIO (+)

Murió relativamente joven y lo hizo allá por el año 1992, el se había criado en La Plaza de San Rafael, cerca de la fuente, y de la casa de Pepa “La Gorda”. Tuvo su taller de ebanistería en el mismo Pozanco, pared con pared con el patio en donde Socorro, hacía algunas labores de alfarería (Cántaros y macetas). Entró a trabajar en la escuela de aprendices y fue uno de los aprendices más destacados que hubo en la misma. Llegó a dominar todo el trabajo especializado en maderas y materiales aislantes que lleva el transformador en sus tripas, incluidos sus procesos de secado, su mecanizado y su compleja interpretación de planos. Fue la persona que modernizo el taller de carpintería dotándolo con las máquinas y la tecnología más moderna que había en el mercado, todo ello necesario para elaborar con calidad un producto tan exigente y complejo como era el aislamiento interior del transformador. Fue junto a Manuel Olivares Nieto, la única persona sin titulo que ocupó una jefatura de taller, teniendo derecho por tanto a montarse “En la carroza real”. Tuvo a su cargo cerca de sesenta profesionales, cosa que también le sirvió para completar su formación haciéndose un gran ebanista, e incluso montó como hemos dicho su propio y acreditado taller.

No sería justo hablar de este hombre sin mencionar al gran equipo de colaboradores directos que tuvo a su disposición. En primer lugar a Francisco Jiménez Costilla, gran profesional, muy honesto y honrado. Su trabajo fue muy solicitado por muchos hogares de Córdoba. 

Ángel García Castro, excelente persona, gran profesional, y un enamorado de las cosas de Córdoba, a la que amó y cantó apasionadamente. Después de sufrir una meningitis ya jubilado, tuvo la paciencia de enmarcar con mucho gusto los mejores rincones de Córdoba, 

Rafael “El de los cupones”, discreto y anónimo como su nombre, pero un gran profesional y trabajador incansable, digo lo “de los cupones”, porque le gustaba coleccionar los cupones del sorteo de la ONCE. Esa costumbre se la conocí desde que se juntaba con su amigo Matías Obrero, para ver jugar al D. Bosco, en el Colegio Salesiano. 

Y finalmente Antonio Camargo Bello, otra gran persona y buen profesional, fue de las primeras personas que tuvo una moto Vespa de color azul claro en Córdoba. Es la persona que mejor propaganda le supo hacer al Caimán de la Fuensanta, y todo tiene su cuenta y su razón. En una ocasión y en plena juventud, emigró a Holanda acompañado de sus amigos y compañeros, Martínez Perales, Bernardo Romero y El singular Patiño. La soledad, la añoranza y algunas complicaciones de faldas que planteó el amigo Bernardo, les hizo a todos “Acordarse del Caimán” y se vinieron pitando para Córdoba, eran los años 1960. Actualmente vive enfrente del Santuario de la Fuensanta, (Enfrente del Caimán), muy cerca de José Roldán, el ingenioso “Chato Roldán”. Los pisos los construyó un tal Cano, que por poco está todavía achicando agua de los cimientos.

Además de los colaboradores directos, siempre contó con una plantilla de grandes profesionales y trabajadores. Los miembros de aquella plantilla constituyeron durante muchos años, el taller con el mejor COEFICIENTE DE PRODUCTIVIDAD, de toda la fábrica. No había una vez que entraras en dicho taller y no observaras todas las máquinas y los trabajadores rindiendo a tope. Esa fama les era reconocida por todo el mundo, pero entre tanto trabajador, nos sería imposible mencionarlos a todos, pero vamos al menos a coger un par de ellos, que por conocerlos más de cerca, los citaremos en representación del resto de compañeros.

Rafael Torrecilla Valenzuela, coincidimos con él en el Colegio Salesiano, y podemos decir que todo lo que tenía de espigado, lo tenía de serio y buen profesional. En una ocasión sorprendió a todo el mundo porque se negaba públicamente a “participar” de la Lotería de Navidad, que jugaba toda la fábrica. Pero al margen de estas actitudes de carácter, este hombre era un gran aficionado al difícil deporte de la bicicleta, en el que fue un gran competidor. Yo incluso le presencié buenos duelos de “persecución”, con el INDURAIN CORDOBES, de aquellos tiempos, que no era otro que Vicente Luque Serrano. Rafael Torrecilla, siempre admiró “El buen material” que usaba siempre Isidoro Muñoz Cortés, otro gran rival suyo en bicicleta.

También tengo que mencionar al Singular Moyano, hombre muy afable y simpático, que se crió en San Juan de Letrán. (Vecino de D. Ángel el Policía), Gran profesional y muy amante de todas las cosas de Córdoba. En estas debilidades le salió al padre, que fue el famoso Moyano de Luís Aranda Martos, experto en afilados de herramientas. También fue un hombre integrado en el mundo de la Peñas, perteneciendo nada más y nada menos que a la Peña de los Romeros de la Paz.

Un año en que los Romeros habían presentado una carroza muy original en la Romería de Linares, (se trataba de simular un Molino de la Mancha), con la variante de que las aspas ERAN DOS GUITARRAS unidas por el clavijero. Eran los tiempos en que estaba de moda la Mancha, por aquello del ULTIMO CUPLE, (Sara Montiel). Completaban la carroza lógicamente motivos de Córdoba. Dicha carroza había sido diseñada por Ángel Parejas (padre). La inevitable conversación de las guitarras y con un medio de “peseta” en las manos, dio pie para que el padre de Moyano, con la presencia de su amigo Pepito Hidalgo y Manuel Aranda, (1962), nos relatara la siguiente anécdota:

“Hablando de guitarras, tenemos que decir que cordobeses clásicos hay muchos, pero yo tenía un amigo llamado Sánchez Ramírez, que vivía por la calle Zarco de San Agustín, al que su amigo el maestro de guitarreros, Rafael Rodríguez, le hizo una guitarra original de caña, este hombre la guardó como una joya, hasta el punto de que cuando falleció, su familia atendiendo a su deseo le metió la guitarra en su caja.”


FRANCISCO LEIVA PRATS (+)

Exquisita persona por sus modales y su educación. Trabajaba en Estudios de Transformadores en donde ejercía de Delineante Proyectista de Columnas. Después de Luís Ferrer Salazar, era la persona más antigua en la sección de Columnas. Al margen de su trabajo cultivó su afición por el canto sacro y el gregoriano en especial, y ya en los años 1955, le podemos ver por San Lorenzo, en un quinario al Cristo del Remedio de Ánimas, formando parte de un coro, bajo la dirección de Ramón Medina, hijo. Más tarde formó parte de una CAPELA, y disfrutó del canto que tanto le gustaba. (El gregoriano), La última vez que le vi actuar fue en el formidable patio porticado del Monasterio de San Jerónimo (2000), el sonido del agua se entremezclaba con las notas profundas del gregoriano, produciendo un eco que poco le faltó para ser celestial. En el otro patio de al lado (El del Casero), el cervatillo de su fuente lloraba de soledad y de emoción.


JOSE LEIVA ASENSIO (+)

Era primo hermano de los dos anteriores aunque algo más joven. Trabajaba en el Servicio de Expediciones y tenía a su cargo los transportes de los transformadores grandes (Góndolas), era muy servicial y educado. Yo le conocía de forma más cercana porque se crió en la Calle el Cristo, en casa de “Paula la estraperlista”. De familia trabajadora, su padre fue durante muchos años camarero del Circulo de la Amistad. A este hombre le delató un compañero y le acusó de una cosa que nunca se demostró, en el sentido de que daba información a la competencia, sobre determinadas ofertas de transporte. Como hemos dicho, eso nunca llegó a demostrarse, pero le hicieron tanto daño estos comentarios, que al poco tiempo fallecía de un infarto. Era una gran persona, sencillo y con oda seguridad muy honrado. En esta ocasión, la empresa que no se atrevía a tomar medidas contra nadie, si se atrevió contra este pobre hombre y le abrió un expediente. Persona que entendían de derecho comentaron que fue desproporcionado el comportamiento de la empresa.


MANUEL LEIVA ZABALA

Manolillo, como todo el mundo lo conocía, fue en fabrica una gran persona y mejor trabajador. Estuvo siempre relacionado con el control de Calidad, y lo único que se le echaba un poco en cara, es que era de una fidelidad total a su jefe, “El simpático Cabo”, como “apodaron” al bueno de Sánchez, que era todo un ejemplo de honradez y entrega en el trabajo.

Manolo Leiva, nacido y criado en San Eloy, ha sido y será un hombre que lleva a Córdoba en sus entrañas, la ha correteado multitud de veces por sus calles y plazas, haciendo tocar a su bandurria, la que puso siempre al servicio de su Ciudad. Si de algo adolecía es que no tenía maldad para bregar en estos ambientes excesivamente cargados de malas intenciones, que muchas veces le sorprendieron en fábrica.


RAFAEL LEIVA CAMPOY (El cartulinas)

Entraría en fábrica en el año 1962, en la sección de Montaje de Cabinas, y allí demostró una capacidad e inteligencia que era poco común, pues los reflejos le salían de su escuálido y alto cuerpo, cual una “expresión nerviosa” más. Todavía hay gente que ha convivido con ellos, que no sabe realmente quien era realmente el “Cartulinas”, si su cuñado Manolin, o él. De cualquier forma ellos respondían los dos al mismo apodo, y en muchas cosas eran como una piña. Hasta para casarse lo hicieron con dos hermanas.

Cuando la jornada de descanso la pasaban en el “canalillo” de la vía de Málaga, se gozaba oyéndolos hablar por ejemplo de la chavala del puesto de caracoles de la Cruz Roja, o de la camarera del bar Ambar. Todo lo magnificaban y hacían a todos participes de sus travesuras y bromas. Disfrutaban mucho con la presencia de Faustino Blanco, del que admiraban su simpático uniforme y su cordialidad. Continuamente le prometían que lo iban a llevar de fiesta y el sonreía simplemente con que se lo dijeran.

El amigo Rafael “El Cartulinas”, tenía un defecto, y es que era muy olvidadizo, seguramente se le ha olvidado pero en el año 1966, le vendí una cámara fotográfica OLIMPUS PEN, por dos mil pesetas, y la segunda “lechuga” nunca la vi. La verdad es que salió de viaje misión y puede que aquello se le olvidara. Muchas veces el “detonante” para que los “Cartulinas” hicieran de las suyas, es encontrarse con personajes irrepetibles como José Cruz, el inolvidable “Pololo”, o el amigo Córdoba, “El toroja”.


JOSE LEIVA (El aprendiz)

Joven que entró en fábrica de las últimas hornadas de aprendices. Entró en Herramental y allí estuvo de aprendiz con Lucas León Simón, que es el que me lo ha recordado esta mañana. Fue un alumno muy aplicado y se hizo profesor de Formación Profesional, en donde se encuentra actualmente. Lucas me ha dado muy buenas referencias de todas sus cualidades. Por otra parte era cuñado de Antonio Espino (+), el hombre que supo ordenar en su prodigiosa cabeza todos los despieces del interruptor MG. En este aparato él y Luís Roldán, “El Chato”, formaron un dúo único, y los miles y miles de aparatos que salieron de esta línea de fabricación, llevaron algo de su dedicación.


MANUEL LEIVA (El bobinador)

Este compañero portador de muy buena humanidad, gran compañero y mejor profesional. Fueron muchas las horas que pasó trabajando sobre las mesas de las bobinas for-fi (todo hecho). En estas mesas, tenía que tirar del rollo, acoplar el cable, igualar con el mazo y poner a medida. Eso una y otra vez, hasta completar la galleta que daba forma a la bobina. Tantas horas de pie y con poco recorrido, pasa factura y así lo hemos visto últimamente agarrado a un bastón. Me han comentado que es hombre de un buen apetito, y que no le hace ascos, al buen comer, especialmente a la morcilla, el chorizo, y cualquier embutido que se precie, sin olvidar los buenos callos.

Tenemos que decir que una de las primeras personas que fabricó este tipo de bobinas, fue José Fernández, (“Pepito Guitarra”), y los delineantes que las diseñaron siempre fueron: Luís Anguis, Ildefonso López, Francisco Pastor y actualmente el yerno de Pedro Osuna. .

Siguiendo con el amigo Manuel Leiva, tenemos que decir que últimamente y dado su entusiasmo por el Real Madrid, posiblemente se mudó a la Avda. de Barcelona, muy cerca del Banco de Santander, ya que ese edificio fue construido por la Empresa de Ramón Beamonde, uno de los últimos directivos de aquel Madrid de Don Santiago Bernabeu.


FRANCISCO LEIVA CAMPOY

A Paco Leiva, se le podía considerar como uno de los hombres que formaron parte importante de la Historia de Aparellaje. Que cerraran esa planta obedeció a criterios globales de las multinacionales, y nunca a la entrega y a la dedicación de profesionales como Paco Leiva.

Llevó con estilo y agrado su cargo de maestro, pues supo entenderse perfectamente con su personal y sus superiores..Tenía amplia mano izquierda. Su talante comprensivo, sus reflejos, y sus dotes innatas de captación le hacían superar posiblemente otras carencias que quizás no tuvo por estudios. Tuvo la humildad suficiente para saber aprender incluso de sus subordinados y de muchos de sus colaboradores.

Durante el tiempo que ejerció como maestro de la sección de Montaje de Cabinas, tuvo a grandes colaboradores, y elementos en quien confiar. En primer lugar, tenemos que citar a Manuel Orozco, que colaboró con el en todo momento y fue muchas veces el alma de la Sección.

Antonio Avalos. (+), trabajador muy singular y completo en todos los menesteres, especialmente en la puesta a punto de interruptores DB-25 y 50, así como en el desarrollo y trazado de todo tipo de embarrados, por complejos que fueran. Este correcto trabajador sufrió un percance con motivo de la primera manifestación de protesta que la plantilla de fábrica, realizó en el año 1963, haciendo el recorrido desde la fábrica al Sindicato Vertical, siendo las seis de la tarde, y al pasar por el Cuartel de la Guardia Civil, fue detenido e introducido en el cuartelillo. Advertida la cabeza de la manifestación y los jurados de empresa, lograron que lo soltaran al poco rato. Fue importante la intervención de Blas Pérez Poyato.

También pudo contar con los “Cartulinas”, que eran como de otra madera, por su desenfadada forma de acometer los trabajos y quizás lo más fundamental por su juventud y capacidad de resolución. Cuando sacaban a colación los “Mariscos de Casa Rafalito”, todo el mundo estaba de enhorabuena. Con su juventud y ocurrencias daban un nivel de broma simpática en aquellos puestos de trabajo.

José Casas Luque, de los más eficientes y profesionales de la sección, y también de los más veteranos, no ya por edad pero si por antigüedad en la fabrica. Antonio Prieto, le llamaba cariñosamente “El rey del Corcho”, por pertenecer su señora a la familia que era dueña de esta fábrica en la Fuensantilla.

También contó con Antonio Toledo, profesional que dominaba toda clase de montajes y fue destinado por sus conocimientos a los desplazamientos al exterior. Era hombre extrovertido y muy arraigado en las cosas de Córdoba, estaba casado con una hija de Rafael Martínez, que junto con Rafael Pérez Casas, llenaron toda una época en el Colegio Salesiano, y en la Hermandad del Calvario de San Lorenzo

Unimos a toda esta colección de colaboradores, al amigo Rafael Mora Valenzuela “El Sastre”, por el que Paco Leiva, sentía cierto respeto compasivo. Era el peón de la “globalidad” en la sección, ayudaba a todo el mundo, pero siempre se las apañaba para estar libre. No cabe duda de que su profesión era la de sastre, y que según decía él, allí estaba porque FLOMAR y AMARA, entre otros, habían acabado con la profesión de los sastres.

Otras personas que dieron sabor y categoría a la sección fue sin lugar a dudas, Antonio Prieto, personaje entrañable de la sección por sus ocurrencias y el saber estar perfectamente informado de todo. No en balde su hermano y hermana trabajaban en el desaparecido “El Barril”. Era el mayor de la plantilla y como tal se le adjudicaban faenas de ayudante para que el no se cansara mucho. Estaba casado con una hija de Gustavo, posiblemente el nº 1 de los guardias de circulación de Córdoba, y que por antigüedad, estuvo casi siempre en la puerta de Casa de Minguitos.

Al margen de sus colaboradores y sus relaciones de trabajo, Paco Leiva, siempre demostró un talante de gran cordobés y por tanto apasionado a las cosas de Córdoba, daba gusto oírle hablar de Miguel Reina, (El portero de fútbol), o del Cordobés, con Antonio Jiménez Gutiérrez, otro cordobés irrepetible.


SU AMOR AL ALCÁZAR EL VIEJO

Paco Leiva sintió una tremenda debilidad por su barrio. Se le llenaba la boca de la antigüedad de aquel reducto de la Córdoba antigua, se jactaba de sus casas de vecinos, de sus bares. Muchas veces mencionó a CASA RAFALITO, sus gambas, sus mariscos. Habló del Pisto, y del Tarugo, con sus cochifritos y sus partidos del “Malillón”. Pero en donde era un consumado jugador era en el dominó. Tenía amistad con todo el mundo especialmente con Don Guillermo Romero (+), el párroco, que poco antes de morir y en presencia de él, nos contaba en la puerta de la Iglesia: (1980)

“La festividad de la Virgen de Acá (15 de Agosto), es una fiesta que viene de antiguo. Como Vds. saben allá por el siglo XVI, vinieron a Córdoba los monjes basilios, que establecieron aquí en este histórico barrio, su templo. Estos monjes permanecieron en Córdoba, hasta su marcha en 1835, y ellos rendía culto a la Virgen del Transito, conocida popularmente como la Virgen de Acá. Estos monjes ya quisieron fundar una comunidad cordobesa allá por el año 1586, y el sitio elegido fue el barrio de la Magdalena, este proyecto no cuajó porque hubo otras órdenes religiosas que se opusieron.

Unos años más tarde logran su propósito de instalación en el Alcázar Viejo, en donde recibieron la oportuna licencia del Obispo. El 19 de septiembre de 1590. El flamante monasterio de los basilios, dedicado a Nuestra Señora de la Paz, consigue una rápida proyección, tanto en los fieles populares del barrio como en la ciudad, gracias al empeño de los monjes por impulsar una serie de devociones entre los vecinos, destacándose en especial, la devoción especial de la citada advocación mariana. Todo este fervor se consolidó con la aparición de una hermandad a finales del siglo XVI”.

Esta fue la explicación que con suma delicadeza, nos dio D. Guillermo Romero, en presencia de Paco Leiva, su gran amigo, meses antes de que se muriera, el 5 de septiembre de 1981.

Mientras hablaba D. Guillermo, Paco, asentía en todo con la cabeza, prueba inequívoca de que el entendía perfectamente de que la Virgen de Acá, era parte fundamental del corazón de este popular barrio.

Su cuñado Antonio Austria, “Antonio el Policía”, como le conocemos por San Lorenzo, nos tenía claramente informados de como era su estado, hasta que hace un par de años nos comentó su muerte. Al parecer tenía problemas vasculares y de forma patente en las piernas. Por otra parte, no me extraña alguno de sus problemas y cansancio, pues en su trabajo han sido cerca de 75.000 horas de pie, moviéndose en muy poco espacio, sobre un suelo duro de cemento, soportando todo el peso de su 1.84 mts, de altura y su 90 Kg. de peso. Ante esa situación no hay varices que se resistan. Habrán sido unas 43.000 veces las que ha tenido que subir y bajar unas empinadas escaleras metálicas de 34 escalones, que le comunicaban con la oficina técnica. Paco Leiva, con su andar pausado, su sonrisa entrecortada, representó media vida de lo que fue LA FABRICA DE APARELLAJE, en Córdoba, hoy desgraciadamente desaparecida. A pesar de que tuvimos situaciones lógicas de discusión, jamás perdió su talante conciliador y su comportamiento fue siempre el de UN CABALLERO.

jueves, 13 de octubre de 2011

HISTORIA DE PARAGUAS

El uso del paraguas y parasoles es antiquísimo en TARTARIA, en PERSIA, y en ITALIA: Se aprecian y se ven representaciones de estos elementos en los monumentos de PERSEPOLIS, en los vasos etruscos y también Ovidio y Marcial, hacen mención de ellos en sus famosos versos.

El uso del PARAGUAS en diseño convencional se introdujo en Francia en el año 1680 y más tarde llegó a España, en cuya época inicial eran excesivamente pesados y se les cubría de una tela encerada, para que resbalara el agua.

Durante todo el Siglo XIX, aparte de perfeccionar el mecanismo del paraguas, fueron desarrollándose nuevos tejidos para hacer frente a la creciente demanda. En 1829, se intensificó en París la producción de la seda, en 1848, apareció la tela de alpaca y en 1870, fue introducida una semi-seda llamada “gloria”. Todas estas modificaciones por etapas en el tipo de tela, el varillaje y los cierres, fueron configurando el paraguas actual que ya en 1860, se situó prácticamente en el diseño que en modo clásico conocemos en nuestros días.

En definitiva el paraguas es una prenda de invierno sencilla y útil donde las haya, y que fue popularizada en las novelas policíacas, escritas por autores de fama internacional, incluso se hicieron películas muy famosas, en las que el PARAGUAS, aparece como un protagonista más del cuadro de actores.

No solamente en las películas, el PARAGUAS ha tomado un protagonismo central, hay muchos avatares de nuestra vida, en donde nos hemos encontrado que el PARAGUAS, ha tomado un protagonismo importante.

EL PARAGUAS EN LA IGLESIA

En la Edad Media los Papas utilizaban ya como parasoles los famosos UMBRELLAS, que estaban hechos de telas nobles y elegantes, que iban desde el color púrpura al color rosado pasando por el rojo. Aunque el nombre viene del inglés, la raíz UMBRE, se derivaba del latín que significaba “Sombra”.

Más a nivel de Diócesis y en plan local, durante el siglo XIX, ya se empleaban en muchas iglesias, LA BIMBERLA, especie de parasol de color rojo, que acompañaba al Santísimo en su procesión anual de la Majestad en Público (Comunión de impedidos). Concretamente y desde antiguo existen en San Lorenzo, dos antiguas BIMBERLAS, que fueron donadas por una señora que vivía en las Costanillas (Huerto de Cobos).

Recientemente y en la visita del Papa a Madrid, se pudieron apreciar muchos paraguas improvisados a base de plásticos para protegerse de la lluvia, a estas fotos de unas monjas con sus plásticos negros en la cabeza, se le tituló: EL PARAGUAS DE LAS MONJAS.

CUANDO ERAMOS JOVENES

Por aquellos tiempos de nuestra niñez y posterior juventud (1950-1970), el paraguas fue siempre una PRENDA DESEADA. Para nosotros los jóvenes el sólo hecho de tener un paraguas entre nuestras manos, nos suponía conseguir algo importante en nuestra vida. Recuerdo que los llevábamos a reparar por encargo de nuestros padres, a la calle Escañuela, en una casa ya desaparecida en donde vivía la familia de los Canos, vivía el simpático “Pepe Líos”, Rafael “el Teleras”, Manolo “El Pijuan” y nuestro amigo Fidel. “El Porri”.

El que reparaba los paraguas era Antonio “El banqueta”. Tenía una especie de pequeño taller en el mismo portal de la casa, y recuerdo que era un hombre muy hábil cambiando varillas de un paraguas para otro, cobraba poca cosa por cada reparación, y siempre que ibas te comentaba algo relacionado con su afición a la pesca, de la que era un consumado practicante. Era tiempos en que solía sentarse a pescar en la misma “banqueta” de la Ribera (junto a las escalerillas), y de allí se traía el pescado para toda la semana. Más de una vez invitó a Antonio Blancart y a Laguna, a comer aquellos pedacitos de barbo, que con aquel adobo especial preparaba como nadie, La fritura la hacía en el estilo del “Mete y Saca”, y resultaba un bocado exquisito y crujiente. Al margen de pescar, también vendía “lombrices” para cebo de los pescadores. Dichas lombrices las solía coger del arroyo que discurría por aquellos tiempos por la Calle CINCO CABALLEROS (Edisol). Este arroyo, a raíz de que construyeron el Campo de Fútbol del cuartel de Lepanto, se desbordó muchas veces inundando el barrio de San Lorenzo. (1950).

Eran tiempos en que todo el mundo no podía tener acceso a un PARAGUAS, y por ello, el mercado de la reparación existía con mucha actualidad. Por las calles al igual que los “afiladores”, los “latoneros”, los “silleros”, los “hojaldres calientes”, se dejaban sentir también los “paragüeros”. La verdad es que aquellos PARAGUAS, eran de una calidad total, y merecía la pena repararlos. Por lo general eran negros de tela totalmente impermeable, y con unos puños de fantasía que les hacía presentarse como una prenda elegante y única en distinción. En la calle Cruz Conde, estaba Casa León, que era especializada en la venta de esta prenda. El “Chocolatero”, sacristán de Santa María de Gracia, tenía un paraguas con la tela llena de remiendos, que hablaba a las claras de que según todos era considerado como un tacaño.

EL PARAGUAS EN EL CINE

El paraguas tuvo una recreación muy bonita en películas de éxito internacional, como en “BAILANDO BAJO LA LLUVIA”, en ella el protagonista hace un alarde del baile y el manejo del paraguas, que ya quisieran muchos poder repetirlo. Ajenos a esta lluvia, surge un paraguas maravilloso en una película en que todo es agradable y lleno de ilusión. En MARI POPPINS, se ve la utilidad de un paraguas para volar al mundo siempre bonito de la fantasía. Contrasta su limpieza y sublimidad, con la negra realidad de los limpiadores de chimeneas, que aún siendo festivos y bailarines, tenían un aspecto sucio, producido por el trabajo y el sufrimiento. Y no digamos del contraste que establecía con la familia del banquero usurero que no tenía más norte, que “atesorar” una simple moneda que pertenecía a la inocencia de aquellos niños. El simple hecho de salir del bolso y volar, le confiere al PARAGUAS una categoría totalmente opuesta al mundo materialista que nos suele rodear.

También el simpático Colombo, resuelve muchos enigmas apoyándose, como no en un simple paraguas.

EL PARAGUAS Y EL ORGANISTA

A la caída de la tarde del día 15 de Agosto, se había celebrado una boda en San Lorenzo, y aquella tarde sonaron los acordes de la marcha nupcial de Mendelssohn, que se oyeron maravillosamente tecleados en el viejo órgano de la Iglesia, por Antonio González Cabello, el cultísimo invidente que ocupaba la plaza de organista desde los tiempos de D. José Serrano Aguilera, como párroco (1945). Fue nada más terminar la boda y cuando aún el portalón estaba lleno de gente que comentaba la ceremonia, se desencadenó una tormenta de verano, que provocó un diluvio en medio de un escenario de truenos y relámpagos impresionantes.

Antonio, el ciego, acostumbraba a macharse a su casa acompañado por unos y otros, que lo “guiaban” por tramos de acera, sin necesidad de llevar lazarillo, pues al ser día festivo, este no le acompañaba. Por las razones que fuera, tenía prisa en llegar a su casa, pero la lluvia y la tormenta era una gran dificultad. Pronto Pepe Bojollo, abrió su taquilla de objetos “perdidos” y sacó un PARAGUAS que se había dejado olvidado días atrás el sargento Basildo, que vivía en la vecina calle Humosa y que se jactaba de haber hecho la mili nada menos que con “Manolete”. Con el PARAGUAS en las manos decidimos acompañar al bueno de Antonio, camino de su casa, pero era tanto lo que llovía, que no tuvimos más remedio que meternos en el portal de “Casa de Guillermo el guarnicionero”. Desde esa casa y por estar pegada a la sacristía de San Rafael, se podía oír el órgano de la Iglesia del Juramento, que sonaba según decía él, “como los mismos ángeles”. Antonio el organista, comentó que con toda seguridad lo estaba tocando un franciscano, que lo hacía muy bien. Amainó un poco la lluvia y la tormenta y empezamos a andar como pudimos debajo de aquel PARAGUAS. Entonces Antonio expresó con preocupación un claro presentimiento de lo que querían hacer con el órgano de San Lorenzo, y que el había tocado tantos años: “Es una auténtica locura lo que piensa hacer el cura con el órgano de la Iglesia, por no arreglarle el fuelle y unos cuantos pitos-flauta, se va a desmontar y vender posiblemente por chatarra, un órgano de principios del siglo XVIII. Tengo entendido que además quiere entre otras cosas, quitar el retablo del altar mayor, echar abajo el coro y acabar con el órgano”. Se refería a la restauración que se realizó entre 1965-1966, y que inevitablemente se llevó a cabo, como él lo había temido.

No hizo falta ir más lejos, pues llegando al Pozanco, ya venía Carmela, su mujer que había salido a su encuentro. A todos les había sorprendido la lluvia. Allí nos despedimos y cada uno se fue con su paraguas. Aquel paraguas fue testigo de lo que Antonio el Organista, el hombre que mejor que nadie conocía aquel Organo musical nos comentó.

Años más tarde coincidimos con D. Dionisio Ortiz Juárez, en la parroquia, a donde había acudido para hacer el inventario de la plata (1983) y al contemplar la falta del Órgano nos dijo: “Hace falta tener poco amor a la música para cometer la barbaridad que se ha hecho con un instrumento tan antiguo, es lamentable que se autoricen este tipo de barbaridades”.

EL PARAGUAS ATOMICO

La prensa internacional cuando coge una vereda informativa, no la suelta hasta que no le saca todo su jugo. Siempre se ha mencionado al Partido Republicano de los Estados Unidos, como el padre de todas las guerras, quizás sea verdad, pero es curioso que el presidente que lanzó la primera bomba atómica sobre el Japón, produciendo el primer Hongo Mortífero, como si fuera un PARAGUAS (bomba atómica), no fue otro que el presidente Truman, perteneciente al partido demócrata.

También quedó recientemente reflejado en la prensa mundial como el presidente OBAMA, cuando aún era presidente electo se comprometió con el gobierno de Israel, en ofrecerle poco menos que UN PARAGUAS NUCLEAR, de protección, ante un eventual ataque por parte de IRAN.

Hemos podido observar que el paraguas aquí ha adquirido una importancia mayúscula, no ya para defenderse de la lluvia, sino para defenderse de cualquier eventualidad atómica, por lo que se ve estos “PARAGUAS NUCLEARES” pierden el encanto que tuvieron en “Cantando bajo la Lluvia” o en “Mari Poppins”, ya que son paraguas, que en vez de varillas metálicas, tienen una estructura en Kilotones

EL PARAGUAS EN EL FUTBOL

En el año 1991, y en el Estadio del Arcángel de Córdoba, pudimos ver un partido que enfrentó a las selecciones de España y Francia en categoría sub-21, el partido despertó una gran expectación pues no todos los días se celebraban este tipo de partidos. La lluvia se sumó de forma intensa a este partido y los PARAGUAS adquirieron un gran protagonismo en la zona de preferencia, no obstante y aún con dificultades, pudimos ver las evoluciones de un ZIDANE por Francia y un GUARDIOLA, por parte de España. Después de aquel partido y cuando ya el PARAGUAS lo habíamos abandonado, estos dos jugadores por caminos distintos llegarían a la cúspide del Planeta Fútbol. El francés con su selección y con el Real Madrid, y Guardiola, con el Barcelona, haciendo poco menos que historia. Pero que conste que aquel día debajo de aquel PARAGUAS, entre aguacero y aguacero, ya se le veía a estos dos jugadores, un estilo y una clase fuera de lo común.

Otro partido en el que el PARAGUAS fue protagonista, fue el homenaje que le hicieron a Navarro y Simonet, dos legendarios jugadores del Córdoba y que lo dieron todo por su Club.(mayo 1971) Hubo un lleno total, pues a pesar del interés general de homenajear a estos dos grandes jugadores del Córdoba, en el partido se contó con la participación de un combinado nacional y en el Córdoba, estuvo de portero nada más y nada menos que Miguel Reina Santos, portero paisano al que se adoraba en Córdoba., y que vino al partido, desde sus obligaciones en el Atlético de Madrid. El partido y el homenaje constituyó un éxito de público, pero también hizo su aparición el agua, y por tanto tuvimos necesidad de recurrir como hemos dicho al PARAGUAS., aquello fue toda una odisea, pues el campo estaba lleno a rebosar y los PARAGUAS inevitablemente ocupaban sus lugar, pero desde la preferencia de siempre nos apañamos como pudimos. Delante de nosotros estaban los hermanos González Cerezo, (Amalia y Manuel), éste último con su esposa la simpática Toñi Arenas. Aficionados al Córdoba de toda la vida, el paraguas que portaba la singular Amalia González, era de los primeros que se vieron en Córdoba de la propaganda KATY SAKS, que daban un colorido especial a la grada. Justo será recordar que Antonio González Cerezo, “El Cerezo” como familiarmente se le conocía en los Salesianos, era un superdotado en la resolución de problemas de Álgebra, además de un hombre de talento poco común. Llevado por su gran amor a Córdoba, fue el autor del primer guión radiado sobre la vida de Manolete, que se pudo escuchar en Radio Córdoba.

El 23 de enero de 1966, jugó el Córdoba, su partido con el Real Madrid, durante toda la semana había estado lloviendo y el campo estaba impracticable, pero a pesar de eso el Madrid, con supuesta ayudas del equipo arbitral nos ganó el partido 1-2. Fue el último partido que jugó Miguel Reina, en el Córdoba, pues ya pertenecía al Barcelona. Durante el partido hubo muchos incidentes como puede recordar José Casado, que fue expulsado de su asiento por tirarle el PARAGUAS, al linier ante una decisión que perjudicó claramente al Córdoba. Al final no pasó nada y al bueno de “Pepe el Loco”, se quedó en el campo junto a los vestuarios, después de que lo pasearan en dirección a la calle, e incluso le devolvieron sus paraguas presunto instrumento de la agresión. Todo esto ocurrió en la zona de Tribuna junto a los fosos de los entrenadores, en donde también el delegado del Córdoba, Paco Salamanca, tuvo que contener a la “Manola” que se quiso merendar al citado linier. Y todo fue por no señalar un claro fuera de juego, que dio lugar a la jugada del segundo gol del Madrid, marcado por Gento.

EL PARAGUAS DE SOMBRILLA

Acababan de entregar las casas del Campo de la Verdad (1954), y muchas parejas jóvenes se mudaron a aquel lado del río, pues tuvieron la suerte de que le dieran una casa de aquellas que: “con solo darle a un botón te podías duchar”. Atrás se quedaron los abuelos y los padres, en aquellas casas de vecinos que aún tenían “las pilas y los servicios comunes” y te tenías que duchar muchas veces echándote agua del pozo con una regadera.

Esta situación de mudanzas de familias para un lado y para otro del río, hizo que éste se tuviera que cruzar con frecuencia y sobre todo en verano era normal cruzar el río montados en la barca, protegidos del sol con un PARAGUAS. Otras en cambio optaban por cruzar el puente romano con todo el sol y el calor que hacía. El estoico San Rafael del puente, era testigo de que hasta sus velas votivas, desparramaban su cera por todo el suelo. Una que cruzó el puente bastantes veces, fue Rafaela Recio Martínez, a la que se le mudaron dos hijos al Campo de la Verdad; su hija mayor Pepita y su segundo hijo varón Rafael. Ella para cruzar el puente en el mes de agosto, utilizaba un paraguas reforzado que se había fraguado ella misma, con una tela de color amarillo pardo. Partía desde San Lorenzo, Magdalena, Alfonso XII, Siete Revueltas, Calle el Viento, hasta salir a la Ribera, y cobijándose en la fila de moredas que había muy cerca de los barandales, llegaba hasta el Puente Romano, al que encaraba hasta la Calahorra. Allí cuando llegaba se paraba en el surtidor de Casa Currito, y entraba en el bar en donde estaba la familia de José Cabello “El Chepa”, (que se conocían de toda la vida), y allí con agua fresca, reponía fuerzas debajo prácticamente del anuncio de NITRATO DE CHILE, que destacaba en se espléndido mosaico, levantado en aquella fachada. Seguidamente llegaba a la Calle Secunda Romana, que era en donde vivía su hija. Para el camino de vuelta, hacía el mismo recorrido, pero generalmente por la hora ya no necesitaba la sombrilla. Esta mujer fue un tanto la pionera en utilizar el PARAGUAS como sombrilla, no en balde ella era “camisera”, y tenía por clientes a la mayoría de los peloteros del San Álvaro, que a su vez eran compañeros de su hijo Pedro Navarro, (Pedrito) que fue también jugador de dicho equipo.

LAS JERINGERAS Y EL PARAGUAS

En aquellos años cincuenta, hablar de que había bastantes puestos de Jeringos diseminados por toda Córdoba, era palpar una realidad que representaba ver un puesto prácticamente en cada esquina. Posiblemente de las profesiones de autónomos que más han echado en falta el PARAGUAS, han sido estas mujeres en su mayoría cuarentonas cuando empezaron, que solían levantarse a las 5 de la mañana, o antes, para mientras se montaba el casetón, se encendía el hornillón y se preparaba la masa, diera tiempo para que a las siete y media de la mañana ya hubiera ruedas de jeringos para los primeros clientes.

Estas mujeres siempre llevaban en su equipaje cuando salían a trabajar su PARAGUAS, para lo que pudiera pasar. Muchas veces es verdad, no llegaron a utilizarlo, pero otras veces se les quedó corto, por la cantidad de agua que caía. Muchas tenían costumbre de tenerlo en la carbonera (donde tenían las bolas para la candela), por lo general era un PARAGUAS de circunstancias.

Por aquellos tiempos aún no se conocían LOS PACTOS DE LA MONCLOA, para proteger la política de precios, pero aquellas mujeres, no se como se las arreglaron para mantener por mucho tiempo el precio UNICO de a REAL POR RUEDA, aquello significó como un espaldarazo de la sabiduría natural de estas mujeres, sobre todo en aquellos tiempos, en que no tenían ninguna organización aparente que les representara. Ellas mejor que nadie conocían el mundo del “estraperlo”, pues muchas veces se recorrieron, todas las tiendas habidas y por haber, buscando el mejor precio para el aceite y la harina. Lógicamente por todos los barrios sería igual, pero las de aquí sabían que en las Costanillas una casa y otra también vivían del estraperlo. También por la Calle Aceituno y por Santa Marina. Quizás el ejemplo que más me impresionó, fue el que me tocó vivir en el año 1956. Con mi tía Concha la Jeringuera, (Portera de la Escuela Obrera), fuimos a la Calle Ocaña, a casa de un estraperlista llamado Sánchez. Se trataba de comprar el aceite lo más barato posible. Recuerdo que en aquella amplia sala de techos altos y vigas de madera, pude ver de todo lo imaginable. Aceite, legumbres, carne membrillo, moniatos, patatas, higos secos, orejones, chocolate, azúcar, tocino fresco, tocino añejo, y hasta embutidos colgados oportunamente en las vigas de madera, que estaban pintadas de un color azul. La sorpresa fue cuando a las pocas semanas de aquella visita, tuve que acompañar al cura de San Lorenzo (era monaguillo), que se encontró con la sorpresa de que el pobre estraperlista, se había colgado de una viga de aquellas que estaban pintadas de azul y su cuerpo alto y un tanto desgarbado, colgaba al lado de un PARAGUAS de color negro, con un puño de madera marrón, que al parecer no pudo parar la tempestad.

Siguiendo con las jeringueras, tenemos que decir que estas intrépidas mujeres se hacían cafeteras a la fuerza, pues a media mañana, y después de tanto rato de pie, era un café lo que más le pedía el cuerpo. Era muy común entre ellas, el hervir la leche con el café molido, para luego colarlo adecuadamente. Casi de forma sistemática con el café, solían tomarse siempre UN CALMANTE VITAMINADO, o algo similar. Al parecer esta costumbre, se trasladó de unas a otras, quizás por la necesidad. Esta terapia preventiva, explicaba muchas veces, como estas mujeres, por lo general “gorditas” no tenían muchos padecimientos de varices. No cabe duda de que la toma de esta aspirina o cosa parecida, constituyó en sus vidas como un PARAGUAS, para su salud. Así se lo confirmaba el médico a Concha González Ruiz, jeringuera de San Lorenzo, que murió con 94 años.

Era el mes de Marzo 1956 (Martes Santo), y durante varios días habíamos tenido vientos huracanados. No obstante esta inclemencia, estábamos en la plaza de San Rafael: Rafalin Gordillo, Antoñin López, Enrique de la Torre, y un tal Paco Acedo, al que llamábamos el “negro”, Jugábamos a la lima, y a él (al “negro”), le tocaba sacar el “sumillo” que estaba enterrado al pie de una de las tres espléndidas acacias que había junto a las casa de “La Relojera”.Desde nuestro lugar de juego, pudimos ver como al “Chocolatero”, el tacaño sacristán del Convento de Santa María de Gracia, se le volaba su “remendado” PARAGUAS, el cual se quedó hecho prácticamente una piltrafa. Nadie se atrevió a reírse, pues el mal talante del huraño sacristán, nos imponía respeto.

Eran aproximadamente las doce de la mañana y estaba en pleno auge los preparativos de una boda en la Iglesia del Juramento. Los hermanos Figuerola Vázquez, procedían a colocar los macetones y la estera que daban nivel y distinción a aquella ceremonia. Los macetones eran parecidos a los que se ponen hoy en día en los “Patios de Mayo”.Estos macetones eran propiedad de uno de los dos sacristanes que tenía la Iglesia, y que vivía en San Agustín, en una casucha que había en la esquina de la única calle sin salida que hay en toda la Plaza. Su casa era medio chatarrería, improvisado taller de reparación de PARAGUAS, y lugar de tertulia. Para subir a la segunda planta de la casa, se utilizaba una escalera metálica de caracol, que fue de las primeras que vimos por estos lugares.

Estábamos pendientes de lo que acontecía en torno a la boda, cuando vimos acercarse a Paquillo “El guarnicionero”, (Francisco Ruano), que venía poco menos que espantado de lo que según él, había pasado en el Pozanco. Fue Pepa “la Gorda”, la primera que le preguntó por lo que había pasado y el contestó: “Una racha de viento huracanado ha liado la “Marí Morena”, con el PARAGUAS de Socorro, la Jeringuera”.

Efectivamente acudimos al Pozanco y pudimos ver como el enorme PARAGUAS de la pobre Socorro, (que le servía de caseta), había levantado el vuelo y fue a caer entre la puerta de Casa Manolita y el Colegio de Doña Ernestina. Recuerdo que por allí vimos a varias muchachas del Colegio. Una era hija del dueño de Carbones Bollero, que vivía en la Calle Maria Auxiliadora, otra era la hija menor del tabernero Ramón, y que se llamaba Paquita, pero a la única que conocía bien era a Pili Clemente, que vivía en la casa en que hoy está la bodega el Gallo. El PARAGUAS era tan grande que al “levantar el vuelo por el aire”, según dijo Manolo Morilla, parecía un avión que fuera a estrellarse. Tuvo que ser el noble Antonio Montes Sánchez, que se ganaba la vida como porteador, en los puestos de San Agustín, el que con la ayuda del hermano de Manolita, (la de los aliños), el que lograra controlar dicho PARAGUAS.

Este enorme paraguas, de unos 2.20 metros de altura y unos 3 metros de diámetro, fue hecho según se comentó allí, por los hermanos Martínez, vecinos de Socorro en su casa de la Calle el Cristo y que tenían el taller de carpintería en la Ermita de la Montañas, de la cercana Calle Montero.

También se vio por allí cerca a Miguel Montes Sánchez, que ya por aquellas épocas imitaba al popular “Cantinflas”. Miguel Montes, fue otro que intentó ayudar a su hermano Antonio, para cerrar el dichoso PARAGUAS. Igualmente salieron a la calle D. Francisco y D. Manuel, los hermanos que tenían aquella singular y Prestigiosa Escuela Privada del Pozanco, en la Casa en donde vivía el entrañable Pepe Cámara; con ellos estaba Manuel Sainz de Baranda, gran colaborador en temas de oposiciones, y que preparó a mucha gente para el Monte de Piedad y Caja de Ahorros del Sr. Medina, que entonces tenía la sede sin contaminar en la Calle Ambrosio de Morales.

Menos mal que se voló el paraguas cuando ya estaba el puesto casi desmontado, y el fuego estaba apagado. A Socorro, tuvieron que sentarla en una silla, y fue atendida principalmente por su hermana “Pepa la de los altramuces”, que tenía el puesto en la esquina con la Calle Jesús Nazareno. También llegó por allí Félix el barbero, acompañado del “Pacorro” que era como “El Alcalde de San Agustín”. Este detalle se demostró pocos años después cuando lideró la protesta airada del barrio porque se llevaron a la Virgen de las Angustias, (1961) .

Allá en donde esté “Pacorro”, se habrá enterado de que gracias al tesón del barrio, y al acertado liderazgo de Soto, han conseguido que la Virgen, cuarenta años después vuelva a su barrio. “Pacorro”, “Carriles”, “La Morena”, “La Madre del Teleras”, Manolo Polonio, “La Nicasia”, Pepe Cámara, la “Chivera” “Rafalín Valle”, Paco Arenas, El amigo “Pinturas” y una larga relación de personas, estarán contentos con esta buena noticia.

EL PARAGUAS EN EL JUZGADO (1968)

Antes que se hicieran los llamados pisos de RUMASA, enfrente del hotel Córdoba Palace, haciendo esquina con la Calle Camino de los Sastres (Antes Barroso y Castillo), existía un solar muy grande que llegaba hasta los llanos de Vistalegre. Aquel solar al parecer era de la Diputación y se le facilitaba a la gente joven de las parroquias para que jugaran al fútbol durante el día. Pocos años antes, que desapareciera, ocurrió un trágico suceso del que se hicieron eco los periódicos de forma oportuna y en donde al parecer unos individuos, CON UN PARAGUAS, dieron muerte a un joven por detrás. Según parece le clavaron el paraguas en un costado. Aquel suceso, tuvo más silencios que aclaraciones porque según se pudo ver se trataba de un ajuste de cuentas. Lo cierto y verdad es que el muerto se quedó enterrado y nunca se conocieron realmente las causas y sus autores. Aquí el PARAGUAS una prenda de distinción y muchas veces pacifica, se convirtió en arma homicida y motivo de muchas sospechas y elucubraciones. Fueron detenidos personajes conocidos de aquella Córdoba que nos envolvía, pero al final todo quedó bajo una eterna sospecha.

EL PARAGUAS Y LOS CAMBIOS DE AIRES

De jóvenes todos nos conocíamos, y todos sabíamos las posibilidades que se tenían. Nos costaba trabajo juntar el dinero para la entrada del cine y no digamos para el fútbol. Todos andábamos igual más o menos. Todavía recordamos en la calle la Banda, aquel compañero espigado y quizás el más bromista de todos, (Paco), que disfrutaba continuamente inflando globos y llenándolos de agua, para luego hacer las oportunas gamberradas. Como de la noche a la mañana, le pudimos observar seriedad, bien vestir, buenos zapatos y como no, UN ELEGANTE PARAGUAS, paraguas, que llevaba siempre perfectamente recogido y como un signo de distinción. Se aisló del barrio y prácticamente perdió el contacto con todos nosotros, y el poco tiempo que continúo aún por aquí, era todo seriedad y bien vestir agarrado a su elegante PARAGUAS. Al poco tiempo se perdió del barrio. Aquí había sido vecino de los Almogueras, los Afán Montesinos, los Estremeras, los Caballero, los Tejero y los Mellados. El compartía esta casa con estos vecinos y vivía con una prima y su marido que era un extrovertido ferretero. Si las brujas volaban con la escoba, este VOLÓ Y BIEN ALTO, con su PARAGUAS. Al poco tiempo se marchó a Madrid, en donde posiblemente emprendió otra vida. Según noticias que tenemos del que otrora fuera llamado simpáticamente como “El pelón”, fue que nada más montarse en el elegante PARAGUAS y como por encanto, desaparecer del barrio. Al parecer hace unos años falleció en Madrid