viernes, 21 de octubre de 2011

EL APELLIDO LEIVA EN CENEMESA


Hablar de la antigua CENEMESA, es como hablar de un enorme barrio, en donde convivieron, y también discutieron mucha gente. Allí había personas de todas las partes de Córdoba y su Provincia, que se entrelazaron en grupos de trabajo, talleres, secciones, o departamentos. Posiblemente el apellido que más se prodigó entre los más de DOS MIL QUINIENTAS PERSONAS, que rotaron por la fábrica desde el periodo 1950-1990, fue el de Martínez, Pérez, Sánchez, Fernández, etc. por ello hemos escogido el de los LEIVAS, que fueron pocos y muy significativos.

Como dato significativo en Córdoba hubo un medico Leiva Aguilar, al que incluso se le adjudicó una calle. Luego en la bonita ciudad de Castro del Río, también se dio una familia importante en el plano cultural y religioso, la de los LEYVA CORDOBES, uno de los cuales llegó a obispo.

El otro día pude leer un artículo que decía que en Córdoba, había 12 profesionales que se apellidaban Leiva. También pude conocer que el origen del apellido era Riojano, y que venían del partido judicial de Santo Domingo de la Calzada. Según parece descendía de un tal D. ALVAR GARCIA, señor de LEIVA que allá por el año 972, tomó por apellido el nombre de su señorío.

Una rama importante de estos LEIVAS, se marchó a Italia y allí se codeó con la nobleza y llegó a altas cotas entre la clase pudiente del Renacimiento.

Los que se quedaron en España, se fueron distribuyendo por todo el país. Por la mayoría de los sitios dieron muestras de su honestidad y la fuerza de su carácter. Se dice también de que eran muy sentimentales en las cosas del amor, y que eran muy trabajadores e independientes.

Hay que tener en cuenta de que a este noble apellido “desembarcaron” muchas personas de origen judío llamadas LEVI, que por necesidades de seguridad en la Segunda Guerra Mundial, y ante el peligro del terrible Holocausto, tuvieron necesidad de “adulterar” sus pasaportes al cambiar LEVI por LEIVA, de esa forma podían circular por las fronteras sin ser molestados..

No es Córdoba, dentro de las provincias españolas en donde más abunda este apellido, pero yo concretamente me quiero referir a los NUEVE, que hubo en CENEMESA, empezando a enunciarlos tal como se me vienen a la memoria.


D. JOSE LEIVA (El ingeniero de CRECINCO) (+)

D. José Leiva, que vivió su tiempo de oro en la fábrica de motores (1950-1965), en la que posiblemente convivió con compañeros como a D. Manuel Sánchez Cañas, D. Manuel Ocaña Jiménez, D. Rafael Morales Rodríguez “Zapatones”, a los hermanos Vicente y Antonio Crespo, a Rafael Ruiz Lucena, a Francisco de Vigueras, a Rafael Muñoz, “El Corchao”, etc. etc. El Sr. Leiva, antes de marcharse de fabrica, la inundó de fondos de inversión CRECINCO, y se le llenaba la boca hablando de la renta obtenida en 1967, que fue más o menos del 25.88 %. El Sr. Leiva, que por su educado comportamiento merecía que se le tratara cariñosamente, fue de los primeros inquilinos que vinieron a ocupar lo que se llamó en fábrica EL CEMENTERIO DE LOS ELEFANTES, aquel recinto, situado junto al enorme jazmín que delataba la presencia del pozo que usábamos de forma compartida con la Electro Mecánicas. Este edificio estaba a espaldas del Economato, donde Rafael Parras Bermejo, era todo un personaje por su gran calidad humana y su enorme eficacia.

Al "cementerio de los Elefantes” se le llamó OFICINAS GENERALES, y en ellas por aquellos tiempos mandaba como especie de un “general”, que tenía a su cargo a una serie de personas, por lo general con una ocupación “obsoleta”. Este “general” no era otro que un elegante economista, dotado de un buen tipo y buenas maneras, llamado Sr. Reyes Hens, que ya venía también de vuelta en su recorrido. Por su relatada elegancia, y por su toque de hombreras, a este hombre que amaba los ternos azulados claros, los “Cartulinas” le pusieron el apodo familiar de “El Perchas”.

Fueron muchas las veces en las que se pudo ver a este hombre en el patio de su casa, Calle Isaac Peral, nº 5, (casi enfrente a la Casa del Empeño), regando el patio y las macetas, con un atuendo propio de salir a la calle.

Siguiendo con el citado D. JOSE LEIVA, tenemos que decir que sobrevivió como pudo aquellos años finales de CENEMESA, en donde la mayoría, ya dejaron de ser personas útiles, pues a muchos ni les quedaba el consuelo de alguna llamada de teléfono, aunque fuera para preguntarle si llovía. Eran personas que no contaban para casi nada.

Contracta el hecho de ver a este educado hombre hablarle a las secretarias, Lola Herrera, Isabelita Rodríguez, Carmen Martínez y Esperanza Ponte, de los fondos CRECINCO, como actualidad vital. Mientras en el despacho de al lado, el Ingeniero Gregorio Díaz y Antonio Varo, hablaban en presencia del eficaz, Gabriel Älamo, de que el futuro industrial estaba en los “CIRCUITOS IMPRESOS”. Todo esto lo comentaban con unos prototipos en la mano. Ni que decir tiene que los responsables de CENEMESA, (a los resultados nos remitimos), no entendieron nunca el mensaje de los CIRCUITOS IMPRESOS, la mayoría de las empresas en España, optaron claramente por el camino fácil que representaban los FONDOS.

Como anécdota, tenemos que decir que El Sr. Leiva, fue el ingeniero que presidió el tribunal de examen, el día que Manuel Flamil, Marcos Herrera, y Fernando García, con un grupo personas más, se sometieron a un examen para entrar en fábrica, a principios de los cincuenta.


DIEGO LEIVA ASENSIO (+)

Murió relativamente joven y lo hizo allá por el año 1992, el se había criado en La Plaza de San Rafael, cerca de la fuente, y de la casa de Pepa “La Gorda”. Tuvo su taller de ebanistería en el mismo Pozanco, pared con pared con el patio en donde Socorro, hacía algunas labores de alfarería (Cántaros y macetas). Entró a trabajar en la escuela de aprendices y fue uno de los aprendices más destacados que hubo en la misma. Llegó a dominar todo el trabajo especializado en maderas y materiales aislantes que lleva el transformador en sus tripas, incluidos sus procesos de secado, su mecanizado y su compleja interpretación de planos. Fue la persona que modernizo el taller de carpintería dotándolo con las máquinas y la tecnología más moderna que había en el mercado, todo ello necesario para elaborar con calidad un producto tan exigente y complejo como era el aislamiento interior del transformador. Fue junto a Manuel Olivares Nieto, la única persona sin titulo que ocupó una jefatura de taller, teniendo derecho por tanto a montarse “En la carroza real”. Tuvo a su cargo cerca de sesenta profesionales, cosa que también le sirvió para completar su formación haciéndose un gran ebanista, e incluso montó como hemos dicho su propio y acreditado taller.

No sería justo hablar de este hombre sin mencionar al gran equipo de colaboradores directos que tuvo a su disposición. En primer lugar a Francisco Jiménez Costilla, gran profesional, muy honesto y honrado. Su trabajo fue muy solicitado por muchos hogares de Córdoba. 

Ángel García Castro, excelente persona, gran profesional, y un enamorado de las cosas de Córdoba, a la que amó y cantó apasionadamente. Después de sufrir una meningitis ya jubilado, tuvo la paciencia de enmarcar con mucho gusto los mejores rincones de Córdoba, 

Rafael “El de los cupones”, discreto y anónimo como su nombre, pero un gran profesional y trabajador incansable, digo lo “de los cupones”, porque le gustaba coleccionar los cupones del sorteo de la ONCE. Esa costumbre se la conocí desde que se juntaba con su amigo Matías Obrero, para ver jugar al D. Bosco, en el Colegio Salesiano. 

Y finalmente Antonio Camargo Bello, otra gran persona y buen profesional, fue de las primeras personas que tuvo una moto Vespa de color azul claro en Córdoba. Es la persona que mejor propaganda le supo hacer al Caimán de la Fuensanta, y todo tiene su cuenta y su razón. En una ocasión y en plena juventud, emigró a Holanda acompañado de sus amigos y compañeros, Martínez Perales, Bernardo Romero y El singular Patiño. La soledad, la añoranza y algunas complicaciones de faldas que planteó el amigo Bernardo, les hizo a todos “Acordarse del Caimán” y se vinieron pitando para Córdoba, eran los años 1960. Actualmente vive enfrente del Santuario de la Fuensanta, (Enfrente del Caimán), muy cerca de José Roldán, el ingenioso “Chato Roldán”. Los pisos los construyó un tal Cano, que por poco está todavía achicando agua de los cimientos.

Además de los colaboradores directos, siempre contó con una plantilla de grandes profesionales y trabajadores. Los miembros de aquella plantilla constituyeron durante muchos años, el taller con el mejor COEFICIENTE DE PRODUCTIVIDAD, de toda la fábrica. No había una vez que entraras en dicho taller y no observaras todas las máquinas y los trabajadores rindiendo a tope. Esa fama les era reconocida por todo el mundo, pero entre tanto trabajador, nos sería imposible mencionarlos a todos, pero vamos al menos a coger un par de ellos, que por conocerlos más de cerca, los citaremos en representación del resto de compañeros.

Rafael Torrecilla Valenzuela, coincidimos con él en el Colegio Salesiano, y podemos decir que todo lo que tenía de espigado, lo tenía de serio y buen profesional. En una ocasión sorprendió a todo el mundo porque se negaba públicamente a “participar” de la Lotería de Navidad, que jugaba toda la fábrica. Pero al margen de estas actitudes de carácter, este hombre era un gran aficionado al difícil deporte de la bicicleta, en el que fue un gran competidor. Yo incluso le presencié buenos duelos de “persecución”, con el INDURAIN CORDOBES, de aquellos tiempos, que no era otro que Vicente Luque Serrano. Rafael Torrecilla, siempre admiró “El buen material” que usaba siempre Isidoro Muñoz Cortés, otro gran rival suyo en bicicleta.

También tengo que mencionar al Singular Moyano, hombre muy afable y simpático, que se crió en San Juan de Letrán. (Vecino de D. Ángel el Policía), Gran profesional y muy amante de todas las cosas de Córdoba. En estas debilidades le salió al padre, que fue el famoso Moyano de Luís Aranda Martos, experto en afilados de herramientas. También fue un hombre integrado en el mundo de la Peñas, perteneciendo nada más y nada menos que a la Peña de los Romeros de la Paz.

Un año en que los Romeros habían presentado una carroza muy original en la Romería de Linares, (se trataba de simular un Molino de la Mancha), con la variante de que las aspas ERAN DOS GUITARRAS unidas por el clavijero. Eran los tiempos en que estaba de moda la Mancha, por aquello del ULTIMO CUPLE, (Sara Montiel). Completaban la carroza lógicamente motivos de Córdoba. Dicha carroza había sido diseñada por Ángel Parejas (padre). La inevitable conversación de las guitarras y con un medio de “peseta” en las manos, dio pie para que el padre de Moyano, con la presencia de su amigo Pepito Hidalgo y Manuel Aranda, (1962), nos relatara la siguiente anécdota:

“Hablando de guitarras, tenemos que decir que cordobeses clásicos hay muchos, pero yo tenía un amigo llamado Sánchez Ramírez, que vivía por la calle Zarco de San Agustín, al que su amigo el maestro de guitarreros, Rafael Rodríguez, le hizo una guitarra original de caña, este hombre la guardó como una joya, hasta el punto de que cuando falleció, su familia atendiendo a su deseo le metió la guitarra en su caja.”


FRANCISCO LEIVA PRATS (+)

Exquisita persona por sus modales y su educación. Trabajaba en Estudios de Transformadores en donde ejercía de Delineante Proyectista de Columnas. Después de Luís Ferrer Salazar, era la persona más antigua en la sección de Columnas. Al margen de su trabajo cultivó su afición por el canto sacro y el gregoriano en especial, y ya en los años 1955, le podemos ver por San Lorenzo, en un quinario al Cristo del Remedio de Ánimas, formando parte de un coro, bajo la dirección de Ramón Medina, hijo. Más tarde formó parte de una CAPELA, y disfrutó del canto que tanto le gustaba. (El gregoriano), La última vez que le vi actuar fue en el formidable patio porticado del Monasterio de San Jerónimo (2000), el sonido del agua se entremezclaba con las notas profundas del gregoriano, produciendo un eco que poco le faltó para ser celestial. En el otro patio de al lado (El del Casero), el cervatillo de su fuente lloraba de soledad y de emoción.


JOSE LEIVA ASENSIO (+)

Era primo hermano de los dos anteriores aunque algo más joven. Trabajaba en el Servicio de Expediciones y tenía a su cargo los transportes de los transformadores grandes (Góndolas), era muy servicial y educado. Yo le conocía de forma más cercana porque se crió en la Calle el Cristo, en casa de “Paula la estraperlista”. De familia trabajadora, su padre fue durante muchos años camarero del Circulo de la Amistad. A este hombre le delató un compañero y le acusó de una cosa que nunca se demostró, en el sentido de que daba información a la competencia, sobre determinadas ofertas de transporte. Como hemos dicho, eso nunca llegó a demostrarse, pero le hicieron tanto daño estos comentarios, que al poco tiempo fallecía de un infarto. Era una gran persona, sencillo y con oda seguridad muy honrado. En esta ocasión, la empresa que no se atrevía a tomar medidas contra nadie, si se atrevió contra este pobre hombre y le abrió un expediente. Persona que entendían de derecho comentaron que fue desproporcionado el comportamiento de la empresa.


MANUEL LEIVA ZABALA

Manolillo, como todo el mundo lo conocía, fue en fabrica una gran persona y mejor trabajador. Estuvo siempre relacionado con el control de Calidad, y lo único que se le echaba un poco en cara, es que era de una fidelidad total a su jefe, “El simpático Cabo”, como “apodaron” al bueno de Sánchez, que era todo un ejemplo de honradez y entrega en el trabajo.

Manolo Leiva, nacido y criado en San Eloy, ha sido y será un hombre que lleva a Córdoba en sus entrañas, la ha correteado multitud de veces por sus calles y plazas, haciendo tocar a su bandurria, la que puso siempre al servicio de su Ciudad. Si de algo adolecía es que no tenía maldad para bregar en estos ambientes excesivamente cargados de malas intenciones, que muchas veces le sorprendieron en fábrica.


RAFAEL LEIVA CAMPOY (El cartulinas)

Entraría en fábrica en el año 1962, en la sección de Montaje de Cabinas, y allí demostró una capacidad e inteligencia que era poco común, pues los reflejos le salían de su escuálido y alto cuerpo, cual una “expresión nerviosa” más. Todavía hay gente que ha convivido con ellos, que no sabe realmente quien era realmente el “Cartulinas”, si su cuñado Manolin, o él. De cualquier forma ellos respondían los dos al mismo apodo, y en muchas cosas eran como una piña. Hasta para casarse lo hicieron con dos hermanas.

Cuando la jornada de descanso la pasaban en el “canalillo” de la vía de Málaga, se gozaba oyéndolos hablar por ejemplo de la chavala del puesto de caracoles de la Cruz Roja, o de la camarera del bar Ambar. Todo lo magnificaban y hacían a todos participes de sus travesuras y bromas. Disfrutaban mucho con la presencia de Faustino Blanco, del que admiraban su simpático uniforme y su cordialidad. Continuamente le prometían que lo iban a llevar de fiesta y el sonreía simplemente con que se lo dijeran.

El amigo Rafael “El Cartulinas”, tenía un defecto, y es que era muy olvidadizo, seguramente se le ha olvidado pero en el año 1966, le vendí una cámara fotográfica OLIMPUS PEN, por dos mil pesetas, y la segunda “lechuga” nunca la vi. La verdad es que salió de viaje misión y puede que aquello se le olvidara. Muchas veces el “detonante” para que los “Cartulinas” hicieran de las suyas, es encontrarse con personajes irrepetibles como José Cruz, el inolvidable “Pololo”, o el amigo Córdoba, “El toroja”.


JOSE LEIVA (El aprendiz)

Joven que entró en fábrica de las últimas hornadas de aprendices. Entró en Herramental y allí estuvo de aprendiz con Lucas León Simón, que es el que me lo ha recordado esta mañana. Fue un alumno muy aplicado y se hizo profesor de Formación Profesional, en donde se encuentra actualmente. Lucas me ha dado muy buenas referencias de todas sus cualidades. Por otra parte era cuñado de Antonio Espino (+), el hombre que supo ordenar en su prodigiosa cabeza todos los despieces del interruptor MG. En este aparato él y Luís Roldán, “El Chato”, formaron un dúo único, y los miles y miles de aparatos que salieron de esta línea de fabricación, llevaron algo de su dedicación.


MANUEL LEIVA (El bobinador)

Este compañero portador de muy buena humanidad, gran compañero y mejor profesional. Fueron muchas las horas que pasó trabajando sobre las mesas de las bobinas for-fi (todo hecho). En estas mesas, tenía que tirar del rollo, acoplar el cable, igualar con el mazo y poner a medida. Eso una y otra vez, hasta completar la galleta que daba forma a la bobina. Tantas horas de pie y con poco recorrido, pasa factura y así lo hemos visto últimamente agarrado a un bastón. Me han comentado que es hombre de un buen apetito, y que no le hace ascos, al buen comer, especialmente a la morcilla, el chorizo, y cualquier embutido que se precie, sin olvidar los buenos callos.

Tenemos que decir que una de las primeras personas que fabricó este tipo de bobinas, fue José Fernández, (“Pepito Guitarra”), y los delineantes que las diseñaron siempre fueron: Luís Anguis, Ildefonso López, Francisco Pastor y actualmente el yerno de Pedro Osuna. .

Siguiendo con el amigo Manuel Leiva, tenemos que decir que últimamente y dado su entusiasmo por el Real Madrid, posiblemente se mudó a la Avda. de Barcelona, muy cerca del Banco de Santander, ya que ese edificio fue construido por la Empresa de Ramón Beamonde, uno de los últimos directivos de aquel Madrid de Don Santiago Bernabeu.


FRANCISCO LEIVA CAMPOY

A Paco Leiva, se le podía considerar como uno de los hombres que formaron parte importante de la Historia de Aparellaje. Que cerraran esa planta obedeció a criterios globales de las multinacionales, y nunca a la entrega y a la dedicación de profesionales como Paco Leiva.

Llevó con estilo y agrado su cargo de maestro, pues supo entenderse perfectamente con su personal y sus superiores..Tenía amplia mano izquierda. Su talante comprensivo, sus reflejos, y sus dotes innatas de captación le hacían superar posiblemente otras carencias que quizás no tuvo por estudios. Tuvo la humildad suficiente para saber aprender incluso de sus subordinados y de muchos de sus colaboradores.

Durante el tiempo que ejerció como maestro de la sección de Montaje de Cabinas, tuvo a grandes colaboradores, y elementos en quien confiar. En primer lugar, tenemos que citar a Manuel Orozco, que colaboró con el en todo momento y fue muchas veces el alma de la Sección.

Antonio Avalos. (+), trabajador muy singular y completo en todos los menesteres, especialmente en la puesta a punto de interruptores DB-25 y 50, así como en el desarrollo y trazado de todo tipo de embarrados, por complejos que fueran. Este correcto trabajador sufrió un percance con motivo de la primera manifestación de protesta que la plantilla de fábrica, realizó en el año 1963, haciendo el recorrido desde la fábrica al Sindicato Vertical, siendo las seis de la tarde, y al pasar por el Cuartel de la Guardia Civil, fue detenido e introducido en el cuartelillo. Advertida la cabeza de la manifestación y los jurados de empresa, lograron que lo soltaran al poco rato. Fue importante la intervención de Blas Pérez Poyato.

También pudo contar con los “Cartulinas”, que eran como de otra madera, por su desenfadada forma de acometer los trabajos y quizás lo más fundamental por su juventud y capacidad de resolución. Cuando sacaban a colación los “Mariscos de Casa Rafalito”, todo el mundo estaba de enhorabuena. Con su juventud y ocurrencias daban un nivel de broma simpática en aquellos puestos de trabajo.

José Casas Luque, de los más eficientes y profesionales de la sección, y también de los más veteranos, no ya por edad pero si por antigüedad en la fabrica. Antonio Prieto, le llamaba cariñosamente “El rey del Corcho”, por pertenecer su señora a la familia que era dueña de esta fábrica en la Fuensantilla.

También contó con Antonio Toledo, profesional que dominaba toda clase de montajes y fue destinado por sus conocimientos a los desplazamientos al exterior. Era hombre extrovertido y muy arraigado en las cosas de Córdoba, estaba casado con una hija de Rafael Martínez, que junto con Rafael Pérez Casas, llenaron toda una época en el Colegio Salesiano, y en la Hermandad del Calvario de San Lorenzo

Unimos a toda esta colección de colaboradores, al amigo Rafael Mora Valenzuela “El Sastre”, por el que Paco Leiva, sentía cierto respeto compasivo. Era el peón de la “globalidad” en la sección, ayudaba a todo el mundo, pero siempre se las apañaba para estar libre. No cabe duda de que su profesión era la de sastre, y que según decía él, allí estaba porque FLOMAR y AMARA, entre otros, habían acabado con la profesión de los sastres.

Otras personas que dieron sabor y categoría a la sección fue sin lugar a dudas, Antonio Prieto, personaje entrañable de la sección por sus ocurrencias y el saber estar perfectamente informado de todo. No en balde su hermano y hermana trabajaban en el desaparecido “El Barril”. Era el mayor de la plantilla y como tal se le adjudicaban faenas de ayudante para que el no se cansara mucho. Estaba casado con una hija de Gustavo, posiblemente el nº 1 de los guardias de circulación de Córdoba, y que por antigüedad, estuvo casi siempre en la puerta de Casa de Minguitos.

Al margen de sus colaboradores y sus relaciones de trabajo, Paco Leiva, siempre demostró un talante de gran cordobés y por tanto apasionado a las cosas de Córdoba, daba gusto oírle hablar de Miguel Reina, (El portero de fútbol), o del Cordobés, con Antonio Jiménez Gutiérrez, otro cordobés irrepetible.


SU AMOR AL ALCÁZAR EL VIEJO

Paco Leiva sintió una tremenda debilidad por su barrio. Se le llenaba la boca de la antigüedad de aquel reducto de la Córdoba antigua, se jactaba de sus casas de vecinos, de sus bares. Muchas veces mencionó a CASA RAFALITO, sus gambas, sus mariscos. Habló del Pisto, y del Tarugo, con sus cochifritos y sus partidos del “Malillón”. Pero en donde era un consumado jugador era en el dominó. Tenía amistad con todo el mundo especialmente con Don Guillermo Romero (+), el párroco, que poco antes de morir y en presencia de él, nos contaba en la puerta de la Iglesia: (1980)

“La festividad de la Virgen de Acá (15 de Agosto), es una fiesta que viene de antiguo. Como Vds. saben allá por el siglo XVI, vinieron a Córdoba los monjes basilios, que establecieron aquí en este histórico barrio, su templo. Estos monjes permanecieron en Córdoba, hasta su marcha en 1835, y ellos rendía culto a la Virgen del Transito, conocida popularmente como la Virgen de Acá. Estos monjes ya quisieron fundar una comunidad cordobesa allá por el año 1586, y el sitio elegido fue el barrio de la Magdalena, este proyecto no cuajó porque hubo otras órdenes religiosas que se opusieron.

Unos años más tarde logran su propósito de instalación en el Alcázar Viejo, en donde recibieron la oportuna licencia del Obispo. El 19 de septiembre de 1590. El flamante monasterio de los basilios, dedicado a Nuestra Señora de la Paz, consigue una rápida proyección, tanto en los fieles populares del barrio como en la ciudad, gracias al empeño de los monjes por impulsar una serie de devociones entre los vecinos, destacándose en especial, la devoción especial de la citada advocación mariana. Todo este fervor se consolidó con la aparición de una hermandad a finales del siglo XVI”.

Esta fue la explicación que con suma delicadeza, nos dio D. Guillermo Romero, en presencia de Paco Leiva, su gran amigo, meses antes de que se muriera, el 5 de septiembre de 1981.

Mientras hablaba D. Guillermo, Paco, asentía en todo con la cabeza, prueba inequívoca de que el entendía perfectamente de que la Virgen de Acá, era parte fundamental del corazón de este popular barrio.

Su cuñado Antonio Austria, “Antonio el Policía”, como le conocemos por San Lorenzo, nos tenía claramente informados de como era su estado, hasta que hace un par de años nos comentó su muerte. Al parecer tenía problemas vasculares y de forma patente en las piernas. Por otra parte, no me extraña alguno de sus problemas y cansancio, pues en su trabajo han sido cerca de 75.000 horas de pie, moviéndose en muy poco espacio, sobre un suelo duro de cemento, soportando todo el peso de su 1.84 mts, de altura y su 90 Kg. de peso. Ante esa situación no hay varices que se resistan. Habrán sido unas 43.000 veces las que ha tenido que subir y bajar unas empinadas escaleras metálicas de 34 escalones, que le comunicaban con la oficina técnica. Paco Leiva, con su andar pausado, su sonrisa entrecortada, representó media vida de lo que fue LA FABRICA DE APARELLAJE, en Córdoba, hoy desgraciadamente desaparecida. A pesar de que tuvimos situaciones lógicas de discusión, jamás perdió su talante conciliador y su comportamiento fue siempre el de UN CABALLERO.

2 comentarios:

Manuel Estévez dijo...

HA MUERTO PACO LEIVA


Podía ser el titulo de cualquier articulo que hablara o hiciera relación de las personas, que día a día y desde su puesto de trabajo, contribuyó a que este país, fuera cada vez más competitivo.

Pertenece a aquella clase de trabajadores, que lucharon para levantar este país durante los años, 50, 60 70 y 80, del siglo pasado.

Lástima de aquel esfuerzo, para que los políticos con sus abusos, se lo hayan cargado casi todo.

Saludos





francisco leiva de austria dijo...

Muchas gracias por lo esctito sobre mi padre, el supo del articulo y se emociono mucho al leerlo recordando anecdotas.

Un saludo de la familia.