miércoles, 25 de mayo de 2011

LA CARACOLADA POR SAN ANTONIO

De pequeños la primera noción que tuvimos relacionados con el nombre del caracol, fueron los póster que en el cine de verano de la calle Alfonso XII, podíamos apreciar y que estaban colocados en ambas paredes del cine. Nuestra madre nos explicó posiblemente el póster más famoso que representaba a Manolo Caracol y Lola Flores, haciendo un recordatorio de cuando en 1947, actuaron y bailaron LA NIÑA DE FUEGO, que consagró a la popular pareja de artistas.




Luego del Caracol seguimos teniendo noticias cuando ibamos a Madrid y por “cordobesismo” solíamos llegarnos a la calle Barbieri, en donde estaba el Restaurante de los Jiménez, (cordobeses), que habiendo quitado la freiduría que tenían cerca de la Plaza de las Tendillas, se marcharon a Madrid, a probar suerte. Recordemos que el hijo mayor del Sr. Jiménez, era el que fue sonado novillero por aquellos tiempos, Antonio Ángel Jiménez, que incluso llegó a tener su propio pasodoble.

Recuerdo que una vez, entramos en el “tablao de los canasteros” propiedad del Caracol, y pudimos ver por allí a Blanquita del Rey, la simpática bailaora del barrio de Santa Marina (zona de la Lagunilla), que allá por los años cincuenta, bailaba como los ángeles por las cruces de mayo, tanto en la calle Tafures, como en la plaza San Lorenzo. Concretamente en aquel año 1957, bailó en la Cruz de mayo, que se puso en la Plaza de San Lorenzo, y que ganó el primer premio, ella iba ataviada con el traje de “flamenca-cordobesa” y el pelo recogido en una “redesilla”, formaba pareja con Rafael Fernández Márquez, joyero cordobés, ubicado en la calle “Tras la Puerta”, (La Viñuela), que curiosamente cambió de acera el negocio, coincidiendo con la fecha de cuando al simpático mudo (barbero), le tocó la primitiva.

Luego seguimos viendo más caracoles que nuestras madres nos comentaban como el que tenía la simpar Estrellita Castro, en su frente y que se lo llevó a la tumba.

OTROS CARACOLES
Otro caracol que nos llamaba mucho la atención a los chavales del barrio cuando éramos pequeños, era el que tenía Virtudes Jiménez, la mujer del “Paquirri” que vivía en la calle el Cristo. Era un caracol que adornaba su frente, y era una continuación del cuerpo exhuberante que poseía esta mujer. Su casa era precisamente la única casa que tenía agua potable. Cuando acudíamos allí mandados por nuestra madres, con el cántaro, el botijo o cualquier “dama-juana”, para comprar agua, ella era la que nos atendía de forma muy agradable, y siempre nos echaba “un chorreón de más” como prueba del buen corazón que tenía.

LOS CARACOLES EN AQUELLA ÉPOCA
Eran los tiempos en que la simpática Fidela, vendía aquellos sobres que contenían las estampas del ladrón de Bagdad. Pero además del “Caballo Roto”, el “186” y “La Alfombra”, eran los tiempos en que nos ofrecía toda clase de tebeos, nos ofrecían la harina de algarroba, las sultanas, las merengas, el paludú de palo, el regaliz, las bolitas de anís, los barquillos, las pipas, los chochos, los polos de nieve, las chufas, las almesas, las pastillas de leche de burra, el chicle y las tabletas de pan de higo de “SIETE CHICAS”, con su almendra incluida. Además de toda clase de tabaco, en el que destacaba el “Bisonte” como el de más lujo, que valía el cigarro a SEIS GORDAS..

El otro día hablando precisamente con Fidela de todas estas cosas, nos recordó el día que en su casa de la calle La Pierna, se metió un toro hasta las cocinas, y que estuvo a punto de subir las escaleras de la segunda planta, justo en el momento en que una vecina bajaba con una olla de caracoles, para obsequiar a los demás vecinos.



Eran tiempos en que por nuestros barrios había mujeres que recorrían las calles (sobre todo en la siesta), anunciando sus CARACOLES GUISADOS, era curioso de que casi siempre lo nenes (estábamos siempre en la calle) le contestábamos MUERTOS Y ESPACHURRADOS. Esta mujer llevaba dos orzas, en una llevaba los caracoles y en la otra el caldo. Era de estatura bajita y se llamaba Adela González, "La chiravita" vivía en las Costanillas. Tenía una hija y un hijo. Su hijo que trabajó de “botones eterno en el Hotel Granada”, le pasó una anécdota cuando apenas tenía 17 años, (Luego de mayor llamado "Pepe Líos"). iba Realejo para arriba y y en la puerta de Casa Novella, se encontró un sobre con TRESCIENTAS MIL PESETAS, y corrió como un poseso para entregarlas en el entonces gobierno civil que estaba en la calle Alfonso XIII. Aquello fue un gesto que le honró y que muy pocos llegaron a entenderlo. Su madre Adela, competía en la venta de caracoles, con Rafalita Jiménez, la de San Juan de Letrán, que llamaba la atención por su delantal al peto, totalmente blanco. Los caracoles se los solían comprar a la “Sorda” la mujer de Rafael Calvo “El Mohete”. Antes el vender caracoles, no era en plan masivo como ahora, que los traen de criaderos. Antes eran gente que se dedicaban al campo como los hijos de la “Demonia” los Ampomo, El Domingo, El Lagarto, El Chaparro, etc. Era cuando se cogían los caracoles en los aledaños del Río Guadalquivir (El Soto) y en las zonas de cardos cucos que abundaban en los puentes que proliferaban en la antigua carretera de Madrid-Alcolea, y en el Rio Guadajoz.

Posiblemente uno de los primeros puestos de caracoles al servicio público que se pusieron en Córdoba, era el puesto de Rafael, “El arropiero” de San Lorenzo, que alternaba “arropías-caracoles-helados-castañas asadas, según fuera invierno o verano. Este puesto lo situaba en la Plaza de San Lorenzo, (detrás de Manuel el jeringuero), pegado a la segunda acacia de la derecha, más o menos en donde en un principio estuvo el buzón de correos, enfrente de la casa de Pedro Pareja. El puesto lo representaban dos ollas de aluminio, una para el caldo y otra para los caracoles. También por aquellos tiempos, se pudo ver un puesto quizás más importante que éste, enfrente del Hospital de la Cruz Roja, (junto a los urinarios públicos) y ya que estaba regentado por la saga de los “Pajeros”.gente que vivían por San Acisclo y el Zumbacón. De allí y desde hace muchos años, aterrizaron en la Magdalena, donde instituyeron un puesto que ganó reconocida fama, hasta considerarse en la actualidad uno de los mejores puestos que existen en Córdoba, dentro del gran nivel que tienen todos.

También los Bares, se hicieron eco de los solicitados que eran los caracoles, hasta el punto de que en todos los bares de barrio, te lo ofrecen como una tapa más, en esos vasos que fueron de los primeros que llegaron de duralex.

La gran mayoría de estos caracoles que satisfacen el enorme consumo que hay en Córdoba, vienen casi todos de una nave que hay cerca del “Valle de los Buitres” (detrás de San Carlos), allí se ve que llegan los tráiles de Marruecos y los descargan en una enorme nave frigorífica.

LOS CARACOLES EN LAS CASAS DE VECINOS
Era tradicional en las casas populares de estos barrios (San Lorenzo, Santa Marina, San Agustin, etc), que al menos una vez al año, se diera una caracolada para todos los vecinos. Se escogía el día DE SAN ANTONIO, para blanquear la fachada y para terminar la jornada con la CARACOLADA. Era la chavaleria junto con alguna persona mayor, los que se desplazaran AL SOTO, o a LOPE GARCIA, (orillas del río) para entre los tarajes, rama a rama, ir cogiendo los caracoles. Con todos los caracoles recolectados, se llevaban a la casa y siempre había vecinas que se ofrecían para lavarlos. Una que se prestaba mucho a esto, era una simpática mujer mayor que le decían popularmente MARIA HIERRO, (María Leiva Remache). Ella hacía esta operación de lavado, un tanto laboriosa (se sacaba agua del pozo hasta que quedaba el enjuage totalmente claro y sin espuma). Una vez lavados, se ponían al sol con su ramita de yerbabuena, esperando a que todos sacaran su gaita. Cuando se iba el sol, se volcaba el lebrillo que los contenía en una olla lo suficientemente grande para cuatro o cinco Kilos de caracoles. Se le cambiaba el agua, y se ponían a fuego lento, en la candela que se hacía en medio del patio, para intentar “sorprenderlos bien gaiteados”. En este momento, la persona que los estuviera guisando, apretaban el fuego y “Los pillaban con la gaita fuera”. Luego se procedía a quitar-la espuma que soltaban en el primer hervor, y se aliñaban, echándole también su correspondiente cornetilla-picante, que era la “salsa” del caldo.

Realizado el guiso, los vecinos se sentaban alrededor de la candela que lógicamente se había hecho en mitad del patio, y todo el mundo a tomarse su taza de caracoles. En el reparto, todo el mundo aportaba “sus vasos” y la variedad era muy variopinta. Unos aportaban un tazón, otros un vaso metalico, otros vasos de cristal, otros una jarra e incluso otros, el simpático jarrillo de lata, tan abundante en aquellas épocas y que se obtenía a partir de la lata vacía de la leche condensada.

Había algunos que aportaban un poco de pan y los mayores solían ir a Casa de Matías, (Bodeguilla) a por dos pesetas de vino (tres cuartos de litro), y se lo bebían a medias los mayores. Si pasaba o llegaba algún vecino de la calle, también se le invitaba a su ración de caracoles.

Había gente que lo que más le gustaba era el caldo, precisamente por su sabor a “cornetilla”, y porque decían que era “afrodisiaco”.

Hoy hablando con el legendario arenero, “El Negro” (José Lesmes), de la calle los Ciegos de toda la vida, me ha dicho que se echa mucho de menos, aquellos encuentros vecinales, con las caracoladas, limpiezas de fachadas, etc. Era otro estilo de vida, que desgraciadamente se ha perdido, como tantas cosas buenas de aquellas épocas. Hoy se muere la gente y el de al lado, ni tan siquiera se entera.

CARACOLES EN LA GUERRA
De los muchos ratos que se pasaba en aquellos tiempos 1965-1970, en los periodos de asueto que echábamos sentados en el canalillo de la puerta de la fábrica (Westinghouse), (que era el feudo de trabajo de Faustino Blanco Medina). Todos los días en el rato de bocadillo se montaban unas tertulias en las que recordaban cosas muy sabrosas. En aquella ocasión Fautino y Enrique de la Rosa, veteranos de la pasada guerra, nos obsequiaban con las anécdotas que vivieron en aquel frente de Pozoblanco, que durante tanto tiempo estuvo estabilizado. Curiosamente cada uno estaba a un lado del frente, y comentaban que allí coincidieron por un bando y por el otro, gente de Sevilla, de Málaga, de Córdoba, y de distintas partes de Andalucía. Pero ellos, los que estaban a ambos lados, se llevaban de forma pacifica y se intercambiaban productos que pasaban de un sitio para otro con total naturalidad. Nos contó Faustino, que un día, un tal Aranda Rodríguez, que era de la zona de Alcolea (Córdoba), y antiguo vecino de los Mellis (Eduardo y Mariano, Sánchez Cerezo), se había entretenido en recoger caracoles de una zona de cardos cucos que había cerca del frente, y se empeñó en hacer un gran guiso. (había tiempo para todo), La mayoría de los frentistas, empezando por los malagueños, no les apetecían ni tenían experiencia de caracoles. No obstante el amigo Aranda, llevó adelante su guiso, y fueron probando por tocas, y la verdad que la mayoría (según nos refirió Enrique de la Rosa), repitió sobre todo el sabroso caldo. Fue un guiso de caracoles que compartieron en una de aquellas tardes-noches del mes de junio, de estabilidad de aquel frente, en donde se intercambiaban además del tabaco, el papel de fumar y hasta el jabón de afeitar.

CARACOLES EN LA HISTORIA
En la película Espartaco, se nos recrea una escena entre Craso (Lawrence Olivier) y el esclavo Antonio (Tony Curtis), en la que el poderoso romano trata de seducir en el baño al joven y bello Antonio, con el famoso comentario de “que prefieres conchas o los caracoles”. Esta escena con los caracoles como protagonistas se convirtió en la más famosa de la pelicula, que incluso fue censurada.
También Miguel de Molina, nuestro "cantaor del exilio", protagonizó algunas peliculas en donde el "Caracol", era simbolo para el titulo y la imagen de la artista que lo representaba. El mismo solía llevar un caracol en su frente.
D. Manuel Nieto Cumplido, en su libro sobre la historia de Palma del Rio, nos cita que el rey-poeta Al-Mutamid había pasado por Palma, y había detenido su ejercito en el cerro de Belén, en donde le habían cocinado un guiso a base de conejo y caracoles, según se desprende del hallazgo arqueologico descubierto en 1969, en que se puso a la luz un antiguo hogar de cenizas sepultado por la erosión a un metro y medio del nivel del cerro en ese lugar. Ya la maquinaria de desmonte había arrasado casi un cincuenta por ciento del hogar y al día siguiente hubiera quedado totalmente destruido. Se procedió a remover las cenizas y comenzaron a aparecer pequeños trozos de un plato de ceramica vidriada de reflejos metálicos hoy guardado en el Museo Arqueologico de Córdoba, que, además tenía una inscripción en árabe, posteriormente traducida por el profesor y arabista D. Manuel Ocaña Jimenez. Del plato se recuperaron dos terceras partes, mezcladas con huesos de conejo y abudantes cascaras de caracoles pequeños. Se había descubierto un menú real del siglo XI., en el que aparecen los caracoles guisados como menú de excelencia.

CARACOLES EN EL CANTE
Hablando con un gran aficionado al cante, este me decia: “las coplas que se cantan con los caracoles, son de escaso valor, son pura coba de los cantaores profesionales, a los aficionados de fuera de Andalucía, por la buena acogida que les dieron cuando pudieron comunicarse con nosotros y recibirnos, sobre todo con el ferrocarril. Es un estilo de flamenco perteneciente al grupo de las cantiñas y que musicalmente está muy próximo a mirabrás y a las alegrías. Tienen una métrica parecida a la "soleá”.

Se le denomina caracoles, porque es el estribillo que a modo de exclamación se menciona repetidamente.

En el ejemplo que presentamos se puede comprobar algo de lo que decimos.

¡Cómo reluce
la calle de Alcalá, cómo reluce
cuando pasan por ella
los andaluces!
Antes de que te olvide,
Manuela Reyes,
se secará la fuente
de la Cibeles.
¡Caracoles! ¡Caracoles!
Mocita, escucheme usté
Son tus ojitos dos soles,
¡Vaya bonita y olé!

Posiblemente el éxito de los caracoles esta, en que al igual que el toreo de el Córdobes, no era aceptado por los puristas, porque decían que no era ortodoxo, pero por el contrario le gustaba a casi todo el mundo, aficionados o no. Con los caracoles pasa algo parecido, le gusta a todo el mundo. Por eso los profesionales lo incluyen en sus recitales.

D. Antonio Chacón, fue el cantaor que le dio más personalidad a este palo, dándole su sentido dicharachero a lo gaditano, como reflejo final de luminosidad y ganas de vivir. En Córdoba, y en su FESTIVAL DE CANTE JONDO, han destacado en este palo, Luis de Córdoba, que ha sido el cantaor que más veces se llevó el premio en este tipo de cante. También Manuel Espejo Jiménez, el “Churumbaque”, se ha llevado varias veces este premio.

CARACOLES EN EL MAYO CÓRDOBES

Un responsable de Turismo del actual Ayuntamiento de Córdoba, nos comentaba el otro día, que la facilidad del AVE, está haciendo que cada vez sean más los madrileños que se desplazan a Córdoba, para saborear los exquisitos caracoles, que se le ofrecen en nuestros magníficos puestos, que han crecido en los últimos años como la espuma. Nos dicen que el récord (¿), de venta en un día, lo tiene el PUESTO DE LA MAGDALENA, que según parece en un día de patios, tuvo un consumo próximo a los 1500 Kg. El Mayo cordobés, además de la Mezquita-Catedral, las cruces, los patios y la feria, tienen otro atractivo para los que nos visitan y que son los CARACOLES GUISADOS. Afortunadamente nuestros puestos todos por lo general, tienen fama de limpieza y calidad comprobada.

lunes, 16 de mayo de 2011

EL DESEO DEL "CACHAS NEGRAS"

En este mundo lleno de disputas e intereses encontrados, todos los días surgen noticias que llenan de importancia los medios de comunicación. Tanto la televisión, como la radio y los periódicos, se comportan diariamente como LA VOZ DE SU AMO, en el terreno de la politica. Luego resaltan las informaciones que forman parte de la vida de los ciudadanos, por su fama, notoridad y eco que representan en la sociedad. Pero para lo demás montan unas tertulias, a base de tirarse los trapos sucios unos a otros, inventando a veces historias rocambolescas, todo ello representado en escena, con gente que no demuestra tener muchos escrupulos, sobre todo cuando quieren meter a todo el país en el fango de sus opiniones.

Ultimamente han sido la muerte de Severiano Ballesteros, los triunfos del Barcelona, los goles de Ronaldo, el terremoto de Lorca, los problemas de la Campanario, la disputa de los Ortega Cano con los Mohedano, etc. etc. Y siempre teniendo como en reserva, a la llamada “Princesa del Pueblo”, para llenar cualquier hueco que haya en nuestras vidas. Nunca los medios de comunicación estuvieron tan “poblados” de gente para decir una misma cosa, o debatir una simple tontería. Los hay oportunistas, descarados y vividores que no tienen ningún incoveniente en mostrar y arrastrar sus trapos sucios, por cualquier “escenario que se preste”. Da igual que sea hombre o mujer, pero esta sociedad de consumo, lo acepta todo, aunque a la larga la mayoría de las televisiones, nos cuesten a todos un dinero que no tenemos.

La sociedad está inmersa en una vorágine de “politicos” en donde los valores que privan para ellos, son sus egoismos y los intereses partidistas. La democracia da la sensación de que no habla nada más que de votos y de campañas electorales. Unos son los buenos y los otros son siempre los malos, y la sociedad aguanta todo lo que le echen y se agarran a esos medios de comunicación, que por otra parte ya hemos dicho que pagamos todos, porque no se tiene otro horizonte cultural. Para nada, trascienden la vida, el sufrimiento e incluso la muerte de muchos trabajadores anónimos, que en el día a día, llenan nuestras calles y que la sociedad en general trata como si fueran simples adoquines rotos de cualquier calle.

“EL CACHAS NEGRAS”

Rafael García Gil, falleció recientemente y nadie se ha hecho eco practicamente de su muerte. A su entierro asistieron escasamente 5 ó 6 personas incluidos los empleados de la funeraria. Ha muerto despues de una vida de trabajo y cuando practicamente acababa de jubilarse. En su casa humilde de la calle los Ciegos, solo tuvo el aliento y el cuidado final de unos sobrinos, que le medicaron y le asearon. También contó con el apoyo popular de sus vecinos, que le respetaban y apreciaban entre otras cosas por “Nos pintaba todos los años la fachada de la casa”. Después de sufrir, él solo pudo saber lo mucho que lo hizo, se marchó sin dar un ruido y sin que la mitad de los que le conocieron apenas se enteraran. Y es que él, no hizo nada más que trabajar, de forma sencilla y honrada toda su vida.

Rafael García Gil, vivió la mayor parte de su vida, en la calle Roelas, nº 4. Realmente su callejita (la estrecha), se le llamaba “La Calle de la Potaja”, porque allí vivieron una familia a los que se les apodaban “Los Potajes”.. Vecino suyo de la casa de al lado, era “Manitas de Plata” (Antonio Toledano), este era dueño del Bar Flor que existía por aquellos tiempos en Cercadillas y era un bar atrevido para aquellas épocas. Lo de “Manitas de Plata”, se lo decían a este hombre porque era un consumado artista en el juego y manejo de las cartas. Su mujer Juana, era la que financiaba a las populares vecinas del barrio en forma doméstica con “Dineros al Cordelillo”, que por aquellas épocas venía muy bien. Además Antonio Toledano, tenía una hija que por aquellos tiempos nos parecía algo fuera de lo común por su tipo y belleza, hasta tal punto que le llamábamos la “Legionaria”, (Rafi Toledano), y todo fue porque al ser un poco mayor que nosotros, la vimos un día en compañía de su amiga Loli Marin, que eran cortejadas por un par de jóvenes legionarios, que por aquellas épocas inundaban nuestra Semana Santa. El simpático “Cachas Negras”, ayudó en la mudanza a “Manitas de Plata”, cuando a mediados de los sesenta se marchó a vivir a la Huerta del Machaco.

La familia de Rafael García Gil, la componían sus padres y tres hermanas. Rosita, Justa y Mari. Todos fueron grandes trabajadores, y se dejaron muchos sudores en labores diarias para los demás. El “Cachas Negras”, era el tercero de sus hermanos, y el cargó simpáticamente toda su vida con el apodo que cariñosamente le puso D. José María Izquierdo (salesiano), cuando allá por los años cincuenta, (era casi un niño), se le podía ver por el patio de los eucaliptos del colegio, jugar en pantalon corto al fútbol, pegando aquellos despejes aparatodos en forma de “tijereta”, que hasta los mismos eucaliptos del patio se estremecián. Estos despejes al balón eran tan espectaculares, que parecían más de circo que de fútbol. Dicha “tijereta”, según él, dijo que la aprendió de un tal “Pimpe-Alicates”, que recorrió esos campos modestos de Córdoba, haciendo aquellos despejes tan extravagantes (que mandaban el balón a las nubes). Por cierto que este “Pimpe” entró a trabajar en Westinghouse, en donde se jubiló con un ERE, al parecer legal. Hasta hace poco se le ha podido ver por el bar SIBONEY de Valdeolleros.

Rafael García Gil, tenía el brazo izquierdo un tanto tullido a la altura del codo, como consecuencia de una lesión que se produjo en la caida de un balcón. Éramos pequeños y estaba de moda el heroe de las peliculas “Satan”. El como tantos chavales quiso probar un salto desde el balcón de la casa del “Niño Dios” y dejándose descolgar al grito de “Satán”, cayó de forma inesperada y casual en el hombro de un hombre que pasaba por debajo y el rebote final, le hizo caer de mala postura, hasta “partirse el codo”. Posiblemente una escayola mal puesta, le condenó el brazo a estar encogido para toda su vida.

Y es que era muy travieso de joven, ya que no le faltaban arrestos para acceder al tejado del portalón de la Iglesia (San Lorenzo), para recoger los trompos y pelotas que se tiraban. En una ocasión y sin contar con apenas nadie, subió por la torre y accedió al citado tejado por un agujero que estaba al ras de las tejas. Entre procurar que no lo vieran desde la calle se le fue el tiempo y cerraron la torre y la misma Iglesia, quedando encerrado dentro de la torre. Al fin pudo forzar la cerradura de la torre pero le fue imposible salir de la Iglesia, por lo que optó, subir de nuevo al tejado del portalón y desde éste “saltar a la acacia” que estaba proxima al puesto de melones, y dejarse caer encima del montó de cocas ante la sorpresa de la gente y el jolgorio de los demás chavales.

Despues del Colegio Salesiano, en donde hizo la Enseñanza Primaria, se colocó a repartir vino para un tal Zamoranos, que tenía el almacén en la calle Santa María de Gracia, justo enfrente en donde antaño estuvo el desaparecido convento del mismo nombre, y que anteriormente y allá por el año 1478, fue casa de vecindad nada menos que de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.

Su afición al fútbol, estaban en razón inversa a sus cualidades para practicarlo. Es decir que al no tener cualidades fisicas para jugarlo, lo amaba apasionadamente. Durante mucho tiempo, en el mismo Colegio, realizó labores de árbitro y linier, formando equipo con el Figueroa, El Tarta y El Carioco, eran tiempos dificiles para pagar árbitros y el Colegio se apañaba con estos intrépidos aficionados, que muchas veces se jugaban hasta el fisico. Afortunadamente en aquella época había equipos como el Andaluz, el Amparo, los Once Valientes, El Locomotora, El Calatrava, El Calerin, El San Antonio, La Verdad, El Cañero, La Cooperativa Ferroviaria, etc. etc. que muchas veces dieron muestras de formalidad y deportividad.

La afición al fútbol le ocupó practicamente toda su vida, fue un gran seguidor del Córdoba, y con una serie de aficionados formó el grupo “FOROFOS DEL CORDOBA CLUB DE FUTBOL”, con sede en el Bar Larra, de la Avda. Obispos Pérez Muñoz. Con este simpático grupo siguió y aplaudió al Córdoba, por muchos campos de España y Andalucia. Para todo era un entusiasta desinteresado. Amaba al Córdoba CF., y a las cosas de Córdoba.

Muy joven aún y en su constante busqueda por la vida, se metió a Fraile (Hermano Fosor), de esos que se encargan de los cementerios en Guadix. Fue sencillo hasta para esto, pero a pesar de ello, no pudo evitar presentarse una vez en San Lorenzo, en pleno verano, vestido de fraile y echando bendiciones a toda la gente que ocupaba las mesas de los veladores de Casa Manolo. Los más gamberros, estuvieron a punto de echarle al pilon de la fuente, que por aquellos tiempos aún estaba lleno de agua. (1963).

Después de todas estas probaturas se metió de pintor con los famosos “Maños” que curiosamente tenían las oficinas-taller en la calle de La Banda (hoy Calvario), donde antaño tenía el taller de zapatería el “simpático” Antonio Mejias, hombre del barrio, que además de zapatero, fue boxeador, terminando por ser masajista y utillero del Córdoba CF., Este Mejias, se mudó al barrio de Cañero, en la tercera calle, (Pintor Muñoz Lucena), (1952), en una zona de la calle en donde su hijo Joaquín, puso una tienda de deportes,. Años despues y en la acera de enfrente se empezaría a gestar el “Imperio de Sandokan” (Rafael Gómez), El bueno de Mejias, enseñaba con mucho orgullo una foto que se hizo con Alfredo Di Stefano, con ocasión de aquel famoso partido celebrado en Córdoba en el que el Real Madrid nos venció por 12-6. (1954,).. El se jactaba de que le había regalado unas botas que le había hecho personalmente a la “Saeta Rubia”. Este partido se celebró con motivo de la PRIMERA SEMADA DEPORTIVA que organizó el Ayuntamiento de Córdoba, presidido por D. Antonio Cruz Conde, la entrada para los infantiles costó DOS PESETAS DIEZ CÉNTIMOS. (los 10 céntimos eran para el llamado futbol modesto).

Con estos pintores, los “Maños”, estuvo bastante tiempo, ejercitando la pintura de brocha gorda. Más tarde se colocó con Paco Espinar, en donde permaneció, también unos pocos de años. Al cabo del tiempo y cansado de trabajar para los demás, decidió trabajar en plan autónomo y se dedicó a pintar por su cuenta. Era muy normal verlo trabajar por el barrio, en donde pintó imnumerables fachadas. En todo momento su trabajo, lo hizo con seriedad, honestidad y profesionalidad. Era comprensivo y educado en su forma de expresión. En una ocasión le pedí presupuesto para que pintara la fachada de mi comunidad, y al darme el precio me dijo: “Me lo podeis pagar en tres o cuatro veces”, para mi lo importante es que no me falte el trabajo”

Un día me paré con el en Casa Millan (San Juan de Letrán), y me aceptó una cerveza, aunque dijo: “Tuve que dejar de beber porque al estar siempre solo, me hizo perder toda relación del orden y me pasaba del limite, y había algunos que solían aprovecharse de mi.”.

Esta conversación fue a finales del 2010, y siguió diciendome. “En este trabajo me he llevado muchos chascos, y gente que no me ha pagado, pero el tio con más cara con el que yo me crucé en mi vida, fue con un tal Savan. Lo conocí estando trabajando en El Circulo de Labradores, en donde era un cargo importante en el Bar, luego sé que tuvo lo de SAYMO, que también fue dueño de TERSERSA, tuvo algo de aguas LANJARON, y creo que también llegó a fabricar un tabaco de contrabando, cuya marca era “EL GORRION”. Me había encargado varios trabajos y tuve algunas dificultades para cobrarlos. Un día me pidió que le pintara el local y la fachada de lo que fue la antigua SAL DUERNAS (Calle Almonas), y en vez de pagarme con dinero, me enrolló de tal forma, que me pagó con ACEITUNAS PARTIDAS Y DE LEJÍA. Vamos con elementos de esos pocas veces te encuentras en la vida”.

SE CONFORMABA CON POCO

A principio de año, me lo encontré en la Venta Bartolo, (San Lorenzo) y le invité a que se sentara, haciendolo con reservas, pero me dijo de antemano que no quería beber alcohol. Entoces yo le pedi un vaso de Casera para él y entablamos una amena conversación. Ya estaba él malo, se le intuían unos sintomas que le tenían preocupado, y hablando de esto me dijo: “Señorito, yo a lo único que aspiro en esta vida después de jubilado, es “PODER ENTRAR AL WATER CON NORMALIDAD”. Ese fue el preambulo de una tremenda enfermedad que lo quitó de la circulación en cosa de unos meses y se lo llevó con la mayor discrección del mundo. Menos mal que según los vecinos se encontró dentro de su tremenda soledad a dos sobrinos que lo cuidaron hasta su nuerte. “El simpático Cachas Negras”, no fue famoso, no jugó nunca al golf, no fue torero, ni futbolista, ni perteneció a la corte de la “Princesa del Pueblo”, ni a ninguno de sus adlatares que la rodean, pero si fue un trabajador incansable, honesto y sencillo como tantos otros que día a día luchan con sus horarios, soportan a sus jefes y todo ello más bien con unos sueldos escasos, para levantar este país llamado España.


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sábado, 7 de mayo de 2011

MEMORIA DE CÓRDOBA


EL PIANILLO DE LA COJA


La simpática empresaria del “Pianillo la Coja“ era una mujer muy singular. Paseó por aquellos años 1945-1965 su pianillo por toda Córdoba, pero en especial por los bares de élite de aquellos tiempos, como eran las cafeterías: Chastang, Dunia, Gran Bar, La Perla y cómo no, las zonas en donde se encontraban el Circulo Mercantil y Labradores. De vez en cuando hacían una “tourneé” por los barrios más típicos y populares de Córdoba, y por ello le pudimos ver junto al pilón de San Lorenzo. Los bailables que a golpe de manivela salían de las tripas del organillo, eran dulces y pacíficos y nada tenían que ver con las discusiones habituales y a diario, en las que estaba enfrascada habitualmente la “Coja”, con su marido.

Hablar del “Pianillo” es hablar de antiguo pues allá por los años VEINTE las jóvenes de Córdoba les pedían “permiso” a sus padres para poder “encerrar el pianillo”. Luego las madres se encargaban de decirle al que apagaba los faroles. “Apague Vd. el gas de la farola después de dar la ronda”, de esa forma las jóvenes tendrán mas tiempos de disfrutar de la música del organillo”. Y es que a la juventud siempre le gustó el baile y la diversión hasta que el cuerpo les aguantara.

En Córdoba, por los años 50, se juntaron dos pianillos que además de hacerse la competencia, generaban graciosas anécdotas. En primer lugar la pequeña historia de la carrera que se pegó la coja y su pianillo, cuando casi fue embestida por el Puente Romano, por un animal de esos que tiene cuernos (1953). De aquella situación salieron hasta refranes.

También era una escena típica de la “Coja”, coger la muleta y arremeter contra el “miembro colgante” del borriquillo que tiraba de su carrillo musical. Al parecer este noble animal, sobre todo cuando sonaba el pasodoble de “España cañí”, se le subían los vientos, por lo que se le enervaba el miembro que le colgaba a modo de un badajo de campana en grado superlativo. La verdad era que el borriquillo y su “miembro colgante” presentaban una escena un poco estrafalaria en plena Tendillas, que no tenía nada que ver con la dulzura posible de la música. Y esto no le gustaba a la simpática “Coja”, y por ello arremetía contra el “miembro colgante” muleta en mano, para normalizar aquella ordinaria “vergüenza”.

LA AVIONETA Y LOS MIRONES

La “Coja” traspasó el pianillo a un tal Juan “El pelirrojo”, que provocó el primer ERE, en el sector de la música ambulante y cambio totalmente su personal. Apareció por allí un tal “Ramples”, que lo mismo tocaba el “pianillo” que tocaba en las norias el “chichi pun”,“chichi pun”. Este hombre era muy simpático y aprovechando en una ocasión que apareció por San Lorenzo con el pianillo, le preguntamos: “Ramples”, ¿por qué os ponéis en la Tendillas, en vez de en la acera del Gran Bar como era tradicional, y lo hacéis en la acera de la Telefónica?”. “Muy sencillo”, dijo Ramples, “es que siento problemas de PRÓSTATADA, y tengo que estar muy cerca de los urinarios de caballeros, para bajar continuamente a mear”.

Y era verdad que cuando el pianillo se ponía en esa acera, daba la impresión de que tenía mucha aceptación, pues se veían algunos “aficionados” alrededor del pianillo. Pero el que nos sacó de falsas interpretaciones fue el propio “Ramples”, que nos dijo: “Que va, esos eran "mirones," que estaban pendientes más de la gente que “bajaba” a los urinarios, que de lo que tocaba el “pianillo”. De esta forma esperaban la oportunidad de ver algún “miembro” mientras meaban. Por lo demás esta costumbre era también habitual en los aledaños de los servicios de la estación de ferrocarriles.

Al “pelirrojo” (Juan), que se quedó con el “pianillo” le fue viento en popa con el negocio, eran los años de 1992. Incluso su hijo prosperó bastante, pues en el año 1993, se quedó con un restaurante en la zona antigua de Córdoba, (Casa Pepe), que precisamente fue visitado por Juan XXIII, poco antes de ser nombrado papa. Al hijo del “pelirrojo” se le empezó a conocer en el sector de la hostelería con el nombre de “El aviador merluzo” pues nada menos que se compró una avioneta de segunda mano, para poder ir diariamente (según decía él), a por la “merluza” fresca para el restaurante. Tamaña pirueta de piloto resultó poco menos que una especie de locura. Por lo que la avioneta, el restaurante y la merluza, se fueron al garete.

EL OTRO PIANILLO


Westinghouse 1960-1980

El Pianillo como se le llamaba a esta calculadora era utilizada en fábrica por personas muy concretas en aquellos tiempos. Una de las primeras personas a la que vi utilizar con “soltura” esta calculadora fue al Jefe de presupuestos Sr. Roldán “El Volteretas”. Este hombre con la ayuda de esta máquina cuadraba al céntimo cualquier coste o presupuesto. Aunque bajito de estatura era un enorme profesional. Con su máquina de calcular formaban un dúo de primera categoría, y era una garantía de eficacia.

También esta máquina era utilizada frecuentemente y con buen rendimiento por Antonio Fuentes Parras, excelente profesional y persona. A él le tocó calcular prácticamente todos los SALARIOS DE CALIFICACIÓN, en aquel río de bajas anticipadas que por aquellos años hubo en Cenemesa (1965-1978), curiosamente se tuvo que calcular hasta su propio SALARIO. Desde siempre el se encargó de los que se jubilaban, y de alguna manera se consideraba su ángel protector. Por aquellas fechas, los trabajadores se jubilaban a los 65 años, incluso había algunos que no se marchaban “hasta que no entre mi hijo”, caso del educado Sr. Brox, y el bueno de Faustino Blanco. A todos estos jubilados la fábrica les pagaba un complemento, que lo cobraban incluso las viudas.

Otro gran profesional en la utilización de esta dichosa calculadora, fue Aurelio Sepúlveda Mora, posiblemente fue de los más hábiles en el manejo del simpático “pianillo”, y lo tuvo que emplear mucho cuando trabajó en Presupuestos, de haber existido una competición de habilidad en el uso de esta máquina, no cabe duda que el amigo Aurelio, hubiera sido un gran vencedor. Al final de su carrera profesional, terminó en el departamento de Caja, colaborando con el cajero Francisco Fernández Pérez, de la calle Almonas de toda la vida.

Aurelio Sepúlveda Mora se sentía muy orgulloso de sus “Margaritas”. Cogió durante cinco años su autobús en el Bar Playa, para que le llevara a la Universidad Laboral. A pesar de estar un poquito “gordito”, tenía una agilidad asombrosa para jugar al fútbol que lo hacía y muy bien por cierto.

José Roldán Moreno, el simpático “chato” de la calle Mancera, era un experto en temas de cálculos y ofertas, para lo que siempre utilizó y muy bien, el simpático “pianillo”. Tenía una caligrafía y expresión numérica, muy bonitos. Se sentía orgulloso porque le decían con frecuencia, que tenía “letra de banco”. El fue el profesional que valoró los tiempos, de la mayoría de ofertas que se hicieron en fábrica durante los años 65-85.

ALGO DE MEMORIA HISTÓRICA

En el año 1977, D. Manuel Jaén Lacalle (sobrino de D. Antonio Jaén Morente), fue Director de Recursos Humanos de Westinghouse, y fue presionado por los americanos que ya abundaban en Casa Central de Madrid, para que elaborara una lista “Low Perfomance”. Los americanos querían tener una especie de bolsa del personal supuestamente “sobrante”, para confeccionar sus expedientes de reducción de plantilla, lo que hoy se llaman ERES. Aquella relación se hizo con criterios totalmente subjetivos y se pudo ver que en la bolsa de “supuestos prescindibles”, había un montón de grandes profesionales y mejores trabajadores. La venganza, el odio y la antipatía, se habían erigido en criterios principales para aquella “valoración”, por parte de la mayoría de los jefes. Quizás los jefes actuaron como al grito de “sálvese el que pueda”, sin pensar en otra cosa. La verdad es que había mucha incertidumbre.

Ante esta barbaridad, el Sr. Jaén, nos pidió que nos desplazáramos a Madrid, (Juan Arjona y yo), para analizar con él, aquella dichosa lista. Estuvimos toda la mañana en su despacho, al que por otra parte no hacían nada más que merodear los americanos, y pudimos comprobar que la lista hacia aguas por todas partes, y es que no se había elaborado de acuerdo a unos mínimos criterios objetivos. Ante la barbaridad de la relación, el se limitó a hacer un informe complementario, para quitarle “rigor” a la misma.

Terminada la jornada y como teníamos el TALGO de vuelta a Córdoba para la seis de la tarde, nos invitó a comer. En esa comida estuvimos, El Sr. Jaén, un tal Durán, Arjona y yo. Por cierto fuimos a comer al restaurante de los Jiménez en la calle Barbieri, y pudimos ver que allí estaba el ex-torero Antonio Ángel Jiménez, como siempre en plan de señorito, mientras su hermano Pepín (antiguo jugador del Nazaret) era el que atendía la barra del bar y el servicio, con la complacencia del padre.

Allí, ya más relajados nos dijo: “Ya veréis si esa lista está hecha con poca cabeza, que el segundo en las lista para despedirlo, es nada más y nada menos que “Pepito Guitarra”, un trabajador que lleva tanto tiempo como yo en la fábrica, y lo ha dado todo por ella.. Recuerdo todavía que incluso lo tuve de compañero cuando en tiempos de la guerra civil, nos pusieron a los dos a trabajar en un torno revólver, haciendo casquillos y tuercas para las espoletas de bombas que se fabricaban para el ejército de Franco.”

Al hablar de la guerra, yo de momento me acordé de su tío, e inevitablemente le pregunté:”¿qué relaciones ha mantenido Vd. Normalmente con su tío D. Antonio Jaén Morente?”

Él me contestó:

(Palabras de D. Manuel Jaén Lacalle:)

“Desgraciadamente hemos tenido poco contacto, solamente nos escribíamos una carta de vez en cuando. Siempre me pedía que le contara cosas de Córdoba. De cómo progresaba la ciudad, de cómo mejoraba. Me preguntaba por todo. Cuando vino en el 1954, yo no pude estar en el recibimiento de la “Taberna el Tablón”, pero si fui a recogerlo en un taxi cuando terminó aquel emotivo acto. Ya en mi casa, y después de comer, alguien habló con su viejo conocido Eugenio Corell, para que le enviara su “Duquesito” y así poder hacer el recorrido por Córdoba que AJM, había deseado hacer. La verdad es que mi pariente no podía apenas caminar y menos ver a la distancia, por su galopante diabetes.”

“En el coche de caballos, íbamos con él cuatro personas, Rogelio Luque, Rafael Castejón, Eugenio Corell y yo. Una vez montado en el coche de caballos, fuimos a Santa Marina, allí, de forma irónica le dijo, quiero recordar, Rafael Castejón.:

-¡D. Antonio!, ahí ha llegado de párroco un cura nacionalista que ha venido desterrado, del país vasco. Se llama D. Martín Arrizubieta.

El por toda respuesta contestó: “Yo siempre he estado por el Regionalismo, pero dentro de un conjunto fuerte y potente que es el Estado de todos. En cambio los nacionalismos están por la rotura total con el Estado. Yo, nunca estuve de acuerdo con ello.

Más adelante y al encarar la calle Mayor de Santa Marina, volvió a decir creo que Luque:

-¡D. Antonio!, si hubiera Vd. Visto esta calle el día del entierro de Manolete, era impresionante. Las calles llenas de gente, y que la mayoría daba la impresión de que todos estaban enlutados. Además todos los balcones se encontraban con crespones negros en clara señal de duelo. El torero, era muy querido en este barrio. Incluso ese centenario fresno de la esquina de la farmacia, estaba lleno de chiquillos hasta la copa, que no se querían perder detalle alguno del paso del entierro por esta calle.



-D. Antonio contestó: “Manolete, con la enorme categoría humana que tenía, lo buena persona que era, tuvo que ser querido por todo el mundo. En aquellos tiempos, de odios y recelos, él fue el mejor embajador que tuvo España en Hispanoamérica. El nos dignificó a todos.”

Al llegar a la Plaza de la Lagunilla, fui yo el que le recordé a mi tío que aquel monumento se había levantado en la Plaza en que transcurrió la niñez del torero. Nos bajamos todos del coche de caballos y apreciamos el bonito monumento que llevaba poco tiempo inaugurado. Pudimos apreciar que D. Antonio, no se perdía detalle alguno del jardín, el busto o el entorno de plantas que le rodeaban, incluso de las palmeras.

Montados de nuevo en el coche de caballos subimos por la Cuesta del Colodro, para salir a San Cayetano. Allí el profesor de Historia, hizo un recuerdo del episodio de la conquista de Córdoba en 1236, (29 de junio), en la que intervino de forma decisiva el tal Álvaro Colodro,

Ya en la Avda. de Obispo Pérez Muños, recordó la simpática calle Solariega, en donde llegó a tener una casita su socio de la librería Iberica de las Tendillas. También recordó que Solariega fue el nombre que tuvo la constructora benéfica que auspicidada por el Obispo D. Adolfo Pérez Muñoz, hizo unas cien viviendas para los trabajadores en Córdoba, (San Cayetano, El Marrubial y Carrera de la Fuensanta) y que fueron inauguradas por D. José Manuel Gallego Rocafull, canónigo Lectoral de la catedral de Córdoba, exilado despues de la guerra civil en Mejico.

Más adelante, y antes de llegar a la Torre de la Malmuerta, quedó impresionado por la alta cruz negra que colgaba del edificio. Un tanto perplejo comentó:

-Espero que esa cruz, represente también los sufrimientos de los muchos españoles que tuvimos que abandonar nuestro país y refugiarnos practicamente en el aire, a veces sin respiración del exilio.

-Nada más pasar por debajo del arco de la Torre, dijo:

-Cuántos cordobeses saben, que este maravilloso rincón, con la Torre Malmuerta, Casa Paco Acedo, la fábrica de Chocolates Gran Capitán y la herrería de Mariano el Cojo, está representado en un mosaico de la Plaza de España de Sevilla. Aquello, fue un empeño de unos cuantos cordobeses, con D. José Cruz Conde a la cabeza. (Exposición Iberoamericana 1929)

A todo lo que veía le sacaba punta histórica, prueba de que no le era extraña su tierra, su Córdoba. Al quedarse mirando para el fondo, para la entrañable fachada del Hospicio, rematada por sus almenas, vio la cantidad de tubos apilados que rodeaban por completo el perímetro de los jardines de la Merced. Entonces exclamó:

¿Qué es esto, que son piezas para cañones?. No, le dijeron, “D. Antonio, son tuberías para renovar y ampliar la traída de aguas potables a la ciudad.”

Menos mal contestó, por un momento me creí lo peor.

Por la calle Torres Cabrera, entramos en la solitaria Plaza de Capuchinos, en donde el Cristo de los Faroles, parecía esperarle. Mi tío no era muy elocuente en sus rezos, pero al final se le pudo oír:

¡Por fin te vuelvo a ver, que alegría siento en mi corazón por ello!. Luego quiso entrar en el convento de San Jacinto (los Dolores) y dijo antes de hacerlo:

-En mi TESTAMENTO DE AMOR, que es mi Historia de Córdoba, me complazco en datar perfectamente la fecha y la historia de este convento y la llegada de la orden servita a Córdoba. La Virgen de los Dolores es testigo de ello, pues muchas veces la invoqué desde mi Atlántica lejanía, para que abogara por mí y por todos mis paisanos del exilio al Cristo de los Faroles. La lejanía y la soledad te hace más creyente.