lunes, 15 de julio de 2013

LOS DELINEANTES

En el Callejero de Córdoba, que tan bien tiene ilustrado y confeccionado el amigo Juan Galán, existe una calle llamada PASAJE de los DELINEANTES, como homenaje a estos profesionales del tiralíneas y la bigotera, que tanta tinta china gastaron en la época más dura y complicada de esta profesión. Los estudiantes de Agrónomos en Córdoba, de los años setenta y ochenta del pasado siglo conocieron bien las dificultades de esa asignatura. El otro día me comentaron que la elección de este nombre para la Calle, se cuajó muy cerca de  la iniciativa de Mariano Muñoz Baena, delineante prolífico que trabajó para Cenemesa, Westinghouse y la ABB en el terreno industrial, y en el estudio del arquitecto Gómez Luengo, para la construcción en general. Muchos planos para la constructora Godino Ruiz Hnos, debieron de llevar su sello.

Hoy en día la delineación se ha convertido en una técnica puramente informática, aprovechando al máximo la opción de “Base de datos”, con lo que se aprovecha todo lo que en memoria de una vez para otra se haya repetido.

Pero al hablar de los DELINEANTES,  yo quiero hablar de aquellos Estudios de Proyectos que un día hubo en la fábrica de Westinghouse, compuestos de grandes profesionales.


EN APARELLAJE

Hasta los años setenta prácticamente todo el trabajo se hacía en equipo, que estaba compuesto por Proyectista, Delineante primera, o segunda y calcador, que era el que pasaba en definitiva el trabajo al papel cebolla para su reproducción en la máquina de amoniaco. Máquina que en el caso de Aparellaje estaba a cargo del simpático Antonio López Alcudia, aquel personaje, al que se le denominaba de forma cariñosa “El huevos” que era como especie de un “mercadillo ambulante” de toda clase de baratijas y souvenír que pudieran existir de actualidad, y que con esta costumbre hacía sufrir a su compañero de archivo Paco Jurado, que era un hombre muy ordenado y serio para su trabajo.

En aquel Estudio de Aparellaje, bajo la autoridad  técnica de don Alfredo de la Paz “El Músico”, como popularmente se le llamaba por su abundante cabellera que le asemejaba a un director de orquesta de corte centro-europeo. Si tenemos que relacionar a los componentes de este fenomenal equipo de profesionales, los citaremos más o menos por razón de edad, aunque en aquella época (1962), todos eran muy jóvenes: Pedro Vega, Joaquín Olivares, Pepe Casero, Juan Benitez, Rodríguez de Viguera, José Jerez, Daniel del Rio, Camilo Pastor, El amigo Caparros, El extrovertido Maroto, Marcelino Muñoz, Juan Díaz, Antonio Salazar, Obregon Crespo, Eduardo Sánchez, Mariano Muños, Jose L. Muñoz, Paco Herencia, Cabello Cobos, Carlos Castro, Andrés Muñoz, Julio Magro, Antonio García, Rafael Candel, Enrique Velasco, Fernando Rojo, Huertas Garrido, Alba Vega, Serrano Mancha, Rafael del Rosal, Sánchez Molina, Antonio Jiménez, Serrano del Rosal, Jaén Pastor, Enrique Gutiérrez, García Miller, y aquel Chico del Pelo a rizos,. etc. etc. Como Jefe inmediato de todos estos profesionales, estaba José Bernal, que más que un jefe de Sección propiamente dicho, era como un auténtico relaciones públicas.

Ellos elaboraban los planos para los proyectos de Cuadros de Cabinas y Centros de Transformación, para los Centros de Control de Motores y para los conductos de Fases Aisladas, y para todo tipo de Interruptores y material de Aparellaje.

Todos estos profesionales formaban un equipo humano cercano en muchas cosas; en edad, trato, compañerismo, y muy buena armonía. Porque entre ellos, había sinceridad suficiente para expresarse en cualquier cosa que se les preguntara. Así por ejemplo si les hubiéramos dicho que a que compañero profesional, consideraban más completo de todos, estaríamos de acuerdo en que casi la gran mayoría contestaría que Pepe Casero Granados, y es que este compañero además de ser un fundamento principal en el tema de los interruptores, era un fuera de serie del orden y la formalidad, además de un gran compañero y coleccionista como lo prueba su espectacular colección de vitolas de toda España.

Como es natural en un grupo tan importantes de personas, tendrían que destacar como no, el simpático y siempre original Camilo Pastor, que por debajo de su espléndida nariz, se reía de su sombra y que con ese su carácter contagiaba de simpatía a toda la  sección. No había compañero o personaje de la fábrica al que no hubiera puesto su “calificativo”, pero lo hacía desde la simpatía y el agrado. Camilo Pastor, fue el primer hombre que idealizó la figura del perro y se puede considerar un adelantado por aquellos años de 1960-70, de todos estos que van ahora con un perro por la calle como novedad.

 También merece comentario aparte Andrés Muñoz Fuentes, que oficialmente y durante algún tiempo fue “El Calcador” oficial del servicio; persona afable, cariñosa y entrañable, gran enamorado de las cosas de Córdoba y uno de sus mejores coleccionistas. Aguantaba todas las bromas que le echaban encima y lo coleccionaba todo: Monedas, Sellos, Vitolas, Cajas de Cerillas, Estampas, en fin todo y con buena nota. Era posiblemente la persona más querida en todo el Estudio. Disfrutó mucho con la amistad que le brindó D. Manuel Ocaña Jiménez, al que admiraba por su gran maestría y cordobesísmo. Dibujó muchas portadas de la Mezquita para el no menos famoso arabísta cordobés.

Andrés Muñoz, como hombre intrépido, probó hasta realizar un pequeño corto cinematográfico, con el Super-8, que como es natural le vendió Juan Jiménez Perales. La pequeña película quizás no fuera digna para un Oscar, pero si recogía las prisas y el nerviosismo de un aficionado que llegaba tarde al fútbol de aquella época, en que todos los partidos de fútbol se jugaban el domingo por la tarde. Toda la trama y el nerviosismo termina con el simpático Andrés  vestido de árbitro y dirigiendo un partido de futbolín, en medio de un solitario Estadio de San Eulogio.

Aunque permaneció poco tiempo en delineación hay que traer aquí a Fernando Sánchez Molina “El queco”, al que le deberían de haberle dado el premio nobel de la entrega y el servicio a los demás. Hombre servicial como hemos dicho, contribuyó a humanizar cada vez más las secciones por donde pasaba, pues fue implantando la “maquinilla del café” que por aquellas fechas era cosa prohibida. Con Andrés Muñoz Fuentes, formaron un dúo de servicio y agrado para todo el mundo, pues le unía la común afición al coleccionismo.

También Carlos Castro, además de su profesión de delineante, fue un gran “mago” en el tema de los desarrollos de las quinielas de fútbol y a él acudía todo el mundo con la esperanza de hacerse ricos. Según parece nunca logró el pleno.

Pero dentro de este Estudio, cada persona fue un granito positivo para la empresa. Aquí traemos, al recientemente fallecido Daniel del Rio Herrador, el delineante que posiblemente más horas extras realizó en fábrica. Líder durante muchos años, de la parcela de “Los esquemas y planos de cableado”, fue el hombre, que según me comentó él mismo en su quiosco del Gran Capitán, (esquina con Morerías), que llegó a dormir en fábrica por razones de trabajo. Se trataba de un proyecto oferta para FERTIBERIA, (varios cuadros), y que había que entregar al cliente el lunes por la mañana, para poder competir en la oferta. Para poder terminar dicho trabajo, se quedó a echar horas el sábado y el domingo. Al medio día del domingo, se presentó por fábrica don Alfredo de la Paz y el Sr. Mingote, para interesarse por la marcha de los planos, y   al comprobar de que aún no estaban terminados, le pidieron a Daniel que por todos los medios, en la tarde o incluso la noche del domingo intentara acabarlos, pues teníamos muchas posibilidades de que fuera un Pedido. Daniel, como siempre, trabajador incansable, aceptó lo que le pidieron y terminó a las 11.30 de la noche, como era ya de noche y tan tarde, le dio miedo a salir por el patio, más que nada por los perros de la guardería que a esas horas de vigilancia, solían andar un poco sueltos y se le había olvidado de advertir a Luis Fernández “El tarta”, para que amarrara los perros. Ante esta situación se quedó a dormir en el despacho del Sr. Tomás López Mezquita, que ya estaba empezando a ser evacuado pues llegaba su sustituto D. Segundo Martín Fontelos, el cual ha fallecido recientemente.

Este hombre, Daniel, buena persona, que tanto trabajó para conectar los “circuitos eléctricos” no pudo hacer que funcionaran correctamente sus propios circuitos del riñón, falleciendo hace poco más de tres meses a los 74 años.

Y como hemos citado la edad también quiero recordar aquí a la persona que se consideraba de forma simpática como “El abuelo” de la Sección, Pedro Vega Piedras, que así se llamaba este excelente compañero. Ya en edad escolar, demostró su entrega y colaboración en el Colegio Salesiano, pues junto a Joaquín Montoro Prieto, colaboraron mucho con el inolvidable D. José María Izquierdo, vendiendo golosinas en los recreos para los compañeros. Más tarde y cuando los compañeros de fábrica se lo propusieron formó parte de la directiva del Grupo de Empresa, a fin de sacarlo a flote de aquel bache que experimentó cuando los “políticos” quisieron especular con él. Como compañeros en esta directiva supo alternar con Antonio Morales y José Bravo. Todavía se recuerda el excelente viaje de veraneo que organizaron a Torremolinos, Hotel Flamíngo, en que todo se dio de maravilla, y si no que se lo pregunten a la familia de J. Luis Muñoz ,  Fernando Rojo, Paco Herencia y Andrés Galan.

El Grupo de Empresa, que gestionaron ellos, fue el último que montó una caseta de Feria en los jardines de la Victoria, eran los tiempos en que estaba de director aquel oscuro americano llamado Scorgie, que hasta que llegó al puesto de director, estuvo poco menos que escondido en un húmedo despacho de Herramental, sin que nadie se percatara prácticamente de que iba a ser el director, pues incluso se llegó a creer que este hombre tenía que ver algo con la C.I.A. Luego cuando asumió la dirección fue un hombre agradable y educado, y fue el director que le entregó al delineante Vicente Montilla de transformadores el premio por su iniciativa. LLAVE DE LA CALIDAD.


TRANSFORMADORES.

El estudio de Transformadores, era más cargado en edad y cada grupo constituía un respeto a tener en cuenta. No obstante lo anterior, tenemos que decir que había grandes profesionales, que le dieron justa prestigio a los transformadores que salían de esta División. En primer lugar tuvieron un Jefe de delineación que se llamó Vicente Crespo, que era un profesional como la copa de un pino y además socio del Madrid. En torno a él funcionaban equipos que se dividían en Columnas y Acorazados, y dentro de cada linea de transformador, había unas subdivisiones como eran PARTE EXTERIOR Y PARTE ACTIVA.

Por edad había que mencionar a Murillo, Rubio, Martinez, Crespo, Morillo, Leiva, Medina, Ferrer, Anguis, García, Galan, Castilla, De la Cova, Idelfonso, Colomina, Arriaza, Rodríguez, Ruiz, Caballero, Dueñas, Luque, Pérez, Serrano, Pastor, Severiano, Montilla, Navarro, Cortes, Vázquez, Rojo, Naranjo, Moya, Velasco, Cabrera, Muñoz, Martinez “El legia”, Vacas, etc. etc.

Quizás toda esta lista pudiera recordarla el ordenado Manuel Flamil Cañete, que después de haber trabajado en Procedimientos, pasó a Estudios, para encargarse de las nomenclaturas, formando equipo con Francisco Pastor y Rafael Ruiz. Su lugar de trabajo estaba ubicado a la entrada del Estudio hacía la izquierda; lugar desde donde se podían observar por la ventana, el trasiego de carretillas que iban a la Sección de Calderería, Oxicorte, Carpintería y Terminación. Hay que decir en honor a la verdad, que estos trabajadores del transporte, crearon escuela de profesionalidad por su entrega y eficacia en su trabajo, siempre bajo la acertada batuta de Juan Moreno. Al fondo de aquella calle se podían apreciar los depósitos de aceite que fueron instalados en la época de D. Pascual Gañan, cuando era ingeniero Jefe de fabricación.

Aún recordamos todavía a aquella alarma de bomba, que se recibió telefónicamente en fábrica, (verano de 1977), y que según decían en la amenaza, la supuesta bomba estaba colocada muy cerca de los citados depósitos de aceite. El Sr. Pascual Gañan, al poco tiempo, le intentaron mover la silla y se marchó a la empresa Calmante Vitaminado.

Desde aquella ventana como hemos dicho, se podía ver el constante ir y venir de las carretillas, que por su ritmo, y por la cantidad de veces que pasaban, los Lucena, los Carrasco y los paisanos de Pedro Reina, se podían sacar incluso datos que definián perfectamente el volumen de la OBRA EN CURSO.

Por cierto que el asfaltado de esa calle, fue uno de los últimos trabajos realizados por  el gran albañil, Portales Cantalejo, que trabajó a las órdenes de Baldomero Cortés Bodoque, gran persona y profesional, cuyos apellidos estaban muy relacionados con la fábrica de transformadores.

Lo mismo que quisimos referir algo del delineante mayor en Aparellaje, queremos coger aquí a José Murillo, gran profesional y hombre que viniendo a fábrica desde Madrid, daba la impresión de que no gastaba palabra alguna para no ofender. Siempre pegado a su tablero, observaba con seriedad lo que acontecía. Muchos creían que ni tan siquiera sabía reír. Era el año 1974,  y en una elecciones sindicales en fábrica, el fue elegido para formar la presidencia de la Mesa de Edad, mesa que se completaba entre otros con Manuel Montoro Bello, José Bodoque Ruíz y el “Chato” Méndez, todos de  Aparellaje.   

En el entreacto (la comida) de aquellas elecciones en donde por primera vez y de forma oficiosa se presentaba Comisiones Obreras, el bueno de José Murillo, tuvo que alternar con todos y para ello bien que le supuso un gran esfuerzo.

Enterados por Manuel Flamil de que José Murillo era un excelente caballero y que se sentía algo alicortado en la comida, alguién no recuerdo quien le dijo a Manolo Montoro, que lo metiera en “verea y lo animara”.

Manolo Montoro, empezó a recitar, a contar chistes y a meterse de forma cariñosa con José Murillo, logrando que este sonriera y se pusiera a gusto, pues llegó a tomarse una cerveza de aquellas que suministraba la Venta de San Francisco para la comida.

José Bodoque Ruíz y Manolo Montoro hicieron un tú a tú, y José Murillo se reía a carcajada limpia. Este hombre disfrutó de lo lindo.

Al terminar el recuento y cuando unos se alegraban por haber ganado las elecciones y otros se preocupaban por haber perdido, nos sorprendió José Murillo, más o menos con estas palabras:

“Agradezco a la fábrica que me haya elegido para éste acto sindical que yo ni entiendo ni quiero saber porque, pero me ha permitido conocer a un par de compañeros de Aparellaje, que son los más graciosos de Córdoba.”

Al final el bueno de José Murillo, tuvo humor hasta para comentar lo siguiente: “En la Mili y antes de pasar el reconocimiento y por el nerviosismo que tenía me tomé varios botes de salsa (casup de tomate), que me produjeron unas alteraciones cardíacas que el médico que me reconoció, confundido, me echó para atrás librándome de la mili por una rara cardiopatía.”

Por cierto que en aquellas elecciones el candidato de taller que más votos obtuvo fue Fernando Vico Lucena, excelente persona y gran fresador de Aparellaje, seguido de Ramírez Alférez, de montaje de trafos. Hay que recordar que el amigo Fernando Vico, fue el que nos facilitó a muchos el periódico aquel que se titulaba MAS, con la famosa parábola del DEPOSITO DE AGUA.

Siguiendo con el Estudio de trafos, un poco más al fondo y en la misma zona del Estudio hacía la izquierda (lugar en el que estaba el tablero de Benito Castilla), ocupaba una mesa en el estudio, D. Manuel Ocaña Jiménez, gran profesional de la fábrica desde sus tiempos en Casa Central de Madrid, en donde llegó a coincidir entre otros con los hermanos Crespo, y el mismo Juan de Ávalos, que al parecer también trabajó algún tiempo en Cenemesa. En todo este Estudio, se sintieron protagonistas en un justo primer plano, cada vez que llegaba el logro de fabricar un gran transformador, que casi siempre rivalizaba en Potencia con toda Europa.

Hemos mencionado a D. Manuel Ocaña Jiménez, que aunque fue Delineante proyectista de Cenemesa y posteriormente de Westhinghouse; primero en la División de “Rotativas” (motores) y luego en la División de transformadores, queremos resaltar en su haber, su gran labor realizada por su Córdoba, a la que él tanto amaba. Su tiralíneas, su compás y su bigotera, se cansaron de dibujar todos los arabescos que se desprendían de la cultura árabe, para entenderla y amarla cada vez mejor.

Algunos tuvimos la suerte de poder oírle contar sus “batallítas”, y hay una que se la oímos más de una vez, como fue la batalla del Ebro, pero también tuve la oportunidad de escucharle que su mejor trabajo de delineante fue:

Allá por los años treinta, y como colaborador muy joven y amigo de D. Felix Hernández, arquitecto conservador de la Mezquita-Catedral de Córdoba, le ayudó en todas las labores de interpretación del tema árabe, en que se pidió su concurso. Pero para mí, una de las obras más importantes de D. Manuel Oacaña, o mejor dicho, “EL MEJOR TRANSFORMADOR DE SU VIDA”, fue el que colaboró a delinear seguramente y bajo la tutela amiga de D. Felíx, allá por los años 30 del siglo pasado. Primero ayudó a tomar todas las medidas que aparecen con detalle en el inmenso plano, y posteriormente ayudaría a delinear en aquel formato 4.0 (1682 mm x 2378 mm), un plano completo de la Mezquita-Catedral, en “sección cortada hacía arriba”,  en donde se dejan ver todos los arcos, artesonados y cúpulas con todo detalle. En este plano de enormes dimensiones como hemos dicho y que por tratarse de un trabajo completo y con detalles a la mínima expresión, pudieron tardar en realizarlo pacientemente, algo más de dos años. Todo elaborado, con tiralíneas, compás y bigotera. Como prueba de la fidelidad de este plano, se pueden observar con detalle las medidas exactas, de arcos, distancias entre columnas, alturas de cubiertas, cimacios, etc. etc. Hoy después de tanto tiempo, el plano demostrará que está “vivo, pues refleja con exactitud que la Mezquita es una obra singular, pero que sus medidas son también “humanas”. Y así se puede observar que la distancia entre columnas, no tiene porque ser reiterativa en igualdad; que los diámetros de las mismas columnas, tan poco pasan el mismo calibre. En definitiva, una obra grandiosa, pero “viva” por la particularidad y variedad de sus medidas.


En este grandioso plano se podrá observar que se delineó, lógicamente, después de ejecutado y formado el conjunto, con lo que se puede apreciar una riqueza de medidas distintas en los diámetros de las columnas, separación entre ellas y de otros elementos. Estamos seguros de que hoy en día, si se pretendiera hacer con ordenador el mismo plano, se haría todo con una “armonía” de rutina y homogeneidad. Sobre todo en sus mediciones, quitándole de esta forma la belleza original de este singular edificio donde la colocación a medida de cada arco y sus columnas debió constituir en aquella época un gran esfuerzo humano. De ahí la gran diversidad de cotas que si, teóricamente debieron ser iguales, las dificultades y la realidad del montaje del conjunto le dió una belleza de singularidad única. Por tanto, enhorabuena a la memoria de D. Manuel Ocaña Jiménez, eminente cordobés, maestro arabista y delineante, que participó y ayudó a confeccionar el plano de la Mezquita-Catedral objeto de este comentario.

martes, 9 de julio de 2013

PARECE UNA FABRICA DE GASEOSAS.

En el mes de abril del 2010, hablábamos de la Casa de la Nevería, citándola entre otras cosas, por ser una casa grande  y afable por la forma de vivir sus sencillos vecinos. Fue derribada en la década de los 90, del siglo pasado. Allí en aquella casa y durante muchos años vivieron muchas familias, que formaron parte del barrio de San Lorenzo y de la Córdoba profunda.

En la vivienda que daban sus ventanas a la Calle, en los últimos años, estuvieron ocupadas por un taller de motos, regentado por el célebre Bartolo Expósito, personaje muy singular en el tema de las motos en Córdoba. Entrando para el patio la primera vivienda que nos tropezábamos era la de “Rafael”, el hombre de carácter agradable que siempre le podíamos observar detrás de su pequeño jazmín con su cigarro de “cuarterón verde” colocado en la boca. Este hombre era un encanto de persona, y era cuñado de Francisco Uceda, aquel gran albañil que por los años cincuenta, se dedicó a rehabilitar muchas casas del casco antiguo de Córdoba. Ya de chaval trabajó en la rehabilitación de la Papelería de Segura, (Esquina de Osio), que durante la guerra fue destruida por una bomba, la misma que destrozó el brazo derecho de la estatua de Osio. 

Paco “El largo” como así le llamaban, de  casado vivió cerca de la Plaza de Santa Teresa del Campo de la Verdad, en la Calleja del horno que terminaba en los Peñones de San Julián y que era paralela a la Calle del Cine Benavente. Desgraciadamente hace poco tiempo ha fallecido su hijo Agustín Uceda Muriel, que supo sembrar el viejo Campo de la Verdad, de muchos amigos y familiares. También en la Plaza de toros de Córdoba, se echará de menos a este chicarron, que corriendo por el callejón les facilitaba las varas a los picadores.

Paco “El largo”, como hemos dicho que se le conocía, de joven se crió en San Lorenzo, muy cerca de la Calle Roelas y por ello un día en que estaba haciendo unas reparaciones de albañilería en la fábrica de gaseosas El Marrubial, cita en la C/ Alvaro Paulo, les comentaba en la barra de la Taberna de Ordóñez, a sus antiguos compañeros de colegio Rafael Villalba, Antonio Cervantes y Luis Cabello, diciéndole más o menos:

“En la casa llamada la “Neveria” de la Calle Mayor de San Lorenzo, en donde vive mi hermana, hubo en su día una fábrica de hielo que fue pionera de este negocio, en toda Andalucía, en esa casa hay agua por todas partes, incluso los curas de los Salesianos, cuando instalaron su Colegio allá por el 1900, alimentaron sus pozos para el suministro de dicho venero y yo de joven trabajé con uno al que le llamaban “El Bola” para perfilar las conducciones de agua que desembocan en los depósitos-pozos que se encuentran dentro del cine o teatro que tienen ellos”. (Teatro Avanti).

Efectivamente, en el diario CÓRDOBA, de 1864, ya aparecen anuncios de esta fábrica de hielo. Al parecer fue una empresa francesa, Mr. Caville y Cª. la que se instaló en la Calle Mayor, en el número 153, poco tiempo después de que un tal Carre patentara la obtención del hielo industrial, .

Fueron muchos los vecinos que convivieron en estos patios de la Neveria, y algunos de ellos, conocieron y vieron perfectamente la existencia de un sótano conforme se entraba hacia la izquierda, un poco antes de la vivienda de Jeromo García y Amalia Estévez, en el que existía un pozo, y con muchos restos de maquinaria para la producción de hielo. Los vecinos más jovenes sabían del celo que se tomaba el “casero” José Cejas Jiménez, por proteger  estas viejas instalaciones de la antigua fábrica.

Las familias de los Morrugares, los Castro, los Jiménez, los Martinez, los Cejas, los Polo, los primos de los Polo, los Panos, los Salvori, los García, los Sotos, los Merinos, los Espinar, los Alcaide, Manolo y Trini, los Bellidos, etc. etc., antiguos vecinos de la “Nevería”, tanto sus hijos, como sus nietos y familiares, cada vez que pasaban “por su calle” se fijaban en la que fue su casa. Todos tienen múltiples recuerdos de lo que muchas veces aconteció en el patio de aquella enorme casa. Como no, recuerdan al ya mencionado “casero” que era además guarda de parques y jardines. También recordaban al singular y malhumorado Clemente Martinez, que fue el encargado del futbolín que en San Lorenzo, había puesto Manolo Sánchez, el yerno de la famosa “Amada”; que además de regentar por un tiempo la taberna de Casa Armenta, puso esta distracción del futbolín, en un local que tenía en la esquina de San Lorenzo, con la calle Roelas. A falta de televisión, radio y móviles, el juego de futbolín y el Cine Iris de invierno, eran prácticamente las unicas distracciones que se tenían en el barrio. Ya que hablamos del futbolín, tenemos que reconocer que el “Pano Chico” era de los más destacados, pero sin lugar a dudas el mejor de todos, por su forma original de jugar, fue Fernando Fernández “El Nano”, vecino del cercano “Picadero y vecino de los Cosano y de Manolin el Boca.. El último dueño de la casa de la “Neveria”, fue el suegro de don Ernesto García Cornejo, persona ésta, que llegó a ser director del Instituto Góngora de Córdoba.

En la década de los 90 y como hemos dicho, la casa fue derribada y el solar fue adquirido por Vimcorsa. El Solar se comunicaba al fondo con la casa de las pajeras, y de los hermanos Santos Santacruz, que en su patio, y al borde de las pilas, llenaban los   colchones con las hojas secas de las mazorcas del maíz y que luego vendían a la gente más popular de Córdoba y también de “tapadillo”para algunos señoras que habían “empeñado la lana”.

Estos antiguos vecinos, cada vez que pasaban por la obra de su casa, esperaban la sorpresa de ver al menos una LINDA FACHADA, acorde con el barrio y la calle. Pero no, en los planos de la empresa, se veía perfectamente que la fachada estaba definida. Al principio todos creían que pudiera tratarse de la fachada de una fábrica de caramelos, de galletas o de gaseosas la que se iba a poner al principio de las viviendas, pero no, la empresa Canval, formal en todo momento, dijo que esa era la fachada del edificio de viviendas.

No hace falta decir los comentarios que surgieron por todos los centros del barrio. Bares, Tiendas y hasta en la Iglesia y en el propio portalón de San Lorenzo, adonde lamentaban profundamente de que el Ayuntamiento, hubiera AUTORIZADO ESA FACHADA, que no pega ni con cola con la linea estética de la Calle María Auxiliadora. Se trata de la única fachada en toda la calle que no tiene un balcón, por lo que se ve lamentable. Y da la sensación de que ha AUTORIZADO esa fachada, haciendo “oídos sordos” a las quejas que desde que estaba la obra en los pilares, les han ido dando, a unos y a otros. Se han limitado a decir que el proyecto lo aprobó hace tiempo el Concejal  un tal Sr. Tejada.

El Ayuntamiento dice que “a lo hecho pecho” igual que ocurre con la implantación del “granito” en toda Córdoba, que como si de una plaga muy “barata”se tratara. Se ha introducido por toda la Ciudad, ciudad de calor donde las haya y que están los suelos permanentemente manchados. No hay que ir muy lejos para contemplar el error de este pavimento, pues la Calle Jesús María-Blanco Belmonte, es una obra que desde que se terminó, UN DÍA SI Y OTRO TAMBIÉN, están levantando y cambiando losas rotas y partidas a lo largo de toda la calle. Lo más lamentable de todo esto es que se hizo con dineros públicos de los ciudadanos. 

En definitiva el Ayuntamiento en vista de que es incapaz de resolver los problemas del paro, ha optado por hacer y poner fachadas contrarias a la armonía del barrio. De que forma más lamentable gastaron estos políticos, los dineros en una campaña de “Córdoba la ciudad de la cultura”, para que luego consientan tales chapuzas.

Para muchas personas del barrio era incomprensible que se hubiera previsto una fachada sin ningún balcón, rompiendo con ello “la estética y lo que parece ser norma predominante en la calle”. Una puerta de entrada gigante, dos horribles puertas de transformador y una puerta enorme de cochera, será por toda definición, la fachada para la primera planta de esta casa. En plantas superiores unas ventanas con sabor a oficinas, que dan la sensación que estamos hablando DE LA FACHADA DE UNA FABRICA CUALQUIERA DE GASEOSAS, quizás los autores del proyecto, nos hayan querido recordar que en la Calle Alvar Rodriguez, antes de que tuviera su taller de bicicletas el eficiente “Santi”, hubo también una fábrica de gaseosas, aprovechando el venero que por allí pasaba.

A la gente del “Realejo para  abajo” una de nuestras grandes aspiraciones de siempre, fue la de tener en casa un balcón, quizás teníamos “sana envidia” de aquella Calle Nueva, de cuando éramos jóvenes, y que solíamos acudir a ella para ver los desfiles de Semana Santa, la Cabalgata de Reyes Magos y cualquier evento que fuera importante en nuestra ciudad, comprobando lo a gusto que estaban los que desde su balcones solían presenciar estos eventos.

Parece que fue ayer cuando el recordado Ignacio Torronteras Paz, a duras penas, colocó el balcón de su casa (Casa Amparito), porque según nos decía él, quería un balcón en su fachada, para que ésta guardara el estilo con la calle y de paso poder ver bien al Cristo de Gracia en su maravilloso desfile del Jueves Santo.


Por las tabernas y establecimientos del barrio, se está comentando como hemos dicho, la horrorosa FACHADA, que han previsto para la Neveria. Nadie se pregunta como se ha podido aprobar un proyecto que rompe el “equilibrio y la tónica de balcones que es general en toda la calle.” A esa fachada, por ejemplo, le pega el alumbrado a base de faroles, como a un santo dos pistolas. Que lástima de oportunidad perdida. Una vez más da la impresión de que a nuestros ediles y representantes, le importan muy poco los vecinos y lo que estos piensen.