domingo, 20 de mayo de 2012

EL PUENTECITO DE SAN RAFAEL

Escuchando la copla que Antoñita Moreno, (1950), dedicó al entierro del pintor cordobés Julio Romero de Torres, oímos que menciona en una de sus estrofas al “Puentecito de San Rafael”. Dicho Puente figuró durante muchos años de forma anónima hasta que por su proximidad con el Cementerio de San Rafael, y al recrearse la copla en el “recorrido final” del entierro del famoso pintor, los autores de la canción Ramón Perelló y Monreal, bautizaron a este puente con el nombre del Cementerio, y ahí quedó universalmente nombrado para la historia.

Este puente (el de la copla), era uno más de los que había en el trayecto de la carretera de Córdoba a Alcolea. Con el mismo tipo de barandillas y además pintadas del mismo color  rojo y blanco. Uno había también en la Choza del Cojo, otro en la Gasolinera de San Carlos, otro en el arroyo de Rabanales, otro en la Gasolinera las Cigueñas, y otro a la entrada de Alcolea. Alguno, más que puente en realidad eran como simples “pasos de cuneta”. "El Puentecito de San Rafael", llegó a tener incluso gente que lo tuvieron como vivienda.

Por este puente pasaba el agua del arroyo que bajaba por la margen izquierda de la actual Avda. de la  Viñuela. Por la otra margen, una fila de álamos blancos y una sucesión de chozos y viviendas provisionales, delimitaban la Huerta Tras-La Puerta, y contemplaban como el arroyo saliendo de la Viñuela, pasaba junto a la fuente que había enfrente del Cementerio de San Rafael, para unos setenta metros más abajo buscar el “Puentecito de San Rafael” para cruzar la carretera y adentrarse por la antigua fábrica del Gas y el Santuario de la Fuensanta, en busca del arroyo de Pedroches por el moredal. En la carretera, la ubicación del puente era a la altura en donde estaba el almacén de pieles de Manuel de la Torre.

El arroyo que bajaba por la Viñuela, no era otro que el arroyo de las Piedras, que venía por detrás de lo que era el Cuartel de Caballería de Sagunto (Luego Lepanto). Este arroyo era la unión de dos arroyos que se juntaban  en la antigua calle CINCO CABALLEROS, a la altura de la Cruz del Padre Roelas. Uno venía merodeando la tapia  de la fábrica de Asland y otro pasaba por medio del barrio de chabolas del Zumbacón. (Puente de Chinales). Este arroyo antes de construirse el Cementerio de San Rafael, (1874), cruzaría la carretera en línea recta conforme salía de la Viñuela. Fue al habilitar  el citado Camposanto, cuando se desvió el arroyo en paralelo al frente del Cementerio y hubo que proveer la construcción del “Puentecito de San Rafael”, para cruzar la carretera.

El arroyo de las Piedras, su paso por la Viñuela y por el "Puentecito de San Rafael", se interrumpió, (1948), al ser embovedado, cuando se hizo el Estadio de Fútbol de Lepanto. De esta forma dejó de pasar agua por el “Puentecito de San Rafael”, pero en cambio se provocaron las inundaciones de San Lorenzo, pues a la entrada de lo que era el embovedado (que estaba en la zona de cinco Caballeros), se taponaba dicha entrada con materiales de derribo que allí se tiraban y se desviaba el caudal hacía la zona de San Lorenzo, después de inundar la Huerta “Currete” (actual Edisol). .

“EL RECORRIDO FINAL”
1874-1965

El Cementerio de las personas ilustres y famosas de Córdoba, siempre fue el de la Salud, por eso es importante relatar aquí el “recorrido final” del sepelio de Julio Romero de Torres, que fue posiblemente el entierro más sonado y popular de todos los enterrados en el  Cementerio de San Rafael.

Antes de llegar al “recorrido final” el entierro de Julio Romero de Torres, (10/05/1930), partió de la parroquia de San Francisco, en donde se celebró el entierro en medio de una multitud de público y popularidad. De los Patios de San Francisco, llenos a rebosar partió el sepelio con destino al Ayuntamiento y lo hizo por Calle la Feria arriba. Después del Ayuntamiento en donde recibió públicos homenajes, subió por la Calle Nueva, Calle Gondomar, Gran Capitán  y desde allí fue llevado hasta la Plaza del Cristo de los Faroles, en donde el pintor se había inspirado para su famoso cuadro de la Saeta. Un coro puso notas musicales al acto y la muchedumbre pudo embriagarse con la emoción contenida que representó el acto. Las mujeres que fueron sus modelos, formaban una tribuna de duelo con sabor a Córdoba. Fue impresionante su paso por el típico Realejo. Luego y después de varias presidencias de honor, circulaban unos veinte coches portando como única carga, multitud de coronas, que llegaron de toda España y muchos sitios del extranjero. Se recitaron poemas líricos, y palabras de homenaje a cargo del catedrático D. Antonio Jaén que dijo:

"Bellas mujeres por tu magno pincel creadas, las de las carnes pálidas y morenas, las de cera y llama a la vez, la de los senos palpitantes y virginales semejantes a las palomas en su nido, las de las moradas ojeras como la flor del lirio, labios levemente fruncidos que temen y desean el beso. Maestro Julio : Si es verdad que al traspasar los umbrales de esta vida el artista va precedido de la obra que creó, ¡ qué magnífico cortejo de mujeres te llevas ! 


Incluso Ramón Perelló y Monreal, tuvieron “ambiente adecuado” para componer la letra de la famosa canción que recrea el “Recorrido final del cortejo fúnebre” por “EL PUENTECITO DE SAN RAFAEL”, en clara alusión a su llegada al Cementerio.

A nivel de Córdoba, solamente el entierro de Manuel Rodríguez Sánchez, “Manolete”, pudo compararse a este duelo.

“TESTIGOS EN EL RECORRIDO FINAL”

En el año 1862, el recorrido que hoy ocupa el Cementerio de San Rafael hasta Puerta Nueva, vio como por allí entraba el cortejo real de la Reina Isabel II, fue la primera  persona real que utilizó esta entrada a Córdoba por esta puerta (PUERTA NUEVA), ya otros reyes hicieron sus entradas por la Puerta del Puente, Por la Puerta de Almodóvar e incluso el Rey Fernando el Católico hizo su entrada en 1483, por la Puerta del Rincón.

También los franceses cuando victoriosos entraron en Córdoba, lo hicieron por Puerta Nueva, por lo que hubieron de pasar por el famoso “recorrido final”, en sentido contrario, es decir en olor de triunfo y algarabía.

(1945-1965)

Los entierros cuando se dirigían al Cementerio de San Rafael se sentían acompañados por los llantos familiares y los amigos del finado. Cuando enfilaban el “Recorrido final”, ese trayecto, que había entre Puerta Nueva y el Cementerio de San Rafael, siempre se producían una serie de escenas típicas  y reiterativas. Al pasar por la taberna de Casa de Chaleco, que era propiedad de Fernando Fernández (suegro de “Pedrosa”, antiguo jugador del Córdoba), los clientes apostados en la puerta con su medio cogido en la mano, solían decir, “otro” y “toca madera”. Y se agarraban con más fuerza que nunca a aquel “medio” que tenían entre las manos, como si les fuera la vida en ello.

También entre los trabajadores de aquel simpático Matadero Municipal, (antiguo Hospital de San Lázaro durante la Edad Media, y que Felipe II, se lo entregó a los Hermanos de San Juan de Dios), estaban “Los Cacerolas”, “El Manolillo”, “El Bicho”, “El Gallo”, “El Chiquilín”, Blancas “El banderillas”, Rafael González “El  Pelajopos”, “El Paquirri”, hermano de "Yllii", “El Mellao”, hermano del "Lolo",  Pepin Garrido,  "El portero", padre del hombre de confianza del Cordobés, El simpático "Mudo", El amigo Peña "El encargado", que además era el puntillero oficial de la Plaza de los Tejares,  y como no, "Pepin el Forraje", todos ellos fueron testigos de lo que aconteció durante muchos años en ese recorrido final.

Luego, más adelante eran los trabajadores de García Márquez y Casas, los que miraban a la comitiva por si conocían a algún familiar. Muchas veces tenían el bocadillo en la mano y saludaban con la otra.

A continuación eran los trabajadores del taller de carros de Amador Naz Román, los que hablando en clave de dominó (juego en el que D. Amador, era un consumado maestro), solían decir con alguna broma: “A ese que va ahí, le han ahorcado el seis doble”.

Luego más adelante y al pasar el FIELATO, se llegaba a la altura de la “Casa del Tercio”, en la que los singulares vecinos de esta enorme casa, (103 vecinos), que observando desde la puerta, hacían una rápida estadística del entierro y pasaban repaso hasta de los lujos o miserias que acompañaban al pobre muerto en su recorrido final. Si iba mucha gente, como iban vestidas, también miraban “las capas”, las flores, y como no, los llantos, etc. etc.

A continuación se pasaba por los almacenes de Amador Jiménez, (piensos y legumbres,) que por todo anuncio tenía en la fachada de su nave UN CAMPESINO CON UNA ENORME GUADAÑA, que daba miedo verla y más yendo en la comitiva de un entierro. El olor a flores nos hacía ver que pasábamos por la huerta de Fernández Peña, que solía recoger “sus frutos y ganancias” en el mes de los difuntos.

Al llegar al “PUENTECITO DE SAN RAFAEL”, lo primero que pasaba es que se asomaban los “inquilinos del puente” (1948), que según se comentaba por allí se les denominaba la “saga” de los “Salpullios”. En el tiempo nos parecerá extraño, pero daba la impresión de que esta humilde familia que vivía en el “puente”, tenía ya en aquellos tiempos “Una especie de teléfono virtual”, que se comunicaba con el Cementerio.

Efectivamente nada más llegar el entierro a este “puente” empezaba el coro de  sacristanes a cantar el “gori gori”, canto que más que una oración fúnebre para el muerto, era un  aviso para que el campanillo de la espadaña del Cementerio, empezara a doblar su campana, y de esta forma llamar a tarea a los sepultureros. Fue mucha gente la que presenció estos “recorridos finales”.

Por vivir en los aledaños y casas cercanas, muchas veces debieron presenciarlo. Así  podemos mencionar a Villalba el ebanista y sus agradables hermanas, los hermanos Arias, los Barrera, los González, los Aban Cerro, los López Caballero, los Flores Otero, los Aguilar Méndez, etc. etc. y hasta la misma Doña Blanca y como no, Medina el lapidario.

Se puede decir que este “recorrido final” durante aquellos años, lo hicieron miles de entierros, con cruz, monaguillos, sacristanes y curas incluidos. Antes del Concilio Vaticano II, se acompañaba al muerto hasta la misma iglesia del cementerio. Allí después de un responso, se hacía cargo del cadáver, el capellán del campo-santo, que vestido con un sobrepelliz, “daba fe” ante los familiares de que se enterraba a su familiar.

Y digo miles porque ese recorrido lo hacían casi todas las parroquias de Córdoba, y baste recordar que por aquellos años, simplemente la parroquia de San Lorenzo, tenía una media de sesenta entierros en los meses de invierno y una media de veinte entierros en los meses de verano. 

OTROS “TESTIGOS”

En ese “Recorrido final” desde Puerta Nueva hasta el Cementerio de San Rafael, pasaron muchas cosas y hubo como hemos dicho muchos testigos. Uno de los que pudiéramos llamar principales testigos fue aquel autobús el “nº 8”, al que le llamaban cariñosamente “LA  BOMBONERA” y que siempre que llegaba a la esquina del Matadero Municipal, “paraba” con todo el respeto y cedía el paso a la comitiva del entierro.

Y es curioso referir aquí a este autobús llamado “LA BOMBONERA”, de matricula CO- 5451, (motor Perkins), que hacía el recorrido: (Cañero a Pío XII por Matadero), que una veces era conducido por uno que le apodaban “El Pavero”, otras veces lo conducía “El Enamorado”, y como no también por el “Pescailla”. A este último, le correspondió vivir un accidente en que “LA BOMBONERA”, en vez de presenciar “Un entierro”, estuvo a punto de caer al río por la cuesta del Seminario y provocar “Un macro entierro”. Fue un día en que el citado Autobús Cañero a Pío XII por Matadero, y cuando iba por los Santos Mártires (en el lugar exacto a donde ahora está ubicado el actual puesto de churros), le fallaron los frenos de varilla, y por ello ni siquiera pudo hacer la PARADA que allí existía. El autobús siguió sin control ante el susto mayúsculo de su chofer y el propio cobrador, que no era otro que el famoso Ezequiel, (entrenador de juveniles del fútbol modesto cordobés). Mientras el chofer, luchó con “LA BOMBONERA”, para intentar controlarla, el deportivo cobrador abandonó el vehiculo en marcha, estrellándose contra un árbol por fortuna sin daño alguno grave.

Por fin el “Pescailla”, logró dar un golpe de volante y “paró el autobús” que fue frenado por la esquina del Seminario. Afortunadamente, salvo, el lógico susto, no llegó a pasar nada. Eso sí, el intrépido cobrador (Ezequiel), que abandonó “el barco en marcha”, reclamó el derecho a una posible indemnización por el golpe que se dio, pero que la empresa de Seguros no se lo concedió.

No cabe duda de que por la mente de todos los ocupantes de la “LA BOMBONERA”, se recordó aquel día del mes de Abril de 1964, cuando en aquella tarde de fútbol, (jugaba el Córdoba con el Levante), desgraciadamente se precipitó al río Guadalquivir el autobús que hacía desde las Tendillas el ESPECIAL FUTBOL. Fue en la misma Cruz del Rastro y cuando giraba para encarar la ribera hacia el Estadio del Arcángel, se precipitó al río. De haber existido el actual SOJO, los clientes y desde la terraza, podían haberlo presenciado todo.

Lamentablemente se ahogaron todos los ocupantes excepto el cobrador que se lanzó por la ventanilla del vehiculo antes que éste se precipitara al río. Curiosamente el citado cobrador era el sacristán de la Iglesia de San Basilio.

El chofer del autobús, Wenceslao, un hombre comedido y prudente, había relevado en las Tendillas a su compañero (Bernabé López Rodríguez), que era el que tenía que haber hecho ese servicio especial. Lo que ocurrió es que el tal Bernabé se sintió malo con una vomitera y se lo comunicó al jefe de mantenimiento de la empresa (Rafael Ramos), de que necesitaba ser sustituido pues se encontraba claramente indispuesto. Entonces fue cuando le sustituyó su vecino del barrio Wenceslao (ambos vivían en Barrionuevo). La matricula del coche siniestrado era MA-21299. Aquel accidente provocó un gran número de entierros. 

LOS ENTIERROS EN LA HISTORIA

En la Colección Vázquez Venegas, aparece un documento, con el nº 272, folio 114, de Copia realizada en el año 1751. que dice:

1376, Abril, 21.

“Estatuto establecido por los cofrades de Santa María de la Candelaria y del Monasterio de frailes de San Francisco de Córdoba, sobre asistencia a entierros de los cofrades y sufragios por los mismos.”

En  1408, septiembre 13.

En un Resumen de unas Ordenanzas otorgadas por  el Obispo D. Fray Gonzalo de Illescas, se dice:

“Sobre administración de sacramentos y entierros. Se consideran entierros especiales los de fuera de la muralla, o los que se ejecuten después de la puesta del sol, y los de los conversos (por vivir la mayoría de ellos fuera de los muros de la ciudad)   

En la Edad Media y a la altura del 1363, ya aparecen las Obras de Misericordia, y en la séptima, aparece la de “DAR  SEPULTURA A LOS MUERTOS”. Que la Iglesia se asignaba como una obligación.

La verdad es que a lo largo de la historia, nadie o casi nadie se ha quedado sin recibir sepultura, pero la verdad es que unos recibieron honores y muchas muestras de respeto, mientras otros, la gran mayoría, lo hicieron en el mayor de los anonimatos. Incluso aquellos que no tenían “póliza de seguro”, y por tanto sin derecho a sepultura o bovedilla, eran enterrados en  lo que se llamaba vulgarmente como la “zanja” en donde se practicaba una fosa en tierra de nadie y allí sin identificación alguna se enterraba el finado.

Referidos al Cementerio de San Rafael, allá por los años 1940-1960, había dos “depósitos” uno “El de pago”, para aquellos que tenían la póliza del seguro prevista y al corriente y otro “El de balde”, para los que no tenían nada previsto, quizás por necesidad.

Afortunadamente y después del Concilio Vaticano II, la Iglesia simplificó los entierros, eliminando “el color negro de las capas y su número”, por lo que en cualquier entierro, el sacerdote utiliza una única capa de color morado, evitando así aquellas diferencias que existían “en el número de capas”, según se pagara.

Creo que es correcto resaltar aquí la sencillez de los entierros que protagonizaba D. Antonio Campos González, el cura “Campitos” en el tiempo que estuvo de párroco en la desaparecida parroquia de San Juan de Letrán. En esa parroquia siempre fueron los sepelios muy sencillos, empezando por su sacristán Miguel Serrano, “El artillero”, que lo mismo tocaba el órgano, cantaba el “gori gori” que se ponía su sobrepelliz y acompañaba al muerto. El cura “Campitos”, lo hacía todo sencillo hasta incluso era de los pocos que accedía al Cementerio por el terrizo camino de la Viñuela. De la pompa y el boato en el entierro de Julio Romero de Torres, a la sencillez de “Campitos”, lo único que ha quedado es que sus respectivas tumbas han quedado una enfrente de la otra. 

MERCADEO CON LOS MUERTOS

Hay gente que negocia con todo y como no, incluso con los muertos. Hacía mitad de los años setenta, hubo un desgraciado accidente laboral en las instalaciones de SECEM, en el que resultaron muertos tres trabajadores al estallar un transformador. La fatídica muerte les llegó a los trabajadores de forma espaciada. Primero fue uno, luego otro y finalmente falleció el tercero, todos en el espacio poco menos de una semana. Recuerdo que en el entierro del primero, el sindicato comunista y el propio PCE, pasearon el cadáver de este trabajador prácticamente por toda Córdoba, y lo llevaron a hombros hasta el Cementerio. Por todo el camino, los Slogan políticos y sindicales, atacaban quizás con razón a la empresa por descuidar las medidas preventivas en el tema de los accidentes. El muerto lógicamente, ajeno a todo lo que pasaba, fue utilizado como ariete contra la empresa. Nada que reprochar.

Años más tarde y ya con la democracia instalada en nuestras instituciones y con Julio Anguita, como alcalde comunista al frente del Ayuntamiento, muere el trabajador,  Faustino Blanco, (sepulturero).  La plataforma elevadora, en mitad de la operación de elevar un ataúd, falló y la caja con el muerto dentro aplastó al joven sepulturero,  muriendo éste prácticamente en el acto. Córdoba, se enteró de ese accidente por una pequeña reseña del periódico CORDOBA, nadie, ni sindicatos ni por supuesto el PCE, en el Ayuntamiento, hicieron ninguna manifestación pidiendo “responsabilidades” a nadie. Una de dos, o este muerto tenía  menos categoría humana que aquel trabajador de la Electro Mecánicas, o los sindicatos y el propio PCE, demostraron que usaban a los trabajadores muertos para su propaganda. 

EL ENTIERRO COMO NEGOCIO

Con el dolor que supone para cada uno de nosotros, cuando se nos muere un familiar, un amigo o simplemente un conocido. Contracta esta situación con la actitud de otros ante la muerte. El otro día, “El Limpio”, que está casado con una hija de ese gran aficionado al cante apodado “El Grajo”, cartera en mano se lamentaba cerca del portalón de San Lorenzo, de la “escasez de muertos” que se notaba en algunos días, y se quejaba por ello, porque su trabajo “no funcionaba”. El, es visitador de una empresa de Pompas Fúnebres, y vive de eso.

También algunas veces Encarnación Gutiérrez, cuñada de los Vázquez (Funeraria Vázquez), llegaba los domingos a casa de su hermana y decía: “Eso dice el Paqui, (En alusión a Francisco Vázquez), que ahora está el asunto muy flojo, pues apenas si hay muertos.”

Y es que hay que comprender que son negocios que necesitan su “cuota de muertos” para que haya facturación. La vida nos enfrenta el dolor con los balances.
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viernes, 11 de mayo de 2012

HA MUERTO UN TENEDOR DE LIBROS


Con motivo de la muerte de José Luján Pérez, no tengo más remedio que hacer una semblanza de su categoría profesional, que supo demostrar en CENEMESA, y su idea de hombre de bien.

Pepe Luján, en el tema de la Contabilidad, fue todo un fuera de serie, entre otras cosas porque había pasado por la tutela de grandes profesionales, como Eusebio Muñoz Pino, Baltasar Trillo, Manolo Martínez, Manolo Amo, Alfonso Rodríguez y Pérez y Pérez, el singular cajero de CENEMESA., Luján entró de joven  en esta fábrica y enseguida destacó en los temas de TENEDURIA, aquello para los profanos, nos parecía una ciencia traída del otro mundo,  pero no, era TOMAR EL PULSO DÍA A DIA, a la realidad económica de la Sociedad..

Siempre tuve buena relación con Pepe Luján, primero porque era de mi barrio, segundo porque era antiguo salesiano y tercero porque éramos de la misma fábrica y durante algún tiempo y a la vuelta del trabajo, solíamos tomarno un medio en Casa de su amigo Ogallas, recuerdo que el vino era "Fino sótano". Aunque era muy difícil coincidir con él en determinadas cosas, en la mayoría de las cosas referidas a fábrica estábamos de acuerdo o éramos bastante coincidentes.

Ya hemos dicho que ocupó en fábrica un puesto de suma importancia, que hoy en día los ordenadores han “ninguneado”, pero que en él, estaba TODA LA IMPRONTA, de la realidad del día a día de cómo iba la fábrica.

Apenas tenía yo veinte años, cuando coincidí con el en su puesto de trabajo, que estaba justo enfrente de la puerta de los despachos de  Eusebio Muñoz Pino, (El tenedor de libros), y Juan Bautista Ordiales  Baragaño, el todopoderoso Jefe de administración en aquella época. A Lujan, lo vi allí cuadrando unos apuntes contables en una máquina de sumar, que sus mecanismos se quedaban cortos para la rapidez y habilidad que él le imprimía al manubrio. Allí pude comprobar de que en toda la fábrica, el amigo Luján, era un portento en el tema de sumar.

Ya me había comentado este extremo, Manuel Flamíl, el “astrónomo”  como le decía él cariñosamente, y con el que guardaba muy buena relación. Un día a la entrada en el horario de mañana, Flamil y yo, nos paramos en su puesto de trabajo que nos pillaba al paso del nuestro. Fue todo delante de “unas grandes máquinas NCR de perforar cintas, que ya usadas, estaban allí almacenadas”.

El nos dijo: “Cuando las máquinas logren coger el control de la Contabilidad, de los números de las empresas, de la noche a la mañana UN PAIS O UNA EMPRESA, pueden ir a la ruina.”. Esto lo soportaba diciendo de que los ordenadores "DAN LEGALIDAD A TODO", porque lo dan todo muy bien presentado y escrito, PERO LAS MENTIRAS ESTÁN EN LOS PROGRAMAS.

Efectivamente, en la fábrica como en todas las sociedades, empezaron a aparecer programas contables, programas de fabricación y programas de todo. En un principio eran los “informáticos” los que se atrevían a saber de todo, y sometían el trabajo a la máquina, y no al revés como tenía que ser en buena lógica. Así, en aquellos primeros tiempos, el gran negocio de IBM, consistía en el CONSUMO DE PAPEL. Eran aquellos papeles continuos, que se consumían en la fábrica por toneladas, y que a la larga todos terminaban en el archivo del "MACHO", personaje popular de fábrica y que a todo el mundo lo llamaba "por macho"..Fue  excombatiente de la División Azul, a donde decía él que tuvo que alistarse por pegarle en la mili a un cabo primero. El citado "Macho", en una ocasión se llegó a recoger unos bonos de trabajo a la sección de Mecanizado de Aparellaje, y como no viera al Maestro, le preguntó a Manolo Montoro Bello, que estaba en el puesto del "escoplo" al principio de la Sección: "Macho, ¿donde está el maestro?, a lo que Manolo Montoro le contestó: "Pollo, ve al Botiquin a que te vea D. Gonzalo, pues se ve que estas fatal de la vista" .  Aunque en aquellos tiempos todavía habia muchos "metidos en el armario", no fue ese el caso del simpático Manolo Montoro, que según él siempre llevaba el armario a cuestas.

Fue tal el nivel de listados que allí se acumuló, que hubo que pedirle opinión técnica al Sr. Varo García, de que si aquella estructura de entreplanta soportaría todo el peso que le estaba echando encima en listados de “papel perforado y continuo”.

Era amigo Lujan por trabajar en Cenemesa y por ser antiguo alumno salesiano, era muy querido y conocido en Córdoba, Rafael Ruiz Lucena, Francisco Carrasco Heredia, José Martinez Castro, Rafael Alejandre Centeno, entre otros coincidieron con el en ambos sitios. Todavía recordamos aquella foto que se echaron la mayoría de ellos siendo aprendices de fábrica, con el "Cura Guapo", el la puerta posterior de San Nicolás de la Villa, Enrique Repullo, presente también en aquella foto, la tenía siempre tomada con él..

AQUELLA INFORMATICA

A finales de los años sesenta empezaron a llegar a fábrica como hemos dicho, unas máquinas grandes y aparatosas, que ya venían usadas de otro sitio. Esas máquinas eran perforadoras de cinta NCR, que fue el principio de lo que pudiéramos llamar la INFORMATICA en fábrica. Recuerdo que aquellas máquinas estuvieron varios años, arrinconadas en lo que fue la sala principal de la planta de administración, contigua a los departamentos de Tiempos, Procesos y Procedimientos. Era la enorme planta sobre la que estuvo colocado aquel gran cartel de CENEMESA, que se veía desde la calle y mejor desde el tren.

MAQUINAS DE CALCULAR 1964-1967

En aquellos tiempos las únicas máquinas de calcular que existían eran sumadoras y máquinas de multiplicar y dividir. Y el rollo de papel se convertía en elemento fundamental y clave para cualquier cuadre o cierre de operación. Estas máquinas eran a base de elementos mecánicos. Esto era lo que acontecía en los servicios de administración y contabilidad.  Por ello era normal ver discurrir por fábrica a Carlos Ruiz Velasco, que era la persona encargada del mantenimiento y reparación de las máquinas de escribir y máquinas de calcular.

En las oficinas técnicas, procesos, tiempos, métodos y delineación, se empleaba en  su mayoría la REGLA DE CÁLCULO LOGARITMICA

EL CHALET DE MIRANDA

Lo que en los años cincuenta había sido la vivienda de uno de los ingenieros jefes más importantes que tuvo la fábrica por sus ideas de organización, e implantación del sistema ORMIG, fue habilitada como lugar de arranque de aquel Departamento que en un principio se le llamó Sistemas, y que lo que se hacía fundamentalmente desde un principio, era PERFORAR CINTAS DE DATOS, en aquellas máquinas NCR, que ya habíamos mencionado. A cargo de aquella sección con dependencia total de Casa Central, que era en donde estaba el Ordenador, pusieron al siguiente personal:

Responsable o Jefe de Explotación
Andrés Galán Castilla, gran profesional y muy trabajador. Era Experto en nóminas y  que despues de realizar unos cursos en Madrid, los pusieron al frente del Departamento de Sistemas en Córdoba. Galán fue un enamorado del coleccionismo,  y siempre andaba con una librería flotante entre sus manos. Colaboró en gran medida a que la fábrica (sus trabajadores), adquirieran cultura a través de los libros y revistas que cobraba mensualmente. El, junto a Rafael Baquero, (con su Crédito Internacional del Libro,),  llenaron los “Muebles bar” de los trabajadores de libros.

Perforadores:
Molina Cañizares, persona muy inteligente y de lealtad con sus compañeros a prueba de bomba. Pero era de personalidad huidiza y acomplejada, con frecuencia se aislaba del mundo y se refugiaba en un horizonte sin solución. Murió relativamente joven.

Pérez Gant, este hombre aportó poco a este departamento, pues casi siempre estaba dado de baja. Por lo que no se le pudo asignar un puesto de responsabilidad diaria. No obstante era un hombre muy inteligente, pero siempre buscó otros derroteros. Murió también muy joven

Manuel Seoane, “El Gallego”, persona muy simpática, y jovial, sus discreción en todo fue notoria. Durante mucho tiempo simultaneó su trabajo en fábrica con poner "medios", en la taberna de su padre en la Calle Alfonso XII. Y por ello muchas veces le tocó poner “medios” al mismo “Fumanchú”, con el que bregó durante muchos años pacientemente.

Manuel Saénz, era el más joven y espabilado del grupo, por su habilidad y reflejos. Con el tiempo pasó a ser el heredero en todo de Andrés Galán, pero los tiempos modernos acabaron con todos. Prácticamente toda su vida profesional la pasó entre ordenadores.

Joaquín Pintor, de Santaella, en un principio también perforador y luego evolucionó a ser responsable de las máquinas de textos (Wang), que se instalaron en fábrica. Fue un hombre muy aplicado en este tipo de máquinas, que revolucionaron el trabajo de mecanografía. Aparte de eso también hablaba de los ajos de su pueblo.

José Ordoñez , excelente profesional muy serio en su trabajo. Trabajó con mucha eficacia y discreción en la elaboración de listas para los muchos expedientes de regulación que hubo en fábrica. Muy afable y buena persona.

Más adelante este servicio informatico como suele decirse en cualquier evaluación progresó de forma  adecuada y fue tan competente como el de cualquier empresa. 

EN EL BAR DE LOS SALESIANOS

El amigo José Luján, antes de ponerse enfermo, solía acudir casi todos los días al bar de los antiguos alumnos Salesianos, primero cuando lo regentaba su gran amigo Enrique Arrizabalaga, luego con  Angelines Casas. y finalmente con su vecino Antonio Pérez. Allí le gustaba tomarse una  "copa" con Antonio Reca, y Gabriel (ambos paisanos de Marmolejo) y con Manuel Cantueso y Agustín, jubilados de Zafra Polo. Era un hombre al que le gustaba leer a diario la prensa por lo que estaba regularmente bien informado. Allí Entre amigos, se hablaba de fútbol, de toros y de todo lo que fuera actualidad. Pero tenemos que hacer constar que siempre en sus conversaciones y al tocar el tema de “su fábrica” dejó entrever que la historia de la misma no había sido contada con la fidelidad necesaria.

Ahora el amigo Lujan, que también fue devoto de María Auxiliadora, tendrá la alegría de continuar una de aquellas partidas de dominó que solía echar con sus amigos OTON, PEDRITO Y FLORES, que con toda seguridad habran salido a recibirle en  compañía de ENRIQUE y DEL ROSAL, que tambien se encuentran en aquel lugar de paz muy cerca de Maria Auxiliadora.
HUBO OTRAS COSAS

Hoy cuando se habla de cualquier cosa de la vida, el protagonismo se lo llevan los políticos o aficionados a ello. Parece que la transición fue el único periodo importante de nuestras vidas y de nuestra fábrica. De tal forma de que el que no actuara políticamente en aquella época, o no existió o no mereció la pena su existencia.

Se leen las enciclopedias y las hemerotecas y no te hablan nada más que de políticos o sindicales, como si ellos fueran los que únicamente salvaron el país.

En CORDOBAPEDIA, hay un trabajo hecho sobre Cenemesa, que resulta excelente,  bastante completo y bien detallado. Hay que felicitar por tanto a sus autores, porque se ve que dominan el asunto desde todos los ángulos. Han relacionado perfectamente sus personajes más singulares, han mencionado sus orígenes como empresa,  han citado sus logros industriales y han hecho justicia a la empresa considerando algunos periodos que hubo de bienestar y armonía. Interesante también la galería de fotos que ilustran el articulo. Enhorabuena por tanto.

Pero de cara a la historia, para el día que a alguien se le ocurra repasar la trayectoria de Cenemesa, (hoy ABB,) se encontrará que mencionamos a una serie de compañeros políticos, sindicales, empleados y directivos, pero no se describe el ambiente que ellos propiciaron en fábrica con motivo de la transición política y la verdad es que fue muy intenso.

Se dice en el artículo que desde 1975, CENEMESA, fue poco menos que la Universidad Sindical más importante de Córdoba y su provincia, en este extremo hay que hablar de un poco antes 1970. y tendríamos que decir que más que Universidad, los patios y las naves de la fábrica fueron con sus Asambleas, un campo de experimentación y afianzamiento del proyecto comunista de entender la vida de la empresa.

No cabe duda de que el líder inicial de toda esta movida no fue otro que Manuel Rubia Molero, que si al principio de los setenta no pudo ser más protagonista por no ostentar cargo sindical, en cuanto ganó las primeras elecciones y accedió a la presidencia del Jurado de Empresa, llevó a cabo en fábrica una política sindical CALCADA, de lo que marcaba la propaganda del Partido Comunista en sus boletines y panfletos.

En aquellos años iniciales de los setenta los comunistas no se presentaron como Comisiones Obreras, ni nada que se le parezca, ellos pretendían entrar en el Sindicato Vertical y apoderándose del Consejo de Trabajadores, darle un giro político de matiz comunista a todo el entramado existente ya. Para ello, Manolo Rubia, contaba con una actuación similar de José Balmón Castell, en la vecina SECEM. Los comunistas lo tenían casi todo previsto, no en balde era el único grupo político que actuaba.

En aquellas mencionadas elecciones aún no tomaron el protagonismo que esperaban y se demoró toda la planificación. Entre medias de todo esto, se dan las circunstancias de que el citado Manolo Rubia, ya puede encabezar una lista electoral sindical y su candidatura, como Comisiones Obreras, arrasa en aquellas elecciones. (1974-1975). Con lo que llegó al cargo de presidente del Jurado de Empresa.

Nada que objetar al comportamiento de los políticos y sindicales, y si ponemos por caso, el de Manolo Rubia Molero, tenemos que decir que siempre se comportó con la coherencia que le marcaba su ideología comunista marxista. El no engañó a nadie en cuanto a su actuación, pues él se confesó siempre una persona admiradora del Régimen Soviético. El por aquellos tiempos (1970), según la propaganda de su partido de entonces, con la que el colaboraba de forma importante, aspiraba a que en España, se pudiera instaurar una democracia del proletariado.
 
Por todo ello tenemos que decir que aquel Jurado de Empresa que él presidió, trabajó muy cerca de los intereses de su partido. Cualquier curioso que haya coleccionado la propaganda que el partido comunista lanzaba por aquellos años por Córdoba, podrá apreciar comportamientos paralelos, entre las actitudes que aconsejaba el partido, y lo que se hacía en fábrica. En realidad los grandes centros de trabajo se convirtieron en los “campos de asambleas” que tanto apetecían al partido comunista.

A decir verdad a pesar de todos estos condicionantes, no todo el mundo en fábrica estaba de acuerdo con aquellos “procedimientos”. Pero no por ello se podían manifestar tan así como así, estas opiniones contrarias a lo que se dirimía en aquellas “asambleas” totalmente controladas por el partido comunista. En aquellos tiempos, el Jurado de Empresa, lo decidía todo por el procedimiento de asambleas, bien en los patios, en los aparcamientos, en el taller, donde fuera, con votaciones a MANO ALZADA. Lo controlaba y lo dominaba todo. Allí se proponían huelgas, paros, manifestaciones, y todo lo que se les ocurriera a los miembros del Jurado, dominado por los comunistas. Las personas que tenían el tremendo valor de oponerse o simplemente disentir en algo, era maltratadas e incluso amenazadas de forma velada, como le ocurrió por poner un caso a Paco López o Ildefonso López, como bien recordará él. Otro caso de poca tolerancia, fue el que sufrió Antonio Arjona Vázquez, cuando en una huelga aprobada a mano alzada, (el grupo de UGT, pidió siempre votación secreta y libre), y por ello (Arjona),  decidió entrar a trabajar, después de aguantar todos los insultos del mundo, ante la actuación pasiva, de un número de policías que para “controlar” los incidentes estaban al mando del capitán Juan Piedra Trujillo (Que luego sería el dueño de Supermercados Piedra). A duras penas como hemos dicho logró entrar pero aún así le llovieron las botellas y las piedras a su cabeza.

La fábrica, con los intereses de todos los trabajadores en juego, se había convertido en especie de “un campo de pruebas” para el Partido Comunista, que a lo que en realidad aspiraban era a posicionarse en la política nacional que se avecinaba. Para dicho partido, y como se demostró poco después, salvo casos puntuales, la fábrica y los trabajadores, era lo que menos les preocupaba en esos momentos. Leyendo la propaganda que lanzaba el Partido comunista, se comprendían estos comportamientos. Quizás también muchas cosas se escaparon del control del propio Jurado de Empresa, pues no había días en que los asientos de muchos maestros y encargados de taller, (Transformadores), amanecieran con pintadas, roturas  e insultos personales.

Todavía se recuerda, cuando en aquel encierro de varios días, incluso se impidió la salida de una góndola con un transformador para Sevillana, que según nos enteramos después era necesaria su facturación para antes de final de mes, para de esta forma garantizar la nómina. Efectivamente una persona quizás de las más exaltadas, plantó su coche en la puerta de fábrica impidiendo la salida de dicho transformador. Nadie se atrevió a decir nada.

Y es que sin quitarle ni un ápice de honradez a Manuel Rubia, este buen hombre por aquellos tiempos, se sintió como un iluminado, que no solo quiso incidir en la vida laboral dentro de la empresa, sino que también se puso como objetivo poco menos que la labor de “reeducar” a la sociedad en los planteamientos socialistas que él defendía. Para ello lo mismo que accedió a Jurado de Empresa, llegó a dominar también el Grupo de Empresa, que tradicionalmente se dedicaba a actividades lúdicas y de recreo.

Comisiones Obreras, había alquilado en Córdoba, para sus actos y propaganda el Salón del Cine Iris de invierno, en donde llegaron incluso a poner a todo postín el rótulo de COMISIONES OBRERAS, allí pretendían que fueran los trabajadores a escuchar las conferencias y a ver las películas que les “reeducaran”.  Pero los trabajadores libres de la presión de las fábricas y las “asambleas”, no aparecieron por allí como ellos esperaban y aquello fracasó. No obstante siguieron con las proyecciones de películas en el teatro de los Salesianos, en donde las SIGNOSIS INICIAL DE LA PELICULA, llegó a hacerla incluso Miguel Castilla. No hace falta decir que eran películas sobre la apología del Sandinismo y el Castrismo, y situaciones parecidas. Tampoco esto resultó y tuvieron que desistir de este empeño. Esto fue un aviso importante que les demostraba a las claras que una cosa es el trabajador “encorsetado en una empresa” y otra el hombre libre que vive su vida allá donde le plazca.

Con la llegada de las primeras elecciones y el fracaso electoral del Partido comunista en función a las perspectivas de votos y escaños que ellos esperaban, puso el equilibrio sindical de la empresa en su sitio, y poco a poco, se fueron haciendo las cosas, cada vez más en consonancia con unos criterios más democráticos. Una persona, un voto secreto y con urnas de por medio, que era lo que siempre al menos pidió la UGT de fábrica.

La UGT, en aquellos tiempos era prácticamente testimonial, y muchas vejaciones y problemas le costaron a Emilio Fernández Cruz, para sacar al grupo adelante. La UGT, tuvo su principal implantación en el personal de oficinas en donde obtuvo mayoría cuando compareció como tal. Pero los talleres seguían liderados por Comisiones Obreras. Esta tendencia poco a poco se fue equilibrando cada vez más y el entendimiento entre ambas centrales, fue más posible.

Solamente decir que Manuel Alcalá Ocaña, Antonio Muñoz Otero y Miguel Castilla, fueron unos  grandes  colaboradores en el proyecto sindical de Comisiones Obreras.

Tampoco dice nada CORDOBAPEDIA, de las dificultades que pasó la fábrica y que afectó directamente a la plantilla y a algunos profesionales en concreto. 

EL LLANTO DEL CAJERO

Rafael Alejandre Centeno, se sentía orgulloso de ser antiguo alumno Salesiano, y todos los años, por la festividad de Maria Auxiliadora, se le veía venir por el Colegio. Esa idea la participaba con muchos compañeros de trabajo de fábrica.  Rafael Alejandre creció en el conocimiento contable, a la sombra de Antonio Amo y luego posteriormente junto a José Lujan Pérez, del que decía Pepe Aja, (Jefe financiero de las sociedad), que Lujan, era el mejor tenedor de libros de toda la Sociedad.

Con la jubilación de Rafael Quirós, como cajero, le sustituyó Rafael Alejandre, siempre ayudado del singular Bernardo Romero Calzado, hombre honrado, trabajador y muy solidario con todos sus compañeros. En él encontró siempre Alejandre, un segundo que le quitaba muchos quites.

Fue una época en que la fábrica empezó a tener dificultades de liquidez, pero la pericia de Baltasar Trillo y la constancia de Alejandre, hicieron que siempre hubiera algo disponible para aquel anticipo que tanto necesitabas.

Como ya hemos dicho, a Rafael y a Bernardo, les tocó vivir los momentos más difíciles de la fábrica por los problemas económicos y la propia suspensión de pagos. Todavía se recuerda aquel día  (1976) cuando el inapelable Luís Aganzo, (Jefe de Crédito del Banco de Bilbao-Esquina Calle Morerias), les hizo más de una vez “devolver las maletas con el dinero para las nóminas” porque por la razón que sea, el talón no tenía todas las garantías. Aquella situación y la sensación de impotencia le costó al bueno de Rafael Alejandre, que se le saltaran las lágrimas, de aquello pudieron dar fe. Bernardo Romero Calzado, Rafael Ojeda Amaro y José Casado Capdevila que llevaba el coche.

Contracta esta situación del cajero, con la actitud de aquel trabajador que impidió atravesando su coche que la góndola con el transformador de Sevillana, pudiera ser facturado.

Otro de los momentos más difíciles pasados por Alejandre, fue cuando en el año 1989,  por primera vez y quizás única, la fábrica como Cenemesa, no pagó la nómina en su tiempo de final de mes. Aquello le costó al bueno de Rafael Alejandre, poco menos que una enfermedad. Al final el deseado talón llegó de “una no se que” ENTIDAD DE CREDITO AGRICOLA, y se pagó la nómina con siete días de retraso.

Por eso digo que fueron muchas veces la que estos hombres iban y venían al banco y se traían las manos vacías. El bueno de Bernardo, se desesperaba y con solo verle la cara se notaba “si había o no había”.  Incluso hasta el simpático “Melonero” el camionero que iba a por el cobre a la Electro Mecánicas, se venía muchos días tremendamente muy amargado,  porque le negaban la carga de cobre al no haber crédito. Y eso que era un hombre de la calle, pero de verdad que sintió la fábrica como si fuera una cosa suya.

Para acabar diremos que en fábrica y durante aquellos tiempos pasaron muchas cosas y situaciones, que les tocó sufrir a muchos de sus trabajadores. Angina de Pecho, Neurosis de Ansiedad, Colon irritable, Ulcera de estómago, etc. etc. muchos padecimientos que se acentuaron con aquellas “tensiones” y estados de complejidad, que se vivían por aquellos tiempos.
 

martes, 1 de mayo de 2012

LA CRUZ DE MAYO


No diremos el mal tiempo, sino un tiempo de aire y lluvia ha deslucido la Fiesta de la Cruz de Mayo, que desde el principio de los años cincuenta, se encuentran en nuestras plazas y algunos rincones bellos de nuestra Ciudad.

La Cruz de Mayo antiguamente se limitaba a que los chiquillos sacaban a la calle una pequeña cruz, montada sobre un cajón o caja de cartón. Y se solía llevar entre dos chiquillos. Todo el conjunto representaba una cruz en el centro por lo general de madera, con unos cuantos adornos y un platillo petitorio. Todo sobre unos pliegos de papel de color, a modo de mantel, a los que se le hacían cortes y pliegues de adorno. Se solía pasear por las calles del barrio los primeros días del mes de mayo. Y de casa en casa se visitaba a aquellos esquilmados vecinos para que echaran algunas perras en el platillo. Al salir de la casa  “se hacía caja” y se volvía a dejar el platillo vacío, porque así daba más lástima. 

Hay que reconocer que en algunos barrios (yo recuerdo la zona de Regina), un año allá por los cincuenta, y en unas parihuelas que llamaban los lugareños “de Bartolo”, montaron una gran Cruz de Mayo, que fue todo una pequeña obra de decoración,  exorno y sentido de las flores. Todo con muy buen gusto. Se paseó por todo el barrio de San Pedro, e incluso llamó la atención de los soldados, que hacían guardia, en aquel vetusto Cuartel de la antigua Veterinaria, La Cruz iba toda adornada a base de  pericones blancos, pericones amarillos y amapolas, flores salvajes, que abundaban en el llano del Santuario de la Fuensanta, en donde por aquellas fechas 1945-1955,  simulaban como una maravillosa alfombra de colores, a orillas del arroyo que pasaba por allí. El mismo limite del arroyo, estaba plagado de los olorosos martrantos. De esta Cruz, pueden aún tener recuerdos alguno de los Lara Milla, que vivían en la Calle Encarnación Agustina, (encima del bar), pues un vecino cercano suyo que se llamaba Antonio Montero, fue uno de los que pasearon la citada cruz.

Hablando de ese arroyo que estaba plagado de flores, tenemos que decir que en la esquina con la Calle Conquistador Ordoño Álvarez, (antes de que se comunicara con el llano de la Fuensanta), existía un chatarrero, que compraba todas las botellas, las gomas de las suelas de las alpargatas y otros tipos de desechos para reciclar. Al lado había un enorme cañaveral que se inundaba permanentemente  con las avenidas de este arroyo y que desembocaba a la altura del Puente de Santa Matilde.

A mediados de los cincuenta remodelaron esta zona y desapareció este arroyo y en el llano que quedó, la Banda Municipal de Música, daba conciertos para amenizar las veladas en la Festividad de la Fuensanta.

Posteriormente la mayoría del llano, sobre todo lo que pegaba al costado del Tribunal Tutelar de Menores, fue recalificado y  un constructor llamado Luís Cano, edificó allí un edificio de pisos (edificio que hay enfrente del Santuario), y que por poco si se arruina por la enorme cantidad de agua que hubo que achicar de sus cimientos. De esto puede dar buena fe, mi amigo Antonio Camargo, que junto con José Roldán, fue de los primeros vecinos que vivieron enfrente del caimán.
  

LA CRUZ EN LAS CASAS DE VECINOS

Con independencia de la Cruz de lo chiquillos, en los patios de las casas de vecinos, se solían montar un Cruz de Mayo, que presidía el patio. En la mayoría de las casas, por su abundancia de macetas, ya existían de forma natural “el pedestal” sobre el que se colocaba esta Cruz, la cual era adornada a base de pericones blancos y amarillos. En Casa de Antonia Aguilera, ella, a principios de los años cuarenta, acostumbrada todos los años de hacer una Cruz de Mayo, en el portal de su casa. Siempre le colocaba una sábana blanca como fondo, y una artística Cruz de madera, se enseñoreaba para deleite de toda la gente de la calle.

RAFAEL LUQUE

El orfebre, el artista de la Cruz, era siempre Rafael Luque, (el platero), hijo de Rafalito el “sastre”. Rafael Luque, el marido de la “Lola” Gordillo, era un artista desde su época en el Colegio de los Salesianos. Todo lo que tenía de alto, lo tenía de hombre sabio y capaz para todo. Enseñó y fue maestro de muchos plateros, pero siempre fue muy sencillo, hasta el punto que se dio la circunstancia, de que todos sus “aprendices”, le aventajaron en sacarle rentabilidad al oficio. Mientras él se limitó siempre a vivir de forma modesta, desarrollándose desde San Lorenzo, pasando por la Calle Isabel II, hasta viajar por otros barrios populares, muchos de sus aprendices como los Cosano, Los Córdoba, o los Muñoz, vivieron y disfrutaron el apogeo de los años 60 y 70, desde sus casas confortables del barrio del Brillante.

Aparte de su familia y sus amistades, quizás una de sus máximas satisfacciones, fue que su hijo Rafael Luque Gordillo, jugara de portero en el  Córdoba, con el simpático sobrenombre de “Iríbar”, luego otro hijo también le salió pelotero y por ello disfrutó mucho. Este amigo Rafael Luque, amaba a Córdoba y como tal se dio a sus amigos, que en prueba de su aceptación y reconocimiento incluso le nombraron candidato a las elecciones políticas de un partido de trabajadores. El hombre que hacía como nadie aquellas cruces de madera, y dejaba su arte en todo lo que tocaba, vivió toda su vida en plan austero y sencillo hasta su muerte.

TABERNA "HUEVOS FRITOS"

En una ocasión en el patio de la Taberna de "Huevos Fritos", se decoró una Cruz, de forma original con avellanas cordobesas. Con toda seguridad estas avellanas eran de la finca de la familia Espinar el fontanero. Eran los tiempos que frecuentaban esta Taberna, los componentes de la Peña el Octavo, con los hermanos Santos, a la cabeza, la Peña los Minguitos y la Peña los Nueve amigos, con el amigo Rafael Navarro, y sus amigos Ignacio Nocete, Rafael Muñiz, Álvaro Baena, Paquito Espino, Pepe “El Gordo” y el amigo Tórtola. El  promotor de esta Cruz, fue un grupo de amigos, formados por el desaparecido Lorenzo Jiménez, Rafael Estévez  y el singular Rafael Salcedo, “El Quirro”.
 
Por Santa Marina, San Juan de Palomares, San Lorenzo y las Costanillas, era habitual encontrar patios, en los que los vecinos tuvieran estas costumbres de adornar la Cruz. En la calle Roelas, Felisa Rodríguez Teruel, en su macetero que tenía todo el año en el patio de su casa, llegado el mes de Mayo, entronizaba en él la Cruz, a lo que el resto de vecinos le dedicaban su fiesta. En estos menesteres colaboraban todos los vecinos pero en especial, Rafaela Recio, María Sánchez y Carmela Roldán, (la jeringuera de la calle Montero), que eran muy entusiastas con estas fiestas.

También a la hora de hablar de cruces en los patios, tenemos que citar a la Peña de Los Emires, unida tan entrañablemente a las tradiciones cordobesas, que todos los años, en el patio de su Peña, en la Calle el Queso, de San Lorenzo, ponen una monumental Cruz, que es la admiración de todos sus visitantes, por sus artísticas “peanas”, obra casi siempre del miembro de la peña, al que apodan cariñosamente como “El Trompo”. Este simpático peñista, deja constantemente reflejado su amor a Córdoba, en esas originales “peanas” que son una maravilla. En esta Cruz, durante muchos años, han intervenido la “saga de los Genaros”, la “saga de los Acaiñas”, la saga de los Espejo” y el singular Evaristo, antiguo taxista, y hombre que desde que vivía en la “Casa de los Carros”, de la Calle El Cristo, estuvo siempre ligado a esta singular Peña.

Igualmente merece la pena recordar la Cruces de Mayo que se montaban en el patio de la Sociedad de Plateros, de la Calle María Auxiliadora. Allí Rafael Gaitán “El Pesca”, demostró todo su arte en el toque de guitarra y en el baile. El carnicero Juan Ramón, gran guitarrista, también disfrutó de estos ambientes festivos. No se puede olvidar a todo este conjunto de personas que se esforzaron en adornar y festejar la Cruz de Mayo de la Sociedad Plateros y muy especialmente a Manolo Montoro, un rapsoda singular que se pasó toda su vida cantando a Córdoba y sus tradiciones.

LA CRUCES EN LA PLAZUELAS  

No cabe duda de que fueron los hermanos Valverde Lujan, unos de los primeros que se atrevieron a sacar la Cruz de Mayo, a una plaza pública. Fue a principios de los años cincuenta, cuando estos hermanos grandes artistas y vecinos de la Calle Tafures, se les ocurrió montar en dicha plaza una espléndida y artística Cruz de Mayo. Fue tal la impresión que esos “monumentos” despertaron en Córdoba, que desde primera hora tuvieron “admiradores” de fuera. Tal fue el caso de uno de los primeros directores americanos que tuvo la Cenemesa, como el Sr. Mister Evans, colaboró mucho en el montaje de esta Cruz.

AÑO 1955-LA CRUZ DE SAN LORENZO    

En el año 1955, llegó a la Parroquia de San Lorenzo, al entonces cura D. Juan Novo González, lo convencieron para que pusiera una Cruz en mitad de la Plazuela. A los que esto le planteaban, él le contestó a la hermana de Pepe Bojollo, que él no sabía nada de cruces, pues acababa de venir hacía poco tiempo de Reinosa (Santander).

El entonces dinámico cura, debió pensar el asunto y después de consultar con quien el creyó oportuno, convocó a todos los grupos activos de la parroquia, representados por los Hombres de Acción Católica, HOAC, a los Jóvenes de Acción Católica, a gente de las hermandades y a algunos miembros de la Peñas del Barrio. Al final el día 12 de abril de 1955, se acordó por todos el poner una Cruz de Mayo, en mitad de la Plazuela de San Lorenzo.

Con toda seguridad debió de consultar a D. Juan Font del Riego, protector suyo y canónigo de la Catedral de Córdoba, y hombre que por tener una carrera técnica, (era ingeniero), le ilustraría en como planificar un trabajo bien hecho. Lo cierto y real, es que creó una serie de grupos de trabajo perfectamente coordinados.

Lo primero que hizo fue formar un grupo de colaboradores directos entre gente que colaboraba habitualmente con la Parroquia, así podemos citar a José Romero, Rafael Cantueso, Miguel Rey, Rafael Jiménez y Enrique Parejas.

Creo un grupo artístico, formado por Antonio Laguna, Ángel Parejas e Isidoro Álvarez, que serían los responsables de la ornamentación. Ellos fueron los encargados de distribuir las macetas (más de dos mil) y adornar la plaza. El espléndido pedestal y la maravillosa Cruz, de claveles y sus remates en manzanilla, fue obra personal de Antonio Laguna.

El grupo de logística o recolección de macetas lo encabezó  personalmente el propio cura, y se dotó para ello de todos los monaguillos y chiquillería del barrio. El se presentó prácticamente casa por casa y todo el mundo le entregaba lo mejor de sus macetas. Era ilusión común en el barrio, el llevar a cabo aquel proyecto de poner una Cruz de Mayo, que le daría relieve y proyección. Hasta las monjas de Jesús Nazareno, dejaron sus patios casi vacíos de macetas para que lucieran en la Cruz de mayo.. Como dato curioso fue el que protagonizó la simpática Obdulia, (la dueña del Horno de la Cruz,) que ante la insistencia de las vecinas de que no dejara sus mejores macetas, ella contestó: “Bueno si se estropean, con sembrar otras tengo bastante, lo bonito es que la Plaza de San Lorenzo, tenga más macetas que el paraíso”. Esto mostraba a las claras la ilusión de colaborar que hubo en el barrio.

Para hacerse una idea de la cantidad de macetas que hubo tenemos que decir que en la pared de la derecha según se mira la Iglesia, es decir la pared en donde estaba el almacén de “Pepe el Tuerto”, había colgadas la friolera de 720 macetas, que se las regaba todas el sacristán Pepe Bojollo. (entonces con 27 años). En la pared de la izquierda, desde Casa de Minguitos hasta el almacén de comestibles de Casa la Hermosa”, había 938 macetas. Y adornando la Plaza a pie de suelo, el pilón de la fuente y el pedestal de la Cruz, había unas 420 macetas. En el riego de estas macetas colaboró también Antonio Díaz,  Fernando Mesa y otros más de forma entusiasta.

Quien se encargó de coordinar a las muchachas vestidas de gitanas y las aleccionó para el baile, fue Rafi Álvarez, que enseguida formó un grupo de lindas gitanas, con Maria Luisa Maria, Mari Carmen de la Rubia, Matilde Ordoñez, Magdalena García, Carmen Casana, etc. etc. Incluso en el momento estelar de festejar el premio de la Cruz, ante las autoridades, se pudo contar con Blanquita Álvarez, la encantadora bailaora de la Lagunilla (Santa Marina), (que con el tiempo sería bailaora profesional y la dueña del famoso Corral de la Morería de Madrid,), Esta Blanquita, formó pareja de baile con Manuel fernández Márquez. (joyero)..

Para el grupo de “postulantas” se puso al frente a la singular y encantadora Lolita Granados Crespo, que con un grupo de bellas muchachas, se empeñó en no dejar a nadie sin su pequeño “trozo de cinta” en la solapa, y se puede decir que aquella operación fue todo un éxito, pues llegó a recogerse un baño grande de aquellos de zinc, lleno de monedas de aquella época. Hay que recordar que en aquella época en la cruces no existía ni ambigú ni mostrador alguno para vender nada.

Hasta el tema de los clavos, estuvo coordinado. Yo iba a por ellos a la Ferretería Gutiérrez, en donde José Zambrano, su encargado, me daba los paquetes de a "ciento" por medias docenas. Estos clavos en su mayoría los clavaron algunos miembros de la HOAC, que eran fundamentalmente del Jardín del Alpargate. (Jesús Espinosa, El hijo de Lola Aljama, y algún que otro "Gato", etc. etc.)

En la Cruz, todo funcionó de forma coordinada, y hasta se editó una especie de Revista, Festiva de Mayo, en donde se anunciaban algunos industriales del barrio o relacionados con el. En esta Revista se anunció entre otros, Pescados “Alfonso Lupión”, Ebanistería “Ángel Serrano”, Francisco Posadas “Posaitas” Calzados “Nocete”, Solera María del Valle, Manuel Jiménez Torres, Bodegas Ordoñez, Panadería Manuel Mortes, Drogueria Alfonso Romero, etc. etc. En este modelo de Revista u otra por el estilo, posiblemente fue en donde se “inspiró” Juan Montiel Salinas, el intrépido periodista del DIARIO CORDOBA, para crear su revista de CORDOBA EN MAYO, en 1956.

PRIMER PREMIO

El primer premio de la Cruz de San Lorenzo, fue el UNICO PREMIO POSIBLE, para tanta belleza contenida en aquella Plaza. D. Buenaventura Villa y Ruiz de Bustamante, Concejal de Ferias y Festejos, gran admirador del barrio, se le oyó decir: “Más flores y más bellas que estas solamente es posible en sueños”.

Fue tal la espectacularidad de la Cruz, que llegó a salir hasta en el NODO, y marcó UN ANTES Y DESPUES el Concurso de las Cruces de Mayo. El mismo Ayuntamiento, quiso reconocerpúblicamente la belleza de la Plaza, al presentarse el mismo alcalde, D. Antonio Cruz Conde, con una serie de autoridades, entre ellas el ministro de Obras Públicas, D. Fernando Suárez de Tangil, que poco tiempo antes había inaugurado el Puente Nuevo y la Avda. del Conde de Vallellano. A las autoridades en medio de la Plaza se les ofreció un ágape servido por Casa Manolo “El de las Quinielas”..

El barrio de San Lorenzo, que en 1651, pasó a la historia, al protagonizar el MOTIN DEL HAMBRE, en aquellos tiempos, trescientos años después, (1955), protagonizaba con el respaldo de sus autoridades, lo que sería EL COMIENZO CON BUEN PIE, del  popular Concurso de Cruces del Mayo Cordobés.

Ya en los años siguientes se siguió poniendo la maravillosa Cruz de la Calle Tafures, una que pusieron en la preciosa Calle del Amparo, y otras en la Plaza de la Beatilla, Calle Valdelagrana, Plaza de Aguayos, Vizconde de Miranda, etc. etc. El Concurso de Cruces afortunadamente estaba en marcha.