lunes, 28 de marzo de 2016

JUEVES SANTO





A la caída de la tarde del Jueves Santo, la Plaza del Corazón de María, el popular  “Jardín del Alpargate”, se llena de personas de toda Córdoba para ver salir al Cristo de los “Esparragueros” como popularmente se le conoce al Cristo de Gracia, ya que era costumbre de muchos humildes profesionales del campo, que vivían de lo que daba la rebusca en el campo, dedicarle los mejores espárragos para el Cristo de su devoción. Hoy estos profesionales "del campo han desaparecido" pero la gente del barrio, han sabido pasar de padres a hijos, esa costumbre de buscar espárragos para colaborar en el adorno del Cristo.

Esta Hermandad del Cristo de Gracia recibió la imagen de doña Francisca de la Cruz a principios del siglo XVII. Que le fue enviada desde el Estado mejicano de  Puebla de los Ángeles, por su hermano y que había sido realizada por los nativos de una pulpa especial a base de caña de azúcar.

La imagen siente la devoción de todo el barrio de San Lorenzo, pero muy en especial de su Calle los Frailes, Calle El Agua, Calle María Auxiliadora y el propio Jardín del Alpargate. Igualmente, son muchas las instituciones de Córdoba, así como importantes personajes de nuestra ciudad, que sienten gran devoción por “El Esparraguero”. Muchos aficionados al campo, se esforzaban por buscar espárragos para que los luciera su Cristo. En la taberna de casa Millán, (S. Juan de Letrán), muchos de sus clientes que se siente muchas veces ajenos a la cosas de la Iglesia, suelen ver en este Cristo, un hálito de esperanza para creer, y por ello,  sienten un gran aprecio y cariño por este Cristo.

Tuvo relación con esta Hermandad don Juan de Dios de Aguayo y Manrique, uno de los priores de las Ermitas de Córdoba, en el desierto de Belén, el cual, siendo Marqués (de Villaverde), decidió retirarse de la vida cotidiana del consumo al mundo de la soledad y la oración.

El Centro Filarmónico Eduardo Lucena, así como la Federación de Peñas, dos instituciones tan singulares de Córdoba, que les hagustado identificarse con  esta simpática Hermandad.

En la década de los años 1950, éramos muchos los chiquillos que solíamos acudir fundamentalmente los sábados, a lo que se llamaba confesar en la Iglesia de los Padres Trinitarios, nuestras madres, sabían que estábamos allí y nada malo nos podía pasar, y de camino tomábamos contacto con los nenes del Jardín, que por la proximidad del campo, parecían más hábiles en el manejo del tirador y las cosas relacionadas con las travesuras del campo. Muchas veces la reunión era la puerta de "Casa la Turronera", en donde estaba el futbolín de Domingo, y allí se hablaba de muchas cosas y como no de fútbol que era la afición mayoritaria de todos nosotros.

Y hablando de los frailes diremos que se llevó muchos comentarios aquel partido de fútbol que enfrentó en el Colegio Salesianos (sábado 9 de julio 1955), a un equipo formado por los novicios trinitarios y un equipo del barrio que formó el recién llegado a San Lorenzo, el cura don Juan Novo González. El partido se jugó en el campo central, y en el equipo del barrio que yo recordara jugaron, Copado, Luque, Basilio, Cantillos, Jiménez, Torres, Rey,  Almoguera, Roldán, Manolo "Capuchinos" y el propio don Juan; aparentemente era un equipo de lo mejorcito que se pudo formar a base de jugadores que jugaban en su mayoría en el fútbol modesto, y por parte de los novicios, tenemos que decir que todos eran casi iguales, con sus cabezas peladas, con su hábitos recogidos en sus correajes, parecían, más que unos jugadores de fútbol, unos  auténticos diablos corriendo,  y en el resultado se notó pues le dieron un auténtico baño de goles (8-1), Los aspirantes a frailes que estaban de internos en el convento de los trinitarios, pusieron en evidencia a muchos que se la daban de peloteros. Al mismo cura, se le quitaron las ganas de buscar este tipo de enfrentamiento con los frailes.

Parecía mentira que aquellos frailes jóvenes, que sólo sabíamos de ellos que todos los sábados "Rezaban a coro el Trisagio", con aquellas jaculatorias de Santo, santo, señor ....., pudieran correr como lo hacían dentro de aquellos hábitos tan pesados. Aquello fue una lección que quedó para el recuerdo. Hoy en día, ya se oye el Trisagio, y tampoco están esos novicios. No sabemos si eso es bueno o malo, esperemos que el tiempo lo dirá.  


Pero con independencia de la historia, los frailes novicios y el origen de esta Hermandad, el Jueves Santo, se siente pletórico de que este maravilloso Cristo, desfile por las calles de Córdoba.

En lo inmediato, en lo próximo, “El Esparraguero” supone un orgullo para la gente del barrio que aprovecha cualquier parte del recorrido de la procesión para “volver a contemplarlo”. Su recorrido es un canto a la belleza y al fervor cofrade. Pero, sin lugar a dudas, en el trayecto final de San Lorenzo a la Plaza del Corazón de María, teniendo el silencio de la noche como testigo, se puede decir, que el recorrido ES DE APOTEOSIS, pues la belleza y la armonía del cielo,  del paso al andar,  se conjuga con los vellos de punta, de los cientos de fieles, unos jóvenes y otros mayores, que vuelven a su barrio, a sus raíces, para contemplar algo que es "suyo" y  les pertenece, y que sus mayores les enseñaron a amar.

El delicado trabajo de los COSTALEROS, a los sones de la música, ponen notas a una partitura, propia del cielo que se merece este Barrio. Y es que el compás  de la música, constituyen un torrente de belleza y espiritualidad, que nos agarrota la garganta y nos entrecorta los corazones. Luego, al final, ya en su Plaza, discurre por una lluvia de saetas que nos suaviza la garganta y nos alivia el corazón antes encogido.

Los mejores saeteros se han disputado la oportunidad de cantarle al "Esparraguero" en los lugares más bellos de Córdoba. De eso saben mucho Manolo Espejo, “El Churumbaque”, María Zamorano "La Talegona", Luis Chófles Miranda,  Maruchi  "La Piconera", Andrés "El Bendito" y tantos y tantos otros, que fueron felices por cantar a su Cristo.

Cuando termina la procesión todos los años, Pepe Quiles, Carlos Espejo, Rafael Córdoba, Alfonso Sánchez, Rafael Fernández y muchos más que desde hace mucho tiempo, año tras año, le acompañan en su recorrido por las calles de Córdoba, y algunos al terminar, solían decir: “¡Ea! otro año más que le hemos acompañado”.

Y es que el fervor por este Cristo, rebasa los conceptos de los normal. Gentes de taberna, que todo el año se puede considerar que están ajenos a las cosas de la Iglesia, sienten una devoción especial por su "Esparraguero".


TESTIGOS DEL ESPARRAGUERO

La Puerta de Plasencia, fue  una puerta situada en la parte este del recinto amurallado que protegía a Córdoba, en la actual zona del Jardín del Alpargate. Fue construida en el siglo XII, pasando a ser una de las principales puertas tras la conquista cristiana y hasta el siglo XVI, que fue relegada de su importancia por la Puerta de Alcolea o Puerta Nueva. En 1879, fue definitivamente derribada.

La puerta de Plasencia tuvo un tiempo la importancia que después adquirió la Nueva o de Alcolea. Por esta puerta entró por segunda vez el rey Fernando III el Santo, Alfonso el Sabio, Sancho el Bravo, Alfonso XI, Enrique II y Enrique IV, Los reyes católicos, El rey de Navarra, y bastantes más personajes notables que visitaron Córdoba, antes de la llegada de Felipe II.

La Virgen de Linares, entró siempre por esta puerta del Jardín del Alpargate.

En una ocasión año 1479, la representación oficial de la ciudad esperaba a Fernando el Católico en la puerta de Plasencia y resulta que luego entró por la Puerta del Rincón.

Precisamente en el año 1951, ya en verano, dejaron consolidada la artística fuente que habían traído desde la plaza de PUERTA NUEVA. El traslado de esta fuente fue un proyecto del arquitecto municipal D. Víctor Escribano Ucelay, que, asimismo, fue el que diseñó la fuente de la Cuesta del Bailío, realizada por los Talleres García Rueda.

El traslado de la fuente de Puerta Nueva, fue aprobado en Consejo Capitular de 1950. El trabajo delicado de “desmontar y montar de nuevo” se le encargó a los acreditados Talleres García Rueda de Puerta Nueva. Precisamente y mientras nos tomábamos un café en el SEIS de Puerta Nueva, Rafael García, el mayor de los hermanos, nos decía lo siguiente en el año 2001.

 “Como profesionales, no tuvimos más remedio que hacer el trabajo, pero como vecinos de Puerta Nueva, nos dolió en el alma, que una de las Fuentes más bonitas que posiblemente había en Andalucía, la quitaran de nuestra Plaza de Puerta Nueva.” 

Este lamento también se lo comentó a Ángel Ogallas, por la amistad que tenían, en algún momento del trabajo, ya que fueron compañeros en el Colegio Salesiano, junto a José Lujan, eran tiempos del salesiano D. Antonio Sotomayor.

En un principio esta fuente la colocaron casi pegando a la carretera, posiblemente en la vertical en donde hoy está el Triunfo de San Rafael, tal es así, que Gustavo Fuentes, que fue el primer guardia de circulación que pusieron en esa zona, muchas veces se tenía que refugiar detrás de la fuente, porque más que vehículos,  era “ganado de carne” el que cruzaba para el Matadero municipal por el camino de la “Redonda”.

Precisamente en los años setenta del siglo pasado, fue un día en Córdoba de grandes vendavales, que además de producir desperfectos importantes en la ciudad, derribó un enorme pino que había en el jardín, además de un brazo de los tres que coronaban el enorme plátano oriental.

El pino, fue retirado y quitado de en medio, y se dio la circunstancia que muchos antiguos vecinos del barrio, se llegaron por aquí para ver el pino caído. El tronco que perdió el plátano oriental, fue suplido con un relleno de grava y cemento, que lo realizó por su cuenta, Antonio “El Cerote” cuñado de Arturo Morales “El travieso”. Desde entonces dicho árbol se empezó a recuperar y volvió a coger su esplendor. Todavía se puede apreciar el agujero en el tronco.

Y hablando de los Talleres García Rueda, tenemos que decir que fueron  acreditados profesionales, autores de importantes trabajos, entre los cuales se encuentran:

La fuente de la cuesta del Bailío, la reparación de la fuente de la Piedra Escrita, varias reparaciones del Corazón de Jesús de las Ermitas, la fuente de los patios de San Francisco, restauración de los monumentos a Manolete, restauración de los distintos Triunfos a San Rafael en Córdoba, el monumento a Matías Prast y muchos trabajos más en la Mezquita-Catedral y distintos lugares fuera de Córdoba. Pero quizás el trabajo más singular que hicieron fue en el año 1976. Los responsables de la Alhambra de Granada, les encargaron la ejecución de varios leones en mármol blanco de Murcia, para sustituir a los originales que había en el famoso Patio de los Leones, mientras los restauraban. Al final este proyecto no prosperó y sólo se llegó a realizar un león, que actualmente se encuentra en los bajos del Palacio de Carlos V.  La restauración de los 12 leones del famoso Patio, se llevó a cabo con otro criterio de restauración por lo que no se llegó a utilizar el “león réplica” de los hermanos García Rueda.

Como auténticos artistas de la piedra, esa pena, siempre la tuvieron dichos hermanos, especialmente Rafael, que era el mayor.

También el alcalde, D. Antonio Cruz Conde, pidió a estos hermanos que con el oportuno asesoramiento de D. Francisco Cruzado Moro, experto en mosaicos del Ministerio de Educación Nacional, llevaran a cabo el traslado y la restauración de los mosaicos aparecidos en los bajos de la Corredera, cerca del Arco Bajo, y con ellos decorasen el gran salón del reino del Alcázar de los Reyes Cristianos, salón, que desde entonces pasó a llamarse el “Salón de Mosaicos”. (1958).  Y es donde se celebran muchas bodas civiles de la Capital.

Rafael García Rueda, era también un enamorado de la Alhambra de Granada y fue él, el que nos comentó que el famoso Patio de los Leones, tenía una superficie de 528 metros cuadrados y que los árabes lo cogieron como referencia de una medida de superficie agraria, EL MARJAL, muy usada en la zona rural de Granada y algunas zonas de Murcia.

Los tres hermanos murieron relativamente jóvenes y se llevaron muy poco entre sí. Los últimos trabajos que hicieron para la Mezquita-Catedral, fueron dos celosías de mármol que están colocadas en el Museo de San Clemente y un recordatorio de la visita de Juan XXIII, cuando en Abril de  1950, cuando era ANGELO GIUSEPPE RONCALLI, y era Nuncio apostólico en Paris, visitó la Mezquita-Catedral, a la vuelta de su viaje de despedida por el norte de África. Aún queda un recuerdo de esta visita a Córdoba, en Casa Pepe de la Judería, en donde hizo parada para comer, "Japuta en adobo", que también le habían hablado de ella. Por cierto que al pasar por Madrid, tuvo que guardar cama en los aposentos del cardenal CICOGNANI, que por corpulencia se parecía al futuro Papa.

Y siguiendo con la fuente diremos que con motivo del diseño de la Avenida de Barcelona, a finales de los años sesenta del pasado siglo XX, la fuente fue “retranqueada” más para el centro de la Plaza y se ubicó “detrás del plátano oriental”, incluso se colocó sobre una base plataforma.  En el lugar que dejó la fuente se colocó un triunfo a San Rafael, que lo habían traído de la antigua fachada del Ayuntamiento  y lo colocaron sobre un pilar basamento.

Ya, para esa época se quitó del centro de la Plaza, un poste metálico de fundición, con pintura en color verde y cinco artísticos brazos, que cada uno tenía un farol. Al final este poste artístico, hubo que eliminarlo, pues aparte de que alumbraba poco, cuando llovía le daba la corriente a todo el que lo tocaba.


EL CONVENTO DE LOS TRINITARIOS

En el año 1607, San Juan Bautista de la Concepción, reformador de la Orden de los trinitarios, pidió y obtuvo licencia real con la intersección del Duque de Lerma, ante el Obispo de Córdoba y el Corregidor Don Diego López de Zúñiga. El 30 de Mayo del mismo año, el Cabildo de la Ciudad concede la licencia para la fundación de un convento de trinitarios descalzos. Posteriormente el Obispo, el día 7 de junio, autorizó que tomaran posesión de una antigua y pequeña morada junto a la ermita de Nuestra Señora de Gracia, que estaba a las afueras del barrio de San Lorenzo. El primer superior de esta comunidad fue Fray Antonio del Espíritu Santo.
 
Los Trinitarios se instalaban en un convento en las afueras del barrio de San Lorenzo, que por lo popular y pobreza del barrio, pocas perspectivas de limosnas se aventuraban, hasta el punto que los propios frailes agustinos de San Agustín, se opusieron a la creación de este convento, pues interpretaban que no habría “limosnas para todos”. Al final el corregidor don Diego López de Zúñiga, convocó a los trinitarios y a los agustinos, y se impuso la sensatez, pues la llegada de los trinitarios al barrio supuso un incremento de la recogida de limosnas y donaciones para todos.

El segundo superior del convento fue San Juan Bautista de la Concepción, que fue elegido en 1610, pero pronto tuvo que abandonar el cargo a causa de la tarea de realizar nuevas fundaciones.

Una estatua de San Juan Bautista de la Concepción, en actitud yacente, se encuentra en la Capilla del Esparraguero.

En el interior del convento existe un cuadro de San Juan Bautista, que fue pintado por Miguel del Moral, y las manos en posición orante del santo, son las manos de Pablo García Baena, este detalle no lo comentó el Padre Manuel Fuentes, trinitario ejemplar y singular que fue el que impulsó toda la labor parroquial, cuando en el año 1969, el Obispo Infantes Florido, convirtió la Iglesia del convento en Parroquia.

De esta forma los trinitarios que fueron exclaustrados en 1835, de forma vejatoria, y que pudieron volver en 1903, a su convento e Iglesia, les era encomendada la nueva Parroquia de Nuestra Señora de Gracia, segregándose de la parroquia de San Lorenzo.

Personas que ayudaron en esta inicial etapa, fueron Rafael Caballano, Antonio Ruiz, Juan García, Antonio Carreras, José Quiles, Rafael Doblades, Enrique Rosales, Antonio Mesa y el popular Juan “Pelitos”. Este tabernero, colaboró mucho en las labores de la parroquia, e incluso en su establecimiento “Bar Casa Pelitos”, puso unos menús con precios para todos los bolsillos a instancia de los Trinitarios, especialmente el Padre Manuel Fuentes, con el que le unía una gran amistad. “Casa Pelitos”, se hizo famosa en Córdoba por su especialidad de pollos al ajillo, y los bocadillos de calamares. El clásico bocadillo de calamares, era muy típico de los soldados que poblaban el cercano cuartel de Lepanto,  que llegaban al Bar y pedían "UN COMPLETO". Esto ocurrió durante los años sesenta y setenta del pasado siglo XX.

Hay que recordar aquí que D. Rafael Caballano, el abuelo materno del actual gerente de la Librería Monte Sión, vecino siempre del barrio, fue fundador y colaborador de la Orden Tercera. Además siempre estuvo muy identificado con todo lo que significó la labor Trinitaria en la Iglesia. Una vez que en aquella República de 1931, empezaron a llegar los incidentes incontrolados de “anticlericalismo”. Él, con la debida autorización de los frailes, se llevó a su casa y alojó la vitrina que contenía las reliquias del entonces Beato Juan Bautista de la Concepción, en una disimulada alacena con todo el respecto del mundo. Por esa actitud y otras que tuvo durante la guerra civil de protección de las cosas sagradas para los cristianos, fue finalmente el Obispo de la Diócesis, el que aprobó que éste hombre defensor a ultranza de todo lo que significó el espíritu del Trinitario, pudiera ser enterrado en la cripta de la Orden, debajo del Cristo de Gracia.

Era la época de frailes como el padre Alejo, el padre Nicolás, el Padre Francisco, el padre José Altera, el padre Bonifacio, el Hermano Leoncio, el padre Gabriel de la Dolorosa. Este último, el padre Gabriel, todas las mañanas muy temprano acudía invariablemente para decir misa a las hermanitas de los pobres de Capuchinos. Eran los tiempos en que los frailes trinitarios llevaban  un corte de pelo que habían heredado desde la Edad Media, luciendo en su cabeza un gran cerco que, a manera de gran tonsura, dejaba buena parte de su cráneo pelado. Daba miedo contemplar en invierno la cabeza del padre Gabriel, con su “corona” en la cabeza y sus pies sangrando por el frío de los sabañones asomando por aquellas gastadas sandalias.

Pero también es justo destacar a los hermanos legos, Fernando y Leoncio, uno que con todo su carácter serio (era vasco), parecía que se iba a comer el mundo, pero tenía ese don de los trinitarios que lo daban todo. Estuvo durante muchos años en aquel puesto de verduras que daba a San Juan de Palomares, cerca del Patio de Josefita. Luego tenemos al hermano Leoncio, al cargo de la cocina, en donde se empleaban varias mujeres, pero que entre todas ellas destacaba “La Prudencia” mujer del Juan el que alquilaba los triciclos en el Jardín. Esta Prudencia, destacaba más que por saber guisar, posiblemente por ser una de las primeras mujeres que en Córdoba, montó en bicicleta, siendo además una adelantada en utilizar el pantalón de su marido, como su propia prenda femenina.

También en aquella cocina hubo quien hizo de Celestina, ya que llegaron a “arreglar el casamiento tardío” de Rafi  la cocinera, con el empedernido solterón y veterano militar Rafael Gómez María.


EL NOMBRE DEL ALPARGATE

Esta Plaza en la Edad Media, se llamaba de los Olmos, por la abundancia de este tipo de árbol que había por su entorno y en la propia plaza. Posteriormente se fue llamando Plaza de los Padres de Gracia, Plaza del Corazón de María, Plaza de los Trinitarios, por estar allí ubicado en ella el convento de la citada orden. Actualmente se llama Plaza del Cristo de Gracia, pero sin dejar por conocidos o mencionados todos estos nombres, la mayoría de la gente del Barrio y de la misma Plaza la conocen como Plaza del JARDIN DEL ALPARGATE.

Y es que el “Jardín del Alpargate”, significó mucho para la gente del barrio de San Lorenzo, era el límite natural entre lo que llamaban ciudad y el campo. En los años de necesidad, los señores del campo tenían el aceite, la harina, el tocino y el pan, y lo poco que daba el campo para comer; los de la ciudad sobre todo los del centro, tenían dineros para comprar estos alimentos. Los de San Lorenzo y en especial los del Jardín del Alpargate, al estar en medio, no tenían ni rentas, ni aceite, ni pan, ni nada para comer, solamente tenían el hambre, que hasta flotaba en el ambiente. Se trataba de personas que de sencillas y populares que eran, algunas tenían fe ciega en “las tijeras, el plato y la sal” como rito para colocar en las mortajas de sus difuntos. Y para que la muerte no volviera a entrar en cualquier  casa, solían cerrar como señal de protección, una hoja de la puerta de la calle para indicar que allí, en esa casa,  ya había llantos y duelo por un difunto.  

Y digo de lo que llamaban “ciudad”, (De la Taberna de “Huevos Fritos” para arriba), porque San Lorenzo, era una parte de Córdoba, alejada de la Medina y en donde se daban todas “las faltas”, habidas y por haber. Desde el siglo XIX, había abundante analfabetismo, había falta de calificación profesional, por lo que tradicionalmente era un barrio potencial de muchos parados, y que por fuerzas tenían que dedicarse a las labores “furtivas del campo”, en cualquier recolección, labores de caza, u otros menesteres agrícolas. Hubo quizás más hambre que en otros sitios, porque así lo atestiguan los comentarios de los que esperaban cualquier descuido de las Huertas de los alrededores, para de esa forma poder coger cualquier cosa que fuera comestible y que hubiera sembrada. Por todas estas cosas, históricamente los habitantes de estos entornos, llevaron a cabo reiteradas revueltas y motines por el hambre, como el famoso motín del año de 1652. y que acabaron refugiándose en la Iglesia, ante la llegada de las fuerzas del orden, en estas labores de acogida se destacó el coadjutor D. JUAN PALOF, que siempre se identificó con los necesitados. Sus vecinos, sus parroquianos, a su muerte honraron la calle en donde vivió dándole el nombre de JUAN PALO.

A falta de otras posibilidades, el Jardín del Alpargate, también era el lugar de “veraneo”, para aquellas gentes sencillas del barrio,  que no habían tocado en su vida el agua del mar o algo parecido. Era el lugar de veraneo para los chiquillos, pues allí se iban para jugar y corretear, ya por el jardín, ya por la “lonja” o incluso por los aledaños de la “redonda”. Muchas noches acudían allí familias enteras a tomar el fresco con el aliciente de tener la fuente de agua fresca muy cerca. Y la verdad es que la mayoría de las personas que por allí circulaban, en vez de utilizar “trajes de baño” calzaban las populares alpargatas.

Existen unas crónicas de RICARDO DE MONTIS, de 1866, cuando ejecutaron el Jardín y llevaron a cabo el empedrado de los entornos e incluso de la Calle María Auxiliadora; empedrado claro está, con cantos de río (piedras), siendo Alcalde de Córdoba D. Juan Rodríguez Sánchez. El citado RICARDO DE MONTIS, cronista de la ciudad, llegó a decir en el periódico:

“Han proyectado un Jardín del tamaño poco menos que el de un ALPARGATE”. A raíz de ese comentario, el pueblo, los vecinos, le pudieron empezar a llamar como el Jardín del Alpargate.

Hay autores muy respetables que justifican este nombre del “ALPARGATE”, por el hecho de que aquí en esta plaza se “cambiaran las zapatillas” los hermanos nazarenos de la hermandad del “Esparraguero”. Pero para cualquiera que se haya criado en el barrio y conozca a sus gentes y sobre todo en aquellas épocas, ve que esta hipótesis es un tanto precipitada.

En primer lugar, porque los supuestos nazarenos del “Esparraguero”, gente popular en su mayoría, por la condición social que se daba en el barrio por aquellas épocas. (Principios del siglo XX), “No disponían de zapatillas ni alpargatas de recambio”. Eran personas en la mayoría de los casos de calzado o zapatillas únicas y por lo general zapatillas de esparto.

Desde antiguo nos inquietó el origen de este popular nombre e hicimos nuestras indagaciones. Le hemos preguntado:  a los GALLAS, a los MARIA, a los VAQUERO,  a los “SORNA”, a los “GATOS”, a los ALCANTARA, a los GAVILAN, a los MORALES, a los ESPEJO, a los LESMES,  a los CUEVAS, a los ESPINOSSA, a los TIENDA, a  los SANTA CRUZ, a los CAÑAVERAS, a los “PIRUTI”, a los ALJAMA, a los CÓRDOBA, a los CASTILLAS, a los RODRIGUEZ, a los MANOSALVAS, a los BUENO, a los GARCIA, incluso un día le llegamos a preguntar a Carmen, la agradable mujer que tenía a su cargo el Water del servicio público, aquel que había después de la casa de los Gavilán y casi enfrente de la casa de los de La Rubia Villalba y de Aurora Jiménez. La mujer de los servicios nos contestó que ni ella ni sus gatos sabían el origen de aquel nombre.

Y siguiendo con el nombre del Alpargate, unos opinan que el nombre le viene porque en dicho Jardín, se concentraba habitualmente muchas personas que no tenían otro calzado que las alpargatas. También hay quien opinaba que el posible nombre se debía a que en las cunetas y en la cercanía del Jardín, había siempre muchas alpargatas rotas y abandonadas. Y finalmente la opinión de varios como los Alcántara, que nos dicen,  que cuando surgió la alpargata con suela de goma, (principios años 20), se puso en medio del Jardín un anuncio con el retrato de una enorme alpargata con su suela de goma, que al estar sola, la gente sencilla le llamaban en singular: “El anuncio del Alpargate”, y de ahí pudo venir el nombre al Jardín.

LA JERINGUERA

Rosario Murillo, también ocupó su sitio como Jerínguera en el Jardín del Alpargate. Después de la guerra, ella puso su puesto junto a las escalerillas de acceso principal al jardín. Allí, hiciera frío o calor estuvo siempre al servicio de la gente del barrio. Más de una vez sufrió las inclemencias de las “riadas” del arroyo del camello, que se desbordaba produciendo aquellas famosas “riadas de chocolate”, que inundaba todo el barrio de San Lorenzo.

Los aparejos del puesto los guardaba en una casa de la Calle del Agua, situada enfrente de la Casa de PEPE SANTOS, que durante muchos años fue el capataz de paso de la Virgen del Rescatado. Precisamente PEPE SANTOS, tuvo que ser testigo excepcional, de aquellas actuaciones de María Zamorano “LA TALEGONA”, cuando le cantaba a su Rescatado,  desde la azotea de Casa Joaquina. (Luego Pérez Barquero).

Siguiendo con Rosario la  “Jeringuera”, diremos que las dos hermanas que le ayudaban en las labores del puesto, eran Rafi y Encarni, vecinas de la Calle El Agua, y que a su vez eran hijas de Agustín Guzmán una de la personas más hábiles en las pesca de las ranas.

Este exquisito manjar para muchos lo preparaba de forma exquisita, la Taberna La Paz de San Agustín.  También "El Faiyi" emparentado con los Cañaveras, era un experto en el arte de pescar ranas a la luz de la Luna. Y ya que hemos mencionado a los Cañaveras, no podemos dejar de mencionar a la singular "Gilda" que era la "dueña" de la Calle María Auxiliadora, cuando desfilaba por ella. Amparito desde su tienda de ultramarinos que era como el "Púlpito" del barrio, solía decir: "Hala ahí que va ella" y hasta los vecinos se asomaban para verla. Hasta "El Panza", aquel orondo Barbero, suspendía el pelado o el afeitado del que fuere, y salía para contemplar a la mencionada "Gilda" Su hora de pasar era como cronometrada a las 12.30 de la mañana. Salía de San Agustín, Pozanco, Calle Roela y Calle María Auxiliadora. En el Jardín del Alpargate, cogía el autobús para el Barrio Cañero.

Rosario la Jeringuera, quitó el puesto en 1958, cuando se casó su niño con la Kristi, la hija menor del  Manuel Morte González, que se quedaría a principios de 1940, con el traspaso del Horno de Remesal, que era uno de los catorce que ya existían a finales del siglo XVIII.

En el año 1954, un día después de la Fiesta de la Candelaria, cayó una nevada de más de 80 cms. en Córdoba, ni los más viejos habían recordaban algo igual. Fue el marido de la Jeringuera, que madrugaba para ir a trabajar a Bernardo Alba Pulido el que le dijo: "Rosario el Jardín del Alpargate" está enterrado en nieve. Y es que todo el entorno del Jardín era una auténtica postal, y la gente de las Calles Montero, Calle Agua, Queso, María Auxiliadora, acudían para presenciar la Fuente que parecía, "Una auténtica Carroza adornada con infinidad de flores blancas" de aquellas que se hacían a golpe de tijeras para las Romerías.

Y hablando de peñas, tenemos que decir, que cerca del Jardín estaban la peña Córdoba Soberana, Peña los Emires, Peña Los Excursionistas y Peña los Romeros de la Paz; que por aquellos años, ya andaban cerca del Jardín, y que supieron lucir espléndidas carrozas. El arte de los Ávila, los Cervantes, los Parejas, los Isidoro, los Luque, fue paseado en aquella Romería de Linares, que ya por aquellos años, principios de los años 50, estrenaban un bonito recorrido con el ensanche del “Puerto de la Salve”.

Desde que se recuperó esta Romería clásica de Córdoba, siempre pasó por el Jardín del Alpargate.


domingo, 27 de marzo de 2016

LOS GATOS




El otro día leímos en un periódico digital la noticia de que el edificio la "Gatera" que una protectora de animales de Ceuta, ha sufrido. Al parecer unos desconocidos a los que según parece les molesta los GATOS, han llegado hasta forzar cerraduras y cerrojos de estas instalaciones.  En estas dependencias dan cobijo a unos doscientos GATOS,  que se encuentran como en su casa. No se conoce la posible razón de estos enemigos de los GATOS.

Los responsables de esta entidad protectora de los GATOS, señalan que hay gente que lleva a cabo estas acciones y que ellos califican de crueles. Esperemos que las autoridades de Ceuta puedan dar con la pista de estas personas que quieren fastidiar a los GATOS.

El GATO es un animal que históricamente se adaptó perfectamente a nuestras casas y se convirtió como "mascota". Aunque bastante arisco, es un animal muy limpio, y en el ambiente doméstico es un animal que se convierte en un miembro más de la familia, incluso hace las paces con el perro.

LEYENDA DEL GATO

Existe una leyenda de antiguo en la que se llega a decir poco más o menos de que el GATO,  según menciona el profesor Edwin Thiele, en su libro "Los Misteriosos números de los Reyes Hebreros", en que nos viene a decir que el Diluvio Universal,  debió ocurrir hace 2893 años, o lo que es igual en el año 967 antes de Cristo.

Según dicha leyenda, en el Arca de Noé, los ratones se reproducían de una manera alarmante,  haciendo peligrar con ello las reservas de alimentos;  por lo que Noé, preocupado por esta circunstancia, solicitó ayuda del Señor, quien le contestaría que debía acariciar tres veces la cabeza del león. Noé hizo lo que Dios le dijo y el león estornudó surgiendo de sus fosas nasales una pareja de GATOS que restablecieron de inmediato el equilibrio de los ratones en la embarcación.

Por otra parte, el GATO es un felino cuya historia y origen se remontan al antiguo Egipto. Los egipcios inoculaban a los GATOS algunas gotas de su sangre, a fin de protegerlos de los malos espíritu y las  enfermedades. En Egipto, estaba prohibido el matar a un GATO, y la pena por hacerlo era de muerte. Era tanto el respeto que existía por este noble animal que cuando el GATO moría, los egipcios se afeitaban las cejas en señal de duelo.

Los GATOS eran animales salvajes que comenzaron su proceso de domesticación hacia el año 3000 a. C.. Debido a la abundancia de ratones que pululaban en los silos de grano que existían en Egipto. El gran valor del GATO como cazador de ratones, hizo que los egipcios intentasen y lograsen su convivencia doméstica, pese a lo cual el gato no perdió su status divino. La religión del antiguo Egipto incluyó el GATO entre sus símbolos sagrados, estando considerado como la propia reencarnación de los dioses, en el trance de comunicarse con los hombres y manifestarles su voluntad.

En el antiguo Egipto, hace miles de años, los GATOS eran considerados divinidades. Estos misteriosos animales eran tan importantes que cuando morían eran momificados, como los faraones, y si una persona mataba a un GATO, aunque fuera por accidente, era condenada a muerte.
Al igual que existen religiones en las que no se puede representar la figura de Dios mediante imágenes, tampoco estaba permitido recrear la imagen del GATO.
Pero hay otro motivo desconocido y fascinante que hace que los GATOS fueran divinos para los egipcios. Y es que los GATOS eran los guardianes del conocimiento. Como los egipcios conservaban la mayor parte de sus textos en papiros, los gatos eran claves en la conservación de la cultura y el conocimiento, ya que no dejaban que las ratas y ratones se acercaran a los papiros. Por este motivo todos los templos y bibliotecas donde se resguardaban los textos estaban protegidos por GATOS.

Los griegos y romanos, que fundaron sus civilizaciones basándose en la cultura egipcia, adoptaron de estos el uso de los GATOS como protectores contra las ratas, por eso los primeros monjes católicos llevaban GATOS con ellos a sus monasterios.

EN TIEMPOS DE BUDA

Cuenta la tradición, que Buda, viendo próxima su muerte, quiso reunir a todos los animales de la Tierra para dejar testimonio de su última voluntad. Para su sorpresa, solo se presentaron doce animales ante él. La rata fue la primera en llegar, después llegaron otros once animales: el buey, el tigre, el conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la cabra, el mono, el gallo, el perro y el cerdo. Como premio a la devoción religiosa que le brindaron, Buda los convirtió en los Doce Signos del Zodiaco Chino. El GATO no estaba.

EN DATOS

En España desde los años 1960, cuando la gente empezó a comer pudiéramos decir de "forma regular" empezó a meter en sus casas animales "mascotas", siendo la mayoría perros y GATOS. En datos del 2009, en España existían unos 6 millones de perros acomodados en sus casas y 1.5 millones de GATOS. Por estadísticas realizadas por organizaciones protectoras de animales, el 40% de los hogares españoles tienen alguna mascota.

 LOS GATOS Y LA SECCIÓN FEMENINA

La buena de Teresa, aquella mujer mayor que era como la "casera" que había en aquellas instalaciones de la Sección Femenina de la Puerta del Rincón, (Córdoba), ella tenía allí una pequeña vivienda y se encargaba de tener limpia toda aquella  zona. Vivía sola rodeada de GATOS,  a los que le echaba de comer todos los días de forma sistemática. El edificio que acogía a la Sección Femenina, estaba escorado hacia la izquierda junto a la Calle Adarve, pudiéramos decir que estaba a la izquierda de lo que era el edificio del Frente de Juventudes, que ocupaba el espacio que hoy queda entre la Calle Pasaje de la Estrella y la Calle Adarve. Curiosamente la cancela que tenía este edificio es la misma que se encuentra en la Puerta de la Diputación que da a la Calle Reyes Católicos.

Para subir a la zona de oficinas de la llamada Sección Femenina, había que subir unos cuatro o cinco escalones de huella a base de ladrillo visto. Al superar estos escalones, se accedía a una especie de explanada, en donde existían una serie de frondosos arriates, en donde abundaban el naranjo, las acacias, los nísperos y cuatro o cinco palmeras. Los arriates estaban muy bien cuidados y cuando llovía,  sus boleteros se inundaban de caracoles gordos, que era el manjar que Teresa le daba  a sus GATOS.  

Al fondo  del Jardín arrancaban unas empinadas escaleras, por las que se subía a lo que eran las Oficinas de la Sección Femenina de Córdoba. En aquellos tiempos años 1956, era un espectáculo ver subir por aquellas escaleras, a un montón de jóvenes entre los 25 a 30 años, que trabajaban en aquellas dependencias. Abajo, y de forma un tanto más sencilla, estaban las oficinas  de la llamada Delegación Local de la Sección Femenina de Córdoba, allí por los veranos solían acudir colaboradoras que preparaban a las jóvenes para las asistencias a los campamentos, e incluso llegaban a labores de "espulgar" las cabezas de toda estas chicas que iban a convivir en Campamentos de Verano.. Fueron solamente tres meses los que estuve colaborando con aquellas mujeres,  y casi llegué a quedarme con el nombre de muchas de ellas, pues a  la mayoría  les llegué a llevar "LECHE EN POLVO" a sus casas. Recuerdo a Anita, que vivía frente de Santa Ana, a Carola que vivía en la Calle Roelas, a las hermanas Toledano, que vivían en Santa Marina, a la señorita Chelo, que vivía en los pisos de Cañete, a Rafaela González, en Vistalegre, a Loli Montoro, en San Cayetano, a Rosario Galvín, en Reyes Católicos, a Loli Aroca, en Santa María de Gracia, a Esperanza Ríos, en Calle Claudio Marcelo. y así podía seguir mencionando a cada una de aquellas jóvenes que todos los días acudían a aquellas oficinas. En el corto tiempo que estuve para los recados, apenas si llegué a entrar en aquellas oficinas, por lo que no pude comprobar tan siquiera en donde estaban sentadas unas y otras; porque mi sitio era en la Delegación de abajo,  en donde estaba Teresa las de los gatos. Allí pude comprobar que todos los días se hacían unos bocadillos, y a mí,  me mandaban a por el pan al Horno de las Hermanas Liébana de la Calle Morales.

Al cumplir los 14 años yo me marché a la Universidad Laboral y recuerdo que la Delegada Provincial, la señorita Carmen, me regaló doscientas pesetas, dinero que me lo dio la señorita Chelo, que era la que manejaba los dineros.

Me despedí de Teresa y de sus gatos, y de los caracoles gordos, que más de una vez cogí a escondidas de ella, pues ella decía que los caracoles, eran comida de sus GATOS.

Como he dicho,  a la mayoría de estas jóvenes yo le llevaba "LECHE EN POLVO", tan normal en aquellos tiempos, y por ello las conocí más personalmente. Aunque pasaron bastantes años sin volver a encontrarme a ninguna de ellas, fue un día, en la Oficina de Telefónica de la Calle del Caño, y allí pude ver a cuatro cinco de aquellas "muchachas", aunque ya algo mayores. Luego en la Delegación de Cultura, pude ver a otras pocas, y finalmente en la Diputación, también llegué a ver a un par de ellas. Se ve que al desaparecer esta Institución de la Sección Femenina, las empleadas que trabajaban en esta Institución fueron colocadas en otras instituciones.

Luego como todos los cordobeses, pude comprobar cómo algunas incluso iban en aquellas listas electorales de las primeras elecciones democráticas. En CENEMESA, me encontré con José Pila Cervantes, que trabajó de tornero y también llegó a estar un par de años, en aquellas Oficinas de la Sección Femenina, muy cerca de los GATOS.

Siempre hemos dividido a los políticos en políticos de gato o de perro. Adolfo Suárez parece hombre de galgo castellano. Felipe González, él mismo, es como un gato. Aznar es persona de perro pachón que le pega sustos a la perrita histérica de su señora.


LOS GATOS DE VILLARALTO

No quiero contar aquí nada referido con los GATOS, que éste simpático pueblo ofrece por INTERNET. El pueblo no es otro que  VILLARALTO, que entre otras cosas importante tiene este detalle de protección de los animales. No, yo lo que quiero relatar es un partido de fútbol que un día del año 1959 tuvo lugar en aquel pueblo. Fue un día del mes de julio de ese año, cuando fuimos  a jugar un partido de fútbol a este bonito pueblo de la Sierra de Córdoba. Era un partido que había organizado Francisco Muñoz Quesada, "El Quiqui", con un equipo del citado pueblo, para lo que formó un equipo formado por Juan Jiménez, Juan Rey, Antonio Trillo, Enrique Pérez, Ángel Boti, García Sánchez, Antonio Luque, Eduardo Pérez. López Colodrero, Miguel Fernández, y varios más que no me acuerdo y yo, que jugaba seguramente, porque era el que prestaba las camisetas  que no eran mías, sino del equipo del Cooperativa que entrenaba Rafael Rivas y en mi casa se lavaban. 

Nos montamos en San Lorenzo, en una DKW, matricula CO. 3690, de color verde y allí como pudimos nos acomodamos. El conductor de la furgoneta se llamaba Ricardo Ventosa, de edad un poco mayor que la mayoría de nosotros. El más veterano de la expedición era Juan Rey, que tendría unos 29 años y el más pequeño era yo con 16 años. El chofer estaba bastante gordo y hablaba como a voces, y a voces nos encargó que asegurásemos por dentro la puerta trasera de la furgoneta, cuya manivela de cierre no funcionaba.

Salimos a las 11 de la mañana de San Lorenzo y llegamos cerca de las 2 de la tarde. Cuando íbamos por la antigua Cuesta de Espiel que dejaba el Cementerio del Pueblo a la derecha, se nos cruzaron dos GATOS, que obligaron  al sudoroso chofer a pegar un tremendo frenazo. Ni que decir tiene la que se lió en la parte de atrás de aquella furgoneta, pues tropezamos unos con otros y al tal Trillo, se le dobló un tobillo y se le dislocó toda la articulación. Aquella vieja furgoneta DKW, con toda seguridad del violento frenazo, se le debió soltar algún cable o bugía,  ya que a pesar de intentarlo varias veces, no consiguió arrancarla, era como decir aquella furgoneta vieja y verde, aquí me quedo. El chofer era consciente del retraso que llevábamos, y entonces decidió, poner la furgoneta en punto muerto  y bajar toda aquella pendiente si motor, y ya cuando casi llegamos abajo de la cuesta, metió la marcha y consiguió que el motor se pusiera en marcha. El chofer se dio cuenta de que todos íbamos "mosqueados", y apretó un poco la marcha.

Por fin y gracias a Dios, llegamos a VILLRALTO,  Allí en la Puerta del Hogar Parroquial, nos esperaba el cura del pueblo  y el alcalde. Como pudimos salimos de aquella furgoneta, que en algunos momentos nos dio la sensación de que se iba a desarmar por completo. Al entrar en el Bar pudimos comprobar que eran las dos, pedimos agua y nos contestaron que a esa hora todavía no la habían dado, ya que al parecer eran horas las que tenían de suministro, y entonces nos tuvimos que conformar con un vaso de sifón.  

Siempre recordaremos los "nudos" que se nos hicieron, al comernos el bocadillo de tortilla de patatas, que nos comimos a toda prisa, antes de jugar el partido que estaba anunciado para las tres. Nos llamó la atención que en aquella Calle del Pueblo que se adentraba hacia el campo, todas las puertas tenían sus gateras, por donde los GATOS entraban y salían tranquilamente de sus casas como un vecino más.

Poco quiero hablar del partido, ya que para empezar, y por tener un hombre lesionado, hasta nos tuvieron que emprestar un jugador para completar el equipo.  Curiosamente el joven del pueblo que nos prestaron, se llamaba  Roque Santos Luque, al que se conocía con el apodo de "El Gato".

El partido se celebró en un campo de tierra y muy duro, dando la sensación incluso de que estaba cuesta abajo. El árbitro era relativamente joven y vestía una camisa blanca con pantalón negro;  luego nos pudimos enterar de que era el que hacía las veces de sepulturero en el pueblo.  Tenía el reloj en la muñeca de la derecha, pero como en el pueblo hasta el cura eran de "izquierdas", se le debió parar el reloj, pues el partido duró hasta que por fin el sobrino del alcalde nos marcó el gol del triunfo. Más que un partido, aquello pareció un tormento para casi la totalidad de nosotros. Serían casi la seis de la tarde cuando el partido terminó y de inmediato, sin refrescarnos siquiera, nos volvimos para Córdoba, a donde llegamos a las 9 de la noche porque el dueño de la DKW no quería "forzar" su vehículo. Al bajarnos en San Lorenzo, todo sedientos y mientras estirábamos el cuerpo, se nos cruzó un GATO negro, que se metió en casa del cura, el conocido Látigo Negro.

El otro día me crucé con Juan Rey,  el más veterano de aquel partido  y le pregunté que si se acordaba algo de VILLARALTO, y me contestó:  "LA FURGONETA DKW", y aquel viaje con el episodio de los GATOS. Luego ya comentamos algo más sobre el partido y me dijo que en algunos pueblos es normal que dure el partido hasta que el equipo del pueblo gane. También recordamos a la mayoría que jugamos el partido y lamentamos la falta de muchos.

LA EMIGRACION

Era al principio de los años 1960, cuando se puso de moda el marcharse a buscar nuevos horizontes de trabajo, y eran incluso los periódicos los que te anunciaban, los destinos de Australia, Brasil y Centroeuropa, como solución de aquellas inquietudes. En el Picadero de la Calle Roelas, vivía Nicolás Oñoro, que era el que gestionaba los autocares que saliendo del Bar San Cayetano, te llevaban a cualquier lugar de Europa.

Recuerdo que una vez fuimos a ver el Córdoba que jugaba en el Estadio de Nou Camps, con el Barcelona, partido que perdió por dos goles a uno, y podemos decir que el malogrado Benítez, que llegaría a ser uno de los mejores defensas de España, jugó aquel partido de interior. El autocar de Sánchez Navas, lo cogimos en el Bar San Cayetano, y recuerdo que salimos el sábado a las 11 de la mañana, y Diego Fernández, el presidente de la Peña El Príncipe, pidió que nos pusieran algo de música, y nos sorprendió el chofer que se llamaba Ricardo Cantos, con el Cuento del "El GATO CON BOTAS", que todo el mundo quedó encantado de  escucharlo. En el cocherón-taller que había al lado del Bar y en el que Patricio Carmona, tenía su taller de tornero, los GATOS, se encontraban muy a gusto.

Por aquellos tiempos 1960-1966, la platería sufrió una de las muchas caídas que ha tenido a lo largo de la historia; también el sector de la ebanistería y la propia imprenta, dejó a muchas personas sin trabajo, que no tuvieron más remedio que plantearse la emigración. Una cosa era Europa, pero Brasil y Australia, eran palabras mayores.  En muchas casas se puede decir que no quedó nada más que el GATO, pues se marcharon todos.

Por encima de mi casa en la Calle Roelas vivía la familia formada por Antonio Varo Montoro y Carmen Millán Millán, que tuvieron dos hijos, uno llamado Antonio y una hija llamada Carmen, el padre tenía un pequeño taller de ebanistería en la Calle El Cristo, pero con toda seguridad aquel taller debió de hacer "aguas" según nos comentaría Matías Obrero, que fue empleado de ellos y que cuando fue a cobrar unos dineros que le debían, se pudo enterar por una hermana de Antonio Varo,  que ya estaban en Brasil.

Antonio el padre se fue con 67 años,  su hijo Antonio 37 años y su hija Carmen con 32 años. Allí continuaron con su profesión de ebanistería y llegaron a montar un buen taller, pero esta familia, el padre y los dos hijos, ambos casados ya desde Córdoba, no volvieron a España, a pesar de que tenían aquí en Córdoba una extensa familia. 

Pero yo quiero recordar aquí a Antonio Varo el padre, que todas las noches del verano cuando volvía para su casa, siempre se paraba en mi ventana a "charlar" con mi GATA. Una vez que pasaba Antonio Varo, la GATA se quitaba de la ventana y se posicionaba en su lugar en donde dormía todos los días, a los pies de mi hermano Gabriel. Era impresionante el cariño que mi GATA le tenía a Antonio Varo.

A los siguientes días de la marcha de esta familia al Brasil, mi GATA empezó a estar rara y no paraba de maullar. Al tercer día ya salió a la esquina de la calle para esperarle y cuando se volvía no dejaba de maullar. A la semana de la falta de su amigo, salió a la calle y cada vez se alejaba más para salir a su posible encuentro, hasta que desgraciadamente un coche la arrolló y murió a la semana justa de que su amigo se marchó al Brasil.

A través de un sobrino de Antonio Varo, que trabajaba en CENEMESA, le comentamos lo que había pasado con la GATA, y a los quince días o cosa así, nos comentó que su prima Carmen, le había comentado por teléfono, que su padre siempre echó de menos su Córdoba, su San Lorenzo y como no, su GATA, hasta el punto de que nos pidió una foto de ella. No pudimos facilitarle la foto, pues la gata ya había muerto.

LA LOTERÍA

En aquellas épocas el juego de la Lotería era la única posibilidad de prosperar un poco de la noche a la mañana, y la gente el que podía, jugaba pequeñas participaciones con el ánimo de que le tocara algo. De antiguo existía un famoso cuento de horror escrito por el autor americano Edgar Allan Poe, en el que un joven matrimonio se ve abocado al fracaso, cuando el marido dejado por su hábito a la bebida decide matar al GATO, que era un elemento que había formado parte de la felicidad inicial de aquel matrimonio. Luego ya apareció  otro gato en escena y la cosa fue de mal en peor.

Tras la muerte del GATO, se desencadenan multitud de circunstancias adversas, que hacen horrorosa  la vida del matrimonio.

Quizás por ello, los catalanes que hacen lecturas interesadas de todo lo negativo, en 1912, pensaron una administración de lotería con el nombre del GATO negro. Esa administración fundada en Barcelona,  fue un referente en los restantes lugares de España y se prodigaron las administraciones con el nombre del GATO Negro, de esta forma al aspecto negativo del GATO, los catalanes, eternos amigos de la "pela" supieron sacarle un contenido positivo.

En Córdoba, y en la Calle Alfonso XIII, enfrente del BAR GAMBRINUS, estaba ubicada esta administración de Loterías, un poco por encima de Electricidad Guerrero, y Máquinas de escribir Medina. La verdad es que Antonia Gaitán Álvarez, la primera titular de la Administración número 4, solía quejarse de que en aquella Administración  no entraban ni los GATOS y por ello, la gente le puso el apodo de la "La Funeraria". Esta mujer no descansó hasta que la pudo trasladar a la Plaza de José Antonio, y allí le plantificó el nombre de "El GATO negro", que aún continúa en la actualidad.

Esta administración una vez ubicada en la Plaza de José Antonio, distribuyó el premio gordos los años,  1989, en el 13.228, en el año 1989, en el 15.802, y en el 1992, en el número 15,249.

Coincide la aparición de esta Administración en la Plaza de José Antonio, cuando justo desaparecía la de la Calle Marqués del Boíl, que estaba regentada por Carmen, una mujer bastante bella y que estaba emparentada con el doctor Zurita, cuñado del ex-rey Juan Carlos.

En esa Calle eran famosos los GATOS que solían aparecer por el Salón de Billar, y que daba la impresión de que cuando jugaba "El Chino", gran jugador, hasta ellos (los GATOS), se unían al grupo de espectadores para presenciar la partida. Luego en el cercano Bar Miami, regentado por Félix Sánchez Aguilera, se juntaban los Zuritos, los Ángel Jiménez, Los Mario, Los Pérez Salamanca, entre otros, y uno que se podía considerar un intruso entre ellos, que era el "GATO CHICO", de la saga de los "GATOS" del Jardín del Alpargate. Allí hablaban de juegos y de dineros y siempre terminaban jugando en el salón de Billar "A las Treinta". 

EL GATO DE LA CALLE ZARCO

Durante aquellos de 1960, abrieron durante un poco tiempo un puesto de carne de caballo, el establecimiento estaba ubicado nada más salir de la Calle Zarco hacia la Beatilla. Muy cerca de la casa en donde Rafael Medina, tenía su taller de pintura y escultura. En dicha casa y en el portal tenían los dueños de la Huerta de la Sardina, un puesto de verduras.

 Ese puesto era de don Eugenio Corell, gran amante de los caballos, aficionado a los enganches y una de las primeras personas que empezaron a explotar los naranjos de forma racionalizada. Este hombre era valenciano, y tenía muchos dineros y vinculaciones republicanas. Fue la persona que le compró a la familia de don Rafael Castejón una finca de naranjos en la Carretera de Palma del Río, junto a los viveros de Santa Marta. Las personas que lo conocieron aseguraban que se vino a Córdoba solo por prescripción médica. Durante algún tiempo estuvo unido sentimentalmente con Carmen, la bella lotera de la Calle Marqués del Boíl, que era familia del doctor Zurita, cuñado del ex-rey Juan Carlos. I.

En esta Calle Zarco, una de las más antiguas de Córdoba (1466), y cuyo significado es AZUL CLARO, nacieron los hermanos Rincón y ellos nos contaron, que cerca de allí estaba el huerto de los "GATOS",  que con el tiempo sería el Cine Olimpia. Las personas solían dejar todos los días  la comida para que una cantidad abundante de GATOS, tuvieran su sustento..

Por cierto en esta administración de Marqués del Boíl, se distribuyó en 1963, el precio gordo de Navidad, en el número 19.936, y casi todo cayó en el Colegio de la Milagrosa, mediante participaciones de 15 pesetas. Recuerdo que estábamos en CENEMESA, junto a la mesa del maestro Rafael Rodríguez "El Pájaro" y el "GATERAS" un peón del almacén de herramientas, llegó con la noticia de que había tocado el gordo en Córdoba. El "Chato Duarte" y el "Chato Méndez", no se lo creían hasta que llegó "El Panchito", que al estar su puesto de trabajo "escondido detrás" de la enorme prensa Blanch, pudo certificar de que lo había escuchado y además que a su hija le había tocado.

Aquel día en aquella Nave de Aparellaje, todo el mundo se alegró, y hasta los GATOS que en número de cuatro había en la sala de compresores, empezaron a maullar de alegría. Y es que a una nieta de Juan Claus, que era el mantenedor de los compresores,  le había tocado también la lotería.

Todavía recordamos, cuando alguna vecina molesta por las "rapiñas" que le pudiera hacer cualquier GATO, aunque fuera el GATO de la vecina, te daban algo de dinero por ponerlo "A SERVIR".  Se trataba de que te daban el GATO metido en un cesto, canasto o algo en lo que se pudieran transportar, y tú lo llevabas lo más lejos posible de tu casa o tú calle y allí lo soltabas. En la mayoría de los casos el GATO volvía otra vez a su lugar de origen.