El otro día leímos en un periódico digital la noticia de que el edificio la "Gatera" que una protectora de
animales de Ceuta, ha sufrido. Al parecer unos desconocidos a los que según
parece les molesta los GATOS, han llegado hasta forzar cerraduras y cerrojos de
estas instalaciones. En estas
dependencias dan cobijo a unos doscientos GATOS, que se encuentran como en su casa. No se
conoce la posible razón de estos enemigos de los GATOS.
Los responsables de esta entidad
protectora de los GATOS, señalan que hay gente que lleva a cabo estas acciones
y que ellos califican de crueles. Esperemos que las autoridades de Ceuta puedan
dar con la pista de estas personas que quieren fastidiar a los GATOS.
El GATO es un animal que
históricamente se adaptó perfectamente a nuestras casas y se convirtió como
"mascota". Aunque bastante arisco, es un animal muy limpio, y en el
ambiente doméstico es un animal que se convierte en un miembro más de la
familia, incluso hace las paces con el perro.
LEYENDA
DEL GATO
Existe una leyenda de antiguo en la que se llega a
decir poco más o menos de que el GATO, según
menciona el profesor Edwin Thiele, en su libro "Los Misteriosos números de
los Reyes Hebreros", en que nos viene a decir que el Diluvio
Universal, debió ocurrir hace 2893 años,
o lo que es igual en el año 967 antes de Cristo.
Según dicha leyenda, en el Arca de Noé, los
ratones se reproducían de una manera alarmante,
haciendo peligrar con ello las reservas de alimentos; por lo que Noé, preocupado por esta
circunstancia, solicitó ayuda del Señor, quien le contestaría que debía
acariciar tres veces la cabeza del león. Noé hizo lo que Dios le dijo y el león
estornudó surgiendo de sus fosas nasales una pareja de GATOS que restablecieron
de inmediato el equilibrio de los ratones en la embarcación.
Por otra parte, el GATO es un felino cuya historia y origen se remontan al antiguo Egipto. Los egipcios inoculaban a los GATOS algunas gotas de su sangre, a fin de protegerlos de los malos espíritu y las enfermedades. En Egipto, estaba prohibido el matar a un GATO, y la pena por hacerlo era de muerte. Era tanto el respeto que existía por este noble animal que cuando el GATO moría, los egipcios se afeitaban las cejas en señal de duelo.
Los GATOS eran animales salvajes que comenzaron su proceso de domesticación hacia el año 3000 a. C.. Debido a la abundancia de ratones que pululaban en los silos de grano que existían en Egipto. El gran valor del GATO como cazador de ratones, hizo que los egipcios intentasen y lograsen su convivencia doméstica, pese a lo cual el gato no perdió su status divino. La religión del antiguo Egipto incluyó el GATO entre sus símbolos sagrados, estando considerado como la propia reencarnación de los dioses, en el trance de comunicarse con los hombres y manifestarles su voluntad.
En el antiguo Egipto, hace miles de años, los GATOS
eran considerados divinidades. Estos misteriosos animales eran tan importantes
que cuando morían eran momificados, como los faraones, y si una persona mataba
a un GATO, aunque fuera por accidente, era condenada a muerte.
Al igual que existen religiones en las que no se
puede representar la figura de Dios mediante imágenes, tampoco estaba permitido
recrear la imagen del GATO.
Pero hay otro motivo
desconocido y fascinante que hace que los GATOS fueran divinos para los
egipcios. Y es que los GATOS eran los guardianes del conocimiento. Como
los egipcios conservaban la mayor parte de sus textos en papiros, los gatos
eran claves en la conservación de la cultura y el conocimiento, ya que no
dejaban que las ratas y ratones se acercaran a los papiros. Por este motivo
todos los templos y bibliotecas donde se resguardaban los textos estaban
protegidos por GATOS.
Los griegos y romanos, que fundaron sus civilizaciones basándose en la cultura egipcia, adoptaron de estos el uso de los GATOS como protectores contra las ratas, por eso los primeros monjes católicos llevaban GATOS con ellos a sus monasterios.
EN TIEMPOS DE BUDA
Cuenta la tradición, que Buda, viendo próxima su muerte, quiso reunir a
todos los animales de la Tierra para dejar testimonio de su última voluntad.
Para su sorpresa, solo se presentaron doce animales ante él. La rata fue la
primera en llegar, después llegaron otros once animales: el buey, el tigre, el
conejo, el dragón, la serpiente, el caballo, la cabra, el mono, el gallo, el
perro y el cerdo. Como premio a la devoción religiosa que le brindaron, Buda
los convirtió en los Doce Signos del Zodiaco Chino. El GATO no estaba.
EN DATOS
En España desde los años
1960, cuando la gente empezó a comer pudiéramos decir de "forma
regular" empezó a meter en sus casas animales "mascotas", siendo
la mayoría perros y GATOS. En datos del 2009, en España existían unos 6
millones de perros acomodados en sus casas y 1.5 millones de GATOS. Por
estadísticas realizadas por organizaciones protectoras de animales, el 40% de
los hogares españoles tienen alguna mascota.
LOS GATOS Y LA SECCIÓN FEMENINA
La buena de Teresa, aquella mujer mayor que era como la "casera"
que había en aquellas instalaciones de la Sección Femenina de la Puerta del
Rincón, (Córdoba), ella tenía allí una pequeña vivienda y se encargaba de tener
limpia toda aquella zona. Vivía sola
rodeada de GATOS, a los que le echaba de
comer todos los días de forma sistemática. El edificio que acogía a la Sección
Femenina, estaba escorado hacia la izquierda junto a la Calle Adarve,
pudiéramos decir que estaba a la izquierda de lo que era el edificio del Frente
de Juventudes, que ocupaba el espacio que hoy queda entre la Calle Pasaje de la
Estrella y la Calle Adarve. Curiosamente la cancela que tenía este edificio es
la misma que se encuentra en la Puerta de la Diputación que da a la Calle Reyes
Católicos.
Para subir a la zona de oficinas de la llamada Sección Femenina, había que
subir unos cuatro o cinco escalones de huella a base de ladrillo visto. Al
superar estos escalones, se accedía a una especie de explanada, en donde
existían una serie de frondosos arriates, en donde abundaban el naranjo, las
acacias, los nísperos y cuatro o cinco palmeras. Los arriates estaban muy bien
cuidados y cuando llovía, sus boleteros
se inundaban de caracoles gordos, que era el manjar que Teresa le daba a sus GATOS.
Al fondo del Jardín arrancaban unas
empinadas escaleras, por las que se subía a lo que eran las Oficinas de la
Sección Femenina de Córdoba. En aquellos tiempos años 1956, era un espectáculo
ver subir por aquellas escaleras, a un montón de jóvenes entre los 25 a 30
años, que trabajaban en aquellas dependencias. Abajo, y de forma un tanto más
sencilla, estaban las oficinas de la llamada
Delegación Local de la Sección Femenina de Córdoba, allí por los veranos solían
acudir colaboradoras que preparaban a las jóvenes para las asistencias a los
campamentos, e incluso llegaban a labores de "espulgar" las cabezas
de toda estas chicas que iban a convivir en Campamentos de Verano.. Fueron
solamente tres meses los que estuve colaborando con aquellas mujeres, y casi llegué a quedarme con el nombre de muchas
de ellas, pues a la mayoría les llegué a llevar "LECHE EN
POLVO" a sus casas. Recuerdo a Anita, que vivía frente de Santa Ana, a
Carola que vivía en la Calle Roelas, a las hermanas Toledano, que vivían en
Santa Marina, a la señorita Chelo, que vivía en los pisos de Cañete, a Rafaela
González, en Vistalegre, a Loli Montoro, en San Cayetano, a Rosario Galvín, en
Reyes Católicos, a Loli Aroca, en Santa María de Gracia, a Esperanza Ríos, en Calle
Claudio Marcelo. y así podía seguir mencionando a cada una de aquellas jóvenes
que todos los días acudían a aquellas oficinas. En el corto tiempo que estuve
para los recados, apenas si llegué a entrar en aquellas oficinas, por lo que no
pude comprobar tan siquiera en donde estaban sentadas unas y otras; porque mi
sitio era en la Delegación de abajo, en
donde estaba Teresa las de los gatos. Allí pude comprobar que todos los días se
hacían unos bocadillos, y a mí, me
mandaban a por el pan al Horno de las Hermanas Liébana de la Calle Morales.
Al cumplir los 14 años yo me marché a la Universidad Laboral y recuerdo que
la Delegada Provincial, la señorita Carmen, me regaló doscientas pesetas,
dinero que me lo dio la señorita Chelo, que era la que manejaba los dineros.
Me despedí de Teresa y de sus gatos, y de los caracoles gordos, que más de
una vez cogí a escondidas de ella, pues ella decía que los caracoles, eran
comida de sus GATOS.
Como he dicho, a la mayoría de estas
jóvenes yo le llevaba "LECHE EN POLVO", tan normal en aquellos
tiempos, y por ello las conocí más personalmente. Aunque pasaron bastantes años
sin volver a encontrarme a ninguna de ellas, fue un día, en la Oficina de
Telefónica de la Calle del Caño, y allí pude ver a cuatro cinco de aquellas
"muchachas", aunque ya algo mayores. Luego en la Delegación de
Cultura, pude ver a otras pocas, y finalmente en la Diputación, también llegué
a ver a un par de ellas. Se ve que al desaparecer esta Institución de la
Sección Femenina, las empleadas que trabajaban en esta Institución fueron
colocadas en otras instituciones.
Luego como todos los cordobeses, pude comprobar cómo algunas incluso iban
en aquellas listas electorales de las primeras elecciones democráticas. En
CENEMESA, me encontré con José Pila Cervantes, que trabajó de tornero y también
llegó a estar un par de años, en aquellas Oficinas de la Sección Femenina, muy
cerca de los GATOS.
Siempre hemos dividido a
los políticos en políticos de gato o de perro. Adolfo Suárez parece hombre de
galgo castellano. Felipe González, él mismo, es como un gato. Aznar es persona
de perro pachón que le pega sustos a la perrita histérica de su señora.
LOS GATOS DE VILLARALTO
No quiero contar aquí nada referido con los GATOS, que éste simpático
pueblo ofrece por INTERNET. El pueblo no es otro que VILLARALTO, que entre otras cosas importante
tiene este detalle de protección de los animales. No, yo lo que quiero relatar
es un partido de fútbol que un día del año 1959 tuvo lugar en aquel pueblo. Fue
un día del mes de julio de ese año, cuando fuimos a jugar un partido de fútbol a este bonito
pueblo de la Sierra de Córdoba. Era un partido que había organizado Francisco
Muñoz Quesada, "El Quiqui", con un equipo del citado pueblo, para lo
que formó un equipo formado por Juan Jiménez, Juan Rey, Antonio Trillo, Enrique
Pérez, Ángel Boti, García Sánchez, Antonio Luque, Eduardo Pérez. López
Colodrero, Miguel Fernández, y varios más que no me acuerdo y yo, que jugaba
seguramente, porque era el que prestaba las camisetas que no eran mías, sino del equipo del
Cooperativa que entrenaba Rafael Rivas y en mi casa se lavaban.
Nos montamos en San Lorenzo, en una DKW, matricula CO. 3690, de color verde
y allí como pudimos nos acomodamos. El conductor de la furgoneta se llamaba
Ricardo Ventosa, de edad un poco mayor que la mayoría de nosotros. El más
veterano de la expedición era Juan Rey, que tendría unos 29 años y el más
pequeño era yo con 16 años. El chofer estaba bastante gordo y hablaba como a
voces, y a voces nos encargó que asegurásemos por dentro la puerta trasera de
la furgoneta, cuya manivela de cierre no funcionaba.
Salimos a las 11 de la mañana de San Lorenzo y llegamos cerca de las 2 de
la tarde. Cuando íbamos por la antigua Cuesta de Espiel que dejaba el
Cementerio del Pueblo a la derecha, se nos cruzaron dos GATOS, que obligaron al sudoroso chofer a pegar un tremendo frenazo.
Ni que decir tiene la que se lió en la parte de atrás de aquella furgoneta,
pues tropezamos unos con otros y al tal Trillo, se le dobló un tobillo y se le
dislocó toda la articulación. Aquella vieja furgoneta DKW, con toda seguridad del
violento frenazo, se le debió soltar algún cable o bugía, ya que a pesar de intentarlo varias veces, no
consiguió arrancarla, era como decir aquella furgoneta vieja y verde, aquí me
quedo. El chofer era consciente del retraso que llevábamos, y entonces decidió,
poner la furgoneta en punto muerto y
bajar toda aquella pendiente si motor, y ya cuando casi llegamos abajo de la
cuesta, metió la marcha y consiguió que el motor se pusiera en marcha. El
chofer se dio cuenta de que todos íbamos "mosqueados", y apretó un
poco la marcha.
Por fin y gracias a Dios, llegamos a VILLRALTO, Allí en la Puerta del Hogar Parroquial, nos
esperaba el cura del pueblo y el
alcalde. Como pudimos salimos de aquella furgoneta, que en algunos momentos nos
dio la sensación de que se iba a desarmar por completo. Al entrar en el Bar
pudimos comprobar que eran las dos, pedimos agua y nos contestaron que a esa
hora todavía no la habían dado, ya que al parecer eran horas las que tenían de
suministro, y entonces nos tuvimos que conformar con un vaso de sifón.
Siempre recordaremos los "nudos" que se nos hicieron, al comernos
el bocadillo de tortilla de patatas, que nos comimos a toda prisa, antes de
jugar el partido que estaba anunciado para las tres. Nos llamó la atención que en
aquella Calle del Pueblo que se adentraba hacia el campo, todas las puertas
tenían sus gateras, por donde los GATOS entraban y salían tranquilamente de sus
casas como un vecino más.
Poco quiero hablar del partido, ya que para empezar, y por tener un hombre
lesionado, hasta nos tuvieron que emprestar un jugador para completar el equipo.
Curiosamente el joven del pueblo que nos
prestaron, se llamaba Roque Santos
Luque, al que se conocía con el apodo de "El Gato".
El partido se celebró en un campo de tierra y muy duro, dando la sensación
incluso de que estaba cuesta abajo. El árbitro era relativamente joven y vestía
una camisa blanca con pantalón negro; luego nos pudimos enterar de que era el que
hacía las veces de sepulturero en el pueblo. Tenía el reloj en la muñeca de la derecha,
pero como en el pueblo hasta el cura eran de "izquierdas", se le
debió parar el reloj, pues el partido duró hasta que por fin el sobrino del
alcalde nos marcó el gol del triunfo. Más que un partido, aquello pareció un
tormento para casi la totalidad de nosotros. Serían casi la seis de la tarde
cuando el partido terminó y de inmediato, sin refrescarnos siquiera, nos volvimos
para Córdoba, a donde llegamos a las 9 de la noche porque el dueño de la DKW no
quería "forzar" su vehículo. Al bajarnos en San Lorenzo, todo
sedientos y mientras estirábamos el cuerpo, se nos cruzó un GATO negro, que se
metió en casa del cura, el conocido Látigo Negro.
El otro día me crucé con Juan Rey, el más veterano de aquel partido y le pregunté que si se acordaba algo de
VILLARALTO, y me contestó: "LA
FURGONETA DKW", y aquel viaje con el episodio de los GATOS. Luego ya
comentamos algo más sobre el partido y me dijo que en algunos pueblos es normal
que dure el partido hasta que el equipo del pueblo gane. También recordamos a
la mayoría que jugamos el partido y lamentamos la falta de muchos.
LA EMIGRACION
Era al principio de los años 1960, cuando se puso de moda el marcharse a
buscar nuevos horizontes de trabajo, y eran incluso los periódicos los que te anunciaban,
los destinos de Australia, Brasil y Centroeuropa, como solución de aquellas
inquietudes. En el Picadero de la Calle Roelas, vivía Nicolás Oñoro, que era el
que gestionaba los autocares que saliendo del Bar San Cayetano, te llevaban a
cualquier lugar de Europa.
Recuerdo que una vez fuimos a ver el Córdoba que jugaba en el Estadio de Nou
Camps, con el Barcelona, partido que perdió por dos goles a uno, y podemos
decir que el malogrado Benítez, que llegaría a ser uno de los mejores defensas
de España, jugó aquel partido de interior. El autocar de Sánchez Navas, lo
cogimos en el Bar San Cayetano, y recuerdo que salimos el sábado a las 11 de la
mañana, y Diego Fernández, el presidente de la Peña El Príncipe, pidió que nos
pusieran algo de música, y nos sorprendió el chofer que se llamaba Ricardo
Cantos, con el Cuento del "El GATO CON BOTAS", que todo el mundo quedó
encantado de escucharlo. En el
cocherón-taller que había al lado del Bar y en el que Patricio Carmona, tenía
su taller de tornero, los GATOS, se encontraban muy a gusto.
Por aquellos tiempos 1960-1966, la platería sufrió una de las muchas caídas
que ha tenido a lo largo de la historia; también el sector de la ebanistería y
la propia imprenta, dejó a muchas personas sin trabajo, que no tuvieron más
remedio que plantearse la emigración. Una cosa era Europa, pero Brasil y
Australia, eran palabras mayores. En
muchas casas se puede decir que no quedó nada más que el GATO, pues se
marcharon todos.
Por encima de mi casa en la Calle Roelas vivía la familia formada por
Antonio Varo Montoro y Carmen Millán Millán, que tuvieron dos hijos, uno
llamado Antonio y una hija llamada Carmen, el padre tenía un pequeño taller de
ebanistería en la Calle El Cristo, pero con toda seguridad aquel taller debió
de hacer "aguas" según nos comentaría Matías Obrero, que fue empleado
de ellos y que cuando fue a cobrar unos dineros que le debían, se pudo enterar
por una hermana de Antonio Varo, que ya
estaban en Brasil.
Antonio el padre se fue con 67 años, su hijo Antonio 37 años y su hija Carmen con
32 años. Allí continuaron con su profesión de ebanistería y llegaron a montar
un buen taller, pero esta familia, el padre y los dos hijos, ambos casados ya
desde Córdoba, no volvieron a España, a pesar de que tenían aquí en Córdoba una
extensa familia.
Pero yo quiero recordar aquí a Antonio Varo el padre, que todas las noches
del verano cuando volvía para su casa, siempre se paraba en mi ventana a
"charlar" con mi GATA. Una vez que pasaba Antonio Varo, la GATA se
quitaba de la ventana y se posicionaba en su lugar en donde dormía todos los
días, a los pies de mi hermano Gabriel. Era impresionante el cariño que mi GATA
le tenía a Antonio Varo.
A los siguientes días de la marcha de esta familia al Brasil, mi GATA
empezó a estar rara y no paraba de maullar. Al tercer día ya salió a la esquina
de la calle para esperarle y cuando se volvía no dejaba de maullar. A la semana
de la falta de su amigo, salió a la calle y cada vez se alejaba más para salir
a su posible encuentro, hasta que desgraciadamente un coche la arrolló y murió
a la semana justa de que su amigo se marchó al Brasil.
A través de un sobrino de Antonio Varo, que trabajaba en CENEMESA, le comentamos
lo que había pasado con la GATA, y a los quince días o cosa así, nos comentó que
su prima Carmen, le había comentado por teléfono, que su padre siempre echó de
menos su Córdoba, su San Lorenzo y como no, su GATA, hasta el punto de que nos
pidió una foto de ella. No pudimos facilitarle la foto, pues la gata ya había
muerto.
LA LOTERÍA
En aquellas épocas el juego de la Lotería era la única posibilidad de
prosperar un poco de la noche a la mañana, y la gente el que podía, jugaba
pequeñas participaciones con el ánimo de que le tocara algo. De antiguo existía
un famoso cuento de horror escrito por el autor americano Edgar Allan Poe, en
el que un joven matrimonio se ve abocado al fracaso, cuando el marido dejado
por su hábito a la bebida decide matar al GATO, que era un elemento que había
formado parte de la felicidad inicial de aquel matrimonio. Luego ya apareció otro gato en escena y la cosa fue de mal en
peor.
Tras la muerte del GATO, se desencadenan multitud de circunstancias
adversas, que hacen horrorosa la vida
del matrimonio.
Quizás por ello, los catalanes que hacen lecturas interesadas de todo lo
negativo, en 1912, pensaron una administración de lotería con el nombre del GATO
negro. Esa administración fundada en Barcelona,
fue un referente en los restantes lugares de España y se prodigaron las
administraciones con el nombre del GATO Negro, de esta forma al aspecto
negativo del GATO, los catalanes, eternos amigos de la "pela"
supieron sacarle un contenido positivo.
En Córdoba, y en la Calle Alfonso XIII, enfrente del BAR GAMBRINUS, estaba
ubicada esta administración de Loterías, un poco por encima de Electricidad
Guerrero, y Máquinas de escribir Medina. La verdad es que Antonia Gaitán
Álvarez, la primera titular de la Administración número 4, solía quejarse de
que en aquella Administración no
entraban ni los GATOS y por ello, la gente le puso el apodo de la "La
Funeraria". Esta mujer no descansó hasta que la pudo trasladar a la Plaza
de José Antonio, y allí le plantificó el nombre de "El GATO negro",
que aún continúa en la actualidad.
Esta administración una vez ubicada en la Plaza de José Antonio, distribuyó
el premio gordos los años, 1989, en el
13.228, en el año 1989, en el 15.802, y en el 1992, en el número 15,249.
Coincide la aparición de esta Administración en la Plaza de José Antonio, cuando
justo desaparecía la de la Calle Marqués del Boíl, que estaba regentada por
Carmen, una mujer bastante bella y que estaba emparentada con el doctor Zurita,
cuñado del ex-rey Juan Carlos.
En esa Calle eran famosos los GATOS que solían aparecer por el Salón de
Billar, y que daba la impresión de que cuando jugaba "El Chino", gran
jugador, hasta ellos (los GATOS), se unían al grupo de espectadores para
presenciar la partida. Luego en el cercano Bar Miami, regentado por Félix
Sánchez Aguilera, se juntaban los Zuritos, los Ángel Jiménez, Los Mario, Los Pérez
Salamanca, entre otros, y uno que se podía considerar un intruso entre ellos,
que era el "GATO CHICO", de la saga de los "GATOS" del
Jardín del Alpargate. Allí hablaban de juegos y de dineros y siempre terminaban
jugando en el salón de Billar "A las Treinta".
EL GATO DE LA CALLE ZARCO
Durante aquellos de 1960, abrieron durante un poco tiempo un puesto de
carne de caballo, el establecimiento estaba ubicado nada más salir de la Calle
Zarco hacia la Beatilla. Muy cerca de la casa en donde Rafael Medina, tenía su
taller de pintura y escultura. En dicha casa y en el portal tenían los dueños
de la Huerta de la Sardina, un puesto de verduras.
Ese puesto era de don Eugenio
Corell, gran amante de los caballos, aficionado a los enganches y una de las
primeras personas que empezaron a explotar los naranjos de forma racionalizada.
Este hombre era valenciano, y tenía muchos dineros y vinculaciones
republicanas. Fue la persona que le compró a la familia de don Rafael Castejón
una finca de naranjos en la Carretera de Palma del Río, junto a los viveros de
Santa Marta. Las personas que lo conocieron aseguraban que se vino a Córdoba solo
por prescripción médica. Durante algún tiempo estuvo unido sentimentalmente con
Carmen, la bella lotera de la Calle Marqués del Boíl, que era familia del
doctor Zurita, cuñado del ex-rey Juan Carlos. I.
En esta Calle Zarco, una de las más antiguas de Córdoba (1466), y cuyo
significado es AZUL CLARO, nacieron los hermanos Rincón y ellos nos contaron,
que cerca de allí estaba el huerto de los "GATOS", que con el tiempo sería el Cine Olimpia. Las
personas solían dejar todos los días la comida para que una cantidad abundante de GATOS, tuvieran su sustento..
Por cierto en esta administración de Marqués del Boíl, se distribuyó en
1963, el precio gordo de Navidad, en el número 19.936, y casi todo cayó en el
Colegio de la Milagrosa, mediante participaciones de 15 pesetas. Recuerdo que
estábamos en CENEMESA, junto a la mesa del maestro Rafael Rodríguez "El
Pájaro" y el "GATERAS" un peón del almacén de herramientas,
llegó con la noticia de que había tocado el gordo en Córdoba. El "Chato
Duarte" y el "Chato Méndez", no se lo creían hasta que llegó
"El Panchito", que al estar su puesto de trabajo "escondido
detrás" de la enorme prensa Blanch, pudo certificar de que lo había
escuchado y además que a su hija le había tocado.
Aquel día en aquella Nave de Aparellaje, todo el mundo se alegró, y hasta
los GATOS que en número de cuatro había en la sala de compresores, empezaron a
maullar de alegría. Y es que a una nieta de Juan Claus, que era el mantenedor
de los compresores, le había tocado
también la lotería.
Todavía recordamos, cuando alguna vecina molesta por las
"rapiñas" que le pudiera hacer cualquier GATO, aunque fuera el GATO
de la vecina, te daban algo de dinero por ponerlo "A SERVIR". Se trataba de que te daban el GATO metido en
un cesto, canasto o algo en lo que se pudieran transportar, y tú lo llevabas lo
más lejos posible de tu casa o tú calle y allí lo soltabas. En la mayoría de
los casos el GATO volvía otra vez a su lugar de origen.
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