domingo, 5 de julio de 2015

CINE A LA LUZ DE LA LUNA




En un manuscrito incunable que se halla en la la Universidad de Salamanca, el fraile Jerónimo Sánchez, al hablar de Córdoba, en el siglo XV, además de comentarla como una ciudad realmente maravillosa, también hace hincapié en su clima, del que llega a decir que es un clima, muy especial por la largura del buen tiempo, y que sólo por su invierno y verano, hay que dedicar unos tres meses en total a pasar frío o calor, lo que comparado con cualquier país de Europa, era un gran tesoro, como activo de esta gran ciudad, Los partidarios del "cambio climático", unos de forma convencida y otros por meros intereses especulativos, deben saber que históricamente la fechas de la siembra y la recolección desde la Edad Media, no se han modificado. Menos mal que el agujero de "Ozono", ya parece que se ha tapado algo.

La ciudad de Córdoba, cuando llegaba el calor del verano se hacía insoportable y no había más remedio que hacer con el calor (según decía el cojo Mariano) lo que hacían en Pozoblanco, “aguantarse”. Pero en aquellos tiempos de los años 50-60, parecía que el calor era más tolerable, quizás porque la vida en los patios era más ventilada, y se contaba con la bondad del agua del pozo, el patio abierto y los muros de las casas. Todo ello, nos hacían sentir una sensación de menos calor. Igualmente eran pocos los coches que circulaban por aquellas calles apenas adoquinadas, y evidente mente era menos la cantidad  de “granito pringoso” que recalentaba nuestras calles y aceras. No obstante el sopor llegaba igualmente por las tardes y el calor se disimulaba “escondiéndose” con el silencio de la siesta, y la mirada hacia el botijo colgado en la galería o puesto en cualquier ventana al fresco. Muchas veces nos salíamos a la calle para jugar a los "guitos", o al juego de "mosca", y todo era porque los nenes no estábamos acostumbrados a dormir la siesta.

Cuando se retiraba el sol y se apartaban las tordillas y las cortinas, daban paso a la claridad, empezaban los patios a recobrar su actividad, los baños de cincz llenos de agua caliente-soleada,  en mitad del patio, se convertían en improvisadas “piscinas” de los pequeños de la casa, que se metían por parejas o incluso de tres en tres, para disfrutar del remojón, que en la mayoría de los casos servía de baño. En aquellos tiempos, ya nos llegaban ecos, de que en las casas recién entregadas de las barriadas de la “Letro”, en las de Cañero y en las del Campo de la Verdad, sus vecinos (muchos de ellos antiguos vecinos del barrio), ya contaban con aquellas “modernas duchas”, a las que se le daba a un “botón y salía el agua”. Oírles hablar de estos adelantos, a aquellos vecinos recién mudados, era ver como se les llenaba la boca de cuarto de baño, de cuarto de pila y de su patio particular con su parra incluida. No importaba que incluso, fuera en el barrio llamado de la “Guita”, que recibió dicho nombre porque los vecinos, para sus mudanzas y distribución de los muebles, se valían de una "guita" para tomar  medidas y comprobar si les cogía o no la "cómoda" o la vieja cama heredada de la abuela. En realidad era el barrio de la Concepción, pero la dinámica de los chistes lo dejó como el "Barrio la Guita".  

Una vez que llegaba la caída de la tarde, los vecinos solían regar el patio de la casa, e inclusive la puerta de la calle, para posteriormente y llegada la oscuridad de la noche, sentarse en ella a tomar el fresco. En aquellos tiempos, no había ni televisión, ni móviles y otros medios de comunicación. El profundo cantar de los grillos, el revolotear de los murciélagos alrededor de la única bombilla que alumbraba la calle, y el andar por las paredes blancas de las salamanquesas, era la única música de fondo, para acompañar casi siempre unas conversaciones que hablaban de lo divino y de lo humano. Todo esto con los vecinos y en su mayoría mujeres, sentadas de cara a la fachada de sus casas. Por cierto esta forma de sentarse las vecinas en la puerta de la calle, mirando hacia su casa, es muy peculiar de Córdoba. Y digo las mujeres, porque la mayoría de los hombres, solían decirles a las mujeres. “Niña, voy un momento a la barbería a leer el periódico”, con este socorrido achaque, se marchaba a la taberna, a su alterne diario. El sentarse al fresco en la puerta de su casa era una costumbre muy arraigada en Córdoba, concretamente en la Calle María Auxiliadora, se sentaban a un lado y otro de la calle, de esta forma se podían ver a los Genáros, Los Martínez, Los Nogueras, Los Omite, Los Trenas, Los García, Los Vargas, Los Castilla, Los Manzano, Los Mora, Los Espinosa, en fin todos los vecinos que querían disfrutar el fresco, y tenemos que decir que por aquellos tiempos incluso el autobús de la Línea de Cañero-Plaza de José Antonio, circulaba en dos direcciones por la calle.  Más de una vez tenían que recoger sus sillas a toda carrera, pues la vaca de turno que se escapaba de la manada, asustaba a todo el mundo. Hay que tener en cuenta de que por el Jardín del Alpargate, pasaban las manadas de ganado en dirección al Matadero Municipal.  

Por aquellos tiempos, el asistir al cine en muchos casos era cosa de las parejas de novios y también de la gente joven, pero sobre todo, era cosa de gente que tenía dinero para ello. La asistencia al cine de forma casi masiva, fue marcando un poco la evolución de aquella "llamada primera generación", que trabajó y mucho para levantar este país..

La oferta de cines de verano era espléndida, pues por aquellos tiempos había en Córdoba, más de treinta cines al aire libre (de verano). Normalmente se proyectaban películas que ya llevaban dos o más años de haber sido estrenada, pero que llegaban a los cines de verano con aquel retraso. Y como en todas las cosas de la vida, había cines que marcaban la diferencia de unos con otros. Las entradas solían costar 1.30 pesetas, cantidad importante, teniendo en cuenta que un sueldo medio de un trabajador era de 800 pesetas al mes.   

Era tal el auge que tomaron los cines de verano, que incluso en muchas parroquias, se montaron cines parroquiales, compartiendo en la mayoría de los casos las películas “rollo a rollo”. Incluso según relata el profesor D. Manuel Toribio García, en su ameno trabajo sobre el Colegio Santa Catalina de Siena, en donde dice: “Todos los niños del Colegio, abonaran durante el curso 1956-57, la cantidad de UNA PESETA MENSUAL, en concepto de ayuda al cine escolar”. Y es que el mismo Obispo Fray Albino, había elaborado un proyecto pedagógico, en el que se creaba un cine escolar como complemento a la tarea educativa.

A nivel empresarial en Córdoba, el cine era cosa fundamentalmente de tres empresas importantes. La empresas Cabrera, Sánchez Ramade y la empresa Ramos, luego había un par de particulares que se intercambiaban la explotación de un pequeño número de cines. Eran los tiempos en que don Luis de la Poza, era el flamante gerente de los cines de los hermanos Sánchez Ramade, (Luego Noriega), que con su cine Alcázar como icono, supo montar un imperio. En este cine estuvo muchos años de encargado, Joaquín Cruz, eficaz compañero de Cenemesa, y que fue uno de los primeros en poseer un coche Renault "Gordini", de aquellos a los que se le llamó el "coche de la viuda". Su cuñado Pedro "El pintor" era un personaje de aquella Córdoba singular que desde la Peña El Cucharón, querían cambiar las cosas de Córdoba a mejor.

De todos los empresarios, quizás el más célebre y antiguo fuera Antonio Cabrera, hombre desde muy joven relacionado con los espectáculos. El fue el que en Córdoba, y con un puntero en la mano, iba desgranando los diálogos de las películas del cine mudo  que se proyectaba en nuestra ciudad. Este buen empresario, de pequeña estatura y siempre con su lazo negro anudado al cuello, protagonizó una anécdota en la Plaza de San Agustín en los años veinte. Él, gran ojeador de artistas, oyó comentarios de que en la Plaza de San Agustín, y junto a aquella antigua fuente de ladrillo rojo que dominaba el centro de la plaza, se solía montar una pequeña orquestina que venía actuando ya varios días. Estaba compuesta por un trompeta y un tambor, que tocaban aires muy festivos y convocaban a mucha gente. El acudió allí, con ánimo de contratar a los “artistas” y se encontró en plena función con un “SACAMUELAS”, apodado “El Rápido”, que viniendo del pueblo de Alborote (Granada), se dedicaba a sacar muelas como era la costumbre por aquella época. Sentaba a los clientes en un elegante sillón, y mientras duraba la extracción, sus dos compañeros empezaban a tocar tambor y trompeta, con un compás lo bastante alto y airoso que atraía a la clientela. Cuando el agudo empresario se interesó por el número, “El Rápido” que tenía una enorme cabeza, adornada con un gran bigote y un rasurado pelado a lo “amadeo corto”, le dijo: “Sr. Mis compañeros empiezan a tocar en el momento en que yo llevo a cabo la extracción, para que de esta forma no se oigan los gritos de los pacientes”. Nosotros no somos ningún espectáculo, yo soy solamente un “sacamuelas” y mis compañeros músicos “disimulan” los posibles gritos de los clientes. Muy cerca de allí y en la casa de la esquina que luego pasaría a ser "El Bar Andaluz", vivía nada menos que Dora la Cordobesita, estrella del firmamento artístico español que se casaría con el torero Chicuelo y se marcharía a vivir a Sevilla.

Pero anécdotas aparte, en todo este trasiego de películas, de aquí para allá en sus pesadas sacas, que diariamente, muchas de ellas las transportaba la Agencia Garrido de la Calle Alfonso XIII. Hubo unas personas que durante muchos años fueron fieles a este mundillo de los cines. Así desde el que sacaba las carteleras, el que regaba el cine, el que hacía de acomodador, los porteros, los taquilleros, los del ambigú y como no los maquinistas. Quiero destacar muy especialmente a la familia de Juan Cabezas, que desde sus comienzos en la tienda de radios, “Nelson”, ubicada en la Calle María Auxiliadora, y posteriormente trasladada a la calle Los Moriscos, estuvo toda su vida ligado al mundo de la proyección y la empresa del cine. En esta labor le acompañó siempre su esposa Encarnita e incluso su hija. La extinta Peña “Los Amigos del Celuloide”, pudo certificar la entrega profesional de esta familia por el cine. La hija, después de fallecidos los padres, aún siguió trabajando en el Cine Coliseo San Andrés. Hay que decir que el maravilloso inmueble del Cine Coliseo, es propiedad de los hermanos Ortega Bueno, y en esa casa está a modo de "casero", el simpático "Lucas", gran aficionado al fútbol, y que en aquellos tiempos jóvenes de su equipo el "Andaluz", daba muestras de su amor propio y coraje. Rafael Nieto, que ese es su nombre de pila, fue un gran colaborador con don José María Izquierdo, el salesiano al que se le quedó pequeño el "Patio de los Eucaliptos" para acoger a tantos jóvenes para su Oratorio de verano.

 Entre los cines más populares, se podían contar:

El CINE ASTORIA, era uno de los cines más pobres que posiblemente había en Córdoba, pertenecía a un particular que por todo vehículo, solo tenía una bicicleta BH. Aquí se echaban películas que más de una vez la gente pitaba por sus escasas condiciones de visión o sonido. A pesar de los esfuerzos del maquinista, un “chato” más de la saga de los “Zamoranos”, no se podían hacer milagros. Hay que recordar aquí que para subir a la cabina de proyección, había que hacerlo mediante una escalera de "patés" incrustados en la pared. Allí para acceder a la citada cabina, había que ser joven  Este cine lo que tenía era un timbre de llamada (se daban tres toques de aviso al empezar la película) que era de los más sonoros de Córdoba. Era curioso como todo el cine coreaba los toques de dicho timbre, demostrando la ansiedad para que empezara la película. Pero también le llegó a este cine su día de gloria con la proyección de la película “LA HERIDA LUMINOSA”, a esa película vino a verla medio Córdoba, y estuvo en cartel por lo menos un mes. Al final, y cuando el cine desapareció, el  solar del cine volvió a ser el Huerto que antaño fuera, cuando Rafael Priego, en 1921, lo compró a un "prioste" del Ayuntamiento. En las escritura de compra, figura el precio de 32,000 reales de vellón. Rafael Priego, lo dedicó en un principio a huerto familiar y poco después lo dedicó para cuadras de los animales que tiraban de todos los carros que por aquella época circulaban por Córdoba. A mediados de los años 1940, se presemtó aquí por Córdoba, un viejo maestro nacional, que en el pueblo se dedicaba a proyectar sesiones de cine. Este hombre se llamaba Manuel Gómez, que se ofreció para arreglar un poco aquel espacio y adaptarlo para cine de verano. Nunca debió ir bien la marcha de este cine, pues siempre tuvo muchas dificultades para pagar el alquiler. Me cuenta el hijo de Rafael Priego, que su padre le decía a él cuando estaba en el Colegio Salesiano: "Al salir del Colegio y del Oratorio, y como es sábado, te pasas por el Cine y como habrá bastante público y taquilla, procura que Manolo Gómez, te pague el alquiler de este mes,  que a este paso, nos vamos a ver negros para cobrarlo."

Cuando terminó el Cine, estos Priego Jeremías, recuperaron su huerto y a esa actividad lo dedicó el padre. Crió cerdos, conejos y cabras, y le sacó rentabilidad a las patatas, los ajos, los tomates y a los pimientos.

Luego al principio de los años 1990, los Hermanos Pedraza Llamas, compraron el solar de éste inmueble y algunas casas de alrededor. Entre ellas la casa de los Benítez y los Serrano Gámez. Por cierto que tengo que decir que los padres de estas familias, quizás por su trabajo de agentes comerciales, fueron de los primeros que en Córdoba, tuvieron su coche. El primero el "clásico cuatro latas" de la Casa Renault y el segundo uno de los primeros "Biskuter" que circularon por Córdoba. Testigos del ir y venir de estos vehículos, serían, la "Pulgarina" con su puesto de jeringos, la casa de los hermanos Moya, la Lechería de la familia Millán y la tienda de comestibles de "Casa Juanito". Con el cine desapareció una buena parte de aquel entorno, que a todos nos trae buenos recuerdos.  

Por cierto que el menor de los Pedraza Llamas, fue el encargado de gestionar el "recorrido de su empresa por el sector de la construcción", Tenemos que decir que posiblemente la "burbuja" en esta actividad, la edad, el cansancio o lo que sea,  acabó con la actividad empresarial de los Hermanos Pedraza Llamas, que en la zona de la antigua "Huerta Chiquita", junto a los Hermanos Zurera y a Diego Castilla, entre otros, supieron montar una buena actividad industrial. Tenemos que decir que este hermano menor, José Pedraza fue aprendiz en CENEMESA, y de allí se salió para incorporarse al trabajo de sus empresas familiares. Los Hermanos Pedraza Llamas, en su Calle Esparta, tocaron la electricidad, la fontanería, la cerrajería y el negocio de electrodomésticos, dando trabajo a bastante personas.

Y ya que hemos mencionado a CENEMESA, tenemos que decir que en aquellos años de 1955, en la fábrica solo había cuatro peritos industriales con titulación y que no eran otros, que: Tafur, Roldán, Salazar y Gúzman Muñoz, eso sí, había grandes profesionales en todos los oficios. En aquellos años de 1955, se llegó a celebrar unas pruebas de ajuste para asignar la plaza de oficial de primera en esa modalidad, la prueba que se eligió en contra de lo habitual que era la "doble cola de milano", se optó por realizar el ajuste de un hexágono a base de seis triángulos equiláteros. A la plaza concurrieron 4 operarios, Luis Vélez Vargas, Juan Martínez Baena, Rafael Serrano "Serrajilla" y Enrique Téllez. Estas pruebas y a juicio de los que corrigieron los ejercicios, todas ellas fueron realizadas con mucha calidad, esto motivó que el jefe de Personal don Manuel Jaén la Calle, pidiera que se formara un "Tribunal de Calidad" en el que participaron entre otros, Olivares Nieto, Tinoco y Contarini. y todos ellos llegaron a la conclusión de que todos los "examinandos"  tenían calidad  de Oficiales de Primera, Al poco tiempo de aquello y con la apertura de las nuevas instalaciones, Transformadores, Herramental y Aparellaje, Luis Vélez Vargas, pasaría de maestro del taller de mecanizado que se montó en transformadores, en donde entre otras cosas se hacían todas las válvulas de los transformadores, Elias Espada, Bernabée Páez y Rafael Estévez, llegaron a hacer miles de estas valvulas.

Por aquellos tiempos, no todos tenían posibilidades para ir al cine, ya que todo el mundo no tenía la 1.30 pesetas que éste costaba. Por ello éramos muchos los que nos sentábamos en la acera de enfrente del Cine Astoria, unos en la puerta de Camacho el policía y otros en el escalón de la lechería de los Millán. Allí nos sentábamos, Paquirri, Campos, Volcani, Falines, Vasallo, El Luiso, y unos cuantos más. Se hablaba de la película a la vista de las carteleras, y de otras muchas cosas, la cuestión era hablar y mantener la amistad unida.

Poco tiempo después en el año 1967, el amigo "Paquirri" gran aficionado al cante jondo, se lamentaba de que había asistido a su amigo Campos Moya, en su presentación en el Concurso de Cante Jondo de Córdoba, y después de una gran actuación, estaban los dos muy contentos. Cuando esperaban una especie de felicitación, de forma sorprendente se acercó Agustín Gómez, miembro de jurado calificador y acercándose les dijo a ambos:

"Su amigo ha cantado de maravilla, igual que si hubiésemos puesto un disco de José Meneses, ha cantado con todas las formas y quejidos del cantaor de Cazalla, y aquí lo que necesitamos es originalidad". Tanto Campos Moya, como su amigo y "apoderado Paquirri", agacharon la cabeza y abandonaron el escenario. José Meneses, había ganado el Concurso de cante de Córdoba, en el año 1965, a dicho concurso asistió  poco menos que vestido de soldado, ya que se encontraba en el  CIR nº 5 del Muriano, haciendo el Campamento militar.

Otro Cine que tuvo su importancia fue el CINE DELICIAS, cuando “estrenó” la película: LOS HIJOS NO SE VENDEN”, aquello fue también una gran sensación para el barrio y se formaron grandes colas para ver aquella película. La música de los entreactos y los descansos de este cine, fue siempre de forma inexorable “LAS TARANTAS DE LINARES”, esa canción se la aprendió todo el que pasaba una o dos veces por el cine. Testigo de todas estas situaciones era “Miguel el Cojo”, que tenía un puesto de arropías en medio de la calle y junto a la puerta del cine. Un enorme lebrillo de “chochos” (altramuces), otro lebrillo de chufas, y dos garrafas enormes de polos de nieve, componían su puesto además del destartalado carrillo.  Este hombre vendía también almezas, con lo que la guerra dentro del cine estaba garantizada. Miguel, al parecer era incansable, pues siempre que podía se le veía también vendiendo Coca Colas en el fútbol y en la Plaza de Toros. Al decir de su mujer, era poco dadivoso, y muy exigente para el trabajo. Muchas veces ella, en Casa Ogallas, del Jardín del Alpargate, mientras se comía su "albondigón", le comentaba a Conchi,  sus quejas de lo mucho que trabajaba y los pocos dineros que le daba su marido Miguel.

En este cine ejercía de acomodador el simpático Carrillo. Este hombre empleado de la Sevillana, le correspondía muchas veces la desagradable labor de "Cortar la Luz", a aquellas personas del barrio que no estaban al día en el pago del recibo. Cuando lo veías con la escalera al hombro, mala cosa y todo el mundo se preocupaba por ver a quien le tocaba. Muchas veces hacía "tiempo de espera" en Casa Millán, para que el interesado fuera a pagar el recibo. El pago del recibo, se lo presentaban a él, y era la orden para suspendar "El Corte". El menciondo Carrillo, era un hombre menudo y a veces gruñón, pero no era mala persona. Vecino de la Calle de los Frailes, por debajo de los "Churumbaques" y enfrente de Rafael Gómez, "Sandokan", tenía un hijo que era un gran entusiasta del fútbol aficionado. José Carrillo, que era el nombre de su hijo, amaba la práctica del fútbol, y casi toda su vida de jugador estuvo relacionada con el San Lorenzo, ya que terminó siendo directivo. Este simpático y entusiasta jugador, mejor persona aún, era platero de profesión, y a principios de los años 1980, y estando en paro, se marchó a Barcelona, en compañía de sus amigos Luis López y Bautista, y probaron en la platería, pero aquello era otro mundo. José Carrillo, se tuvo que colocar en la empresa textil "Ferrys", mientras sus amigos se venían para Córdoba. Allí Carrillo conocería a la que sería su mujer y con la que tuvo dos hijas. Podemos decir que cuando este hombre volvió al cabo del tiempo a Córdoba, a su San Lorenzo, como decía él, pudimos ver a un hombre y amigo, lleno de nostálgia, por su Córdoba, por su barrio y por su calle de los Frailes. En su forma de hablar y de expresarse, jamás se podía ver en él a ningún "Charnego", el se sentía orgulloso de ser cordobés, y de todo lo que significaba Córdoba. Hace tiempo nos enteramos de su fallecimiento, descanse en paz.
 
El CÓRDOBA CINEMA, un cine al que se le denotaba un cierto nivel, ya que incluso había vendedores de agua, con botijo, cuando lo normal en otros cines, fuera la jarra de cristal con el vaso común, secado eso sí, con un paño cada vez que era utilizado por un cliente. Este vaso  empezaba de color blanco y terminaba con un tono algo amarillo. Además en este cine y quizás por la cercanía del Cuartel de la Guardia Civil (situado entre la oficina de Cajasur y la Farmacia, cuando no existía la calle), había siempre orden y compostura. Fue la película ANA, la que hizo furor, máxime cuando la Silvana Mangano, se bailaba “BAYÓN DE ANA” Fueron muchos los días en que estuvo esta película en cartel y era tanta la gente que acudía que tuvieron que habilitar la puerta posterior, que daba frente a la fábrica de "Las Lejías la Oca", y al taller de Ebanistería del mayor de los Almogueras. Los "pelirrojos" que gestionaban el ambigú hacían su agosto, pues a este cine solía acudir gente de cierta formalidad.

El dueño del local del Cine, en los inviernos y al mediodía, solía dar unos combates de boxeo, en el que intervenían aficionados de Córdoba y algunos de la provincia. Allí pudimos ver a Manuel Maldonado "El Mangui" de las Costanillas, a Pedro Vasallo, de San Pedro, a León Morrugares, de la Calle Alomonas, a Jacinto Paredes, del Campo de la Verdad y otros que abarrotaban los alrededores del cuadrilátero.

Este cine, con el tiempo  lo bautizaron con el nombre del "Gran Vía". Los hermanos Vargas, herreros de la Calle Escañuela, eran los que mejor se enteraban de las películas, pues tenían el taller a 5 metros de las espaldas de la pantalla. Precisamente entre el Taller y la parte Posterior del Cine, había un proyecto cuya maqueta se presentó al público en una sala de exposiciones de la Calle Góngora, al final de los años 1950, en donde se podía ver un trazado de una calle que ensanchando la Calle Abejar, llegaría hasta lo que es hoy la Avenida de Barcelona, Este proyecto de nueva avenida, hizo que incluso los Salesianos, cambiaran la fachada principal de su Colegio que daría a esta avenida. En algunos solares que se echaron abajo en la Calle Abejar, se tuvo en cuenta el retranqueó de su fachada, cosa que posteriormente se anuló dicho proyecto y se puede apreciar la discontinuidad en dicha calle.

En el CINE TERRAZA MAGDALENA, que aunque no era de los más grandes, si era de los más frescos por su ubicación junto al jardín del mismo nombre. Tuvo una película que también hizo su agosto y no fue otra que UN TRONO PARA KRISTI, película que proporcionó varios llenos en sesión continua de este cine. Curiosamente, por aquellas épocas hasta las máquinas de cortar hielo de la fábrica que había al lado, guardaban silencio para no molestar al ambiente de la película. “La Muda” que tenía tradicionalmente el puesto de arropías enfrente del cine, pudo dar fe del gentío que se agolpó en la plaza. El mismo bar Marcelo, que estaba en la fachada de Talleres Ruda, también sacó su provecho. Esta plaza de la Magdalena, con el cine de verano, recobraba ambiente y frescura.

Al hablar de la Magdalena, hay que hablar a la fuerza de Talleres Ruda, este avispado e inteligente empresario, que lo mismo trabajaba en mecanizados de alta precisión, que diseñaba un peculiar asiento para los veladores de verano, llenando Córdoba y buena parte de Andalucía de este tipo de asiento.

Por la Plaza de la Magadalena, y ante la mirada de los "Villolas" que tenían un pequeño almacén de comestibles, solía discurrir en la serenas noches de invierno, a determinadas mujeres "caminar en silencio" y con la sola compañía a veces de un niño, en dirección a la Urna de los Santos Varones, que estaban en el muro frontal de la Iglesia, con esto seguían una tradición de padres a hijos, en hacer sus peticiones. La palmera que dominaba el centro de la Plaza, fue testigo de estos "silencios y oración". A mediados de los años 1960, esta palmera se cayó en una tarde de fuerte viento. La verdad es que salimos del Cine, en una función de invierno por la tarde, y allí estaba la Palmera, ante la disputa de dos personas " a ver quien tenía más poder en aquella Plaza", por un lado estaba el Cabo de la Guardia Civil,  "Mauleón" y de otra parte Encuentra, al que todo el mundo llamaba "El Loco de los Pájaros", a cual más cabezón. Aunque parezca lo contrario, ninguno de los dos era mala persona. Yerno del primero era Benito Martínez, posiblemente la persona más preparada en temas de cine en Córdoba, y por parte de Encuentra, su yerno Juan Arjona, excelente y responsable trabajador de Cenemesa, que cuando se dio cuenta de lo que era la vida para intentar disfrutar de ella se murió. · 

Hoy en día, ni Talleres Ruda, ni el puesto de la “Muda”, ni el "Loco los pájaros", ni el Bar Marcelo, ni la fábrica de hielo, ni el Cine, ni el Cuartel de la Guardia Civil,  y menos aún la Palmera, son testigos de nada. Todo eso ha desaparecido.

Ya, cerca de San Pedro, en el CINE ANDALUCÍA, (El Cine Moñilla), se llenó a reventar para presenciar la película de LA VIOLETERA, donde se llegó a poner incluso dos sesiones en vez de lo habitual que era la sesión continua, pues el cine se llenaba a reventar. La Plaza del Vizconde de Miranda, se abarrotaba de gente esperando para la segunda sesión. Este cine tenía la incomodidad del mal estado en que se encontraban las sillas, pues daba la impresión que allí llegaban las peores de la empresa. Llegar al cine desde la Magdalena, era desalentador, pues tenías que pasar antes “Por Casa del Aguililla", (La Funeraria Vázquez), que nada más ver el letrero, te ponía la carne de gallina. Contrastaba esta sensación con la de ver como “Pepe el Gordo”, uno de los dueños de la Funeraria, se reía a carcajada en la Puerta de “Casa Chicuelas” comentando lo impresionante que estaba la Sara Montiel, en la citada película.

No muy lejos de allí y en la Calle Diego Méndez, estaba el simpático CINE REALEJO, que también conoció sus días de gloria, con la película de PERDÓNAME, en donde Raf Vallone, hacía furor entre las mujeres. Este cine era de los más calurosos de Córdoba, pues estaba metido prácticamente en un tubo. Las paredes del cine estaban llenas de carteles de películas y en donde aparecían artistas como Lola Flores, Juanita Reina, Marifé de Triana, Estrellita Castro, Miguel Ligero, etc.  Este cine cambio varias veces de dueño.

Había mucha gente que de camino que iban al cuartel de Regina, que se llamaba de la "Veterinaria", a recoger agua para los garbanzos, solían quedarse para ver la película. A los chavales nos hacía ilusión pasar por una casa que había al principio del Realejo, pues disfrutábamos de ver como estaba el patio lleno de avellanas cordobesas, y como la gente las pelaba. Estas avellanas cordobesas, eran de Trassierra, que la familia de los Espinar comercializaban. El que tenía la suerte de ponerse a "pelar" te dejaban el diente libre y encima te daban una peseta.

Era el CINE FLORIDA, uno de los más espléndidos de Córdoba, por su amplitud y comodidad. Estaba enclavado en plena Costanillas, pero a pesar de ello, nunca se conoció que pasaran problemas más allá de lo que se puede considerar normal. Eso sí, en ese cine, era casi habitual, la pareja de Guardias de Asalto, para poner orden en las colas de las taquillas. “MARINEROS NO MIREIS A LAS CHICAS”, Esta película italiana, con Renato Carazzone, fue todo un éxito de público. La Plaza del Huerto Hundido, se llenaba de gente por todas sus afluencias. Durante la exhibición de aquella película y ante el tropel de gente que se agolpaba en la puerta de entrada, hubieron de abrir las puertas que daban a la Calle Humosa y que no era habitual el abrirlas. Estas Puertas daban muy cerca de la casa que fue el domicilio de “Cintas Verdes” (José Cintavelde Pujazón), el autor del crimen de la Finca el Jardinito, y que fue el último reo ajusticiado en la Puerta de Sevilla.

En este cine, se planteo una vez la situación simpática de que dos señores algo mayores, se pusieron en las primeras filas para ver la película, con “sombrero incluido”, con la consiguiente molestia de los que estaban detrás. Como quiera que estos señores, a pesar de discutir, estos señoresno quisieron desprenderse de su sombrero, a pesar incluso de la intervención del acomodador. Entonces y de forma medio en broma o medio en serio, la fila delantera a “los del sombrero”, se pusieron sendos niños sobre los hombros y así se sentaron.  La gente del cine empezó a hacer palmas masivas ante la idea “de fastidiar” a los del sombrero, más que nada por su “tozudez”. Al final los dos amigos “del sombrero” optaron por marcharse del cine, pues tenían Tiña en la cabeza, y por ello no se querían quitar el sombrero.   

En esta Plaza del Huerto Hundido, se llegó a poner muchas veces una impresionante Cruz de Mayo, que casi siempre ganaba primeros premios. Pero con esto de las cruces ambigú estos rincones ya se han apartado de aquellos jaleos.

Otro Cine, muy cercano al entorno de las Costanillas, era el CINE ORDOÑEZ, este pertenecía a la  empresa Ramos, y lógicamente se reponían todas las películas que pasaban por el Góngora. Una película que se recuerda por la notoriedad que le dio al cine fue la proyección, ARRIBA Y ABAJO, de Mario Moreno Cantinflas. Fue difícil  hacer callar a la gente de este cine, por el problema famoso de sus “chinches”, era tal la fama, de que el “cartelero andante”, que no era otro que el famoso “Platanin”, iba por las calles con un “tubo-altavoz” anunciando a voces: “El Cine que tiene las mejores sillas, sin chinches y sin ZZ"  y en donde se encontrará tan a gusto como si estuviera en el patio de su misma casa. El problema de “este vocero” es que antes de terminar su jornada como hombre-anuncio, ya estaba alterado por unos cuantos vasos de vino de más, y entonces le daba por decir todo lo contrario. "Sillas con chinche y con ZZ", Este simpático personaje que vivió en la Calle María Auxiliadora, en casa de “Bimbela el Sastre”, se hizo también famoso porque vendía por aquellas calles, plátanos hechos puré, (de ahí el nombre de platanín), pero terminó de sepulturero en el Cementerio de la Salud, al que limpió de caracoles gordos, para sus guisos.

El Cine ZARCO, situado en la Calle de su nombre Zarco, una de las calles que ya en la Edad Media tenía dicho nombre. El solar del cine, durante la guerra fue una huerta familiar, y en que durante los bombardeos que sufrió Córdoba,  cayó una bomba, que mató a uno de los familiares. Testigos de estos desagradables acontecimientos, fueron los entonces dueños del negocio de Bicicletas Medina, que estaba situado justo en la esquina de la calle (zona de taquillas). También testigos de estos hechos fueron Antonio Blanco, el único "pollito" que queda aún con vida (de la Peña los 14 pollitos). Quizás pudo presenciar este bombardeo, Rafael García García, gran cantero-marmolista, y padre de Rafael García Repullo, el “Tinte”; éste hombre al parecer formó pareja profesional con Enrique Parejas, y ambos fueron autores de los “Buzones de Correos”, actuales de la Calle Cruz Conde, del panteón del Marqués del Mérito en el Cementerio de la Salud y de la fuente que corona la Cuesta de Los Dolores, entre otras cosas significativas de Córdoba. El taller lo tenían en la singular Calle las Parras, haciendo esquina con las Rejas de Don Gome.

Después de estos comentarios aclaratorios, este cine tomo el nombre de CINE ZARCO, y la película que marcó un antes y un después en este cine, fue la PELICULA FORTY, que fue una proyección, que gracias a unas gafas de cartón y con papel celofán verde y rojo, se pudo ver en relieve. En esta película, hay que comentar la escena, en la que el indio “lanzaba el hacha” y que en las primeras filas, no tuvieron más remedio que agachar la cabeza en claro movimiento de protección. Aquello se cundió por toda Córdoba, y dio más morbo si cabe a la película. Diez años antes, más o menos en 1946, en el Duque de Rivas, se proyectó con este tipo de gafas la película “LOS CRIMENES DEL MUSEO DE CERA” y también formó su polvareda.

El cine de verano más asequible para los chiquillos, era el ESTADIO DEL ARCÁNGEL, allí costaba el cine (localidad de grada) dos reales, y allí íbamos todos, se trataba de ocupar el graderío del Gol Norte, del estadio. En el lugar del marcador, estaba la cabina de proyección en la que se podía ver trabajando todos los días a Arroyo, un electricísta que vivía en la Calle María Auxiliadora, frente a los Salesianos. Arroyo, compaginaba este trabajo con el de electricista en la empresa Emilio Jordán. Fue esta empresa de electricidad, Enrique de Lavirgen, Gabriel Estévez y algunos más, los que realizaron la instalación eléctrica del HOTEL CÓRDOBA PALACE, todo un hito para Córdoba, junto a la Avenida del Conde de Vallellano. De aquellos tiempos, todavía están los “poyos”, en donde se solían sentar los trabajadores de la obra a comer al medio día, (detrás de la parada de autobuses).

En este cine como hemos dicho el más barato (gradas) también tenía su zona de sillas, que se ubicaban entre el Gol Norte y la Portería, que era en donde estaba el telón. La película que causó sensación de público fue KIM DE LA INDIA, en la que aparecía el ya famoso Errol Flyn. Ante la bulla de gente que se ocasionó por esta cinta, el cine se convirtió muy vulnerable por la tapias que rodeaban al estadio. Hubo gente que se aupaba y saltaba con una facilidad asombrosa. Unos lo hicieron por la zona del Gol Norte, otros por la Zona de Preferencia, incluso otros por la zona de vestuarios. Y es que los porteros y acomodadores estaban situados en las puertas del estadio y de allí a cualquier tapia, había una distancia importante.

En el CINE FUENSECA, fue la película MUNDO DE NOCHE, la que hizo furor entre la gente joven aficionada al fútbol, pues se cundió que en dicha cinta, aparecía en un momento determinado el famoso “Pelé” que por aquellos tiempos estaba de máxima actualidad por su fama en los campeonatos mundiales de Suecia. (1958) En este cine hubo grandes llenos, y además se daba la circunstancia de que era el cine que echaba los mejores REPORTAJES DE NODO, que nos parecían importantes por el poquito fútbol que nos echaban.

Al estar el cine lleno y la gente esperando en la calle, inevitablemente la salida había que hacerla por la Calle Santa Marta, por la puerta situada exactamente enfrente de la Cooperativa de Ebanistas, que allí había. Sobre dicha Cooperativa, se decía que en tiempos, se desarrolló una sociedad masónica con todos sus ingredientes, hasta el punto de que varios socios, formaron parte de una determinada candidatura al Ayuntamiento de Córdoba en tiempos de la II República. Era famosa la bolsa solidaria que allí existía, llamada de: "Suelta o coge", todo ello en la más absoluto anonimato.   
 
Enfrente del cine estaba el embrión de lo que fue una importante razón social, como logró ser PEDRO ROMERO, allí empezó a comprar papeles, trapos, y todas las lanas que podía de aquellos colchones antiguos, y la verdad que montó su pequeño imperio, que durante muchos años, se ha lucido en la Calle Jesús y María, y durante varias décadas, ha sido un referente de los comerciantes intermedios. En la Fuenseca, en San Pedro, en Santa Rosa, y en la Calle Jesús y María, también llegó esta marca que como hemos dicho empezó en la Fuenseca, al lado de la Barberia, que regentaba el marido de Isabel, de la saga de las genaras. Lamentamos que hoy en día esta razón comercial, tan querida en Córdoba, se haya visto convertido en el negocio de la "Vaca que ríe", por la vaca que han puesto en la franquicia comercial que ha sustituido la mayoría de la actividad de esta empresa, 


En la simpática calle Abejar, y al salir de la Calle de Pedro Verdugo, estaba el CINE IRIS, enfrente de la casa de los “Coloraos”. En este cine se montaron otros espectáculos como combates de boxeo y lucha libre. La película que llenó este cine fue la simpática “EL LÁTIGO NEGRO”, las hazañas del hombre del látigo y la facilidad con que se escondía detrás de la cascada, se hizo famosa en Córdoba, y fue mucha gente la que acudió a presenciarla. Por aquellos años (1954), llegó a San Lorenzo, un párroco que era de Cantabria, y por su estatura, su carácter y su vestimenta negra (sotana), que paseaba sobre una bicicleta de aquellas llamadas de señora, le fue puesto por Antonia Aguilera, el apodo de “El Látigo Negro” y con este apodo pasó a la historia próxima del barrio.

En esta zona de la Calle Abejar, confluía mucha gente clásica de aquella Córdoba, Los Amaro, Los Gómez, Los Blancos, Los Puntas, Los Valverde, Los Cañero, Los Morales, Los Casero, Los Muriel, todos o casi todos eran clientes del "89", de entre todos queremos entresacar a Rafael Blanco, delineante del Ayuntamiento, que cuando se realizó la modificación del plan urbanístico de Córdoba, quiso ponerle a su calle Pedro Verdugo, Avenida de Pedro Verdugo. Al enterarse de la noticia hasta la "Bodega del Polo Norte" que estaba en la esquina se derritió.  

Por último citaremos el CINE PLAZA DE TOROS, en la plaza vieja de Ronda de los Tejares, allí en las gradas valía el cine dos reales, aunque la película se veía al revés. La normalidad de visión era en las sillas que estaban en mitad del ruedo y costaba igual que en cualquier cine de verano.

El acceso de este cine a la zona de las gradas, y sobre todo por la gente joven, era sumamente escandalosa, sobre todo por esas galerías. Más de una vez igual que entrabas por otra parte te echaban a la calle. Había gente que se quedaba en las gradas del tendido que lógicamente estaban más cercanas al telón. Pero otros, quizás por ser especiales se subían hasta los palcos, y siempre que había cualquier alteración de sonido o algún corte, empezaban a dar golpes en las chapas de propaganda (Coñac Cruz Conde) que a modo de zócalo tapaban las barandillas de los palcos. Un día y con el cine lleno a reventar echaban la PELÍCULA DESIRÉ, película que cogió fama por aquellos tiempos y acudió mucha gente de los barrios alejados para verla. De San Lorenzo, fuimos un montón: El Volcani, El Zarra, El Peloto, El Monasillo, El Lechón, El Bocón, El Pirulo, El Paquirri, y algunos más. Nos subimos a los palcos, porque la verdad es que las restantes gradas estaban prácticamente ocupadas, y cuando la película estaba en su trance más interesante, de pronto en el silencio de la plaza se oyó una voz que decía: “Que me tocan el culo, aquí hay un maricón” Era el simpático “Lechón” el que daba ese grito de alarma. Desde ese momento, toda la gente que estaba en los citados palcos, empezó a golpear “las chapas” y aquello fue la locura. Se encendieron las luces de la Plaza y subieron dos policías de asalto para intentar poner orden. El presunto tocador o tocadores, ya había volado de allí y se restableció la emocionante y romántica sesión de cine. De vuelta a San Lorenzo, nos encontramos al presunto “tocador” sentado tranquilamente en el Bar Colón, como si no hubiera pasado nada.

Posiblemente el Cine más elegante de Córdoba, era el COLISEO SAN ANDRÉS, enclavado en ese simpático barrio. El cine por presentación y familiaridad era uno de los mejores de Córdoba. A la derecha, tenía un escenario, donde se dieron actuaciones de flamenco, donde “El Palanca” y “Adelfa Soto”, eran muy habituales. También vino a este cine la caravana de “CONOZCA USTED A SUS VECINOS”, Con Rafael Santisteban, famoso y pequeño locutor de la Cadena Ser, (Radio Sevilla), que presentaba dicho programa. En ese cine la película que causó sensación fue LOS CRIMENES DEL MUSEO DE CERA, esta película se hizo famosa además de su posible calidad, por las discusiones que planteo en orden a la censura. A Paquito Estévez Jurado, “El Chuli” fue uno más de los que fueron amonestados en su Colegio, por haber presenciado la película.

Un poco más retirado se encontraba el CINE SAN CAYETANO, que se encontraba en la Avenida de Obispo Pérez Muñoz, en la acera en donde estaba la casa del torero Martorell, la fundición de Bernardo Alba y el taller de "Mata-palos", este cine ponía su cartelera junto a la fuente de la Piedra Escrita, y por aquellos tiempos, marcó época una película de Antonio Molina, que se llamaba EL PESCADOR DE COPLAS, éste artista malagueño había irrumpido con gran fuerza en el mundo de la canción y muy especialmente por su estilo único e inconfundible, que le hizo arrastrar tras de sí a muchas mujeres ya maduras que lo tomaron por su ídolo, Además por aquellos tiempos se publicó en la prensa que este artista malagueño se había dado a conocer en el Gran Teatro de Córdoba, en donde debutó al final de los años 1940. Luego también se recordó lo del famoso guiso de habichuelas que se comió en Córdoba, en casa de Manuel Rodríguez "Palitos", primo hermano de Manolete y empleado del Banco de Santander, y que según parece entabló una buena amistad con él. El día de su debut en el Gran Teatro de Córdoba, su atuendo de cara al escenario, era un traje bastante más grande que la talla que requería su estatura y en los primeros compases de su actuación, aquello fue motivo de sorna y risa entre los espectadores, pero a medida que fue cantando, se metió totalmente al público en el bolsillo, y faltó poco para que lo sacaran en hombros como a los toreros. Antonio Molina, había debutado en Córdoba y había triunfado. Cada vez que volvió a Córdoba, siempre recordaba lo del traje de su presentación.  

Y ya para terminar citaremos EL CINE RAMOS, de la empresa del mismo nombre, este Cine, se hizo en el solar que como principio de la polémica venta del Convento de Santa María de Gracia, de tal forma de que el cine estaba ya funcionando y ahí estaba aún las monjas dominicas del Convento. Fue inaugurado a principios de los años 1960, y una película que tuvo mucha aceptación fue LOS CAÑONES DE NAVARONE, pero este cine a pesar de que era muy pulcro, el paso constante del autobús de línea, hacía incomodo el oír la película. La verdad es que era un solar totalmente cuadrado metido en medio del barrio y por ello también se aprovechó para dar alguna que otra verbena.

En el año 1965, la Peña El Príncipe, organizó una verbena que tuvo mucho éxito. En aquellas jornadas festivas pudimos ver a muchas parejas en el "baile agarrado" Una de estas parejas y que nos llamó mucho la atención por lo bien que lo hacían, era la pareja formada por Bernabé Mancha con su esposa Pilar Roldán, persona ésta, conocida en el barrio, pues en su juventud, fue posiblemente la joven que mejor bailaba él "Diávolo", en Córdoba, hasta tal punto era esto, que concitaba a mucha gente alrededor suya en la Plaza de San Lorenzo para verle lanzar de forma altísima su "Diávolo".

A principio de los años 1970, este cine con todo el Convento, sería víctima de la piqueta, pues se consumó su venta al constructor Calderón, que poco a poco lo fue desmontando todo. En el fondo del Convento y en el ángulo opuesto al cine Ramos, había un Patio Medieval, que venía desde la Edad Media, cuando este edificio estaba ocupado por las casas de los Cárdenas que lo donaron para el Convento. Para hacerse una idea del patio, se puede visitar el que aún perdura en el Buen Pastor, y que fue casa de los Sotomayor, suegros del Gran Capitán. Allí se podrá ver un patio porticado con columnas y capiteles de aquella época de la Edad Media.   

Junto a la Huerta de "la Portá", y en la segunda calle del barrio de  Cañero, se levantó el CINE CAÑERO, Este cine quedó ubicado junto a la zona de la citada huerta, que en su día se negó ser vendida a Fray Albino, para el trazado regular del barrio. Por eso la segunda calle era tan corta. Esta huerta estuvo funcionando mucho después de que el barrio cañero fuera inaugurado. En este cine al que acudía mucha gente del barrio, pertenecía a la empresa Sánchez Ramade, y por tanto disfrutaba de las mismas películas que el resto de los cines. Pero que recordemos aquí una película que tuvo mucho éxito fue HONDO, sobre todo porque por aquellos tiempos, este barrio con sus gentes sentados en sus puertas al fresco, eran muchos los que solían leer las simpáticas novelas de Marcial Lafuente Estefania, que hacían furor por aquellas épocas. Las calles todavía sin adoquinar, fácilmente recordaban un poco lo terrizo de la pradera.

Al principio de los años 1960, los pocos políticos que había en esta Córdoba de nuestros recuerdos, todos se disputaban una forma de poder en torno al Cine Club del Circulo de la Amistad. Allí parece que todos vieron un puesto, un rango de categoría y de nivel intelectual. Todos sin excepción se disputaban este puesto, y tenemos que citar a los  Martínez Bormang, a los Castilla del Pino, a los Mir Jordano, etc, Todos sin excepción y hasta que no echaron al joven e inteligente Enrique Ares Ares, joven científico y antiguo alumno de la Universidad Laboral que ocupaba el puesto no descansaron.


De manera muy general podemos decir que la mayoría del cine que se veía era de procedencia americana, y en la películas que recreaban el paisaje del Oeste, siempre aparecían los indios y los soldados; unos eran los malos y otros los buenos, y eso se demostraba cuando en cualquier persecución de los soldados contra los indios, los espectadores del cine de verano, se soliviantaba y arrancaba con una estruendosa ovación, eran chicos y grandes, todos aplaudían, y claramente se entendía  lo que era el triunfo del BIEN (los yankis), contra el MAL (los indios). Aquello, lo habíamos mamado todos desde antiguo y tuvo que ser una película rodada en 1970, llamada "EL SOLDADO AZUL", la que cambió toda la perspectiva de maldad que se tenía por sistema de todos los indios. A esta película, seguiría otra como la de "HOMBRE O CABALLO". que nos vinieron a relatar aquellas aventuras de indios y soldados, desde el punto de vista de los mismos indios.

Pero de todos aquellos cines  hoy solo queda el recuerdo, la Televisión y el Internet, se han cargado aquel mundo de ilusión que se veía realizado en los cines de verano. Hoy sólo quedan cuatro de ellos, el Cine Delicias, emplazado en una zona muy popular de Córdoba, es el que más aceptación tiene y hay días que puede congregar 800 espectadores. El cine Fuenseca, ubicado en la Plaza del mismo nombre, también tiene una buena capacidad de acogida, rozando los 750 espectadores en los días en que se registra lleno. El cine Coliseo San Andrés, les sigue en capacidad con 700 espectadores, destacándose porque siempre tiene un público muy fiel. Y finalmente el cine Olimpia, (antes Zarco), que es el más pequeño en capacidad de espectadores (600). Los cuatro cines son de un mismo y entusiasta empresario de apellido Martín, que ultimamente tuvo que hacer una gran inversión para adquirir los solares de alguno de estos cines que eran propiedad de "Sandokan", y que salieron a subasta pública. Ya de las empresas Cabrera, Sánchez Ramade y Ramos, no queda ni una simple cartelera de recuerdo.

En cuanto a la máquina de proyección tenemos que decir que ha cambiado todo de una forma brutal. Ahora "la máquina" es la que se preocupa de apagar y encender las luces. Se trata de un ordenador, que recibe la pelicula, vía satélite y habilitada por un tiempo mediante "una clave", que pasado el tiempo concertado, pierde su eficacia. Atrás se quedaron aquellas pesadas "sacas" en donde se transportaban las películas, atrás quedaron aquellas másquina de carbones, que en la película "CINE PARADISO" pudimos comprobar su complejidad. e inconvenientes, que como pocos supo manejar y con eficacia, José Figuerola Vázquez, que durante muchos años, proyectó las películas del Gran Teatro. "Joseito" que era como cariñosamente se le conocía por San Lorenzo, falleció recientemente.

Y para terminar, tenemos que decir que hoy, hasta el ambigú es explotado directamente por el dueño del cine, con la colocación de mesas y veladores a modo de terraza de bar.  El precio de las entradas está en 3.50 euros, lo que supone una subida de 450 veces el precio que había en 1954. (1.30 pesetas).
 

Hemos hecho un recorrido por algunos cines de Córdoba, pero no podemos olvidar a otros muchos que que también existieron:.

Cine Alfonso XII       Cine Imperial              Cine Esperanza           Cine Esperanza
Cine Infantas             Cine Benavente           Cine Goya                  Cine Rinconcito
Cinema España         Campo Deportes         Ciudad Jardín             Cine Albeniz
Plaza Toros               T. Cine Góngora          Duque de Rivas          Cine Santa Rosa
Cine Maxi                 Cine Lucano                Cine Electro M.          Carlos III