Fue un referente en todos los sentidos para Córdoba, por su barrio, por sus vecinos y por los trabajadores que pasaron por aquella fábrica. He aquí un relato aproximado de lo que fue la Sociedad Española de Construcciones Electro Mecánicas. SECEM, de feliz recuerdo para muchos. En aquellos tiempos difíciles, hubo también unos representante sindicales, que en todo momento supieron luchar por sus compañeros y por la empresa. Por tanto sería justo recordarlos.
No creán ustedes, con toda seguridad más jóvenes, que aquella avalancha sindical de tipo asanblearia que encabezó Marcelino Camacho, (1975-1979), con todo el respeto a su ideario comunista, y a los militantes de buena fe que lograron captar de todos los colectivos, nunca pudo significar para todos los trabajadore, una clara verdad sindical, pues en la mayoría de sus dirigentes asamblearios, lo que menos le llegó a importar en aquella época de transición, fue la marcha o la salvación de cualquier empresa. Ellos eran comunistas y seguían los dictados de este partido, que les pidió hacer todo lo posible para "allanar el camino hacía el poder de Santiago Carrillo". No eran sólo los comunistas, los que creían que este hombre iba a llegar al poder o que iba ser poco menos que inprescindible para fiormar cualquier gobierno.
Los comunistas, a través de la fuerza de sus asambleas, dominaban las fábricas, las calles y todo lo que se pusiera en el camino. Además contaron con periódicos que les hicieron toda la "cama" para de esta forma, salvaguardar sus espaldas. Pero fueron las elecciones democráticas, aquellas que tantas veces les pidió la UGT, en el seno de las empresas, como era la votación libre y secreta, libres de la tremenda presión de las asambleas, las que democráticamente pusieron a los comunistas en su sitio.
Sigamos con la fábrica:
No creán ustedes, con toda seguridad más jóvenes, que aquella avalancha sindical de tipo asanblearia que encabezó Marcelino Camacho, (1975-1979), con todo el respeto a su ideario comunista, y a los militantes de buena fe que lograron captar de todos los colectivos, nunca pudo significar para todos los trabajadore, una clara verdad sindical, pues en la mayoría de sus dirigentes asamblearios, lo que menos le llegó a importar en aquella época de transición, fue la marcha o la salvación de cualquier empresa. Ellos eran comunistas y seguían los dictados de este partido, que les pidió hacer todo lo posible para "allanar el camino hacía el poder de Santiago Carrillo". No eran sólo los comunistas, los que creían que este hombre iba a llegar al poder o que iba ser poco menos que inprescindible para fiormar cualquier gobierno.
Los comunistas, a través de la fuerza de sus asambleas, dominaban las fábricas, las calles y todo lo que se pusiera en el camino. Además contaron con periódicos que les hicieron toda la "cama" para de esta forma, salvaguardar sus espaldas. Pero fueron las elecciones democráticas, aquellas que tantas veces les pidió la UGT, en el seno de las empresas, como era la votación libre y secreta, libres de la tremenda presión de las asambleas, las que democráticamente pusieron a los comunistas en su sitio.
Sigamos con la fábrica:
Fue el ingeniero francés FREDERIC LEDUX, que a su vez era director de
la sociedad Minera y Metalúrgica de PEÑARROYA, el que creyó que Córdoba estaba
enclavada en un lugar “Logístico de primera magnitud”. Y es que Córdoba con una
red de ferrocarriles que llegaban a
todos sitios, ilusionó y motivó que el
hijo de FREDERIC LEDUX, se implicara de lleno en la creación en 1917, de la
industria más importante que hubo en Córdoba.
Con ello se fundaba La Sociedad Española de
Construcciones Electromecánicas. Además de LEDUX, el capital inicial estaba
formado, por dineros pertenecientes al Banco BILBAO y al Banco URQUIJO. El
primer presidente del Consejo de Administración fue el MARQUES DE
URQUIJO.
Para su proyecto de instalación se
compra el cortijo de ALJIBEJO, a un precio de 516.701 pesetas, y posteriormente
se comprará el cortijo del OCHAVILLO, a un precio un poco superior de 623.280
pesetas. Ambas propiedades era pertenecientes a los Hoces. Para los franceses,
esta era una zona que estaba como a “tiro de piedra” de la propia ciudad. Se
trataba de una extensión de unas 315 hectáreas , algo parecida a
lo que era la extensión de Córdoba en su casco histórico.
EL PROYECTO DE
FÁBRICA
El proyecto de las instalaciones
para la fábrica se le encargó al equipo del arquitecto suizo Francisco Gay, que
proyectó un complejo industrial, que hizo girar las naves de fabricación,
alrededor de una gran nave central, dedicada para el almacenamiento y las
expediciones, con espacio suficiente para que los grandes camiones pudieran
maniobrar con vista a ser cargados. En los años 1960, se pueden decir que
diariamente salían más de 70.000 kilos de cobre elaborado, en cable, barras,
pletina, hilo y planchas. Nada más que a CENEMESA, se le solía
suministrar al año casi 750 toneladas. Esto lo supieron bien los transportistas
Nicolás Callejón y Francisco Zamorano, “El Melonero” que siguiendo las
instrucciones del dinámico Prieto Salas, lo transportaban casi todos los días.
También
el mismo arquitecto realizó un proyecto para una barriada de casas para el
personal. Eran casas unifamiliares con
su zona de jardín.
En Córdoba y por aquellos tiempos,
las empresas que sobresalían, eran la Electro Mecánicas y Carbonell. La primera guerra mundial convirtió a SECEM,
en la dueña de los mercados en el sector de transformados metálicos de cobre e
incluso cobres electrolíticos, latones, trefilería y demás preparados que
demandaba una industria en total transformación. Fue su época de apogeo por lo
que fue incrementando su plantilla hasta llegar a los 3200 trabajadores que debió tener al mediados de los años
sesenta del pasado siglo, otras cifras que aparezcan son estimaciones un tanto
exageradas. Esta empresa se encontró con el mercado tan fácil que optó tarde por
la renovación.
De hecho en aquellos años, se
adquirió una máquina muy compleja de fabricación alemana, que se le llamó
popularmente “LOS PLATILLOS VOLANTES”. La puesta en funcionamiento de ésta
máquina hubiera significado un gran
ahorro de mano de obra directa de peonaje. Se han dado muchas versiones
para justificar el porqué esta máquina nunca llegó a ponerse en marcha, unos
decían que era por falta de los conocimientos necesarios para entender aquella
tecnología. Pero hay otra razón también esgrimida en el sentido de que alguien
con poder se opuso a aquella reducción de mano de obra. Una u otra versión, las
dos posibles, dieron lugar a que “LOS PLATILLOS VOLANTES”, nunca arrancara.
Actitudes como ésta de funcionar y producir bastantes años de espaldas a la
renovación tecnológica, y por tanto, sin mirar con perspectivas de mejorar lo
que hacía la competencia, fue lo que hizo que los países del norte de Europa,
produjeran la tonelada de cobre a un coste mucho más bajo y competitivo. Incluso
con mejor calidad de acabado. A modo de ejemplo citaremos que el cobre para las
bobinas de los transformadores, mientras en CENEMESA, daba problemas porque las
aristas rompían con frecuencia el papel del guipado-aislamiento que se le ponía
al cobre, desde Finlandia, se enviaba más barato y con las aristas redondeadas.
Este competencia era de los países del norte de Europa,
era la consecuencia de que la tonelada de cobre, se producía con la mitad del
personal que se elaboraba en Córdoba.
La
ubicación de esta industria con su barrio de casas alrededor, dio vida a la
carretera de Palma del Río, y convirtió al popular barrio de “Los Olivos
Borrachos”, no sólo en lugar de residencia para el personal auxiliar
ferroviario, sino que paulatinamente fueron llegando trabajadores de
la SECEM , que
querían vivir cerca de su puesto de
trabajo. La aparición en 1930, de la empresa CENEMESA, hizo que este barrio
fuera como un elemento más de estas fábricas. El nombre de esta barriada a nivel
oficial era el Barrio de Occidente, pero la tradición oral contaba que los
maridos en sus salidas de los fines de semana, solían volver en la madrugada del
domingo y con una “TAJÁ” de mírame y no me toques, y entonces para evitar que la
mujer le echara la bronca, algunos “dormían” la “TAJÁ” debajo de aquellos olivos
que abundaban al principio del barrio. Al ser ya como una costumbre este rito de
dormitar la borrachera debajo de un olivo de aquellos, de ahí el nombre de los
Olivos Borrachos.
LOS
OLIVOS BORRACHOS
Al
hablar de la “LETRO” hay que hablar a la fuerza de los vecinos conocidos de los
Olivos Borrachos. En general se citaban como las “
sagas”. Existía la saga de los “Bodoques”, “Los Vélez”, los “Fernández Latorre”, “Los Medina” los “García Ruz”, los “Blanco Pedraz”, “Los
Monturque”, “Los Cruz Garrido”, “Los Antequera”, “Los
Simón Rodríguez”, “Los Díaz Hornero”, “Los Blanco Medina”, “Los González”, “Los
Chups Osuna”, “Los Jurado”, “Los Vico Lucena, “Los Sánchez Cerezo”, “Los Carrero”, los “Manolin Gónzalez”. Eran muchos los compañeros que vivieron en este
barrio. De los últimos que llegaron a
este simpático barrio, fue el vasco J. Romeral Torróntegui, que vino a Córdoba en aquellos años difíciles
desde el país vasco (1969), para curarse de un padecimiento que tenía de asma.
Mejoró y vivió muy feliz en sus “Olivos Borrachos” como el decía y le hubiera
hecho muy feliz en ser su alcalde.
EL
MÉDICO BUENO
Pero
el barrio de los “Olivos Borrachos”
también tuvo “otros vecinos”. Un buen día apareció un médico que había
nacido en el 1934 en la localidad de
Villanueva de Córdoba. Se llamaba Pedro Muñoz. De familia humilde, su padre era
zapatero. Estudió su carrera con la ayuda de unos familiares de Valencia.
Trabajó como médico en África (Villa Cisneros), y allí empezó a comprender lo
útil que su carrera de médico podía significar para ayudar a los más débiles. A
partir de los años 1960, se instala en Córdoba, y los hace en la Carrera de la Fuensanta. A lo
que el llamaba su consulta particular, era más bien el despacho a donde iban
bastantes padres de familia, que iban a pedirle consejo, sobre las adicciones de
sus hijos al alcohol o las drogas. Fue un médico comprometido en ayudar a todo
el mundo. A pesar de tener que sacar adelante a 7 hijos, sacaba tiempos para
todo y fue un gran colaborador con el Movimiento de Cursillos de Cristiandad,
que fue sus SOSTÉN DE FE, para estar muy comprometido. En 1982, y en los Olivos
Borrachos, funda una institución ALCALI, para intentar recuperar a los
alcohólicos. Posteriormente se pone al frente del Hogar Renacer, esta vez con
ayudas de CAJASUR y el OBISPADO DE CÓRDOBA. Muchos de los enfermos que iban a su
casa en la mayoría de los casos, no solamente no le pagaban nada, sino que
muchas veces, les entregaba parte de lo
poco que podía haber recolectado. En
todo momento su esposa fue su comprensión y su fe. Pedro Muñoz Gómez, murió en
el 2014,
a los 80 años de edad.
Al hablar de la “LETRO”, hay que mencionar a la
fuerza a la “VENTA SAN FRANCISCO”, pues
estuvo íntimamente relacionada con la fábrica y por supuesto con el Barrio.
La VENTA , era la
parada casi obligatoria de los camioneros que venían a recoger carga de cobre y
que por aquellos tiempos 1950-60, eran muchos los que esperaban cola. Allí
tomaban su café. (por aquellos tiempos no se estilaba
el desayuno), comían y descansaban sentados. En los periodos de frío estos
conductores nos enseñaron lo que eran los “CARAJILLOS” y los “SOL Y SOMBRA”. Lo
primero era un café sólo con una copa de coñac y lo segundo era una copa de anís
machaco con una copa de coñac. Pero la VENTA DE SAN FRANCISCO, también
prestaba un buen servicio a los trabajadores de la
Electro Mecánicas , ya que al ser estanco, eran
muchos los que con ese achaque, se pegaban sus buenas convidadas. Pepín, que era el eficiente y bonachón que atendía el BAR,
no paraba en todo el día de poner a prueba su eficiencia. En orden a las
comidas, tenía buenas especialidades, al menos para aquellos tiempos, los
boquerones fritos, la sangre encebollada, la asadura en pajarilla, los callos y
las manitas de cerdo, entre otras. Allí había despensa para todas las
exigencias, sobre todo para cuando los trabajadores de SECEM o CENEMESA,
prolongaban sus jornadas por trabajos de reparación o urgentes y tenían que
suministrarles comida. Y como no en aquellas elecciones sindicales de los años
1974, en las que en aquellas empresas se llegaban a formar más de 20 mesas
electorales de acuerdo a la
Ley Electoral.
Por
cierto, que a todos los sindicales de un lado u otro, les gustaba la buena mesa
y la buena bebida. Eran los tiempos, en que a los Campos, los Baena, los Poyato, a los Fresco, a los Carmona, los
García Noci, les había llegado el relevo. Bien es
verdad que estos sindicales y aprovechando que Cabello de Alba, había dejado de
ser director general de Previsión, había destinado para las Mutualidades de
Córdoba, una importante cantidad de pesetas, para que en forma de “prestamos
viviendas” estos sindicales lo repartieran entre los trabajadores de
la ELECTRO Y
LA
CENEMESA.
En
la VENTA DE
SAN FRANCSICO, la paz y la armonía estaba garantizada, pues para eso entre la
clientela se encontraban los inquilinos del Cuartel de la Guardia Civil , que era otra
institución del Barrio. No podemos olvidar los Eucaliptos que existían a la
entrada de la
Venta , pues también formaban parte de este paisaje de la historía.
También
la Venta de San
Francisco, fue parada casi obligatoria para aquellos aficionados al fútbol, que
se desplazaban a la Electro
Mecánicas , desde los Barrios periféricos, para presenciar los
partidos entre éste equipo, y el de los barrios de Córdoba y la provincia., ya
que era el único fútbol del que se disponía.
LAS
DELICIAS
En
el camino inevitable para llegar a la Electro Mecánicas ,
te encontrabas con este BAR de carretera, que era tan antiguo como la propia
“LETRO”, sin tener la proximidad de la Venta de San Francisco, también era un
BAR, que al estar enclavado en los “OLIVILLOS DE DON FELIX”, también era
visitado por muchos trabajadores de la Electro Mecánicas. Un día
del año 1954, nos refugiamos allí en un día de gran tormenta, con el Economato a
cuestas, allí coincidimos con los hombres que estaban plantando las acacias, que
orillaban la carretera de Palma del Río. Además de los trabajadores de
la Electro por
allí aparecían muchos camioneros que iban a cargar y descargar al recién
inaugurado Silo del Servicio Nacional del Trigo, con el tiempo fueron
apareciendo junto el Silo, una serie de naves que unas y otras empezaban a
querer abrirse camino en el difícil campo de los negocios. Nos llama
especialmente la atención un taller de prendas de vestir que con el nombre de
Creaciones Díaz, llenó aquella zona de juventud femenina. Luego Llegarían
Almacenes Wizner, Serody y
varias naves de frutas. Tampoco tenía que estar de mal ver la mujer que atendía
el BAR de “LAS DELICIAS”.
Todavía
nos llamaba la atención aquella pequeña espadaña, que existía la Calleja sin salida de los
Olivos de don Felíx. En donde se crió Consuelo Simón y
el amigo Carrero. Esa especie de Capilla y Espadaña,
eran propiedad, de un tal Ortega, que lo mismo se vestía de trinitario, que de
requetés en el Quintillo. En el Cementerio de la Salud , tiene un panteón que quiere
rivalizar con el del Manolete”.
EL AUTOBUS DE LA “LETRO”
Por
aquellos tiempos en Córdoba, (1950-1960), había pocos autobuses. Aunque había
dos empresas en Córdoba, una Misuf Vizcaino y otra la empresa Rubio. Era Misuf el encargado de la
Línea PLAZA J. ANTONIO-ELECTRO MECÁNICAS, con
salida en la zona en donde estaban los Servicios Públicos de señoras, en la
acera de Telefónica. Estos autobuses, iban pintados de azul y con una franja
central en rojo. A la hora del relevo solían poner tres autobuses de los más
grandes que tenían y casi se llenaban totalmente; el resto de las personas,
hasta completar el autobús, se montaban en las paradas intermedias. Hay que
decir que muchos trabajadores cuando llegaban a la parada del autobús, incluso
se sentaban en el suelo para esperar la llegada de los autobuses.
Eran
los tiempos del cobrador y el viaje de autobús costaba 0.25 pesetas. Por cierto
que cuando hicieron el barrio de la Electro Mecánicas ,
construyeron una parada de autobús de material de obra, que junto a la que había
a la entrada de la
Huerta de la
Reina , cerca del “BAR LA CONSTANCIA ”, eran las únicas
paradas que había de construcción. Ya más posteriormente cuando inauguraron
la Residencia
Teniente Coronel Noreña, (1957), habilitaron otra parada de
autobús que daba acceso a la Residencia.
EL
ECONOMATO DE LA “LETRO”
Otra
de las cosas fundamentales de aquella empresa que era la SECEM , fue su gran Economato, ubicado
en la Calle
Mercadillo. En Córdoba, y sobre todo cuando las mujeres de los
trabajadores de la
Electro , coincidían en el médico, esto solía ocurrir en
la Plaza Mármol de
Bañuelos en donde estaba FOTO LEON, o en la
Calle Montaña , cerca de la Calle Montero , pues
aquellos eran los ambulatorios donde tenía sus consultas la “BILBAINA, que era
la aseguradora que cubría la cobertura médica y de accidentes de la Electro. En esas
consultas, se empezaba hablando de enfermedades y de medicinas, pero casi
siempre se terminaba hablando del Economato y sus precios. Era tal la sabiduría
de aquellas mujeres, que antes que entraras al médico, muchas ya te decían el
diagnóstico de lo que tenías. Luego entrabas al médico don José Chacón Chacón y casi siempre te confirmaba lo que te habían
dicho.
Entre
estas mujeres me acuerdo perfectamente de Salud la mujer del Claus, la
Muñiz , la mujer de Juan de Dios, la Recio , la mujer de Estévez, Rosario, la
mujer de Ortega, la
León y Encarna, empleadas ellas de la fábrica, Ángela, la mujer
de Amaro, Enriqueta, la mujer de López y
así una tras otra, muchas mujeres que
había por el barrio de San Lorenzo.
Por
aquella fechas, años 1953-1954, las mujeres, fueran del barrio que fueran, la
mayoría solían encaminarse al Economato de “LA LETRO ”, andando. Primero llegaban a
la Victoria y
encaraban la acera de los pisos llamados de Cañete, que llamaban la atención ya
por aquellos tiempos, porque eran las primeras casas a las que se le vio buzones
para el Correo en el portal.
En
vez de subir a la carretera por el viaducto, que era muy estrecho y complicado,
sin subir se entraba por la izquierda de éste, y entre la nave de
la Viuda de
Victoriano Gómez, y los apoyos de viaducto, se accedía a la vías. Siguiendo
la vías adelante llegabas a los Olivos Borrachos. Por
cierto por aquellos tiempos que hemos mencionado se estaba terminando de
construir EL SILO, (1954), edificio que fundió su imagen con este barrio. Más
allá del citado SILO, había un paso a nivel sin guarda, solo había de forma
permanente una cadena colgada, y por allí pasabas a lo que se llamaban “LOS
OLIVOS DE DON FELIX”, esa era la parte de este barrio que lindaba con la propia
carretera de Palma del Río. Salías a una esquina de lo que en aquella época era
la Venta de
la Delicias. Y desde
allí pasando la
Venta de San Francisco, te adentrabas en la Calle Mercadillo , y en
la curva que hace la calle y a la derecha, estaba el Economato. Llamaba la
atención que por una ventana salía la chimenea de una
estufa.
El
Economato, representaba la posibilidad de comprar de todo, más barato, y te lo
descontaban al mes siguiente. La empresa, solía primar los artículos que se
consideraban de primera necesidad. Eso sí, tenías que tener la precaución de
acudir a comprar pasado el día 20. Estas empresas grandes, solían cerrar sus
nóminas el día 20 de cada mes, como nos comentaba Antonio Rodríguez Tena, Con el
tiempo, este Economato fue superado en precios y artículos por el de
la Guardia Civil , que
se hizo famoso en Córdoba.
EL
CARBÓN DE LA “LETRO”
En
aquellos años de posteriores a la guerra la escasez de carbón para las casas era
ostensible, y eso se podía apreciar en las enormes colas que se formaban en la
multitud de carbonerías que había en Córdoba, entonces en las casas, lo único
que hacía funcionar las cocinas era el carbón y la electricidad, pero ésta
última era privativa de la gente bien. Igual pasaba para los braceros que se
dependía del llamado PICÓN, que era el producto que producían diariamente los
llamados piconeros que adquirieron popularidad por estos barrios de Santa Marina
y San Lorenzo.
Normalmente
el “piconero” era una unidad de tres elementos, el que cortaba el monte para
quemar, el que arrimaba agua para “apagarlo” que se llamaba ayudante y el
borrico. Esta era una unidad de trabajo necesaria. Desde primeras horas de la
mañana, hasta pasado el medio día, andaban quemando monte bajo, en las cercanía
de la Sierra ,
la zona de Linares y Santo Domingo, y lo máximo que producían era tres sacos
diarios, y eso contando que hiciera buen tiempo. El hocino y el borrico, eran
las herramientas básicas de estos
hombres. Su bocadillo a media mañana, era cortar con su navaja trozos de tocino
de beta, con su pedazo de pan.
La
empresa Electro Mecánicas, se empeñó en aliviar un tanto el problema del carbón
a sus productores y quincenalmente les facilitaba un suministro de carbón
vegetal, de los excedentes que la propia empresa tenía y que utilizaba como
desoxidante en sus hornos. La cara
conocida del hombre que lo transportaba y repartía era el camionero de
la Calle Montero , Nicolás
Callejón, que casi siempre estuvo ligado a la “LETRO”, bien con el cobre o el
carbón. Este hombre cuando se jubiló se fue a vivir a Calazancio donde disfrutó de su pequeño jardín en su
vejez.
LOS
SUELDOS DE LA “LETRO”
El
tipo de fabricación de esta empresa, era casi el 70% de trabajo manual. Es
decir, trabajo de peonaje, que se podían ver llegar todos los días con su bocadillos metidos en una taleguilla. Era una fila
interminable de personas que se dirigían al autobús y también bastantes las que
utilizaban la bicicleta. Pero a pesar de que se trataban de empleos de peonaje,
por las características del trabajo, la mayoría solían cobrar complementos por
tóxicos, penosos o peligrosos, además de una prima de producción. Se discutiera
o no que algunos jefes hacían de las suya en el tema de las primas, se puede
decir que en aquellos tiempos los trabajadores de la “LETRO”” podían ser de los
trabajadores mejor pagados de la industria que había en Córdoba. Y eso se puede
comprobar hoy, pues cualquier “jubilado” que saliera de fábrica, a mitad de los
80 para acá, su pensión será superior a cualquier trabajador de la actualidad,
que pudiera quedar en lo poco que quede de la empresa. Además con la
particularidad de que en estas fábricas, se hacía famosa la frase que
pronunciaban muchas madres y que no era otra que: ¡AY! GRACIAS A DIOS, QUE A MI
HIJO LO HAN HECHO PLANTILLA”. Las madres expresaban esto con una sensación de
tranquilidad y seguridad. Hay que decir que por escasez de materiales para las
monedas, el dinero suelto de las nóminas, los pagaban en sellos de
correos.
LOS
COBRARADORES DE CUENTAS
En
la Electro Mecánicas y
detrás de la Oficinas Generales ,
que estaban conforme se entraba a la izquierda, era frecuente ver la cola que
los trabajadores solían hacer en la ventana de Caja, allí solían acudir los que
de una forma u otra, no estaban en sus puestos de trabajo cuando el pagador iba
por los talleres. De esto mejor que nadie estaban advertidos los vendedores de
“CUENTAS A PLAZOS” que ya fuera de fábrica, y en la esquina de la Escuela de Aprendices, en
la misma acera que conducía a la
Parada del Autobús. Esperaban a todos los trabajadores que
tenían que algo que pagar. Eran cuotas semanales, entre 5 y 7 pesetas, las que
se solían pagar por aquellos años de 1947-1952. Allí se puede decir que pagaba
todo el mundo.
Por
ello queremos hacer un pequeño recordatorio de lo que pudo significar la llegada
de algunos artículos que marcaron su época, así como mencionar a algunos
vendedores.
Al
Rubio, “El Piyayo”, como también le conocían por la Electro Mecánicas , que
extendía sus clientes por las Delicias, Venta San Francisco, Olivillos de Don
Félix, Olivos Borrachos y en la
Fábrica de la
Electro.
Al
clásico “Cuello lata”, personaje de
la Electro
Mecánicas , que vendía por todo el Cerro del Campo de
la Verdad , un
día y mientras íbamos en el autobús, nos comentó que nada más que en la zona de
la Calle Beato Henares,
vendió más de 500 despertadores de la marca CID, un despertador de marca
nacional que irrumpió por aquellas fechas.
Al amigo
Prieto Salas, que vendía de todo, pero fundamentalmente, relojes de pulsera y
aquellos pequeños radio transistores que salieron de los que vendió más de 700
unidades al precio de 600 pesetas. Era de la marca SANNYO. Llegó a vender hasta
relojes de oro de señora y vendió unos pocos.
Al amigo Antonio
López Alcudia, “El Huevos”,
personaje singular que vendía de todo, relojes, máquinas fotográficas, libros
raros, bicicletas, y todo lo que se le pedía.
A Juan
Rojas Morales,
que tenía su zona de influencia en los Olivos Borrachos, Cenemesa, Avenida Parque, Pisos de
Cañete y el Barrio de la Electro. Toda su
familia se dedicó a dar cuentas compaginándolo con su trabajo, esto le hacía
tener muchos clientes entre sus propios compañeros.
A
Francisco León, que con la ayuda de su amigo Ogallas,
modernizaron las casas de los trabajadores de estas empresas, la ELECTRO Y LA CENEMESA , con Batidoras
Turmix y ventiladores de pie de SP, (Soler y Palau), los mejores y más silenciosos del mundo. Y no
digamos las famosas Ollas Laxter. Este León vendía todo lo que se
proponía.
EL
RELOJ “CAUNY” en LA ELECTRO
MECÁNICAS.
En
aquellas casas de vecinos, se notaban los que tenían un trabajo seguro y
estable. Sus viviendas, aunque humildes, eran de las primeras en las que se veía
alguna forma de progreso, más que nada, por el hecho de tener un sueldo por lo
general más o menos suficiente y regular. Ellos eran los primeros clientes de
aquella enorme cantidad de “vendedores a plazos” que había en Córdoba, y en la
propia fábrica en particular. En la popular “LETRO” se vendía de todo, empezando
por preservativos, ropa, zapatos, artículos de oro, y toda clase de
electrodomésticos, incluidos aparatos de radio y hasta televisores. Pero un
producto que “inundó” la fábrica fue el reloj marca CAUNY, que por aquellos
tiempos (1953), salió al mercado. Fueron tres los relojes que aparecieron por
aquellas fechas, CAUNY, DOGMA Y CYMA,
Pero los que hicieron furor en la “LETRO” fue el citado reloj CAUNY.
Posiblemente
fuera el “PIYAYO”, de los primeros que lo llevó a su nave de ESTIRAJE y allí,
algunos mandos se compraron el modelo más grande, con aquellas esferas con los
números troquelados y estrellitas de decoración, que junto con su correa de
FISO-FLEX, daba sensación de poder y distinción. El reloj “CAUNY”, se propagó como una
epidemia entre el personal de la “LETRO”. Me contaba Juan Mena, empleado de Personal, que incluso hubo trabajadores
que plantearon la posibilidad de que los
citados relojes se vendieran en el ECONOMATO.
Y
es que poco a poco, la gente empezó a decir: “yo no soy menos” y casi todo el
mundo se compró un reloj. Nos relató Miguel Escudero Melero, que en
la Calle el
Cárcamo, cerca de la
Piedra Escrita , vivía una mujer que se llamaba Amparo Muñoz,
que se entretuvo en vender cientos y cientos de estos relojes. El precio de
venta para los “cuentistas” era de 350 pesetas, y se solía pagar por semanas.
También en la
CALLE ALMONAS , había un relojero Emilio
García, frente a los “Hermanos GASPAR”, que también vendió muchos de estos
relojes. Estos CAUNY, venían casi todos de Sevilla y digo casi todos, porque
algunos venían de Ceuta.
EL
DESPERTADOR CID
A
la gente de “LA
LETRO ”, todo el mundo le quería vender lo que se terciara. Y es
que en aquellos tiempos el “SER PLANTILLA”, era el mejor AVAL que se podía
tener.
DEL
CARBON AL GAS
En
aquellos tiempos, años posteriores a la guerra, había escasez de casi todo,
aparte de que la falta de dineros, era cosa que venía de antiguo. El carbón
vegetal con el que funcionaba las cocinas, también
escaseaba, por lo que se solían formar muchas colas en las carbonerías para la
compra de este apreciado combustible.
En
las casas “bien” existían las llamadas “chapas eléctricas” en donde guisaban
todo lo necesario. Esta solución era imposible para la mayoría de los
trabajadores, ya que desde muy antiguo, la única luz que tenían en sus casas,
era la llamada “Luz de perra-gorda”, que era una simple línea, sin enchufes, ni
nada. Esta luz venía, cuando empezaba a oscurecer y se iba cuando llegaba la luz
del día. El resto del día, estabas sin luz, ni corriente para nada. Estas
hornillas eléctricas que hemos mencionado, eran un tanto rudimentarias a base de
resistencias, pero que eran privativas de las pocas familias que tenían la
llamada “Luz de contador” que el era el nombre que se le daba a este tipo de
corriente. También había familias que poseían “Chapas a carbón”, que funcionaban
con el carbón llamado de “piedra”, combustible muy caro y no al alcance de todo
el mundo.
Aunque
el petróleo es citado en la antigüedad y concretamente en la BIBLIA , no fue hasta el año
1859, en que un tal DRAKE americano, por supuesto, el que perforó el primer pozo
de este hidrocarburo. Por aquellos años, no sabían mucho que hacer con aquel
liquido negro, de aspecto un tanto viscoso, por lo que
no había mucho interés por su explotación y eso que el petróleo brotó a los
25
metros .
En
un principio se utilizó para el alumbrado público en sustitución del aceite de
BALLENA, que se venía utilizando y que de haber seguido con este tipo de aceite,
hubieran acabado con las BALLENAS. Aquí los reyes de España, para el alumbrado
de la Capital
Madrid , poblaron la zona norte de Jaén, de Olivos para producir
el aceite que se necesitaba. Este aceite de alguna forma recuperaba la energía
que se derramó en la famosa “BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA”, en Julio del 1212.
Los parajes de DESPEÑAPERROS y SANTA ELENA, son testigos de aquella importante
Batalla.
Como ya hemos dicho el petróleo no
encontró de momento una utilización a modo de “negocio”. Tuvo que ser HENRI
FORD, el que al concebir la fabricación de coches en serie, fue cada vez
necesitando más petróleo para el consumo de la gasolina. Con esto ya estaban las
bases del negocio del petróleo. No obstante, la ciencia y la industria fue
sacando otros derivados del petróleo, encontrando en los plásticos, otro buena forma de negocio.
El
consumo de petróleo estaba de moda por todo el mundo, y se habían descubierto un
tipo de hornillas que consumían pudiéramos decir el último “desecho” del
petróleo, al que se le denominaba “PETROLEO”. De esta forma surgieron las
cocinas llamadas de petróleo. Eran los
años 1950, y las cocinas fueron llegando a muchas casas, sobre todo populares.
Pero como en España, había escasez total de hidrocarburos, este derivado, también escaseaba. En la Plaza del Juramento, cerca de
la Calleja el
Toril, y en la denominada “CASA DE LAS COCINAS”, había una alta variedad de
modelos de cocinas para elegir, pero los inconvenientes de estas cocinas eran:
Que
si te descuidabas en apurar el petróleo de la cocina, esta despedía en su
combustión un olor raro mitad gas-oil, mitad petróleo en forma muy atosigante,
incluso dicho olor se metía en la propia comida que se estaba guisando.
En
segundo lugar era la escasez de este derivado, lo que motivaba colas
interminables en donde se despachaba este combustible.
Estas
colas eran curiosas porque en un principio, la gente lo que solía poner era UNA
PEQUEÑA LATA, o algo que demostrara, que allí había alguien. Este criterio
curiosamente era respetado por todo el mundo de forma tácita. Solo cuando
empezaban a despachar, era cuando se incorporaban físicamente las personas a la
cola. A veces, eran chiquillos, niños, niñas, mujeres, hombres y bastantes
personas mayores, las que guardaban cola. Más de una vez no hubo “petróleo” para
todos los de la cola, por lo que el que despachaba, oteaba la cola al empezar y
racionaba el limite por persona. Eso también era aceptado por todo el
mundo.
Aunque
en Estados Unidos ya apareció por los cincuenta del pasado siglo, en forma de un
brazo que portaba unas cuchillas para triturar, aquí en España, a principios de
los años sesenta, lo que triunfó fue la
batidora de vaso. En Córdoba concretamente se utilizaba el mortero o dornajo y
la maja para hacer el gazpacho o el salmorejo, y fue la TURMIX la que simplificó este trabajo
y lo mejoró. Además servía para triturar todo lo que se le echara.
Su
precio eran alrededor de unas 600 pesetas, y todo el mundo quería tener ese
aparato en su casa. Nos contaba Paco Almoguera, el
simpático BARBERO de San Lorenzo, que en su casa de la Calle la Banda, el primero que trajo a
la casa una TURMIX, fue Tejero, un trabajador de la Electro que además de gran aficionado
a los palomos, le gustaba dar comodidades a sus esposa.
Trajo la
TURMIX , y en su galería empezó a “batir el pan para el
gazpacho” que tanto le gustaba, al oír aquel ruido, salieron los hermanos Afán,
los Caballero y los Atanasio. Aunque sería Julio
Mellado, el que por trabajar en la ferretería
“EL CANDADO”, pudo explicar lo que era aquello. Todos quedaron
maravillados, de la forma tan rápida en que se hizo el “GAZPACHO”, A partir de
aquel día, todas las vecinas no podían ser menos y querían una BATIDORA. Si esto
fue en una casa de vecinos, imaginarse lo que debió ser en aquella fábrica tan
grande como era la Electro
Mecánicas , De tal forma fue aquella evolución, que en menos de
un año, casi todos los trabajadores de la
Electro Mecánicas , tenían una TURMIX. Incluso
se pensó que el ECONOMATO, tuviera aquel utensilio tan indispensable. La
historia de la utilidad de la
BATIDORA , vendría después cuando se empleó para multitud de
comidas.
Me
contaba Francisco Gómez, que tenía una pequeña tienda de electricidad en
la Calle ALMONAS , en
donde vendió, entre otros aparatos, cientos de BATIDORAS. En aquellos tiempos
todas las compras a plazos se realizaban mediante la firma de LETRAS. La mayoría
de las letras casi nadie la pagaba por su curso normal del banco, sino que
solían pasarse por la tienda ya que estaba la letra devuelta. Con toda seguridad
el negocio siguió funcionando porque la gente pagaba las letras en la tienda. Lo
cierto es, que este hombre cuando se jubiló, me llamó a su parcela para que
viera como quemaba unos cuatro sacos llenos de letras
devueltas.
Con
letras y sin letras, se popularizó tanto el nombre de TURMIX, que con frecuencia
aparecía en chistes y todo tipo de referencias. Quizás por ser la primera marca
que apareció en España, ella fue la encargada de identificar a todas las
batidoras que iban a aparecer después en el mercado. Todo el mundo al hablar de
la batidora, empleaba el término de TURMIX, hasta el punto fue esto, que en los
años 1980, la
Real Academia de la Lengua introdujo en el diccionario la
siguiente definición: TURMIX: BATIDORA ELÉCTRICA,
LOS
GARBANZOS Y LA
OLLA
En
el ECONOMATO de “LA
LETRO ”, como hemos dicho había de todo, pero había un producto
que era el que tenía más movimiento, se trataba de la legumbre EL GARBANZO, aquí
venían garbanzos de CAÑETE DE LAS TORRES, que tenían su fama, acompañados
siempre de una buena calidad, luego también estaban los garbanzos de
la Campiña ,
que como en FERNÁN NUÑEZ, también se vendían muy bien. BARRENA Y LUQUE, Y RAFAEL
BAREA, eran los principales suministradores del garbanzo EN
Córdoba.
Los
trabajadores de “LA
LETRO ”, cuando surgía cualquier comentario de que esta legumbre
iba a escasear, algunos se llevaban para su casa unos saquitos de 40 kgs, que había en el ECONOMATO. Quizás lo más complicado era
transportar hasta Córdoba, aquella penosa carga, pero la gente ingeniaba.
Algunos alquilaban un triciclo entre varios y éste era el trasporte que
utilizaban, pero otros se apañaban con su simple BICICLETA, BH, en donde
colocaban la carga en el porta-canastos, y hasta Córdoba, iban andando. La
bicicleta les prestaba el servicio de un “carrillo”.
Y
es que en la mayoría de las casas de los barrios populares, la comida de la
tarde-noche, era el COCIDO. El garbanzo lógicamente, era la base. Además se le
solía echar una especie de “versa” y en el terreno de lo que se llamaba la
“PRINGA”, tenemos que decir que se le echaba un hueso añejo, para el caldo, un
buen pedazo de tocino fresco y otro añejo, y por carne en la mayoría de los
casos, se le echaba una especie de “nervio” al que se le solía llamar “carne de
guapo”, porque siempre se preguntaba ¿Qué quien era el guapo” que lograba
masticar aquello.
Era
una comida que desde por la mañana, y en la galería de su patio, cada vecina
ponía sus garbanzos echados en agua. Allí y cara al sol, lograban ponerse a
punto para ser guisados. Cuando el agua escaseaba por la falta de lluvias, el
cloro desinfectaba el agua del río que se utilizaba para el consumo humano. Al
advertir la gente que los garbanzos se endurecían, salían al encuentro del agua
llamada del Cabildo, de la fuentes de las Dueñas, y del
Cuartel de Veterinaria, que había en Regina
Las
mujeres nada más lavar los platos, solían poner su olla a hervir. Casi todos los
días y cuando se oía el “TOQUE DE VISPERAS”, era muy normal escuchar el
comentario: “Menos mal, ya es la hora de las vísperas y ya tengo mi olla
hirviendo”.
Y
siguiendo con el protagonismo de la Olla de garbanzos, tenemos que decir,
que en el año 1949, en la
Calle los Frailes junto al Cine Delicias, se celebraba un
bautizo. En aquellos tiempos, estas celebraciones a lo más que llegaban era a dar una copa de vino, un poco de sangría y lo poco que
hubiera de comer, era para la familia. Pero en aquella casa de vecinos,
aprovechando el buen Patio y que un vecino tenía una vieja gramola, la gente
joven organizó un baile, a donde acudieron las jóvenes y las muchachas, que
tenían edad para ello. En aquel bautizo estaban “PEPETE” y el “CLAUS”, que eran
trabajadores de la
Electro.
Pero fue Rafael Espejo Jiménez, que siendo uno de los
“bailarines” pudo presenciar, que cuando más animados estaban en aquel baile, de
pronto y sin que nadie lo esperara, el vecino de arriba, asomándose a la baranda
empezó a gritar como loco: ¡LA
OLLA , LA
OLLA !, y es que al parecer a este antiguo contratista apodado
“EL BIBI”, le había desaparecido de la cocina la
OLLA DEL COCIDO, con su poquita “pringá” y todo. A este pobre le apodaban el "BIBI", pero en realidad era Antonio Espejo, que llegó a ser "torero a caballo" como picaor y era cuñado de Natalia la lechera.
Se
suspendió el bautizo, y cada uno se marchó por donde pudo. La OLLA , apareció a la semana
cerca de la
Redonda , junto a la valla de la Huerta de los
Porras.
Y
también al hilo de la
Olla y el petróleo, en el mes de agosto y en Córdoba por esas
fechas se llegaba al calor máximo. Pero en los patios de vecinos, el atardecer
se hacía agradable, pues los patios se regaban de forma abundante con el agua
bondadosa que insinuaba el pozo. Los vecinos solían sentarse en sus galerías al
fresco. Había un vecino que tenía un aparato de radio y lo solía poner para
escuchar el número de los ciegos; luego se oía “Minutos Deportivos de Radio
Córdoba”, y en aquel día concretamente se estaba escuchando el programa de
“MATILDE, PERICO Y PERIQUÍN, que la Cadena Ser , ponía en Radio
Sevilla. El patio estaba con la simple luz de una bombilla de aquellas de
“PERRA-GORDA”, por lo que se veía lo justo. No obstante los vecinos disfrutaban
de su patio y de la simpatía de aquel programa de Radio.
El
vecino Mariano Páez Rodríguez, trabajaba en OBRASCON, una empresa subcontratada
de la Electro
Mecánicas , y por ello tenían casi los mismos horarios. Eran las
diez y media de la noche y estaba comiendo en la galería de su vivienda junto a
sus mujer, su madre, y sus dos primeros hijos. De
pronto este Mariano, cogió la
OLLA , del cocido y la tiró a la mitad del patio, diciendo: “A
tomar por culo el cocido, éste no sabe nada más que a
PETROLEO”.
Y
es que en aquellas casas de vecinos, la cocina era casi siempre la antesala del
corral, por lo que por las tardes noches, estaba totalmente a oscuras. No tenía
luz, porque a la única bombilla a que tenía derecho la casa por la tarifa de
“PERRA GORDA”, estaba en el patio. Era la cocina, una estancia por lo general
algo espaciosa, en donde existían unos poyos corridos, a donde estaban
practicados los distintos hogares-cocina de los vecinos. No había agua, ni luz,
ni conducciones al alcantarillado. Las aguas se tiraban al corral y la basura se
echaba en un cajón grande de madera, común para todos los vecinos. Allí entraba
a diario el “CARRERO” (basurero), y volcaba la basura del cajón en su espuerta
de esparto, y con ella encima de la cabeza, la sacaba a la calle hasta llegar al
carro de transporte.
Lo
que le pasó a esa OLLA, con cocido, era el inconveniente de las cocinas de
petróleo, que al no haber luz suficiente no podías observar si la mecha ardía
con mala combustión. Por todo ello estas cocinas no tuvieron apenas
aceptación.
A
principios de los años 1960, el NODO, da la noticia de que por la zona de
Burgos, había aparecido petróleo en el Pozo llamado AYOLUENGO, de donde en
aquellos tiempos iniciales se llegó a sacar in caudal importante, además
petróleo de cierta calidad. No recordamos en que cine fue, pero no cabe duda de
que otro NODO, nos mostraba que una empresa de
Zaragoza, BALAY, había sacado algunos modelos de cocinas a Gas Butano. Aquello
significaba la limpieza y la claridad en la cocina.
Molina
Cañizares, era encargado de almacén de BENJAMIN BARRIONUEVO, y podía certificar
que estos almacenes, que surtían a los establecimientos FERRETERIAS
LA LLAVE , Y
HOGAR Y CONFOR, habían vendido miles y miles de aquellas primeras cocinas
llamadas de sobre-mesa tipo H-22 y H-20. La limpieza del gas y la cocina, y el
precio de la bombona que estaba a 80 pesetas, hizo que el GAS, se implantara en
casi todas las cocinas.
CREACIONES
AMARA
El
hacerse un traje por aquellos tiempos, era cosa casi prohibitiva para un
trabajador. Sólo te hacías el traje de boda, y aprovechando el préstamo que te
daba la
Mutualidad , que tenía
su sede en la Calle
General Villegas, hoy borrada del mapa. Pero al principio de
los años 1960, surgió en la
Calle Nueva , una tienda que te hacía los
trajes en un santi-amén, y los pagabas en cómodos
plazos. Se trataba de “CREACIONES AMARA”, que se estableció por debajo de
la Perfumería
Hoyo. En aquellos años iniciales, esta casa hizo chaquetas para
media Córdoba y como no para los trabajadores de la “LETRO”. Florencio Lorente
Larrea, Juan Rojas Morales, Antonio Domínguez Gutiérrez y Rafael García Pérez,
entre todos, vistieron a buena parte de los trabajadores de la “LETRO” incluso
de la “CONSTRUCTORA”. Esta tienda, pudiéramos decir de “sastrería en serie”,
solía llevar una especie de “estadillo por fabricas” para evitar en lo posible
la “duplicidad de modelos” y colores. No era agradable que pudieran coincidir
dos personas distintas a una fiesta, con la misma
chaqueta.
Esto
significó que muchos sastres de barrio tuvieran que desaparecer. Entre FLOMAR y
esta tienda de CREACIONES AMARAS, se puede bien decir que llevaron a muchos
sastres a coger aceitunas. Posteriormente la llegada de los trajes en
confecciones de fábrica, acabó también con estas grandes sastrerías.
A
mi madre en el año 1954, le quisieron dar una casa, pero ella renunció a ella,
porque no quiso abandonar su Barrio de San Lorenzo. Las casas era unifamiliares, con una serie de comodidades que para
aquella época, eran como chalecitos.
Desde
primera hora la
Empresa se planteo la necesidad de dar casas a su empelados y obreros, y para ello al mismo arquitecto que
diseñó el complejo industrial, le pidió que diseñara un barrio, se trataba de
Francisco Gay. Esto fue en el año 1920.