lunes, 25 de enero de 2010

El Comunista que pudo votar a Adolfo Súarez

El preso político que pudo votar a Adolfo Suárez González

En el año de 1963, vimos los chavales del barrio por primera vez al “famoso” marido de Dolores Rojas, la agradable mujer que regentaba un puesto de verduras en la calle María Auxiliadora nº 12, junto al Colegio Salesiano.

De todos era conocido que el marido de esa mujer estaba “de preso político” como se solía decir por aquellas épocas. Dolores Rojas, era una mujer algo envejecida por el sufrimiento que claramente lo delataba su pelo totalmente blanco. Tenía dos hijos varones, uno llamado Rafael, excelente persona y otro llamado Jerónimo, algo más revoltoso. Ella tuvo que sacar adelante a sus dos hijos ante la ausencia del padre, que fue detenido al terminar la guerra, puesto en libertad provisional y vuelto a ser juzgado en el año 1945.

Rafael Obrero López, que así era como se llamaba este hombre, era persona alta y enjuta, probablemente nacido en el año 1907. El aspecto que presentaba cuando salió de la cárcel, era de “desinterés”, por el mundo que se encontró en la calle.

Este matrimonio vivía en unas casas populares del “zumbacón”, zona marginal de Córdoba, junto al barrio Gavilán, barrio donde la mayoría de sus vecinos eran simpatizantes del partido comunista. El lugar de reunión permanente era el “Bar la Espuela”.

Por aquellos años principios de los sesenta y sobre todo por la tarde solía visitar con cierta frecuencia el centro Recreativo Dosa, del Colegio Salesiano. Allí entrábamos para jugar al ajedrez, al pin-pong, o al billar. Otros jugaban al fútbol. Muchos éramos los jóvenes que allí nos dábamos cita casi a diario, y por ello pudimos apreciar como “el preso”, como se le conocía, se veía por allí sentado presenciando cualquier partida de ajedrez, sin hacer el mínimo comentario. A la caída de la tarde solía marchase coincidiendo con la hora en que su mujer cerraba el puesto.

Poco a poco, Rafael Obrero, fue cogiendo confianza con todos los que allí entrábamos y llegamos a considerarlo como uno más de nosotros, pues incluso jugaba algunas partidas al ajedrez, ganando casi siempre pues jugaba muy bien. Este hombre me intrigaba, por su seriedad estoica, por sus pocas palabras y por sus educados modales. Poco a poco, fui “provocando” el jugar con él una partida y entablar alguna conversación. Pero era difícil, él hablaba poco y menos aún para contar nada de su vida.

Siempre que jugaba con él, me ganaba, y esa rutina se repetía un día y otro también. Yo pensé cambiar aquella tendencia, ganándole una partida, para lo cual hice “trampa”, pues guardé en la memoria los 15 primeros movimientos de una famosa partida comentada por Ramón Toran. El “truco” dio el resultado, y le pude ganar una partida por primera vez. Lógicamente, le dije el “truco” y sonriendo me dijo: “Has compensado con ingenio tu falta de práctica en este juego y has logrado ganarme a mi que durante más de veinte años en la cárcel, he tenido todo el tiempo del mundo para jugar.

Estuve dos días sin aparecer por el Colegio, pues me daba cierta fatiga aparecer por allí. No obstante coincidí con él en la taberna de la Sociedad de Plateros, allí lo pude ver en un rincón de forma discreta tomándose un vaso de vino. Al verme me sonrió y se acercó a mí saludándome. Pasaron otros dos días, y volví a coincidir con él un sábado al mediodía dentro de la Peña Excursionista Cordobesa, de la que su hijo Rafael, era uno de los directivos. Allí estuvimos sentados, y fue en donde “reunimos” todo el material de preguntas y repuestas que este hombre me fue dando de forma pausada durante bastante tiempo.

-¿Desde cuando es Vd. Comunista?

-Yo estoy afiliado al PC desde el año 1924. Empecé en las juventudes libertarias, pero al final terminé en el partido.

-¿En que frente estuvo Vd. Durante la guerra?.

-La guerra la hice toda en los frentes de Córdoba, estuve en la batalla de Pozoblanco, Cerro Muriano y finalmente en la Batalla de Extremadura, en donde quedamos prisioneros en la “Bolsa de Mérida”.

-¿A su hijo Jerónimo, le dijo un día Miguel Alonso, quizás con dos copas de más, que muchos de Vds., fuisteis unos “cagaos” al entregaros?.

-Eso no es nada cierto. Nosotros nos entregamos primero porque nuestros jefes los pocos que quedaron, sabían que en Madrid, Cipriano y Casado, estaban negociando la rendición. También todos nuestros mandos importantes, se habían escaqueado. Por otra parte nos encontrábamos metidos en hasta las rodillas en el barro, sin calzado y muertos de hambre. Fue una bolsa de unos cuatrocientos combatientes, quizás los más sencillos, y que una semana antes, nos la prometíamos muy felices. Ahí el legionario Yagüe fue inapelable. No es cierto por tanto que nadie fuera cobarde a finales de aquel mes de Marzo.

(Tengo que aclarar que el tal Miguel Alonso, perdió a un hermano en el frente de Cerro Muriano, y por ser del mismo barrio y con dos copas de más, se lo echó en cara.)

¿Qué recuerda Vd. Con más agrado de aquellas jornadas de frente y lucha?

Los comunistas que participamos en aquella zona, recordamos con especial simpatía al Coronel Cordón, y menos a Pérez Salas. Y de una forma más cercana al camarada Bartolomé Fernández, jefe de la Milicia de los Pedroches. Allí tuvimos ilusión hasta última hora, la caída de Barcelona y la traición de Madrid, se unieron al temporal de lluvia que hubo por aquellos días, para que se nos enfriaran los ánimos.

¿Qué actitud ante la muerte de los compañeros?

Para cualquier persona normal, una guerra es una locura, porque ya no son los combatientes, sino las máquinas (Cañones, Ametralladoras, Aeroplanos, Morteros), las que mataban y mutilaban sin preguntar. Nosotros en los frentes estáticos o trincheras, llegamos a tener hasta intercambios de comestibles y no pasaba nada. Lo malo era cuando los EM, ordenaban cualquier tipo de bombardeo. Yo por desgracia pude ver a muchos compañeros y grandes amigos, caer bajo el fuego inexorable de las máquinas.

¿Qué pasó cuando terminó la guerra?

A los de mi grupo de detenidos, nos montaron en unos camiones alemanes y nos agruparon en torno a Mérida. Desde allí y casi por orden alfabético nos llevaron, unos al Penal del Puerto, Otros al de Badajoz y Otros a Córdoba. A mi personalmente me llevaron al Puerto de Santa María. A los pocos días de entrar allí, nos enteramos que estaban recopilando información de cada uno de nosotros, para “formar un expediente”. En poco tiempo nos interrogaron varias veces, pues se intentaba encajarnos en algún delito tipificado, y que según nos dijo el abogado defensor eran los siguientes:

-Por actividades de Masonería y Comunismo, incluía propaganda e

Insultos a las autoridades (pasquines)

-Huidos y Rebeldes, incluía a los guerrilleros y activistas explosivos

-Tribunal de Orden Público que era competente ante cualquier denuncia

Y pasaba por las pruebas como una apisonadora.

-También entró en vigor “La gandula” una ley precisamente republicana

Que también se utilizó para “algunos señorítos” , que jugaron al bando

de la república.

-Cualquiera de estos delitos eran temibles, cuando caían en manos del Juez Coronel Militar D. Fructuoso, que venía de Sevilla. Este era inapenable.

¿Cuándo lo trasladaron a Vd. A la Cárcel de Córdoba?

Los jueces y fiscales quisieron abrir un proceso que se llamó la Causa General de 1942, para lo que se necesitaba engordar los expedientes. De esta forma, nos llevaron “cerca” para que todo aquel que quisiera “delatar”, hiciera lo propio. Estuve en libertad provisional “vigilada” desde el 43 hasta el año 1945, en el que entré definitivamente en la cárcel de Córdoba..

¿Cambió algo su suerte al estar en la cárcel de Córdoba?

Los comunistas éramos los peor mirados en Córdoba. Primero porque toda la “organización” de la cárcel, estaba en manos de los socialistas. Fue fundamental para todos los que se pasaron por socialistas, que el “archivo de los expedientes” estuviera bajo el control de Matías Camacho Lloris, este siempre que podía, hacía todas las triquiñuelas que podía. También nos consta que “aligeró” muchos expedientes de sus compañeros. Por otra parte el Comité Central del PC, ejercía un control excesivo sobre nosotros y nos pidió que nos “aislásemos” siempre pendientes de recibir instrucciones. Nos sentimos abandonados por todos, y más de un compañero las pasó bastante mal, por denunciar públicamente en Paris, el robo que suponía “pedir dineros” para los comunistas presos. El compañero en cuestión era Martín Peinado.

Por otra parte en el control del “Peculio”, estaba otro socialista que también arrimaba el “ascua” a su sardina. Mientras nosotros no teníamos ni para un paquete de tabaco negro, los socialistas tenían vales para todo. Uno de los responsables del “Peculio” fue Francisco Mármol.

¿Se os acusó que Vds. Se aislaron esperando permanentemente acciones que tenían que venir de fuera y que vuestros lideres tenían previstos?..

Nosotros durante un tiempo importante nos comportamos en la cárcel como un cuerpo armado, con nuestro cuadro jerárquico. Poco a poco este orden se fue enfriando y cada vez fue mayor la decepción de vernos allí metidos, privados de libertad y sin medios de intendencia, mientras nuestros lideres, “vivían” su vida por toda Europa, como si hubieran ganado la guerra.

¿Cómo fueron vuestras relaciones con los presos de ETA?

-Esas relaciones nunca llegaron a existir. Allí nos pudimos convencer muchos comunistas que el apoyo inicial que le dio la izquierda a ETA, fue una solemne equivocación. Ellos cuando se le requería para cualquier huelga o protesta, nos decían. España es cosa vuestra. No querían implicarse en nada colectivo.

¿Qué comunicación tenían Vds. Con el exterior?

“Al principio era muy rígida la relación con el exterior, pero desde el 1959, en que vino a España el presidente americano, las cosas cambiaron. Ya hubo un intento, con motivo de la entrada de los americanos en Paris, en que se conmutaron la mayoría de las penas de muerte. Pero una cosa fue eso y otra la rigidez. A pesar de todo ello, funcionaban 3 ó 4 corsarios que a poco que pudieras reunir CINCO MIL PESETAS, y aprovechando cualquier permiso o espera de juicio, te ponían fuera de España, por tres o cuatro caminos diferentes”. Uno era el camino de Tánger, otro era el de los “Veterinarios Vascos” y finalmente otro, camino de Alicante.

Este hombre me contó todas estas cosas en conversaciones mantenidas durante bastante tiempo y que yo anoté en mi libreta de apuntes. También en una ocasión le pregunté que si la vida tuviera una segunda vuelta que es lo que pasaría.

-Y el me dijo de forma solemne que volvería a ser Comunista, pero con una sola salvedad:

La libertad y el ingenio individual es necesario para que la economía pueda generar riqueza. Los comunistas tenemos que estar para todos aquellos que voluntariamente se quieran unir a nuestro proyecto, y PROCURAR PRESIONAR LO QUE HAGA FALTA PARA QUE ESTOS PRESUPUESTOS SE REPARTAN DE LA FORMA MAS SOLIDARIA Y JUSTA. El comunismo no debe interferir en las conciencias libres de las personas. .

Por poco vota a Adolfo Suárez González

En el año 1978, y con motivo de las segundas elecciones a la presidencia, me pidió un compañero de fábrica, militante de la UCD. (Antonio Herrera Aranda), que le indicara algún lugar propio de campaña electoral que pudiera visitar en el Barrio de San Lorenzo. Yo, sin pensar le dije que la Bodega de la Sociedad de Plateros. Pasó el tiempo y aquella opción parece que cayó en el olvido.

Una semana antes de las elecciones y en viernes, me llama a las doce de la noche mi compañero confirmándome la posibilidad de esa visita. Yo sorprendido, por la hora y la precipitación, le dije que antes había que pedir permiso a los responsables de la Bodega de Sociedad de Plateros, cosa que teníamos que hacer el sábado pues la visita era el domingo por la mañana. A última hora surgió un problema importante que nos planteó el tabernero:

Se trataba de Jerónimo Obrero Rojas, hijo de Rafael “El comunista”, que desde que legalizaron al PCE, se presentaba todas las mañanas en la taberna, poniendo encima del mostrador un enorme aparato cassette, cantando continuamente la Internacional, vociferando con el puño al modo marxista. Esto, dijo el tabernero es un problema muy grave.

De momento caímos en la cuenta de Rafael, el padre “educado” y acudimos a su casa de la calle Balanzona nº 5. Allí llegamos el sábado por la tarde y le dijimos:

"Rafael, tenemos un pequeño problema. Mañana quiere visitar la Bodega de la Sociedad Plateros, Adolfo Suárez, y nos tememos que su hijo Jerónimo, con su radio, dos copas demás y cantando la Internacional, pueda alterar el acto.

-El, rápidamente me contestó: Manolo, vete tranquilo, que mi hijo no molestará a nadie y menos al hombre que nos ha “legalizado”.

Se celebró la visita y todo salió perfectamente. Al darnos las gracias el Sr. Suárez, le dije, sepa Vd. D. Adolfo, que la colaboración de un comunista que ha estado 25 años en la cárcel, ha sido decisiva para que esta visita haya sido sin incidentes. El presidente me pidió el nombre de esta persona, y facilitándoselo me pidió que le completara la dirección. Terminó dando las gracias y por supuesto la visita supuso un triunfo personal para él. Su partido dobló el número de votos en las 12 mesas del Barrio de San Lorenzo.

Antes de que se celebraran las elecciones, en la casa de D. Rafael Obrero López, se recibió una carta dirigida a su nombre y con el siguiente remite:

ADOLFO SUÁREZ GONZÁLEZ

PRESIDENTE DEL GOBIERNO

Palacio de la Moncloa

España -Madrid

Este Comunista que llenó su vida de forma coherente, enmarcó esta carta con su Remite Incluso me dijo que estaba tentado de votar a Adolfo Suárez, pues no podía olvidar que fue el hombre que los “legalizó”. Como el voto es secreto, no sé si lo hizo. Este hombre murió en el año 1995.

M. Estévez

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