viernes, 3 de diciembre de 2010

El aguinaldo y la bolsa de Navidad (I)


Aunque el origen de la costumbre de los aguinaldos está muy bien documentado, la etimología de la palabra es bastante discutida. Se barajan explicaciones diversas, algunas bastante peregrinas, entre las que parece la más sólida aquella que la hace derivar del celta “eguinand”, palabra con la que se designaba el regalo de año nuevo.

Ya en la antigua Roma se generalizó, e incluso se institucionalizó, la costumbre de acompañar con regalos los buenos deseos y las felicitaciones (“congratulaciones”) en las fiestas de año nuevo y los cumpleaños. Rendían culto a Strenia, la diosa de la buena salud y de la buena suerte. De ahí que la palabra latina que designase el aguinaldo fuese la propia “strenna” o “strena” cuyo primer significado era “presagio” o “pronóstico”, porque al tiempo que se presagiaba o se le deseaba a alguien algún bien con ocasión de la llegada del año nuevo se le anticipaba una muestra de aquello que se expresaba con los deseos.

Por cierto, que en español existe la palabra ESTRENA con el significado de obsequio, presente o dádiva que se hace para demostrar la satisfacción o la alegría en la celebración de un acontecimiento feliz. Es un sinónimo de aguinaldo. De ella procede el verbo estrenar, en el que subyace la idea no sólo de principio, sino de buen principio de algo. Es la que acompañó siempre a los aguinaldos de año nuevo: la idea de empezar, de estrenar bien el año.

La paga extraordinaria de Navidad nació posteriormente en concepto de aguinaldo que daba el patrón a sus trabajadores. Otra forma de aguinaldo, de larga tradición, que goza aún de amplia vigencia, es el del obsequio en especie, con productos navideños, la entrañable bolsa de Navidad.

Sin duda, la más popular es la que practican en muchos lugares los niños, yendo en grupo por las casas: cantan villancicos y canciones alusivas al aguinaldo, y reciben una pequeña donación en monedas o en dulces. Esta costumbre contribuye a dar color a la Navidad tanto para los mayores (porque no es onerosa), como para los pequeños.

Otra forma de aguinaldo que sí se hizo onerosa, en cambio, fue la que practicaban años atrás todos aquellos que atendían servicios públicos en contacto con la gente: basureros, barrenderos, faroleros (cuando había que encender los faroles de uno en uno, ya fuesen de gas, ya eléctricos), carteros, serenos y algunos más. Iban por las casas repartiendo una felicitación en verso alusiva al servicio que daban durante todo el año, a la Navidad, y al derecho que tenían a recibir el aguinaldo. Aquello era una sangría, que acabó por caer de tan pesada que era.

Finalmente (seguro que más de una cosa se queda en el tintero) el nombre de aguinaldo se ha extendido en las Américas. En Colombia, en la República Dominicana, en México, se conserva esta palabra, pero predominando en ella el significado de obsequio de alimento y bebida a quienes van a felicitar las navidades.

LA PAGA EXTRAORDINARIA

La paga extraordinaria de Navidad a los trabajadores en España fue instaurada durante el gobierno de la Dictadura franquista en 1945 por el ministro Girón de Velasco.

Era muy normal en aquellos tiempos que determinadas familias se “entramparan” pensando en la paga. “Te lo pagaré cuando cobre la paga”, se solía decir. De las primeras cosas de carácter extraordinario que se compraban eran “LA SIDRA EL GAITERO” (que era el champán de los pobres), luego el pavo, perrunas de la “colchona”, y de fruta las naranjas california.

Con independencia de esta paga, en muchos Centros o Instituciones se les daba a las personas más “desvaídas” un aguinaldo en especie, es decir, aceite, garbanzos, lentejas, algo de turrón, y alguna bebida. Este tipo de ayudas lo encabezaban Instituciones Religiosas, como las Hermandades, que ayudaban a sus feligreses por estas fechas de Navidad.

EN EL COLEGIO SALESIANO

En el Colegio Salesiano, era tradicional por aquellos años (1946-1955) que a todos los alumnos que se “apuntaban” les ofrecían obsequios de este tipo. Todavía recuerdo perfectamente que te decían que llevaras una botella para el aceite, y había quien, aprovechando las circunstancias, llevaba UN BOTELLÓN lo más grande posible. Luego colocabas la botella en el Patio de los eucaliptos, junto al pórtico de Maria Auxiliadora, y al mediodía, cuando salías de clase, te encontrabas tu aguinaldo en forma de la botella, llena de aceite, lentejas, garbanzos, alubias, un chorizo, una morcilla, galletas, una botella de vino y dos pastas de turrón. A algunos de los obsequiados les dejaban una nota que decía “EN SECRETARÍA TIENE OTRO OBSEQUIO”. Allí llegabas y te tenían preparado a tu nombre una bolsa que contenía una camiseta de “pelo”, una camisa normal, un jersey, un pantalón y un par de zapatos. Encima de la bolsa un papel que decía “Feliz Navidad, de parte de los cooperadores salesianos”. Actualmente y después de muchos años ya, se encuentra en Córdoba en el Colegio Salesiano, Don Jesús Amable Vicente, que fue el director de las escuelas populares de aquel año 1953.

De todo esto puedo dar fe personalmente.

EN LAS EMPRESAS

En el año 1976, la Westinghouse, atendiendo a la petición que le había hecho el Jurado de Empresa por boca de Blas Pérez Poyato, preparó una bolsa de Navidad para sus jubilados. La mayoría de los jubilados de fábrica a esa fecha cobraban un suplemento de “jubilación” por parte de la empresa, como consecuencia de haber accedido a “jubilarse anticipadamente”. Normalmente esta anticipación, por aquellos tiempos, solía ser de dos años, y a los “prejubilados” se les garantizaba un complemento que les igualara el sueldo real que cobraban en ese momento en la empresa. Entre jubilados y beneficiarios la empresa tenía unas doscientas personas.

Aquel año de 1976 se le encargó al Sr. Cabrera, Jefe del Economato, que preparara una bolsa de Navidad para cada jubilado. La bolsa debía contener:

1 botella de Anís la Cordobesa
1 botella de Coñac Cruz Conde
1 botella de Sidra el Gaitero
2 barras de turrón de jijona (blando y duro)
1 caja de mantecados de 3 kilos, San Enrique
1 Caja de Mazapanes “La bruja”
1 Tripa de salchichón Revilla
1 Tripa de chorizo Revilla
1 Queso Gran Cardenal
2 Paquetes de peladillas
1 Participación de Lotería

Todo ello metido en unas cajas que había preparado Encuadernaciones Arenas, el de los simpáticos capirotes de Semana Santa (Calle Alfonso XIII).

La mayoría de las bolsas se repartieron a domicilio y lo hizo el chofer José Casado, ayudado por el simpático José Porcel, nombrado chofer-ayudante.

Al año siguiente, 1977, accedió a la Dirección de la fábrica Don Mateo González Robledo. Prestigioso Ingeniero de fabricación de la División de Transformadores y oriundo de Valverde del Fresno, provincia de Cáceres.

Nada más llegar a la Dirección quiso generalizar para todos los trabajadores en activo las bolsas de Navidad que se les daban ya a los jubilados. Este detalle formaba parte del gran sentido social que este hombre había demostrado en toda su carrera profesional.

En las experiencias anteriores de las bolsas de navidad para los jubilados, el Economato de fábrica, encargado de prepararlas, dejó a la luz problemas de “faltas” de turrón y queso, que al parecer “se perdía”. Como no se le pudo echar la culpa a nadie, la cosa se zanjó y asunto terminado.

Para evitar la reincidencia en estos problemas, y como se trababa ya de unos dos mil bolsas de navidad, la fábrica las encargó a una empresa de Córdoba, que incluso se encargó de repartirlas a domicilio para los jubilados.

Esta buena idea social de Don Mateo solamente duró unos tres años, pues los representantes sociales de los trabajadores, en su gran mayoría miembros del PCE, dijeron poco más o menos “que para obras sociales, estaban ellos”, y que la fábrica se limitara a incluir el importe de las bolsas en la “masa salarial”.

LA “BOLSA DE NAVIDAD” DEL PRESIDENTE

Curiosamente, que yo sepa, y a pesar de que en la fábrica se habían acabado oficialmente las bolsas de Navidad, había un personaje, que era Presidente del Comité de Empresa y vecino del barrio de la Fuensanta, al que al menos durante tres años, se le siguió enviando su buena bolsa de Navidad, como detalle personal de la empresa, eso sí, con carácter secreto y reservado. Por supuesto esta “bolsa” ya era de otro nivel, pues las chacinas de “pata negra” y el Güisqui Chivas eran el “apellido” de la misma. Se la llevaba el propio chofer de la fábrica, Antonio Domínguez, el cual lógicamente traía el albarán de haberla entregado en su domicilio, con el RECIBÍ de una persona que firmaba como la RAMONA.

Así se escribe la historia: los miembros del Comité de Empresa, piden que se acaben las bolsas de Navidad. En cambio, el Presidente de dicho Comité, recibía una “Superbolsa”, que tendría un valor muy superior a las de la gente normal.

LA "BOLSA DE NAVIDAD" DEL CONSEJERO

Como “listos” hay en todos los barrios, también algunos viejos sindicalistas del “Vertical” disfrutaban de bolsas permanentes. Como por ejemplo un antiguo delegado sindical que llegó incluso a ser representante por parte de los trabajadores en el Consejo de Administración de la Empresa. Este hombre, cuando estaba en Madrid, cada vez que intervenía en algo decía: “EL SEÑOR DIRECTOR DE LA FÁBRICA DE CORDOBA TIENE DOS COJONES…”. Como la adulación siempre suele funcionar, esto hizo que el Director agradeciera de forma permanente a este hombre sus ostensibles halagos y parabienes. Por todo ello, le hizo su vida agradable en Córdoba, asignándole una jornada permanente de DOCE HORAS, aunque no tuviera tanto trabajo que hacer. En un principio coordinó temas de limpieza, y se movía por toda la fábrica, por lo que era un hombre que conocía muchas cosas de la misma.

Sabía tanto que incluso llegó a ser temido. Un día, un alto jefe del Departamento de Personal, Antonio Herrera, a la sazón concejal del Ayuntamiento de Córdoba por la UCD, me pidió que le hiciéramos una visita al citado antiguo líder sindical. Al llegar a lo que era su dependencia de trabajo nos obsequió de momento con un café, que por aquellos tiempos (1979) estaba casi prohibido en fábrica.

Al abrir la “taquilla” para sacar el café, pudimos observar la cantidad de “Economato caro” que este hombre tenía allí. Tres o cuatro botellas de aceite de oliva Carbonell. Un montón de cajitas de azafrán en hebra. Un queso Gran Cardenal, varios paquetes de café Capuchinos, legumbres de todas clase, etc. etc. Al ver todo aquello, le pregunté ¿Fulano, qué es todo esto? A lo que contestó con toda la naturalidad del mundo: “Es el Economato que me lo estoy llevando poco a poco”. Terminamos como pudimos el café y volvimos a nuestros despachos.

Salvador Fuentes era hijo de Gustavo, el guardia de circulación de San Lorenzo. A este hombre lo coloqué ya de mayor en la fábrica, de peón en el Economato. Eran más del Madrid que el propio Santiago Bernabéu, y más de una vez sus discusiones le trajeron algunas complicaciones. Pero eso no era obstáculo para que algunas veces tuviera menos luces que un carrillo. Un día hubo una manifestación en la fábrica en contra del Economato y sus jefes, y entre él y Agustín Uceda, por ser los más altos, llevaban la pancarta de protesta. Salvador a los dos días lógicamente fue despedido, pues tenía contrato de eventual.

No le vino mal el despido, pues pasó al “paro” y después a la jubilación. Y esta situación le dio libertad para hablar del Economato. Un día comentó en Casa Gamboa, la enorme cantidad de Economato que retiraba el tal “ex delegado sindical”. Al oír aquellas palabras “desenfadadas”, al día siguiente nos apresuramos a ver por curiosidad el listado “Resumen de nómina anual” que elaboraba en la fábrica el amigo Andrés Galán. En dicho listado pudimos comprobar con asombro que al “ex Consejero de fábrica”, en todo el año, no le habían descontado ni una peseta por el Código 33, que era el Economato.

Y es que el antiguo sindicalista vertical, miembro del Consejo de Administración en representación de los trabajadores, se llevaba todas las “bolsas de navidad” que le parecían del Economato, y por la cara. Luego se supo que aprovechaba cualquier vehiculo que salía de la fábrica para sacar su “bolsa de navidad permanente”, confundida con otras cosas.

4 comentarios:

Eladio Osuna dijo...

En tu larga lista de regalos navideños falta uno entrañable que seguro recordarás en cuando lo cite: se trata de los regalos que iban recibiendo los policias municipales de tráfico y que empresas y particulares depositaban a sus pies en los mismos cruces donde estaban regulando.
Creo que en la página de fotografías del Ayuntamiento hay algunas.
Recuerdo especialmente un año en el que, creo que fue en las Tendillas, llegó una camioneta y depositó a los pies del agente un gran bloque de hielo. La sorpresa y las risas del publico cesaron cuando al poco rato llegó una furgoneta de una conocida cadena de pescaderías y depositó una gran merluza sobre el hielo.
Mitad regalo, mitad publicidad, mitad genialidad.
Saludos y gracias por tus temas.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Eladio


Habras observado que he puesto (I), es que pienso en la segunda parte contar algo de los queridos municipales.

En esta primera parte he querido
poner casos "concretos" y que los puedo certificar.


Gracias Amigo Eladio

ben dijo...

Como siempre,has hecho un buen es
crito de aquel mundo laboral de tus
tiempos.De aque trapicheo,y de como
se entendia lo social,por parte de
los representantes laborales y por
parte de la dirección,paternalist.
El final de todo aquello ya lo sa
bemos,la desaparición del tejido
industrial de Córdoba,que por
otra parte se veía venir,lo malo
del caso es que no se hizo nada
para adaptarse a las nuevas tec
nologias,poniendo los ahorros y
recursos necesarios de los cordo
beses y las remesas de los emigran
tes.Al contrario,esos recursos se
dedicaron al sector inmobiliario,
al ladrillo,para conseguir plus
valias.En fin,ya sabemos lo que
ha pasado y en donde ha acabado
alguna caja de ahorros.
El aginaldo,es la ilusión del tra
bajador,el dulcecito llamativo,que
nos hace olvidar las necesidades
Un saludo y te repito las gracias
por tu forma de escribir.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben


Gracias por tu aportación, con ello
procuramos que los nuevos tengan un
conocimiento de las cosas que se daban en aquellas épocas.

La "bolsa de navidad" es una buena oportunidad para demostrar que se es solidario.

Por cierto "La del presidente" no aparece en ningún "susurro".


Saludos