domingo, 30 de enero de 2011

LAS COLAS

En este país siempre ha habido colas para todo. Unas más importantes que otras, pero todas con una lectura social y humana que siempre dependió de los aires políticos que se respiraban y de las circunstancias económicas.

LA COLA DEL PAN

En la época de las cartillas de racionamiento había que ponerse en cola para retirar el pan. Pero a los que llegaban los primeros, el dueño del horno de San Lorenzo siempre solía darles de tapadillo una ración de más. Lógicamente pagada, pero algo era algo.

LA COLA DE BACALAO

En aquellos tiempos (1950-60), los besugos y el bacalao estaban en la dieta habitual de la gente con pocos medios. Hoy las tornas parecen que se han cambiado, ya que comer ambas cosas pertenece a una cocina de distinción, que en algunos sitios ya la llaman la cocina de “los fogones” (¿?) Pero no vamos a referirnos al bacalao propiamente, sino a la “cola del bacalao”, que quemada oportunamente para quitarle las vellosidades del pescado seco se echaba como “única carne” a las patatas guisadas. Con ello se preparaba el plato llamado “patatas al columpio”. Lo del “columpio” era porque los trozos de patata, al haber tan poca carne e ingredientes, se “columpiaban” en el caldo. No obstante hay que decir que estaban muy buenas.

LA COLA DEL PICÓN

Cuando apretaban los fríos y la lluvia escaseaban el carbón y el picón. Había más demanda que oferta, lo que daba lugar a unas colas interminables, que la mayoría de las veces acababan cuando se terminaba lo que se vendía. El picón era imprescindible para calentarse en los barrios populares, pues no se disponía nada más que de luz de “perra-gorda”: la posibilidad de un enchufe para una resistencia era impensable. Algunos se las ingeniaban con el famoso “ladrón” cogido a la bombilla, pero eran los menos. Aparte que los sueldos no estaban para consumo de electricidad.

En una ocasión se planteó un pequeño problema con el piconero Rafael de la Haba “El Cojo”. Éste tenía concertados dos sacos de picón que solía traer dos veces en semana al puesto de venta de Rafael Gordillo. Pero en una ocasión dicho piconero, para hacer mejor negocio, los había vendido ya en la Venta de Vargas (por El Brillante) al doble de precio (unas 30 Ptas.). Varias broncas de este tipo hicieron que tuviera que abandonar la profesión, y dedicarse a cazar conejos con lazo, que se los pagaban a unas 14 Ptas.

LA COLA DEL PETRÓLEO

A últimos de los años 50 aparecieron las cocinas de “petróleo”, y todo el mundo empezó a equiparse con aquellas ventajas. En la Plaza de Cedaceros se encontraba “la Meca” de estas cocinas. Las había de todos los tipos y colores. No obstante, al escasear el llamado “petróleo”, había que formar unas colas impresionantes para adquirirlo. Recuerdo que en la calle Santa María de Gracia, en lo que fue la Barbería (de Juan Navarro, portero del Circulo de Labradores) se instaló un despacho de venta de petróleo que estaba más cerrado que abierto. El dueño era un guardia civil retirado que vivía en Cañero (primera calle a la derecha). Cuando le suministraban dos o tres bidones despachaba hasta que se le acababa. Con el paso del tiempo, y después de la visita del presidente americano “IKE”, aumentó el suministro, y ya este combustible se repartía incluso a domicilio. En San Lorenzo el que lo repartía con su “triciclo” era Rafael Aroca, el “Bizco”, que era vecino cercano al “artillero”.

Pero a pesar de toda esta parafernalia, estas cocinas apenas duraron más de una década, pues daban un olor muy atosigante, metiéndose el olor del gasóleo hasta en el cocido. Por ello hubo personas que se negaron en rotundo a utilizarlas, y al final no tiraron el dinero.

LASCOLAS EN LA CALLE VILLALONES

Eran las colas que formaban las mujeres “trabajadoras del amor”, que esperaban turno para sus revisiones periódicas en la Policlínica municipal, situada en esa calle. Una de los profesionales que tenían encomendada esta misión era el famoso “practicante de la penicilina” Sr. Narbona.

LAS COLAS EN LOS COMEDORES (1945-1955)

Las primeras colas que recuerdo son aquellas que tenían lugar en la puerta del Antiguo Asilo de los Desamparados, donde todavía está la puerta que daba a la Carrera de la Fuensanta. Allí, en aquella acera que iba hacia la fábrica del gas esperaban muchas personas de todas las edades a que se empezaran a distribuir individualmente “las comidas” que la Hermandad de La Caridad solía dar todos los años. La cola era interminable, y llegaba hasta la misma fábrica, por lo que la espera era desesperante. Menos mal que los nenes nos poníamos en el llano de enfrente (donde luego estuvo la Lonja), a jugar a la pelota, al trompo o a cualquier cosa para matar el tiempo. Muchas veces para los últimos ya no quedaba postre, y te daban solamente un paquete de galletas o algún pan de higo.

Otras colas, también muy famosas, eran las que se daban en los Callejones de Santa Marta (Cocina Económica), en un edificio que luego pasaría a la Cruz Blanca. Aquello era enorme, pero mayor era el número de criaturas que demandaba la comida que le estaban entregando. Previamente daban unos platos metálicos y su cubierto, pero como la espera se dilataba tanto, la gente joven “daba conciertos” haciendo sonar los platos y cubiertos. Llegado un momento, era tan ensordecedor el ruido que llegaba alguno de los encargados en la distribución y amenazaba con quitar la comida si no se guardaba cierta compostura. A fuerza de experiencia en estos menesteres, ya llegabas lo más tarde posible, y no tenías que esperar cola. Eso sí, a lo mejor perdías algún postre que ya se había agotado.

LA COLA DEL OBISPO

Por aquellos años murió Fray Albino, el Obispo Blanco, que será recordado entre otras cosas por las viviendas populares que hizo en el Campo de la Verdad y en el Barrio de Cañero. Hombre de luces y sombras, tuvo un episcopado brillante y social para unos, y de oscuridad para otros. Pero lo cierto es que a visitar su cadáver expuesto en el Obispado acudieron muchas personas que formaron una cola que se prolongaba por la calle posterior de la Mezquita-Catedral. Al librero de la Plaza de la Corredera, junto a la pensión de “la Paloma”, le oí decir que Antonio Cruz Conde mantuvo con Fray Albino una conversación acalorada en pleno Puente Romano, en la que el Alcalde le dijo poco más o menos al Obispo: “¿Está Vd. Loco al pretender una red de alcantarillado para una barriada de una planta?”. No hace falta decir quién tenía razón.

LA COLA DE LA LECHE EN POLVO

En el año 1959 visitó España el presidente americano “IKE”, y aquello supuso una puerta abierta para el gobierno de la Dictadura. Por lo que hace alusión a la “leche americana”, ésta empezó a llegar de forma masiva en unos bidones de cartón fuerte, que se distribuyeron por todos los colegios y centros benéficos. Con esta ayuda la población juvenil e infantil empezó a tomar leche de forma más o menos sistemática, y se erradicaron muchos sabañones y pupas. Y era por tanto frecuente en los colegios formar cola para que te suministraran la leche a media mañana. También en las Parroquias más populares y necesitadas se formaban colas para su distribución.


El depósito de distribución de esta leche estaba ubicado en una nave que existía en medio del campo, en lo que hoy se llama “Polígono de Pedroches”. Esa nave, medio abandonada, fue anteriormente “La famosa fabrica de la Mica”, lugar en donde se fabricaba esa fibra aislante que se utilizaba muy frecuentemente por aquellos años y que se podía ver mucho en las antiguas planchas eléctricas. El hombre que estaba a cargo de este almacén era un simpático “cojo”, con una pata de palo, y curiosamente tenía una pequeña vivienda pared con pared ¡¡con la casilla de un transformador!!.

LAS COLAS EN LOS CINES

En los cines también se guardaban muchas colas, sobre todo cuando la película de que se trataba era un estreno esperado en el Cine de Verano. El cine que por aquellos tiempos solía echar las mejores películas era el cine Florida, situado en la frontera natural de las Costanillas, la Plaza del Huerto Hundido. Por cierto, que los que nos mandan ahora han querido dejar en ese sitio una “moderna” fuente, que por su color y arquitectura nos trae el recuerdo de “UN ATAÚD MOJADO” salido de cualquier película del Oeste…

Este cine estaba muy cerca de los dominios de los hermanos “Boti”, del “Leyes”, de “Cuello lata” y otros clásicos de aquellas épocas. De las películas que recuerdo que se formó más cola fue una que se titulaba: “MARINEROS NO MIRÉIS A LAS CHICAS”, en la que intervenía RENATO CARAZZONE Y ABE LANE. La cola fue impresionante y hasta tuvo que intervenir la “guardia de asalto” con sus porras para evitar que los “frescos” se colaran.

La gente decía: “Que se cuela, que se cuela” e inmediatamente los “grises” actuaban con contundencia. No obstante, había otros niños “bien”, que al disponer siempre de dineros suficientes en el bolsillo, llegaba al amiguete de turno que estaba cerca de la taquilla y con hábiles señas, bien guiñando o con las manos, le incitaba a que le sacara algunas entradas. Ese detalle no estaba permitido para la mayoría de nosotros, pues al tener el dinero justo, no podías sacarle entradas a nadie, ya que te exponías a que te tuvieran que dar el dinero para pagar y eso “estaba perseguido”. Y el policía te echaba para atrás.

Otras películas que tuvieron muchas colas fueron “LA HERIDA LUMINOSA” Y “HELGA”, pero ya no eran películas de jóvenes, que eran los que formaban los tumultos. Al Cine Astoria de verano y al Cine Iris de invierno les tocó la lotería con aquellas películas.

LAS INNUMERABLES COLAS EN LA MILI

Cuando nos llamaban a la Caja de Reclutas ya empezaban a formar filas o colas con nosotros. De allí a algunos no pasaron al cuartel de Lepanto para pasar la noche. Tenías que hacer cola para que te entregaran la ropa, la marmita y demás utensilios. Luego, como hacía frío y necesitabas al menos una manta, te indicaban adonde te la podían dar y hacías cola para recogerla. Después de una noche casi en vela, durmiendo prácticamente en el suelo, llamaron al toque de una trompeta y nos tuvimos que poner otra vez en cola para entrar al servicio, y digo cola, porque solamente había uno en condiciones de funcionar. Después, con unas palmas te llamaban para que fueras al patio a tomar el desayuno, y de nuevo hubo que hacer cola para que te dieran el “chusco”. Mientras, podías observar cómo subía y bajaba el “saco” que entrando en una enorme olla de agua hirviendo hacía la “colada del café”, que completaba el “espléndido” desayuno.

Más tarde, al mediodía, cola otra vez para el “chusco” del almuerzo, esta vez sentados en mesas de un comedor. Luego por la tarde, cuando estábamos en plena digestión, a formar otra cola, esta vez desnudos, para pasar reconocimiento completo, incluido un zamarreo al pito. Era patético ver toda la galería del patio central con una cola que pillaba todo el largo del patio, con tíos totalmente desnudos.

Pasado este mal rato en fila para la estación de Cercadilla, con macuto al hombro. Al llegar al embarcadero de ganado (o eso parecía), nos ponen en cola, para pasar lista, y contarnos mientras subimos al vagón que parecía sacado de una vieja película del Oeste.

Una vez ya en el campamento de Cerro Muriano nos ponen en cola para asignarnos la “chabola” que nos corresponde. Allí, con el simple alumbrado de una pequeña vela, nos ponemos en cola 12 tíos para repartirnos las literas. Una vez acomodados, le preguntamos al “veterano” que en dónde estaban los servicios, y nos dice: “ya no tenéis que hacer cola, pues las “letrinas” están a campo abierto. Eso sí, tened cuidado cuando estéis en “postura” pues a lo mejor intentan quitaros el gorro al estar en equilibrio inestable.

A la mañana siguiente, otra cola para tomar el café. Y otra vez vuelves a presenciar como sube y baja el “saco”, lleno de cebada, achicoria y suponíamos que un poco de café. Cuando el agua hierve en el caldero, tres o cuatro zambullidas del saco, y café a punto.

Después del café, a formar otra cola para lavarse. Delante de un pilar con tres grifos, que más que dar agua parecía que lloraban. Una vez que nos lavamos, nos envían a la compañía… y a hacer cola para que el barbero nos dé un pelado reglamentario.

Al mediodía, después de haber ordenado la “chabola”, tocan un pitido para que acudamos a la pendiente de un cerro para comer. Allí formamos una enorme cola compuesta por los cinco batallones que había en el campamento. La cola se formaba compañía a compañía, en fondo de cuatro. El de la izquierda cogía en su marmita el primer plato, el siguiente cogía el segundo plato, el tercero cogía el pan, y el cuarto cogía el postre. Luego de esperar cola, y que nos despacharan, nos íbamos debajo de un chaparro a dar cuenta del menú. Como es natural, la escasez de agua hacía que nadie se quisiera poner en la cola para coger el primer plato, pues había dificultades para lavar la marmita.

LA COLA DE LA NOREÑA

Los internos y empleados de la Residencia Teniente Coronel Noreña podían presenciar a las diez de la noche la gran cola que se formaba con las luces de los coches que salían de la Electro y la Cenemesa, y que pasaban junto al Silo. Aquella cola duraba por lo menos diez minutos. Cientos y cientos de coches, motos y bicicletas, pertenecientes a los trabajadores que salían del relevo de tarde, circulaban por la antigua carretera de Palma del Río en dirección al Viaducto. Hoy desgraciadamente esa cola no se puede ver, pues no está ni la Residencia, ni queda prácticamente nada de aquellas fábricas.

LA COLA EN EL FÚTBOL

Más recientemente cuando el Córdoba subió a Segunda con Escalante después de su partido en Cartagena se formaron grandes colas de aficionados para sacar los abonos. Fueron colas excesivamente largas para un club que dice que estaba informatizado.

Más atrás, también se recuerdan las colas que se formaban para entrar a ver los partidos importantes del Córdoba en Primera División. Sobre todo los del Real Madrid y el Barcelona. Posiblemente la mayor cola se formó con en el año 1955-56, con la visita del Real Madrid, que jugó un famoso partido en el que el resultado fue: Córdoba 6, Real Madrid 12. El partido fue una borrachera de goles y pudimos ver al mejor Di Stéfano jugar durante el primer tiempo. La entrada nos costó a los chavales DOS PESETAS Y DIEZ CÉNTIMOS. Los diez céntimos eran para el fútbol base. Las entradas después de mucha cola las sacamos en la Calle la Feria, en donde estaban las oficinas del Club.

LA COLA DEL PANTANO



La cola del pantano del Guadalmellato llegaba hasta un paraje que simpáticamente se conocía como los “sifones”. Allí, la Córdoba que tenía medios de transporte a principios de los sesenta empezó a utilizarlo como zona recreativa y de baños (donde actualmente está el pantano de Navallana). En verano se montaban incluso “chiringuitos” y se convertía aquello en una zona de playa fabulosa. La gente iba de perol, o simplemente a bañarse. Era una “cola de agua” muy agradable para la mayoría de los cordobeses, un paraíso. Había unos carteles de aviso donde te indicaban la posibilidad de “suelta de agua”, por lo que te encontrabas que muchas veces tenías dificultades para cruzar pues te tapaba. Esto no suponía mucho problema, pues existía un puente que formaba parte de unos sifones que había allí y que te facilitaba el paso.

LAS COLAS DEL BRILLANTE

Durante los años setenta y ochenta, a mucha gente de Córdoba le dio por ir de perol detrás del Colegio de la Salle, por la zona del Patriarca y alrededores. Había unos lugares maravillosos, con sus naranjales y todo, hoy desgraciadamente desaparecidos en su mayoría al empuje de los chalets. Al terminar los peroles, cuando los coches volvían a Córdoba, se formaban unas colas interminables, sobre todo en el cruce de la Arruzafa con el Brillante. Cuando llegabas a la Plaza de Colón parecía que habías nacido de nuevo.

LAS COLAS DE TORO

Los sevillanos, que son gente especial, llaman cola a lo que todo el mundo le llama “rabo”. No lo pueden remediar, y lo mismo que se asignan el “origen de la manzanilla”, y en algunas ocasiones hasta el Cristo de los Faroles, a ese exquisito bocado tan nuestro que se llama “rabo de toro”, le cambian el nombre por “cola de toro” para adueñarse de su origen y autoría. El otro día Pepe García Marín, que entiende un poco de todo esto, dijo que cola, lo que se dice cola, simplemente la tiene el caballo.

LAS COLAS DE HOY EN DÍA

Después de ver tantas colas pasadas solamente no las podemos explicar porque eran tiempos en que vivíamos en una Dictadura, donde salíamos de una guerra lamentable, que dejó a los españoles inmersos en muchas necesidades fundamentales. Al final de aquel período hubo una cola que, valga la redundancia, e trajo “cola”, y que fue aquella de los que pasaron por delante del cadáver del Dictador. Hoy muchos de aquellos, con un cambio oportuno de camisa, están viviendo de esta vorágine de “enchufes” y “prebendas” que nos deparan los partidos. Algunos, como único mérito profesional o político (no digamos ya laboral), solamente tienen el decir que han “corrido delante de los grises”.

Pero lamentablemente, hace ya treinta y cinco años que se murió el Dictador. Y llevamos ya, TREINTA Y DOS AÑOS, con una Constitución que es nuestro referente democrático, y desgraciadamente tenemos DOS COLAS que tienen que ser la vergüenza de un país democrático del siglo XXI. Era para que desde el Rey hasta el último político sintieran algo por sus cuerpos.

LA COLA EN LOS COMEDORES SOCIALES

Hace pocos años, quienes formaban estas colas eran en su mayoría vagabundos e inmigrantes. A día de hoy, según se puede ver por los medios oficiales, hay muchos españoles “normales” que forman parte de esa lamentable cola. En la Constitución no se recoge en ningún sitio el lugar que le corresponde a un español en esta cola.



Menos mal que la tan denostada Iglesia, con todos los fallos que se quiera, se preocupa de los más necesitados, los más pobres. Gracias a ella muchos españoles que perdieron toda opción a vivir como personas “normales”, por la incompetencia de unos políticos, han encontrado al menos alimentos y ayuda sin preguntarles de dónde vienen. Eso es ser solidarios. Primero fueron los de las “pateras” y ahora son ciudadanos que están amparados por esta Constitución, que ha olvidado entre sus artículos pedir responsabilidades a los que de forma manifiesta MIENTEN y ocupan puestos para los que no están PREPARADOS.

LA COLA EN LAS OFICINAS DEL PARO

Estas colas de tantos españoles en el paro se nos antojan un insulto a los ciudadanos que según la Constitución, “todo español tiene derecho a un puesto de trabajo digno”…



Aquí no cabe la justificación aquella de que si la “falta de libertad”, que la Dictadura no tiene capacidades ni soluciones a nivel global, que no participamos de la economía “libre” de la Europa Occidental, que si es el precio de pasar de una Dictadura a una Democracia... Aquí lo que se ve claramente es que en pleno SIGLO XXI, con 32 años de una Constitución que se dieron libremente los españoles, por los errores, el despilfarro, y las mentiras de una clase gobernante, sea del partido que sea, que se aferra como sea AL SILLÓN DEL PODER se vuelven a ver estas colas que lamentablemente creíamos olvidadas. UNA VERGÜENZA.

OTRA COLA

También teníamos que hacer otra cola en donde se pusieran a todos los “listillos” profesionales, que de forma oficial se llevan todas las subvenciones habidas y por haber. ¿Cuánto dinero perdido de la Comunidad Económica Europea en subvenciones?

Como ejemplo citamos aquí al Sr. Miguel Peláez Sánchez, antiguo y activo sindicalista, solidario con los trabajadores, a los que supo abandonar en el momento oportuno, para hacerse empresario a tiempo de disfrutar de todas las subvenciones, habidas y por haber. Hay quien dice que en algunas Residencias se dan hasta cursos subvencionados para aprender a morir. Es muy larga la cola de “listillos” que están a la caza de estas subvenciones.


(Publicado por el Mundo 13/12/2010)

“El presidente de la corporación empresarial Séneca es Miguel Peláez Sánchez, dueño del Grupo El Yate, una sociedad cooperativa que gestiona cuatro centros de mayores concertados con la Junta de Andalucía. Estos centros sirven como plataforma para impartir cursos de formación. Sólo en la residencia Séneca en 2009 se contrató a 29 trabajadores gracias a una ayuda de 95.875 euros de la Consejería de Empleo. En el ejercicio 2008, también contrataron a tres parados con una subvención de 18.000 euros. El Grupo El Yate también participa en otros programas de políticas activas de empleo como los cursos de formación que se imparten en la residencia de La Carlota, con el compromiso de contratación de 30 parados. Sólo este grupo suma en subvenciones unos 700.000 euros, a los que se añaden las ayudas de otras empresas en las que participa, como centros de formación o el hotel Villa de Trassierra, que costó tres millones, de los que la Junta ha subvencionado 204.443 euros, y que ha recibido ayudas para cursos de formación por valor de 32.486 e incentivos para la innovación por 30.766 euros.”

En este artículo se mencionan a otros tantos “empresarios” que bajo la protección de un tal “Luque”, acaparan dineros y dineros…De esta forma cómo no va haber colas.

10 comentarios:

ben dijo...

Manuel,he disfrutado mucho leyendo esta entrada,prácticamente en todas esas colas
he participado,la del picón,la del petroleo,la del café....Verdaderamente no puedo
añadir nada,porque tú ya lo has hecho bien.
Sólo añadir,que aún con todas esas necesidades,el sentimiento de solidaridad y
felicidad,eran superiores a los de hoy día,por lo menos yo lo veo así.
En cuanto al presente,muchas de esas personas que hoy día desgraciadamente
forman parte de esas colas,no estarían,simplemente si nuestros gobernantes se
hubiesen preocupado algo más en su trabajo y no en sus propios intereses y per
sonalmente,le echo más culpa a los políticos de “izquierdas”,por su responsabi
lidad con la clase trabajadora,espero que en estas elecciones la gente los casti
gue como se merecen y que vuelva la verdadera izquierda,con compromiso so
cial y a los trabajadores,mi referencia es el PSUC,desaparecido y las CCOO
de principios de la democracia.
También estoy de acuerdo contigo,que instituciones como Cáritas,de la Iglesia,
están haciendo una labor estupenda.
Espero que de esta crisis,aprendamos a exigir y a vigilar mucho más a la clase
política sean del partido que sean

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben


Como siempre te agradezco tu opinión sobre esta entrada.

çLo malo de las colas, es que en desgracia y despues de muerto el famoso "PATAS CORTAS", aún existen colas tan patéticas como aquellas.

La izquierda en general poco habla o poco dice, de su NULA CAPACIDAD,
para gestionar en LIBERTAD, lo que los ciudadanos necesitan.

Siempre vuelven a los tópicos de
"patas cortas", pero ya hace un tiempo razonable que desaparecio.

No, será las Incompetencias, las corrupciones y las listas cerradas lo que nos lleva a esta situación.


Gracias Ben, por tu aportación

Eladio Osuna dijo...

Tu oportuno post me ha recordado un par de colas:
La primera, allá por el cincuenta y tantos, en una carbonería de la calle Albéniz, pegada ya casi a Medina Azahara. Daba la vuelta a la calle Alcalde Aparici y cada persona llevaba una lata de cinco litros. Era la crisis de Suez y las latas eran para petróleo de cocinar.
En cuanto a cines, y ahí va la segunda cola que recuerdo, es la del Duque de Rivas, que se formaba en el patio delantero que servia de cine de verano. Efectivamente había grises y algún que otro mamporro o vergajazo cuando el personal intentaba saltarse la cola que de forma cuadrada bordeaba todo el patio.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Eladio


Al mencionar el Cine Duque de Rivas, es inevitable recordar el cine Gran Teatro, con sus "colas" para subir al famoso "gallinero".

También era digno para recordar los "famosos" cambios de tebeos, que se daban en sus puertas a la primera función de la tarde.

Saludos



"teje maneje" de tebeos que se daba en su puerta.

Anónimo dijo...

Cola simpática,la del piconero de la Calle Toril,con su estilo en tratar el cachondeito de las "marías",sus dientes blanquisimos,por la limpieza natural del polvo del picón y del carbón.
Madre mía,los gritos que daba,los
chistes verdes que se gastaba y
como se reían las señoras.
Desde luego lo que aquellas señoras
soltaban por sus boquitas,no tenían
nada que ver con el espiritud de Doña Elena Francis.Y menos mal que iban sin maridos.
Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben


En lo referente a los colores de los dientes, quiero recordar que había gente que decía QUE EL MEJOR LIMPIA PARA LOS DIENTES, era el polvo del carbón. Incluso había teorias sobre ello.


Saludos amigo Ben

Anónimo dijo...

Así es,Manuel,el carbón de origen
vegetal,no el mineral,es un excelente
intercambiador iónico,capaz de captar
impurezas,tanto es así que AGBAR,la
empresa de tratamientos de aguas en Barcelona,al final del tratamiento
de sus aguas,ya el agua con la con
dición legal de potable y apta para
el consumo humano,antes de inyectarla
a la red,la hace pasar por unos enor
mes filtros,compuestos de bolitas
de carbón vegetal,consiguiendo una
calidad extra el agua.Como si dijeramos una "limpieza" extra.
Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben


Llevas razón los filtros de carbón
son un hecho para depurar el agua.

Era simpático ver a los piconeros
de las carbonerias, que tenían una dentadura limpisima. Era simpático
ver aquellas caras tan ennegrecidas
y esos labios tan rojos por dentro rodeando a unos dientes blancos y eso que la mayoría fumaba TABACO CALDO GALLINA.

Saludos

.

Mario dijo...

Me gustan las notas acerca de distintas situaciones políticas y sociales que ocurren en el país. Como no me gusta tener que hacer tanta cola para esperar por una mesa en un restaurante, prefiero pedir comidas a domicilio y quedarme comiendo en casa

Manuel Estévez dijo...

Amigo Mario


Ojalá todos los problemas fueran
las colas en un restaurante.

Hoy además de las colas acerca de distintas situaciones políticas, tenemos las "COLAS DE LA GENTE QUE ESPERA UN EMPLEO" que es la peor cola de todas.

Si todos los que se ven pedir por las calles, en las puertas de las iglesias, y que van a los comedores de caridad, formaran una cola, esta llegaría.

A LA VERGUENZA DE LOS POLITICOS

Gracias por tu comentario