sábado, 8 de enero de 2011

Las playas de Córdoba

Todos sabemos lo que supone el calor para Córdoba, y en aquellos años 50-60, cuando aún todavía la gente no se iba de forma masiva de veraneo al mar, era el río Guadalquivir donde todo el mundo se refrescaba y lo pasaba bien. Es justo recordar aquellos “puentes festivos”, en donde familias enteras se iban a su entorno, e incluso a la Alameda del Tiritar. Y lo más curioso es que apenas existían coches y todo el mundo iba andando. Eso lógicamente tenía una ventaja, pues para no haber no había ni control de alcoholemia. Es decir, que la gente bebía a gusto del consumidor. Y como se trata de no coger el coche, no vamos a salir de Córdoba.


EL ARROYO PEDROCHES
Había varias charcas en el arroyo Pedroches que eran visitadas por la chiquillería para el disfrute y el baño; una concretamente debajo del Puente de Hierro, otra al lado del Sombrero del Rey, y una tercera en el recodo de “Burros Muertos”. También había una especie de pileta en la misma explanada de la Choza del Cojo. Desgraciadamente, en la zona de la charca de “Burros Muertos” un sobrino de Mortes, el panadero) al intentar subir a un poste de la luz metálico para coger un nido fue despedido por una descarga que lo electrocutó, muriendo en el acto tras la caída. Allí quedó en el suelo en su simple ropa de baño.

LA ALAMEDA DEL TIRITAR
Era esta alameda un paraíso por su abundante vegetación, que proporcionaba sombras y acomodo a mucha gente para pasar jornadas de perol y baños. Toda la alameda de arriba abajo era regada por el arroyo de Rabanales. Muy limpio, claro y abundante por aquellas épocas (no estaba aún la fábrica de cervezas). Además, su buena comunicación con el Barrio Cañero hacía que mucha gente se decantara por esta alameda tan “cercana” para “veranear”.

EL MOLINO DE LÓPE GARCIA
Al hablar del “gran” río ya propiamente dicho, empezaremos por su cabecera, por lugar conocido como el famoso Molino de Lópe García. Este molino, que en la Edad Media fue propiedad de la Iglesia, está ubicado en una zona igualmente rica en vegetación y de zonas apropiadas para el disfrute del perol. La finca se llamaba Lópe García y tenía incluso una cancela metálica de acceso a toda la zona próxima al río.

En torno al Molino se desparramaban unos parajes regados por el río con una vegetación muy exuberante, que lo hacían como una zona ideal para acampadas, peroles, y diversión de baños. El Molino era la referencia de toda aquella zona, pero su amplitud hacía que hubiera sitio incluso para que media Córdoba acudiera allí. Había grupos de personas que para estar más independientes cruzaban a la otra orilla, utilizando los servicios informales de barca que siempre había. También acudían otros a varias islas intermedias. Pero bien es verdad que la mayoría se quedaba en “esta parte”, que era la orilla que había desde el Molino de Lópe García al Molino de Carbonell.

Cerca del Molino había una fuente de agua potable, y en sus mismas dependencias encontrabas tabaco, refresco, cerveza, e incluso vino. Últimamente hasta montaron un pequeño ambigú, donde incluso se alquilaban bañadores.

En los puentes de los meses de Julio y Agosto eran muchas las personas que pernoctaban toda la noche, entre el cante, la bebida y el agua. Que se supiera no había un servicio de orden establecido, ni de vigilancia preventiva. Más de uno hubo que sacarlo cuando después de la “torta” que tenía pretendía ir a nado a Gibraltar. Afortunadamente no pasaba nada para lo que podía pasar.

Hasta en los días laborales iba gente a bañarse, bien los que estaban de vacaciones, los que hacían la “rata” en el Colegio, o los plateros que holgaban el lunes por la tarde. También había otros que UN DIA SÍ Y OTRO TAMBIEN estaban allí siempre junto al río. Para ellos era como estar en un ambiente de playa con agradables compañías. En estos menesteres estaba muchas veces ocupados “Los Copados”, “Los Canarios”, “Los Porras” “Los Ignacios”, “Los Fermines” etc. En su mayoría plateros, como hemos dicho, y que se costeaban un nivel muy superior a los demás. Era una época en que abundaban aquellas enormes cámaras (ruedas hinchadas) que el que la llevaba vacilaba como si de un Ferrari del baño se tratara.

Pero con el paso del tiempo se “deterioró” el nivel de diversión del Molino de Lópe García, sobre todo por las noches, y a determinadas horas. Poco a poco este nivel de deterioro, acompañado por la suciedad paulatina de las aguas del río hizo que decayera esta zona de baños y relax para Córdoba. Finalmente fueron las autoridades las que prohibieron los baños públicos en aquella zona, por la ya enorme contaminación de las aguas.

A todos los chavales de aquella época nos queda el recuerdo del “BOQUERÓN” del Molino, que era el estrechamiento por donde pasaba encauzada el agua para mover la rueda de molienda. Este “boquerón” tenía su profundidad, y al ser estrecho, por las leyes físicas, adquiría mucha velocidad el paso del agua. Pues bien, con todo el peligro que ello pudiera suponer, era cosa de que todos los jóvenes tomásemos como un honor el HABER PASADO AL MENOS UNA VEZ EL PELIGROSO BOQUERÓN. Era algo parecido al hecho de atravesar el Puente Hierro de traviesa en traviesa. Todavía recordamos “lo canutas” que las pasó, EL GARROCHO de San Juan de Letrán, que se tiró por el “boquerón” y no había forma de que saliera a la superficie. Fue Francisco Torres Díez (El Paqui), el que luego se casó con una hija del “Milano”, quien se lanzó a rescatarlo, y de milagro lo consiguió. Eso estará en la memoria de muchos que ya peinamos canas en el barrio de San Lorenzo.

LA CHARCA DE LA TETA
Según me ha comentado “El Candy” esta simpática charca se formaba en el arroyo de Santa Matilde, en la desembocadura del Pedroches y el arroyo de las Piedras en la zona de la Cuesta de la Pólvora Allí se bañaban los nenes pequeños de todo aquel barrio de Santiago y aledaños. Mientras ellos se mojaban en el agua los hermanos mayores, amigos o familiares de más edad, jugaban al fútbol en aquellos llanos que se formaban después de desmantelar los huertos de invierno que se montaban a orillas del río. Media Córdoba aficionada al fútbol pasó por allí.

En aquellos campos improvisados de fútbol y en aquella “charca de la teta” se bañó muchas veces José Pedrosa, jugador del Córdoba y el Atlético Tetuán. Actualmente tiene 85 años, y recuerda perfectamente a muchos amigos del barrio que le acompañaban en aquella charca. Recordaba por ejemplo a Carlos Ruiz, al “Candy”, al Chico Fortuna y a Manolín “El Boca”. En compañía de su esposa, hija de Fernando Fernández (de “Casa Chaleco”), me decía con pena:

“DESGRACIADAMENTE, DE LOS QUE NOS BAÑABAMOS ALLÍ EN AQUELLOS TIEMPOS, Y QUE YO RECUERDE, SOLAMENTE QUEDAMOS YA EL CANDY Y MANOLÍN EL BOCA”.

EL SOTO
Detrás del Estadio del Arcángel, en dirección a la Huerta del Arenal, había una orilla llena de tarajes y formada sobre un gran banco de arena que venía perfecta para el baño. Allí, a pesar de que se estaba en plena zona de corrientes, se formaban unas lagunas de cierta profundidad por toda la orilla como consecuencia de haberse sacado arena. Los más atrevidos se lanzaban en espectaculares saltos, quizás en clara competición con los de la orilla de enfrente (“La Madrileña”), que igualmente aprovechaban para el baño toda “su” orilla de forma harto espectacular.

Por aquella época ya empezaban a verse los clásicos “mirones” que sin bañarse ni nada iban solamente a “bichear”. De vez cuando solía aparecer alguna mujer con suficientes “tablas” para bañarse con tantos chavales jóvenes. En torno a ella se formaba una expectación especial.

Las ventajas que tenía el Soto era que por allí cerca había buenos ciruelos y algunas higueras, a las que se acudía después de la larga jornada de baño (aquí se cumplía eso de que “el campo es de todos”). También por aquellos tiempos nos encontrábamos con gente que hacía carbón con los troncos de los tarajes, o igualmente otros buscando material para un guiso de caracoles.

LOS SALTADORES DE LOS BARANDALES
Por la zona de los barandales, próxima a donde se cayó desgraciadamente el autobús a mediados de los años sesenta, solían tirarse desde las barandillas algunos bañistas. Y lo curioso es que salían por una boca de alcantarilla situada detrás de la Cruz del Rastro, ante la mirada medio asombrada del empleado de Álvarez Salas, que atendía el surtidor de gasolina que por aquellas fechas existía por allí.

Hablando de gasolinera, algunos ya muy mayores recuerdan a la pequeña embarcación a motor denominada precisamente la “Gasolinera”, que partiendo como base de las escalerillas, solía dar un paseo que consistía en ir al Puente Romano y volver. En cada viaje podía llevar hasta veinte personas. Esta embarcación lucía de noche unas luminarias en forma de adornos colganderos que resaltaba muy bien en la oscuridad. El viaje costaba QUINCE CÉNTIMOS (tres perrillas) Todo esto acontecía por los años veinte del pasado siglo. Al espacio por donde discurría la barcaza se le llamaba de forma simpática y familiar como “EL TABLAZO DE LAS DAMAS”.

EL MOLINO DE MARTOS
El amigo Paco Muñoz, con sus oportunas entradas en sus NOTAS CORDOBESAS, nos trae recuerdos que no tenemos más remedio que “representarlos” mediante la palabra. Últimamente nos ha obsequiado con la “Higuera que hizo posible la Conquista de Córdoba” y plenamente hemos disfrutado de la exquisitez de su relato. Y ha conseguido meternos en el túnel del tiempo y recordar cosas de nuestra querida Córdoba.

Allá por el principio de los años cincuenta, nos encontramos con Carlos Ruiz, un cordobés nacido en San Lorenzo, un hombre abierto y muy natural. Fue pionero en el dominio de la tecnología de las máquinas de escribir, sumar y calcular. Se inició en este oficio trabajando para D. Lorenzo Gollonett, en su tienda-academia que tenía en la acera del Instituto Góngora, llamada Underworld o así.

Era hijo de José Ruiz Lozano, desde los años veinte capataz de los bomberos del Ayuntamiento de Córdoba, y que durante la guerra civil le ordenaron retirar del tejado de la Mezquita-Catedral una bomba que al parecer no había explotado. Carlos, el menor de sus cuatro hijos, era un hombre de ideas independientes y amante de la naturaleza. Por aquellos años y recién casado, nos alentó a un grupo de chavales del barrio a que aprendiésemos a nadar.

Nos explicó en más de una ocasión el lugar que en su tiempo estuvo la “Charca de la teta”, donde el disfrutó mucho de aquella improvisada “piscina” junto a su amigo Paquillo el Barbero…

La puerta de Martos, ubicada junto al Molino del mismo nombre, fue el lugar elegido por los cristianos que reconquistaron Córdoba, el día de San Pedro y San Pablo, del año 1236. Al parecer entraron por la calle el Viento, y la parroquia de Santiago fue la primera Iglesia Fernandina que se erigió en Córdoba.

No era esta calle la que nosotros empleábamos para llegar al Molino de Martos para disfrutar de una mañana de baño. Nuestro recorrido desde San Lorenzo, era la calle Arroyo de San Lorenzo, Ancha de la Magdalena, Cruz Verde, Ravé, Tinte, Paseo de la Ribera y al Molino.

El caso es que el Amigo Carlos nos acompañaba a las instalaciones del Molino de Martos, convertido en un lugar de baños por el que sentíamos una especial alegría. Esta sensación nos había sido inculcada por él, como un acto más de su enorme amor a la naturaleza, y a la de Córdoba en especial. La familia que regentaba el Molino eran los Caballeros. El padre, que lo apodaban “El Mondrága”, era un “monstruo” en los temas de la natación, y era pariente del dueño de la “Gasolinera”.

En el Molino había dos niveles de vestuario. Arriba el “pesetero”, el de los más “tiesos”, en donde se guardaba simplemente la ropa. Y el de abajo, el caro, en donde tenías derecho a una ducha final en “la Chorrera”. A dicha ducha se accedía cogido fuertemente de una soga que colgaba del techo. El agua de la “ducha” estaba muy fría, pero te dejaba limpio de todas las impurezas del río.

Solventado el tema de los vestuarios te dirigías a los Peñones de San Julián, lugar idóneo para aquellos que querían ejercitar la natación. Allí en semicírculo pasabas del “aquí tapa” a “dar pie” y poco a poco ibas aumentando el radio. Los desaparecidos Peñones de San Julián dividían el río en dos maravillosos brazos. Uno remansado hacia la derecha, que hacía una especie de bahía en el Molino Martos, regándolo con una profundidad importante. Otro brazo, más rápido, discurría por la orilla de “Villa Cachonda” (el Barrio Viejo). Entre los dos brazos se formaba una isla llena de vegetación a base de juncos, flores exóticas y los clásicos “puros”, tributo muy apreciado de todo el que se llegaba a la isla. Esta isla por lo general era también “el servicio de Water” para casi todos los bañistas…

En el Molino Martos había gente que charlaba, gente que leía, gente que tomaba el sol y gente que practicaba la natación. También había algunos mirones. Pero no cabe duda de que los que más expectación despertaban eran los saltadores desde el trampolín. Allí se pavoneaban de sus saltos “El Maero”, “El Pichaca”, “El Canario”, “El Tormenta”, “El Vale”, y “El Hungría”, etc. Pero el que llamaba más la atención por sus características personales era el singular “Fra-Polo”.

FRA POLO
Este era un personaje algo peculiar, por su interés en reconocer ya por aquellos tiempos “que era más maricón que un pato cojo”. No tuvo nunca necesidad de salir del armario. Era un gran deportista, aficionado al culturismo, boxeo y saltos. Precisamente en el Cine Iris de Verano (Calle Abéjar), llegó a participar en varias veladas mañaneras de Boxeo. Luego parece ser que más tarde y cuando se volvieron a repetir estas veladas en el Córdoba Cinema (con participación incluso del simpático “Mangui”), no lo dejaron ya actuar por razones de edad. Pero en el tema de Saltos de Trampolín era un superclase, el mejor sin duda de Córdoba.

Era hombre aparentemente callado y vivía de forma muy austera. Trabajaba en la descarga de las Lonjas. Por ello, muchas veces se le solía ver por la calle, lo mismo con una gran merluza entre sus brazos o una calabaza puesta en la cabeza. Siempre le gustaba llevar algo en el taquillo, fundamentalmente un rábano. Casi siempre iba comiendo pipas o pizcando cualquier cosa. En varias ocasiones se hizo con un ánade vivo y lo hacía andar por la calle a su paso. El pato, iba tras de él, y disfrutaba de ofrecer esa estampa “comparativa”. Miraba al público girando la cabeza dando la sensación de que se empujaba en su pronunciada nariz.

Vivía en San Rafael, con su viuda hermana Socorro y que era la portera que vendía los ramos de jazmines por el barrio. Fra Polo protagonizó varias veces situaciones de “rompe sillas” en los cines de verano a los que acudía. Por tendencia innata se ponía siempre en donde estaba la chiquillería, quizás esperando cualquier “oportunidad”. Como alguien de más edad descubriera “algo” le empezaban a llover todos los palos de las sillas disponibles y las que se rompían expresamente para tirárselas. Hubo veces que incluso tuvo que suspenderse la proyección de la película por el escándalo que se formaba. Muchas veces fue conminado a que se marchara.

EL “CHICO FORTUNA”
Otro de los personajes de la “charca de la teta” que recordó el amigo Pedrosa, fue “El Chico Fortuna”.

Manuel Rey Almoguera, “El Chico Fortuna”, nació en la Magdalena, pero toda su vida se desenvolvió prácticamente en San Lorenzo. De joven jugó al fútbol de portero y lo hizo muy bien jugando en El Fortuna, el equipo de los Salesianos. Solía comentar las veces que se enfrentó al equipo de los “Once Rojos”, formación en la que jugaba Pepe Villalonga, el que fuera gran entrenador del Real Madrid, y luego Seleccionador Nacional, ganando la primera Copa de Europa para España en 1964.

Poco antes de que estallara la guerra del 36 lo llevaron a Barcelona para que jugara en la llamada “Olimpiada del Trabajo” que se organizó en clara protesta por la Olimpiada que presidió Hitler en Berlín. Cuando todavía no había llegado a Barcelona estalló la guerra, que le pilló en Madrid.

Allí, sin trabajo ni ocupación y con su juventud a cuestas, fue de un sitio para otro, hasta que se puso enfermo del pulmón. Al terminar la guerra se vino para Córdoba, y al poco tiempo le hicieron “Una operación de plastia" del pulmón izquierdo. Con muchas dificultades y gracias a su juventud, se recuperó casi totalmente. Se dedicó entonces a vender tabaco al “estraperlo” en la Plaza de la Corredera. Por las tardes volvía a San Lorenzo y empezó a iniciarse en el juego de las cartas. Era un jugador muy hábil y tenía nervios de acero para los envites (las gafas de aumento le ayudaban). Muchas veces jugaba con “dineros de los demás”, lo que le permitía jugar con más tranquilidad. Pronto se hizo de cierta fama como jugador, fama que compaginó con una enorme seriedad en todos los temas del juego que le hicieron célebre. Poco a poco, fue jugando solamente para él, y producto de sus ganancias, se fue encontrando con un “montante” que supo moverlo muy bien, dando dineros al “cordelillo”. Para este menester montó “su oficina” en la Taberna de Casa Manolo, a donde no faltó ningún día, excepto los días que estuvo ingresado antes de morirse.

El “Chico Fortuna” llegó a tener un buen negocio, pues además de dar “dineros al cordelillo” también tenía un buen volumen de “cuentas”, con vales de crédito que daba de importantes tiendas de Córdoba. Era mucha la gente que acudía a él. Y la verdad es que ayudó también a muchas personas.

Llevó siempre una vida muy “ordenada” y repetitiva. Todos los días a las nueve de la mañana, (cuando sonaba el reloj para las ferreterías) se encontraba tomando café en el Bar Boston. Allí se desenvolvía demostrando que conocía a toda la “Córdoba importante”. Llegaba uno, otro y otro, y el negocio no dejaba de funcionar. A la par que hacía negocios “actualizaba” toda su información diaria sobre la Córdoba que también amaba mucho.

Nada más dar las campanadas de las doce cogía su cartera que la recogía del Bar y partía por el camino más corto hacía San Lorenzo. Llegaba a su taberna de Casa Manolo, y enseguida entablaba conversación y planteaba la partida de dominó que le apasionaba. Solía jugar de tres a cuatro partidos, alternando con “El Tocinero”, “El Nano”, Cristóbal, Alejandro, Paco Misa, Vicente Soler, Álvaro, Rafael Fuentes, etc. Las partidas las alternaba con sus medios de “Fino Príncipe”. Era normal que en medio de la partida se tuviera que levantar, pues los clientes lo llamaban a la puerta. A nadie extrañaba esta circunstancia, pues era tan habitual como la partida.

Muchas personas acudían a él para preguntarle de las cosas más distintas y variadas del mundo. A pesar de su operación de pulmón que le hicieron de joven, el “Chico” no volvió a sentirse enfermo jamás, y eso lo prueba que no se recuerda que estando en Córdoba faltara ningún día a su “Taberna”. Cuando llegó la democracia incluso le concedieron una paga por “Mutilado de Guerra del bando republicano”… guerra que nunca pisó.

Fue uno de los fundadores de aquella festiva PEÑA DEPORTIVA EL PRÍNCIPE. Por aquella peña pasaron buenos personajes de Córdoba, como Diego Fernández, Manolo Milla, Julio Castro, Cristóbal Fernández, Fernando “El Nano”, Luís Caballero, Manolo Sánchez, Francisco Medina, Mariano López, etc. Esta peña viajó por toda España, siguiendo al Córdoba CF. Por otra parte, y en su faceta de aficionado al fútbol, formó parte de la Directiva del Club Atlético San Lorenzo durante su mejor época de la Regional Preferente. El equipo de su barrio siempre contó con su oportuna ayuda económica en todo momento.

El hombre que no se había puesto nunca enfermo, el hombre que llevaba una vida metódica, por una simple complicación ocular murió a los 76 años. Su entierro significó un duelo impresionante en el barrio.

18 comentarios:

Paco Muñoz dijo...

Manuel, ayer no puede entrar a hacer el comentario, pero hoy no me ha dado problemas.

Maravilloso,te has superado "tela marinera". Muy nostálgico el relato que merece la pena estar con los otros en un libro.

Mi cuñado Antonio Carnago, era uno de los nadadores de categoría de la Ribera. Por el conozco yo muchas de esas cuestiones.

El Tablazo de las Damas ya se llamaba así en la antigüedad. Hay una leyenda que dice que el lugar era donde se bañaban las mujeres al atardecer, para que no las vieran, y la referencia del atardecer eran las campanas de la torre, cuentan que en complot con el campanero las dio antes cuando aun había luz para verlas. El grabado de Wingaerde de 1567 dibuja barcas de paseo e incluso con arte de pesca.

Creo haberlo dicho en cierta ocasión, en esa isla o quizás cuando era un llano de arena aterrizó un helicóptero Sikorsky, decían que para llevarse a unos americanos accidentados o fallecidos. Aquello fue un espectáculo en lo que fue “la playa” en un tiempo. Sabes que cambió y se llenó de arena cuando quitaron el azud con dinamita. Entonces el río modificó su curso y el trampolín de llenó de arena. En fin te felicito.

Un abrazo

Manuel Estévez dijo...

Amigo Paco


Como siempre tu comentario es un auténtico amparo, para aquellos que nos atrevemos a hablar de nuestra querida Córdoba.

Primero quiero que me digas si tu cuñado es el barbero de la Puerta de Almodovar Antonio Camargo.

En segundo lugar, tengo que decir que se me ha olvidado:

Nicolás Martín, el hermano de Pepe el de la taberna de San Juan, que un día festivo se lanzó desde los barandales de la Ribera.

No salió a flote ante la alarma del encargado de la gasolinera, que como siempre estaba allí. (año 1959).

Saludos

Anónimo dijo...

Estupendo escrito,Manuel.Te ha fal
tado dos lugares maravillosos para
el baño,los baños de Popea y Tra
ssierra.Bañarse primero en Trassie
rra y luego en las aguas frías de
Popea,era un placer.Los chicos de
las Margaritas,nos poniamos en cami
no muy temprano en verano y volvia
mos casi de noche.
Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben


He hablado de lugares de baño que no implicaban coche.

Porque si mencionamos a los baños de Popea, y el rio de Trassiera, igual teniamos que mencionar el Puente Mocho y los Sifones.

Pero bueno será que tambien se recuerden esos sitios.


Saludos

Anónimo dijo...

"Eres más maricón que Fra Polo",le
decías a alguno,cundo ya te tenía supercabreado.Desde luego el tal,
se las traía,porque te miraba con un descaro y desvergüenza,que te
resultaba desagradable,nada más verlo.Yo lo veía mucho,por la plaza
de la Corredera,porque vivía cerca.
Pienso que se llevaría más de una paliza,en aquel tiempo,con el siste
ma imperante.Hoy día sería un aco
sador,pero de chicos.Lo mismo que había unas "mariquitas",simpáticas
que se apuntaban a todas las fies
tas,estaba Fra Polo,todo lo opues
to.
Saludos.

Eladio Osuna dijo...

Documentado y minucioso trabajo sobre un tema que para la mayoría de la juventud actual es increible.
Aquel maridaje ciudad-río se cortó y aun hoy es prácticamente inexistente. Fíjate los lustros que llevamos oyendo hablar del Club Naútico de Córdoba y con qué poble resultados.
Tengo en Flickr un par de fotos de la época cuyos enlaces son:

http://www.flickr.com/photos/eosunao/1017965260/
http://www.flickr.com/photos/eosunao/1192109667/

Y recuerdo que por l967-68 yo vivia en Fleming e iba con mis amigos Rafael y Marimilyn a bañarno a la playa que había justo en la curva donde ahora está el balcón del Guadalquivir -esa es una de las fotos- y tambien en un arenal que había entre los dos puentes -el Romano y el Nuevo-´justo a la altura de la Noria.
La otra foto ilustra los baños en unos de los molinos que citas y creo recordar que está tomada desde el Puente Romano.
En fin, dos testimonios apara tu magnífico trabajo

Laurentino dijo...

En primer lugar quisiera felicitarte por la entrada Manuel, muy completa como todas las tuyas.

Luego una duda que me surge cuando hablas del arroyo Pedroches y el topónimo "Burros Muertos". El caso es que leí en este magnífico artículo de los Anales de Arqueología sobre la red viaria histórica de Córdoba (http://helvia.uco.es/xmlui/bitstream/handle/10396/2709/4.11.pdf?sequence=1) algo de un puente desaparecido sobre dicho arroyo, en un paraje que denominan "Burriciegos". El puente lo identifica el autor como de origen romano, parte de la Via Augusta, e indicando que estaba a la altura del barrio de Cañero, en la Huerta de la Portada. ¿Es el mismo sitio? ¿sabes algo de este puente?

Y otra curiosidad. Yo también he estado en la alcantarilla esa que comentas por donde se metían los nadadores para salir la Cruz del Rastro. Eso sí, andando. Si uno va siguiendo la base del murallón (ahora evidentemente no, cuando baje el nivel de las aguas) a la altura de la Calle de la Feria puede uno acceder sin problemas a una especie de bóveda antigua, por donde no suelen pasar aguas fecales ya que sólo funciona como aliviadero cuando llueve mucho. Y mira qué casualidades de la vida que entre la basura arratrada que había allí me encontré con el Carnet de Conducir (ya algo descolorido) de un tal Barona, conocido de la calle Murcia.

No me enrollo más. Y de nuevo felicidades.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Eladio


Gracias por tu comentario y como siempre con la documentación de tus fotos.

Es lástima lo que comentas de lo mal aprovechado que está nuestro rio. Simplemente en el "Tablazo de las Damas" se habría podido hacer cualquier proyecto de diversión y ocio con sabor "barquero".

Al parecer lo único que han hecho es poner esa enorme VIGA OXIDADA, que es lo que parece ese puente, partiendo "EL TABLAZO POR LA MITAD"


Gracias Eladio.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Laurentino


Me acordé de ti cuando mencioné el término SOTO, pues ese paraje en donde nos bañabamos, era como una especie de DESNIVEL HACIA EL RIO, todo a base de arena.

Si se hubiera podido dar un corte en SECCIÓN, se hubiera visto una cota de lo menos DIEZ METROS DE ALTURA.

Para Vds. que os apasiona el AGUA, podría ser un indicio de algo que se oye por ahí de que el rio se cambió de cauce.

En cuanto al "Puente Burriciegos" ten en cuenta que él término este es más bien taurino. Pero para no defraudarte, yo recuerdo que por donde pasa actualmente la Avda. de Carlos III, en linea con la nave del Colchón Flex, había allá por los años (45-60), unos restos de muretes que con toda seguridad debieron formar parte de una estructura demolida.

Estos restos sobre el arroyo de Pedroches, estaban en la vertical de un camino que desde detrás de Lepanto (C/ Hnos. Juan Fernandez) y de forma paralela a la Avda. de Libia, desembocaba en el arroyo.

El camión que "derramó" los restos de jabón que aludo en LA CHOZA DEL COJO, llegó por ese camino y pasó el arroyo por esa zona.

Esos son los únicos datos que te puedo aportar.


Saludos

Anónimo dijo...

Manuel,en la playa que se formó en
el río,jugabamos unos partidillos
todas las tardes,en los que inter
venía,un señor del mólino,muy "ca
chas" él,que no sé si esel que tú indicas.Ese señor,por lo visto se
encargaba de buscar los ahogados,
que cada verano había,yo lo ví un
par de veces actuar,todo con mu
cho sigilo,para no escandalizar
a la gente.Una vez,recuerdo,que mantuvo agarrado del brazo a un ahogado,desde la barca,el cuerpo
del fallecido dentro del agua.
Los pocos que estabamos en la arena
porque ya anochecia,nos manteniamos
mirando la escena,al final vino el juez y arrastró el cadaver a la orilla,el juez hizo el trámite y
rápidamente se llevaron el cadaver.
La gente que paseaba por la Ribera,
que era mucha,no se percató de nada
Saludos

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben


El Sr. Caballero, al que cito, le decían familiarmente "EL MONDRAGA", este hombre era un super nadador y se conocía el rio como nadie.

Terminó regentando un bar que había en la calle del Potro con la Ribera enfrente del taller de los Radiadores Morgan.

En el libro de Solano Marquez, las Tarbernas de Córdoba, que citan en un buen comentario.


Saludos

Anónimo dijo...

A estas horas de la noche,en que organizo el trabajo para mañana,de vez en cuando me vienen imágenes
del pasado y antes de que se me ol
vide,la escribo aquí.
Manuel,antes de que apareciera la
famosa playa,un grupo de chicos,de
la parte de la Mezquita y yo nos bañabamos entre la escalera de las barcas y el molino,había bastante agua,pero lo importante es que sobresalía una enorme roca,con final cuadrado,que nos permetía
sentarnos a unos 4 o 5 chicos,to
mando el sol.De la roca,además,sal
tabamos al agua,todo aquello era
muy divertido,lo único que nos faltaba,para la felicidad completa
eran las hermanas de los chicos,pe
ro esa era la broma que nos gastabamos:"aquí podría estar tu
hermana","no,la tuya cabrón..."Y
así pasabamos la mañana,entre ri
sas,tacos y bromas pesadas.
Esa roca hoy día no existe
Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben


Las "escalerillas" de la Ribera han sido "testigo mudo" de muchas cosas que han pasado en Córdoba.

El libro que habla del crimen de la CALLE SAN PABLO, que no tiene nada que ver con el del Barbero, y que cita las "Escalerillas".

También como no recordar la gente que bajando por las escalerillas, solían pescar en LA BANQUETA.

El mismo "Paso de la barca" que se echa muchos de menos, porque nos dibujaba una estampa bucólica y sin prisas en este mundo acelerado.

Un día el incansable Pepin Moreno, bajó y subió varias veces a PIE COJITO, las escalerillas. De forma lógica aquello fue producto de una apuesta, que surgió en el Kiosco de la Ribera.

El policia "Pepillo Martinez" hijo del dueño del Kiosco, me lo contó en aquellos tiempos de Chabola en Cerro Muriano.

Por una razones u otras el Rio, se ha ido AISLANDO TOTALMENTE, de los cordobeses. El trio, barca, Kiosco y escalerillas, se echa mucho de menos.

Amigo Ben, animate a publlicar tus recuerdos, pues seran como palpar CORDOBA, con lo que ello significa en el amor a nuestra Ciudad.


Saludos

Manuel Estévez dijo...

Amigo Laurentino


En tu elegante comentario, como te suele ocurrir siempre, dajas unas bonitas incognitas.

Hablas del paraje en donde pudiera estar "EL PUENTE DE BURRICIEGOS".

Hablando con mi hermano Pepe, este
recuerda que allá por los años cincuenta, se metió con un tal Pepin, campo a través, siguiendo la linde del Arroyo de Pedroches, y la huerta de la Sardina.

Alli campo a través terminando cerca de la Plaza del Santuario de la Fuensanta. En el camino vieron un PUENTE DE UN SOLO OJO, que unos llamaban puente de la SARDINA.

Posiblemente al estar ubicado en la zona DENOMINADA BURRICIEGOS, es probable que a este puente se le llame tambien BURRICIEGOS.


Saludos

Laurentino dijo...

Mucgas gracias Manuel
Eres incasable, no hay dato o pista suelta que no rastrees. Vamos, ni Sherlock Holmes.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Laurentino


Gracias por tu comentario. Recuerda
que tieneS QUE PRODIGARTE UN POCO MAS.


Saludos

Unknown dijo...

Hola Manuel! Soy Ana Rey nieta d Manuel Rey Almoguera, el Chico fortuna, me ha encantado encontrar este relato sobre mi abuelo, aunq no me gusta nada la imagen d jugador, y según yo se pare de la historia no es verdad
Era una bellísima persona, y ayudaba a muchísima gente en Córdoba, y en este mes hace 20 años q se nos fue. Y yo lo recuerdo cada dia

Manuel Estévez dijo...

Estimada Ana:

A Manuel Rey Almoguera, le tuve yo un gran aprecio de siempre pues era un caballero. He dicho y lo mantengo que fue un hombre que gozó de fama de ser muy formal. En aquellos tiempos de posteriores a la guerra, el tuvo como tantos jóvenes buscarse la vida como fuera.

Lo de vender tabaco era muy normal entre la gente de su época, lo de dar dineros "prestados" también es verdad. Igualmente es verdad de que ayudó a mucha gente.

En cuanto a lo del juego, él era joven y gente con posibilidades, le dejaban el dinero para que el "les jugara" yo no presencié grandes partidas, pero si lo vi jugar en Casa Gamboa y en Casa Joaquín, y más de una vez mi padre intervino en aquellas partidas. En San Lorenzo, se jugaba mucho.

Estas partidas fueron en los años cincuenta y sesenta, cuando yo las vi luego posteriormente y que yo sepa se retiró de todo esto.

Estoy de acuerdo en que era una persona muy querida, y respetada. En su entierro que fue en San Lorenzo, aquello fue una tremenda manifestación de duelo. Don Antonio Gil Moreno, el cura que celebró su entierro, en su homilía, resaltó todas esa popularidad e incluso llegó a decir de que era como "El representante del barrio". Yo estuve en el entierro y puedo dar fe de ello.

Afortunadamente Pedrosa, vive enfrente de la Sociedad de Plateros y puede certificar lo que dijo.

La gente lo recordará como una persona importante del barrio, pero la historia no se puede mutilar.