martes, 8 de febrero de 2011

El dulce en la postguerra

En aquellos tiempos eran pocos los que tenían acceso a los manjares de los dulces. Había que esperar que llegaran unas Navidades para que se disfrutara de los pestiños o de los mantecados. En los días normales del año nos acercábamos al obrador de la Confitería “La Gloria”, que estaba en la calle Maria Auxiliadora, solamente para comprar, muy de vez en cuando, DOS REALES DE RECORTES. Por lo general esta “recaudación” era lo que se solía coger en cualquier bautizo, en donde casi te jugabas el físico lanzándote al suelo para intentar coger las “perras” que lanzaba el padrino al grito de “AQUÍ, ÁQUÍ…” Estas voces (y otras un poco más “verdes”) eran el reclamo para “estimular” al padrino para que echara cuantas más monedas mejor. Los “recortes” se compraban casi siempre en forma colectiva.

Por nuestra edad tuvimos la gran suerte de no tener que vivir la desgraciada guerra, pero sí tuvimos que sufrir la escasez y las dificultades que flotaban en el ambiente de aquellos barrios populares. Hablar de dulces eran palabras mayores, y hasta las confiterías estaban por lo general ubicadas fuera de aquellas zonas.

La mayoría de nosotros teníamos que conformarnos simplemente con los manjares que se expedían en aquellos puestos de arropías. Las “sultanas”, el regaliz, la “harina de algarroba”, y aquellos barquillos, finos y de colores del tamaño de un plato, que a poco que te descuidaras se los llevaba el aire. Esos eran todos nuestros dulces. Como caso excepcional, algunas veces nos tomábamos entre varios una gaseosa PIJUÁN de aquellas pequeñas de sansón que nos costaba CUATRO GORDAS. Como final de fiesta, a veces nos fumábamos unos cigarros de “mata-la-uva” que en paquetes de tres cigarros se nos ofrecían por UNA GORDA en todos los puestos de arropías.

La costumbre de merendar tampoco era muy habitual por aquellas épocas, si acaso un pedazo de pan con algo de aceite. A medida que fue pasando el tiempo fuimos evolucionando, y ya de vez en cuando nos daban una jícara de chocolate de “Hipólito Cabrera” que tenía su fábrica en el Valle de los Pedroches. También, una vez que otra, caía una torta “pujada” que nos costaba SEIS GORDAS. Otras veces cambiábamos la torta por el “negrito” que los hacían con una envoltura de chocolate, una poca crema… y aprovechando las tortas que sobraban del día anterior.

Algunas tardes, Rosario Pozo, una vecina, nos mandaba al horno de “doña Pepa” a por tortas de aceite. Allí estaba trabajando un amigo nuestro, Dámaso, que solía liar los palillos y siempre nos regalaba algunos. Dichos palillos los comíamos recreándonos en mirar a las cigüeñas que habitaban en la espadaña del Convento de Santa María de Gracia…

“CON EL CUATRO PERDIÓ”
Todavía recordamos a aquel hombrecillo que vivía por el Zumbacón, que con una pequeña ruleta que llevaba al hombro se correteaba los barrios en aquellas épocas. Cariñosamente le llamábamos “Con el cuatro perdió”. A pesar de su pequeña estatura era muy hábil con su ruleta (lógico, era su trabajo). Cada tirada costaba UNA PERRA GORDA, y el premio que te daba EN GORDAS coincidía con el número en donde se parara la ruleta. A puntos iguales ganaba él. Todos íbamos a buscar los premios gordos que estaban en las esquinas de aquel pequeño tinglado, pero él, con solo parar la ruleta hábilmente en “su lado”, nos ganaba siempre. De vez en cuando nos marcábamos alguno el premio mayor que eran SEIS REALES (unas 1,50 PESETAS). Con dicho premio solíamos comprarnos TRES MILOJAS, en una confitería que había en la calle Crucifijo, por la Magdalena.

EL PASTEL CORDOBÉS

Desde la Edad Media, ese sabor peculiar de pastel ya era propio de Córdoba. Existen bastantes documentos en el Archivo de Protocolos que nos hablan de contratos y trasiego de la clásica cidra, sobre todo por la zona de Trassierra. Como ejemplo adjuntamos un documento cualquiera de aquella época:

1475, mayo 29. Córdoba
Diego de Ahumada, jurado de la collación de Santa Maria, y vecino de la misma, por si y por sus hijos Alfonso y Pedro, arrienda a Pero Martinez Becerril, hijo de Pero Martinez Becerril, y a su mujer Constanza Ruiz, vecinos en la de San Pedro, la mitad de una heredad de huerta en el alcor de la Sierra en el pago de la Cosida, cuya otra mitad es de Gonzalo de Godoy, veinticuatro de Córdoba, más la mitad de un pedazo de olivar en el mismo sitio durante cuatro años por 10.000 mrs., 200 granadas dulces para colgar, 30 libras de azahar y media carga de naranjas, limón, lima y fruta de cidra de renta anual.
APCo.-Oficio 14. n. 8-42.”

Recuerdo que cuando hicimos la Primera Comunión, en el Colegio Salesiano, nos ofrecieron un desayuno a base de una taza de chocolate, algunas galletas de vainilla y como colofón estrella un “Manolete”. Aquello para nosotros fue como tocar el cielo. Por aquellas fechas ni había convites ni nada por estilo. A la hora de servirnos aquel desayuno hubo alguien que comentó que “aquello” que nos habían puesto era UN MANOLETE, una forma en pequeño del Pastel Cordobés. Para nosotros, que a los únicos dulces que teníamos acceso eran “los recortes”, las “milojas”, las “tortas” o los “currucos”, el que nos obsequiaran con un pastel de aquellos fue una sensación que jamás se nos pudo olvidar. Luego, con el tiempo, por el libro escrito por Don José Díaz Cotán sobre la Obra Salesiana en Córdoba, nos pudimos enterar que aquellos “pequeños desayunos” y hasta el coste del comedor de los gratuitos durante bastantes cursos los pagaba religiosamente todos los meses Don Baldomero Moreno Espino...

Vicente Soler Botella
era un simpático confitero de San Lorenzo. Tenía su casa-obrador en plena calle Montero, enfrente de la Taberna “el Pancho”. Un verano y sentado en los veladores de verano en compañía de Rafael García Repullo, “El Tinte”, nos habló de muchas cosas, entre ellas del origen del Pastel Cordobés.

“Es un pastel -nos dijo, muy clásico y original, a base de hoja y con un ingrediente fundamental como es la cidra o cabello de ángel que lleva en su interior. Ese manjar (cidra) se daba con mucha frecuencia, aunque en plan local, en la zona de Trassierra, y se trasladó a Córdoba la costumbre de su uso ya a últimos del Siglo XIX.

Mi padre- continuó Vicente, al que llamaban “El Confitero Cateto”, trabajaba en la “CONFITERIA MIRITA”, que estaba en la calle Concepción. Allí “El Cateto” y otros compañeros decidieron hacer un pastel grande, redondo, en sustitución de las “cuñas” y “cortadillos” con cidra. Así nació el Pastel Cordobés.

No obstante, fue la “Confitería La Perla” quien primero lo incorporó a su gama de pasteles en serie, junto a los “bizcochos” y “hojaldres” históricos. Pero con todo ello, fue la Confitería "San Rafael" (en Santa María de Gracia) quien definitivamente lo popularizó en consonancia con la festividad de San Rafael. Y fue en su “sucursal” de Juan Rufo, que quizás por estar rodeada de bastantes peñas y bares clásicos, lo lanzó a la popularidad por toda Córdoba.”

Me contaba el otro día Enrique “El Vela” (82 años), cliente asiduo del famoso “89 del Realejo”, que todos los años por la festividad de San Rafael, Miguelito Navajas, enviaba un Pastel Cordobés a Nueva York, nada más y nada menos que a Don Eloy Vaquero Cantillo, el famoso “Zapatones”, alcalde republicano de Córdoba. Su padre Miguel, el conocido empresario “Navajitas”, pintor de la calle Abéjar, es el que le pedía a su hijo que le mandara dicho Pastel al que fue su gran amigo y compañero de ideología republicana. “Navajitas” y “Zapatones” fueron grandes amigos, y coincidieron mucho, mientras Don Eloy, vivió y fue director de la Escuela Obrera del Arroyo de San Lorenzo.

Con el tiempo, el Pastel Cordobés se hizo famoso entre la gente del toro. Nos contó en una ocasión Juan Sánchez Romero (Medalla del Trabajo), que durante su vida laboral en el Matadero Municipal conoció a un matarife-subalterno-puntillero, llamado Antonio Yáñez Saco, que tenía buena relación con el gran Joselito El Gallo, y éste, cada vez que pasaba o venía por Córdoba, le pedía que le llevara un Pastel Cordobés a la Estación. Este puntillero se hizo famoso, pues actuando de subalterno en Valencia, le hicieron dar una vuelta al ruedo, por la oportuna puntilla que dio a un toro que se escapaba del resto de la cuadrilla.

EL PASTEL “MANOLETE”



En el año 1944, Don José Delgado, el dueño de la Confitería San Rafael, dio nombre al pastel “El Manolete”, cuya historia es curiosa. El gran torero era cliente asiduo de esta confitería y su Pastel Cordobés en la calle de Juan Rufo, y ya había probado un sabor similar de este pastel (Chilacayote) en México. Así que le expresó a José Delgado su idea de llevarse una docena de porciones de Pastel Cordobés y tener un detalle con sus amigos mexicanos. El confitero, en atención al famoso torero, y respetando el mismo sabor, lo elaboró en unidades más pequeñas de lo habitual, para una mejor conservación durante el largo viaje a América. Y a esta unidad, redonda y más manejable, le puso por nombre “MANOLETE”, como homenaje a su ilustre cliente.

EL PASTEL EN LA POLÍTICA DE CORDOBASiempre que nos tienen que dar cualquier dato de paro, o las cotizaciones a la Seguridad Socia, los datos nos los suelen ofrecer en gráficos de barras, que a ojos del profano son más fáciles de comprender. Curiosamente, siempre que nos quieren explicar gráficamente como ha quedado el hemiciclo del Parlamento, después de unas Elecciones nos los presentan en FORMA DE PASTEL. A cada formación política se le asigna UNA CUÑA DE DICHO PASTEL (¿metáfora justiciera?).

A nivel municipal, este “Pastel” se ha complicado con la irrupción del imprevisible “SANDOKÁN”, (en principio) candidato a la Alcaldía de Córdoba. Bien es verdad que parece que lo ha hecho con menos fuerza que cuando se presentó por primera vez a la presidencia del Córdoba Club de Fútbol. Y no es que el cargo de Alcalde sea menos importante. Es que las circunstancias económicas no están como en aquella época, y menos aún para tirar cohetes. Pero la verdad sea dicha, la aparición del presunto hombre de la operación “Malaya” ha roto de momento algunas expectativas. En el “pasteleo” de la política todo es posible, y ya se oyen por ahí comentarios, incluso provenientes de antiguos Concejales del Ayuntamiento, de que este hombre todo lo que hace está en función de su “SUPUESTA MULTA POR LAS NAVES”, que necesita una posición dominante para negociar lo que se pueda negociar. Algunos hablan de que en el supuesto de llegar a “algún acuerdo” podía contemplarse incluso la retirada de su candidatura. Yo por mi parte, conociendo a Rafael Gómez, digo que eso es totalmente improbable, ya que este hombre, si tiene algo que le define en su vida, es que “ARRIMA EL HOMBRO”, aunque se caiga.

EL PASTEL EN LA POLÍTICA NACIONAL
Cualquiera que pase por la noche por el portalón de San Lorenzo podrá observar el “tinglado”, con cama incluida, QUE PONE UN CIUDADANO en la misma puerta de la Iglesia. Allí se puede ver la cama, con almohada, y una bicicleta Orbea por mesilla de noche. También un simpático perro tiene su pequeño alojamiento. Contrasta este cuadro con la famosa cúpula de BARCELÓ, cúpula que la Alianza de Civilizaciones donó al palacio de las naciones de Ginebra, ciudad en donde posiblemente se refugian en SUS ENTIDADES BANCARIAS muchos dineros que los dictadores y caciques del mundo roban a sus pueblos y aquí los acumulan en unas cuentas que tenían que ser la vergüenza de la humanidad.

No cabe duda, de que esta cúpula es el frenesí de una clase política que no piensa nada más que en GASTAR, GASTAR, y GASTAR. Total, el dinero no es suyo. Para ellos solamente hacen falta motivos.

El pasteleo entre los políticos y la mala administración están dejando a los trabajadores de este país sin medios ni para adquirir UN “MANOLETE”, versión sencilla y popular del PASTEL CORDOBES. Volvemos para atrás.

Tan mal estarán las cuentas, y habrá que hilar tan fino, que las empresas en sus balances e inventarios están viendo todo con lupa. Llama la atención un bar céntrico de Córdoba que lleva quince días cerrado POR INVENTARIO (¿?). ¿Qué es lo que tanto revisan? La lógica quizás sea aplastante: será un caso más de esa cascada de negocios que tienen que cerrar porque no hay posibilidades algunas de poder repartirse el “pastel” de la Hostelería de Córdoba.

Puestos a cerrar negocios, ya están cerrando hasta los mismos “chinos”, que ya es mucho decir. Menos mal que en el Senado todos nuestros representantes podrán ejercer su ALTA POLÍTICA de PASTELEO hablando en el idioma que le pide el partido que un día les incluyó en sus listas.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupenda tu labor como investiga
dor,Manuel.Muchas gracias,la fecha
que me das,de la visita de Cantin
flas,creo que es la correcta,yo
calculaba que tendría unos 16 años,
por lo tanto se ajusta a la fecha
del 19-9-61.
Por otro lado,"los negritos",eran
una delicia,grandes,jugosos.
Para mi los Manoletes preferidos,
son los del horno de San Pedro,los
compro a veces de la calle Sevilla,
muy tempranito,antes de ponerme a
trabajar.
Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben


Afortunadamente he contado con la ayuda inestimable de Fco. Bravo, gran aficionado a los toros y más aún a las cosas de Córdoba.

En cuanto a los "Negritos", si están buenos los del Horno de San Pedro, de ahora, imaginate como "estaban" los de los años 50. Era el bocado más apetecible y barato que teníamos ante nosotros.


Saludos





Aquello era una delicia

Laurentino dijo...

Muy interesante la explicación del origen del "manolete. Es la típica cosa que uno no encuentra en ningún libro y sólo queda en la tradición oral.

Y aunque presumo de mi tierra... lo siento, no me gusta nada el "pastel cordobés". La cidra la tengo atravesada, qué le vamos a hacer...

Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Laurentino


Gracias por tu comentario. Incluso comparto tus gustos, aunque me da
la impresión de que debes de ser
bastante joven.

La verdad es que a nosotros los de más edad "nunca tuvimos hábito" de comerlo por razones obvias.


Saludos

Anónimo dijo...

Desliarlo,en ese papel de confite
ría,suave al tacto.Ir viéndolo poco a poco,con sus cristalitos
de blanca azucar,para fijarte en
su trenzado por donde se agarra con
delicadeza,abres la boca e inmedia
tamente comienzas el beso,hincan
do los dientes,con suavidad,pene
trando en su intimidad,primero las
mil hojas,bien horneadas y super
puestas una encima de la otra,para
llegar a su parte intima,dulce,ju
gosa,delicada.Es el momento de que
la lengua busque los gustos,dulce y
astringente a la vez.
Ahora comienza,la verdadera degus
tación,moviendo,mezclando,sabores y gustos,hasta llegar el final.
Y si se acompaña,con copita de Ma
chaquito,pareja torera sublime.
Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben


Con tu explendido amor a las cosas de Córdoba, has dado lugar a lo que se puede considerar "RECREAR UNA ESCENA", con el mismo nivel de ansiedad, que se dió en aquella pelicula de "SOLO ANTE EL PELIGRO"

En aquella pelicula "LA LENTITUD DEL RELOJ", fue fundamental para que los criticos dieran el OSCAR.

la lentitud en como vas desliando el dulce se asemeja a aquella y recordada escena épica.

Ya lo sabes amigo Ben, tu opinión ha dado lugar a un comentario con Oscar incluido.


Saludos y enhorabuena

Mª Jesús - El Fogón Ilustrado dijo...

Buscando información acerca del Pastelón Cordobés he topado con su página web y con este maravilloso post que me ha dejado gratamente impresionada.
Le ruego me permita nombrarle y citar su articulo en mi blog, a la vez que dejo mi receta de este exquisito pastel, ua que a nosotros nos encanta el Hojaldre y la Cidra.
Espero su respuesta y de paso le invito a pasar por mi blog.
Un saludo
Mª Jesús Trébol

Toñi Sánchez "Mi Cocina" dijo...

Al igual que en el comentario anterior, buscando el origen y la historia de éste maravilloso y delicioso pastel, he dado con su blog, con su estupendo blog todo hay que decirlo...Si me lo permite, en mi próxima entrada "usaré" parte de éste texto nombrándole y poniendo el enlace correspondiente.
Muchisimas gracias!!!!!