jueves, 2 de septiembre de 2021


 

EN LA PRESENTACIÓN DE UN LIBRO...

Buenas tardes a todos. Ustedes me perdonaran si en primer lugar agradezco la presencia de mis familiares, pues sinceramente tenía un gran miedo escénico, a que pudieran asistir muy pocas personas a esta presentación.

Y mi miedo claro está, nunca sería por extrañar para nada este maravilloso edificio de la Catedral de Córdoba, del que puedo decir que asistí muchos domingos a la Santa Misa, y además ya desde pequeño lo solíamos visitar pidiendo para las misiones.

No obstante el editor me animó y quizás me tranquilizó al recordar que en una ocasión acudí a una presentación en compañía de don Manuel Nieto, y para nuestra sorpresa, solo estuvimos las personas que se pudieron contar con los dedos de una mano.

Doy las gracias sinceramente al Cabildo de la Catedral de Córdoba, en la persona de don Manuel Pérez Moya, que una vez más y como en tantas ocasiones ha sabido apostar por la cultura de Córdoba, al hacer posible esta  pequeña publicación.También doy las gracias a este joven arquitecto, Sebastián Herrero. Su valía, vocación y estilo dará una luz clara muy parecida a la luminosidad del tipo "LED", que será  muy importante para llegar  a comprender más y mejor este singular edificio de la Mezquita-Catedral de Córdoba. Con su presencia aquí, he tenido la enorme satisfacción de poder reunir a dos antiguos compañeros del Colegio Salesiano, como son Sebastián Herrero y mi hijo Manolo, autor de la introducción de este  pequeño libro.

MIS RECUERDOS

A la hora de publicar este pequeño libro, quiero recordar con mucho cariño a don Antonio Quesada Santiago, el primer maestro que tuve en aquel entrañable Colegio "Hermanos López Diéguez" de Córdoba. El me enseñó lo importante que era saber leer y escribir, y además siempre nos animó a que anotásemos nuestras vivencias del día a día, cuaderno que él guardaba celosamente en aquél mueble que estaba casi loco por derrumbarse.

Pero también quiero tener un gran recuerdo de mi amigo y compañero Francisco Carrasco Heredia, poeta muy interesante, y que a mi me conquistó, por su pequeño libro "Los Arroyos de Córdoba", en donde nos describe con una exquisita prosa, todo el paisaje que recorren los distintos arroyos, en su caminar por la sierra de Córdoba hasta llegar al Guadalquivir, nos relata y nos recuerda toda clase de plantas con su olor y belleza. También nos trae en esos recuerdos a algunos de sus compañeros de fábrica, que le acompañaron en aquella bonita tarea de buscar el origen de nuestros arroyos, como no mencionar a Bernardo Romero, Rodrigo Cebrián, Rafael Ruiz, Baltasar Trillo, Rafael Parras, Rafael Alejandre entre otros.

También quiero mencionar a mi compañero Andrés Galán Castilla, que fue el hombre que supo darme el gran salto a la cultura y al amor por Córdoba, porque durante más de 35 años, me vendió toda clase de libros, revistas y sellos de correos que hablaban de Córdoba y sus personajes.

"LA CÓRDOBA QUE SE NOS FUE"

En cuanto al "Título del Libro" me lo sugirió quizás sin querer el mismo Pablo García Baena. Yo conocía a Pablo desde que empezó a frecuentar la Iglesia de San Lorenzo por su relación con la Hermandad del Remedio de Ánimas. y en esa época todos los chiquillos del barrio aspirábamos a vestirnos de monaguillos y a subir a la torre.

Recuerdo haber acompañado a Pablo, con otro chico más, llevando unos candelabros, al desaparecido Convento de Santa María de Gracia, que era en donde la Hermandad de Ánimas solía guardar algunos atributos de la cofradía.

Al llegar al Convento se presentó Pablo por el "torno" y enseguida abrieron la puerta del Convento. Una vez en el interior nos acompañó una monja que debería ser la superiora, y que cojeaba levemente de un pie. Iba delante de nosotros con Pablo y tocando de vez en cuando una campanilla, seguramente para advertir a las monjas que se adentraran en su clausura.

Al pasar por un patio que existía a la izquierda, Pablo le comentaría algo de aquellos macetones que abundaban en el patio y que en su mayoría estaban algo rotos o reparados con lañas. A lo que la superiora le contestó: "Los franceses, Pablo, los franceses..." En clara alusión a los abusos y desmanes que cometieron los franceses en aquél mes de junio de 1808.

Al fin llegamos a una especie de trastero en donde pudimos ver más cosas de la Hermandad y allí soltamos los candelabros.

Posteriormente y en el año 2009 quise escribir un pequeño relato sobre el desaparecido Convento de Santa María de Gracia, y al cruzarme un día con Pablo en la Iglesia de los Dolores, le felicité por la publicación de su precioso libro titulado "CÓRDOBA", y el me contestó que se trataba de rememorar la "Córdoba que a todos se nos fue".

Y ya de paso aproveché la ocasión para preguntarle por el nombre de aquella monja que iba tocando la campanilla en el Convento de Santa María de Gracia, pues la quería citar en el pequeño relato que estaba escribiendo. Y el me contestó: 

Manolo. me preguntas cosas que también ya pertenecen a la "Córdoba que te he dicho que se nos fue", y te tengo que decir que yo no me acuerdo del nombre de aquella madre, pero eso es igual. Tú le pones "Sor Cielo, Sor Estrella", o cualquier otro nombre que suene a monja, porque lo importante es el hecho, y no los nombres.

AQUEL OLOR A PIMIENTOS FRITOS...

Años después y al escribir algo sobre la Hermandad del Remedio de Ánimas, quise mencionar a don Luis Reyes Muñoz, el gitano de la calle Manchado, un hombre muy bondadoso al que los monaguillos lo esperábamos todos los domingos en la Misa de Once, para encender las dos velas que siempre traía. Una para la Virgen de los Remedios y otra para el Cristo de Ánimas y siempre nos daba una pesetas de papel de aquellas que venía la "Dama de Elche".

Además este hombre debía portarse muy bien con la Hermandad de Ánimas pues quiero recordar que en el año 1952-53, lo sentaron en la mesa que presidía el quinario, y nosotros los que salíamos a pedir por todas las bancas, pudimos comprobar que este hombre era muy esplendido. Concretamente a mi me tocó pedir por el lateral en donde estaba él y recuerdo que fue la sensación de casi todos pues llegó a echar un billete de 100 pesetas, y recuerdo que dijo: "Para el aceite"..

Y sobre aquella expresión "Para el aceite" le quise preguntar a Pablo  y el me dijo. Creo que me estas hablando del "Quinario del Pimiento". Y entonces me recordó:

En aquellos primeros años de Quinario (1950), nosotros quisimos adornar el altar del señor con luminarias, de mariposas, fue una idea de Rafael Cantueso, y que se trataba de "velillas" de aquellas que la época de la Festividad de todos Santos, se solían poner en las casas, en recuerdo de los difuntos. Rafael Cantueso, se buscó la posibilidad de las tulipas que le facilitaron en la fábrica del gas de La Fuensanta, y decorando a un vaso que contenía el aceite, la tulipa brillaba con luz propia dan do un gran realce a aquél altar que marcó una época en los quinarios del Cristo del Remedio de Ánimas.

Sin duda aquél fue un "Quinario",  que por lo que fuera algún aceite del que se rellenaron las lamparitas debió ser aceite frito, ya que el olor a "pimiento frito" se notaba por toda la Iglesia. Rafael Cantueso Cárdenas, afanado en encender su más de doscientas tulipas, de cerca, no se percató de aquél olor, y sería cuando entramos algunos hermanos más, cuando el señor de la Torre, hermano mayor de la Hermandad, quizás por su baja estatura percibió mejor que nadie el olor a "pimiento frito" que había en toda la Iglesia.

Aquel día, ya con la hora del Quinario encima, no dio tiempo a cambiar el aceite de aquellas lamparillas, y por eso don Luis Reyes, que oía lo que decían los hermanos que ocupaban de aquella presidencia del Quinario, echaría sus 100 pesetas para el cambio de aceite.

Rafael Cantueso, lamentó que en aquella "campaña" de aceite para el quinario, que hizo la Hermandad del Remedio de Ánimas, hubiera aceptado el aceite de Brígida, la buena mujer de la Pensión "El Carmen" que entregó una buena cantidad de aceite para las lamparillas.

 

Continuará...

 

2 comentarios:

catalino dijo...

Muy interesante. Luis Reyes era de la familia de "los cominos",no se el por qué, pero así les decían, todos excelentes personas y muy devotas.
Saludos desde Barcelona.

Leo dijo...

Gratos recuerdos, creo recordar algo de lo escrito.