Letra de “Peloteo”, es la terminología que se le da a las letras que el Librado emite sin que medie ninguna transacción comercial que la origine, sino con la única intención de obtener una financiación mediante el descuento de la misma. En definitiva estas letras son documentos fraudulentos, que se utilizan para conseguir un dinero rápido.
Estas operaciones irregulares y sancionadas por el Código de Mercantil, son tan antiguas como la misma letra de cambio. En el manejo de letras en general han existido personas que las tiraban al aire y estas caían de canto.
Al principio de los años setenta, allá por la Calle Platero Pedro de Bares de la capital, había un taller de cerrajería propiedad de un gran profesional. Allí se dieron cita un puñado de excelentes profesionales, entre los que destacaban los hermanos Antonio y Florencio Ruz Castillero. Contrastaba la calidad profesional y humana de estos trabajadores, con el bullicio de letras de “Peloteo”, que se daban en torno o en las proximidades de dicho taller. El centro de gravedad de este “Peloteo”, según parece era “Manolón” el de las cabras, dueño del local que ocupaba el taller, además de otras propiedades cercanas. Este hombre sacaba las letras del bolsillo, como el que sacaba un pañuelo, y suspiraba graciosamente por buscar un “librador” para que le negociara aquella letra. Era hombre de elevada altura y buen porte tirando a bonachón. Se sentía empequeñecido ante la imposibilidad de atender las deudas que le llovían por todos los lados, especialmente del Banco de Bilbao.
Como hemos dicho “Manolon”, posiblemente en el tramo final de la vida, se quejaba continuamente de que no trabajaba nada más que para el banco, pues le cobraba unos intereses del 28%, por cualquier ampliación o negociación, apoyándose en que tenía mucha edad.
El jefe de Crédito del entonces Banco Bilbao (Oficina Central) Ubicado en la calle Morería, frente al Mercantil, realizó una operación según el banco “magistral”, pues viendo que el citado “Manolon”, era incapaz de pagar la deuda atrasada que tenía con el banco, hicieron un “peloteo” entre el banco, el arrendatario (dueño del taller) y el citado “Manolon”. La solución fue, que al bueno y llorón tratante de cabras, le facilitaron dinero "simbólico" para pagar la deuda, a costa de vender su nave, pasando ésta, al arrendatario que era bastante más joven. Todo fue una operación de papeles, pero hábilmente pasaron la deuda de un hombre viejo que no tenía perspectiva de pagarla a otro que era bastante más joven y además tenía un taller en pleno funcionamiento. El Banco, hábilmente se cobró de lo que le adeudaba el cabrero, dejando a este sin nave. Al poco tiempo murió el pobre “Manolon”, al que previamente habían dejado “pegado a la pared” y sin cabras. El patrimonio de este hombre se vino abajo nada más que pagando los enormes intereses de tantas letras de “Peloteo” como había puesto en circulación, en su época de mala racha que acompañó a su última vejez. De esta irregular práctica se aprovecharon casi todos los que visitaban dicho taller. Curiosamente el más experto en estos menesteres, era un antiguo militante de las juventudes libertarias, que dominaba el oficio de dedicarse por la zona de Platero de Bares, a dar dineros al “cordelillo”.
Indudablemente las situaciones que obligaban a estos pequeños empresarios a recurrir a la “salvadora” letra de “Peloteo”, no era otra que la falta de liquidez, como consecuencia de la falta de rentabilidad de los trabajos que tenían entre manos. Por aquellos tiempos los talleres de cerrajería, se vieron afectados de forma muy dura, por la crisis de la guerra del Yon Kipur (1973). Por esta crisis, las empresas iniciaron un recorrido a ninguna parte, en donde fueron “absorbidas” prácticamente por las empresas constructoras. Lo que significó para la gran mayoría de esta empresas trabajar al precio que les ofrecía “El jefe constructor”.
La empresa que en Córdoba, jugó de forma mas descarada con los talleres de cerrajería, fue la Famosa y Laureada Noriega S.A., esta empresa, siguiendo las directrices que un día marcó su gerente el simpático “pata cabra”, puso de forma reiterada en práctica la OPERACIÓN CUADRANTE.
La empresa te entregada los planos y las memorias y te decían: “AFINA EL LÁPIZ”. Con estos criterios el bueno de Paco el “Madriles”, dueño de Unión Cerrajera Cordobesa, te decía: “Este presupuesto hay que estudiarlo lo más justo posible, necesitamos hacer el trabajo”. A esa tarea nos entregábamos, revisando costes partida por partida. Se valoraban materiales, accesorios, mano de obra, imprevistos, y beneficio. Antes de darle forma definitiva al presupuesto, se le entregaba al dueño del taller, para que él, diera su opinión final. Una vez que estaban aceptados los criterios del presupuesto se pasaba a limpio, acompañándolo de la mejor presentación.
Cuando entregabas el presupuesto en Noriega, solían decirte: “FENÓMENO, pues ya contestaremos dentro de unos días. Efectivamente, a la semana siguiente o cosa así, llamaban al dueño del taller para que se personara por la oficina.
Al día siguiente cuando le preguntabas al dueño que es lo que le habían contestado, en torno al presupuesto, este te decía: “NADA, ME HAN DICHO QUE ELLOS QUIEREN QUE NOSOTROS LE HAGAMOS EL TRABAJO, PERO QUE TENEMOS QUE HACERLO AL PRECIO DEL CUADRANTE MÁS BARATO”. El dueño, el pobre “Madriles”, te decía esto con una pena que le salía del alma. Al final, las obligaciones de pago, los seguros sociales y los sueldos, le obligaban a coger un trabajo que muchas veces no cubría ni costes.
“LA OPERACIÓN CUADRANTE ”, una institución al parecer creada por el famoso “pata cabra”, consistía en que esta empresa, pedía cuatro o cinco presupuestos, de la obra en cuestión. Entre los elegidos había empresas serias y capaces, pero también te incluían una o dos de estas que ellos mismos llamaban “suicidas”. Y al hacer el CUADRANTE, te comparaban tu precio con el del “suicida”, hasta el punto que este era el referente como precio para la ejecución. A veces el “suicida” se diferenciaba entre un 30 ó 35% más barato que el tuyo. Este trabajo de zapa y estafa lo realizaba Noriega, con unos Jefes de Obra, que parecían “escogidos” a propósito con técnicos como “El Caples” o “El Largo”. Estos Sres. Cumpliendo con los dictados de su empresa, y quizás sin que fuera su intención, arruinaron a muchos talleres del sector.
Evidentemente, no todas las empresas eran de la misma forma de proceder, aunque en la mayoría, los talantes eran parecidos. Otra táctica de abuso en muchas empresas, era la conformación de la factura.
PLAZOS DE VENCIMIENTO
Había una empresa que era FOMENTO DE OBRAS, que después de obligarte a trabajar a 180 días, (Obra Merca-córdoba), te veías negro para que te conformaran la factura. Tú la mandabas a Origen como te decían ellos, y la entregabas en tiempo y plazo en sus oficinas. Llamabas y llamabas, preguntando por la factura y su conformación, y una voz un tanto rutinaria te contestaba: “ESTA TODAVÍA SIN CONFORMAR”. Por fatiga esperabas otra semana y te decían “HOY LA VA A REVISAR EL JEFE DE OBRA”, llamabas a los dos días y de nuevo te decían: “SE HA APRECIADO UN ERROR NUMÉRICO”, tenéis que venir a por la factura y corregirla.
Se iba a por ella, y se corregía el pequeño error. Se volvía a mandar. Entre unas cosas y otras desde que se hizo la factura solía pasar un mes más como mínimo. De esta forma en vez de pagarte a 180 días, lo hacían en la práctica a 210 días. Trabajar con esta empresa, constituía una permanente ruina en gastos de negociación. Otra empresa que a lo mejor sin querer hundió a muchos, por ruina de los gastos bancarios.
TAMBIÉN LOS GRANDES HACEN PELOTEO
Finalmente contaremos la anécdota que el otro día me recordó “El Madriles”, Se estaba trabajando con una de las empresas más importantes de Córdoba, era el año 1982, y se estaba construyendo toda la margen derecha de la Avenida de Carlos III. Eran Bloques y Bloques.
La empresa en cuestión ubicaba sus oficinas centrales en la Calle Cruz Conde. Un día me dice el dueño del taller: “Manolo hay que hacer la factura definitiva de la “OBRA LUCAS VALDEZ”. Esta obra recopilaba toda la cerrajería de una serie de bloques que se encontraban en dicha calle. Hecha la factura, me dice el dueño que llame a la empresa (había cambiado de Razón Social), para ver la domiciliación correcta de la letra. Nada más hacer la llamada, un señor con la voz un tanto grave me contesta: “UN MOMENTO QUE LE PONGO CON ADMINISTRACIÓN”, al conectar con el empleado de Administración este me dice: “¿DE CUANTO ES EL IMPORTE?”, yo le contesté: DOS MILLONES Y MEDIO DE PESETAS”, entonces el me dijo: “ME HA DICHO EL JEFE QUE HAGAN VDS. LA LETRA POR CINCO MILLONES DE PESETAS”, perdón, le dije, yo no estoy autorizado a hacer eso. Entonces, este hombre un poco contrariado, me dijo: “PÓNGAME VD. CON PACO LOSADA”. Se puso al teléfono Paco, y al poco rato me dijo. “VAMOS A HACER LA LETRA POR CINCO MILLONES, ES QUE HAN COMPRADO UNA FINCA POR UN PUEBLO DE LA SIERRA Y NECESITAN LIQUIDEZ”. No hace falta decir que este fue un ejemplo de letra de “Peloteo”.
Factura 0123/82
Obra: Lucas Valdez
Banco Bilbao, Oficina Ronda de los Tejares
1 comentario:
Amigo Eduardo
Manolon de "las cabras", murió hace bastantes años.
No conozco en el importe en el que el Hispano Americano, de entonces
hizo la operación.
En cuanto al pueblo de la Sierra, que cito al final es Torrecampo.
Gracias por tu correo
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