miércoles, 1 de septiembre de 2010

Los olvidados "carreros" de Córdoba

Durante la Edad Media la basura era depositada en fosos o arrojada directamente sobre la calle. Los residuos estaban compuestos en su gran mayoría por materia orgánica, por lo que su descomposición causaba fuertes olores, y además propiciaban la concentración de roedores y mosquitos, vehículo importante de enfermedades. Así, no es de extrañar que la aparición de la “Peste Negra”, transmitida por roedores, provocase la muerte de una gran parte de los habitantes de Europa durante el siglo XIV.

Esta dantesca situación obligó a tomar las primeras medidas sanitarias a nivel urbano. En las ciudades más avanzadas se pensó en la construcción de sistemas de almacenamiento y destrucción de estos restos orgánicos, así como en planes masivos de desratización. Pero estas iniciativas eran minoritarias, cada país o ciudad iba a un ritmo diferente, y además sus resultados eran aún poco efectivos. Con la llegada de la época de la Industrialización, a este panorama se le vino a unir otros focos de residuos, las fábricas, que además los generaban a gran escala. Y prácticamente se llega hasta el siglo XX con el problema latente y sin solucionar de la basura urbana.

¿Y en qué situación se encontraba Córdoba? Pues hemos indagado en documentos para ver la existencia o no de gremios de basureros durante la Edad Media… y no aparece nada por ningún sitio, aparte de ordenanzas del Concejo sobre prohibiciones de arrojar agua por la ventana, crear muladares, etc. (y además una cosa era la norma escrita y otra lo que hacía la gente) . Había gremios de” calceteros”, “cordoneros”, “cañeros” “zapateros”, etc., pero nada organizado para la gestión de la basura.

Y es que este sector de los “carreros” como se le llamaba en Córdoba en los años 1940-1960, y aún siguen llamado así muchos cordobeses, nunca ha merecido, al parecer, la pluma ni la jurisprudencia de nadie. Hoy vemos las calles de Córdoba con un puñado de nombres en su callejero que, a buen seguro, si alguno de los “callejeados” titulares pudiera resucitar y ver “su placa” sería el primero en considerar a esta ciudad “boba”, al adjudicarle su nombre a una calle, cuando ellos mismos eran conscientes de que en su vida activa jamás pegaron “un palo al agua” por la sociedad, y que sólo la dinámica y la demagogia de los partidos (de todo signo), les había convertido en “héroes”. Incluso, algunos tienen su “historial” en las Estadísticas del Aranzadi.

Sin entrar a discutir los méritos o no de este callejero, que sobre filias y fobias cada uno es soberano, sí tenemos que decir que lo mismo que hay calles dedicadas a los piconeros, plateros, delineantes, bataneros, lineros, tipógrafos, tundidores, etc. no hay ninguna calle dedicada a los humildes “carreros”, aquellas personas que con el sudor de nuestros residuos muchas veces cayéndole por el rostro nos retiraban todos los días “la porquería”; que la sacaban de nuestros patios y de nuestras casas, sin rechistar, trabajando por el nivel salarial más posiblemente más bajo que había por aquellos tiempos.

Diariamente solían entrar a media mañana al corral o patios de nuestras casas de vecinos, y solos, sin la ayuda de nadie, volcaban el “cajón común” de la basura en su espuerta de esparto; luego, haciendo una “cabriola importante”, se la colocaban sobre la cabeza. En aquella espuerta podía ir de todo: pañitos higiénicos, restos de cualquier comida echada a perder, y hasta un gato o perro muerto. Todo lo cargaban sin rechistar lo más mínimo hasta que lo volcaban en su pequeño carruaje, aparcado en la puerta de la casa. Testigo de todo ello, el mulo encargado de tirar del conjunto. Trabajaban durante toda la semana, sin guantes, sin ropa de uniforme y sin calzado adecuado ni de protección. Y lógicamente sin cobrar complementos por tóxicos, penosos y peligrosos. Por supuesto, tampoco disponían de días de permiso por “asuntos propios”.

Foto de un carrero retirando la basura.

EL ENTORNO DE LOS CARREROS

Estos trabajadores vivían en barrios generalmente marginales: Zumbacón, Camino de Lope García, etc. e incluso algunos, en plan más “liberal”, ocupaban el mejor “ojo de cualquier puente” que estuviese libre, al que solían dar la decoración que a ellos se le ocurría. Había algunos casos, no obstante, como la saga de los ”Papas”, los “Sabariego” y los “Yáñez” que solían vivir dentro del casco viejo o sus inmediaciones, bien en las “Costanillas” o en el Cerro de la Golondrina. También en la calle el Cárcamo, en casa de la “Gonzala”, cerca de la Peña de los “Marcelinos”, vivían tres generaciones de estos simpáticos “carreros”. En cualquier caso, barrios y hogares muy modestos.

En San Lorenzo y en pleno Arroyo de San Rafael, enfrente del garaje de Tomás, vivía otra familia, padre e hijo, que se dedicaban a este servicial trabajo, dándose la circunstancia de que estaban emparentados con la mayoría de los miembros de este colectivo de trabajadores en Córdoba. En el Arroyo de San Rafael vivía Pedro, que además de servir a todos los cordobeses realizando este trabajo, también puso su vida al servicio de España en el conflicto de Sidi-Ifni (1957). Su escuadrón paracaidista de la Legión fue atacado de forma inmisericorde cuando realizaban un salto desde el avión. En aquel ataque, muchos miembros de aquel escuadrón encontraron unas muertes terroríficas. Incluso a un sargento “lo abrieron de arriba abajo”. Pedro el “carrero”, aunque fue gravemente herido y tardó en salir del peligro, afortunadamente pudo volver a Córdoba. Como no le esperaban medallas ni honores a su regreso, con la mayor discreción del mundo se reincorporó a su trabajo. Desgraciadamente no pudo disfrutar la mejora de condiciones que posteriormente experimentó este colectivo, pues poco antes falleció.

TIPOLOGÍA DEL CARRERO

El “carrero”, por lo general, era una persona que se aislaba del resto de la sociedad. Visitaba los barres y tabernas más escondidas y oscuras, porque evitaban dar la sensación de que “olían”. Solían ser personas de tipo delgado y de cara taciturna. Sus caras se veían casi siempre afectadas de unos ojos en los que abundaban las “conjuntivitis”, los “orzuelos”, las “rijas”, las “legañas perennes”, etc. como consecuencia de su contacto diario con ambientes sucios y malolientes. Las vestimentas que llevaban eran a base de las “tímidas” blusas, y portaban una característica boina.

Fueron los primeros que iniciaron el tema del “reciclaje”, pues seleccionaban las botellas, cartones y suelas de goma para venderlos y sacar un dinero. Normalmente estas ventas las realizaban en Pedro Rojas, en la Ronda de la Manca, y también enfrente del Santuario de la Fuensanta, en donde cerca del arroyo donde según la tradición “apareció” el famoso Caimán había un negociante que compraba las botellas, las suelas y todo clase de papel y cartón. Con estas ventas obtenían, cada tres meses, una especie de extra… con la que solían apañarse una vuelta de ropa y zapatillas…

LA CASA DEL CARRERO

Curiosamente, los “carreros” de Córdoba estaban casi todos emparentados y se respetaba la jerarquía familiar. Vivían en casas muy humildes, y para muchos de ellos fue hasta una solución el poder mudarse a una “portátil”, bien de las Moreras o las Palmeras. Normalmente tenían una familia media de 4 hijos, a los que criaban en unas viviendas equipadas con muebles de varias épocas y estilos.

Como ejemplo de ello, en la calle del Cárcamo fui un día con mi madre para que “fajara” a un niño en “cuarentena” que estaba “herniado” del ombligo, familia de un hijo de “carrero” que vivía en casa de la “Gonzala”. Allí pudimos observar, tras una cortina muy limpia y de colores variopintos, un conjunto de sillas, cada una distinta. El mueble lavabo hacía juego con una palangana blanca, algo abollada y con un espejo picado que colgaba un tanto desnivelado. El jarrón para el agua era de otro color y serie. También colgaban de las paredes una especie de tres tapices que debían ser antiguos, pero sin marco alguno. Encima de una cómoda algo apolillada, colgaba un cuadro de la Santa Cena, que tenía las figuras en relieve… y en donde faltaban dos apóstoles. Por encima de la cama principal lucía un cuadro del Corazón de Jesús que no dejaba de mirarnos continuamente. La mesa central, debajo de un hule de color amarillento, tenía unos penachos inferiores y patas que le daban un fuste de cierta antigüedad. Toda la habitación tenía un alto techo a base de vigas de madera, de donde colgaba un cable con una solitaria bombilla de luz de “perragorda”. En definitiva, una vivienda que se daba aire con un pequeño museo “almacén” de todos los enseres que se habían ido encontrando en el día a día por aquellos “recorridos” para retirar la basura y los enseres abandonados. El “carrero” casi siempre le sacaba utilidad a todo lo que se encontraba por las calles.


LA MENTALIDAD DEL CARRERO

Ya hemos expresado que los “carreros” eran personas que huían de las situaciones normales, y al menos en Córdoba capital, pocas veces se les vio implicarse en temas de disputas políticas. Sus quejas se las quedaban para ellos y solamente las “comentaban” con el pie apoyado al “estribor” del mostrador de la taberna o de la piquera que eligieran para tomarse su vino. “Casa Soto”, “Ordóñez”, de la calle el Tinte, “Pepe el Habanero”, Taberna “el Pelotazo”, etc. Eran muchos los lugares que pudieron escuchar las quejas de estos hombres, y que ahí se quedaban.

No se puede decir lo mismo de la provincia. Concretamente en Palma del Río, el día en que se proclamó la República, los “Charamuscas”, que manejaban los borricos para la basura, pasearon a estos animales por todo el pueblo adornados con las vestimentas y ornamentos sagrados de las iglesias. Curiosamente, ya pasados los tiempos y habiendo progresado laboralmente, algunos de ellos llegaron a presidir procesiones religiosas en el pueblo.

ANTONIO EL “BIZCO”

Un “carrero” muy conocido era Antonio el “Bizco”, que hacía el servicio de la calle Abéjar. Un día, después de retirar la “porquería” de casa del pintor “Navajitas”, casa de “Antoñito Puntas”, casa de los “Colorados”, casa de los “Alfaros y Amaros”, casa “Horno de Santa Elvira”, casa de Los “Gutiérrez”, casa taller de “los Valverde”, casa taller de “Los Ramírez”, etc. etc. se paró, como todos los días, en la oscura tabernilla de “Casa Soto” (esquina de la calle Abéjar con Arroyo de San Lorenzo) para tomar su habitual par de medios.

Al salir de dicha tabernilla, iba yo acompañando a Juan Posadas, a casa de Muriel, y al verlo Juan le preguntó: “¿qué es ese sudor amarillo que te cae por las patillas?”. A lo que Antonio le contestó: “Don Juan (que así le llamaba), no es sudor lo que me cae por la cara, es seguramente es el caldo del melón que se comió ayer “Antoñito” Puntas que se me ha filtrado desde la espuerta por la cabeza abajo. Ni la boina ha detenido el caldo.”

LA EMPRESA

Su trabajo de “retiradores de la porquería” era una contrata que el Ayuntamiento realizaba con Manuel Herrero Chumilla, empresario que disponía de una amplia flota de carros para realizar este trabajo. Su base de operaciones se localizaba en un llano que había por aquellos tiempos enfrente de los que se llamaron “Pisos de Cañete”, muy cerca del Viaducto de la Electro Mecánicas. Esta contrata terminó con la aparición de los camiones que facilitó el Parque Móvil de la Diputación. Así, en los años sesenta pasó todo esto a depender de una empresa que se creó y que se llamó SERCONSA.

LUGARES DE VACIE

Los lugares de vaciado de estos residuos retirados por los “carreros” se llevaban a cabo en la zona denominada “El Cortijo el Cura” y en la “Huerta del Paludú”. También en unas hondonadas que había cerca del arroyo el Moro, todas ellas ubicadas en la proximidad de Las Margaritas.

NIVEL DE SUELDOS

En este colectivo de trabajadores no existían categorías y sólo se “respetaba” la antigüedad y el sentido familiar. Su sueldo en los años 1954 era de unas ciento setenta y cinco pesetas semanales. Al final de mes solían cobrar los puntos por hijo, y que tenían un valor que oscilaba entre las 51 a 68 pesetas por punto.

Cuando se establecieron las pagas “extras” de Navidad y del 18 de Julio, ellos cobraban 15 días, y por ello, entre otras cosas, era por lo que se presentaban en casa de los vecinos de sus distritos con “las llamadas poesía del aguinaldo”, en las que, según parece, confeccionaban sus pequeñas “estrofas poéticas” casi siempre alusivas a sus complicados problemas. Se las entregaban a los vecinos un día antes y al siguiente, por lo general el mismo día 24, se pasaban a recoger el aguinaldo. Los vecinos, como era de esperar, solían responder de una forma muy desigual.

Todavía podemos recrearnos en algunas letrillas que nos han facilitado y que como es natural cambiaban totalmente de un año para otro. Este cambio les permitía introducir a cada uno las incidencias familiares que tuviera o quisiera resaltar.

He aquí algunas de estas estrofas, del año 1955.

“Vecinas de esta casa, aquí esta el que se lleva la basura
Por favor, acordaos de él y su familia, para que pasemos
estas fiestas con felicidad y holgura.

No queremos grandezas ni espectacularidad,
Solamente os pedimos, poder disfrutar y cantar también
en estas fiestas de la Navidad.

No deis, lo que no tengáis, ni tampoco lo que os haga falta
Dadnos mejor los que os sobre y aunque sea poco
con eso a nuestra familia le basta…

LOS PERSONAJES FAMILIARES

Ya hemos dicho que en el Arroyo de San Rafael vivió una familia de “carreros”, compuesta por el matrimonio, tres hijos varones (el mayor el citado Pedro) y una hembra, y para terminar esta entrada, nos vamos a referir, con el respeto que merece su recuerdo, a los dos hijos varones más jóvenes.

José, llamado familiarmente “Popeye”, fue una persona muy querida en el barrio; su “poquito” atraso mental no le impidió que prácticamente toda su vida la dedicara a “limpiar” todas las motos que aparecían por San Lorenzo. Desde que cumplió los doce años estuvo trabajando en el taller de Tomás, su vecino de enfrente. Allí aprendió con el tiempo todos los secretos de las motos. Pero a medida que se hizo mayor, Tomás, desgraciadamente, no le podía pagar el sueldo que necesitaba, por lo que optó por dedicarse como “autónomo” a limpiar todas las motos que pasaron por sus manos. Llevaba sus trapos bien metidos en el pecho, o en donde sea, y los sacaba y los metía cada vez que terminaba la limpieza de una moto. Quizás su retraso mental y el trabajo a “ras del suelo” que escogió le hacia presentar permanentemente un aspecto deplorable. Mucha gente lo quería de forma natural, pero también hubo algún que otro practicante (ATS), que abusó de él de forma desconsiderada. Dicho abuso causó total indignación en el barrio de San Lorenzo. Si el bueno de “Popeye” viviera tendría unos setenta años.

El hermano más pequeño, al que llamábamos simpáticamente “el Chino”, era un portento como compañero, amigo y buena persona. Era el tercero de los hermanos. Si hoy viviera podía estar en torno a los sesenta y seis años. Nadaba como un pez, y se jugó la vida muchas veces por salvar a los demás. Recuerdo que una vez se lanzó en pleno “Boquerón” del Molino de Lope García para salvar a José González “El mudito”, bastante mayor que él.

Pero en lo que destacaba de forma espectacular el “Chino” era como gran jugador del trompo. A él se deben aquellas espectaculares “púas” que se daban en mitad de la Plaza de San Lorenzo, en la que intervenían chavales venidos del Jardín del Alpargate, como “El Tormenta”, de la calle Escañuela, “Pepito el Feo”, “El Palanca”, “El Nazario” y otros consumados jugadores de las Costanillas. A estos espectáculos solían acudir clientes habituales de las tabernas de “Casa Manolo” y “Casa Miguel” que rodeaban a los contendientes.

Y en ese animado escenario, casi siempre el simpático “Chino” daba el espectáculo. No era la primera vez que los “clientes” de un entierro, o boda, se recreaban con el espectáculo de la encarnizada “púa”. En una ocasión fuimos al cerro que coronaba por encima de la Alcubilla que lindaba con el Hospital Militar, que tan bien conocen los amigos Laurentino y Paco Muñoz. Allí había desafío de “púa” y luego, para terminar la fiesta, de “pedrea”, con la gente del Zumbacón. En ambas aventuras el “Chino” era un autentico líder y campeón.

EPÍLOGO

Hemos querido citar a este gremio que se encargó durante muchos años de “limpiarnos” nuestra basura para que los más modernos recuerden a este grupo de trabajadores que vivió siempre en los rincones más olvidados y humildes de Córdoba. Es lamentable e injusto que ningún “carrero” perteneciente a aquella “legión” de trabajadores ejemplares, con sueldos miserables y condiciones de trabajo totalmente insalubres, haya merecido un reconocimiento por parte de nuestros políticos y dirigentes, quizás porque la mayoría están muertos, y los muertos no dan votos.

28 comentarios:

ben dijo...

Estupendo trabajo,con mucho sentimiento,hacía esos seres huma
nos tan discretos.
Pero aún,por debajo de ellos,había
los que entraban en casa para llevarse los papeles de los retretes,ya usados,que eran de periódicos viejos.Tiempos de mu
chas penas.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben

Gracias por tu atención. Efectivamente siempre había personas que estaban debajo del que estaba debajo.

Pero el mensaje de tesis, o el comparativo no es con aquellos, sinó con la injusticia de estos políticos que nos han tocado vivir, que tienen de todo incluso calles.

Hay algunos que lo único que han hecho en su vida, es significarse como persona de izquierdas,

El mismo truco que emplearon en otros tiempos aquellos que se presentaron como de derechas.

Respeto a los politicos, como no, pero "al pan pan y al vino vino"

Eladio Osuna dijo...

Te ofrezco esta foto tomada por los 70 en el Realejo por si te sirve para ilustrar tu magnífico trabajo sobre el tema. Saludos

http://www.flickr.com/photos/eosunao/1017104829/in/set-72157601235278499/

Laurentino dijo...

Para que me haga una idea de cuanto suponían las 175 ptas. ¿alguien sabe cuál sería aproximadamente el salario medio semanal de esos años?

Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Lurentino

En aquella época 1956)

No existían criterios de sueldos
de tipo medio a nivel nacional.

El valor del sueldo dependía de varos factores:

1º.-Universitarios superiores
2º.-Universitarios medios
3º.-Empleados Centros oficiales
4º.-Personal de Oficios

El valor medio de sueldo bruto anual de Un Universitario Superior
oscilaba entre 45000 a 40000.-Ptas
anuales brutas.

Tecnico de Tipo medio 33000.-Ptas
brutas anuales.

Empleados de centros oficiales

Jefe de Cocina 22.000.-Pesetas anuales brutas

Chofer 20.000.-Pesetas anuales brutas

Maestro Panadero 18.000.-Pesetas anuales brutas

Peluqueros 14.000.-Pesetas anuales brutas

Cocinero/a 14.000.-Pesetas anuales brutas

Jardinero 10.000.-Pesetas anuales brutas

Ayudante 8.000.-Pesetas anuales brutas

Jefe Ordenanzas
9.000.-Pesetas anuales brutas

Ordenanza 7.000.-Pesetas anuales brutas

Limpiadora 5.000.-Pesetas anuales brutas

OTROS SUELDOS BRUTOS:
Oficiales:
Construcción:16000.-Ptas anuales
Fontaneria: 17000.-Ptas anuales
Electricidad 18000.-Ptas anuales

Los Especialistas un 20% menos.

Este criterio era diferente para
determinadas empresas como Secem,
Cenemesa, Asland, etc. en las que
estos porfesionales podían cobrar
un 33% más en concepto de incentivo
al trabajar a "prima".

Manuel Estévez dijo...

Amigo Eladio

La foto que me has recomendado me ha hecho recordar el Realejo de hace unos treinta años.

En el se puede apreciar la taberna de Casa Lucas, en donde hoy se encuentra la Farmacia.

Todavía se intuyen las Bodegas López Dieguez, y supongo que el 89, estaría en su esquina de toda la vida.

Muchas gracias por todo.

Tengo razón si te digo que el comienzo del Imperio de Piedra tuvo mucho que ver con un negocio familiar de "bebidas", que pertenecio a la Vda. de Eladio Osuna.

Eladio Osuna dijo...

El negocio de bebidas perteneció a mi tio Eladio Osuna, y hoy lo continúan su viuda e hijos. Y desconocía el detalle del Piedra.
Mi padre también eran Agente Comercial, pero de material de construcción y harinas. Yo nunca fui capaz de negocios, y dediqué mi vida a la enseñanza y al periodismo.

Eladio Osuna dijo...

Sin la precisión y minuciosidad de Manuel Estévez yo tengo grabado en mi memoria de aquellos años cincuenta, que un litro de aceite valía treinta y dos pesetas y que el jornal de un trabajador estaba en unas 36 pesetas.
¿Es correcto?

Manuel Estévez dijo...

Amigo Eladio

El negocio de Piedra Trujillo, se cimentó en un principio sobre la base del negocio de las bebidas y los quesos.

Mi hermano Pepe, trabajo mucho con la Vda. de Eladio Osuna, y observó que muchas veces iba el Sr. Piedra a "comprar cualquier" bebida y le hacian alguna oferta. El Sr.Piedra ante la pregunta de: ¿Cuantas unidades quiere usted?.

A esta pregunta replicaba el Sr. Piedra con la siguiente pregunta:

¿Que descuento me hace usted por todas las existencias que tiene de esa Ginebra en su Almacén?.

-El importe de la operación en una sola bebida, podía suponer dos o tres millones de pesetas. Esa cantidad hace cuarenta años era una operación de envergadura.

-Por aquellos tiempos Piedra, se
hizo el distribuidor de bebidas
para todos los bares, restaurantes y almacenes pequeños de Córdoba y provincia. Todo ocurría en un local grande que tenía en lo hoy es el Piedra 1. (Trinitarios).

Manuel Estévez dijo...

Amigo Eladio


Debió ser el año 1953, o cosa así
en San Lorenzo había una tienda de ultramarinos que se le llamaba de forma familiar "Pepe el Tuerto", esposo de Genoveva.

Mi madre me mandó a por un octavo de aceite, y cuando yo llegué en ese momento el hijo de ese hombre que hoy puede tener 72 años y le llamábamos "Ito" (José Rodriguez), acababa de poner el precio del litro en la zafra que tenía a la izquierda del mostrador.

El precio que puso fue:
12 ptas litro.

En aquellos tiempos mi madre con "un duro" hacia la compra del día, en productos perecederos.

-Los ultramarinos y el pan se solía comprar con "libreta mensual"

Manuel Estévez dijo...

Amigo Eladio

El famoso "Tuerto" padre del "Ito" José Rodriguez, es abuelo de un gran guitarristas que hay en Córdoba, que logicamente es hijo del que puso el precio de 12.-Ptas.

Eladio Osuna dijo...

Los precios que yo te indico serían por el 59 o así. En el 53 solo tenía yo 4 añitos.
También recuerdo que el jamón debia estar por las 300 ó 400 pesetas kilo y el pollo asado venía en los tebeos como un manjar exclusivo de los ricos.
Igual la memoria me traiciona y exagera

Manuel Estévez dijo...

Amigo Eladio

Tienes razón es que por aquellos años la "Inflación" era galopante y no me extraña nada que los precios evolucionaran de esa forma.

También puede ser que la escena de "colocar el precio" que la tengo fijada en mi memoria, incluso fuese un poco antes.

En cuanto al jamón yo tengo pocos recuerdos de él, pues tardé mucho tiempo en cruzarme con él.

Por aquellos tiempos en algunas zonas de Córdoba, sólo se conocía el "jamón caliente".

Muchas gracias por tu gentileza.

Paco Muñoz dijo...

Manolo, ante todo mi felicitación más sincera por el extraordinario trabajo que haces sobre estos profesionales, digno de una difusión máxima. Esta tratado con todo respeto y pone en el lugar que corresponde a estas personas que estaban en el más bajo del escalafón.

Lo del melón de Puntas no es una anécdota es una realidad. Lo que no se es que pasta tenían para aguantar sin que cualquier tipo de enfermedad les entrase, seguro que como no hay estadísticas la esperanza de vida era baja. Yo los he visto mojarse la naos en el agua que queda en una gradilla para lavárselas (¿?) y comerse el bocadillo.

Ayer nos acordamos de otra profesión que también se la traía, y que veíamos en las noche de verano y todas las noches, con aquellos cucharones limpiando las alcantarillas y el olor desagradable que emanaban.

Creo recordar que había un contratista que se llamaba Herrador y que luego tuvo un bar particular en una calle de Ciudad Jardín perpendicular a Medina Azahara, gordo seboso, desagradable, que estaba siempre sentado en una mesa camilla con un cartel que decía Bar Particular, pues me parece que este individuo era uno de los explotadores de estas personas.

Entonces no hacían falta emigrantes para hacer el trabajo sucio de la ciudad.

Mi felicitación otra vez Manuel. Enhorabuena es muy bueno el trabajo y la semblanza. Chapeau.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Paco

Gracias Paco, recuerdo perfectamente el bar, pues tenía un letrero grande que lo indicaba. Y rea practicamente en la esquina de Ciudad Jardín con Medina Azahara.

Lo se porque allí paraba el autobus de la fábrica y lo veíamos día tras día. Eran unas letras grandes las que anunciaban esa particularidad.

Saludos.

Eladio Osuna dijo...

Con el rum rum de los recuerdos, la memoria se agita y salen nuevos temas. Un día me mandó mi madre a una carnicería que había en la calle 7 de Mayo a comprar ¡quince pesetas de jamón!. Teníamos un familiar enfermo y aquello era como una medicina. Creo que me vendieron 50 gramos o así: dos o tres finas lonchitas. Calcula el precio del kilo.

Laurentino dijo...

Vaya tela... yo sólo preguntaba un sueldo medio...Es increíble lo que aprende uno.

Manuel Estévez dijo...

Estimado "Laurentino"

Yo percibo quiza´s por la edad que su amor a Córdoba, se centra en aquello decían los "Árabes", el agua. Y usted como los periodos de lluvia y sequía aparece ·"con delicada" mosdetia, pero no exenta de una singular sinceridad. Los que hablamos y los que también algunas veces nos dá por escribir
necesitamos de estas personas que son las que APUNTALAN NUESTRO AMOR A CORDOBA, desde el rigor.

Bendita discrección.

Saludos .Laurentino
son PR sonlas sans
veces solemos escrinbir, necesitamos escribimos de vez en cuando necesitamos

v dijo...

Increíble, leo, releo y vuelvo a leer.
Gracias.

vértice dijo...

Increíble, leo, releo y vuelvo a leer.
Gracias

GLORIA CASTRO dijo...

Como dices, es lamentable que este grupo de trabajadores no hayan tenido reconocimiento alguno. Pero aquí estás, Manuel, para hacerlo, para encontrar, resaltar y subrayar lo positivo de este gremio olvidado; para poner cada cosa en su lugar.
Dejas claro que no siempre "lo que brilla es oro" y que, por otro lado, aquello que parece opaco (... porque carece de intereses personales o políticos para terceros?...) puede contener en su interior mucho más riqueza, más luz que la que su apariencia refleja.
Gracias por tus lindos artículos: nutren el cariño de quienes amamos Córdoba, y nos acercan a ella a quienes estamos lejos.
Un abrazo. Gloria Castro

Paco Muñoz dijo...

Corroboro lo que dice Vértice, si lo lees un tiempo después le encuentras más reminiscencias de tu memoria. Me estoy acordando de que conocíamos también al basurero en la navidad con la estampita del aguinaldo y el verso correspondiente.

"El basurero de su vecindad
le desea Feliz Navidad
y para comprar algo
le pide a usted el aguinaldo"

Manuel Estévez dijo...

Estimada Gloria

Es ilusionante que desde Méexico, des esas muestras de tu AMOR INCONTESTABLE A CORDOBA.

Es de agracedecr tu comentario, que surge en medio del exilio, de todos aquellas personas como tu abuelo D. Ildefonso Castro Ruiz, que teniendo motivos para el "desengaño", supieron inculcarte amor a España y a tu Córdoba.

Gracias por tus bonitas palabras.
Frases como las tuyas nos llenan
el alma para ser cada vez más libres.


Saludos

Manuel Estévez dijo...

Amigo Vertice


Cada colaboración de estas me sale de lo más profundo del corazón. Es como si echara un video de aquella "Televisión humana" que tenía lugar en nuestros patios, en nuestras calles.

Esas imágenes jamás se olvidaran pues la vivi intensamente.

Pero como es un "producto" de la Córdoba de nuestros amores, se
lo doy a los cordobeses que tienen el privilegio de la sensibilidad.

Gracias

ben dijo...

Pues yo me acuerdo,en el 53,tenía 8
años,como mi tío preparaba sobre la
mesa camilla,los montoncitos de du
ros,para pagar a los jornaleros,que
venían de quitar las malas hierbas
de un trigal,que tenía cerca del
cementerio de Baena.
5 duros,20 pesetas por un día,a cada
uno.
Aunque no viene al caso,pero sólo por
dejar constancia,luego ya de mayor
me he enterado,que en esos campos
hay enterrados personas de nuestra
desgraciada guerra civil,porque
lindaban las tierras con el cemente
rio.

Manuel Estévez dijo...

Estimado Ben

Me da alegria que aportes estos datos que confirman los sueldos de tipo "general" que había por aquellas épocas.

Entre todos estamos contribuyendo a que Córdoba, nuestra amada Córdoba, sea mas conocida y Universal.

Saludos.

ben dijo...

Los recuerdos,de mi niñez,me salen
a borbotones,cuando te leo.Manuel.
Una cosa que has dicho,de donde tiraban los desperdicios los basu
reros,efectivamente,lo hacían por
la parte de las Margaritas.Recuerdo
que el padre del Pireo,tenía una finca arrendada y la llevaban sus hijos.Yo era amigo del torero,antes
de que lo fuera y me iba muchas veces
con él,para acompañarlo y pasar ra
tos.Me acuerdo que sacábamos la piara de cerdos para que buscara
entre los desperdicios de la basu
ra,ahora sería impensable ese hecho
y efectivamente lo hacíamos en don
de dejaban los basureros,la basu
ra.
Entre Paco y tú,estaís haciendo
una labor impagable,por el amor a
Córdoba y por nuestros recuerdos.
De lo que he dicho,ha pasado ya
medio siglo.

Manuel Estévez dijo...

Gracias Ben


Te gradezco tus palabras que tienen la certeza de la sinceridad.

Córdoba, nuestra ciudad es un amor muy bonito en estas épocas de tanto desamor. Tus recuerdos, tus amigos, son los que te hacen ver que vamos caminando,

Frecuenté muchas veces la Peña el Hencho, en plenos dominios de el
Pireo, y tengo grandes recuerdos
de Antonio Sánchez Torres, al que
cariñosamente le llamábamos el
"Margarito", por su amor a los
Margaritas.

También tuve buena relación con
Pepe "El Loco", tio del Hencho, que también amaba sus recuerdos.

¡Que lastima de Margaritas! cuanto empleo se ha perdido. Ese paso a nivel era un reguero de vida y de trabajo.

Muchas gracias amigo Ben.