Pero era más simpático el “sacar pío”, Efectivamente cuando jugábamos a las bolas (nunca se dijo aquí canicas), había amigos que eran muy hábiles y solían dar “mecos” siempre de primeras, con lo que ganaban una bola. Otros teníamos necesidad de tirar y aproximarlas a la medida de “una cuarta”. Pues bien para hacer esto había algunos que “sacaban pío”, es decir “se volcaban” levantando los pies sobre la posición de la bola, y echando el cuerpo hacía adelante, con lo que consolidaban el “Pío”.
Recuerdo que íbamos al fútbol en aquellos tiempos en que al Córdoba le decían el Madrid pequeñito. Era una época en que todos los domingos se llenaban el antiguo Estadio del Arcángel (1955-1962). El fútbol empezó a costarnos en la localidad más popular Gol Norte (no existía el Sur) dos pesetas y diez céntimos. Los diez céntimos eran para el fútbol modesto. Ir al partido de la semana era un espectáculo irrepetible. Eran los tiempos en que el Bar de los Mochuelos, el 6, el Bar Gol, no daban abasto en expedir cafés. Ya en el campo de fútbol, se disfrutaba sobremanera cuando el simpático Pepe Conde (cordobés de todo corazón) nos obsequiaba con su cornetín saludando en plan de aclamación cariñosa hacia el público cada vez que el Córdoba hacía algo importante.
En aquella localidad, la más popular del estadio, donde el partido se veía de pie, se podía contemplar cómo todos los domingos “El dientes Chindo” y “Carlos el del volcán”, con un mandil a modo de bolsa, solían rifar todo lo que se les ocurría, en los preámbulos y descansos del partido. Estos dos elementos eran unos clásicos del “engaño” pues la rifa siempre solía caer en donde ellos querían. Y si tú preguntabas "¿A dónde ha caído?" ellos te decían: "Allí, al fondo"... y siempre, salvo raras excepciones, la rifa había caído en el lado opuesto al lugar en donde se le preguntaba o pregonaban la misma.
LOS ESTAFADORES DE
Lo más usual era que los tenderos sólo te reclamaran la "deuda" dentro de su establecimiento. Pero recuerdo el caso de una tendera llamada “
Fueron famosas en el trapicheo de cuentas, “
Y todo en un entorno donde no todas estas “situaciones” de precariedad eran debidas al bajo nivel salarial o a problemas parecidos. Había también situaciones en que los hombres de la casa, como era muy común en aquellos tiempos, se quedaban con la mayoría del sueldo para ellos. Así, el cabeza de familia, incluso con cuatro, cinco o más hijos, se quedaba con un 70% de lo que ganaba para "sus gastos", dejando sólo para el mantenimiento de la casa un 30%, y con esta menguada suma la mujer tenía que "arreglárselas" y sufrir penurias en las tiendas. Estas situaciones eran muy frecuentes, por desgracia, en aquellos barrios populares.
También en aquellos tiempos de poca luz, cualquier persona que fuera osada, un poco caradura y algo tunante, se convertía en gente de mucho poder.
Rafalito, como así le llamaban siempre, era persona agradable y dicharachera. No le negaba nada a nadie, pero bien es verdad que en el negocio de la farmacia hizo auténticos malabares con las recetas y daba gato por liebre. Fue uno de los primeros que daba artículos de belleza, tintes del pelo y demás potingues-cremas por presuntos medicamentos. Si el famoso cirujano D. Antonio Sánchez levantara la cabeza quedaría asombrado de ver que talonarios enteros suyos, con su firma, real o falsificada, y en contra de su voluntad, servían para cambiar el “importe de importantes medicamentos” por productos banales de recuperación de la belleza pérdida.
Afortunadamente
(EL 23 DE FEBRERO DE 1981)
Eran las siete de la tarde, y estábamos en el “Valle de los Buitres”, un pseudo-polígono industrial detrás de
Después de darle varias veces las quejas al dueño de aquel pseudo-polígono, D. Rafael Jurado Díaz, sin respuesta, estábamos preparando un pliego de firmas para llevarlo a Sanidad. El olor a carne podrida era insoportable y por debajo de la puerta de la nave salían hasta gusanos. Pero lo peor fue que luego nos enteramos que esa nave pertenecía a una empresa de Aceite de Oliva, que utilizaba aquella carne podrida para añadir grasa a la mezcla. Estos sres. (por nombrarlos de alguna manera) llevaban unos monos azules con un anagrama en color blanco que los identificaba: "Aceites…" Después de aquellas denuncias, por fin quitaron aquel macabro y podrido almacén. Afortunadamente aún quedan bastantes testigos de aquella denuncia. Entre ellos podemos citar a Unión Cerrajera, Losada Wic, hermanos Ruz Castillero, Talleres Emilio, Talleres Alejandro, etc. Los sres. de esta empresa, del mono azul con anagrama blanco, sí que hacían trampas asquerosas con un alimento fundamental como era el Aceite de Oliva. Yo redacté el escrito para Sanidad.
EL CURA TRAMPOSILLO
En el año 1954 llegó a la parroquia de San Lorenzo un cura que venía de ser “cura obrero” en aquella sufrida y legendaria Porcelana (Supe). Venía de tierras del norte y se presentó a unos exámenes para acceder a una plaza de párroco. En el acta final de los exámenes, según publicó el cura Moreno, ocupó uno de los primeros puestos; por cierto, sacándole mucha ventaja en puntuación, entre otros, al artífice de “
La llegada de este joven cura a San Lorenzo significó muchos cambios positivos en todos los órdenes. Reactivó totalmente
Pero, a mí, que era monaguillo, me hizo alguna “tunantada” por llevarle la contraria en alguna cosa que dijera. Una vez (yo tenía 13 años) me llegó a encerrar en el corral de su casa, donde me tuvo una hora en un habitáculo a oscuras, y en el que notaba que incluso me pasaba alguna rata por encima de los pies. A la hora aproximadamente mandó a otro chaval a que me abriera la puerta. Al comentarle este incidente a mi madre me dijo: “Qué quieres que hagamos hijo, las doce pesetas que te da al mes se necesitan en la casa.”
Este hombre hizo algunas trampillas más. Después de que se marchó de
15 comentarios:
1ª Parte
Manuel
En primer lugar felicidades por la entrada, que nos transporta a algunos muchos años atrás. Es muy original y emotiva. Creo que eres muy magnánimo con los apelativos más cariñosos que otra cosa a individuos que eran verdaderos criminales, abusadores y extorsionadores de las clases más humildes. Como mínimo unos sinvergüenzas.
Con el trompo había algunos “profesionales”, con mucha mala leche, a los suyos le afilaban la púa que cuando daba en el que estaba en el campo de juego, los partía por la mitad, cuestión que te obligaba a iniciar el rosario de peticiones a los familiares, para que perra gorda a perra gorda, juntaras el importe que valía el nuevo y que ibas a adquirir a la calle Armas. Al final nunca entrabas más en echar una púa con esos matones del trompo.
Canicas. La primera vez que conocí esa palabra, fue en los textos de los tebeos de Supermán -yo también digo bolas-, que entonces se editaban en Editorial Novaro de Méjico, y que compraba de segunda mano, en un quiosco que hubo en el jardín de San Bartolomé, y que regentaba una señora, que después murió encontrándole, creo recordar, mucho dinero guardado en su casa, o en el quiosco.
Nosotros jugábamos a las bolas en los Patios de la Mezquita, y en ellos algunos caras duras efectivamente sacaban “pío”, con unas cuartas que eran cuarta y medía, escurriendo la mano al máximo. Allí jugaba la peligrosa Isabelita, que vivía en las buhardillas de la galería donde ahora están las taquillas, y que llevaba colgada de la cintura, una enorme bolsa de bolas producto de los incautos que jugaban con ella. Bolas de todos los colores y texturas, algunas preciosas. También se le daba bien el trompo.
2ª Parte
Conocí un boticario, y de comentarios de adultos supe que era una prenda. En esa época de estraperlo de penicilina y estreptomicina, abusaba de mujeres necesitadas de los medicamentos para su familia, que se tenían que doblegar a los intereses bastardos del individuo para conseguirlos, de índole sexual desde luego. Otras veces conseguía su propósito -como el cura de la película “Los girasoles ciegos”, pues era de esa organización paramilitar que había de chivatos de calle-, bajo la amenaza de una delación -raro era quien no tenía algo que ocultar al régimen-, y que además usaba hasta pistola. Y colaboraba con los médicos tarugos y en los cambalaches con los medicamentos que tú tan bien has descrito. “Al boticario lerén no vayas sola, pues hasta dicen lerén, que usa pistola”. Más que un prenda, un verdadero granuja.
El aceite, la leche aguada, el vino bautizado, el robo en el peso, y eso a pesar de que había “una colección de pesos y medidas a disposición del público”. Si comprabas jamón, 50 gramitos, cuando había alguien enfermo, te vendían el papel de estraza al precio del jamón, además de estar la báscula robada. Recipientes para el aceite a granel con el culo “respingón” para que tuviera menos cabida, o simplemente abollados. Y algunas prácticas criminales como las que has denunciado. Muchas corruptelas, muchas. Yo tuve un vecino extorsionador de los puestos de la plaza a que les permitía el robo y obtenía beneficios por mirar para otro lado, era policía de abastos. Todos unos granujas.
3ª parte
Médicos tarugos, como el del Ampliplena, antibiótico de amplio espectro, que recetaba para todo, y que luego el visitador médico comprobaba semanalmente, los botes que había recetado en la farmacia de debajo del piso, donde tenía la consulta. Otras veces te traía los medicamentos de una farmacia de un pueblo, y después se vio en un asunto de abusos a una señora en la consulta, que creo que al final le llevo al “trullo” con vacaciones pagadas, pero no por las otras prácticas.
El cura listillo, bastante listo que dices. Todavía le veo por la calle, y lo estuve viendo muchos años, todos los días, pues mi centro de trabajo estaba al lado de donde tenía su empresa. Un verdadero “emprendedor”, que celebra su onomástica el 24 de junio.
Podíamos estar Manuel todo el día, toda la semana y todo el mes hablando de tanto granuja como había, que tú tratas, como te he dicho antes, demasiado magnánimamente en el título. Enhorabuena.
PD: Te lo he tenido que dividir por el largo del texto
Gracias Amigo Paco
Es que si no cuento eso me falta algo de mi Historia vivida. Lo de las "libretas" lo vivió mi madre en primera persona, y ella seguramente querrá que se sepa para que no vuelva a pasar.
Efectivamente el cura celebra su santo el 24 de Junio.
No se me olvidará nunca ese día del año 1955.
Su madre Dª Victorina que como te he dicho era una excelente mujer de tantas "tartas" como aparecían en su casa, nos regaló un trozo de una a los "monaguillos". Parece ser que se la habían enviado las monjas de Jesús Nazareno.
Paco, tanto mi hermano como yo, nos pusimos a la muerte. Y estando en la cama medio-muertos, llegó una hermana del cura diciendo:
"Rafalita, que no coman los niños tarta que al parecer está mala, porque madre (Dª Victorina), ha tenido incluso junta de médicos.
Mi madre le contestó: "Mis hijos están ahí que no se pueden ni mover".
Mala suerte, una vez que me dieron algo, por poco la palmamos, mi hermano y yo.
En cuanto al aceite he decirte que aquella empresa fue el "embrión" de una muy importante que hay en Córdoba, con otro nombre.
Saludos.
Amigo Paco
El Quiosco que había en el Jardín de San Bartolome, (enfrente de Casa de Chicuelas, era la abuela del actual Encuadernaciones Arenas, que está en la calle Alfonso XIII, y que es el que tradicionalmente ha hecho los capuchones de nazarenos.
Saludos
Cuando el rico da un jamón al pobre o el pobre se esta muriendo o el jamón está malo. Eso es por regla general así. Y lo de las libretas es muy cruel, en mi casa se han vivido esos comportamientos también. La primera vez que vi llorar a mi madre, mi padre le decía no te preocupes,ya compraremos otra. Es que los del Monte sin Piedad le habían subastado la colcha de novia que la metió en el empeño, para poder comer todos. Lo del aceite no tiene nombre, es simplemente criminal.
Y la señora de San Bartolomé me parece que era soltera Manuel, a lo mejor estuvo después o antes que lo frecuentara yo, no puedo precisar el año pero estimo que sería por el 57. En fin da igual. Muy interesante todo.
Amigo Paco
Perdona, era su tia. Precisamente
ayer que estuve alli recogiendo unos libros que me han encuadernado de toda la publicidad y propaganda del
PCE, durante los años(1962-1977), y
precissamente estuvimos hablando de su tía que al parecer era hermana
de su padre.
Saludos
Vaya entrada mas curiosa, me trasporta a la niñez, por mi edad muchas de vuestras vivencias no las he conocido, pero si he oído, hablar y comentar muchas de ellas, pero quien no ha jugado a las bolas, el trompo, la lima, policía y ladrones, al rompe huesos y a las estampas y las niñas a los cromos, la comba, las casitas o la goma, ya todos esos juegos se han perdido.
Un saludo.
Amigo Vértice
Cuando relatamos estos recuerdos es porque de alguna forma queremos que se "reflexione" en ellos, para que cada uno extraiga lo positivo o lo negativo de aquella época.
Efectivamente juegos como:
-A la una mi mula...
-Mosca...
-Sevilla eléctrica...
-Guindilla guindaso quien mire para atrás correaso se llevará...
-Juan Simón, ¿Cuantos deos son?...
-Partidos carabineros...
-Jugar a Alto...
-Jugar a Hoyito (bolas)...
-Jugar al sumillo (lima)...
-Jugar a los "guitos"(huesos)...
-Jugar a uno y nada (pelota)...
-Jugar al redondel (trompo)...
-Jugar al aro...
-Jugar a las correas (salto)...
-Jugar a las tres esquinas...
-Jugar a tula...
-Jugar a los huesos...
-Jugar al fútbol...
-Jugar a la bilarda...
-Jugar a pillar...
-Jugar a robar el pañuelo...
-Cambio de tebeos en la puerta del cine Gran Teatro los domingos. Esto en menor escala también se hacía en el Colegio Salesiano.
-Coleccionar el ladrón de Bagdad, en donde el "Caballo Roto" y el 186 eran las más dificiles.
Para todos nosotros, CASA FIDELA, CASA VENACIO, O CASA JULIA, son recuerdos muy bonitos.
Ect. ect. Juegos que suplián las horas de televisión y fomentaba la relación entre todos. Y eso era bueno y saludable.
Gracias Vértice
Ya se me ha adelantado el titular te iba a relacionar algunos como Manuel te ha relacionado.
Manuel y Bustos el portero del Sevilla, en las de Fútbol, y los tebeos del Cachorro, Diego Valor, Capitan Trueno, TBO, DDT, y otros más modernos etc. etc.
a las dos la coz, a las tres espolique y "culá" de buey...
Al látigo, que me supuso una vez que me tocó en la punta, una caída y un chichón en la frente con pañuelo y moneda debajo para el mismo, que parecías un maño. O Puchades del Valencia.
Amigo Paco
En tu comentario último has hecho "bingo" al mencionarme "El látigo" aquel juego en el que los más pequeños, lo pasaban mal.
En la Plaza de San Lorenzo, se formaban unos látigos de 10 ó 12, chavales, y con las ideas que se gastaban, te puedas figurar como terminaba el último de la punta.
De verdad que me has recordado la vez en que uno de nosotros, cayó contra el montón de melones del
puesto que había en mitada de la Plaza. Comprenderas la que se lió.
Saludos
Sinceramente, no creo que ahora haya menos tunantes, es que son más "sofisticados": adulteran la carne y el aceite con hormonas y productos químicos prácticamente indetectables, te cobran comisiones imperceptibles de tu libreta sin que lo notes, montan negocios de miles de millones con alarmas de enfermedades como la gripe A ... En fin, que ahora los "listillos" tienen "más estudios", pero en el fondo siguen haciendo lo mismo.
Un abrazo.
De listillos,en mi recuerdos,pues
hay los que te dabas cuenta y tra
tabas de sacarle partido.Los que
te hacian pasar un buen rato y los
que no eran justos y te cabreabas.
De los que les sacabas partido,pues
los que montaban la mesa de juego
en la plaza de la Almagra,con cartitas en pequeño,donde ponias tu dinero a jugar,siempre que ju
garas a su juego,a la larga gana
bas dinero,poco ,porque si
fuera más,me hubiesen cortado las
alas,me ha servido mucho lo que
aprendí,en teorias de juegos.
Al segundo grupo corresponde,los que entretienen,son los famosos
charlatanes,los "castelares",como
los llamaba mi padre,esos los hay
hasta en internet,tipos con poca
cultura,pocas ganas de trabajar,
pero muy entretenidos,se ponían
en la plaza.
Del tercer grupo,los que te timan,
pero no puedes hacer nada,corres
ponden los tederos,en mi caso,el
único que había en mi barrio,al
que le compraba mi bocadillo de ca
balla,pero que de caballa poco,casi
todo miga y aceite.Pero no había
otro.
Pero bueno,el timo va con el ser
humano,nos tratamos de timar unos
a otros y sobrevivir.
Manuel, efectivamente como me costó a mi ir el último en el "látigo". Y lo que dice Laurentino es cierto, ahora la sofisticación está al orden del día, nos envenenan el cuerpo y sobre todo la mente. O lo que comenta Ben también, charlatanes, y vivos, pero contra esos podías luchar contra los de Laurentino es difícil. Hace poco nos hemos enterados que pueblos han servido de cobayas para la industria farmacéutica -me acuerdo de la Colsa, que pudiera ser otra historia de esas, o de los miedos del gobierno cubano, alertando a los responsables de vacunar a la comunidades-, y claro que va con el genero humano, porque la codicia y el crimen forma parte de él.
Pero Manuel como vamos escudriñando en lo que está ya tapado como la mima de Chile, y cada vez considero un valor importante aunque sea para cuatro, que no lo es, sacarlo a la luz. Por todo ello gracias al que colabora y al que simplemente lo recuerda.
Amigo Lurentino
Tus apreciaciones son siempre de altura y te la agradezco.
Pero ya a menos altura, existían unos TUNANTES, que se dedicaban al negocio de la electricidad y los televisores. EULALIO. Este vendió televisores por un tubo y a los precios que quiso. TODO UN ROBO Y CON DESCARO.
En la C/ Mª. Auxiliadora, vivia una buena mujer mujer Carmen Pérez "La Garrota" que le compró a este prenda un televisor.
El televisor se le estropeo varias veces y ella le decia: "Tu me lo cambias por otro y me cobras lo que sea". Bueno Carmen, eso haré.
Efectivamente le mandó dos o tres televisores "nuevos" en pleno mundial de fútbol de Inglaterra
Pues bien el Eulalio, el Tunante, sólamente le cambiaba "La caja" y volvía a mandar el mismo burraco roto.
Incluso llegaba a cobrar demasia por el "nuevo" que te enviaba.
Y ya para contar de todo, una estafa nuy simpática, que le hicieron al sacristán Bojollo.
Un día se presentaron unos tipos vendiendo Incienso, y decían que era de Arabia, dieron una prueba a quemar y olía perfectamente y era
bastante barato.
Bojollo, se lo comentó aa padre del D. Juan, que era D. Marcelino, que era la persona que manejaba el presupuesto. El vió una "ganga" y compraron un saquito de dos kilos.
La sorpresa fue que durante un Quinario (Ánimas)que suelen gastar mucho incienso, dió lugar a quemar la "capa de arriba" y lo otro era todo una morralla que incluso olía mal. Que dificil es, pero también engañaron a la Iglesia. (1956)
Saludos.
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