miércoles, 17 de octubre de 2012

EL CAFÉ




Según la revista Investigación y Ciencia, La industria del Café mueve en la actualidad 70.000 millones de dolares al año, cifra superada únicamente por el petróleo en lo que se refiere a exportaciones a escala mundial.

Se denomina café a la infusión que se obtiene a partir de las semillas tostadas y molidas de los frutos de la planta de café o cafeto. Es una bebida altamente estimulante, ya que contiene cafeína. También se le dio nombre de café o cafetería a local en donde se expende este producto o similares.

El cultivo del café se encuentra muy extendido en los países tropicales y más al sur. El caso del Brasil como productor concentra más de un tercio de la producción mundial. El grano del café es uno de los principales productos agrícolas, que se comercializan en los mercados internacionales y supone para los países productores un importante volumen en su entrada de divisas. El cultivo del café significó para muchos países enriquecer su historia, con el progreso y el bienestar desde hace más de un siglo.

A la altura del año 2000, el nivel de producción mundial de café estaba en poco menos 7 millones de toneladas. El negocio mundial del café se extiende a nivel mundial, en modo parecido tal cómo ocurre con el comercio del petróleo.

En España y Portugal y algunas zonas de Argentina (Río de la Plata), se consume café tostado en presencia de azúcar (torrefacto). Suele tomarse en el desayuno o en la sobremesa despues de las comidas, y es una de las bebidas sin alcohol que más unen a la gente a la tertulia o la discusión amigable. A mucha gente les gusta beberlo solo, pero existe una gran mayoría de personas que lo prefieren con leche. En verano, suelen tomarse en formas refrescantes.

EL CAFÉ Y LAS “FRANCHUTI”

En los años 1950, era normal que a todo turista que no hablara nuestro idioma, se le llamaba “franchuti”, eso pasaba con aquellas turistas por lo general rubias, (o pelo teñido), que solían sentarse en cualquier cafetería de la Calle Plata, llamando la atención con su cigarro en la boca. El que las mujeres fumaran para nosotros, era una auténtica novedad y nos causaba un razonable asombro. Muchas veces hacíamos un corro alrededor de los turistas, para regocijo de los propios extranjeros.


EL CAFÉ Y LOS TABERNEROS

La taberna de la Sociedad de Plateros de Calle María Auxiliadora, en aquellos años era un negocio de pocos cafés, alli lo que funcionaba era el consumo de vino y las tapas. (Las tabernas de la Sociedad de Socorros Mutuos, vendía al año 1.500.000 medios de vino). Por eso Antonio Jiménez María, que regentaba la taberna con su cuñado Pepito Hidalgo, se empeñó en darle utilidad a la máquina de café, bebiéndose todos los días durante una época alrededor de unos 24 cafés al día. En estas tareas de taberna encontraron la buena ayuda de Pepe Santos, que aunque trabajaba en la fundición de Felíx Martínez, les ayudaba a despachar muchos medios de “peseta”. Pepe Santos, que vivía en la Calle el Agua, fue durante muchos años, el Capataz del Paso del Rescatado

Alrededor del Café hay anécdotas de aquellos taberneros que empezaban por no saber manejar aquellas primerizas máquinas de café italianas, en su mayoría de la marca FAEMA, que  fueron de las primeras que llegaron a España. El nombre de FAEMA, nos sonaba a muchos, porque era el patrocinador del equipo ciclista de Miguel Poblet, el mejor ciclista español de todos los tiempos en las llegadas al Sprint. También esta marca patrocinó al famoso “Canibal”, el belga Eddy Merckx, posiblemente el mejor ciclista de la historia. Nuestro paisano, Antonio Gómez del Moral, después de ganar el  Tour del Porvenir en 1962, también fue fichado por la firma italiana.

Poca electricidad gastaban en el suministro de Cafés, pues la máquina apenas funcionaba, quizás por ello, este hombre Antonio, que quería “amortizar” todo, se bebía alrededor de los  24 cafés al día.

Un día le comentó a Paco Rubiano, que se encontraba como mareado y le dolía la cabeza, luego llegaron Miguel Expósito y Juan Carretero, y les hizo el mismo comentario, y estos intentaron convencerle para que fuera al médico. Finalmente haciéndole caso a Manolín Aranda, con el que tenía gran amistad, se llegó a la Calle Montero, (enfrente de la Ermita de la Montaña), que era en donde tenía la Clínica un practicante, que vivía en Barrionuevo y que por su forma rudimentaria de actuar, sus pelos alocados y sus continuos desplazamientos en bicicleta con la bata blanca, le pusieron “Don Francisco el Loco”. Pues bien a este hombre amable acudió para que le tomara la tensión arterial, servicio por el que le cobró un DURO.  (5 pesetas)

O el aparato estaba roto, o Antonio era un caso especial, a la vista del resultado, el practicante le dijo: “TRANQUILO TIENE USTED LA TENSIÓN UN POCO BAJA”, tome usted un poco de café para animarla.….Más que animado, Antonio quedó totalmente desconcertado.

Esta conversación la mantuvo el bueno de Antonio Jiménez, poco después de que ocurriera el famoso 23 F de Tejero. La gravedad de la situación, dio motivo a que él recordara aquel episodio de la tensión que le ocurrió con el practicante de los pelos locos.

De paso nos refirió que un primo hermano suyo, el Teniente General D. Manuel María Mejías, cordobés que vivió en la Calle María Auxiliadora, fue elegido en primera instancia para presidir el Tribunal Superior de Justicia Militar que iba a juzgar a los autores del fracasado golpe de Estado. Luego fue desestimado su nombramiento por haber sido mentor del príncipe Juan Carlos, cuando éste era joven.

EL CAFÉ Y LA RELIGIÓN

El café resultó especialmente reprobado por los sectores protestantes, no produciría reacciones tan ásperas como el tabaco. En 1610, algunos hombres importantes de alemania, pusieron en marcha un sistema de medidas para prohibir el  consumo de café, sobre todo en el norte y en la zona este de Alemania. Con la gravación con un fuerte impuesto Federico II de Prusia, lo despenaliza, pero su consumo fue muy criticado hasta bien entrado el siglo XIX.

Nada más llegar el café en el siglo XVII a Europa, algunos sacerdotes católicos lo llamaron una amarga invención de Satanás, pues lo vieron como una alternativa al vino, el cual, en su opinión tenía una tradición de bendiciones desde los principios de la Biblia y en el Sacrificio de la Santa Cena. El papa Clemente VIII, que al probar el café quedó encantado y lo alabó, tuvo que resolver el dilema religioso, para lo cual “bautizó simbólicamente al café”, haciéndolo así aceptable para los católicos.  

LOS INTELECTUALES Y EL CAFE

Tanto en el Sur de Europa, como en Inglaterra, el café fue muy apreciado y consentido. Ya en 1650, comenzó a ser importado y consumido en Inglaterra. Londres y Oxford, fueron ciudades pioneras en abrir un buen número de cafeterías.

Estas cafeterías fueron frecuentes lugares de reunión de filósofos y letrados, en donde discutían y daban a conocer sus ideas liberales. Por el año 1678, ya estas discusiones e ideas, creaban agitaciones en el tejido de la sociedad, hasta el punto de que el rey Carlos II de Inglaterra, intentó el cierre de las cafeterías, argumentando que se conspiraba en contra del propio rey. Esta orden trajo fuertes reacciones ciudadanas que al final impidieron el cierre de las cafeterías.

Se llegó a decir que los intelectuales bajo el efecto del café, pensaban y sintonizaban mejor con la sociedad, viendo con más claridad las soluciones políticas de los problemas. 

La famosa compañía de seguros Lloyd’s de Londres, tuvo su origen una cafetería fundada en 1688.

En Viena y en 1734, Johann Sebastían Bach compuso su célebre CANTATA DEL CAFÉ, en la que una escena recoge la petición de una hija pidiéndole al padre que no la castigue a no tomar café.

No hace falta decir que en España, los cafés como lugares de reunión de intelectuales, estuvieron a principios del siglo XX, a la orden del día. El Café Gijón, El Café Lyón, El Café Varela, El Café La Estrella, etc. etc. nos traen recuerdos de aquellas épocas.

EL COLADOR

El “colador” era un instrumento imprescindible en las cocinas de aquellos tiempos. El tener este utensilio en una cocina denotaba que en esa casa se respiraba cierto grado de bienestar. Aunque parezca mentira no todo el mundo tenía colador, sobre todo en aquellas cocinas en donde un simple "jarrillo de lata" ya era un menaje importante.

Pero había seguramente muchas clases de coladores y eso me lo demostraron mis amigos Pepillo Millán y  Manolo Vargas, que nada más llegar al Campamento de Cerro Muriano, (CIR nº 5), me explicaron que era lo que hacían los cocineros “sacando y metiendo” un saco en un caldero de agua hirviendo. Ante este movimiento me dijo Millán: “ESTE SACO CON ACHICORIA, CEBADA TOSTADA Y UN POCO DE CAFÉ MOLIDO, EN SU INTERIOR”, hace de maquinilla para hacer el café del Campamento y además sirve de colador. Efectivamente los cantineros dejaron el saco con su contenido (¿) dentro del caldero hirviendo y cuando calcularon que había estado el rato suficiente, lo sacaron y ya estaba el café hecho.

Este saco con el contenido que tenía dentro se solía utilizar “COMO MAQUINILLA Y COLADOR, UNOS QUINCE DÍAS”.

No se podía decir que el café estuviera ni bueno ni malo, pero si podíamos alegrarnos de que al menos estaba caliente.

EL CAFÉ EN LAS CASAS

Aunque con distintas formas no creamos que en nuestras casas por aquellos años (1940-1955), se hacían cafés de otra calidad. Desde luego cada casa tenía unos medios, unas costumbres y unas aficiones por el café para el desayuno. Bueno será aclarar que el café o lo que fuera se tomaba “sólo” El “cuartillo de leche” que se consumía en la casas era para los niños pequeños o para los enfermos.

El café con leche no se hizo normal, hasta que no llegó la leche en polvo americana allá por el 1954.

Por aquellos tiempos de los años 1940-1955, en la mayoría de las casas populares lo que se consumía era café (¿) hecho a base de “granzas”. Las granzas eran los restos del café que quedaban en las maquinillas de los bares y que ahora se tiran. Eran tiempos en que los “nenes” íbamos por las tabernas que tenían cafetera Italiana y preguntábamos: “¿Tienen ustedes granzas”, el tabernero miraba en el cajón de la cafetera y si tenía te llenaba el cacharro que llevabas por “dos gordas”. Hubo veces que tuvimos que recorrer incluso hasta bares del centro.

La cafetera que existía era una cafetera-puchero con un pitorro en donde se llenaba de agua y se echaba una cantidad de “granzas”, siempre en proporción con el agua. Arrancaba a hervir la cafetera y en la ebullición todas las “granzas” se movían con las burbujas que producía el agua a los cien grados. Este hervor le sacaba a los restos de café toda la sustancia que aún le quedaba.

Había casas en que se le daba a estas “granzas” otro segundo “hervor”, todo dependía de las existencias que tuvieras.

Con el paso del tiempo fue apareciendo el “café de cebada” pero que también escaseaba y había que recurrir muchas veces al estraperlo. Este café era solamente cebada tostada, y que al hervir dentro del agua, soltaba un color y sabor quedaba lugar al “café.” que se tomaba Esta cebada se molía bien con una botella esmerilada en forma de rulo, o en un molinillo para quien lo tuviera. Una vez molida, solía combinarse con una proporción de granzas, aumentando el “nivel” del café.

Por aquellas épocas y con estos cafés quien los tomaba, no padecían problemas de estreñimiento circunstancial.

La cebada se vendía en paquetes pequeños liados a mano en papel de estrasa. Su precio era de 0.25 céntimos el paquete.
  
El café de las casas hecho de “pucherillo” se diferenciaba claramente con el que nuestros padres se tomaban en las tabernas o bares acompañado de su copa de anís o coñac. Aquello según ellos era otro mundo.

EL EXTRAPERLO


Por las tardes había personas que disfrutaban de la vida tomándose un buen café, y para ello no tenían inconveniente en ir a las estraperlistas próximas al barrio que lo vendían. En San Lorenzo, había una soltera vieja llamada Margarita, que tenía una alacena llena de “gloria bendita”. También tenía café de Colombia del bueno, pero por una peseta, te daba un "paquetillo" en papel de estrasa, con doce granos de café. En la calle El Cristo, estaba Paula, que te daba el paquete con trece granos, aunque según parecía era de peor calidad de tueste, pues era portugués En la calle Velasco, y enfrente de donde estaba la casa del escultor Antonio Castillo Ariza, estaba Catalina, que era una estraperlista muy avanzada, pues te vendía “paquetes de café-combinados con cebada”. También en la calle Ocaña, estaba Manolo Sánchez, que era un gran estraperlista por lo que tenía siempre almacenado en su casa.

En las esquina de San Andrés con Hermanos López Diéguez,  había un tostador de café,  pero a juicio de mucha gente era algo caro. La gente buscaba en las estraperlistas conocidas y otras por conocer. En la Calle Espejo, había una que hacía algunas trampas pues mezclaba café de Colombia con el portugués. La más acreditaba era la estraperlista que había en la Plaza de la Lagunilla, exactamente en una casa a espaldas de la estatua de Manolete, que se llamaba Flora y te daba unos paquetes por una peseta con catorce granos. El café de cebada era a real el paquete.

También por la Ribera, andaba “Frasquito” que portaba el extraperlo a hombros ofreciendolo por las casas. La “Colchona”, La “Bien peiná”,  La “Transi” El “Cuello corto”, Natalia, Genoveva, Amparito, etc. etc. llenaban el rosario de extraperlistas.

No cabe duda de que el café ideal era medio paquete de café bueno con un paquete de cebada, salía un café maravilloso.

EL CAFÉ EN LA TABERNA

En aquellos años 1950-1960, no era normal que en las tabernas hubiera máquina de café. El tomar café era todo un lujo.

No obstante si había tabernas que por estar al paso de los trabajadores que madrugaban para ir al trabajo, disponían de máquinas de café, que normalmente se encontraba rodeada de botellas de anÍs y coñac, como complemento del que madrugaba o salía del trabajo.

CASA BASURTE

Situada enfrente de la “Puerta del Campo”, esquina con San Juan de la Cruz. Esta taberna, solía abrir a las 4.30 de la mañana, para atender a muchos de los trabajadores que había por aquellas épocas en La Avda. de Obispo Pérez Muñoz (Hoy Ollerías). Le faltaba manos a Antonio el tabernero, para poner copas de coñac, copas de anis, y cafes. Cuando llegaban las doce de la mañana, le decía a su hermana con la que vivía: “Ya está el taquillaje del día hecho”. En esta simpática taberna era visitada por mucha clientela, pero queremos recordar a Juan Cámara, Antonio Blanco, Antonio Hungría, Rafael LÓpez, Juan Castañón, Miguel Escudero, y en especial a Martín Pedregosa.

Este último, trabajador de la empresa Hispano Alemana, sufrió un aparatoso accidente en el año 1977, cuando España aprobaba La Ley para la Reforma Política (Ley 1/1977 de 4 de enero) que fue aprobada el 18 de noviembre de 1976 por las Cortes Generales, y fue la última ley del franquismo.

El bueno de Pedregosa, se cayó de la sexta planta de un edificio que se estaba construyendo en lo que fue el famoso solar de la Diputación Pronvincial, y decimos famoso, porque años antes tuvo lugar allí un asesinato “EL FAMOSO ASESINATO DEL PARAGUAS”, que quedó un tanto sin aclarar.

El bueno de Martín Pedregosa, estaba casado con una prima hermana de los “Canitos” famosos carniceros de Villaviciosa.

CASA EDUARDO

Hablar de Casa Eduardo, es hablar del servicio permanente durante las 24 horas y de  la antigua Estación de Ferrocarriles. Este amplio bar, no cerraba en toda la noche, mientras vivió Eduardo, y era refugio de taxistas, trabajadores y viajeros que iban y venían del tren. Tenían fama de hacer un buen café y su buena relación con los taxistas así lo atestiguaba. Evaristo López, Juan Carretero, Juan Rodríguez, Juan Tapia, Elias Llanos, “El “Carrataca”, El “Cabeza Buque”, El “Barba”, El “Simplón”, El “Choco”, Los hermanos “Barriga al lado”, y el “Sorna”, etc. etc. así los atestiguaban. Al morir Eduardo, su mujer Dolores, se quedó con el bar y les hacía a los taxistas el mejor café del mundo.

CASA CURRITO

En el antiguo y simpático barrio del Campo de la Verdad, existía la Taberna de Casa Currito,  que junto con el Estanco, la Taberna el “Cinco de Oros”, y el surtidor de gasolina, eran las referencias más importantes de este barrio. En esta taberna se congregaban muchos arrieros a la hora temprana de la mañana para tomar café, por aquellas fechas lo tomaban solo, pero con su copa de coñac o anís y algunos "carajillos". A falta de tortas o magdalenas para el desayuno, esta popular gente antes de partir para el trabajo llenaban el estómago con el estimulo del alcohol. Allí entraba Rafael Uceda, Enrique Fernández, Rafael González, Agustín Guerra, José Cabezuelo, Francisco Muriel, Manolo Arias “El Poli”, Manolo Carrasquilla. Andrés Lora, Javier Caballero, Antonio Ventura, Manuel Jalón y Domenech. “El Chatarrero”, El “Nicasio”, El “Manos limpias” y el “Barbo” y también paraba tres veces en semana, Antonio Jiménez, que hacía de corsario de Espejo, y era un enamorado de su pueblo.

Este Antonio Jiménez, el corsario, entre café y café, más de una vez relató que de su pueblo (Espejo), era José (Penso) de la Vega, (1650) un judio converso que tuvo que huir hasta Holanda, en donde se asentó con su familia y fue autor del libro “CONFUSION DE CONFUSIONES”, el primer tratado mundial sobre la Bolsa de Valores, de tan viva actualidad en estos momentos de recortes y primas de riesgo..

EL “OCHENTA Y NUEVE” ("89")

Esta taberna en el Realejo, o lo que es lo mismo el centro de Córdoba, era paso obligado para todos los trabajadores que de los barrios bajos, tenían necesidad de ir a las Tendillas y coger aquellos autobuses verdes de la Empresa San Rafael, que les llevaba a la Electro Mecánicas. Los servicios de Caballeros, junto al edificio de la Bilbaina, en las Tendillas, era el lugar a donde solían coger el autobús. Unos entraban a la seis de la mañana y otros salían a la misma hora, por lo que era elevado el contigente de trabajadores que subían y bajaban por el Realejo. Por todo ello “el 89”, abría a las cuatro y media de la mañana, era Luis el padre, el encargado de la apertura. Mas tarde se incorporaban a la tarea Rafalito y su hermana Conchita, que no daban abasto a servir cafés, copas de anis y coñacs. Incluso algunos clientes al venir recien cobrados y con algo de apetito, solían pedir además del café “UN BOMBERO”, que no era otra cosa que el costillar de un conejo. Más de una vez apareció por esta taberna el "cantaor" Pepe Marchena, acompañado de su amigo y "telonero" Manolo Montoro.

Eran clientes habituales de este “89”,  Fermín Gómez, “El chato”, Rafael Vázquez, “falines” José Estévez Milla, “El lobo”, Manolo Estévez. “El negro”, Antoñito Gutierrez, “El Chanfli”, Los hermanos Antonio y Rafael Blanco, Antonio Obrero “El Vela”, Los “Amaro” y los “Coloraos”, Enrique Navajas “Navajitas”, Salvador “El de los platanos”, Rafael Medina “El Bancalero”, Rafael Torres “El Farolero”, Enrique Mejías “El Ocaso”, Rafael Rodríguez “El Miajones”, Carlos Herrera “El lotero”, etc. etc., y fueron testigos de estos aconteceres.
 
En general todas estas tabernas que servían con el “achaque del café”, muchas copas de anís, coñac y ponche, apenas utilizaban el “saca-corchos”, pues el relleno de estas botellas, lo hacían con el clásico  garrafón.

TABERNA "LOS MOCHUELOS"

Taberna clásica de Córdoba, en donde por primera vez leí la frase "DESDE AQUÍ A LA CALLE RAVE", taberna de corazones encontrados como decía la gente de Santiago. En esta taberna, regentada por Pepin, persona agradable y singular, forofo del Atlético de Madrid, un día nos contaba Rafael García, "El Tinte" (al que le unía una gran amistad con Pepín) que llegaron un día al bar por el año 1968, cuando el Atlético de Madrid jugaba la semifinal del Carranza con el Valencia, partido que ganó el Atlético de Madrid con goles de Eulogio Garate, un fuera de serie, máxime cuando en el equipo de enfrente estaba nada menos que Waldo, aquel delantero centro que nos enseñó a tirar los golpes francos por encima de la barrera.

Esta taberna es digna de mencionar porque en una ocasión nos encontramos un cuadro personal que había de Miguel Reina, "boca abajo" y era producto del enfado de Pepín, porque aquel jugador del Candelaria, el Santiago, el Córdoba, y el Barcelona, (gran amigo suyo), había venido por Córdoba y no se había llegado a saludarle.

A nivel de cafés, podemos decir que esta Bar enclavado en pleno barrio de Santiago, era el paso obligado para aquella ferviente afición al Córdoba CF, de los años iniciales 1955-1970, por aquí pasaron los entrenadores Juncosa, Alvarito, Miguel Gual, Eduardo Toba, Ignacio Eizaguirre, Marcel Domingo, ect. etc. Ni que decir tiene que aquellos entrenadores estaban en contra de TIKI-TAKA, ese fútbol que ha hecho tan famoso al Barcelona.

Nos comentó NAVARRO, aquel defensa eterno del Córdoba, que el entrenador Marcel Domingo, amenazaba con suspender a cualquier jugador que jugara "AL MARICONEO DE ECHAR LA PELOTA PARA ATRÁS".

El Bar los "Mochuelos" en aquellos tiempos gloriosos del Arcángel lleno, había domingos que despachaba más de setecientos cafés, como preámbulo del partido. Allí llegaba gente que salía de la Calle Barrionuevo, Calle Ravé, San Pedro y de Puerta Nueva, que venían poco menos que de toda Córdoba..  


EL CAFÉ DE LAS JERINGERAS

La jeringeras, por razón de su trabajo tenían que permanecer mucho rato de pie. Por lo general eran mujeres más bien gruesas y de unas a otras se pasaron la receta de tomar café “bien cargadito” con UN CALMANTE VITAMINADO, y eso les venía perfectamente para la circulación, eso nos explicaba Concepción González, “Concha”, jeringera de San Lorenzo,  que superó los noventa años sin ningún problema de varices.

5 comentarios:

Rafael San Martín dijo...

Te agradezco mucho estas historias porque siempre me recuerdan mi infancia.
En este caso cuando se nombra al café que se vendía en La Lagunilla, me he acordado de que yo iba a dicho lugar a comprar café cuando era un niño. Y no es cierto eso de que me he acordado, lo recuerdo muchas veces, pues compraba cebada quemada a la que llamaban café, y al café al que calificaban como "café del bueno", y eso me lleva a recordar que por aquellas fechas entró en mi casa el Nescafé, que era de contrabando, y lo probé con leche condensada "La Lechera", y aquello si me pareció café del bueno.
Desde entonces me gusta el "rojo" de Nestlé, solamente.
Saludos cordiales.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Rafael

Yo también disfruto contando estas historias que a modo de mosaico nos configuran la vida.

El "rojo" y el del Nestlé que venía de contrabando, me consta que es el único que toleras.

Tuviste la oportunidad de tenerlos de cerca, y sabes de su verdad y de sus mentiras.

Pero por eso ponemos "estas notas" que quieren evadirse por completo de ese mundo.


Saludos

ben dijo...

Muchas horas he pasado en las colas
para comprar café,en una tienda cer
ca del Campo de la Merced,de una
marca muy conocida,que no recuerdo
como se llamaba.
Un trabajo precioso es el que has
hecho,con el recuerdo del café,en
aquellos años.
El anís,en mi recuerdo,va unido al
recuerdo de mi padre,con su frase
de las mañanas:..."esta copita,pa
ra matar el gusanillo..."Nunca
salía,sin haber tomado su copita
de anís.
Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo Ben

Con estos pequeños recuerdos lo que pretendemos es precisamente que el que lo lea lo pase bien.

Lo pasado es historia, y recordar las copas de coñac, las de anís y los "carajillos" es palmar que algo ha cambiado en nuestras costumbres.

Antes, había gente para la que tomar café en "Los Mochuelos", era todo un rito, antes de cualquier partido de nuestro amado CÓRDOBA.

Saludos

Manuel Estévez dijo...

Estimado Meléndez


Te contesto al correo que me has puesto directamente.

El nombre de Bar los "Mochuelos" le viene de los años cuarenta o cosa así. El abuelo del actual dueño, al parecer tenía "un mochuelo" en la Taberna, y se formó una Peña con ese nombre.

Eran tiempos en que el desaparecido Manolín "El Boca", estaba detrás de la que luego sería su esposa, (que no era otra que la tía de Miguel Reina, el que fue nuestro mejor portero de la historia).

Y que todos los días solía pararse en dicho Bar, en compañía de sus amigos El Davila y de Pepe Sánchez Aguilera, y que vieron como allí estaba el "mochuelo".

Gracias por la pregunta.