sábado, 9 de noviembre de 2013

GALLEGOS ROCAFULL, NO FUE CURA DE "MISA Y OLLA"


Ha muerto Rosario Córdoba Sastre, mujer que en sus tiempos adolescentes, representó una forma de vivir la juventud de aquellos tiempos, años 50, 60 y 70, del pasado siglo. Formó parte de la Acción Católica de San Lorenzo a la que tanto impulso le había dado  el Obispo Fray Albino, singular prelado que estuvo en Córdoba, desde 1947 a 1958.

Entre sus muchas cualidades como mujer tenía la de poseer un tipo muy elegante por lo que fue elegida como la “abanderada” de aquella forma de vivir en consonancia con la Iglesia. Daba gusto verla desfilar con tacones y su con pelo cogido con redesilla, al mejor estilo de Julio Romero. Bueno será recordar aquí a aquella juventud que le acompañó en sus menesteres de ayuda y servicio a la Iglesia y otra generación que vino después: Mariquita Bojollo, Margarita Laguna, Rafi Álvarez, Tere Barneto, Casimira Barneto, Antonia María, Chari Mesa, Carolina Mejias, Carmela Navajas, Carmen Gómez, Luisa Fernández, Loli Granados, Manoli Serna, Paqui Vaquero, María Calero, Pilar Saco, Tere Soldevilla, Maruja Guzmán, Paquita Guzmán, Enriqueta Cantueso, Margarita Vargas, etc. etc.

Sus últimos días los ha vivido en la “Residencia de San Andrés” de la calle los Frailes, residencia, que antaño fuera la popular “Casa de las Viejas” y que bajo la protección de la Fundación Conde de Gavia, era una casa antigua de corte normal por este barrio, con habitaciones esparcidas, por los dos amplios patios de la casa. En los años cincuenta del pasado siglo XX, la llamada “Casa de las Viejas” u “Hospitalito de San Andrés” se sostuvo con las rentas que producían tres inscripciones de la deuda al 4 por ciento, una haza de olivar enclavada en el lugar llamado de Malmuerta en el término de Córdoba y la casa nº 5 de la Plaza del Conde de Gavia. Las hermanitas de la Cruz, les prestaban asistencia social, tanto en la enfermedad como en otras circunstancias.

La Fundación acogía a mujeres mayores, viudas o solteras, que al estar solas, se les daba techo, luz, agua y una peseta diaria para su manutención. En dicha casa había una mujer que hacía las veces de “casera” y que se llamaba Virginia (al menos era la que estaba cuando nosotros visitamos esa casa allá por el año 1956, en compañía de Inocencio Montes “El Chencho”, Rafael Morales “Faeles” y unos cuantos más). Esta “casera” tenía una especie de autoridad delegada de la Fundación, autoridad, que nadie discutía. Al ser una Fundación de carácter piadoso, estas mujeres o las que buenamente pudieran, solían reunirse todos los días a media mañana para unos rezos en torno a una imagen de la Virgen de los Reyes, que estaba depositada en la vivienda de la “casera”. Por esa casa, pasaron muchas mujeres del barrio, Dolores, Mercedes, La “Leona”, Fernanda, Carmela, Rosario, Gloria, La Transi, Angelita, “La Recobera”, etc. etc. El amigo Joaquín Montoro, (El Chache”), desde la azotea de su casa que estaba junto a la “Casa de las Viejas”, nos decía que muchas veces contemplaba como estas mujeres discutían por todo, incluso por la comida del gato. Hay que tener en cuenta que eran alrededor de catorce mujeres con sus gatos incorporados. En la antigüedad a estas mujeres que solían vivir de esta forma, se le llamaba “Bizocas”, o mujeres que se retiraban de la vida y se entregaban al culto, este acepción o nombre era oriundo de Italia. 

Por aquellos tiempos en torno a la Iglesias se daban unas circunstancias muy distintas a las que podemos observar hoy.

Al ser las Misas por las mañanas, casi siempre a las 8 de la mañana, la Iglesia permanecía abierta desde la 7.30, en que se daba el primer toque de campanas para anunciar la Misa.

Al medio día la Iglesia cerraba a las 13 horas para abrir de nuevo al toque de vísperas es decir a la 16 horas, luego permanecía abierta hasta el toque de ánimas a las 21 horas.

En aquellos tiempos era frecuente además de la figura del cura, el sacristán y el monaguillo, que por regla general eran dos los que solían estar en “nómina”. Pero luego, había una troupe de chiquillos detrás, que aspiraban a colocarse de monaguillos. En las Iglesias llamadas pobres, podían faltar luces, flores u otro tipo de boato, pero lo que sobraban eran chiquillos “que hacían cola” para vestirse de monaguillos. El hecho de subir a la torre, o vestirse de acólito, constituía uno de los logros más grandes de cualquier pequeño, y más si se les dejaba tocar las campanas. Para muchos aquello constituía como una meta bonita en su vida.

Pero es que, igual que en el tema de los monaguillos, en aquellos tiempos la juventud desfilaba por la Iglesia, no tanto en las Hermandades de Semana Santa, pero si en la Juventud y el Aspirantázgo de Acción Católica, era por lo general una juventud que colaboraba en todo con la Parroquia, pero fundamentalmente en las labores de catequesis y visita a los enfermos.

Eran los tiempos en que el cura, estaba en la parroquia o estaba en su despacho, siempre disponible para el filigrés que creyera que lo necesitara. La gente joven de Acción Católica, eran en muchos casos como el consejo asesor del párroco. Y la acción de la parroquia llegaba a casi toda la gente que lo necesitaba.

No existirá un tratado de cómo tiene que ser la actividad social de un párroco, pero por el reconocimiento que los fieles le tuvieron, tendríamos que situar a modo de ejemplo, al Padre Manuel Fuentes Porrero, Trinitario, hombre que partiendo de cero, supo “crear su propia parroquia”, en la Iglesia de los Padres Trinitarios del Jardín del Alpargate. El “Padre Manuel”, fue todo un dechado de sencillez y entrega total en su labor de parroquia. Se cansó de visitar e interesarse por sus parroquianos, cosa que estos se lo devolvían con la moneda del cariño y el reconocimiento. Atendió a multitud de necesitados y seguramente dormía todas las noches con la conciencia del deber cumplido. En una ocasión en que la procesión de María Auxiliadora, pasaba por el Jardín del Alpargate, en dirección a la Calle de los Frailes, bastó para que el "Padre Manuel", que después de una enfermedad, estuviera viendo la procesión apoyado en la baranda de la “Lonja”, para que la mitad de los fieles que acompañaban a María Auxiliadora, abandonaran momentáneamente la procesión para saludar al bueno del “Padre Manuel.”.

Hoy, salvo honrosas excepciones como en todas las cosas de la vida, el panorama que presenciamos en la Iglesias es bien distinto.

En primer lugar las Iglesias permanecen casi todas ellas, el mayor tiempo del día cerradas, hasta el punto, de que ni los turistas las pueden visitar. También se ha perdido esa bocanada de aire fresco que suponía la Acción Católica cerca de la Iglesia, y como no, ya no hay motivos para que los más pequeños quieran ser monaguillos o simplemente aspiren a poder subir a la torre y repicar.

El propio monseñor José Rodríguez Carballo, se pregunta en L’Osservatore Romano, Porqué, en los últimos cinco años, más de 3.000 religiosos y religiosas abandonan, cada año, la vida consagrada. “La ausencia de vida espiritual –oración personal y comunitaria, y vida sacramental- conduce muchas veces a centrarse exclusivamente en las actividades de apostolado” lo que genera una crisis profunda de fe.

La verdad, es que en general se ha notado un “acomodamiento” de algunos curas. Para muchos, da la impresión que la labor de la Parroquia, es una rutina, como cualquier otro trabajo y se les atraganta. Y eso, que muchos acuden a la Iglesia, el tiempo justo para la celebración de la Misa o cualquier otra actividad, ya sea entierro, boda o bautizo.

Y es que todo ha cambiado. Ahora en sus homilías de forma reiterada algunos curas, acuden a la Misericordia Divina, que lo perdona todo. Por eso de esta forma no nos extraña, que la Confesión haya casi desaparecido del panorama del cristiano. Se tiene la sensación, de que ahora las homilías en las Misas, se hacen “Al gusto del consumidor”, y de esa forma todos los asistentes salgan contentos y complacidos. Todo el mundo es bueno, y todo está justificado, y si no, al final está Cristo que es sumamente Misericordioso. Mientras, en el mundo del Trabajo, de la Industria, de la Bolsa y de todo lo que tiene “lucro y especulación” es un escenario, donde todo el que puede pone zancadillas, engaña y estafa todo lo que le parece, y como resultado, llegamos a un mundo actual, donde el PARO, Y LA INJUSTICIA, desfilan tan tranquilos por nuestras calles e incluso en algunas de nuestras casas.

No cabe duda de que algo ha cambiado y el propio Papa Francisco, en esas repuestas que imporovisa a determinadas preguntas de los periodistas, así lo ha expresado. No quiere una Iglesia, en donde los sacerdotes y gobernantes se consideren como una especie de funcionario más. Además se ha puesto incluso un “casco” para dar a entender que hace falta  ponerse a trabajar.

Al oír todas estas cosas y también otras opiniones, no tenemos más remedio que indicar que aquí una de las cosas que ha cambiado fundamentalmente es lo siguiente:

La falta de presupuesto para mantener el puesto de trabajo del sacristán que es tan antiguo como la misma Iglesia, ha cambiado mucho el panorama. Siempre fue el sacristán el que abría y cerraba la Iglesia, ahora en muchas Iglesias, está el “colaborador” de turno, que se encarga de “suplir” de alguna forma esta misión de forma altruista, o con alguna ayuda testimonial. Más de una vez,  se ha oído quizás en comentarios un tanto triviales lo siguiente: “Que lástima, que aquella Cajasur, tan espléndida, con las Peñas, los Deportes, y tantas actividades lúdicas a través de su obra social, no hubiera establecido “El fondo del sacristán”, para que debidamente capitalizado, hubiera podido generar un complemento digno de sueldo para esta figura de servidor de la Iglesia, tan necesario como es el sacristán, ya que con él al menos, la Iglesia estaría abierta”.

Hablando con Pepe Bojollo, persona que lleva al servicio de la Iglesia desde el año 1942, y al comentar este tema de la Iglesias cerradas y la posible falta de dedicación de los curas de ahora, me decía:

“Antes proliferaban mucho los “Curas de Misa y Olla” y estaban todo el día de una forma u otra, disponibles para el servicio de los filigreses, pero hoy es distinto, ya que están más preparados y muchos de ellos están pluriempleados en tareas que le ocupan bastante tiempo y le gusta más. Además está el móvil que no los deja tranquilos”

Pero a poco que repasemos la historia, veremos que tampoco la mayoría de curas eran de los llamados “de misa y olla”. Como tampoco se puede generalizar esa imagen del cura que nos presentaba García Berlanga en su cine, en el que el Cura, el Boticario y el Alcalde, eran los “dueños” del pueblo.

Yo traigo aquí la semblanza de tres curas que muy bien pueden representar “lo que en las matemáticas de Bruño, eran los extremos y los medios”. Se trata de tres sacerdotes, dignos en su forma de ser, que afrontaron unas circunstancias, que dá pocas posibilidades a encasillarlos en “Curas de Misa y olla” como vulgarmente se les ha clasificado.

NO FUERON CURAS “DE MISA Y OLLA”

Recuerdo que por aquellos años, cuando en los Salesianos, se hacían los llamados Ejercicios Espirituales, nos daban unas hojas a modo de lectura, para que conociéramos a algunos personajes de la Iglesia, que habían padecido el sacrificio por razones de su militancia relacionada con la Iglesia.

Cito aquí el ejemplo de D. Pedro Simancas Valderrama, sacerdote que era coadjutor de Nuestra señora de Armentera, de Cabeza de Buey. (Badajoz), Nació el 28 de abril de 1872. y medio se crió sin padre. Después de una vida entregada a su ministerio y pasándola con muchas dificultades económicas, murió asesinado en noviembre de 1936, a consecuencia de las venganzas de la guerra.

D. Pedro Simancas Valderrama, era tan pobre, que solicitó la plaza de sacristán que había quedado libre, por muerte de don Eduardo Simancas, que fue su padre adoptivo. Solicitó este puesto rogándole a su párroco don Dionisio Coll, que escribiera al señor obispo para que le autorizara desempeñar ese puesto. De esta forma podría mantener dignamente a su anciana madre y a su hermana.

D. JOSE CASTRO DÍAZ

Otro de los pequeños “trípticos” que llegaron a mis manos, fue el del sacerdote D. José Castro Díaz, narural de Villanueva de Córdoba, y que nació el 8 de febrero de 1888. Quizás no pasara penurias económicas, pero tuvo que ser un gran trabajador, para atender a todas las obligaciones que tuvo. La actitud de grupos incontrolados de izquierdas que quisieron hacer la guerra a su manera, le asesinó en Granja de Torrehermosa, con un grupo de personas más, entre curas, frailes y ciudadanos civiles.

Fue un gran sacerdote, preparado, culto y eficaz. Fiel cumplidor con sus obligaciones de delegado del Obispo de Córdoba en Fuente Obejuna y sus Aldeas. Mediante comunicación por carta estaba dos veces en semana con el Vicario de la Diócesis, tratando los problemas que afectaban a Fuenteobejuna y sus aldeas. Era un hombre muy ordenado y en las visitas pastorales que recibió se puso en evidencia dicho orden, tanto en inventarios como en los libros de los archivos parroquiales. Por lo que demostraba siempre una capacidad de trabajo relevante. D. Miguel Blanco Nájera, que hacía de Vicario de la diócesis, hubiera podido dar fe, de las innumerables cartas que se intercambiaron relatando los problemas de Fuenteobejuna y las Aldeas que la circundan y pudo comprobar mejor que nadie su talante conciliador y constructivo.

Por la ceguera de la guerra se lo llevaron preso y a morir a Granja de Torrehermosa, en compañía de otros muchos ciudadanos, sin ningún tipo de defensa o garantías mínimas para un ser humano. Hay algunos autores que dicen que el cabecilla principal de aquella revuelta de castigo, ocurridas entre el 21 y el 30 de septiembre de 1936, fue un tal Rafael Maltrana Galán, alcalde socialista de la localidad vecina de Llerena, y que después de la guerra viajó al exilio en el “Legendario Barco Winnipeg” que fue fletado gracias al amor y voluntad de Pablo Neruda hacia Chile. En dicho viaje fue acompañado por su esposa Camila Torres Calderón y su hijo mayor Antonio Maltrana Torres, según relato de su hija Eloisa Maltrana Torres. Con toda seguridad este hombre llegaría al exilio en olor de multitud de los que le creían un defensor de la República española. Pero aquí en España se quedaban los familiares de los muertos en Granja de Torrehermosa, que tenían lógicamente otra opinión del héroe.

D. JOSE MANUEL GALLEGOS ROCAFULL

Y ya por último en los cuadernillos del periódico ABC de la guerra de España, que publicaron por los años sesenta, se distinguía el periódico publicado en cada zona (Madrid-Sevilla), los de la zona de la República, venían los artículos en letra roja, y los publicados en el ABC de Sevilla en letras azules. En el de Madrid, y con letras rojas, leí el nombre del canónigo José Manuel Gallegos Rocafull, perteneciente a la Catedral de Córdoba, y que lo destacaban por su actitud favorable a la idea de la República y en contra totalmente de la guerra.

D. José Manuel Gallegos Rocafull, fue un eminente sacerdote de la diócesis de Córdoba, que habiendo nacido en Cádiz, y profesado en la misma ciudad, ganó holgadamente la plaza de Canónigo Lectoral del Cabildo Catedral de Córdoba. Fue un sacerdote comprometido con la obra social de la Iglesia. Fue un intelectual que se asomó al mundo de la politica para defender su ideología demócrata y contraria a la “lucha de clases” que propugnaba el marxismo tan de moda en aquella época. Fue, no cabe duda, hombre de confianza del Obispo D. Adolfo Pérez Muñoz, y por delegación de él, fue presidente de la Constructora BenéficaLA SOLARIEGA”, que llevó a cabo la construcción de 99 viviendas para personas necesitadas, en la zona del Marrubial (Alvaro Paulo), San Cayetano (Calle Juan de Torres) y Cerca de la Cuesta de la Pólvora (detrás del cuartel de la polícia nacional).

En toda su actividad desplegó sus mejores argumentos, en pro del sindicato católico agrario, como contraposición a cualquier sindicato de otra índole. Con la llegada de la República y ante el recorte de la dotación asignada a la Iglesia por parte del Gobierno, posiblemente y a requerimiento de su obispo, el cual más o menos le diría: “Todo el que tenga medios de averiguarse las habichuelas que lo haga”. Se colocó en Madrid como ayudante de cátedra de Fernando de los Rios. Estando en esas obligaciones estalló el alzamiento y a él le pilló en Madrid.

Hay historiadores que llegan a la conclusión de que al padre Gallegos, debieron darle desde primera hora “Un salvo conducto” para que no fuera “arrestado” por los grupos radicales y anticlericales de izquierdas que andaban por las calles, como le pasó a muchos compañeros sacerdotes por la mayoría del territorio español. Hay que tener en cuenta que sólo en Madrid, fueron asesinados 65 religiosos de la congregación de los padres Agustinos, 23 religiosas Adoratrices, 38 religiosos Dominicos, 41 religiosos Salesianos, etc. etc. y un montón de sacerdotes del clero secular. (Datos Conferencia Episcopal Española. 2007).

El, desde primera hora se opuso de forma frontal a la guerra, y para ello, según su bibliografía, se apoyaba en documentos de todas las Encíclicas de los Papas, y demás documentos Pontificios. El gobierno aprovechó su actitud de oposición a la guerra y junto con el Padre Lobo, lo enviaron a Bruselas y a Francia en donde difundieron “La actitud anticristiana de la Iglesia española por su forma de justificar la guerra santa o cruzada”.  Por esta actitud fue suspendido “Ad Divinis”.

Su LEALTAD estuvo siempre con su forma de concebir la idea cristiana de la vida, contraria a la guerra, y que claramente expresan las distintas Encíclicas de los Papas.

Ante la pastoral de los obispos españoles en 1937, Gallegos Rocafull, reacciona con rabia. Precisamente en una conferencia en Bruselas responde con estas palabras: ¿Guerra santa? ¿Cruzada? No, evidentemente. La religión es demasiado sagrada, demasiado divina como para meterse en este caos de razones sin duda justas, pero también de intereses demasiado humanos”. No obstante en su principal libro “La Pequeña grey”, reconoce al final, que quizás con su comportamiento faltó a la obediencia debida para con su obispo.

Marchó al exilio desde Francia en el barco Wolemdam, desde donde partió el 12 de agosto de 1939, desde el Puerto de Boulogne-sur-Mer, en el norte de Francia rumbo a New York, a cuyo puerto probablemente arribaron el 22 del mismo mes. De New York a México viajan por tierra, llegando a su destino el 29 de agosto de 1939. La travesía en Barco la hizo en compañía de Eugenio Imaz y esposa entre otros.

En los primeros tiempos del exilio fue uno de los fundadores de la Editorial Séneca, en donde distintos intelectuales, publicaban sus artículos, de añoranza del páis abandonado y en defensa de la República. Poco a poco, se fue quedando "aislado" pues él decidió seguir firmemente desempeñando su ministerio sacerdotal, por encima de cualquier otra actividad. En sus cartas mantenidas con el Obispo Pérez Muñoz y posteriormente con Fray Albino, expresa su queja contra su suspensión "Ad Divinis"a que se había visto sometido. Incluso hizo mediar en este asunto al Arzobispo de México y a D. Ángel Herrera Oria, sacerdote muy reputado por aquellas épocas, encontrando apoyo total en ambos sacerdotes.

En 1948, el Obispo Fray Albino, se entrevistó con él en México y le pidió por dos veces que volviera a España a ocupar su puesto vacante. Ante la negativa le pidió entonces que renunciara a su cargo como canónigo Lectoral de la catedral de Córdoba.

Su gran dolor fue la separación de su madre, y para mitigar este dolor, viajó en 1950 a París, para encontrarse con ella y otros familiares. A raíz de entonces mantuvo una fluida comunicación epistolar con sus hermanos, Ángeles, Mercedes, Carmen y Rosario, con los que comentó de forma agradecida; el comportamiento del Cabildo, en el entierro de su madre ocurrido en Madrid, el 29 de abril de 1950.

El día 20 de mayo de 1950, por decisión de Roma, se le devolvieron las licencias ministeriales a través del episcopado méxicano, según documentos en poder  de Jorge palacios Treviño, alumno, amigo y su albacea testamentario.

Nada más llegar al exilio de México, fue invitado a dar clases en la Universidad Libre, que era regentada por los padres jesuitas.

En 1956 y a sugerencia del Arzobispo de México, Monseñor Martinez, fue a Roma a visitar a Pío XII. Entre el Arzobispo y el secretario de Estado Monseñor Dell' Acqua, lo habían preparado todo y el Santo Padre lo recibió y con unos libros suyos sobre su mesa, y entonces le dijo: "Usted debe de escoger entre volver a España con toda libertad o quedarse en el extranjero, que su problema con la Catedral de Córdoba se arreglará según su voluntad y le pido que no pierda usted la confianza". A dicha audiencia celebrada en el mismo año de 1956, asistieron también algunos familiares suyos.

Al salir del Vaticano y despedirse de Monseñor Dell' Acqua, (Secretario de Estado), éste le animó a que no renunciara a sus derechos eclesiásticos, pero él le dijo:

Yo me marcho a México y renuncio a todo cargo de canónigo, aunque bien es verdad que "Nada tengo contra el Cabildo de Córdoba; los capitulares asistieron al entierro de mi madre, cuando, ausente yo, murió y la enterraron sin la presencia de su hijo".

Después de este viaje renunció a su cargo de canónigo Lectoral de la Catedral de Córdoba en el mismo año 1956.

Fueron importantes sus artículos en la revista literaria "LAS ESPAÑAS", donde coincidió con importantes plumas del exilio español.

Empezó a dar clases de Filosofía en la Universidad de Guadalajara, en el Estado de Jalísco, en donde murió el 12 de junio de 1963, por la tarde y sentado en su mesa impartiendo la clase. Murió de un infarto.

El Lic. Jorge Palacios Treviño, gran amigo de él y su albacea testamentario, nos comenta:

"El padre nunca había estado en América del Sur y, en varias ocasiones, se refirió, con orgullo y admiración, a la ingente obra de España en América.

Ante las impertinencias de un periodista por querer hacerle una entrevista, más o menos "dirigida" incluso pagada si hacía falta, él le contestó:

"Soy un servidor de cristo y de la verdad, o por lo menos de lo que yo creo que es la verdad y, para ello, no necesito que nadie me pague ni un centavo."

Una noche, pocos meses antes de su muerte, le pregunté que qué estaba escribiendo. Me contestó:

"Este hombre que había escrito más de 24 libros, le dijo: Ya estoy viejo, lo fundamental, lo importante, ya lo he escrito. Ahora, me interesa más confesar a las beatas de la Coronación- La iglesia junto al parque España en donde ejercía su ministerio espiritual como capellán- Lo último que tengo que escribir es mi testamento espiritual que será mi actitud, mi posición cristiana, ante la vida y en la guerra civil.

Era principios de 1963 y le pregunté: Si ante la situación que imperaba no pensaba regresar a Espa y me dijo:

"Todo aquello quedó atrás y no guardo rencor a nadie".

Por lo que días después fuimos a la representación española para que sacara su nuevo pasaporte, que se lo facilitaron sin ninguna dificultad para el periodo 1963-1965, y se disponía volver a España para encontrarse con los suyos.

El Padre Gallegos siempre llevó una vida muy intensa, por ejemplo, en el año que murió (1963), esto era lo que hacía: Los domingos y festivos celebraba 3 misas y en todas ellas predicaba; por la tarde rezaba el rosario y volvía a predicar. Frecuentemente predicaba ejercicios espirituales para sacerdotes y seglares. En la Escuela de Filosofía de la UNAM, impartía varias cátedras. Tenía un programa semanal en Radio Universal en el que tocaba temas referidos a San Agustín y a Teillhard de Chardin y escribía artículos semanales.

Antes de partir a Guadalajara, para impartir en la Universidad las que serían las últimas conferencias, me comentó que se sentía muy cansado. Y o le pedí que no fuera, que descansara, pero me dijo que ya descansaría cuando muriera.

En el Panteón Español de México DF, en su libro de registros aparece el siguiente apunte: D. José Manuel Gallegos Rocafull, natural de Córdoba (España), se encuentra enterrado en el Panteón Español, Cementerio de Nuestra Señora de los Ángeles, en la Sección nº XI, sepultura nº 991.



5 comentarios:

Anónimo dijo...

La historia de tres curas.
Me ha parecido que se defiende la actuación del tercero, en tanto que se considera que las actuaciones de los otros dos eran de lo más natural, como corderos que su función es ir al matadero con la máxima naturalidad, y sin importunar a los matarifes, y no estoy de acuerdo.
Los curas son hombres y como tales es de esperar su comportamiento.
El hombre actúa de acuerdo con el principio de supervivencia.
El tercero tenía asegurada su supervivencia en los dos bandos, como se ve que ha sucedido, y que se narra.
Lo vamos a explicar bajo dos puntos de vista, nuestra opinión de por qué el tercero con su “No a la Guerra”, no tiene razón.
John Stuart Mill dice que si el cristianismo sobrevivió a las persecuciones en el imperio romano fue porque estas no fueron suficientemente intensas, alternando con otros periodos mas permisivos, porque no es aceptable que la idea por ser correcta pueda prevalecer por eso. Por lo tanto para sobrevivir hay que defenderse.
Referido a Córdoba, según Menéndez Pidal, Abderramán III llamó a los obispos para que convocaran un Concilio porque estaba harto de tanta sangre derramada porque los cristianos se presentaban voluntariamente al martirio. Pasados los años, el rey castellano Fernando III conquistó Córdoba y se derramó la sangre de cordobeses mahometanos, lo que no impidió que al rey se le considerara santo.
Si hay dos bandos, y en uno de ellos te matan por ser lo que eres, la actuación más de acuerdo con tu instinto de supervivencia es ir en contra del bando que te mata.
La violencia no es buena, pero no hay que olvidar que Dios cuando era Dios y Hombre verdadero, protagonizó dos episodios de violencia, y uno de ellos, el referido a los pequeñuelos, no ha sido actualmente respondido de forma violenta por parte de la jerarquía religiosa, siguiendo la enseñanza del Maestro. Luego la violencia no siempre es mala.
El tercero estaba pegado al poder, cosa que a todos los hombres nos gusta. Y cuanto más pegado al poder estés, tu actuación más correcta será, cuando se analice.
Los dos primeros posiblemente fueran curas de misa, en tanto que el tercero podría ser solamente de olla.
Saludos.

Manuel Estévez dijo...

Amigo San Martín

Agradezco su comentario y sus citas con la historia, en donde mencionas
a Menéndez y Pidal, a Abderramán III y a Fernando III el Santo y llegas
a unas conclusiones que no están en el espíritu del comentario.

En primer lugar hablamos de una mujer Rosario Córdoba, que se fue, sin que a lo mejor la visitara algún cura, cosa que en estos tiempos es normal,
y es que la Misericordia de Dios, según nos dicen ahora, lo perdona todo.

Hablamos del Paro, de las Injusticias y de otras cosas, denunciando esa actitud.

Luego criticamos que las Iglesias para los creyentes, permanezcan casi siempre cerradas, echando de menos a esos sacristanes de antaño, que al menos las tenían abiertas.

Se critica, el derroche de Cajasur, y que bien podía haber creado un fondo, para solucionar esto.

Se mencionan palabras de gente importante del Vaticano, e incluso, unos comentarios del Papa Francisco, aseverando más esta critica, referida a los curas que se han "acomodado".

Luego ponemos el ejemplo del "Padre Manuel" y lo citamos con un evento muy popular como es la procesión de María Auxiliadora.

Luego para poner la opinión de todo el mundo, citamos la de un sacristán que lleva en la Iglesia desde el 1942. Y para no compartir esta opinión de que antes los curas eran de "Misa y Olla", cito el caso de estos tres curas, que cada uno en su situación demostró que eran más que curas de "Misa y Olla".

En cuanto a lo de Gallegos Rocafull, hago incapie, en su "Lealtad", ya que últimamente se ha escrito un libro que habla de otra lealtad.


Amigo San Martín
Saludos












Rafael San Martín dijo...

Amigo Estévez: He entrado en el blog para leer “Cura de misa y olla”, y me he encontrado con la sorpresa de que me imputas la autoría de unos comentarios.
En realidad estoy de acuerdo con los comentarios, pero no con los tuyos.
¿Cual es el titulo? Curas, luego los comentarios deben referirse a los curas, y no a los sacristanes, que luego comentaré.
El comentarista se refiere a las vicisitudes de los tres curas que tú nombras, luego su comentario no puede ser más acertado, aunque sean opiniones.
Tu replica se refiere al paro, y a otras cosas que no menciona tu admirador anónimo. Este en síntesis dice que los curas son hombres y como tales están sometidos a los mismos impulsos que los otros hombres. Recuerdo que a un obispo de Córdoba le decían Cirardeta, porque era natural de San Sebastian y su padre médico, y de Córdoba se trasladó a Pamplona, lo que para un obispo debe ser un ascenso, a pesar del apodo cuyo significado está en las últimas letras. Hay siempre una influencia social sobre los curas, y estos no siempre responden a los incentivos de la misma manera, por ejemplo a San Lorenzo le dijo el funcionario romano que se presentara con los tesoros de la Iglesia, y no sé si por sentido del humor o por pureza evangélica se presentó con un conjunto de pobres. El funcionario que no tenía sentido del humor lo mandó a la parrilla.
En referencia a los sacristanes, me parece que el Maese Cabra descrito por Quevedo como clérigo era sacristán. Recuerdo de mi infancia que el propietario de una casa en la Plaza de Colón tenía como profesión la de sacristán, era antes del Concilio, cuando se cobraba por la administración de los sacramentos, y el sacristán era el que cobraba, que era una cosa parecida a la que ahora pasa con los sindicalistas, que cobran una comisión cuando un trabajador va al paro, llamado desempleo, Ere, o no sé cuantas cosas más. Cuando el importe llegaba al cura, tal vez fuera más reducido que lo que había aportado el feligrés. Finalmente no era lo mismo ser sacristán de San Miguel que del Zumbacón. Sociológicamente los sacristanes han desaparecido por culpa del Concilio Vaticano II.
Saludos cordiales.



Manuel Estévez dijo...

Amigo San Martín:

Te pido perdón por si te confundí con el anónimo, pero en fin otra vez será que acierte.

Me dices que el titulo no se corresponde con el contenido, puede que lleves toda la razón.

Pero ahí he querido poner un titulo, diametralmente opuesto a la figura del cura en cuestión.

Utilizo un argumento (opinión) de un sacristán que lleva muchos años al servicio de la Iglesia: "CURAS DE MISA Y OLLA" para demostrar que en aquella época, hubo curas que no fueron para nada eso que dice Bojollo.

He puesto tres sacerdotes 2 que murieron violentamente en la guerra y uno que se exilió. Quizás como ejemplo de lo que pudiera haber en esa época.

El tema de los sacristanes, es largo y tendido, y no se puede mantener una estructura, para la que no hay presupuesto. Critico, ese detalle, y además hecho en cara a "Cajasur" que al menos era de la Iglesia, para que no intentara resolver ese problema.

Quizás me haya excedido en poner cosas de Gallegos Rocafull, pues es un personaje que lo he estudiado a fondo, pero como investigador, ni digo que estuviera bien o mal lo que hizo.

Saludos San Martín
Y me felicito, saludarte en el día de San Martín.

Para los curiosos, fue el día del año 1972, en que se empezó a colocar
la primera Celosía (de las cuatro), que cierran las primeras puertas de la Mezquita Catedral, al patio de los Naranjos.

Aunque la idea fue naturalmente de D. Rafael Lahoz, el que la pintó fue Eulogio Blanco, en aquella Oficina de la Calle Nueva, en donde estaba la Consulta de D. Francisco Calzadilla.

Los politicos muchas veces llaman a sus periodos de "PROSPERIDAD Y PROGRESO" y lo único que consiguen es que los países, vayan para atrás.


Saludos









Manuel Estévez dijo...

Amigo San Martín


No me pongas un RECHAZO, para esa palabra "Hecho" que se me ha colado, te prometo que otra vez no será así.


Saludos.