jueves, 2 de julio de 2020

EL GRAN TEATRO DE CÓRDOBA




El Gran Teatro de Córdoba es obra del arquitecto Amadeo Rodríguez. Se inauguró en abril de 1873 con la puesta en escena de la zarzuela Marta. Hasta el Año 1970, año en que fue cerrado. Sufrió a lo largo de su historia diversas remodelaciones que no afectaron para nada   su configuración original.

El Ayuntamiento de Córdoba se hizo cargo del edificio en 1982, y tras declarar el inmueble de interés histórico-artístico, encargó el proyecto de remodelación actual al arquitecto José A. Gómez Luengo. Las obras de restauración se desarrollaron a lo largo de casi tres años y el 20 de mayo de 1986 el actual Gran Teatro de Córdoba abrió sus puertas de nuevo.

Tenemos que decir que el Café Gran Capitán y el Gran Teatro, nombre que se le asignó en un principio a todo ese edificio que iba desde el Circulo de Labradores hasta el Gran Teatro, se levantó sobre parte de los terrenos que se liberaron con la expropiación del Convento de San Martín. Dicho Convento fue fundado en 1635, por testamento dejado por Martín Gómez de Aragón, y dicho Convento fue creado en lo que fue el Palacio de los Marqueses de Comares. El Convento tuvo actividad religiosa durante dos siglos, estuvo funcionando y en el año 1836, fue suprimido y sus monjas repartidas en otros conventos de la ciudad. Entre otras cosas se trataba de comunicar el Gran Capitán con la  Avenida de los Tejares. En el año 1840 el Ayuntamiento solicita la demolición del Convento, para hacer el llamado Paseo de San Martín, que en 1862, sería suprimido para abrir definitivamente la Avenida del Gran Capitán.

Estos terrenos sobre los que se levantó el Café Gran Capitán (Antiguo Casino de Labradores) y el Gran Teatro, era propiedad de las banca Pedro López, que se los vendió a don Juan de la Cruz Fuentes de la Plaza, que había concebido la idea de levantar el citado Gran Café y el Gran Teatro. Para este proyecto contó con la ayuda de don Mariano Castiñeira, pero cuando ya tenían construido el Gran Café, y procedían a sacar los cimientos para el Gran Teatro, debieron de surgir problemas económicos, por lo que todo lo construido e incluso los terrenos pendientes por construir,  pasaron a poder de la banca Pedro López, que quiso continuar con el proyecto del Gran Teatro para lo que contrató al arquitecto don Amadeo Rodríguez, que de acuerdo con Pedro López, concibieron un Teatro moderno, para lo que el banquero no escatimó esfuerzo económico alguno. Su intercambio epistolar con el Ayuntamiento solicitando permiso para fabricar su propios ladrillos aprovechando los barros que eran habituales en el campo del Marrubial y en los barros igualmente existentes de la Cuesta de la Pólvora. Esta solitud nos demostraba que el banquero siempre estuvo muy pendiente de la obra.

El costo de la obra fue de 1.386.674,89 reales, y el teatro se inaugura en 1873. El banquero Pedro López Morales, como ya hemos dicho, intervino de lleno en esta obra, hasta el punto de que en reiteradas ocasiones se dirigió al Ayuntamiento, pidiendo licencias y comprometiéndose a cumplir los plazos establecidos. Convenció al Ayuntamiento de que la construcción de un Gran Teatro Liceo era de mayor utilidad para Córdoba que las tres casas que en un principio pensaba construir el Ayuntamiento. No obstante en todo el momento el banquero deja claro pensamiento: "Para que la economía y la riqueza aflore, es necesario que el dinero invertido sea rentable".  

El aforo total del Gran Teatro fue de 1000 localidades, repartidas entre el patio de butacas, palcos, plateas, anfiteatro, y lo calidades paraíso.

Una vez inaugurado el Gran Teatro como tal, sería el mismo financiero don Pedro López el que realizó labores de empresario, trayendo los mejores espectáculos que se pudieran dar en España, porque hay que decir que en a aquella época la zona industrial del Guadiato Peñarroya-Pueblonuevo, era la única zona de Córdoba, que tenía un buen talante de ciudad de progreso con atracciones y diversión de cierto nivel y por supuestos sus sueldos eran muy superiores a los de la capital.

Posteriormente y después de un tiempo inicial que el propio financiero actúo de empresario, ya concurrieron empresarios de Madrid y Sevilla que se hicieron con el arrendamiento y explotación. Hasta que en los años principios de los cincuenta sería la empresa Sánchez Ramade, la que explotaría este negocio de espectáculos, que durante mucho tiempo vio pasar por su camerinos a muchas primeras figuras, como Antonio Molina, Lola Flores, Marife de Triana, Concha Piquer, Juanita Reina, etc. grandes obras de teatro, y buenas temporadas de zarzuela. Además de proyectar de forma casi habitual las mejores películas que se estrenaban en Córdoba.

Pero además el Gran Teatro, fue un establecimiento muy cercano, sobre todo para la juventud de aquellas épocas 1950.1970, que a la hora de la primera función en la tarde de los domingos, acudían allí con sus Tebeos, sus cromos, sus emblemas, y todo lo que se pudiera intercambiar. Allí se vivió como en pocos sitios el coleccionable "El Ladrón de Bagdad", aquél famoso del   "Caballo Roto" y la "Estera" que solían ser la películas más difíciles de la colección. O aquella de los Toreros en don Joaquín Bernardó costaba lo suyo. Las puertas y los alrededores del Gran Teatro se convertían ya por aquellos tiempos en un auténtico "Mercadillo".

EL TRAJE DE ANTONIO MOLINA

Pero quiero recordar aquél año de 1952, que el empresario Antonio Cabrera Díaz, trajo a Córdoba a Antonio Molina, para que debutara en el Gran Teatro. Pero antes encargó a su amigo Rodríguez Sánchez "Palitos" que le alquilara un traje para salir al escenario, dicho traje, lo encontró en la calle Morales cerca de la casa de los "Zuritos". y se le alquiló a uno que apodaban "El Breva", que para tener dijo, que tenía auténticas mortajas. Quizás el traje que le facilitó a Antonio Molina, perteneció a un elemento algo mayor que el cantaor de Málaga. Quizás la precipitación en lo del traje, hizo que no se le pudiera adaptar bien al cuerpo. Y lo que tenía que pasar pasó nada más levantar el telón y aparecer este hombre en el escenario, tan bajo, con aquella mata de pelo, y aquél traje de chaqueta al que le sobraba tela por todos los sitios. Nada más verlo, alguien de las primeras filas se empezó a reír y al poco rato todo el mundo se reía en aquel Gran Teatro, y el novato Antonio Molina, un tanto asustado por las carcajadas, hizo ademán de retirarse por un lateral, pero entonces fue "Palitos" el que le dijo: "¡¡Da un do de pecho sostenido cojones!!, y entonces, Antonio Molina, empezó con su copla el "Agua del Avellano" y aquello en poco rato volvió loca a la gente, que no dejó de aplaudirle de forma entusiasmada.

Volvió a repetir actuaciones pero ya siendo la primera figura contratada. De todas formas se marcharía al poco tiempo a Madrid, y allí fue donde se produjo el milagro de su proyección. Al poco tiempo volvería por Córdoba con motivo. Al poco tiempo volvió por Córdoba con motivo del rodaje de la película "El Cristo de los Faroles" y acompañado de "Palitos" se llegaron a la Taberna de "Casa Manolo", y volvieron a la "Casa El Picadero" de la calle Roelas, cuando en aquel año de 1952, que en unión de unos cuantos amigos más se comieron una habichuelas con oreja, guisadas por el "Gordo Piedras"., muy amigo de "Palitos".

EN FLANDES SE HA PUESTO EL SOL

Luego recordaré también la obra de Teatro "EN FLANDES SE HA PUESTO EL SOL", de Eduardo Marquina,(1910), que el cura don Juan Novo González, recién llegado a San Lorenzo, (1954), se empeñó en organizar en el Gran Teatro, una representación de esta obra, para ello, contó con la colaboración del cuadro de actores de los AA, Salesianos, con Paco Morán entre otros. Recuerdo que todos colaboramos en la venta de entradas y lo hicimos se puede decir "casa por casa", y conseguimos que el Gran Teatro registrara un lleno importante.  Yo como algunos chavales más del barrio, estábamos sentados en delantera de Paraíso, muy cerca de Juan González Román (Juani), excelente persona pero que tenía una voz un tanto "afeminada", y allí estaba él apoyado sobre la barandilla, dejándose caer en su gabardina, que ante la amenaza bromista de que se la iban a quitar, la tenía entre sus brazos y la barandilla. Pero a mitad de la función y en una escena en que aparecía un moribundo, un bromista llegando por detrás, le empujo a la gabardina, cayendo esta al patio de butacas. Pero la caída de la gabardina fue acompañada por unas voces "Escandalosas", de: ¡¡Mi Gabardina, Mi Gabardina!!I, ante aquellas voces, los actores que componían la escena, se quedan parados y callados, la luz del teatro se encendió y todo el mundo miraba para arriba, contemplando al simpático "Juani"., que seguía reclamando su gabardina. Luego cuando estuvimos de vuelta para San Lorenzo, aquello fue la comidilla del barrio. Quiero recordar que el apuntador de aquella obra fue Carlos Ruiz Velasco. 

Pero quiero aportar otro dato ya que estamos con los Pedro López, como dueños del Gran Teatro, y es que el simpático de la "Gabardina" Juan González Román "Juani" era el hijo menor de don Antonio González Pérez (1896-1983), más conocido como el padre del droguero de San Lorenzo, y vecino en la Calle del Coliseo de San Andrés, y que fue durante la mayor parte de su vida el hombre de confianza de la familia Pedro López dueños del Gran Teatro, y su contable de confianza, hasta el punto de que sería la persona encargada de hacer "Un BALANCE a mano", para la valoración de "La Banca Pedro López", que fue vendida por la familia López de Alvear, al Banco Popular en 1956. El abono o a transferencia de dicha operación mercantil fue abonada en la Cuenta Corriente "ALBÉNIZ", propiedad de la familia Pedro López, en dicha cuenta se abonó también, la urbanización de los terrenos de Ciudad Jardín, el importe del Gran Teatro, y el edificio del Circulo de Labradores, cuando fueron vendidos..

LA LOCALIDAD DE PARAÍSO

Era curiosa aquella localidad alta del cine, que a los efectos oficiales era "El Paraíso", que con sus gradas delanteras era la localidad más ruidosa y la más barata, por lo que nosotros la nombrábamos como "El Gallinero". Y es que en realidad, aquello entre los chavales, los inocentes reclutas o soldados, y el suelo de madera... y otras cosas que solían pasar estaba el "Gallinero" que muchas hasta echaba humo.  

Al pertenecer a la Empresa de Sánchez Ramade, por allí pasaron las mejores películas que se proyectaban en los cines de Córdoba. y de ello podía dar fe nuestro amigo de San Lorenzo José Figuerola Vázquez, "Joseíto" que durante muchos años estuvo ligado a la cabina de ese cine. Pero esta relación de contrato con los dueños del Gran Teatro, terminaría en los años de 1970, en los que lo mismo que a la gente le dio por el "Cuba Libre" también se fue acabando poco el ir a los cines.

Pero llega un momento, en que el Ayuntamiento de Córdoba. cae en la cuenta de que salvo el Gran Teatro, no tienen ningún otro establecimiento para espectáculos propio de la ciudad, y entonces se produce un intercambio epistolar entre el Ayuntamiento y la propiedad (1980), que es bastante fluida y reiterada. y no por ello se llega fácilmente a un acuerdo para comprar ese inmueble. Existen datos de varias valoraciones económicas ofrecidas por el Ayuntamiento, y que desde una argumentación legal la propiedad no acepta. Por parte de la propiedad será el colegiado Manuel Ruiz López, el que contesta en documentos notariales las distintas posturas de la propiedad. Después de un tira y afloja, finalmente la propiedad acepta el valor de 98.437.798 pesetas, cantidad que será curiosamente entregada con todos los protocolos y escrituras pertinentes a los siguientes propietarios que en régimen de "INDIVISO". tenían la propiedad del Gran Teatro. El primero es precisamente el único que conserva los apellidos originales de la familia dueña inicial del Gran Teatro, esto es, Don Pedro López de Alvear, luego están don Pedro, don Francisco, don Ignacio, doña María Josefa, don Rafael, doña Pilar, doña María de los Ángeles, doña Lourdes, don Manuel, doña María Cristina, doña Candelaria, don Agustín, y don Carlos López Ruiz y a doña María de los Ángeles, doña Concepción, doña María Barbudo López. Todos reciben una notificación individual, el 26 de agosto de 1981.

Antes la propiedad había propuesto al Ayuntamiento un acuerdo económico menor pero con algunos edificios en permuta, como el antiguo edificio de Hacienda, el edificio del antiguo Asilo Madre de Dios, el Matadero Municipal, y terrenos en la Avenida de Carlos III, pero el asesor del señor alcalde, le convenció de que los intercambios y el dinero darían siempre peor imagen para la Corporación. por lo que se intentó la compra directa.

EL NUEVO GRAN TEATRO

Una vez resuelta la compra y pagada la misma, el Ayuntamiento de Córdoba, encarga al Arquitecto Juan Antonio Gómez Luengo, un presupuesto proyecto de remodelación de acuerdo a los criterios que el Ayuntamiento pretendía hacer en el edificio. Este presupuesto inicial fue de 420.961.875 pesetas, y que se daría en el 4 de noviembre de 1988. Pero luego la realidad, y la complejidad de esta obra alcanzó valores que duplicaron este importe inicial.

La Obra de remodelación y equipamiento se le concedió a la Empresa Godino Ruiz Hermanos, que siendo de Jaén, ya llevaba varios años construyendo urbanizaciones importantes en Córdoba y con total solvencia, como los distintos bloques "Europa" que se hicieron por la zona del campillo, y la calle Teruel y que llenaron aquellos pisos de piscinas y buen confort.

El trabajo de cerrajería, hierros y estructura metálica se le concedió a Unión Cerrajera Cordobesa, que en las personas de Antonio y Florencio Ruz Castillero realizaron la mayoría del trabajo, demostrando que fueron unos grandes profesionales, y que con sus opiniones libraron muchas complicaciones de la cabeza del Arquitecto. Y también a la gente del propio taller como Cazorla, Pepe, Alejandro, Léonar y Paco Losada, que fueron los que realizaron aquellas aparatosas cerchas que elevaron considerablemente las cubiertas del Gran Teatro, para habilitar entre el techo del Teatro y las cubiertas un salón de actos, que mucha gente no conoce.

Esta empresa de Godino Ruiz Hnos. tenía un gerente de nombre Ernesto, que daba la impresión de que la empresa era poco menos que suya, dando siempre la sensación, de que quería lo suyo, y también parte de los demás. Por eso quiero recordar a esa obra, amplia y muy importante que daría muchos trabajo pero que a nivel de beneficio fue poco elocuente.





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