Durante muchos años, esa fue la calle que un día tras otro teníamos que emplear en nuestro caminar diario hacía nuestro puesto de trabajo en Westinghouse, y el otro día quise recordar algo de ese camino, y me dio alegría el contemplar en primer lugar El Ambulatorio de la Avenida América, ya recuperado para la actividad sanitaria de Córdoba. Este Ambulatorio que fue levantado a principio de los años 1960, como un centro de especialidades que funcionó muy bien. Allí no puedo dejar de recordar a don Gonzalo Briones Espinosa que en la cuarta planta tenía su consulta de traumatología y que allí con toda seguridad resolvió muchos casos de huesos; unos porque le correspondía por la "Cartilla" como solía decir el con su aire de sevillano de Carmona, y otros dada su categoría humana y otros por el hecho de intentar ayudar a mucha gente que lo necesitaba, ya que eso fue una constante en su vida como médico. Recuerdo que el simpático Rafael Órdoñez, el único nieto que lleva el apellido del bodeguero en primer lugar, y dueño de la popular "Casa Rafae" de la judería, me decía en una entrevista que tuve con él hace dos años: "A don Gonzalo, lo conocí desde hace muchos años, pues todos los días coincidía con él en misa de siete de San Hipólito, en donde nos encontrábamos mucha gente importante de Córdoba, que querían aparecer en Misa de forma discreta y anónima".
Testigos
inevitables de todo lo que pasaba en este Ambulatorio, sin duda. fueron
aquellos vecinos de los "Pabellones de Renfe" que desde principios del
siglo XX, daban cobijo a muchas familias de "trabajadores del tren"
como se les llamaba. Allí estaban los Cobos, los Copado, los Núñez, los
Gallardo, etc. que entre otras cosas coincidieron con nosotros en el Colegio
Salesiano. Después de estos bloques de pisos ubicados haciendo esquina con el
mismo Viaducto, se levantaba una tapia hasta la misma Estación, que aislaba los
terrenos de Renfe. A la otra esquina del Viaducto y haciendo esquina con Doña
Berenguela, estaba el Cuartel de tropa del Parque de Automovilismo.
Pasando el ambulatorio de la Avenida América y haciendo esquina con el Gran Capitán estaba el Hospital de don Emilio Luque, en donde también se solucionaban muchos problemas de salud, dado el alto nivel de profesionalidad que se respiraba en aquellos quirófanos. Aunque desde luego la palma en este Hospital eran los nacimientos de chiquillos y las operaciones de cataratas del doctor Almenara de Palma del Río.
Ya al cruzar el Gran Capitán te encontrabas con la tienda emblemática de Córdoba como fue "Establecimientos Miloga", una tienda que durante años dada su calidad de productos y amplitud de instalaciones y escaparates, fue un referente en Córdoba. En los archivos de publicidad de "Radio Córdoba" aparecerá la mucha propaganda que este establecimiento se hacía en Radio Córdoba. López Icardo, la segunda generación de estos establecimientos al que conocía por hacer el servicio militar (seguramente como voluntario), conmigo en el Parque de Automovilismo. En una corta conversación que tuve con la dependienta al preguntarle que porque cerraban, ella me dijo: "Los negocios de escaparate ya no funcionan, hoy el móvil lo ha sustituido todo". A los pocos meses este establecimiento cerraría sus puertas. Y ya estaba el de la Avenida América que fue todo un referente en atenciones a los "bebes", ya había cerrado y en su lugar había un banco holandes..
Luego estaba el Garaje América que fue uno de los primeros aparcamientos que hubo en Córdoba y por el centro.
A continuación y de forma inevitable te encontrabas con el Hotel Montes. En aquellos tiempos 1950-1970, dándole a aquella acera frontera a la Estación Central de Ferrocarriles, una solera por la categoría y antigüedad de algunos de sus establecimientos. Empezaban desde una esquina cercana al simpático "Fielato" donde estaba el Bar "Dos Avenidas, haciendo esquina con la Avenida de Cervantes, que por cierto por ahí hay una foto de Manolete a hombros por dicha Avenida camino de su palacete, que casualmente un día que fui a la "Lagunilla" a comprar café de "estraperlo" (1955), a una casa posterior del Monumento a Manolete, y al entrar en un largo pasillo central por todo el patio y al final a la derecha, estaba la vivienda de "Consuelo" la mujer que vendía el café, y al presenciar allí la citada foto de Manolete colgada por encima del aparador, la mujer nos diría: "El que lleva a Manolete es mi marido que se crió aquí en este barrio cuando el vivió aquí".
Luego y en la misma acera de enfrente estaba el Bar "Buenos Aires", y un poquito más para adentro estaba "La Sultana". Luego había otro Bar llamado "Casa Eduardo", que era como la "Casa de los Taxistas" y que hasta última hora la dueña estuvo al pie del cañón Luego estaba el "Hotel Granada", el "Hotel Montes".
Hemos
citado los establecimientos más conocidos, que no quiere decir que fueran los
únicos. En aquellos tiempos había clientes para todos, pues la Estación
Central, tenía el poco movimiento que había en Córdoba de viajeros.
El
Hotel Montes en su tiempos "Hotel Villarosa" fue el negocio que
regentaron con éxito dos camareros de la vieja "Venta de Vargas" y
que se conocía por los apodos de "Francisco Chicote" y "Enrique
Ligero". Este era un edificio de una sola planta, con un patio interior
muy floreado y con un gran mostrador y que incluso ponían mesas para la calle.
Pero
Manuel Montes Lozano (1908-1990), a mediados de los años 1940, compra el
edificio y lo derriba y levanta otro edificio, en el que instala una Sala de
Fiestas, denominada "Villa Rosa", y un Restaurante con salón con
amplia barra y un patio espléndido en donde solía actuar muy a menudo orquestas
de música bailable. En aquellos primeros tiempos hubo un dependiente muy
popular por su nombre taurino que no era otro que Narciso Gálvez y al que
apodaban el "Guerrita".
Pero
la Sala de Fiestas después de unos primeros años muy importantes, fue decayendo
y al final quedó clausurada. y sólo funcionaba el gran Salón del Restaurante,
que era atendido muchas veces por un hermano de Manuel Montes de nombre Rafael
Montes Lozano.
Los
hermanos Montes, era por nacimiento de Santa Marina en su calle Mayor nº 19,
Eran hijos de José Montes Morrugares y Trinidad Lozano García. Al igual que
Manuel Montes, su hermano Francisco Montes Lozano (1917-2011) apodado el
"Panza", y es que con su figura oronda, daba la sensación de que su
barriga se quería escapar de aquellos tirantes elásticos que siempre llevaba.
También era característico en él verle apretando los dientes con el resto de un
grueso puro casi apagado y que daba la sensación que lo masticaba. Este hombre
regentaba un Bar que disponía de una terraza con su "Emparrado",
junto a la "Puerta de los Carros", de Viaducto del Pretorio y
enfrente de olor desagradable a pieles
de la fábrica de curtido de pieles de Pablo Vidal. Tengo que decir que allí
presencié yo con mi novia la final de la Copa de Europa que ganó España a Rusia
con el famoso gol de Marcelino.(1964).
También
su hermana Encarnación Montes Lozano (1915-1993), tenía un pequeño "Casetón-Quiosco",
en la misma "Puerta de los Carros", en donde vendía café, copas de
coñac, aguardiente y todo lo que demandaban los faeneros que por esa puerta
entraban a la Carga y descarga de Renfe. Incluso en verano ponía sus pocos
veladores. El casetón tenía un rótulo de Transportes Vaquero, que había
sustituido en 1958 al de Transportes Guzmán.
Pero
el Hotel Montes, era un paso obligado tanto para los trasnochadores,
empedernidos o circunstanciales, o como todos aquellos, que para coger
cualquier tren tenían que madrugar. Allí en aquel salón y en sus mesas, muchas
veces se encontraban el que venía y el que iba. Unos con unas ropas y otros con
otras. Pero el caldito para terminar la fiesta era casi de protocolo.
Posiblemente
el más serio y formal de todos los que hubiera en el "Hotel Montes",
fuera su dueño, hombre que irradiaba seriedad y formalidad, y fueron muchas las
bodas y celebraciones que allí se dieron. Estaba las 24 horas abierto y el
servicio de cocina era por lo tanto permanente. Gente de Renfe, con gorra, sin
gorra, maquinistas, fogoneros, números de la guardia civil, médicos, jugadores,
artistas, amigos de la noche, y toda clase de personas, coincidían a tomar su
caldo, tomar café, o anís Machaquito, o a lo que les viniera en gana.
Una
de las pocas mañanas que yo fui por allí, fue en diciembre de 1953, íbamos a
coger el "Tren Botijo" que nos iba a llevar a Jaén, para el ver el
partido con el Atlético de Bilbao, íbamos acompañado de dos personas mayores, y
nos sorprendió que allí había en el Hotel Montes, un gran ambiente. Casi
siempre había cuatro cinco mesas ocupadas, pero hacia la derecha de la barra
había un grupo de tres o cuatro personas junto aun camarero al que llamaban
cariñosamente "El Mono", y este nos diría: Ahí está el
"Caballero de la Noche" con Manolo Caracol y Luisa Ortega, con un
grupo del coro que actuaron anoche en el Duque de Rivas. Luego observamos que
el citado "Caballero de la Noche", acompañado de una galga que no se
le despegaba nos dijo: "Me voy porque mi perra está ya nerviosa vayamos
que nos sorprenda la salida del sol en medio de la Calle".
Aquello
no lo entendimos y sería otro camarero muy bajito al que llamaban "El
Víbora" el que nos aclaró: "Este Sr. se llama Pepito Fragero
Pozuelo,(1895-1965) y por su buena relación con todos los artistas que vienen a
Córdoba, le llaman el "Caballero de las Estrellas", porque toda su
vida la realiza de noche, acompañado siempre de su perra "Piñonera". En
un cuadro-pizarra, que había sobre la barra del Bar había un plato que eran
"Sopa de ajos con huevos", y el precio era de 8 pesetas.
Al
fin, impresionados por el hombre que no quería que le diera el sol, nos
montamos en el "Tren Botijo" y nos llevó a Jaén a media mañana, y por
la tarde vimos el partido en el que ganó el Atlético de Bilbao por 1 a 3. al
Jaén, y los goles fueron de Linares por el Jaén, y Gainza, Mauri y Maguregui por
el Bilbao.
Luego después del Hotel Montes, te encontrabas con el Bar Casa Eduardo, que ya su amplio dintel de la puerta te decía que era un Bar de acogida.
CASA EDUARDO
Don Pedro Salazar y Góngora, en el 1743 y siendo obispo de Córdoba, decidió levantar un triunfo a San Rafael en la explanada que quedaba entre el Río y la Puerta del Viejo Alcázar de los Reyes Cristianos que, por aquel entonces era Prisión Provincial. Al abrir la Avenida del Corregidor (entre los dos puentes), se trasladó dicho triunfo a la explanada de la Estación Central de ferrocarriles en 1954.
Testigos de aquel traslado fueron sin duda Eduardo y su señora Dolores, personajes entrañables de todo aquél entorno de la Estación. Los taxistas de Córdoba en sus rutas de servicio por aquella zona profesaban un respeto muy bonito a Dolores y a Eduardo, personas que al frente de su bar "Casa Eduardo" nunca les fallaron. Eran muy tempranas las horas a las que abrían, para recoger primero a los noctámbulos que a lo mejor se sentían incómodos en el Hotel Montes, a donde iban a parar todos los festivaleros de la noche de Córdoba. Pero sus clientes favoritos eran los taxistas, aquellos trabajadores del servicio público que acudían con sus coches para atender el desplazamiento de los viajeros que venían a Córdoba por el ferrocarril.
Por otra parte el San Rafael de la Estación pudo ver como nadie como en aquellos años, 1955-1970, se nos marchaba mucha gente a otras partes de España y al extranjero en busca de trabajo. Muchos dejaban familia y raíces atrás. Unos volvieron, pero otros se quedaron, porque los hijos habían nacido allí y habían adoptado las costumbres y e incluso hasta el idioma.
Como ya hemos dicho El Bar Montes y "Casa Eduardo", cobijaban a los noctámbulos de Córdoba que saludaban al Arcángel al amanecer. Jorge Negrete cuando llegó a Córdoba en 1948, acompañado de sus "Mariachis" se asombró de ver tantas veces el Custodio de Córdoba.
Con el cierre de "Casa Eduardo", los taxistas de Córdoba perdieron algo como si fuera su segunda casa. Dolores que al morir su marido Eduardo terminó regentando el negocio era como una madre para todos ellos, todo lo que tenía de bajita, lo tenía de buena y cariñosa, aunque a veces se hizo acompañar de una "garrota", con la que intentaba disuadir al que pretendiera engañarla. Su Café era insuperable,. A la muerte de Dolores sería su hija Antoñita la que terminó con el bar hasta que cerró a principios del siglo XXI.
Eduardo el hijo de Dolores, nos contó la anécdota que le ocurrió con aquél gitano altivo que vivía por el Cerro de la Golondrina y era un animador con su guitarra en la Sala de Fiestas "La Segunda" de Cercadilla. Este hombre al parecer todas las mañanas solía llegar a "Casa Eduardo" y cogiendo del mostrador un puñado de servilletas se adentraba para el Water y allí soltaba "su carga", y luego después de haber evacuado y sin tomar nada se marchaba tan tranquilo para donde él quería.
Los taxistas que muchas veces llenaban el local habían advertido esta circunstancia una vez y otra, y llegó incluso a ser motivo de comentarios. Pero un día el hijo de Dolores que se llamaba Eduardo como el padre, con la colaboración del taxista "El Barriga" decidió acabar con la frescura de aquél "guitarrista cagón" y le prepararon un cubilete de servilletas impregnadas todas de "cornetilla picante" hasta el punto que el "guitarrista cagón", saldría aquél día de depositar su "carga", arrastrando poco menos que el culo por la pared. A raíz de aquél día "El guitarrista cagón" no volvió más por "Casa Eduardo".
Y siguiendo esa Avenida de América llegabas a la zona de Cercadillas cruzando claro está el Depósito de Rente, dejando a la derecha el Paso a Nivel de la Margaritas, que a aquellas horas de la mañana era un río de gente que andando o en toda clase de vehículos iban para su lugares de trabajo.
Y el medio de aquel alboroto de gente de aquí para allá, te encontrabas con las instalaciones del Depósito de Renfe, unos grandes talleres de reparación del parque ferroviario. Incluso se podían ver por allí a los aprendices de Renfe, que incluso hacían el servicio militar ligados a la citada empresa y con sus uniformes azules.
EL DEPOSITO DE CERCADILLAS
El 27 de abril de 1859 se celebró en Córdoba de forma alegre y ostentosa la llegada del primer tren que unía la línea férrea Córdoba-Sevilla, cumpliendo de esta forma una disposición de la Reina Isabel II, de fecha 27 de abril de 1856.
Las obras de allanamiento para la Estación que en un principio se llamó "Estación de la Agricultura" y todo el "tendido de hierro" por donde había de pasar la locomotora, fueron realizadas por la empresa, Arauco Ltda, cuyo representante e ingeniero fue don Eduardo Mamby, una de las máximas autoridades en los tendidos ferroviarios de la época.
Antes de la llegada de la "Diligencia metálica" como la prensa escrita y la popularidad de las gentes llegó a denominar a aquella primera locomotora, se celebraron multitud de actos y manifestaciones incluso con repiques de campanas de las distintas torres de las Iglesias de la ciudad. No cabe duda de que aquello fue un hecho importante.
A aquella primera "Locomotora" de nombre "San Rafael". que llegó de Sevilla también portaba adornos y flores que orlaban los escudos oficiales de Córdoba y Sevilla.
Y podemos decir que la llegada de aquella "Locomotora" significó una estimulación de inversiones para Córdoba, pues dada la importancia de su "Nudo Ferroviario" de cara a la comunicación con el resto de España, se crearon en Córdoba infraestructuras para la reparación y el mantenimiento de los trenes que fueron llegando a Córdoba.
Por aquellos años de 1950, podías cruzar el "Viaducto del Pretorio" (al que todo el mundo llamaba de la Huerta de la Reina) y podías presenciar que había multitud de vías muertas en donde una cantidad importante de Vagones e incluso alguna Máquinas de vapor, esperaban ser enganchados en la formación de un TREN, o que simplemente estaban a la espera de cualquier reparación. Y aquello suponía mucha mano de obra.
A esta cantidad de vagones ajenos a los que normalmente circulaban por las "Vías principales" se le llamaba "El Depósito" de descanso, por parte de los ferroviarios, ya que aquí muchas veces se intercambiaron máquinas, vagones y hasta trenes enteros. Todo aquello significaba un emporio de empleos en Córdoba, pues desde primera hora se habilitó unas naves- taller de reparación a la que se le dio el nombre de "Depósito de Renfe" aquello se puede decir que desde finales del siglo XIX, fue uno de los centros de trabajo de Córdoba en donde hubo más profesionales. Había caldereros, torneros, forjadores, fresadores, soldadores, ajustadores, carpinteros, electricistas, bobinadores, y todas las profesiones que uno se pueda imaginar. Baste recordar que el simpático "Picador de toros" al que apodaban el "Catalino"(Bernabé Álvarez Jiménez 1885-1958), en una entrevista que le hacen en el "Diario Córdoba" a la vuelta de su campaña de América, nos decía: "Yo trabajaba en el "Depósito de Renfe" de calderero y cobraba una peseta diaria de sueldo",
Era tan importante Córdoba en aquél "Nudo" ferroviario que se fue formando aquí. que incluso al final de la Calle Doña Berenguela, existía una casa de dos plantas y con abundantes habitaciones en donde solían pernoctar los maquinistas que hacían relevos en sus largos recorridos. Aquello era como una gran pensión en donde existían incluso servicio de comidas y todo lo necesarios para los maquinistas de Renfe. Durante bastante tiempo Antonio Reca y José Espejo, "El Mapa" vecinos de San Lorenzo tuvieron algo que ver con aquella Residencia.
Pero es que el "Depósito de Renfe" motivó que en aquel tramo de la Margaritas, se crearan un montón de talleres auxiliares, y también porque no decirlo se convirtió aquello como una de las zonas con más puestos de trabajo de Córdoba.
Eran tantas las profesiones de trabajo que se daban en aquel gran taller, que incluso llegó a tener su propia "Escuela de Aprendices" que en Córdoba se consideró siempre de las más importantes, junto con las de Constructora Nacional de Maquinaria Eléctrica y de la Electro Mecánicas.
Pero el "Depósito de Renfe" además del trabajo que allí se apreciaba, se hizo famoso en Córdoba, pues fue considerado como "Parada y fonda" de todo el contrabando que llegaba por el tren; bien de la zona de Gibraltar o de Madrid. Allí en el "Depósito" llegó la primera Penicilina que se utilizó en Córdoba en aquella terrible epidemia de Meningitis Infantil de los años 1950. Pero allí llegaba de todo, lo mismo café, que relojes, chocolate, y las famosas "Pastas de Tabaco" el "Kubanito" que aunque entraban por Gibraltar lógicamente venían de Cuba.
Y ya que hemos hablado del "Depósito de Renfe" se hace necesario el mencionar aquellos enormes "Canastos de mimbre", que muchos trabajadores colgaban del cuello con una correa y escorados al costado izquierdo. Aparentemente era porque a algunos trabajadores y dada la escasez de todo, se les permitía traer algo de carbonilla para sus casas. Pero aquél canasto tan enorme que solían llevar, muchas veces sirvió para transportar de todo.
En una ocasión y por aquellos años de 1948-1952, a Manolo Cerezo, "El Célebre Bizco" de la Calle la Rosalas, lo pusieron al frente de una especie de Bodeguilla-Tapadera, que los amantes del juego de San Lorenzo, utilizaron para disimular que era un pequeño lugar de juego. Allí jugaban los Soler, los Dávila, los Curreles, los Trujillo, los Rey, los Gordillo, los Sánchez, total un montón de gente que les gustaba el juego y que al estar "Prohibido" montaron un mostrador y un poco de vino "peleón" y cuatro aceitunas para vender, y dentro habían dos cuartos perfectamente disimulados para jugar. En una ocasión llegó el cuñado de los Millán, que era de la llamada "Brigadílla" con un grupo de dos números más, y con toda seguridad y que después de un "chivatazo" iban "persiguiendo" los canastos de dos ferroviarios a los que también les gustaba mucho el juego. Llegaron al establecimiento del mencionado "Bizco Cerezo" y sólo pudieron ver los canastos allí perfectamente cerrados ya que sus dueños, al estar jugando y sentir que había llegado la "Brigadilla", salieron huyeron por el tejado poniéndose a salvo. Pero los canastos eran la prueba de que portaban contrabando, y por ello y mientras se aclaró todo debidamente, al pobre "Bizco Cerezo" lo llevaron detenido y llegó a dormir alguna noche en el llamado "cuartelillo". Manolo Cerezo era muy conocido en San Lorenzo, y por ello enseguida se cundió que lo habían metido preso por robar carbón, que era muy escaso por aquellas épocas..
Y es que en aquellas fechas se aprovechaba y utilizaba todo. Me contaban Rafael Parras y Juan Blanco, compañeros de Westinghouse, y vecinos de los Olivos Borrachos, que los vagones de tren que con frecuencia estaban por allí aparcados, concretamente los que daban a las espaldas del Estadio América, les servían a muchos aficionados para subiéndose en el techo presenciar los partidos de fútbol que todos los domingos tenían lugar en el Estadio América, Este Estadio estaba al final en lo que fue el Cuartel de Artillería 42, y que desde la zona de Cercadilla se podía ver el fútbol perfectamente. Mas de una vez me contaban, algún gracioso o la necesidad de hacer una maniobra de enganche, que en lo mejor de una jugada, movían el vagón de un lado para otro, con lo que al que llevaba acabo aquella maniobra le llovían todas las maldiciones del mundo.
Y ya que hemos relatado el Depósito de Renfe, nos adentramos de lleno en lo que se llamaba Cercadillas.
ALREDEDOR DE CERCADILLAS
Acabamos de hablar del Estadio América, y tenemos que decir que estaba ubicado en la Huerta de Cercadilla, y estaba situada a la espalda del antiguo Cuartel de Artillería 42, el Cuartel en donde hizo la mili Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete” (1917-1947), el gran torero de Córdoba, al que mucha gente con "Mala Leche" cundió por toda España, que practicaba la suerte de matar con los presos políticos. Todo fue debido a que tergiversaron interesadamente la anécdota de que el toro de su alternativa en Sevilla (02/07/1939), se llamaba "comunista", y Manolete por respeto a todo el mundo pidió que en el cartel que se exhibió en la Plaza se le cambiara el nombre que traía ya desde la ganadería.
El Estadio América era un campo de fútbol para 5.000 espectadores y que junto al Campo de fútbol de la Electro Mecánicas, eran los únicos campos de fútbol que había en Córdoba. Se inauguró en 1923, en un partido entre un equipo del Córdoba de aquellos tiempos y otro de Granada. Su dueño fue don Jerónimo Padilla, un hombre que había hecho fortuna en América y por eso le puso ese nombre al Estadio. Como un anexo a las gradas del citado Estadio se consideraban los vagones de Renfe desde los cuales había aficionados que presenciaban los partidos. No fue la primera vez que cuando la jugada estaba más interesante, el vagón empezaba a andar de un lado para otro haciendo su maniobra de enganche.
En aquel Estadio de América, no es que jugara ni mucho menos Messi o Ronaldo, pero allí jugaban gente que le echaban mucho amor propio y afición, hay que tener en cuenta que además de mal equipados, alternando con sus trabajos, y sin cobrar nada luchaban a muerte por cualquier balón en disputa.
Además la zona de Cercadilla era un terreno abonado para los negocios de salas de recreo de los Llergo y los "Bartolos", y como no, varios Bares entre los que había que destacar el Bar Flor, propiedad de Rafael Toledano, al que apodaban "Manitas de Plata" por su habilidad en el juego de cartas. Este Rafael Toledano vivía en la Calle Roelas de San Lorenzo, y era vecino del popular Rafael García "Cachas Negras". ´
Un día en la Barbería de Julio Mellado en San Lorenzo, y mientras esperaba su turno para afeitarse, nos relataba Antonio Moyano, vecino de San Juan de Letrán y trabajador de Luis Aranda Martos, de que su jefe había inaugurado una moderna fábrica en la zona de Santa Rosa, junto a la Subestación Mengemor propiedad de la Compañía Sevillana de Electricidad, y como quiera que Antonio Moyano, siguiera hablando, dio lugar que Paco Almoguera, el barbero que le afeitaba, le preguntaba sin parar, cosas de aquella nueva fábrica, y todas las cosas que se le ocurrían. Y entonces salió a relucir las fiestas que el citado Luis Aranda Martos, se solía tirar agasajando a sus amigos. Y de esta forma salió lo de la vez, que le pidió al empresario Antonio Llergo, que le "reservara" la Sala de Fiestas "LA SEGUNDA" famosa en CERCADILLA, para pasarlo bien, con un grupo de amigos constructores y clientes suyos. Por lo que se veía este detalle de "reservarse" la Sala de Fiestas para él y sus amigos, lo hizo un par de veces por aquellos años principios de 1960, y siempre le costó alrededor de unas 200.000 pesetas. Pero él interpretaba que eso formaba parte del negocio. No hace falta decir que este hombre que subió como la espuma en el negocio de la Carpintería Industrial, no tardó mucho en caer totalmente en la ruina, quedando la moderna fábrica en manos de unos catalanes
La "Estación de Cercadilla", solamente se utilizaba para la línea Córdoba-Almorchón, y para el movimiento de tropa y vehículos con destino en los Campamento CIR nº 4 y CIR nº 5, de Obejo y Cerro Muriano respectivamente. Este tren, cruzaba la carretera del Brillante, por un "Paso a Nivel" con barreras, que estaba ubicado antes de llegar a la “Primera del Brillante”, otro establecimiento de recreo y diversión regentado por Ramón García, el padre de Pepe García Marín, el dueño del Caballo Rojo. Luego la vía del tren discurría de forma paralela a lo que hoy es la Avenida del Escultor Fernández Márquez, por su acera de la derecha en dirección al Puente de Hierro de la Palomera.
También por otra parte y por el paso peatonal que existe por aquella zona, se puede apreciar de que la Arqueología es la ciencia que no debe de tener ninguna prisa, y quizás por ello, todavía esté aquella zona con una clara sensación de abandono y olvido. Pero claro está aquellos son restos romanos y lo romano a los intelectuales y a los políticos, no le debe ser muy oportuno y rentable acordarse de ello.
3 comentarios:
Amigo Manolo: Tu amplio, detallado y muy ameno relato sobre la Avenida de América de nuestra Córdoba, La LLana, como así la llamábamos algunos en Cenemesa, me ha despertado unos recuerdos inolvidables, pues troté por ella muchos de los años en que viví en esa ciudad en la que tú y yo nacimos. Mi padre era ferroviario y su primer destino fue a la plantilla de la estación de Cercadillas (1941)desde donde hizo muchos servicios de mercancias a El Muriano, Obejo, Belmez, Almorchón e incluso hasta Zafra. Era una línea muy cuesta arriba por lo que algunas veces los trenes tenían que ir con una locomotora delante y otra detrás en algunos tramos. Además solían retrasarse mucho, por lo que cuando mi padre que solía ir de la estación a mi casa sin pararse en ningún sitio, cuando tardaba más de una hora en llegar a casa, como en aquellos años yo era un niño (1950-55) y casi nadie tenía teléfono, mi madre me mandaba ir al guardaagujas del paso a nivel de Las Margaritas a preguntar a qué hora iba a llegar el tren de regreso. Por otra parte, cuando mi padre ascendió y lo pasaron a la estación de Córdoba y yo ya era ventiañero, con frecuencia iba allí a echar cartas al buzón de la estación y pasaba algunos ratos esperándolo en el bar restaurante Montes (y luego hotel) jugando a la maquinita y en casa Eduardo, a quien conocìa y tambien a Dolores. Es muy cierto que era el refugio de algunos noctámbulos y en donde pasaban ratos los taxistas a la espera de los clientes que venían en tren desde Málaga, Sevilla, Madrid y Barcelona porque en aquellos años no había coches propios para hacer esos desplazamientos.
La Avenida de América que con tanto acierto detallas y retratas con todos sus bares, negocios y comercios muy poca gente la recuerda con tanta precisión como tú. Gracias por escribir.
Un abrazo
--
Existe un grupo de Facebook con temas y fotografías antiguas,llamado Córdoba antigua,muy interesante
«Feliz Navidad y Año Nuevo»
«Feliz Navidad y Año Nuevo»
Publicar un comentario